13.07.2015 Views

colombia: el proyecto nacional y la franja amarilla - IDU

colombia: el proyecto nacional y la franja amarilla - IDU

colombia: el proyecto nacional y la franja amarilla - IDU

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>la</strong>bor se realizara. Desde <strong>el</strong> comienzo hubo quien supo cuáles eran nuestros deberes siqueríamos construir una patria medianamente justa e impedir que a <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga Colombia seconvirtiera en <strong>el</strong> increíble nido de injusticias, atrocidades y cinismos que ha llegado a ser.No podríamos decir que fue por falta de perspectiva histórica que no advertimos cuanimportante es para una sociedad reconocerse en su territorio, explorar su naturaleza,tomar conciencia de su composición social y cultural, y desarrol<strong>la</strong>r un <strong>proyecto</strong> que, sinconfundirlos, agrupe a sus <strong>nacional</strong>es en unas tareas comunes, en una empresa históricasolidaria.Siempre pienso en eso que no hicimos a tiempo cuando recuerdo aqu<strong>el</strong>los hermososversos que leyó Robert Frost en <strong>la</strong> posesión de John Kennedy, donde dec<strong>la</strong>ra <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ve d<strong>el</strong>destino de los Estados Unidos; cómo ese país que es históricamente nuestrocontemporáneo cumplió una tarea que aún nosotros no hemos cumplido:Esta tierra fue nuestraantes de ser nosotros de esta tierra.Fue nuestra más de un sigloantes de convertirnos en su gente.Fue nuestra en Massachusetts, en Virginia,pero éramos colonos de Ing<strong>la</strong>terra,poseyendo una cosas que aún no nos poseían,poseídos de aqu<strong>el</strong>lo que ya no poseíamos.Algo que nos negábamos a dar gastaba nuestra fuerza,hasta entender que ese algo fuimos nosotros mismos,que no nos entregábamos al su<strong>el</strong>o en que vivíamos,y desde aqu<strong>el</strong> instante fue nuestra salvación <strong>el</strong> entregarnos.La historia de Colombia es <strong>la</strong> historia de una prolongada postergación de <strong>la</strong> únicaaventura digna de ser vivida, aqu<strong>el</strong><strong>la</strong> por <strong>la</strong> cual los <strong>colombia</strong>nos tomemosverdaderamente posesión de nuestro territorio, tomemos conciencia de nuestra naturaleza-una de <strong>la</strong>s más hermosas y privilegiadas d<strong>el</strong> mundo-, tomemos conciencia de <strong>la</strong>magnífica complejidad de nuestra composición étnica y cultural, creemos <strong>la</strong>zos firmes queunan a <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción en un orgullo común y en un <strong>proyecto</strong> común, y nos comprometamosa ser un país, y no un nido de exclusiones y discordias donde unos cuantos privilegiados,profundamente avergonzados d<strong>el</strong> país d<strong>el</strong> que derivan su riqueza, predican día y noche undiscurso mezquino de desprecio o de indiferencia por <strong>el</strong> pueblo al que nunca supieronhonrar ni engrandecer, que siempre les pareció "un país de cafres", una especiesubalterna de barbarie y de fealdad.La primera traición a ese sueño <strong>nacional</strong> <strong>la</strong> obraron los viejos comerciantes que,preocupados sólo por sus intereses privados, se impusieron en <strong>el</strong> gobierno de <strong>la</strong> jovenrepública para bloquear toda posibilidad de una economía independiente, y permitieronque <strong>el</strong> país siguiera siendo un mero productor de materias primas para <strong>la</strong> gran industriamundial y un irrestricto consumidor de manufacturas extranjeras. Así como nuestrassociedades coloniales habían provisto a <strong>la</strong>s metrópolis de <strong>la</strong> riqueza con <strong>la</strong> cualconstruyeron sus ciudades fabulosas y desarrol<strong>la</strong>ron su revolución industrial, así nuestroacceso a <strong>la</strong> república no impidió que siguiéramos siendo los comparsas serviles de esaseconomías hegemónicas, y siempre hubo entre nosotros sectores poderosos interesadosen que no dejáramos de serlo. Ello les rendía beneficios: siempre hubo una aristocraciaparroquial arrogante y simu<strong>la</strong>dora que procuraba vivir como en <strong>la</strong>s metrópolis, disfrutando<strong>el</strong> orgullo de ser mejores que <strong>el</strong> resto, de no parecerse a los demás, de no identificarsecon <strong>el</strong> necesario pero deplorado país en que vivían. Nunca he dejado de preguntarme porqué los que más se lucran d<strong>el</strong> país son los que más se avergüenzan de él, y recuerdo conprofunda perplejidad <strong>el</strong> día en que uno de los hijos de un expresidente de <strong>la</strong> república meconfesó que <strong>la</strong> primera canción en español <strong>la</strong> había oído a los 20 años. Allí comprendí enmanos de qué c<strong>la</strong>se de gente ha estado por décadas este país. Aqu<strong>el</strong>los príncipes dealdea con vocación de virreyes sólo salían a recorrerlo cuando era necesario recurrir a <strong>la</strong>infecta muchedumbre para obtener o comprar los votos.También desde <strong>el</strong> comienzo, a pesar de que han sido poquísimos los casos de guerrasentre naciones en este continente, se generó una tradición de privilegios para <strong>el</strong>estamento militar, porque los gobiernos, que casi siempre descuidaban <strong>la</strong> suerte de <strong>la</strong>smuchedumbres humildes, necesitaban brazo fuerte y pulso firme a <strong>la</strong> hora de conjurarreb<strong>el</strong>iones. Y <strong>el</strong>lo resulta a su modo razonable, porque cuando se construye un régimenirresponsable y antipopu<strong>la</strong>r se hace absolutamente necesaria <strong>la</strong> fuerza para mantener a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!