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696 ESPAÑA EN PARÍSGumersindo Vicuña, quien encuentra que el mobiliario y la decoración de las viviendastienden a tomar formas cada vez más cómodas 540 .En cambio, Clovis Lamarre o Claudio Boutelou señalan el estado de decrepituden que se encuentra el entallado en madera en el siglo XIX en España, sobre todo encomparación al alto grado de perfección que desarrolló en los siglos XV y XVI, comodemuestran las sillerías de los coros y otros muebles tallados y con incrustaciones. Elpaís aqueja la falta maestros entalladores, según se reconoce en la estrecha colecciónque se presenta en París 541 . Nada que ver con las valoraciones que vierte MarcelinoUmbert sobre la colecciñn de muebles de lujo, para el que resaltaban ―de una maneranotable‖, por el gusto y la riqueza, formando ―un conjunto que nada tenía que envidiar álos extranjeros‖. Opina que los fabricantes espaðoles pueden competir con los de otrospaíses, pues sus producciones pueden satisfacer ―todas las exigencias desde las másmodestas á las más poderosas‖, pero sobre todo insiste en la necesidad de convencer alos consumidores españoles de las bondades de los productos nacionales y de protegerla industria local frente a la extranjera 542 .Una opinión muy positiva muestra Umbert sobre los bronces de arte y demásobjetos artísticos metálicos:―se ha visto que Espaða está á la altura de las naciones más adelantadas y que nadahemos desmerecido, sino al contrario, sobrepujado en algunos artículos á losextranjeros‖ 543 .Las palabras de este cronista nacen, sobre todo, al admirar las obras de hierrodamasquinado realizadas por Plácido Zuloaga, subrayando dos jarrones que ―eranobjeto del aplauso general‖. Martín Godínez utiliza semejantes expresiones al valorarlas piezas de Zuloaga, ―verdadera obras de arte‖ y ―honra de Espaða‖, que suscitan ―laadmiraciñn de los extranjeros‖ 544 . Precisamente, Claudio Boutelou inicia su crónicasobre las industrias artísticas afirmando que una de las ―glorias de Espaða en laExposición Universal fue nuestra sección de metales repujados, cincelados ydamasquinados‖, destacando de ella a los artífices de Éibar, en primer lugar, a Zuloagay tras éste, a Ibarzábal. Además, considera que solamente esta colección habría sidosuficiente para salvar la representaciñn espaðola, teniendo ―gran lucimiento‖ —añade—en este grupo e incluso en la exposición, pero para haber sido así debiera haber sido540 VICUÑA, 1878, pp. 225-226.541 LAMARRE, 1878, p. 210; BOUTELOU, 1878, p. 210.542 UMBERT, 1879, p. 165.543 íd., p. 166.544 MARTÍN GODÍNEZ, 1878, p. 154.

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