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810 ESPAÑA EN PARÍSrepresentación española ha sido ―tan brillante‖, que los comentaristas extranjeros en vezde críticas la han brindado aplausos 748 . De hecho, equipara la calidad de los pañosespaðoles a los extranjeros, que ―en nada nos exceden‖ hasta el punto de afirmar que―los géneros espaðoles no sñlo resisten la competencia ante los de los paísesadelantados, sino que de ella salen victoriosos‖ 749 . En la misma línea se encuentra lavisión general que ofrece Claudio Boutelou al considerar que la colección de tejidos esadecuada ya que ofrece ―una idea completa del estado actual‖ de la fabricaciñn textilespañola 750 . Mucho más comedido se expresa Ángel Comerma en esta misma edición,quien encuentra que queda ―mucho camino por recorrer para llegar a la perfecciñn conque se fabrica en Inglaterra y en Francia‖, pese a elogiar los tejidos de lana, hilo yalgodón 751 .En 1900 Puig y Valls celebra la calidad de la producción textil española, sobretodo del muestrario de tejidos de algodón, mientras que cuestiona la participación enestampados, sedas y especialmente en géneros de punto. Llega a afirmar que ―hay enesta secciñn cosas muy buenas‖, si bien presentan un problema al que se dará mayoratenciñn más adelante, que se halla ―pobre, pobremente instaladas‖ 752 . En cambio, JuanB. Enseñat destaca la gran participación del Instituto de Tarrasa y el Gremio deFabricantes de Sabadell, tanto por los productos que selecciona como por lasinstalaciones que proyecta 753De otra parte, cabe atender al grado de representatividad de la selección textilremitida a París, si es suficientemente expresiva de la producción nacional, y si tienecapacidad para seducir al público y a los jurados internacionales. Desde 1855 seconsidera que uno de los productos más característicos de la tradición textil españolason las blondas y los encajes, según señalaba, por ejemplo, Tresca. Asimismo, lacolección textil española intenta ofrecer una imagen nacional aportando notascostumbristas al incluir trajes regionales y sus complementos ―capas, zuecos,alpargatas, tocados―, así como algunos trajes de torero. Ya en 1867 la sala de lasección textil se adorna con cuatro maniquíes vestidos con trajes populares, pero es en1878 cuando figura una colección completa de vestidos regionales en la exposición748 UMBERT, 1879, p. 170.749 íd., pp. 175-176.750 BOUTELOU, 1879, p. 218.751 COMERMA Y BATALLA, 1879, p. 96.752 PUIG Y VALLS, R., ―Crñnica de la Exposiciñn de París. Secciones de Espaða‖, Hispania, nº 37, 30-VIII-1900, pp. 297-298.753 ENSEÑAT, J. B., ―Crónicas de la Exposición de París. Sección espaðola‖, La Ilustración Artística,19-III-1900, pp. 186-187.

5. LA COLECCIÓN MATERIAL 811etnográfica que organiza Francisco María Tubino. Ambas exhibiciones fueron un éxitopor ejemplificar en el templo del progreso los vestigios de la historia nacional y lasparticularidades pintorescas de la tradición española. El éxito de estos productoscontribuyó a afianzar una imagen nacional refractaria a la modernización ya que estasformas de vestir se interpretaron como la manifestación silenciosa de la resistenciaespañola al progreso, a los nuevos usos estandarizados del vestir, basados en lacaducidad de las modas. Por encima de los imperativos de la renovación, los maniquíesespaðoles vestidos de murcianos, roncaleses, mallorquines y asturianos ―excitaban lacuriosidad por la índole diversa de sus vestimentas, severa en los primeros, airosa ysemi-oriental en los segundos, y casi gñtica en los últimos‖ 754 .Tipos españoles (DUCUING, 1867, pp. 8-9)Asimismo, atraen las colecciones de uniformes militares de los distintos cuerposdel ejército español, como la instalada en 1878, al tiempo que sorprende ampliamentetoda alusión al mundo de los toros, tanto los trajes de luces como los vestidos de lasmanolas con los que acuden a las plazas con sus mantillas y abanicos. Junto a estaspiezas de carácter nacional el muestrario de géneros textiles también contiene ejemplosde prendas modernas y diseño internacional o, más concretamente, europeo, como trajes754 ORELLANA, 1867, p. 143. Las ilustraciones pueden encontrarse en diferentes medios, así RIMMEL,1868, pp. 258-259 ofrece las ilustraciones de ―Manola de Madrid‖ (que es el mismo grabado que ofreceFrancisco de Orellana con el nombre de murciana) y ―Fermier de Murcie‖.

810 ESPAÑA EN PARÍSrepresentación española ha sido ―tan brillante‖, que los comentaristas extranjeros en vezde críticas la han brindado aplausos 748 . De hecho, equipara la calidad de los pañosespaðoles a los extranjeros, que ―en nada nos exceden‖ hasta el punto de afirmar que―los géneros espaðoles no sñlo resisten la competencia ante los de los paísesadelantados, sino que de ella salen victoriosos‖ 749 . En la misma línea se encuentra lavisión general que ofrece Claudio Boutelou al considerar que la colección de tejidos esadecuada ya que ofrece ―una idea completa del estado actual‖ de la fabricaciñn textilespañola 750 . Mucho más comedido se expresa Ángel Comerma en esta misma edición,quien encuentra que queda ―mucho camino por recorrer para llegar a la perfecciñn conque se fabrica en Inglaterra y en Francia‖, pese a elogiar los tejidos de lana, hilo yalgodón 751 .En 1900 Puig y Valls celebra la calidad de la producción textil española, sobretodo del muestrario de tejidos de algodón, mientras que cuestiona la participación enestampados, sedas y especialmente en géneros de punto. Llega a afirmar que ―hay enesta secciñn cosas muy buenas‖, si bien presentan un problema al que se dará mayoratenciñn más adelante, que se halla ―pobre, pobremente instaladas‖ 752 . En cambio, JuanB. Enseñat destaca la gran participación del Instituto de Tarrasa y el Gremio deFabricantes de Sabadell, tanto por los productos que selecciona como por lasinstalaciones que proyecta 753De otra parte, cabe atender al grado de representatividad de la selección textilremitida a París, si es suficientemente expresiva de la producción nacional, y si tienecapacidad para seducir al público y a los jurados internacionales. Desde 1855 seconsidera que uno de los productos más característicos de la tradición textil españolason las blondas y los encajes, según señalaba, por ejemplo, Tresca. Asimismo, lacolección textil española intenta ofrecer una imagen nacional aportando notascostumbristas al incluir trajes regionales y sus complementos ―capas, zuecos,alpargatas, tocados―, así como algunos trajes de torero. Ya en 1867 la sala de lasección textil se adorna con cuatro maniquíes vestidos con trajes populares, pero es en1878 cuando figura una colección completa de vestidos regionales en la exposición748 UMBERT, 1879, p. 170.749 íd., pp. 175-176.750 BOUTELOU, 1879, p. 218.751 COMERMA Y BATALLA, 1879, p. 96.752 PUIG Y VALLS, R., ―Crñnica de la Exposiciñn de París. Secciones de Espaða‖, Hispania, nº 37, 30-VIII-1900, pp. 297-298.753 ENSEÑAT, J. B., ―Crónicas de la Exposición de París. Sección espaðola‖, La Ilustración Artística,19-III-1900, pp. 186-187.

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