49elección de los contenidos y en las gestiones de formación se felicitaránpor esto. Sin embargo, plantea dos problemas:- Los profesores partidarios de la idea de competencias asumiránresponsabilidades considerables en la elección de las prácticas socialesde referencia e invertirán en ellas su propia visión de la sociedad,de la cultura y la acción, más que cuando ellos transmitanconocimientos.- Los profesores que no se interesan en este enfoque, que no deseanni son capaces de hacer este trabajo de transposición a partir de prácticassociales, no lo considerarán y se ampararán en competenciasdisciplinarias consagradas, por ejemplo, en -lenguaje, el resumen, laexplicación de textos, la composición de ideas; en matemáticas, lasoperaciones aritméticas, la solución de problemas o de ecuaciones,la construcción de figuras, la demostración. Invertirán, además, loesencial de su energía en la transmisión de conocimientos teóricosy métodos.¿Existe una respuesta satisfactoria a esta pregunta? Quizá, siempre ycuando los autores de los programas estén lo suficientemente comprometidospara hacer elecciones claras y sean, a la vez, lo suficientemente hábilespara multiplicar los ejemplos de situaciones desprovistas de equívocos, noobstante, sin caer en la trampa de la lista exhaustiva. Esto exigiría una respuestaclara, y, por lo tanto, valiente, al problema de saber qué tipo de sereshumanos quiere formar la escuela, orientada a qué prácticas familiares, sexuales,políticas, sindicales, artísticas, deportivas, asociativas, etc. ¡La elecciónde las competencias transversales para desarrollar depende de esto!En realidad, los conocimientos podrían plantear los mismos problemas,si se reflexionara correctamente. Esto se evita derivando en cada unola responsabilidad moral de la utilización de los saberes (ciencia sin conciencia)y enfatizando el carácter general y propedéutico de los saberesenseñados en la escuela básica o en el colegio. Es en los cursos posteriores(por ejemplo, a los futuros médicos, químicos, ingenieros en informáticao ingenieros) donde se dan conocimientos que pueden salvar o destruirvidas o bienes. Cuando se trata de competencias, es difícil complicar elasunto de la misma forma, puesto que no existen competencias propedéuticas,cada una da inmediatamente un poder sobre los demás y sobre
50el mundo, y la utilización de este poder se inscribe inmediatamente en lasrelaciones sociales, por lo tanto, si se renuncia al lenguaje estereotipado,se es sospechoso de «oler a azufre».¿Están preparados los sistemas educativos para llamar las cosas por sunombre? Estos más bien van a atenerse a, si adoptan la lengua de las competenciastransversales, fórmulas muy generales y asépticas, sin referencia aprácticas o a contextos identificables. Así, los textos serán lo suficientementeplanos y neutros para poder ser adoptados por las instancias de decisiónque sólo llegan a ponerse de acuerdo respecto a intenciones bastante vagas.Una sociedad democrática busca legítimamente un compromiso aceptable[Perrenoud, 1995a]. Esta búsqueda de consenso no favorece la expresiónclara de las finalidades de la escuela. Esta oscurece toda referencia concretaa la vida de las personas, para no subrayar la diversidad de valores y ladesigualdad de las condiciones sociales. Quizá, incluso hoy, se podría proponerla formación de los alumnos en la comprensión activa de los desafíosy de los peligros de la ingeniería genética. ¿Quién osaría proponeralgo equivalente para la energía nuclear? Los lobbies, que sentirían susintereses amenazados, presionarían en favor de una fórmula más prudente,por ejemplo, «comprender los desafíos, las oportunidades y los peligrosdel desarrollo tecnológico».<strong>COMPETENCIAS</strong>Y DISCIPLINASAlgunos temen que el desarrollo de competencias desde la escuela lleve arenunciar a las disciplinas de enseñanza y a poner todo en términos decompetencias transversales y de una formación pluri-, inter- o transdisciplinaria.Nada más falso. El problema es, más bien, saber a cuál concepciónde las disciplinas escolares uno adhiere. Hipotéticamente, las competenciasmovilizan conocimientos de los cuales una gran parte seguirán siendo deorden disciplinario, por tanto tiempo como la organización de los saberesdistinga disciplinas, cada una de las cuales se encargará de un nivel o deun componente de la realidad.Esta postura puede sorprender, puesto que son los partidarios de lascompetencias «transversales» los que, más a menudo, defienden el enfoquepor competencias, mientras que los defensores de los enfoques disciplinarios
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