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LA MUJER EN EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO Y LITERARIO

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196 VERA YAMUNIcorrientemente como alto valer es tal, dado que la universalidadde una opinión no es siempre criterio de veracidad. Pero este mecanismonietzscheano de oposición a lo generalmente consideradocomo valioso, le lleva, al tratar el tema de la mujer, a tomarpartido contra la idea de la igualdad en el ser y en el valer delos sexos, idea que venía entonces abriéndose ya paso.Una de las peores pruebas —piensa Nietzsche— de la generaldecadencia de Europa, son los propósitos que tiene la mujer deindependizarse. Lo único que pueden ilustrar estos burdos intentos,es que la mujer tiene muchos motivos para avergonzarse desí misma. Hay en ella pedantería, superficialidad, vana presunción,indiscreción. El tedioso eterno femenino es el adorno y lafalsía. No quiere ni le importa la verdad; al contrario, le es extraña,repugnante y hostil. Su gran arte es la falsedad, y suprincipal cuidado la apariencia y la belleza. Cuando vemos loque las mujeres escriben acerca de su naturaleza, nos convencemosde que no les interesa la verdad. Odian la ciencia porquesienten que con ella hemos leído por debajo de su piel, porquecon ella hemos comprendido que están perdiendo el buen gustoy la modestia. A las democracias hay que culpar de que la mujerluche por la igualdad de derechos, por la independencia. La mujerse está olvidando de temer al hombre, y con ello se deteriora.A nuestra época la caracteriza un espíritu industrial, y siempreque éste ha triunfado sobre el aristocrático y militar, la mujerlucha por su independencia económica y legal. En tanto que lamujer adquiere nuevos derechos y en tanto cree así progresar, lesucede precisamente lo contrario, es decir, se vuelve más retrógrada.Pronunciarse a favor de la igualdad de derechos de los sexos,de la igualdad de educación, de la igualdad de exigencias y obligaciones,es la señal típica de la necedad. Quien así piensa muestracon ello su incapacidad y superficialidad para la solución deproblemas vitales importantes. El hombre de espíritu y deseosprofundos concibe a las mujeres a la manera de los orientales:como posesiones o como propiedades, predestinadas al servicio yal cumplimiento de tal función. Esta concepción de la mujerprueba no sólo la superioridad instintiva del asiático, sino tambiénsu racionalidad. Ser cada vez más orientales con las mujereses lo necesario, lo lógico y lo único humanamente deseable. *1 Todas estas ideas sobre la mujer las expresa Nietzsche en Másallá del bien y del mal.

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