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530 ESPAÑA EN PARÍSflores de Mirabent, únicos ejemplares de este género que, según Lamarca, permiten unabase sólida para llegar a obtener ―un estilo de decoración propio y característico consabor de patria y tradición, pero sin reminiscencias, ni mucho ménos copias, de losmodelos maravillosos que nos han dejado las generaciones pasadas‖ 131 . Siguiendo laopinión de Lamarca la colección española de pinturas al óleo:―si no tenía genios a nivel de los que han vivido en otros tiempos, y hoy son el orgullode la tierra en donde nacieron, poseía un número considerable de pintores dotados demás ó menos talento, y con mayor ó menor facilidad de manejo del lápiz y del pincel,bastante para honrar en el siglo XIX á la nación española y para ponerla en parangóncon muchas otras de las de Europa. [...]De todos modos, la sección española, tal cual es, se distingue por el número de artistasrelativamente grande, que ha concurrido, pues mientras que en Francia hay pintorescomo Canabel y Gerome, que han expuesto sus obras por docenas, en España, con una ódos excepciones, cada cuadro representa un autor diverso‖ 132 .Considera Leon Lamarca, por tanto, que la colección española representa laactividad artística en el país cuyo nivel creativo no supera a los clásicos, aunque iguala―cuanto menos numéricamente― a los artistas coetáneos de otras escuelas. Ademásopina que habría sido preciso poner mayor empeño en la elección de las obras yhaberlas reunido en un pabellón o anejo, ya que el espacio en la galería impedía darlasuna colocación oportuna. De este modo las obras habrían estado debidamenteinstaladas. En esta dirección se expresa José de Castro y Serrano:―Nosotros hemos podido presentar una bellísima exposicion de cuadros, y sin embargola que hacemos no pasa de mediana. Pudiendo haber pedido á tiempo y cuando coninsistencia se nos ofrecía un espacio suficiente para exhibirnos tales como somos, noscompusimos de manera que á la última hora toda nuestra materia artística se embalaseen un gabinete no mucho mas extenso que el tocador de una dama. Pudiendo haberescogido con tiempo y con cordura una coleccion de obras que comprendiese todos losgéneros, todos los pintores y toda la esencia, digámoslos así, del decenio artístico,formamos la víspera de partir en tren una especie de índice inspirado por el capricho deunos, la indiferencia de otros y la perplejidad de los demas, en el que no hay sistema, nielección, ni contraste. Pudiendo todavía haber hecho lo que Suiza, lo que Baviera, loque Italia, lo que Bélgica y otras naciones á quienes faltaba tambien espacio, que eraconstruir un barracon en el campo y exponer allí con desahogo y propiedad las obras dearte, preferimos proteger la horchatería y dejar los cuadros en sus cajones, ó en losdepósitos ó donde quiera que se encontraban, como quien dice ¡poco importa!‖ 133 .Un problema similar, aunque de consecuencias más serias, había denunciadoeste mismo cronista en la Exposición Universal de Londres de 1862. El bajo número deobras remitidas por Espaða ―un total de 47― no permitiñ obtener una sala propia,siendo expuestas en espacios de otras naciones. La exposición española de Bellas Artes131 LAMARCA, L., Op. Cit., 9-VI-1867, p. 27.132 íd., p. 26.133 ―Cuadros de arte‖, en CASTRO Y SERRANO, 1867, p. 115.

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