13.07.2015 Views

Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...

Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...

Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Fontanarrosa</strong>, <strong>Roberto</strong> <strong>–</strong> <strong>El</strong> <strong>mundo</strong> <strong>ha</strong> <strong>vivido</strong> <strong>equivocado</strong> y otros cuentos—¡Quietos todos!Nos damos vuelta. A unos quince metros, emergiendo de la picada que venimostransitando, vemos un hombre vestido humildemente. De sus ropas penden todo tipo detrampas y <strong>ha</strong>sta tiene anzuelos ensartados en sus mangas raídas. Nos apunta con unacaña de pescar, como si fuese un rifle y a su lado, amenazante, se <strong>ha</strong>lla una nutria,inmóvil.<strong>El</strong> primero en reaccionar es Laborde, con esa inconsciencia propia de losfotógrafos. Saca su credencial y se adelanta <strong>ha</strong>cia el aparecido.—¡Somos periodistas! —le grita.—¡No se acerque! —ordena el hombre, <strong>ha</strong>ciendo girar el reel de su caña comoquien apestilla un arma de fuego.—¡Periodistas! —reitera Laborde.—Si quieren comprar vizcac<strong>ha</strong>, el descuento para periodistas ya no corre —lodesalienta el otro— ¡Y no se me acerque!—Nos está apuntando usted con su caña. —Le señala Funes.—Con una caña soy más peligroso que con un rifle. Con dos cañas no me detieneni un batallón. Y con un porrón entero puedo <strong>ha</strong>cer cualquier desastre —nos advierte eltrampero.—Sólo queremos <strong>ha</strong>cerle algunas preguntas —procura tranquilizarlo Funes. Esobvio que estamos ante el legendario "Nutria" Ochoa. <strong>El</strong> "Nutria" baja la caña y seadelanta.—¿Es para alguna encuesta? —pregunta.Laborde se retrasa temeroso. Señala la nutria.—¿No <strong>ha</strong>ce nada ese animal? —lo oigo preguntar.—¿Esta nutria? —casi se burla Ochoa.— En los 40 años que la tengo nunca <strong>ha</strong>tocado a nadie.—¿40 años? —pregunto.— ¿Cuánto viven esos animales?—Unos 20 años. Pero así embalsamadas duran como 200.Ahora sí, noto la sospechosa inmovilidad del animal.—Queremos <strong>ha</strong>cerle algunas preguntas —intento calmar al hombre.— Nada más.Pero antes sáqueme esto. Usted es trampero y debe saber cómo se abre.Ochoa reduce su actitud belicosa. Se acerca estudiando el cepo que me tieneatrapado por la pierna.—No soy trampero —me aclara. —Soy cantor. Tuve que dedicarme a la caza de lavizcac<strong>ha</strong> por cosas de la vida. Pero en verdad soy cantor.—¿Y qué cantaba? —pregunta Laborde. Ochoa alza su mirada <strong>ha</strong>cia él y veo ensus ojos una densa neblina.—Una canción —dice—. Pero <strong>ha</strong>ce mucho. Ya no recuerdo la letra. Ni la música.Pero si usted quiere se la puedo bailar.<strong>El</strong> dolor en la pierna me resulta difícil de soportar.—No gracias —lo disuado, cuando ya Ochoa amaga un paso de baile. Vuelve aacuclillarse y me quita la trampa.—Me arruinó usted una trampa —me reproc<strong>ha</strong>—. ¿No se comió también el cebo?—¿Conoce a Bruno Gentile? —lo interpelo.—Sí. Lo conozco.—Lo estamos buscando.—A esta hora lo pueden encontrar. Deben ser... —Ochoa se rasca la barbilla ymira el cielo— ...las dos y veinticinco.—¿Cómo <strong>ha</strong>ce para saberlo?Ochoa señala <strong>ha</strong>cia arriba.—Porque allá va el vuelo de Aerolíneas que sale a las y veinte desde Fisherton.Comprendo que debo aprovec<strong>ha</strong>r la locuacidad de Ochoa. Le acerco el micrófonode mi grabador.—¿Qué sabe de Bruno Gentile? —lo acucio.86

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!