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2. PARÍS Y LAS EXPOSICIONES UNIVERSALES 81folclore, al paisaje de las grandes llanuras…Grecia tras su independencia turca potenciala herencia helénica, por tanto occidental, sobre la oriental y así sucesivamente 172 .En las exposiciones universales se produce, además, una necesidad de precisaruna imagen nacional que dé relevancia a su colección sobre las restantes. En las galeríasexpositivas se repiten productos en una composición sinfín sobre la que el visitantepierde la capacidad de retener la atención. El espectador experimenta un procesosemejante a la alienación del trabajador por el cual cuanto más mira menos ve 173 . Loselementos expuestos pierden fuerza de atracción, potencia de significado, por lo quecada nación, como cada expositor, debe encontrar un mecanismo expositivo para crearuna relevancia, una marca que enfatice el objeto y el país, fijando la mirada delespectador, pero también creando en él una asociación mental duradera de conceptos eimágenes.Efectivamente, la colección de objetos seleccionados permite proyectar una ideaglobal del país, reflejando la especificidad nacional a través de un código visualpresente en las series de artefactos:“cada nación se halla dotada de un carácter propio que la distingue y que marca un sellodiferente a sus producciones, separándolas de las similares en otros países y que las dauna fisonomía sui generis. Los objetos de la Australia, los del Canadá y aun los deRusia llevan consigo la magnitud; los de Italia belleza en las formas; los de Francia elgusto; los de Inglaterra y Alemania la solidez; en España se distinguen por laabundancia; los de Bélgica por el trabajo y sus aplicaciones” 174 .Esta idea va a cambiar notablemente con el advenimiento de una economía másglobalizada, pues en las exposiciones universales de esta nueva era ―como señalaUmberto Eco― no importa tanto la colección o lo que cada país produce, que ha de sermás o menos equivalente a los demás países, sino que lo que realmente interesa es cómoexpone dicha producción 175 . Podría decirse, en parámetros literarios, que la calidad deltexto ―de la exposición― no depende de una historia jugosa y unos personajesatractivos, sino de las bondades de su narración. El medio por el que se transmite elmensaje recibe casi más atención que los contenidos. Por eso va a ser tan importantepara las colecciones nacionales la ornamentación de las instalaciones, su estiloarquitectónico, la disposición y el diseño de las vitrinas; todo ello envuelve la coleccióndestacándola, como un papel de regalo, dándola carácter.172 Sobre la nacionalización de la cultura en Hungría y Suecia. Véase LÖFGREN, 1989, pp. 5-24.173 FERNÁNDEZ POLANCO, 2001, p. 3.174 LUXÁN, 1863, p. 44.175 ECO, 1986, p. 296.

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