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5. LA COLECCIÓN MATERIAL 591la exposición de 1855 al contemplar las tauromaquias de Manuel Castellano, EugenioLucas y José Martínez Espinosa, donde se representaban ―para su gusto― situacionesde intensa violencia y abundante sangre. Las escenas que Ochoa catalogó comodemasiado subidas de tono continuaron en la sección española más o menosedulcoradas, como se mantuvieron las críticas.En el lado opuesto se encuentran los críticos ―normalmente extranjeros― queinterpretan estos cuadros costumbristas con rasgos muy positivos, puesto que sondefinitorios de la tradición pictórica española. En 1855 Gautier o Moulin, entre otros,alaban esta idea; para ellos el éxito de la pintura española radica en la representación detemas castizos. En 1878 lo hace Jules Comte, quien augura una nueva era en laproducción española, un nuevo talento, basada en la reproducción de escenastradicionales:―les tableaux de genre nous offrent le spectacle d’amusantes et pittoresques scènes demœurs, nous sommes émerveillés de voir les murailles couvertes de vastes toiles dontplusieurs sont superbes, qui toutes témoignent d’un remarquable talent et marquent uneère nouvelle dans le mouvement artistique de l’Espagne‖ 312 .En este momento era preciso establecer diferencias y concretar los aspectoscaracterísticos de cada país y las artes van a coadyuvar en este propósito. La imagencreada en la primera mitad del siglo XIX por escritores y pintores románticos se habíainstalado firmemente en el ideario europeo, conformando unas líneas definitorias de lacultura española. Según se desprende de la colección artística, las comisiones españolasrepitieron estos modelos, asumiendo los tópicos o, cuanto menos, jugando con ellos.El proyecto de concreción de una escuela artística española en las exposicionesuniversales contiene dos grandes extremos que aparecen y se confrontan en cadaedición: el respeto a la tradición y la apertura a la modernidad. Como se ha expresadoanteriormente, una parte de la crítica extranjera añora la producción tradicionalmenteasociada a la escuela española, encarando como mal presagio los intentos demodernización de los artistas nacionales.Otra parte de la crítica extranjera defiende lo contrario. El comisario general de1900, Alfred Picard, opina, haciendo balance de la participación española en lasdiferentes exposiciones universales, que desde la decadencia artística manifestada en1851—según recogía el conde Laborde— las artes van renaciendo debido a la adopcióndel Naturalismo en artistas como Fortuny, aunque todavía en 1889 persisten esta escuela312 COMTE, J., ―Beaux-Arts. L’Espagne‖, L’Illustration, 8-VI-1878, p. 371.

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