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LA MUJER EN EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO Y LITERARIO

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<strong>LA</strong> <strong>MUJER</strong> <strong>EN</strong> <strong>LA</strong> LITERATURA 189misma. Agrega que la mujer no debe enseñar ni tener escuelapara enseñar a niños ajenos, cosa que también censura San Jerónimo.Acepta que pueda enseñar a sus propios hijos, pero sólocuando conoce muy bien lo que enseña, pues de otra manerano debe otorgársele tal prerrogativa. Al hombre —dice— le sonnecesarias muchas cosas. Lo primero, tener prudencia y saberhablar; que sea perito y sabio en las cosas del mundo y de surepública, que tenga ingenio, memoria, arte para vivir, que practiquela justicia y la liberalidad, que alcance grandeza de ánimo,fuerza de cuerpo y otras cosas infinitas. Y si algunas de ellas lefaltan, no es mucho de culpar con que posea algunas. Pero enla mujer nadie busca elocuencia ni bien hablar, grandes primoresde ingenio ni administración de ciudades, memoria o liberalidad;sólo una cosa se requiere en ella, y es la castidad, la cual, si lefalta, es como si al hombre le faltase todo lo necesario. Y todavíadice que si alguno quiere ver claro, y no por tela de cedazo,hallará que las mujeres, cuando no saben guardar su castidad,merecen tanto mal, que no es bastante el precio de la vida parapagarlo: "Hipomenes, príncipe de los atenienses, como supieseque su hija fue corrompida antes de ser casada, por esto la cerróen un establo con un caballo muy bravo, sin darle de comer,a donde el caballo, rabiando de hambre, y también por su naturalferocidad, la hizo pedazos. . . Lucrecia, habiendo padecidosu cuerpo la fuerza que le hizo el malvado hijo del rey Tarquino,siendo preguntada por su marido Colatino si las cosas de su casaeran salvas y fuera de peligro, toda llena de ira y aflicción,respondió: ¡Ay dolor, y qué puede haber salvo en la mujer,perdida la castidad! Y sabemos que ésta, aunque tuvo el cuerpomaculado, fue el ánima limpia de todo contagio, por lo cual,echándose un cuchillo por los pechos tomó venganza de la fuerzaque padeció, haciendo esto lo más presto que ella pudo, para queel ánima limpia se despartiese del cuerpo corrupto".El afán de unir el conocimiento en las mujeres con la virtudmás apreciada en ellas por el cristianismo, lleva a Vives a juzgara algunas mujeres famosas del pasado, incluso en contradiccióncon la historia. Véase, por ejemplo, lo que dice de Safo: "Sivolvemos un poco la vista por las pisadas de las edades pasadas,no hallaremos casi ninguna mujer docta caída, ni que haya sidomala de su persona. Diránme por ventura que Safo, la gran poetisa,que tuvo amores con Faón. Autores tengo de mucha autoridadque dicen Safo Lesbia, mujer doctísima, que compuso en metros

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