Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado - Lengua ...
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Fontanarrosa, Roberto – El mundo ha vivido equivocado y otros cuentos—Le juro, comisario, que ella me provocó. En el sueño estaba bien clarito.Marconi asintió con la cabeza y luego, con el mentón, le marcó el camino a seguir.El sargento Ramírez se acercó, encendiendo un cigarrillo.—Está jodida la situación de este pibe —le dijo Marconi, mirándolo.—Parece ¿no?Marconi se quedó con las manos en los bolsillos mirando las baldosas del patio.—Es que uno dice ¿no? —comentó el sargento—. Pero también las minas andanahora con cada ropa que... bueno... después el desgraciado es el tipo. Marconi enarcó lascejas, pensativo.—¿Qué hay que esperar ahora? —preguntó el sargento.—El informe del médico. Las manchas en... —dudó Marconi— ...en los calzoncillosde Pendino no se pueden comprobar porque él hizo desaparecer la prenda. Pero siemprepueden quedar manchas en las sábanas, o en la cama. Es lo que se está estudiando.—Si es que hubo polución —arriesgó el sargento.—Por supuesto, por supuesto. Si la hubo o no la hubo, eso puede cambiar muchola cosa, Ramírez.—Si se consumó la cosa.—Ajá.Ramírez tomó la carpeta que estaba sobre el escritorio y se fue para adentro.El comisario Marconi siguió con las manos en los bolsillos, la vista perdida en elpiso del patio, hurgándose los dientes con la lengua.—Está jodida la cosa —murmuró.70
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<strong>Fontanarrosa</strong>, <strong>Roberto</strong> <strong>–</strong> <strong>El</strong> <strong>mundo</strong> <strong>ha</strong> <strong>vivido</strong> <strong>equivocado</strong> y otros cuentos—Le juro, comisario, que ella me provocó. En el sueño estaba bien clarito.Marconi asintió con la cabeza y luego, con el mentón, le marcó el camino a seguir.<strong>El</strong> sargento Ramírez se acercó, encendiendo un cigarrillo.—Está jodida la situación de este pibe —le dijo Marconi, mirándolo.—Parece ¿no?Marconi se quedó con las manos en los bolsillos mirando las baldosas del patio.—Es que uno dice ¿no? —comentó el sargento—. Pero también las minas andanahora con cada ropa que... bueno... después el desgraciado es el tipo. Marconi enarcó lascejas, pensativo.—¿Qué <strong>ha</strong>y que esperar ahora? —preguntó el sargento.—<strong>El</strong> informe del médico. Las manc<strong>ha</strong>s en... —dudó Marconi— ...en los calzoncillosde Pendino no se pueden comprobar porque él hizo desaparecer la prenda. Pero siemprepueden quedar manc<strong>ha</strong>s en las sábanas, o en la cama. Es lo que se está estudiando.—Si es que hubo polución —arriesgó el sargento.—Por supuesto, por supuesto. Si la hubo o no la hubo, eso puede cambiar muchola cosa, Ramírez.—Si se consumó la cosa.—Ajá.Ramírez tomó la carpeta que estaba sobre el escritorio y se fue para adentro.<strong>El</strong> comisario Marconi siguió con las manos en los bolsillos, la vista perdida en elpiso del patio, hurgándose los dientes con la lengua.—Está jodida la cosa —murmuró.70