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Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...

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<strong>Fontanarrosa</strong>, <strong>Roberto</strong> <strong>–</strong> <strong>El</strong> <strong>mundo</strong> <strong>ha</strong> <strong>vivido</strong> <strong>equivocado</strong> y otros cuentosEL U-222<strong>El</strong> cronista alemán Hardy Ernst Eduard Fischer, a bordo del submarino de su paísU-222 (llamado también "Las tres ánades") realizó anotaciones que registran las últimasy dramáticas horas de esa nave.Las notas, reunidas desprolijamente en una pequeña libreta, son el únicodocumento existente sobre los patéticos hechos <strong>vivido</strong>s por la tripulación del sumergible.Hace muchísimo tiempo que no salimos a superficie. Hemos discutido mucho.Algunos sostienen que son ya cuatro y otros seis los años que nos hemos mantenidosumergidos. Discutir es una de las pocas actividades que nos ocupa. La última acción deguerra la hemos sostenido considerable tiempo atrás y nos quedan dos dudas: el blancohundido puede <strong>ha</strong>ber sido un mercante de bandera panameña o un iceberg. La acciónpudo <strong>ha</strong>ber transcurrido en el Mar del Norte pero la visión a través del periscopio dealgunas palmeras en el horizonte nos llena de interrogantes.Nuestro capitán, Udgen Von Brandt no quiere gastar el último torpedo que nosresta. Dice que lo reserva para alguna ocasión especial. Así hemos dejado pasaroportunidades brillantes, como fragatas, botes de vela, portaaviones, sampanes y <strong>ha</strong>stacanoas de nativos polinesios. Von Brandt es muy tozudo.Nos hemos abstenido de atacar un transporte de tropas de formidable calado. Escierto que era uno de los nuestros, pero hubiese aumentado considerablemente nuestrotonelaje hundido. <strong>El</strong> capitán se mantuvo en sus trece. Ernst Hoffmann, contramaestre dea bordo, está que vuela.No es fácil la vida de un ecologista a bordo de un submarino. Rudolf Speer, unrobusto oficial nacido en Munich, insiste en sacar adelante un pequeño jardincito en elfondo de la sala de máquinas. Se le secan las azaleas y la falta de oxígeno perjudica susmarimonias. Un error burocrático <strong>ha</strong> traído a Speer a la nave: lo eligieron suponiendoque él se <strong>ha</strong>llaba en "Parque y Munición de Guerra" cuando en verdad revistaba en"Parques y Paseos".Presionado, el capitán nos reúne y nos <strong>ha</strong>bla. "Señores" dice "el último torpedoestá reservado para Franklin Delano Roosevelt, presidente de los Estados Unidos". Nadiedice nada. Es una tripulación donde <strong>ha</strong>y veteranos de Scapa Flow, hombres hechos en laescuela de luc<strong>ha</strong> submarina de Geijelhoering, marinos forjados en la constante luc<strong>ha</strong> conlas galletas de a bordo y el guiso marinero. Pero algunos, yo entre ellos, nos preguntamossi una acción de ese tipo no será determinante para empujar a Norteamérica azambullirse en el conflicto bélico.Rudolf Speer está consternado. Se le <strong>ha</strong>n secado dos petunias y nos informa dealgo peor: su begonia está llena de hormigas.<strong>El</strong> capitán me conduce a la sentina de recarga y me muestra el único torpedo quenos resta. Es plateado y en uno de sus flancos tiene grabado a fuego: "Franklin DelanoRoosevelt"."Le tiraré a la cabeza" me dice. Hay en sus ojos un odio inconmensurable.121

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