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2. PARÍS Y LAS EXPOSICIONES UNIVERSALES 29específica y especializada en las mismas instalaciones o en áreas de acceso reducido,como los salones donde se celebran las reuniones de los congresos internacionales. Estoes, la enseñanza de las exposiciones universales permite una asimilación general ybásica, pero también una lectura entre líneas, dada para expertos. Estas celebracionescontinúan la máxima ilustrada de enseñar deleitando por lo que además de ofrecer unconocimiento operativo para el observador intentan mostrarlo de una forma entretenida.Tan importante como los contenidos va a ser la manera en la que se transmiten. Noobstante, las sucesivas ediciones universales van a potenciar en mayor medida losaspectos lúdicos que los pedagógicos como rasgo necesario para su éxito yperpetuación. Van a dar paso a la atracción inaugurando “Disneylandia antes deDisney” 57 . Precisamente, en 1889 un cronista de La Ilustración Española y Americanapercibió que la máxima de la organización era dar diversión a los visitantes:“¡Divertirse, divertirse, divertirse: he aquí la suprema teología de la Exposición y de losque la dirigen!” 582.2. LA MEDIDA DEL PROGRESOLas exposiciones universales se radican en la savia del progreso. La fe en elprogreso cierra el mito más pujante de la Europa decimonónica. Existía una confianzaingenua en la capacidad creadora del hombre, en las posibilidades infinitas delSala de Máquinas de la Exposición Universal de París de 1889 (CANOGAR,1992)57 BENSAUDE-VINCENT, 2001, pp. 62-65.58 IOB, “Crónicas de la Exposición de París”, I. E. A., 15-VII-1889, pp. 19-22.

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