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Mujer del Siglo XXI - IDU

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hacia el futuro como especie (aunque hayan otros tipos de parejas y distintas fórmulasde convivencia).Así pues, los hechos sobre los que estamos reflexionando nos remiten a preguntaspara las que hasta ahora no hemos encontrado respuestas. ¿Hacia dónde conduce larealidad de hoy? ¿Cuál es el proceso que se abre con tanto dolor y sufrimiento?La historia siempre interpreta en pasado las causas de unos acontecimientos, cuandolos que los vivieron ya no están. No debemos esperar tanto. Hay que reflexionar sobrelo que está pasando y por qué, sin llegar pronto y mal a conclusiones que nos llevan alvictimismo, el resentimiento o la desesperación.¿Cómo rescatar de entre los escombros, que los procesos actuales van acumulando, aaquellas experiencias válidas para hoy que se vivieron en otros contextos culturales?Contextos que si bien dieron pie a determinadas maneras de relacionarse los hombresy las mujeres, a una división de los papeles a jugar en la familia y fuera de ella, etc.,partían, asimismo, de ciertos valores y convicciones que no hay que tirar por la bordapues son leyes que funcionan fuera <strong>del</strong> espacio y <strong>del</strong> tiempo.Es necesario desentrañar la naturaleza de los vínculos, el orden que sostiene la vida, larazón de ser <strong>del</strong> amor entre la pareja y los hijos, para poder salvar lo que es esencial ydescartar lo que es sólo fruto de los condicionantes sociales, económicos o ideológicosde cada etapa.Reconocer la responsabilidad femeninaEs necesario comprender lo que nos ha pasado y no aceptar una nueva visión de laconvivencia y de los papeles a cumplir, con los cambios a los que estamos abocados,con un enorme saco lleno de resentimiento contra el hombre, como si estuviéramoslibres las mujeres de responsabilidad.Pues la responsabilidad tiene muchas caras y a toda acción le sucede una reacción queproduce unos cambios, cambios que hemos de asumir con todas sus consecuencias.Las mujeres somos responsables de luchar por nuestra dignidad y por elreconocimiento de lo que somos, pero también somos responsables por hacer que lavisión <strong>del</strong> otro esté cargada de confusión sobre nuestra identidad, al prestarnos aljuego de nuestra invisibilidad, mientras le podíamos sacar rendimiento.Somos responsables de nosotras cuando no hacemos ese camino hacia dentro y nosamoldamos a las exigencias de los viejos papeles, pero también de los nuevos papelesque nos asignan hoy, sin aportar, realmente, nuestra manera genuina de ver elmundo. Papeles que se considera hemos de jugar nosotras, aunque hayan sidoconstruidos sin nuestra participación y desde la soledad en la que los otros (loshombres) han regido el mundo.La especie humana tiene dos géneros y, por lo tanto, dos visiones que secomplementan. Hasta ahora, una de las visiones gobernaba el afuera, la otraorganizaba el adentro. Así las perturbaciones en el afuera (el hombre) eranorganizadas desde el orden, la autoridad, la eficacia, el pragmatismo, la fuerza, laconcreción, la jerarquía. Al adentro (la mujer) era difícil de llegar, buscaba los espaciosíntimos, invisibles, protegidos, maleables para la expresión de la no forma, de lasemociones, de lo innombrable.Valores para un mundo nuevo

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