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246 ESPAÑA EN PARÍS―1ª Abundancia de materias primeras para el alimento y la industria, pero sin datos paraconocer la estadística de su producción.2ª Abundancia de productos industriales de varios artículos de consumo; escasez ó faltaabsoluta de muchos; ignorancia completa de las condiciones respectivas á la fabricacionde cada uno en particular lo mismo que á la de cada pueblo en general.3ª Ausencia parcial ó absoluta de los medios de fabricacion‖ 39 .En la misma línea, otros opinan que los industriales españoles no sólo no sebenefician de la participación en las exposiciones universales, porque los gobiernos nodistribuyen la información tomada de las producciones extranjeras, sino que ademásresultan perjudicados, ya que informan a los fabricantes extranjeros sobre los modelosde consumo imperantes en las distintas provincias españolas, lo que les permiteintroducirse exitosamente en el mercado nacional:―España concurrió con fe a los primeros concursos universales; pero luego ha acudido aellos de una manera desacertada, gracias a que los gobiernos, a pesar de los millonesque se han gastado a favor de aquellas fiestas, pocos o ningún dato han facilitado a losindustriales, para que en lo sucesivo pudieran servirles de mucho al objeto de mejorarsus productos en aquello que el estudio verificado por personas competentes hubierannotado de la comparación hecha con otras naciones.Los industriales españoles, pues, han facilitado a los extranjeros lo más difícil de serestudiado; el gusto especial de cada una de nuestras provincias; los solares y dibujosmejor aceptados por los consumidores; y de tan rico monstruario los extraños hancopiado y mejorado lo que han creído conveniente, llenando nuestros almacenes deartefactos extranjeros dedicados al gusto especial que domina en varias provincias‖ 40 .Bien es cierto que este tipo de valoración sobre una participación española tansacrificada poco abunda, pues los comentarios sobre la actuación de los industrialesespañoles suelen referir todo lo contrario: son recelosos a la hora de dar informaciónconcreta de sus productos y de su producción. Además, son recurrentes las críticas sobrela escasa dedicación que los fabricantes españoles otorgan a la presentación de suscolecciones, indignamente apiñadas, sin construir instalaciones apropiadas. Así locomenta Teodoro Llorente, asiduo visitante de las exposiciones universales, en susCartas sobre las dos últimas exposiciones universales de París y apuntes del viaje porValencia:―En Londres quedamos mal; pues bien, en París hemos quedado peor... Así que anteaquel pobre y mal combinado monstruario de objetos, por lo general sin interés niaparato, el público pasa indiferente, moviéndolo solo una pueril curiosidad a detenerseun momento ante el maniquí de la gallega, que creen representar a una ―señora‖, antelos toreros de barro de Granada, las hojas de Toledo y las guitarras, en cuyos objetos seven los elementos de ese cuadro de ―La poética España‖, que a su capricho pintan losnovelistas de la otra parte de los Pirineos. ¡Cuántas veces me he avergonzado de ver que39 SAGRA, 1853, p. XVII.40 Así refiere Agustín Urgellés de Tovar en un artículo sobre la exposición industrial catalana de 1871publicado en Almanaque del Museo de la Industria para 1872. Citado en DALMASES BALAÑÁ yPITARCH, 1982, pp. 168-169.

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