Violencia de género: presente y futuro de una lacra social - Revista ...

OPINIÓNLa filosofía hispana es la filosofía delensueño, la del querer ser, la filosofía quijotesca:una filosofía más de la voluntad y delsentimiento que del sistema lógico-racional.Por eso defendía, con Hölderlin, que“la filosofía es poesía”, y “se acuesta más ala poesía que no a la ciencia”. Poesía queanaliza, da sentido y revive permanentementeel poder de la palabra misma. Desdeesta valiosa continua-creación de la palabraviva levantó don Miguel su filosofíapoética. Poco más tarde y desde otra perspectiva,esta será también la filosofía deMaría Zambrano.Unamuno se anticipó a la filosofía existencialy personalista, pero su pensamientoresulta inclasificable. Como Nietzsche, seopuso tanto a las abstracciones teóricascomo a cualquier sistematismo lógico, incluidoel atomismo positivista: “El fin deluniverso —escribía— es cada hombre; erestú, lector.” Quien filosofa es, justamente,“el hombre concreto de carne y hueso.”Ese es el inicio y el objetivo de toda filosofía.Y se filosofa más con el sentimientoque con el cerebro, pues mientras estetiende a la estabilidad (la muerte), el sentimientopiensa desde la vida, la ensoñación,lo contradictorio, la duración eterna…,donde no caben soluciones yahechas ni sistemas apriorísticos, sino quese adentra en la trágica contradicción humana,en el ansia insalvable de ser más, vivireternamente. Y en esta filosofía de laesperanza radica el sentido religioso detodo pensamiento profundo: sea político,literario, histórico...Uno de los principales temas de fondode su creación literaria y filosófica era eltema de España. Creía conocer bien España.De hecho, fue llamado y viajó muchopor todas las regiones españolas. Hablaba“en nombre de España” para los españoles.Viajó también, con menos asiduidad, a Portugal,Francia, Italia e Inglaterra. Leyó muchoen diferentes idiomas y logró ser uno delos autores más conocidos en Europa yAmérica. Al hallarse ante tantos ensayosy tan importante número de novelas, obrasde teatro, poesía, artículos periodísticos, asícomo una densa y copiosa correspondencia,uno no puede sino preguntarse: siendocatedrático de griego, profesor de Lengua yLiteratura comparada, rector de la Universidadde Salamanca, padre de ocho hijos,durmiendo sus ocho horas cada noche yreservando sus dos horas de paseo cada tarde,¿de dónde sacaba tiempo don Miguelpara escribir y producir tanto? Hoy se sabeque los nueve voluminosos tomos de susObras completas, editadas por Escélicer hacemás de treinta años, no son ni la mitad de loque pueden ser sus próximas Obras completas,si es que algún día —eso esperamos—llegan a ponerse de acuerdo los principalesunamunólogos y estos con ponderadasinstituciones como la Universidad de Salamanca,la Junta de Castilla y León, el Ministeriode Educación, los herederos de donMiguel…Y en esta batallaquijotesca sólo teníacabida a un arma: lapalabra, única armarealmente poderosay efectiva; pues sin palabra—argüía— nada quedade humano, ni siquierala propia guerra¿Político?Tampoco suele considerarse a Unamunoun político, al menos en el sentido de políticoprofesional. Sin embargo, sí lo fue en elde originario de preocupación por la polis:muchos de sus artículos y conferencias giraronen torno a la exigua conciencia civildel pueblo español. Unamuno con —yantes que— Ortega, Marañón, Azaña…luchó por sacar a España del analfabetismocivil y religioso.La auténtica política no es, para don Miguel,la que hacen los políticos de oficio oelectoreros, sino la que se preocupa delavance cívico-espiritual del pueblo, la querespalda las libertades individuales, aunencontradas, y los bienes culturales de la tradiciónpopular. Él siempre defendió elliberalismo, pero un liberalismo dialéctico,civil, con tintes utópicos, ético-religiosos,que distaba mucho de los liberalismos enuso: tanto el político de Romanones, comoel económico manchesteriano. Ahora bien,la política de eternidad defendida por Unamunono es disociable de la preocupaciónpor el momento concreto o la penosa actualidad.Lo cierto es que su política no cuajóen el momento histórico, más bien llegó alaislamiento político y acabó exhortando a lossolitarios, los héroes anónimos e individualesdel pueblo. De aquí, su aversión a los partidospolíticos. Cuando Indalecio Prieto lecuestionó “¿Por qué no forma usted el partidode Unamuno?”, le replicó irónicamenteque no le merecía la pena, pues a tal partidosólo podrían pertenecer dos tipos de gente:los incondicionales, que a todo dicen que sícomo unos imbéciles o como unos pillos, yaquellos otros que establecen condicionesy disciplinas. En este sentido él defendía:“Yo no soy partido, sino entero y solo yo.”Salvo su breve afiliación al Partido Socialistade Bilbao (1894-1897) y los mítinespolíticos de las elecciones republicanas(1931), Unamuno no se “oficializó” políticamente.Incluso estas breves participacioneslo fueron como independiente, comoelemento crítico respecto a la línea ortodoxadel partido.Llegó a considerarse “profeta en sutierra”: no adivino, sino quien denuncia yaviva la conciencia civil, quien se sienteportavoz de la “madre España”, “madre ehija de todos nosotros”. Fue, pues, un“predicador civil”, cuya palabra llegaba alpueblo, era bien acogida, respetada y querida.Sólo que la perenne denuncia denuestro socrático “profeta”, así como muchosde los imprescindibles cambios quepregonaba, se perdieron en el desierto. Elpropio don Miguel lo constató en sus últimosmeses: su España, ideal al que habíadedicado su vida y su palabra quijotesca, seensangrentaba sin remedio… Aun así, suideal político alterutral aún sigue vigente:no “neuter” (ni con uno ni con otro), sino“alteruter” (con uno y con otro a la vez).En otros términos: la buena política nuncadebe caer en la triste neutralidad asépticani tampoco debe favorecer nunca la másque peligrosa bipolaridad extrema, sinoque debe abrazar desde el medio el enfrentamientodialógico civilizado, dondecada oponente comprenda a su contrario yllegue a razonar desde las entrañas de suadversario, por muy distantes que seanambos planteamientos.Quizá Robert Curtius aportó una delas primeras y mejores descripciones sobreUnamuno: excitator Hispaniae, porque sulabor es —no sólo era— la de despertarnosa todos los hispanos del letargo civil en quesolemos deambular por la existencia tantoindividual como colectiva.La magna obra de don Miguel es valiosa,no sólo por el gran peso literario que encierra,sino —acorde con el pensamiento fermentariode Vaz Ferreira— por todo elfermento poético o creativo que provoca ennuestros planteamientos vitales, nuestrasposiciones políticas, nuestros sentimientos,nuestras creencias civiles y religiosas... ❚Noviembre-Diciembre 2006Profesiones |65