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colombia: el proyecto nacional y la franja amarilla - IDU

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vivimos en un país sitiado por guerrilleros, narcotraficantes, paramilitares, autodefensas,milicias popu<strong>la</strong>res y d<strong>el</strong>incuentes comunes. Los dueños d<strong>el</strong> país tienen que sentir a<strong>la</strong>rmaante esto que no han sabido evitar con su poder. Esos millones y millones de pesos quenunca fueron capaces de invertir en evitar los males de <strong>la</strong> pobreza, los tienen que gastaren armas para reprimir a los hijos d<strong>el</strong> resentimiento y de <strong>la</strong> miseria. Como es sucostumbre, olvidan que <strong>el</strong>los tuvieron siempre <strong>el</strong> derecho y <strong>el</strong> poder de hacer y deshacer asu antojo, y acusan al pueblo de ser <strong>el</strong> causante d<strong>el</strong> caos. Leemos en los grandes diarios,cuyo esfuerzo persistente por disimu<strong>la</strong>r <strong>el</strong> horror y cuya renuncia culpable a ser <strong>la</strong>conciencia crítica de <strong>la</strong> sociedad han sido por décadas <strong>el</strong> sedante de <strong>la</strong> opinión pública,que <strong>el</strong> país ha perdido sus valores, que se han deteriorado <strong>la</strong> moral y <strong>la</strong>s buenascostumbres. Pero, como decía Bernard Shaw, hay momentos en que <strong>el</strong> pueblo no necesitamás moral sino más dinero. Tener con qué comer no garantiza que alguien se porte bien,pero no tenerlo francamente exige que uno se porte mal. Los responsables d<strong>el</strong> dramaempiezan a exigir que sean <strong>la</strong>s víctimas quienes arreglen lo que <strong>la</strong> codicia ha dañado,exactamente a <strong>la</strong> manera como ahora los fabricantes de basuras no biodegradablesproponen que en vez de <strong>el</strong>los detener <strong>la</strong> producción, los pueblos realicen periódicascruzadas de limpieza por campos, p<strong>la</strong>yas y ríos d<strong>el</strong> p<strong>la</strong>neta. La vieja estrategia consiste enprivatizar bien <strong>la</strong>s ganancias, y socializar vastamente <strong>la</strong>s pérdidas.A veces admiten que <strong>la</strong>s cosas están mal, pero inmediatamente les indigna que sepretenda buscar responsables. ¿Por qué buscar un culpable?, se preguntan. ¿Por qué noasumir que <strong>la</strong> historia nos ha traído a esto y que ahora lo tenemos que resolver entretodos? La verdad es que <strong>la</strong> corrección de los males exige descubrir dónde están <strong>la</strong>scausas, ya que todo <strong>proyecto</strong> histórico que pretenda erradicar los males sin conocer sufuente está condenado al fracaso. Nuestro insensato mod<strong>el</strong>o mental es en eso de unasiniestra comicidad. El mejor crítico de ese mod<strong>el</strong>o, Estanis<strong>la</strong>o Zuleta, solía decir que nohay que confundir <strong>la</strong>s causas de <strong>la</strong>s cosas con <strong>la</strong>s condiciones que <strong>la</strong>s hacen posibles."Por ejemplo -decía-, si a uno le cuentan que alguien se suicidó arrojándose de un octavopiso, y le preguntan cuál fue <strong>la</strong> causa de esa muerte, uno no responde que <strong>la</strong> ley de <strong>la</strong>gravedad". Pues bien, en Colombia continuamente confundimos <strong>la</strong>s causas de <strong>la</strong>s cosascon <strong>la</strong>s condiciones que <strong>la</strong>s hacen posibles. Si un par de sicarios asesina a alguien desdeuna moto, al día siguiente prohibimos <strong>la</strong>s motos. De <strong>la</strong> misma manera, confundimos <strong>la</strong>scausas con los efectos, creemos que alterando los efectos corregimos <strong>la</strong>s causas. Lad<strong>el</strong>incuencia común generalizada es hija de <strong>la</strong> miseria y de <strong>la</strong> exclusión, pero siempre hayalguien interesado en acabar con <strong>la</strong> d<strong>el</strong>incuencia sin alterar para nada esas condicionesde injusticia. El narcotráfico es fruto de una situación en <strong>la</strong> cual <strong>el</strong> trabajo honrado nopermite siquiera sobrevivir, mientras <strong>el</strong> trabajo ilegal es pagado copiosamente por unimperio opulento. Siempre hay alguien que quiere disipar <strong>el</strong> efecto sin modificar para nada<strong>la</strong> causa. La proliferación de vendedores ambu<strong>la</strong>ntes es fruto de <strong>la</strong> falta de alternativasformales de supervivencia. Siempre hay alguien que cree que <strong>la</strong> solución es echarles <strong>la</strong>policía o encerrarlos en sótanos donde no puedan competir. Y es tan grave <strong>la</strong> miseriamental de algunos, que se llega a pensar seriamente que <strong>la</strong> causa de <strong>la</strong> pobreza es quehaya pobres, y que por lo tanto <strong>la</strong> solución es acabar con <strong>el</strong>los, eso sí, a medianoche y en<strong>la</strong> oscuridad.Curiosamente, ahí sí hay culpables. Quienes se empeñan todo <strong>el</strong> día en negar que <strong>la</strong>responsabilidad de los males sociales le pueda ser imputada a los privilegiados (los únicosque tuvieron en sus manos <strong>la</strong> posibilidad de humanizar un poco <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o), siempre estándispuestos a vociferar que <strong>la</strong> culpa de <strong>la</strong> pobreza está en los pobres, <strong>la</strong> culpa de <strong>la</strong>d<strong>el</strong>incuencia en los d<strong>el</strong>incuentes y <strong>la</strong> culpa de los sicarios en <strong>la</strong>s motos que los llevan acumplir sus crímenes. Y no aceptarán nunca que si una sociedad tiene 35 millones dehabitantes y toda su riqueza está en manos de cinco, los otros 30 han sido expropiados.Está bien, así es <strong>la</strong> vida. Pero si esos cinco que son dueños de todo no se esfuerzan porgarantizar que su sociedad sea mínimamente viable para los otros, y se encierran en unegoísmo enfermizo y fascista, ¿con qué derecho podrán protestar cuando les llegue <strong>el</strong>turno de ser expropiados, en <strong>la</strong> hora inmisericorde de los resentidos y de sus machetes?Mi humilde opinión, pero hay quienes aseguran que no es así, es que esa hora espantosaestá más cerca de lo que muchos imaginan, y que, como diría Shakespeare, <strong>el</strong> egoísmoestá afi<strong>la</strong>ndo un cuchillo destinado a su propio cu<strong>el</strong>lo. El mal está andando, nadie hacenada por detenerlo, Colombia tiene cada año más crímenes que <strong>el</strong> anterior, mássecuestros, más extorsiones, más corrupción, más desigualdad, y <strong>la</strong>s voces oficiales

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