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648 ESPAÑA EN PARÍSquien denuncia esta situación y otros más comentan esto junto al desorden, lo queproduce que los visitantes no logren localizar las muestras que figuran en loscatálogos 422 . Una exposición incompleta y desorganizada brindaba una impresiónnegativa de lo español muy difícil de ocultar y de superar.En los comentarios publicados en El Cronista se inciden en esta línea, aunquecargando más las tintas, pues además de estos errores se comenta que el material deenseðanza no brilla ―ni por cantidad, ni por calidad‖ 423 . En el mismo año, un estudio deAugusto Muñoz Madrid y Fernando Aramburu Silva valora globalmente laparticipación española con palabras más desalentadoras si cabe:―las clases de educación y medios de enseñanza aparecían pobremente representadas,contrastando esto con el gran esmero que pusieron las demás naciones en presentar conbrillantez este interesantísimo grupo, y en instalaciones adecuadas para consultar loslibros y memorias y examinar el material y los trabajos de los alumnos‖ 424 .Más amarga es la valoración de Ángel Fernández de los Ríos, el cual opina que España―está haciendo la más triste figura en la Exposiciñn‖, pues no observa mejoras en laexhibición del sector desde el anterior certamen universal:―en 1867, colocamos el toro á la puerta, y la instrucción pública en la bohardilla [sic] denuestro pabellón; en 1878 no tenemos toro, pero tampoco instrucción pública, reducidaahora á un estante relleno por la dirección del ramo, con un fárrago de libros,detestablemente encuadernados por las más señas, que no conducen á dar á conocer loque hacemos para la enseñanza, y á un pandemonium de folletos inconexos, de lamisma manera aderezados que para ponerlos a la venta por arrobas en un puesto delRastro: ni una colección metódica de obras elementales, ni una indicación de bibliotecaspopulares, ni el más insignificante trasto como muestra del material de enseñanza; nisiquiera las instalaciones de las escuelas religiosas, que en Bélgica y otros países se venobligadas á rivalizar con la enseñanza laica, y que entre nosotros no tienen para quémolestarse en eso‖ 425 .Hasta aquí la participación española en París se dibuja en sombras, pero tambiéncontiene algunas luces, porque junto a las críticas aparecen algunas descripciones muypositivas de las instalaciones creadas y de los materiales seleccionados. En 1867, elmismo obrero encuadernador que había menospreciado la sección española, destacabaalgunos productos colocados en aquellas vitrinas infranqueables. Menciona las422 BAGNAUX, BERGER y BROUARD, 1879, p. 17. Intentan acceder a los trabajos realizados por losalumnos de las escuelas primarias procedentes de Murcia, Salamanca y Valencia, que figuran en elcatálogo español. Solamente se les permite observar un cuaderno de la Escuela Normal de Niños deSalamanca del curso de Aritmética de 1876-1877. Del mismo comentan que apenas tiene veinte páginasde problemas, mientras que los cuadernos belgas de este tipo dedican más de cien páginas a resolución deproblemas.423 ―Noticias‖, El Cronista, 20-V-1878, p. 2.424 MUÑOZ MADRID y ARAMBURU SILVA, 1880, p. 142.425 FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, 1878, pp. 291-292.

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