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2. PARÍS Y LAS EXPOSICIONES UNIVERSALES 9desarrollar en mayor medida que los franceses su potencial como educadores de lasmasas. Para los primeros, las exposiciones universales fueron más una escuela que unespectáculo, por lo que utilizaron abundantes métodos explicativos sobre elfuncionamiento de máquinas o nuevos procedimientos técnicos. En las exposicionesuniversales francesas las salas articularon a partir de un método expositivo que resaltabala suntuosidad, la singularidad de las piezas y de la colección; ofrecían más espectáculoy menos explicación. El progreso se reducía a un componente del espectáculo que nonecesitaba ser explicado. Sin embargo, estas dos perspectivas se encontrabanintensamente conectadas. De hecho parece que la exposición a la anglosajona “pura”fue incapaz de perpetuarse y fue necesario añadir otros contenidos con los que atraer alas masas de visitantes. La opción gala resultó ser, además de más recurrente, másexitosa que la inglesa, hasta el punto de que la exposición organizada en Chicago en1893 mostró un copioso aparato de espectacularidad 24 .En torno a los años ochenta del siglo XIX se constata un incrementoconsiderable de instalaciones para la diversión y el ocio de los visitantes de lasexposiciones universales. Incluso los aspectos más pedagógicos son fuertementeinfluenciados por la extensión de la necesidad de dar recreo a los visitantes, de cuyobalance depende, en gran medida, el éxito del evento. Esta situación también espercibida por los organizadores británicos pese a estar más enfocados en la organizaciónde exposiciones temáticas y especializadas en South Kensington que en certámenesuniversales. Encuentran que el gran público se había retraído de estas exposicionesmonográficas y sólo consiguieron hacerlo regresar a los recintos expositivos cuandoincorporaron en ellos instalaciones lúdicas. Para una gran mayoría de estos visitantes elhecho de acudir a la exposición era percibido como un periodo de ocio y no tantoformativo; de hecho, para muchos de ellos las visitas a las exposiciones universalescoincidían con sus vacaciones. Así lo constata Paul Greenhalgh en su análisis de lasexposiciones monográficas inglesas organizadas en estos años 25 . El triunfo de este tipode exposiciones llega a través de un balance afortunado de entretenimiento y contenidoseducativos, como sucede en París en 1900. A este respecto, cuando J. Guadet, arquitectomiembro del Consejo General de Construcciones Civiles y profesor en la Escuela deBellas Artes, analiza este certamen finisecular señala no tanto un equilibrio de ambosextremos sino la explosión del factor lúdico. Opina que las exposiciones universales24 BASSIGNANA, 1997, pp. 55-62.25 GREENHALGH, 1989, pp. 75-98.

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