MÚSICA / DiscosEl mundo segúnConnecting CulturesUn doble álbum recopilatorio del sello holandés reúnea 20 intérpretes e incluye fotografías de Thomas DornThomas DutroncComme un manouchesans guitareUniversalJoana AmendoeiraÀ flor da peleHM Música /Harmonia MundiPor Javier LosillaEL DOBLE ÁLBUM recopilatorio Two ForOne World lo editó en 2007 el sello holandésConnecting Cultures con fondos de sucatálogo, y llega ahora a España de la manode Galileo Music. Casi una veintena deartistas conforma la selección, realizadapor el periodista radiofónico Mattie Poels.El libanés Marcel Khalife, una de las estrellasmás refulgentes del mundo árabe, y lacantante anglohindú Najma Akhtar aportanel mayor número de canciones a unapropuesta en la que, en general, el jazz seenreda con los ritmos procedentes de lugarestan distantes como Bulgaria y Brasil.Khalife, cantante y virtuoso del oud, hadesarrollado una trayectoria que contemplalas composiciones clásicas, la músicaFotografía de Thomas Dorn captada en Marruecos.para el cine y los encuentros con el flamencoy el jazz. Najma, cuya carrera debe nopoco a los festivales Womad, de Peter Gabriel,lleva más de dos décadas produciendovigorosas conexiones entre la músicadel subcontinente indio y las agitacionesurbanas occidentales. Con ellos destacatambién el brasileño Benjamim Taubkin,pionero en la puesta en común de diferentesvibraciones latinoamericanas, quienaporta tres piezas procedentes de otrostantos grupos en los que participa: ModernaTradição, América Contemporánea yAbaçai. Del sur del continente americanoproceden igualmente la chilena MagdalenaMatthey y la uruguaya Beatriz Aguilar.Y desde Europa, perturbaciones balcánicasy klezmer, tan singularmente cercanasentre sí y al universo del jazz, y pellizcoflamenco. O sea: el acordeonista búlgaroMartin Lubenov, el contrabajista serbioNenad Vasilic, el grupo húngaro Romengo(donde Monika Lakatos pone suvoz arrebatadora), el septeto AmsterdamKlezmer Band, y el guitarrista Juan deLérida (nacido en Francia de padres españoles).Un gipsy team en el que destacaMartin Lubenov, mago de las teclas aquien hemos escuchado con artistas comoJony Iliev y Sandi Lopicic. Lo suyo esuna recombinación del ADN de los ritmosde su zona de origen, del jazz, deltango de Astor Piazzolla y de la nuevamusette francesa surgida del acordeón deRichard Galliano.Mención especial merece la cantantechina Gong Linna, paradigma de modernidad,con sólidas raíces en la tradición.Y más voces demujer: Yasmin Levy(Javier Limón haproducido su discomás reciente), CarmenSouza y RezwanaChoudhury Bannya.El muestrario deeste mundo a dos locompletan los efluviossudaneses del laudistaBeshir Abbas, lamúsica iraquí de SaadThamir & EnsembleLagash y el perfumeandalusí con aromasde raï del marroquíKamal Ben Hicham.Two For OneWorld (presentado enformato digipack alargado)cuenta con unaliciente añadido: una serie de reproduccionesde obras del excelente fotógrafo alemánThomas Dorn, tomadas en sus viajesmás recientes. Dorn, que ha situado frenteal objetivo de su cámara a un buennúmero de músicos (su libro Tambours etVisages. Houn-Noukoun es, además deotras cosas, una extraordinaria panorámicaen imágenes de la música moderna africana),ha optado aquí por los personajesanónimos y los paisajes. Lástima que nadase diga sobre dónde y cuándo fueronhechas las fotos, y que su elección ofrezcaun conjunto algo arbitrario: instantáneasde gran fuerza y profundidad convivencon otras que son puro recreo estético. Two For One World. Galileo Music.PRUDENTE, Thomas Dutronc se alejó profesionalmentede la música de sus ilustresprogenitores, Françoise Hardy y JacquesDutronc: debutó en los noventa,ejerciendo de guitarrista manouche. Elmanouche, recordemos, es el exuberantejazz gitano, universalizado por DjangoReinhardt y compañía. Advierto queComme un manouche sans guitare no esun disco de manouche en sentido estricto:contiene delicioso pop aromatizadocon jazz cíngaro, anclado por instrumentalesamables con vocación de autenticidad.Hay hueco para el humor (Les fritesbordel ylabossa nova Nasdaq) y Thomasincluso marca distancias respecto algran Jacques con J’aime plus Paris, surespuesta escéptica al romántico Il escinq heures, Paris s’eveille paterno. Esasherejías menores no han impedido queeste disco liviano, su estreno como solista,haya logrado un éxito considerable:en Francia pueden encontrarseversiones alternativas, en directo o comoCD-BD, con las canciones recreadaspor dibujantes de cómics. Qué poderío.Diego A. ManriqueHank Williams IIIDamn Right, RebelProudCurbPOCAS ESTIRPES en Estados Unidos handado para romper con tantas reglas yfórmulas del montón como la de los Williams.Nieto del padrino maldito delcountry americano Hank Williams e hijodel sucesor de éste, Hank Williams Jr., eltercero del árbol genealógico en casa delos Williams, Hank III, se consolida comoun verdadero outlaw, un auténticozarpazo de folk aguerrido, bastardo e individualista.Después del contundente ycolosal álbum Straight to Hell, no se puedehablar de una novedad sobre estemúsico de músicos sino de un hecho yaprobado, una certeza dentro de la escenaamericana como un artista de poéticasureña y sabor underground. Su últimodisco es la certificación del purasangre:rabioso de hillbily, con orgullo de Tennesseey rebel<strong>día</strong> en las venas, comosólo su abuelo y Johnny Cash fueron capacesde señalar con el dedo anular.Fernando NavarroJOANA AMENDOEIRA, menos conocida queotras cantantes portuguesas, es a susveintisiete años una de las fadistas másatractivas. Se curtió en las mejores casasde fados del Barrio Alto y Alfama y ahoralleva la canción de Lisboa por el mundo.À flor da pele, su quinto disco, se publicóen 2006, aunque en su edición internacionalllega con dos canciones más: Meuamor que te foste sem te ver y Digo adeusao teu adeus. El álbum cuenta con ladirección musical de Custódio Castelo(Cristina Branco, Camané, Mísia…), ycon composiciones originales de PauloPaz para un poema de Fernando Pessoa(‘Sopra o vento’) y de Pedro Pinhal yMário Pacheco para dos de Pedro Homemde Mello (‘Apelo’ y ‘Fonte’). Comodice el profesor Vieira Nery, una autoridaden asuntos fadistas, esta joven deSantarém no ha venido a revolucionarnada, pero trae su sereno encanto. CarlosGalileaEl BarrioDuermevelaSenadorAPENAS UNOS meses después de cerrar laexitosa gira de su anterior disco, el gaditanoJosé Luis Figuereo ha sido capaz dereunir más de una docena de nuevascanciones para el que constituye su novenoálbum. Ni que decir tiene que, entan corto espacio de tiempo, pocas novedadesse pueden esperar. Selu sigue tanfiel a sí mismo como lo son con él sunumerosa legión de seguidores. La carpetaanuncia un ambiente gótico, pero elinterior musical se llena de su particularestética, barroca por la abigarrada instrumentacióny los coros que se acumulanen los arreglos, y con las referencias habitualesa un cierto flamenco y al rockandaluz con añadidos de rumba callejera,homenaje a Los Amaya incluido. Lasletras también son callejeras y se suponeque deliberadamente incorrectas lingüísticay culturalmente (versos de AntonioMachado atribuidos a Serrat, por ejemplo).Los temas poseen, no obstante, esacualidad autoadhesiva que los hará denuevo idóneos para la celebración de lostantos “barrieros” que le siguen. FermínLobatónCHAMPÁN Y ROCK EUROPEO / De nuevo el capitalPor Sabino MéndezESTOY LEJOS DE ser un marxista, pero he de reconocer que,en muchos aspectos de la vida, Marx acaba siempre teniendorazón en sus análisis. Digo en sus análisis, ojo, noen las soluciones que proponía a partir de ellos.En la música existe una fuerza de trabajo que son losmúsicos y existen unos medios de producción representadospor industrias diversas: la discográfica, la del espectáculo,la de telecomunicaciones, etcétera. Se ha entabladouna guerra comercial entre ellas debido al cambiotecnológico y el que recibe es el artista, que está en medio,atrapado como el embutido de un gigantesco sándwich.Un ejemplo de todo ello es la deliberada confusiónque han difundido algunos interesados entre cultura librey cultura gratis. Se ha guiado a muchos consumidoreshacia la idea de que, pirateando, luchan contra las terriblesy vampíricas multinacionales del disco, de grandesbeneficios y poder omnímodo. Los profesionales sabemos,sin embargo, que las multinacionales discográficasya hace tiempo que van de capa caída. Su poder se hadesplazado a las operadoras de telefonía e Internet, lasverdaderas multinacionales omnímodas de nuestro momento.Ustedes notarán perfectamente ese poder sólopor el trato que reciben de ellas en caso de reclamación.Observen que estas coquetas campañas que piden culturae información gratis, y que nunca sabemos quién lasfinancia, jamás hablan de pedirle lo mismo a las operadoras,cosa que sería legítima y no tan difícil. Existen ya losmedios para identificar en la banda ancha qué contenidospertenecen a cuestiones culturales. Podrían no cobrarnosese tráfico, ¿verdad? Si nos copiamos un discoinencontrable y descatalogado, le estamos haciendo unservicio a la difusión de su autor, pero si nos copiamos undisco de ese mismo autor a la venta y a nuestro alcance,le estamos robando e íntimamente lo sabemos por muchasjustificaciones intelectuales que nos inventemos paranuestra comodidad. Un uso responsable de la copia espor tanto posible. El peligro de una izquierda romántica yno ilustrada (no basada en datos, sino en proclamas panfletarias)es que termine haciéndole el juego al capital. Enlos tiempos de la sociedad global de los medios de comunicacióny la propaganda, en que una mentira es escuchadacomo una verdad sólo a base de repetirla muchasveces, hay que interrogarse sobre si la información que serecibe es fiable y contrastada. Una izquierda romántica,populista y demagógica, fácilmente manipulable, es elpeor peligro para la propia izquierda.Si quieren un dato interesante, han salido ya las cifrasde lo recaudado por el tan denostado canon el año pasado.Resulta que son 83 millones de euros. Se repartiránentre los autores de diversos medios que, como puedenimaginarse, en un país de 40 millones de habitantes comoel nuestro, son bastantes más de 100.000 personas.Ahora hemos de preguntarnos: ¿por qué la opaca plataformaanticanon del año pasado aseguraba que esos beneficiosiban a ser de 1.200 millones? Entre 1.200 y 83 hay unadiferencia notable, sobre todo hablando de millones. ¿Aquién querían encrespar con esas cifras? ¿Con qué objetivo?¿Quién tiene en verdad beneficios de miles de millonesactualmente? Sean sagaces y reflexionen un pocoantes de hacerle el juego al capitalismo puro y duro. 20 EL PAÍS BABELIA 06.02.10
PURO TEATRO Por Marcos OrdóñezAlan Bennett y el triunfo del ‘late style’The Habit of Art narra un imaginario encuentro entre Auden y Britten como espoleta para homenajear al mundo del teatroEL ENSAYISTA Edward Said definió eltérmino late style (estilo tardío) comouna patente de corso formal. Ellate style brota cuando el artista madurose suelta el pelo y empieza a hacer loque le da la gana. De esa zambullida sueleemerger con un inmaculado pez de oro en laboca o gozosamente dispuesto a mezclarchurras con merinas como nunca hasta entonces.Gloriosas muestras de late style sonlos romances de Shakespeare, Las joyas delos Cabot, de Cheever, o el White Album delos Beatles. O The Habit of Art, que AlanBennett, joya de la corona británica, ha estrenadoen el Lyttelton (NT) a sus pimpantes eimpúdicos 75 años. La función es dificilísimade resumir por su intrincada estructura ysu multiplicidad de temas. Aquí se habla depoesía, de música, de teatro, de sexo, de lainextinguible “costumbre del arte” como acicatey látigo de la vida, de la ética de losbiógrafos y de los tormentos de la vejez, enuna continua mezcla de tonos: afilado y lírico,delirante y chusco. En primer término,The Habit of Art narra un imaginario y crepuscularencuentro entre el poeta W. H. Auden,de vuelta a Oxford tras su largo exilioamericano, y el compositor Benjamin Britten,su antiguo protegido, que llega con unnuevo proyecto de colaboración: una óperabasada en Muerte en Venecia. A los dos minutosdescubrimos (primera refracción) que setrata de una obra-dentro-de-la-obra: vamosa asistir a los ensayos de Caliban’s Day, escritapor Neil (Elliott Levey), un joven y quisquillosodramaturgo, e interpretada por la supuesta“compañía titular” del National Theatre.Neil echa chispas porque el director, quese ha largado a Leeds, ha metido tijera portodos lados, situación que duplica (refraccióndos) la que sufrió Bennett a manos deNicholas Hytner, y de la que se ha vengadoinventando esta astuta estrategia para volvera meter, condensadamente y choteándosede la disputa, lo que quedó fuera. No es elúnico conflicto del ensayo. Fitz (Richard Griffiths),que interpreta a Auden, tiene problemasde memoria y odia por igual las excentricidadesdel texto y la “irreverente” manerade presentar al hiperlaureado vate. Aquí hayque decir que el habitualmente circunspectoBennett, en una zumbona salida del armarioque ya comenzó en The History Boys, nose muerde la lengua (nunca mejor dicho) ala hora de evocar la imperiosidad felatoriade Auden, y sirve una descacharrada escenaen la que éste confunde a Humphrey Carpenter,su futuro biógrafo, con Stuart (StephenWright), un chapero a domicilio. Porotra parte, Donald (Adrian Scarborough), elactor que encarna a Carpenter, consideraque tiene poco papel y que el autor tampocole ha hecho justicia, de modo que trata decompletar la composición con disparatadasacciones de su cosecha. Para rematar losdislates de la trastienda, Henry (Alex Jennings),el remilgado actor que da vida a Britten,y Kay (Frances de la Tour), la veteranastage manager (mucho más que una ayudantede dirección), han de reemplazar a doscómicos ausentes (“por una matiné de Chéjov”)interpretando a Boyle y May, los sirvientesde Auden (que aprovechan para ponerlea caldo en otra escena hilarante) y ocuparseacto seguido de las excentricidades textualesantes citadas: guinda de su late style, Bennett(vía Neil) hace que la cama, el espejo, lasilla, el reloj y hasta las mismísimas arrugasde Auden cobren vida y le retraten en versocon un ramillete de gloriosos pastiches de supoesía que harían enloquecer a cualquierposible traductor. Pirandello también habríaperdido la chaveta (y babeado de gusto) anteeste vertiginoso juego de espejos, en elque los actores entran y salen de la representaciónpara comentar, criticar y tratar de modificarla pieza, mecánica que en la segundaparte asciende a plena figura de estilo cuandolos personajes de biógrafo y chaperoreclaman, a su vez, parejas cuotas de posteridad.La tensión dramática se concentra luegoen el mano a mano entre los dos viejosmaestros, empecinados en seguir creando, yse aguzan sus perfiles: el de Britten, horrorizadoante la idea de que Muerte en VeneciaEl espectáculo estáextraordinariamenterepartido, movido y fijadopor Nicholas Hytneracabe siendo su outing, y el de Auden, que leacusa de cobar<strong>día</strong> humana y artística a sabiendasde que, como el escorpión de lafábula, está hundiendo la posibilidad de atraparsu último barco. El gran logro de Bennetty del montaje radica en lograr que esteabigarradísimo material, que en otras manosse habría convertido en un estofado indigerible,se conjugue con una gracia y unaligereza que rozan la sublimidad. El espectáculoestá extraordinariamente repartido,movido y fijado por Nicholas Hytner. Cadaingrediente acaba formando parte del mismoplato, porque todos juegan en la mismaliga, y se integran, incluso, los contratiemposde los ensayos reales: Richard Griffiths,que tuvo que sustituir con urgencia a MichaelGambon, no se parece a Auden ni porel forro, pero, haciendo de la necesidad virtud,la carencia suscitó una nueva y tronchanteescena con una máscara a lo FreddyKrueger. Acabas olvidándote de la escasa semejanzaporque Griffiths, descomunal en todoslos sentidos, y cada vez más cercano aCharles Laughton, refulge en su doble papel.Y quizás Bennett haya cuadruplicado los rolesde Alex Jennings (regalándole, entreotros, el bomboncito del mayordomo Boyle)consciente de que las elegantes pullas delactor Henry y la obligada contención del rígidoBritten desequilibran la balanza a favorde Griffiths. Aunque el reparto entero brilla agran altura, cabe destacar los trabajos deAdrian Scarborough, que vuelve a acreditarsecomo un superlativo actor de farsa, y de latodoterreno Frances de la Tour en un papelque también parece escrito a su medida: lamaternal y sarcástica apaciguadora de losegos de la compañía, que cierra la funcióncon un monólogo magistral sobre los miedos,trucos y grandezas de todos los monstruoscon los que trabajó. The Habit of Art talvez no tenga la potencia emocional de TheHistory Boys, pero es un tour de force vitalísimo,tan arriesgado como desbordante de talento.Ah, y da igual no saber nada de Audeny Britten: la función supone una óptima iniciaciónen sus vidas, sus obras, sus afanes. The Habit of Art, de Alan Bennett. Lyttelton Theatre.Londres. www.nationaltheatre.org.uk/.EL PAÍS BABELIA 06.02.10 21