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4. LA PARTICIPACIÓN ESPAÑOLA 473―majos […] con calzones ceñidos, chaqueta corta, sombrero hasta los ojos y sin pañueloal cuello; los cuales, con varitas entre los dedos pulgar é índice, y unas caras de malhumor de todos los diablos, han de dar golpes en el pavimento para hacer compañía álos rasgueadores de vihuela‖ 727 .Estos espectáculos de carácter, ambientados en arquitecturashispanomusulmanas en los que se representa el flamenco y los toros ―a la francesa‖,registran un gran impacto entre los visitantes de la exposición universal. Bajo unpabellón de estilo renacentista, España intenta figurar en la aureola del progreso, peroacaba apareciendo, debido a su colección muy virada hacia el pasado y al café quefigura en sus sótanos, ―como un pueblo frívolo y apático, el más atrasado ymarcadamente afeminado‖; hasta el punto que el pabellón recuerda:―los sepulcros blanqueados, muy vistoso y de un gran aparato por fuera, mas lleno pordentro de pobreza, miseria, el más criminal abandono y la más completa soledad. Escomo un cadáver en descomposición y putrefacto, huesoso y descarnado, denunciando álas claras, las postrimerías de la España del siglo decimonónico, siglo para nosotros elmás desgraciado de cuantos registra la historia‖ 728 .Por tanto, la instalación estelar de España en esta exposición finisecularcondensa la polémica sobre cuál era la imagen nacional más representativa del país enesa época. Cronistas como Gonzalo Reparaz consideran que no está de más recordar lasuniversidades de Salamanca y Alcalá, gestantes de la Lingüística, la Física, la HistoriaNatural y de otras ciencias modernas que los españoles difundieron por el mundo con eldescubrimiento de América, a unas gentes ―que se empeñan en mirarnos como unpueblo de toreadores, resto originalísimo de una sociedad de inquisidores y defrailes‖ 729 . Por tanto, la versión exótica procede y es explotada por la organizaciónfrancesa y, paradójicamente, también figura entre los recursos propagandísticosalentados por las autoridades españolas. De una parte, el mantenimiento de lasarquitecturas de estilo oriental en las instalaciones agrícolas establece un guiño con elimportante desarrollo de la agricultura que tuvo lugar durante la dominaciónmusulmana, al tiempo que permite una ambientación impactante y seductora, siguiendola estética del orientalismo a la moda. Pero de otra parte, el reclamo alhambrista ycostumbrista terminó resultando más perverso que beneficioso, pues esta imagenexótica llevaba implícita asimilar al pueblo español al prejuicio orientalista con lasconnotaciones de inculto, retrasado, inmaduro o débil que conllevaba. Paralelamente, la727 SHOEMAKER, 1972, p. 366.728 VALLINA Y SUBIRANA, 1900, p. 164.729 REPARAZ, G., Op. Cit., p. 235.

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