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4. LA PARTICIPACIÓN ESPAÑOLA 265Es pues evidente que la participación española en las exposiciones universalesfue una labor de Estado. Este rasgo no es una peculiaridad de este país, sino unaaplicación del modelo organizativo francés, aunque con peores resultados. Reclutar elpersonal de las comisiones entre la plantilla de la Administración permitió acceder a laspersonas que, supuestamente, mejor conocían los recursos nacionales, pudiendocompatibilizar más fácilmente las faenas propias de su cargo y aquellas extraordinariasde la exposición, así como las excedencias para desplazarse a París sin riesgo de perderel puesto laboral.Sin embargo, la inestabilidad política, los vaivenes de los gobiernos y las purgasen el personal de la Administración imposibilitaron una estructura coherente y lineal.Los cambios de personal se sucedieron con demasiada frecuencia, lo que provocóretrasos hasta que el recién nombrado entendía cuál era la situación y decidía continuarel camino tomado por su antecesor o abrir nuevas diligencias. Por ello, Mariano Sorianoentendía que los resultados obtenidos en la exposición habrían sido mejores si loscomisionados por el gobierno ―en vez de haber sido desde el 1º de abril casi unosindividuos aislados, hubieran sido corporación compacta de la que hubiese salido unplan uniforme de trabajo tanto para las instalaciones como para los jurados‖ 103 . Elproblema radicaba ―continúa Soriano― en el enfoque dado a las instrucciones quereglamentan las competencias del personal de la comisión, operativo para laorganización de una oficina, pero ineficaz para una comisión que tenía que representar ydefender en el exterior los intereses de un país. Además, criticaba el sistema dedesignación de agregados a la comisión o comisionados facultativos para el estudio dela exposición por su posición equívoca ante la misma comisión, por su nombramientosin sueldo ni emolumento alguno y por las escasas posibilidades de que dicho cargofuera meritorio para una promoción en sus carreras.No obstante, esta situación es analizada desde otro punto de vista en lapublicación de Castro y Serrano, donde se cuestiona la esencia misma de la comisiónformada con personajes políticos que, por sus ocupaciones y deberes, falta de salud y deresidencia constante o por su ignorancia sobre el tema, delegan sus facultades en lascomisiones provinciales. Estas instituciones son poseedoras, asimismo, de los defectosantedichos por lo que, al final, las autoridades españolas se limitan a reproducir lasmedidas dictadas en el país anfitrión del concurso universal, ―añadiéndoles esas frases103 SORIANO FUERTES, 1868, p. 310.

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