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5. LA COLECCIÓN MATERIAL 961Se declara que el arte de hacer vino en España, a la altura de 1867, se encuentratodavía en su infancia ya que se mantienen unas prácticas tradicionales que generanvinos corrientes de conservación difícil y mal calificados por el sabor a vinagre. Estegusto impide a los franceses, por ejemplo, apreciar las variedades como el albillo, elrancio, el garnacha o el chacolí 1056 .Si se consulta cualquier libro o a cualquier viajero —explican Lamarre y Louis-Lande—comentarán que la agricultura española está poco avanzada, que los sistemasproductivos empleados hacen rendir poco a la tierra, pero que la calidad de susproductos, contra todo pronóstico, no tiene parangón 1057 . La excelencia de los productosespañoles se debe a la acción de la naturaleza más que a los esfuerzos de los agricultorespara multiplicar y mejorar este capital agrícola. Es ésta la impresión general que sedesprende prácticamente de estas crónicas.Otro tópico habitual en los comentarios sobre el gremio agrícola y ganaderorefiere, por tanto, la dejadez entre sus productores. Es un reproche secular encabezadopor los científicos y también sostenido por las instituciones del sector. Se critican lasrutinas en los sistemas de explotación, según las cuales, se mantienen unos métodosaferrados a la tradición, pese a mostrarse poco rentables económicamente. Loscampesinos se muestran reticentes a la hora de incorporar máquinas o herramientasmodernas, cuyas mejoras en los resultados de los cultivos están manifiestamenteprobadas. Luego los cronistas convienen en señalar que este sector español tanto comosu colección en París podían y debían mejorar. En 1878 Umbert considera que:―España, la nación eminentemente agrícola, según sus hijos damos en titularla, sin granfundamento, por cierto, para no desmentir sus costumbres, no acudió al certámen contodas las muestras que pudiera llevar‖ 1058 .Además opina que ―falta mucho para que merezcamos el pomposo nombre deprimera nación agrícola del mundo. Que España puede serlo, es indudable; que no lo es,lo vimos en la Exposición de París perfectamente‖ 1059 . Esta aseveración sobre lavocación eminentemente agrícola de España sigue reapareciendo en las sucesivasediciones universales, al tiempo que resurgen las dudas de su veracidad entre losobservadores de estos certámenes. Juan Valero de Tornos, que visita todas lasexposiciones universales celebradas en París durante el siglo XIX, se vuelve a preguntar1056 AYMAR-BRESSION, 1868, p. 213; DROUX, 1867, pp. 111-116.1057 LAMARRE y LOUIS–LANDE, 1878, p. 327.1058 UMBERT, 1879, p. 206.1059 íd., p. 210.

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