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Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...

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<strong>Fontanarrosa</strong>, <strong>Roberto</strong> <strong>–</strong> <strong>El</strong> <strong>mundo</strong> <strong>ha</strong> <strong>vivido</strong> <strong>equivocado</strong> y otros cuentostenemos intercambio cultural con los turcos y entonces, las posibilidades decomercialización de la película allá eran nulas. Decidimos que la pequeña Alexandra,entonces, estuviese viviendo en Bahía.—Pero ¿por qué <strong>ha</strong>ciendo ese trabajo in<strong>mundo</strong>? ¿Por qué? —se atragantó deindignación Kaseusku.—Tiene su lógica. Tiene su lógica —lo calmó Lacarra Grey—. Pienso que nuestroadaptador hizo un trabajo muy sesudo. La muc<strong>ha</strong>c<strong>ha</strong>, que en el libro aparecía como muypequeña y con problemas de dislexia, nosotros la <strong>ha</strong>cemos figurar como que ya desdeniña trabajaba en el circo, jineteando sobre un delfín. No olvide que el padre tambiéntrabajaba en el circo. No es nada descabellado. Cuando sucede todo lo de su padre, suhuida, y eso, ella, tras unos años, en una de las giras del circo, también huye. Que es laescena en que ella se refugia en la casa de una bruja de la macumba, cuando el circopasa por Bahía. Se la inicia en la capoeira, el vudú, y ella se comunica telepáticamentecon el padre.—¿Pero por qué ese trabajo in<strong>mundo</strong>, por qué?—¿<strong>El</strong> strip-tease pornográfico que realiza con un burro dice usted? Bueno. <strong>El</strong>la no<strong>ha</strong> estudiado, no tiene educación. Ha sido hec<strong>ha</strong> en el circo. Es de lo único que puedeactuar. Creo que <strong>ha</strong>y cierta lógica —se ufanó Lacarra Grey—. Y al ser rusa, el dueño dellocal donde actúa la presenta como la "Princesa Rusa". Todo tiene su hilván. Nada quedadescolgado. Creo que <strong>ha</strong>y un respeto por la coherencia.—Pero no <strong>ha</strong>y grandeza —casi sollozó Kaseusku—. La escena del reencuentro delpadre con la hija, en un cementerio de Angora, me llevó dos años escribirla. Dos años,para alcanzar esa profundidad de silencios, ese clima, ese espanto que recorre el cuerpoy la razón del protagonista cuando descubre que el marido de su hija es el mismohombre que dio muerte a su esposa en el campo de reclusión de Siberia. Esa terriblerevelación de que el hombre a quien su hija adora es, sin que ella lo sepa, el terribleasesino rojo que mató a su mujer. Y la encrucijada de este científico, que debe resolverentre confesar la horrible verdad a su hija del alma, o callar y dejar impune el crimen.¡Lo que me costó solucionar la escena cuando él opta por callar su odio y mantener a suhija en la ignorancia con tal de que sea feliz junto al ex-guardia rojo que le <strong>ha</strong> dado a ellaya dos hijos hermosos!Lacarra Grey se secó los ojos humedecidos con un pañuelo.—Lo entiendo, maestro. Lo entiendo —dijo—. Pero usted <strong>ha</strong>brá visto que nosotroslo resolvimos bastante bien. La foca, la foca crecida en el circo es la que reconoce aAlexandra. Es claro, se <strong>ha</strong>n criado juntas. Y la foca la ve en una calle de Bahía, cuandoel padre tras recibir ese mensaje telepático <strong>ha</strong> ido a buscarla, y comienza a aplaudir.Usted sabe cómo aplauden las focas. Allí, tras 18 años, se reencuentran padre e hija y escuando se escuc<strong>ha</strong> la canción de <strong>Roberto</strong> Carlos "Yo quiero tener un millón de amigos".Allí es cuando el protagonista se entera de que ella está casada con el hijo del jugador defútbol que se quedara antaño con su madre, y que también es jugador de fútbol. Allí seda el conflicto, el clímax de la película, cuando padre e hija van a la casa de ella y seencuentran con el esposo de ella que vuelve de jugar un partido junto con ToninhoCerezo, una escena que nos conmovió muchísimo porque lo que nos cobró ToninhoCerezo por esos tres minutos no los cobra ni en cien partidos con la selección brasileña.Y se da la misma situación que usted narra en su libro: el protagonista está tentado deconfesarle toda la verdad a su hija pero finalmente opta por callar y no arruinarle lafelicidad.—Sí —reprobó Kaseusku— pero él queda con ese tremendo dolor que lo <strong>ha</strong>ce, enmi libro, terminar caminando solo, en una tarde de lluvioso invierno, por una calle dePraga, algo loco. Desequilibrado quizás.—Bueno —frunció la boca Lacarra Grey— nos pareció un poco duro como final. Espor eso que preferimos lo del casamiento en una de las iglesias de Bahía, la caravana debarcas de pescadores, el vuelo de ellos por Varig <strong>ha</strong>sta Río nuevamente y el gran showfinal en el Hotel Oton Palace con Wilson Simonal y Gal Costa, donde el protagonista <strong>ha</strong>ce105

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