13.07.2015 Views

Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...

Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...

Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>Fontanarrosa</strong>, <strong>Roberto</strong> <strong>–</strong> <strong>El</strong> <strong>mundo</strong> <strong>ha</strong> <strong>vivido</strong> <strong>equivocado</strong> y otros cuentosmí me parecía escuc<strong>ha</strong>r aullando los lobos. Luego me dijeron que a esa altura no <strong>ha</strong>bíalobos, ni osos, ni cabras ni nada. <strong>El</strong> que aullaba era Demián, pienso que para asustarme,mientras terminaba de arreglar la mesa plegadiza. Pierre <strong>ha</strong>bía preparado un salmóntartufo a la Pequignousse que era una delicia y Chian abrió una botella de BorgoñaBeaujolais. Demián conectó el grabador y comenzamos a escuc<strong>ha</strong>r música barroca. Fueuna hermosa cena y yo recuerdo que me sentí un poco mareada. "Es la altura" me dijoDemián y vi que hizo una seña con las cejas a los otros dos. Entonces Pierre dijo quedebía salir a buscar orégano, que no podía soportar el salmón tartufo sin orégano, y queel orégano se daba muy bien bajo las primeras capas de nieve. Se puso todos sus abrigosy salió. Al rato Chian comenzó <strong>ha</strong>blarnos a Demián y a mí. Nunca nos <strong>ha</strong>bía <strong>ha</strong>blado así,tan seria y largamente. Estuvo como media hora <strong>ha</strong>ciéndolo. Creo que nos hubiésemosconmovido de conocer su idioma. Se levantó y salió también. Comprendí el plan deDemián. Pobre Demián, era un niño. Siempre pensé que de <strong>ha</strong>bérmelo confesadoabiertamente en París, hubiese conseguido más cosas de mí. No me resultabaintolerable. Y además yo no tenía compromisos. Pero me soliviantaba su falta de valentíapara decirme que yo le apetecía. Todas esas vueltas. Esos rodeos. Como aquel asunto deir a escalar el Himalaya.Lo concreto es que me encontré con Demián, a solas dentro de una tienda de lacual no podíamos ni salir, en una noche de tormenta espantosa, escuc<strong>ha</strong>ndo música.Aun ebrio, Demián no se atrevía a franquearse. Puso música melódica y me pidió quebailáramos. Yo opté por llevarle la corriente en ese instante. Estuvimos bailando unamedia hora dentro de aquel <strong>ha</strong>bitáculo reducido. Pasado ese tiempo yo opté por salir delinterior de mi bolsa de dormir porque me dificultaba enormemente los movimientos y lospasos de bolero. Creo que eso excitó a Demián. Bailábamos mejilla a mejilla y la de élestaba congelada. Hay que considerar que <strong>ha</strong>cía dos meses que <strong>ha</strong>bíamos salido de Parísy Demián, que yo supiese, no <strong>ha</strong>bía tenido ningún tipo de regocijo sexual. Comenzó amanosearme e intentó propasarse. Estaba como loco. Hablaba en alemán. Pude zafarmey escapé de la carpa. No sé cómo. Corrí en medio de la tormenta <strong>ha</strong>sta que no pude más.Y me desmayé.Cuando recuperé el conocimiento estaba en una pequeña cueva y a mi lado <strong>ha</strong>bíafuego encendido. Fuera de la cueva (su boca estaba cubierta por rocas), escuc<strong>ha</strong>ba quela tormenta continuaba con toda su furia salvaje. Yo estaba semicongelada y pienso queeso colaboró para que tomase la situación con una frialdad desusada en mí, debido a quejunto a mi cuerpo que yacía trémulo sobre el suelo se <strong>ha</strong>llaba una criatura similar a unser humano, enorme, con el cuerpo totalmente cubierto de pelos. De su rostro apenaspodía verse algo la nariz, un poco ac<strong>ha</strong>tada, digamos tipo Belmondo, y también sus ojos.Tenía ojos, muy bonitos, de enormes pupilas de las que podría llegar a decir que erantristes. Pero el pelo le cubría la cara. Era un pelo lacio al tacto, un poco quebradizo yabierto en las puntas, no muy cuidado, que debía darle muc<strong>ha</strong> dificultad al peinarlo. Memiraba arrobado y lo vi atarearse junto a mis pies. Alcé un poco mi cabeza y comprendíque la pobre bestia me estaba masajeando los tobillos. Se me <strong>ha</strong>bían congelado los pies yla criatura se <strong>ha</strong>bía percatado de ello. Se incorporó y me señaló, luego se señaló sushombros, quería decirme que me <strong>ha</strong>bía llevado alzada <strong>ha</strong>sta allí. Después, siempre congestos, me explicó que nevaba afuera, que <strong>ha</strong>bía un 15 por ciento de humedad, que él me<strong>ha</strong>bía encontrado por casualidad en la nieve cuando <strong>ha</strong>bía salido a buscar un pedazo dealambre para atar una estaca y que a él le gustaba mucho comer frutas de rosamosqueta. No me pregunte cómo logró explicarme todo aquello con gestos, pero era unacriatura de una mímica insuperable. Algo así como de teatro japonés. ¿Me entiende?Cuando lo vi de pie pude apreciar su altura: casi dos metros. Era cargado dehombros, de brazos largos y unas manos formidables. Todo su cuerpo estaba cubierto depelo. Me <strong>ha</strong>cía recordar a un amigo mío belga que tiene un galgo afgano. Me <strong>ha</strong>cíaacordar al galgo afgano, no al belga. Y mire qué curioso, no sentía miedo. Me suelenocurrir esas cosas.Una vez me quedé a solas encerrada durante dos horas en una sala de museo99

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!