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16 ESPAÑA EN PARÍSFrancisco Orellana ―comisionado por el Instituto Industrial de Cataluña― al estudiarel catálogo de la exposición de 1867:“Las cifras que estampa, relativas al espacio concedido á cada nacion dentro de aqueledificio, y al número de espositores, son tan discutibles, que aparecen desmentidas porotras publicadas posteriormente en el mismo establecimiento donde dicho Catálogo fueimpreso. Lo primero se explica por la necesidad que hubo de modificar la primitivadistribucion del local; y en cuanto al número de espositores, que se fija en 42.217, nopuede ser verdad, porque muchos de los comprendidos en él no respondieron á sucompromiso y algunos otros lo ocuparon en su lugar, y porque hay nombres que figuranrepetidos quince, veinte y más veces en una misma seccion del Cátalogo, como porejemplo, el Gobierno ruso, el Instituto agrícola de San Isidoro” 33 .Como se advierte, de los fallos contables no resulta sino el crecimiento delcómputo total de expositores, pues era lo que verdaderamente importaba: hinchar lacifra para superar de manera evidente e incontestable el volumen de expositoresregistrado en los anteriores certámenes. Si estas exposiciones habían sido celebradas ensuelo patrio, el incremento de los valores servía para atestiguar el progreso nacional y sihabían sido organizadas por otros países, se mostraba la superioridad nacional a travésde la concurrencia.Puede tomarse el espacio expositivo como una de esas dimensiones, entre otrasmuchas, con la que ejemplificar la tendencia al gigantismo de estos eventos. En 1855 lasuperficie ocupada por la exposición ronda las doce hectáreas ―supone un incrementode un tercio con relación a la exposición de 1851―. En 1867 no llega a cincuentahectáreas, pero en la exposición de 1900 la superficie rebasa con creces las cienhectáreas, multiplicando por diez el recinto expositivo de la primera edición parisina. En1889 José de Castro y Serrano constata “la amplificación sistemática de todas lascosas”: sesenta hectáreas de superficie, avenidas de cuarenta y dos kilómetros de largo,en torno a sesenta mil expositores… el visitante necesitaba tres meses para atenderdurante un minuto a cada uno de los expositores. Es, advierte Castro y Serrano, “uncertamen superior, no sólo á la fuerza del entendimiento, sino á la fuerza física de lascriaturas” 34 . La consecuencia directa de este espacio creciente y de la aglomeración deproductos es la dispersión de instalaciones. Las primeras exposiciones universalestienden a concentrar la totalidad de la producción humana en un edifico principal, comoel denominado Palacio de la Industria de 1867. Desde este edificio panóptico, diseñadopor Frédéric Le Play a base de galerías concéntricas, se deriva hacia la diseminación de33 ORELLANA, 1867, p. 123.34 CASTRO Y SERRANO, J., “París en 89”, I. E. A. (La Ilustración Española y Americana), 8-X-1889,p. 195.

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