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732 ESPAÑA EN PARÍSésta, una evocación al vacío muy lograda, que extiende a otros países como Italia,Portugal, Rusia, Japón y China 625 .Asimismo, la instalación militar española de 1878 es una excepción en elconjunto de las secciones militares organizadas para otras exposiciones universales.Hacia adelante, en los sucesivos certámenes celebrados, no se mantienen los niveles decalidad de 1878, como habría sido lógico, una vez encontrada la fórmula exitosa. En1889 la excusa está en la no participación oficial de España y, por tanto, la ausencia delas colecciones militares de propiedad estatal, pero en 1900 se participa oficialmente,por lo que este argumento carece de validez. Entonces, César Silió se pasea por lasgalerías dedicadas a la guerra y encuentra que:―nuestra instalaciñn es la nota más soberanamente ridícula que puede hallarse en toda laExposición. España exhibe en el palacio de la fuerza, un armario raquítico con unascuantas condecoraciones, dos ñ tres teresianas, y varias joyas de Eibar ñ Toledo‖ 626 .Estas muestras provocan en Silió un gran sentimiento de ridículo y opina que elgobierno español debiera haber obviado participar en esta secciñn, aduciendo que ―misEjércitos visten luto‖, pero presentarse como lo hace es, sencillamente, ―adjudicarse elpapel de payaso entre las naciones‖ 627 . Silió considera que las cruces de lascondecoraciones de las vitrinas españolas simbolizan un nuevo calvario para el país.Normalmente, la colección armamentística española de las exposicionesuniversales no desarrolla sofisticados niveles tecnológicos, sino más bien estéticos, puesestá compuesta, mayoritariamente, por lujosas armas de recreo con exuberantedecoración. Su impacto bélico no es comparable a la rotunda agresividad que provoca elel cañón Krupp, ni tampoco demuestra la pujanza militar e industrial española. Estecañón, enviado por Prusia en 1867, es una mole de acero de 95.000 libras que algunoscronistas, como Francisco de Orellana o José de Castro y Serrano, denominan cañónmonstruo 628 .Por tanto, la industria bélica española en París muestra una debilidad pareja aldesarrollo industrial nacional. Las fábricas nacionales producen modelos extranjerosbajo licencia, siendo capaces de abastecer al ejército de armamento ligero y municiones,pero el grueso de este mercado se abastece en la industria extranjera, principalmentefrancesa y británica. Los industriales españoles no se benefician de esta importante625 FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, 1878, p. 192-206.626 SILIÓ Y CORTÉS, 1901, p. 75.627 íd., p. 76.628 CASTRO Y SERRANO, 1867, p. 192.

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