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914 ESPAÑA EN PARÍSdemostración de estas afirmaciones queda ilustrada en el dictamen que realiza el JuradoInternacional de esta exposición, pues ningún expositor español de aceites esrecompensado con medalla de oro, aunque se premia a 28 expositores. Concretamente,se acumulan 4 medallas de plata, 16 medallas de bronce y 9 menciones de honor.Sería lógico precisar que esta riqueza es especialmente notoria en Andalucía,pero esta afirmación no se cumple en los aceites españoles de la Exposición Universalde 1867, pues la colección de aceites se nutre de las muestras expedidas desde lasprovincias orientales ―catalanas y valencianas principalmente―, siendo el volumen deaceites andaluces inferior, semejante al remitido por los expositores aragoneses ―18frente a 15― 957 .Respecto a los productos lácteos, el muestrario de 1867 no es abundante comotampoco parece ser muy numerosa la industria dedicada a su transformación e, incluso,la ganadería misma. Según informa Francisco de Orellana, ―en el país de los toros, elganado vacuno está en relacion de 19 cabezas por 100 habitantes; triste cifra, en la quevan comprendidos los animales de labor y de tiro, los bueyes y las crías‖ 958 . Puedencitarse las mantecas ―a la holandesa‖ elaboradas en Gijñn en la fábrica de CasimiroDomínguez Gil 959 y las de Asprñn y Cía. de Leñn o las mantequillas ―mantecascocidas, se expresaba en la época― enviadas por la Diputaciñn Provincial de Lugo 960 .En 1878 los expositores dedicados a la elaboración de materias grasas se ubicanen la Clase 71, presentando algunos ejemplos de manteca salada, como la fabricada enel establecimiento de Casimiro Domínguez de Gijón, y varios tipos de quesos, siendolos más premiados los quesos de oveja, como los enviados por la Junta Provincial deAgricultura, Industria y Comercio de Pamplona o los remitidos desde Campo deCriptana por Francisco Baillo y Manuel Sánchez.956 RIMMEL, 1868, p. 255. Para este autor, ese sabor característico se produce al dejar pudrir la olivaantes de prensarla para obtener mayor rendimiento.957 Se han contabilizado 43 expositores catalanes, de los que 13 son de Barcelona, 3 de Gerona, 3 deLérida y 22 de Tarragona; además figuran 15 expositores de la Comunidad Valenciana: 2 de Castellón y13 de Valencia.958 ORELLANA, 1867, p. 210.959 Casimiro Domínguez es pionero en la industria láctea en Asturias. Comienza en el sector elaborandomanteca junto con su socio Juan Antonio de Llana. La sociedad se liquida en 1849, quedándose Casimirocon las seis fábricas que poseían. El negocio queda en manos de la familia Gil, llegando a contar docefábricas en 1884. Casimiro, junto a otros socios, fundan la sociedad Gil y Cía. en 1856 con objeto deestablecer una fábrica de hierros en Vega de Turiellos. Las instalaciones se edifican rápido, pues tres añosmás tarde se enciende el primer alto horno. En 1864 esta fábrica ―con todos sus edificios y máquinas―es cedida a Pedro Duro, administrador de Duro y Compañía, durante ocho años, recibiendo una rentaanual de 130.000 reales de vellón. A mediados de siglo Casimiro Domínguez ocupa la alcaldía de Gijón,además participa en negocios de banca ―en la Sociedad de Crédito Asturiano― y en la fábrica de gas deMenéndez y Cía. LLORDÉN MIÑAMBRES, 1988, pp. 113-127.960 Se han contado 5 expositores de mantecas y 7 de quesos.

5. LA COLECCIÓN MATERIAL 915Sin embargo, el producto más destacado en este apartado en 1878 vuelve a ser,como había sucedido en anteriores certámenes, el aceite de oliva. El cultivo del olivoestá presente en la cuenca fluvial del Ebro y muy extendido en los valles del Guadiana ydel Guadalquivir. En esta ocasión los principales expositores de aceite de oliva sonandaluces, aunque también hay que destacar el núcleo catalán. De hecho, las medallasde oro que recibe España por este tipo de producto corresponden a Manuel Llasart deTortosa y a Manuel Porcar de Barcelona —un expositor habitual, pues acude a París en1878, 1889 y 1900—. Pueden citarse otros expositores de aceites, como los hermanosBallesteros de Zaragoza; el marqués de Murrieta de Logroño; los aceiteros sevillanos deMorón de la Frontera, como Joaquín González Fierro y José Angulo Garrido; loscordobeses José María Quintana y Bartolomé Madueño, o los aceiteros jienenses, comoRafael Alhambra. Llegando a los comentarios sobre la producción aceitera española,existe una generalidad que se repite en las crónicas, pues en ellas se indica que losfabricantes españoles carecen de sistemas modernos de explotación lo que provoca quesus aceites sean bastante ácidos, especialmente en comparación a los aceites franceses oitalianos. La principal causa de este sabor debe buscarse en la escasa selección de lasolivas antes de ser prensadas, ya que se mezclan los zumos de las olivas muy maduras eincluso podridas con los frutos sanos. Por ello —se señala— los aceites de olivaespañoles no llegan a encontrar el éxito en los mercados europeos 961 .Una vez más, en 1889 los aceites presentan mayor cuantía numérica dentro de laclasificación de productos grasos. De hecho, una escasa media docena de expositoresconcurre con productos lácteos frente a casi medio centenar de expositores de aceites.La procedencia de este néctar de aceitunas corresponde mayoritariamente a lasprovincias andaluzas y catalanas. Entre los expositores mejor valorados por los juradosinternacionales se encuentra Enrique de la Cuadra (Sevilla), quien recibe la distinciónmáxima ―un gran premio―. Además, premiados con medallas de oro, están losproductores andaluces: Antonio Mena Zorrilla (Córdoba), José Gonzalo Prieto (Sevilla),Robert e Irsen (Sevilla), también premiado en 1878; además de los expositorescatalanes: Andrés Sard y Manuel Porcar, ambos de Barcelona, así como los hermanosQuinzá (Valencia), también premiados con una medalla de oro junto con el riojanomarqués de Murrieta.961 LAMARRE y LOUIS–LANDE, 1878, pp. 332-333.

5. LA COLECCIÓN MATERIAL 915Sin embargo, el producto más destacado en este apartado en 1878 vuelve a ser,como había sucedido en anteriores certámenes, el aceite de oliva. El cultivo del olivoestá presente en la cuenca fluvial del Ebro y muy extendido en los valles del Guadiana ydel Guadalquivir. En esta ocasión los principales expositores de aceite de oliva sonandaluces, aunque también hay que destacar el núcleo catalán. De hecho, las medallasde oro que recibe España por este tipo de producto corresponden a Manuel Llasart deTortosa y a Manuel Porcar de Barcelona —un expositor habitual, pues acude a París en1878, 1889 y 1900—. Pueden citarse otros expositores de aceites, como los hermanosBallesteros de Zaragoza; el marqués de Murrieta de Logroño; los aceiteros sevillanos deMorón de la Frontera, como Joaquín González Fierro y José Angulo Garrido; loscordobeses José María Quintana y Bartolomé Madueño, o los aceiteros jienenses, comoRafael Alhambra. Llegando a los comentarios sobre la producción aceitera española,existe una generalidad que se repite en las crónicas, pues en ellas se indica que losfabricantes españoles carecen de sistemas modernos de explotación lo que provoca quesus aceites sean bastante ácidos, especialmente en comparación a los aceites franceses oitalianos. La principal causa de este sabor debe buscarse en la escasa selección de lasolivas antes de ser prensadas, ya que se mezclan los zumos de las olivas muy maduras eincluso podridas con los frutos sanos. Por ello —se señala— los aceites de olivaespañoles no llegan a encontrar el éxito en los mercados europeos 961 .Una vez más, en 1889 los aceites presentan mayor cuantía numérica dentro de laclasificación de productos grasos. De hecho, una escasa media docena de expositoresconcurre con productos lácteos frente a casi medio centenar de expositores de aceites.La procedencia de este néctar de aceitunas corresponde mayoritariamente a lasprovincias andaluzas y catalanas. Entre los expositores mejor valorados por los juradosinternacionales se encuentra Enrique de la Cuadra (Sevilla), quien recibe la distinciónmáxima ―un gran premio―. Además, premiados con medallas de oro, están losproductores andaluces: Antonio Mena Zorrilla (Córdoba), José Gonzalo Prieto (Sevilla),Robert e Irsen (Sevilla), también premiado en 1878; además de los expositorescatalanes: Andrés Sard y Manuel Porcar, ambos de Barcelona, así como los hermanosQuinzá (Valencia), también premiados con una medalla de oro junto con el riojanomarqués de Murrieta.961 LAMARRE y LOUIS–LANDE, 1878, pp. 332-333.

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