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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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45] Por eso, queriendo Lutero aclarar la magnitud del pecado original y de la humanaflaqueza, enseñó que las reliquias del pecado original no son por su naturaleza en elhombre, sino que necesitan de la gracia de Cristo, para que no sean imputadas, así como delEspíritu Santo, para que sean mortificadas.46] Aunque los escolásticos desvirtúan ambas cosas, el pecado y la pena, cuando declaranque el hombre puede por sus propias fuerzas cumplir los mandamientos de Dios, en el libro delGénesis se describe de modo distinto la pena impuesta por el pecado original. Allí se sujeta lanaturaleza humana, no sólo a la muerte y a otros males corporales, sino al reino del demonio. EnGen. 3, 15, se proclama esta terrible sentencia: Enemistad pondré entre ti y la mujer y entre tusimiente y la simiente suya.47] Los defectos y la concupiscencia son penas y pecados: la muerte, los otros malescorporales y la tiranía del diablo son propiamente penas. Porque la naturaleza humana ha sidopuesta en servidumbre y esclavizada por el diablo, y éste la enloquece con opiniones y errores, yla mueve a todo género de pecados.48] Y así como el diablo no puede ser vencido sino con el auxilio de Cristo, así tampocopodemos, por nuestras propias fuerzas, librarnos de esta esclavitud.49] La misma historia del mundo ríos muestra cuan grande es el poder del reino deldemonio. Lleno está el mundo de blasfemias contra Dios, y de opiniones impías, y con estoslazos tiene el demonio enredados a los que son sabios y justos según el mundo.50] En otros se manifiestan vicios aun más perversos. Así pues, como se nos ha dado aCristo para que nos quite estos pecados y estas penas, y destruya el reino del diablo y la muerte,no podemos valorar los beneficios de Cristo si no comprendemos antes nuestros males. Por esoenseñaron nuestros predicadores estas cosas con cuidado, y no trajeron nada nuevo, sino quepusieron por delante la Santa <strong>Escritura</strong> y los juicios de los Santos Padres.51] Pensamos que lo dicho bastará para que Su Majestad Imperial se percate de lospueriles y fríos sofismas con que nuestros adversarios han calumniado nuestro artículo. Porquesabemos que pensamos rectamente y que nos hallamos conformes con la católica Iglesia deCristo. Pero si nuestros adversarios renuevan esta controversia, no han de faltar entre nosotrosquienes les respondan y patrocinan la verdad. Porque en una gran parte de este asunto nuestrosadversarios no entienden lo que dicen. Declaran a menudo cosas contradictorias, y no exponenrecta y dialécticamente lo que califican de formal en el pecado original y en los defectos. Peronosotros no hemos querido en este lugar examinar sus discusiones con demasiada sutilidad.Pensamos que tan sólo debíamos exponer el sentir de los Santos Padres, que nosotros tambiénseguimos, con palabras corrientes y conocidas de todos.Art. III.De Cristo52] Nuestros adversarios aprueban el Artículo Tercero, en el que declaramos que hay dosnaturalezas en Cristo, a saber, la naturaleza humana asumida por el Verbo en la unidad de Supersona, y que este mismo Cristo padeció y murió para reconciliarnos con el Padre, y queresucitó para reinar, justificar y santificar a los creyentes, etc., de acuerdo con el Símbolo de losApóstoles y el Símbolo Niceno.49

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