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LIBRO DE CONCORDIA COMPLETO - Escritura y Verdad

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carne. En cuanto al juicio de Dios, es seguro que lo desprecia o que lo odia aterrorizada. Así escomo Agustín incluye a la vez el defecto y el hábito vicioso que le sucedió.25] Porque la concupiscencia no sólo es una depravación de las cualidades del cuerpo,sino una perversa conversión de las facultades superiores a las cosas carnales. No ven lo quedicen quienes atribuyen a la vez al hombre una concupiscencia que el Espíritu Santo no hadestruido por completo y el amor a Dios sobre todas las cosas.26] Así pues, teníamos razón nosotros al exponer los dos aspectos del pecado original, esdecir, primero la carencia: no poder creer en Dios, no poder temer a Dios ni amar a Dios, yasimismo tener una concupiscencia que persigue las cosas carnales contra la Palabra de Dios, estoes, que busca no sólo los deleites del cuerpo, sino sabiduría y justicia carnales, y confía en estosbienes despreciando a Dios.27] Y no sólo los antiguos, sino también los modernos, al menos los más prudentes,enseñan que todas estas cosas constituyen el verdadero pecado original: los defectos que heenumerado y la concupiscencia. Tomás dice: El pecado original comprende la privación de lajusticia original, y con ello una disposición desordenada de las partes del alma, por lo que no essólo privación, sino hábito corrompido.28] Y Buenaventura: Cuando se pregunta qué es pecado original, se contestará rectamentediciendo que es una concupiscencia inmoderada. Y se responderá también diciendo que escarencia de la justicia debida. Porque en cada una de estas respuestas va incluida la otra.29] Lo mismo piensa Hugo, cuando dice que el pecado original es ignorancia en la mentey concupiscencia en la carne. Porque quiere decir que, cuando nacemos, traemos con nosotrosignorancia de Dios, incredulidad, desconfianza, desprecio y odio hacia Dios.30] Porque cuando menciona la ignorancia infiere todo lo demás. Y estas opinionesconcuerdan también con la <strong>Escritura</strong>. Porque Pablo nombra a veces expresamente el defecto,como en 1ª Cor. 2,14: Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios. Yen otro lugar, Rom. 7, 5, habla de la concupiscencia que obraba en nuestros miembrosfructificando para muerte.31] Podríamos citar muchos pasajes referentes a los dos aspectos, pero en asunto tan claroninguna necesidad hay de testimonios. Y el prudente lector podrá juzgar con facilidad que el estarsin temor de Dios y sin fe son más que culpas actuales. Son defectos incrustados en la naturalezaque no ha sido renovada.32] Así pues, nada pensamos acerca del pecado original que sea ajeno a la <strong>Escritura</strong> o a laIglesia Católica, sino que damos de nuevo lustre y sacamos a la luz gravísimas sentencias de la<strong>Escritura</strong> y de los Padres que yacían enterradas en las sofisticas polémicas de teólogos modernos.Porque se deduce del asunto mismo que los teólogos modernos no han advertido lo que quisierondar a entender los Padres al hablar del defecto.33] Pero el conocimiento del pecado original es necesario. Porque no puede comprendersela magnitud de la gracia de Cristo sino después de conocidas nuestras enfermedades. Toda lajusticia del hombre es mera hipocresía delante de Dios, si no reconocemos que el corazón carecepor naturaleza de amor, de temor y de confianza en Dios.34] Por eso dice el profeta Jeremías, 31, 19: Después que me conocí, herí el muslo. Ytambién Sal. 116, 11: Y dije en mi apresuramiento: todo hombre es mentiroso, esto es, cuando nopiensa rectamente acerca de Dios.35] Nuestros adversarios flagelan también aquí a Lutero, porque escribió: El pecadooriginal permanece después del Bautismo. Y añaden que este artículo fue justamente condenadopor León X. Pero Su Majestad Imperial encontrará en este punto una calumnia manifiesta. Porquenuestros adversarios saben en qué sentido quiso Lutero que se entendiese su observación de que47

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