114Es inevitable que todo cambio divida la opinión, tanto la de los padrescomo la de la comunidad profesional.Es muy difícil asociar a la génesis de una reforma a los docentes queno se interesan en la política de la educación mientras ellos no percibanlas repercusiones en su existencia cotidiana. Es normal que una reformaen principio sea recibida como una utopía, una locura, un enredo, unafantasía ministerial, un sueño de tecnócrata, una raya en el agua, o cualquierotra calificación igual de elogiosa ... El verdadero trabajo de innovacióncomienza entonces. Ahora bien, la mejor forma de no comenzar estainnovación es considerar que las resistencias son irracionales, ya sea paraignorarlas, o bien para volver a explicar hasta el infinito que todo marchabien, que la reforma está bien pensada y tiene respuesta para todo. Lo queimporta, en cambio, es colectivizar la incertidumbre, reconocer los límitesde toda programación del cambio e invitar a la gente de buena fe, aquellosque quieren el progreso del colegio, a participar en la regulación delproceso. Para esto, es necesario, naturalmente, darles un lugar y aceptar larenegociación de una parte de las orientaciones, de las modalidades, delcalendario. Los iniciadores de una reforma deben así seguir un caminoempinado: por defender demasiado su primer proyecto, ellos rechazan,entre los adversarios, a aliados potenciales, que están de acuerdo en grandeslíneas, pero que desean apropiarse del proyecto y poner en él sus palabrasy preocupaciones; por abrir mucho el debate, ellos corren el riesgocontrario: la reforma obtiene una gran adhesión, porque nadie se sienteamenazado, pero pierde su coherencia y su fuerza ...Lo más difícil no es integrar las ideologías de unos y de otros. Lomás difícil es trabajar con las verdaderas resistencias al cambio, tambiénracionales, pero menos confesables. No es irracional preservar interesesadquiridos, aunque sea difícil confesar que uno se opone a una reformaporque ésta complica la vida, da mucho trabajo, pone en evidencia algunasincompetencias, amenaza el frágil equilibrio creado con los alumnoso los colegas, obliga a tener pérdidas insoportables, aleja razonesque llevan a enseñar o reanima las viejas angustias de los comienzos. Sinembargo, sería necesario osar y poder decir esto para trabajar a partir deestas reacciones tan razonables. ¿Quién estaría lo suficientemente locopara contribuir en un cambio que lo puede poner personalmente endificultades?
115No hay una receta para esta fase de una reforma, sino sólo "hablarcon la verdad", renunciar a utilizar contra el otro todo lo que diga consinceridad y lo exponga al juicio de los demás. Negar las transformacionesdel trabajo del profesor, quitarles importancia o apelar simplementeal profesionalismo para asumirlas con una sonrisa, he aquí lo que no estáa la altura del desafío y remite a cada uno a su fuero (¿o a su fuerza?)interno. No puedo aquí desarrollar una estrategia de cambio que convengaespecíficamente a uno u otro sistema educativo, sino sólo recordar algunasideas tan simples como difíciles de poner en práctica:a. Ni las prácticas, ni los sistemas evolucionan muy rápido, es necesariotomar el tiempo necesario para el cambio de actitudes, derepresentaciones, de identidades .b. Rara vez se cambia solo, es más productivo participar en un procesocolectivo, en el marco de un equipo, de un establecimiento,de una red.c. Ningún sistema cambia sin que la mayor parte de los actores tengaambivalencias internas, ni sin conflictos entre ellos sobre elfondo, la estrategia o los resultados.d. No se cambia en el miedo o el sufrimiento, ni tampoco en la indiferencia.e. Toda reforma se apoya en un estado del proceso de profesionalizacióndel trabajo del profesor y puede contribuir en él o, en cambio, lopuede hacer retroceder, según la actitud de los reformadores [GatherThurler, 1993, 1994; Perrenoud, 1996 g].La lucidez del sociólogo obliga a decir que el enfoque por competencias,tal como se desarrolla, pasará probablemente por el lado de su ambición.Y, al mismo tiempo, que es indispensable y que es necesario trabajar enél. Al igual que la investigación, el cambio de la escuela siempre se apoyaen los intentos anteriores y trata de dar un paso más adelante. El debatede hoy sólo es posible porque desde hace un siglo los partidarios de lanueva escuela y de las pedagogías activas cuestionan las relaciones entrelos saberes y las prácticas sociales, el sentido del trabajo escolar, la ausenciade un proyecto.
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