CIENCIALa revolución del tratamientoEl primer concentrado ampliamentedisponible de Factor VIII fue el crioprecipitado,obtenido por Judith Graham Pool en 1965. Su descubrimientofue fruto de una casualidad; alguiendejo sangre congelada en un contenedor y al díasiguiente la profesora Pool cuando llegó a trabajara su puesto en la Universidad de Stanford observóque se había producido un precipitado en elfondo. La descongelación paulatina del plasma a4ºC causaba el depósito de un sedimento rico enFactor VIII, queella llamó crioprecipitado.Este erafácil de obtenerdel plasma y sepodía producir enlos bancos desangre hospitalarios.Sin embargo,tenía baja purezay actividad y soloestaba indicadopara aquelloscasos en que undiscreto aumentoen los niveles defactor era suficiente.Poco después aparecieron los concentradosde factores de la coagulación liofilizados,hecho éste que permitió, a principios de los años70, la administración de grandes cantidades defactor de la coagulación de manera rápida y enpequeños volúmenes, pudiendo almacenarse enun refrigerador doméstico lo que facilitó el autotratamiento.Las investigaciones en búsqueda deproductos de alta pureza llevaron a su obtencióny comercialización a gran escala, implicando amiles de donantes de sangre. Este hecho llevó a latransmisión de enfermedades víricas de efectos retardados,infecciones que continúan afectando,hoy día, a muchos pacientes de <strong>Hemofilia</strong>.En 1965 el profesor Blumberg, identificó elantígeno de la hepatitis B por lo que obtuvo el premioNobel. Pronto se desarrollaron las pruebas dedeterminación de antígeno y anticuerpos para elvirus de la hepatitis B y se comprobó, con preocupación,que un muy alto porcentaje de los productosderivados del plasma estabancontaminados con este virus.Todo esto demostró que los concentradosde factores, aún siendo eficaces, todavía no eranseguros. Al ser producidos a partir de la mezcla deplasma de miles de donantes, muchas veces remunerados,estaban contaminados con virus de lahepatitis. Sin embargo el riesgo de hepatitiscrónica se consideraba tolerable ante los beneficiosobtenidos. Al mismo tiempo, el aumento detransaminasas y otras alteraciones hepáticas indicabanla presencia de otros virus de la hepatitis,entonces denominados no A no B. Incluso una solainfusión de concentrado de factor casi invariablementecausaba hepatitis. De esta forma, hemosllegado a que la principal causa de hepatopatíasea, desde 1989, lo que hoy se conoce como hepatitisC.En 1977 se marcó otro hito cuando el profesorPier Mannucci en Milán reconoció que ladesmopresina podía elevar el nivel tanto de FactorVIII como de factor von Willebrand. La desmopresina,un derivado sintético de la hormona antidiurética,que aumenta la concentraciónplasmática del Factor VIII, permitió que en ciertassituaciones de <strong>Hemofilia</strong> leve y en la enfermedadde von Willebrand no tuviera que recurrirse a losconcentrados plasmáticos. Este fármaco ha logradoque muchos pacientes no hayan contraídohepatitis ni otras infecciones transmitidas por lasangre.La percepción de la <strong>Hemofilia</strong> cambiódrásticamente a comienzos de 1980, cuando enEstados Unidos y en Europa Occidental entre el60% y el 70% de los pacientes con <strong>Hemofilia</strong> gravese infectaron con el virus de la inmunodeficienciahumana (causante del SIDA) que se encontrabaen los concentrados. La comunidad científicareaccionó ante la epidemia del SIDA y desde 1985se desarrollaron y aplicaron métodos de inactivaciónviral más y más eficaces, lo que redujo elriesgo de transmisión de infecciones por la sangre.Sin embargo, el impacto del VIH fue devastador,infectándose un gran número de pacientes entodo el mundo durante el periodo comprendidoentre 1979 y 1985. Afortunadamente, la introducciónde tratamientos físicos para los concentrados,tales como la exposición al calor o la adición deuna mezcla solvente-detergente, han sido eficacesen la eliminación del riesgo de transmisiónde los virus encapsulados. Los concentrados plasmáticosque se utilizan hoy en día tienen un riesgobajo de transmitir agentes infecciosos. Se realizangrandes esfuerzos para seleccionar donantes y estudiarlosmediante pruebas serológicas más sensiblesjunto con técnicas de PCR, que se convirtieronen obligatorias en Europa desde 1999.44núm. 47 Septiembre 2008
En 1984 fue clonado el gen que produceFactor VIII y en el año siguiente se clonaba el delFactor IX. Cinco años después, en 1990, se podíaya disponer del primer concentrado de Factor VIIIrecombinante no derivado del plasma. La experienciade su utilización se ha acumulado en milesde pacientes y no se ha descrito todavía ningúnefecto adverso ni leve ni moderado.Muchos grupos de investigadores pensaronque la Terapia Génica podría lograrse a finalesdel pasado siglo, ya que la <strong>Hemofilia</strong> es unmodelo excelente para este tipo de estrategia yaque las manifestaciones clínicas se deben a lacarencia de un único producto génico específico;no es fundamental un control estrictamente reguladode sus niveles de expresión; un pequeño aumentode sus niveles puede ser suficiente, y,además, la localización de la síntesis en el organismono es crítica para su función.Los primeros intentos utilizaron retroviruscomo vectores, pero los problemas fueron múltiples:tendencia del gen insertado a ser silenciadollevando a una rápida caída de los niveles de factorcirculante; desarrollo de anticuerpos contraproteínas extrañas; riesgo de mutagénesis y de inducciónde tumores y dificultades en obtener títulosaltos del virus. Habrá que esperar todavíaalgunas décadas para obtener resultados definitivosque parecen poder lograrse mediante vectoresvirales adenoasociados (AAV) o mediantevectores no virales (NVV).Por otra parte, la producción a gran escala defactores VIII y IX en la leche de animales transgénicos(la llamada vía láctea) puede ser una soluciónhasta que se logre alcanzar la curación medianteTerapia Génica.La prevención de la enfermedadDesde finales de los años 50 la profesoraInga Marie Nilsson valoró la posibilidad y la eficaciadel tratamiento profiláctico, con infusiones regularesde factor de forma independiente a la hemorragia.Este modo de acción se basaba en lapropia historia natural de la <strong>Hemofilia</strong>. Los pacientescon enfermedad moderada y niveles deFactor VIII entre el 1% y el 2% habitualmente notenían las lesiones musculares y esqueléticas de lospacientes hemofílicos graves con niveles inferioresal 1%. En Suecia, la realización del tratamiento profilácticose ha continuado durante más de 25años. En los primeros tiempos, la limitada disponibilidadde productos antihemofílicos llevaba adosis inferiores a las óptimas y a grandes intervalosentre dosis, de forma que los episodios hemorrágicosy el daño muscular y esquelético no podíanevitarse de forma completa. Posteriormente, lamayor experiencia y disponibilidad del producto,llevó al desarrollo de protocolos de profilaxis quelograron la prevención de las hemorragias.La profilaxis primaria con Factor VIII o concentradosde Factor IX iniciada en la primera infanciapuede reducir de forma significativa losriesgos de artropatía. La eficacia de la profilaxis hasido analizada en Suecia, de tal forma que los pacientesque comenzaron la profilaxis antes de laaparición de episodios hemorrágicos y se trataroncon mayores dosis y menores intervalos no hantenido manifestaciones de daño articular.Consideraciones finalesMientras que en los dos primeros tercios delsiglo XX las personas con <strong>Hemofilia</strong> grave sufrían laenfermedad a lo largo de toda su vida y se enfrentabana terribles situaciones como consecuenciade las frecuentes y mal tratadas hemorragiasen articulaciones y músculos, los años 70 fuerontestigos de una espectacular mejoría en su calidadde vida. En Suecia, un registro nacional decausas de muerte establecido en el siglo XIX, hahecho posible documentar el cambio en la esperanzade vida de los pacientes hemofílicos. Ésta aumentóen <strong>Hemofilia</strong> grave desde los 11,4 añosentre 1831 y 1920 hasta los 25 años entre 1921 y1960 y a 56,8 años entre 1961 y 1980. Durante losmismos períodos, la mediana de la esperanza devida de todos los varones suecos aumentó sólo de61,7 a 75,6 años. Hoy día, la esperanza de vida deun paciente hemofílico es casi similar a la de lapoblación general.Hace 40 años la <strong>Hemofilia</strong> era una enfermedadmal atendida y con frecuencia mortal.“Hall” en 1965 lo refería así: “La <strong>Hemofilia</strong> presentaun problema social de gran magnitud, con unaactividad restringida y frecuentes hospitalizaciones,pero fuera de los episodios hemorrágicos,los enfermos pueden, y con frecuencia lo hacen, llevaruna vida normal. De su participación en actividadesnormales como conducir un automóvil ohacer deporte se deriva su llegada al hospital concontusiones o hematomas de diversa gravedad.Hay que añadir a esto los episodios de hemorragiasespontáneas que pueden aparecer en músculosy articulaciones, más la elevada incidenciade caries dentaria. “Hall” en su descripción noshace ver que no eran pacientes muy populares niintegrados en su sociedad, a diferencia de lo quesucede hoy día.En la actualidad, nos encontramos ante ungrupo bien definido de procesos para los que sedispone de un tratamiento eficaz y seguro. No obstante,este tratamiento no esta disponible para el75% de la población hemofílica mundial.ReferenciasAledort LM (2006) Progress in the safety of plasma-derived coagulation Factor VIII and coagulationFactor IX: A reality. Hematologica 91: 1-2.Bloom A (1981) Inherited disorders of blood coagulation. En Hemostasis and Trombosis. Pg 321-370, Churchill Livinstone, Edinburgh.Davie EW, y col. 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