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860 ESPAÑA EN PARÍS1900. Prácticamente todos los cronistas se vuelven hacia la riqueza minera española,buscando la reafirmación de un patrimonio tradicionalmente exitoso; y no lo encuentrano no lo encuentran en la intensidad que esperaban. Los tabacos, el azúcar y el café handesaparecido de las instalaciones españolas y el hueco dejado por estos productoscoloniales no parece llenarse a su gusto. Sólo en 1900 se recuerda con una amarga ynostálgica insistencia la riqueza mineral española ausente en París. Hasta este momento,este proceso hacia el agotamiento expositivo del sector fue bastante silencioso,ofreciendo una impresión poco traumática para sus expositores y cronistas. La dotaciónespacial y humana ―a través de comisionados― brindada al mundo mineral no tendiñ ala mejora en este periodo expositivo, como tampoco se incrementó el contenido materialde las colecciones. Lógicamente, parte de esta situación se debió a las limitacionesespaciales que desencadenarían restricciones al volumen de productos a exhibir.Ciertamente, la participación en este sector decrece vertiginosamente desde 1878y empeora su posición relativa en el conjunto de la concurrencia española. Durante lasdos primeras exposiciones universales este sector ocupa el tercer puesto en el cuadrogeneral de participación. En 1878, pese al gran crecimiento de sus expositores, pasa aun cuarto lugar. Desde este año el número absoluto de expositores y su peso relativopractican una caída libre; en 1889 se trasladan a un sexto lugar y en 1900, al séptimo delos nueve grupos en los que se articula la concurrencia nacional. Por tanto, aunque loscronistas buscan instalaciones y muestras de calidad, también están mirando losnúmeros, quizá para encontrar el consuelo de lo mucho aunque mejorable. Por eso nohubo ―desastre‖ en 1855, aunque la organizaciñn espaðola cometiera el error garrafal deolvidar el azogue de Almadén.En general, cada cronista marca unas ausencias más o menos clamorosas, pero laparticipación española en París en este y otros apartados puede servir para establecercierto correlato con el organigrama empresarial nacional. Es decir, van concurriendosociedades y empresas según se constituyen o transforman. En estos años aparecengrandes sociedades mineras y metalúrgicas, como la Real Compañía Asturiana deMinas y Carbón, la Fábrica de Mieres, Duro y C ía o Ibarra y Vilallonga, destacando enParís como importantes protagonistas con sus distintas denominaciones 836 .836 La fundación de La Real Compañía Asturiana de Minas y Carbón sucede en 1834 vinculada a lafamilia belga Lesoinne. En los años cincuenta se orienta a la explotación de minerales no férricos comozinc y plomo, perdiendo la expresiñn ―Carbñn‖. En la actualidad es Asturiana del Zinc S. A. Elestablecimiento de Mieres perteneció a Société Houillère et Métallurgique des Asturias, pero a raíz de queNuma Guilhou comprara las acciones de esta sociedad, el establecimiento paró a llamarse Fábrica de

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