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Mujer del Siglo XXI - IDU

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• Él, hombre violento y enloquecido que acaba con la vida de su compañera, quesupuestamente le ha traicionado (no se dice cómo)• Ella, sin embargo, es una buena persona que “nunca dio que hablar”.La información, en general, se estructura de tal manera que genera un estado deopinión alarmista, como si estuviéramos ante una epidemia incontrolada: la vidadoméstica es un lugar de riesgo para las mujeres que pueden caer inocentemente enmanos de unos hombres que, por no se sabe qué razones, tienen una naturaleza“agresiva y dominante”.Esta es la interpretación que se da desde los medios y desde los movimientos dereacción ciudadanos, que asisten asombrados al fenómeno y buscan respuestas enesquemas simples y tradicionales. Una interpretación que crea cultura a partir de unaexposición superficial de un fenómeno, haciéndose hincapié en la violencia <strong>del</strong> agresory en el martirio de la víctima, como únicos factores esenciales.De esta manera, se da pie a un tipo uniforme de respuesta que en absoluto pone luzsobre un fenómeno. Esta dramática realidad, expresa, sin embargo, el estado deconfusión e indefinición que existe en los actores y en sus relaciones familiares ysociales, como consecuencia de los profundos cambios a los que estamos abocados enel futuro, tal y como parece vislumbrarse hoy.Soluciones desenfocadasPor otro lado, se buscan soluciones para este fenómeno, tratando de ajustar de nuevola realidad y siguiendo patrones de conducta tradicionales, es decir, atacar lo localpretendiendo con ello acabar con la enfermedad, sin cuestionarse su verdadero ycomplejo origen.Por eso, estos problemas se tratan desde el objetivo único de luchar por la destrucciónde la conducta agresiva, desarrollando nuevas leyes, empleando más fuerza represivay buscando la interpretación de los expertos de la conducta humana, los cuales quedanatrapados en los síntomas <strong>del</strong> fenómeno si para su diagnóstico lo aíslan de su contextoy <strong>del</strong> contexto en el que se dan otras circunstancias con las que interaccionan.La prevención, dicen, se hace desde la escuela, con una educación en la igualdad. Paraello, también se estudian los posibles síntomas entre los adolescentes, tratándose dedetectar conductas sospechosas.En este campo hemos visto como se instruye de diferente manera a chicos y a chicas,dando por hecho que los chicos son probables agresores y las chicas sus víctimas. Paraconfirmar esta hipótesis no dudan en someter a los alumnos y alumnas a test deidentificación (de agresor y víctima).Esos nos lleva a preguntarnos, en el caso de detectar alguna tendencia agresiva, (cosaque por otro lado no sería de extrañar, habida cuenta de las edades de estosmuchachos y muchachas y de la sociedad <strong>del</strong> espectáculo en la que vivimos), ¿quévamos a hacer con los casos “sospechosos” de encerrar un futuro mal-tratador? ¿Losvamos a someter a reeducación, sin más? ¿Estableceremos instituciones carcelarias?¿Los señalaremos como unos apestados?Vuelta a la identidad: el hombre y la mujer forman la parejahumanaEstá bien que nos preguntemos qué pasa, pero no olvidemos qué somos: el hombre yla mujer forman la pareja humana, no hay otra base para convivir y para proyectarnos

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