13.07.2015 Views

RELACIONES INTERNACIONALES - Acceso al sistema - Cámara ...

RELACIONES INTERNACIONALES - Acceso al sistema - Cámara ...

RELACIONES INTERNACIONALES - Acceso al sistema - Cámara ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

H. CÁMARA DE DIPUTADOSLIX LEGISLATURA.r;::"',~CONOCER PARA DECIDIR se denomina la serie que enapoyo a la investigación académica en ciencias soci<strong>al</strong>es,la <strong>Cámara</strong> de Diputados, LIX Legislatura, acordóiniciar en atención <strong>al</strong> histórico y constante interés delH. Congreso de la Unión por coeditar obras trascendentesque impulsen y contribuyan a la adopción delas mejores decisiones en políticas públicas e institucion<strong>al</strong>espara México, en su contexto internacion<strong>al</strong>, aefecto de atender oportunamente las diversas materiassobre las que versa el quehacer legislativo.La H. <strong>Cámara</strong> de Diputados, LIX Legislatura, estableceel acuerdo de coeditar con diferentes institucionesacadémicas, organismos leder<strong>al</strong>es y estat<strong>al</strong>es, así comocon autores y asociaciones independientes, investigacionesacadémicas y expresiones cultur<strong>al</strong>es de interésnacion<strong>al</strong>, que coadyuven a las tareas propias del legisladormexicano.


JieJll[lOllrJ mlrIllll[lOllíllr0:Ullil jJl:IJj) 2[l1YilJJs1211l1 [[1


TECNOLÓGICODE MONTERREY.RAFAEL RANGEL SOSTMANNRector del Sistema TecnológicoRORERTO RUEDA OCHOARector de la Zona Centro del Estado de MéxicoPEDRO GRASA SOLERDirector Gener<strong>al</strong> del Campus Estado de MéxicoRORERTO DOMiNGUEZ CÁCERESCoordinador de la colección Humanidades TEC


lirlllÜVllr3 lulEll1ilIJDJJlllr0:llilil ~Eg~EIÜYiljlS1Eml[ilu~r-'~;~.[)[).[)TECNOLÓGICODE MONTERREY.CAMPUS ESTADO DE MÉXICOEN APOYO A loAINVESTIGACIONACAOtMICAMÉXICO' 2005


Esta investigación, arbitrada por pares académicos,se privilegia con el av<strong>al</strong> de la institución propietariade 105 derechos correspondientes.La H. CÁMARA DE DIPUTADOS, LlX LEGISLATURA,participa en la coedición de esta obra <strong>al</strong> incorporarlaa su serie CONOCER PARA DECIDIRCoeditores de la presente ediciónH. CÁMARA DE DIPUTADOS, LlX LEGISLATURAINSTITUTO TECNOLÓGICO y DE ESTUDIOS SUPERIORESDE MONTERREYMIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editorPrimera edición, noviembre del año 2005© 2005INSTITUTO TECNOLÓGICO y DE EsTUDIOS SUPERIORESDE MONTERREY, CAMPUS ESTADO DE MtxlcO© 2005Por características tipográficas y de diseño editori<strong>al</strong>MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editorDerechos reservados conforme a la leyISBN 970-701-629-9Queda prohibida la reproducción parci<strong>al</strong> o tot<strong>al</strong>, directa Oindirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamentecon la autorización por escrito de 105 editores, entérminos de la Ley Feder<strong>al</strong> del Derecho de Autor y, en sucaso, de 105 tratados internacion<strong>al</strong>es aplicables.IMPRESO EN MÉXICO~ PRINTED IN MEXICO,,"'-" "'''''' ~. , ..... 11:1


PresentaciónROBERTO DOMÍNGUEZ CÁCERESLA COLECCIÓN "Humanidades Tec" ofrece a sus lectores elresultado de los estudios y los trabajos de investigación de lasdiferentes disciplinas del campo de las humanidades, t<strong>al</strong>escomo la filosofía, la política, el derecho, la literatura, el arte,así como de los estudios cultur<strong>al</strong>es y soci<strong>al</strong>es.El espíritu de la colección es promover diálogos interdisciplinariosque contribuyan <strong>al</strong> mayor entendimiento de lacompleja re<strong>al</strong>idad contemporánea. Por ello, las obras quela conforman estarán enfocadas desde perspectivas origin<strong>al</strong>esy diferentes.Asípretendemos que esta colección ensanche el horizonteque desde las humanidades permite reinterpretary comprendernuestra sociedad.Cada obra de la colección propone a la comunidad unareflexión meditada y origin<strong>al</strong> con la que nuestra instituciónsigue contribuyendo en la creación del pensamiento críticopara el fort<strong>al</strong>ecimiento de la conciencia sobre la importanciaque tiene la educación superior en la formación de ciudadanoslibres, informados y democráticos.Deseamos que esta colección crezca conjuntamente con elpermanente deseo por estudiar, aprender y reflexionar cadadía sobre nuestro mundo y sobre nosotros mismos.5


Introducción.El estudio teórico de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es¿Es el objeto de estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es susceptible de unestudio disciplinario, de <strong>al</strong>guna manera coherente,o es sólo un montón de acontecimientos entre losque elegimos según los intereses del momento ya los que no se puede aplicar ninguna teoría coherente,ninguna gener<strong>al</strong>ización o método estandarizado?MORTON KAPlANEL ESTUDIO teórico de las relaciones internacion<strong>al</strong>es es elesfuerzo intelectu<strong>al</strong> encaminado a organizar y clasificarel cúmulo de datos sobre el escenario internacion<strong>al</strong> que elaspirante a especi<strong>al</strong>ista de esta área percibe <strong>al</strong> observarel mundo y desempeñarse en él. Es un esfuerzo necesario,del cu<strong>al</strong> depende en gran medida la imagen que elobservador se forma de su objeto de estudio y la formacomo decide actuar frente a él, mientras más rápido seconvenza de esto, mejor posición tendrá para estudiarlas relaciones internacion<strong>al</strong>es como fenómeno práctico ycontribuir a su desarrollo disciplinario.El trabajo que a continuación presento es el resultadode inquietudes que empecé a generar como estudioso delescenario internacion<strong>al</strong> desde mediados de la década de lossetenta del siglo pasado, pero sobre todo, a raíz de mi expe-7


8David J. Sarquísriencia como docente, particularmente en el área de la teoría delas relaciones internacion<strong>al</strong>es, durante los últimos 15 años.Es a partir de esta experiencia que gradu<strong>al</strong>mente fui cobrandoconciencia de la enorme importancia que tiene el hechode contar con un objeto de estudio claramente definido, no sólopara poder organizar, en función de este reconocimiento, el procesode enseñanza-aprendizaje de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,sino para permitir además, el desarrollo mismo de la disciplinacomo un esfuerzo intelectu<strong>al</strong>, sistemático y coherente que aspira<strong>al</strong> conocimiento de un segmento especifico y diferenciado de la re<strong>al</strong>idadsoci<strong>al</strong>.La carrera de relaciones internacion<strong>al</strong>es ha tenido un augeverdaderamente sorprendente en el curso de los últimos 15 años.Apenas a principios de la década de los setenta del siglo pasadoexistían sólo tres instituciones educativas de nivel superior enMéxico que la impartían en el nivel de licenciatura 1 y era prácticamentedesconocida a nivel de posgrado; hoy en día, sin embargo,a principios del 2005, son más de 90 instituciones en todoel país las que imparten estudios internacion<strong>al</strong>es en <strong>al</strong>guna desus distintas mod<strong>al</strong>idades. 2En re<strong>al</strong>idad, este notable incremento del interés por la carrerano debe sorprendernos. La dinámica de la sociedad internacion<strong>al</strong>ha sido tan vertiginosa durante el último cuarto de siglo, queel interés académico en ella es sólo una respuesta natur<strong>al</strong> a lamagnitud de los acontecimientos que se han generado paratransformar <strong>al</strong> mundo y que, además, gracias a las igu<strong>al</strong>menteimpresionantes transformaciones en los medios de comunicacióny de transporte de nuestra era, resultan casi imposible de1 Estas instituciones eran: la Universidad Femenina de México (ya desaparecida), laUniversidad de las Américas en Puebla, Puebla, y la propia UNAM a través de su Facultadde Ciencias Políticas y Soci<strong>al</strong>es. Debe reconocerse el carácter pionero de estos estudios enMéxico, ya que, en la mayor parte del mundo, relaciones internacion<strong>al</strong>es sólo se estudiabancomo área de especi<strong>al</strong>idad de <strong>al</strong>guna otra disciplina soci<strong>al</strong>.'las princip<strong>al</strong>es mod<strong>al</strong>idades de estudio a nivel licenciatura son: relaciones internacion<strong>al</strong>es,comercio internacion<strong>al</strong>. negocios internacion<strong>al</strong>es y estudios internacion<strong>al</strong>es.


Introducción. El estudio teórico9ignorar para un número creciente de la población tot<strong>al</strong> del planeta;gran parte de la cu<strong>al</strong> no sólo se entera de los cambios através de los espacios noticiosos, sino que, de hecho los vive, muchasveces de manera dramática, a través de sus efectos, no siemprebondadosos, en todos los ámbitos de la vida soci<strong>al</strong>.Desde este punto de vista, resulta <strong>al</strong>tamente positivo que sehaya incrementado el interés académico por comprender mejora las relaciones internacion<strong>al</strong>es como objeto de estudio y que seesté buscando la manera de preparar especi<strong>al</strong>istas cada vezmás capacitados para conducirlas en la práctica. Pero, ¿qué significaesto?, ¿cómo se traduce este creciente interés académico ypopular en un plan de estudios coherente, integr<strong>al</strong>, claramentedefinido, con la intención de preparar a un especi<strong>al</strong>ista de estaárea? La respuesta no es fácil de articular, pero la reflexión parahacerlo es necesaria, porque de ella depende la posibilidad dedotar <strong>al</strong> internacion<strong>al</strong>ista de una identidad propia en el universode los estudiosos de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>.El problema de la identidad propia en el ámbito disciplinarioes ciertamente un problema sui generis; durante mucho tiempo,diversas disciplinas se esforzaron por deslindarse de su origencomún en la matriz disciplinaria de la filosofía y así adquiriruna identidad propia; para hacerlo, se empeñaron en demostrarque poseían un objeto de estudio singular, es decir, unsegmento de la re<strong>al</strong>idad, el cu<strong>al</strong> podían an<strong>al</strong>izar de maneraprivilegiada, cuando no exclusiva. Esto llevó en <strong>al</strong>gunos casos<strong>al</strong> exceso de pensar que la re<strong>al</strong>idad misma podía ser divididao parcelada de manera nítida e impecable para diferenciar loscampos de estudio de cada disciplina y fin<strong>al</strong>mente a propiciarun creciente <strong>al</strong>ejamiento entre ellas.La visión contemporánea de la ciencia, con un enfoque sistémico,sostiene que t<strong>al</strong> separación o parcelación de los objetos deestudio no es posible (más que artifici<strong>al</strong>mente y con fines didácticos)ya que de hecho, la re<strong>al</strong>idad está irremediablemente interconectada,de t<strong>al</strong> suerte que los traslapes en el estudio de cu<strong>al</strong>quieraspecto de la re<strong>al</strong>idad son inevitables.


DavidSarquísSin embargo, la re<strong>al</strong>idad en su conjunto es <strong>al</strong>go sumamentecomplejo y difícil de captar o asimilar "a golpe de vista", por locu<strong>al</strong> requiere del esfuerzo de segmentación (por lo menos comopaso inici<strong>al</strong> en la búsqueda del conocimiento) para poder ser abordaday fin<strong>al</strong>mente comprendida, de ahí que la idea de una autonomíadisciplinaria se sostiene, no ya sobre la base de una pretendidaexclusividad sobre un objeto de estudio, sino simplementeen torno a la idea de un ángulo de visión preferente, el cu<strong>al</strong> dotade un significado concreto <strong>al</strong> objeto de estudio, permitiendo así<strong>al</strong> observador un trabajo de delimitación fincado en el análisisde sus diferencias con respecto <strong>al</strong> resto de la re<strong>al</strong>idad.El intento por dotar a los internacion<strong>al</strong>istas de una identidadpropia no es enteramente nuevo. De hecho, hay entre la opiniónpública mundi<strong>al</strong> un creciente interés por las cuestiones internacion<strong>al</strong>esdesde mediados del siglo XIX y un esfuerzo sistemáticopor desarrollar una disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>esdesde fin<strong>al</strong>es de la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong>. No obstante, esteesfuerzo de comprensión ha estado dirigido desde el seno de otrasmatrices disciplinarias que sólo asumen a las relaciones internacion<strong>al</strong>escomo una extensión natur<strong>al</strong> de su propio campo detrabajo.Es intención de esta obra mostrar que t<strong>al</strong> afirmación es sóloparci<strong>al</strong>mente correcta y que, de su adecuada clarificación dependeen sentido estricto la posibilidad de dotar <strong>al</strong> internacion<strong>al</strong>istade una identidad propia. En el prólogo de uno de los trabajospioneros en el área de los estudios teóricos en relaciones internacion<strong>al</strong>esWilliam Fax escribió:En el contexto de la fraternidad académica, el estudioso de la políticainternacion<strong>al</strong> ha tenido que padecer toda una gama de indignidades.Se le ha llamado, repetidamente un vulgar mercachiflesde los asuntos internacion<strong>al</strong>es, un <strong>al</strong>cahuete de los requerimientosde corto plazo de una burocracia presionada y portador de unagran cantidad de datos amorfos acerca de cuestiones contempo-


11ráneas, a las que ningún cuerpo de teoría aceptada de la políticainternacion<strong>al</strong> le ha dado el debido tratamiento. 3Uno de mis objetivos princip<strong>al</strong>es es precisamente el de combatiresa imagen perniciosa del internacion<strong>al</strong>ista y contribuir a definirlas bases de su identidad profesion<strong>al</strong> empezando por delimitaradecuadamente su objeto de estudio.Hacia fin<strong>al</strong>es de los años sesenta del siglo pasado, en la mayorparte del mundo, la formación universitaria para los estudiantesinteresados de cu<strong>al</strong>quier manera en el trato con el extranjeroo en el acontecer internacion<strong>al</strong> estaba íntimamente vinculadaa las llamadas ciencias de la diplomacia; en otras p<strong>al</strong>abras, elestudiante que incursionaba en esta área se estaba formandoconcretamente para intentar ingresar <strong>al</strong> servicio exterior de supaís. Hacia principios de los años setenta, por lo menos en Méxicoy bajo un enfoque que ciertamente debe considerarse comopionero, a través de una reforma a los planes de estudio en laFacultad de Ciencias Políticas y Soci<strong>al</strong>es de la UNAM, se reconocióque el ámbito de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, tanto en la prácticacomo en la academia, era mucho más amplio que el restringidoterreno de la política exterior, o incluso que el de la políticainternacion<strong>al</strong> (que no por ello se volverían menos importantescomo objetos de estudio) aunque todavía tendrían que pasar pocomás de dos décadas para que el campo labor<strong>al</strong> de los internacion<strong>al</strong>istasse fuese abriendo en concordancia con la ampliacióndel <strong>al</strong>cance que se le había intentado dar a la profesión a principiosde los setenta desde las aulas universitarias.Fue, en gran medida a raíz del deshielo polar de principios delos noventa y la consecuente apertura de las fronteras nacion<strong>al</strong>esimpulsada, sobre todo (aunque no de manera exclusiva)por las fuerzas del mercado, que el interés por los asuntos internacion<strong>al</strong>escomenzó a tomar forma de necesidad en un númerocreciente de países.'Cfr. Morton Kaplan, System and Process in Internationa/ Relations, Nueva York,John Wiley and sons Ine., 1957, p. vii.


12David J. SarquísDe repente, empezaron a desvanecerse las viejas certezas bajolas que se habían movilizado los actores del escenario internacion<strong>al</strong>por espacio de casi medio siglo y esto empezó a tener susinevitables consecuencias enel ámbitoacadémico (concretamenteen el espacio destinado a la reflexión teórica); las condicionescambiaron y las actitudes, muchas de ellas anquilosadas, tambiéntuvieron que comenzar a cambiar.Esto tendría que haberse reflejado en las aulas universitariascon mayor contundencia, sin embargo, los planes de estudio universitariosconservaron, y en gran medida mantienen hasta lafecha, el carácter fragmentario y desarticulado que habían tenidohasta principios de los noventa y que claramente reflejan lasdificultades a las que se enfrentan los profesionistas de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es en la búsqueda de su propia identidadcomo estudiosos en el terreno más amplio de las ciencias soci<strong>al</strong>es.En efecto, si uno los an<strong>al</strong>iza, incluso de manera superfici<strong>al</strong>,la mayoría de los planes de estudio de la carrera de relacionesinternacion<strong>al</strong>es parecen colecciones artificiosamente armadasde materi<strong>al</strong> "prestado" de otras áreas de estudio: derecho internacion<strong>al</strong>,economía internacion<strong>al</strong>, política internacion<strong>al</strong>, historia"univers<strong>al</strong>" (de corte marcadamente eurocéntrico), etcétera.Incluso, a la fecha, un número aún importante de profesoresencargados de formar internacion<strong>al</strong>istas son egresados de otrasáreas de especi<strong>al</strong>idad, lo cu<strong>al</strong>, aunque no necesariamente m<strong>al</strong>o,sí ha dificultado enormemente tanto la consolidación disciplinariade las relaciones internacion<strong>al</strong>es como la definición clarade una identidad propia entre los internacion<strong>al</strong>istas.Quizá, vista desde fuera, la búsqueda de una identidad propiacomo internacion<strong>al</strong>ista pueda ser considerada como una obsesióninnecesaria, después de todo, se han hecho estudios internacion<strong>al</strong>esdesde diversas ópticas, bajo la égida de otras disciplinassoci<strong>al</strong>es desde hace mucho tiempo. ¿Por qué entonces habríade preocuparnos la cuestión de una nueva disciplina autónoma?Yo creo que esta respuesta debe interesar vivamente a los miles


Introducción. El estudio teóricode jóvenes que hoy en día han manifestado una orientación vocacion<strong>al</strong>hacia esta carrera y la estáncursando en <strong>al</strong>guna instituciónde educación superior, ya que en gran medida se trata de lajustificaciónmisma de su existencia profesion<strong>al</strong>.Es hipótesis de este trabajo que, para resolver la crisis de identidadreferida, así como para consolidar una disciplina de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es propiamente dicha hay que trabajarintensamente ya profundidad en el terreno de la identificación delobjeto de estudio distintivo de las relaciones internacion<strong>al</strong>es. Sólo asíse podrá justificar la necesidad de la disciplina como esfuerzointelectu<strong>al</strong> autónomo, se podrán reorganizar adecuadamente losplanes de estudio de la carrera y practicar de manera provechos<strong>al</strong>as actividades de enseñanza-aprendizaje en esta disciplina.Esta es, desde mi perspectiva, una de las tareas más apremiantesde la teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es contemporáneas ya ella está dedicado este modesto esfuerzo.El trabajo de identificación de un objeto de estudio propiopara los especi<strong>al</strong>istas en relaciones internacion<strong>al</strong>es se inscribedentro de la problemática epistemológica de la disciplina yresulta, desde mi punto de vista, cruci<strong>al</strong> para un mejor desempeñode la labor docente en el área. Difícilmente podemos pensaren una labor docente exitosa, en ausencia de un programa deestudios coherente, el cu<strong>al</strong>, a su vez, no será fácil diseñar sinun objeto de estudio claramente identificado a la vista, de dondelos maestros podrán definir qué enseñar y cómo abordar elproceso de enseñanza aprendizaje destinado a formar a un internacion<strong>al</strong>ista,como profesion<strong>al</strong> diferenciado en el ámbito de lasciencias soci<strong>al</strong>es.Esto no significa, en forma <strong>al</strong>guna, que el trabajo de reflexiónpreviamente re<strong>al</strong>izado en el ámbito de las relaciones internacion<strong>al</strong>esdesde la óptica de otras disciplinas soci<strong>al</strong>es carezca desentido, de significado, o mucho menos de importancia. Antes<strong>al</strong> contrario, todo ese trabajo es justamente la base desde la cu<strong>al</strong>se debe partir hoy en día en el intento por definir con precisiónel objeto de estudio propio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.


14David J. SarquísEs obvio que el materi<strong>al</strong> de análisis para iniciar este esfuerzoabunda, aunque no es del todo claro que esté form<strong>al</strong>mentearticulado en una propuesta teórico-metodológica sólida, capazde sustentar la aún debatida autonomía de las relaciones internacion<strong>al</strong>esen el área de los estudios soci<strong>al</strong>es. Para muchos especi<strong>al</strong>istas,lo internacion<strong>al</strong> no es sino una extensión, una especiede apéndice que debe ser vista y an<strong>al</strong>izada, desde la óptica particularde otras disciplinas soci<strong>al</strong>es ya consolidadas, como laciencia política, la economía, el derecho o la historia según sea elcaso, porque sólo desde ahí tiene verdaderamente sentido.Mi impresión person<strong>al</strong> es que, en el proceso de construcciónsoci<strong>al</strong>, el flujo de interacción que se establece origin<strong>al</strong>mente entreentidades políticamente autónomas,4 crea un nuevo ámbito; unadimensión cu<strong>al</strong>itativamente diferenciada de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> yuna nueva dinámica de acción entre los seres humanos.Esta nueva dimensión de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> rebasa el límite deobservación tradicion<strong>al</strong> de las ciencias soci<strong>al</strong>es, gener<strong>al</strong>menteenfocadas en el análisis de los procesos que ocurren <strong>al</strong> interiorde los grupos, con una perspectiva del actor soci<strong>al</strong> individu<strong>al</strong>y por lo tanto, se plantea la necesidad de un nuevo desarrollodisciplinario, en el que predomina el actor colectivo en un espaciono institucion<strong>al</strong>izado de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>.Es aquí, desde mi punto de vista donde cobra sentido la ideade las relaciones internacion<strong>al</strong>es como congénere, por derechopropio, de las demás ciencias soci<strong>al</strong>es. A partir de esta reflexión,creo yo, el área teórica de las relaciones internacion<strong>al</strong>es tiene quedesarrollar los argumentos para sustentar esta visión.4 El concepto de entidades políticamente autónomas es cruci<strong>al</strong> para el estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es y se refiere a los diversos grupos humanos que pueblan el planetay que tanto histórica como geográficamente se diferencian entre sí a partir de su organizaciónpolítica form<strong>al</strong>mente independiente, es decir soberana, lo cu<strong>al</strong>, entre otras cosas,contribuye a hacerlos cultur<strong>al</strong>mente diferentes. Esto es importante porque, en principio,esa autonomía política de las colectividades humanas ha sido el criterio de base parapoder empezar a hablar de relaciones internacion<strong>al</strong>es, aunque ciertamente, hoy en día estecriterio, por sí solo, se ha vuelto a todas luces insuficiente, dada la creciente participaciónde los actores no estat<strong>al</strong>es en la conformación y el devenir de la sociedad internacion<strong>al</strong>.


·.. __. _ .. __ ,I:.:n.:_t,.,r_o::..d:::.u.=-_c,::.::.c_:i.:ó:.::n::...::;¡E",! ____ teórico15La teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es es una materia quese ubica en el contexto del bloque teórico-metodológico de lacarrera, el cu<strong>al</strong> integra una de las cinco áreas básicas que tradicion<strong>al</strong>menteconforman el currículo de nuestra disciplina en elámbito universitario (derecho, economía, historia y política sonlas otras cuatro). La dificultad de su estudio parte inici<strong>al</strong>mentede las exigencias específicas planteadas <strong>al</strong> estudioso por el manejodel pensamiento abstracto, que invariablemente se necesitacuando empieza uno a tratar de vislumbrar un objeto de estudiopropio en un ámbito de intangibles ya tratar de identificar las relacionescaus<strong>al</strong>es que lo determinan o que, por lo menos lo condicionan,según lo pretendamos ver.La identificación de un objeto de estudio propio es en sí latarea que hace posible el siquiera hablar de un desarrollo disciplinarioen cu<strong>al</strong>quier área del conocimiento y forjar la identidadque distingue <strong>al</strong> profesionista que se aboca a su estudio. Esclaro que, mientras t<strong>al</strong> objeto de estudio no exista y esté claramentedelimitado, no podrá haber desarrollo disciplinario.Pero los objetos de estudio no se inventan a partir de la nada,obviamente deben tener <strong>al</strong>guna forma de conexión con eso quegenéricamente llamamos la re<strong>al</strong>idad, desde donde cobran formay se retro<strong>al</strong>imentan como entidades para el análisis, de lo contrario,difícilmente pueden llegar a ser justificados como objetosde estudio. Cada una de las ciencias que hoy día conocemos comot<strong>al</strong>es han pasado por este proceso de autoafirmación a travésde la identificación de un segmento de la re<strong>al</strong>idad que reclamancomo terreno propio para el desarrollo de la reflexión crítica.Desde esta perspectiva, hablar de una "sociedad internacion<strong>al</strong>",5de sus componentes o de su trayectoria evolutiva, desus elementos o fuerzas condicionantes o de la interrelaciónque guardan entre ellas o incluso, de su comportamiento bajouno u otro entorno determinado resulta, en ocasiones, un verdaderoreto a la imaginación; sobre todo, cuando tantos detrac-5 Cfr., por ejemplo, Antonio Truyol Sierra, La sociedad internacion<strong>al</strong>, Alianza, 1974.


16David J. Sarquístares (muchos de ellos con incuestionable habilidad) ponen entela de juicio la existencia misma de un objeto de estudio propiopara las relaciones internacion<strong>al</strong>es, separado y separable del objetode estudio que abordan ya otras disciplinas dentro del área de losestudios soci<strong>al</strong>es por cuenta propia y, en consecuencia argumentancontra la idea de nuestro desarrollo disciplinario autónomo.Evan Luard inicia su estudio sobre la sociedad internacion<strong>al</strong>con una reflexión ilustrativa sobre este particular: "la primerapregunta que debemos hacernos <strong>al</strong> tratar de estudiar a la sociedadinternacion<strong>al</strong> es, ¿existe acaso t<strong>al</strong> tipo de sociedad? A primeravista, el mundo como tot<strong>al</strong>idad es una entidad tan vastay amorfa, con vínculos entre sus partes tan tenues que prácticamenteresulta absurdo concebirlo como una "sociedad" quepuede ser objeto de escrutinio sistemático". 6Ciertamente, si la idea de sociedad implica un mínimo decohesión institucion<strong>al</strong> basado en prácticas y tradiciones comunes,es difícil, aun bajo el esquema actu<strong>al</strong> de la glob<strong>al</strong>izaciónimaginar <strong>al</strong> conjunto de estados soberanos e independientescomo un bloque unitario de cu<strong>al</strong>quier especie; menos aún unasociedad.Lo mismo ocurre cuando hablamos del "<strong>sistema</strong>internacion<strong>al</strong>",de "comunidad internacion<strong>al</strong>", de "sociedad de naciones" ode cu<strong>al</strong>quiera otra denominación para tratar de referir a nuestroobjeto de estudio. En este sentido, nuestro objeto de estudio pareceefectivamente diluirse en "cosas" o "aspectos" o incluso "procesos"ya estudiados por otras disciplinas: guerras, <strong>al</strong>ianzas, políticaexterior, derecho internacion<strong>al</strong>, intercambios comerci<strong>al</strong>es, relacionesdiplomáticas, etcétera. 7 ¿Qué le queda entonces <strong>al</strong> pretendido"internacion<strong>al</strong>ista" reclamar como patrimonio propio parael desarrollo de una identidad profesion<strong>al</strong> autónoma, en el contextode una re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> que ya ha sido agotada por las otrasdisciplinas soci<strong>al</strong>es?6 Evan Luard, Intemation<strong>al</strong> Society, Hong Kong, New Arnsterdam Books, 1990, p. 1.7 Es en este contexto que se da la "lucha" de los internacion<strong>al</strong>istas por la consolidaciónde una comunidad epistémica por derecho propio.


Introducción. El estudio teórico17Adicion<strong>al</strong>mente, la posibilidad de contrastar tantas diferentesversiones o formas de interpretación sobre un mismo hechocomplican todavía.más la existencia del aspirante a especi<strong>al</strong>istaen el área, llegando incluso a desmotivar a quienes, tristementeconcluyen que la teoría soci<strong>al</strong> en su conjunto debería ser unasubespeci<strong>al</strong>idad en estudios sobre ideología. En esta direcciónapunta Hermann Hesse cuando afirma, a través de Harry H<strong>al</strong>lerque: "El hombre no es capaz de pensar en un nivel elevado, ya queincluso los de tendencia más espiritu<strong>al</strong> y <strong>al</strong>tamente cultivadosven <strong>al</strong> mundo a través de los lentes de fórmulas engañosas ysimplificaciones sosas; pero sobre todo, de sí mismos."sEsta afirmación nos mete de lleno a la problemática del observadorde la escena internacion<strong>al</strong> como un sujeto cognoscente <strong>al</strong>a que se refiere el primer capítulo de este trabajo. Mientras queesta relación no haya quedado debidamente establecida, elobservadorde la escena internacion<strong>al</strong> no dejará de ser un mero comentaristacasu<strong>al</strong>, más o menos agudo del acontecer internacion<strong>al</strong>.Por otra parte, el manejo de las nociones, conceptos y categorías,que requiere la formulación de modelos, hipótesis yteorías, que fin<strong>al</strong>mente conducen a la construcción paradigmáticay a la formación de escuelas de pensamiento en nuestra disciplina,también exige una formación previa suficientemente sólidaencuestiones de lógica form<strong>al</strong>, de la cu<strong>al</strong>, gener<strong>al</strong>mente sólo guardamosun débil y distante recuerdo, tan superfici<strong>al</strong> como sueleser (sin pretender gener<strong>al</strong>izar de manera abusiva) nuestro pasopor la preparatoria.Un problema adicion<strong>al</strong> (que no es de los menores, por cierto)que afecta <strong>al</strong> estudioso de las cuestiones de tipo teórico en relacionesinternacion<strong>al</strong>es (aunque ciertamente el problema no esexclusivo de nuestra área en forma <strong>al</strong>guna) es el vinculado conel famoso asunto del método. La pertinaz insistencia de los pro-BHermann Hesse, The Steppenwolf, 1977, p. 66.


18David J. Sarquísfesores <strong>al</strong> destacar la relevancia del empleo correcto de un marcoteórico-metodológico a la hora de discernir en torno a cu<strong>al</strong>quierproblemática de carácter histórico-soci<strong>al</strong>, aunado a la deficienteexplicación que norm<strong>al</strong>mente acompaña a esta insistencia, sueleser causa de la más desesperante confusión entre el <strong>al</strong>umnado,lo cu<strong>al</strong>, no pocas veces lleva a los jóvenes incluso a desistir enel empeño de fin<strong>al</strong>mente titularse.Es cierto que la cuestión del método es un asunto cruci<strong>al</strong> ydelicado en el análisis soci<strong>al</strong> y que, de ninguna manera deberáser minimizado, pero me parece que tampoco debemos caer enel exceso de la mitificación que lo convierta en un asunto prácticamenteins<strong>al</strong>vable. El <strong>al</strong>umno debe llegar a entender que, sinlugar a dudas, el método en ciencias soci<strong>al</strong>es jamás podrá serreducido a una mera cuestión de trámite: no se trata de un procedimientoni de un recetario; no existen en nuestra área lasfórmulas "mágicas" que inexorablemente conducen a un resultadoprevisible de antemano. Pero es responsabilidad del maestroorientarlo para llegar a esta conclusión y a la comprensión dela natur<strong>al</strong>eza "paradigmática" de las cuestiones metodológicasen el análisis soci<strong>al</strong>. Es decir, el <strong>al</strong>umno tiene que aprender quees precisamente a través de un marco teórico metodológicoque se ve y se interpreta la re<strong>al</strong>idad.Por supuesto que esta tarea se complica enormementecuando el propio maestro tiene ya muyfirmemente establecidossus propios puntos de vista sobre la natur<strong>al</strong>eza operativa de suobjeto de estudio, pues cuando eso sucede (lamentablemente conmucha más frecuencia de lo que sería razonablemente deseablepara garantizar la s<strong>al</strong>ud ment<strong>al</strong> del <strong>al</strong>umno) difícilmente se puede:a) presentar ante el <strong>al</strong>umnado, de la manera más objetiva posible,el menú re<strong>al</strong> de opciones para llevar a cabo una investigación,b) hacerle ver que una opción metodológica no debe ser manejadacomo una verdad absoluta, ya que necesariamente implica un problemade perspectiva, es decir, un problema de ángulo de observación,desde el cu<strong>al</strong> nos posicionamos para interpretar diferentesaspectos de nuestro objeto de estudio, y fin<strong>al</strong>mente,


Elteórico19e) hacerle ver <strong>al</strong> <strong>al</strong>umno que ello incorpora de manera inevitableun elemento inescapable de subjetividad en nuestra apreciación dela re<strong>al</strong>idad (lo cu<strong>al</strong> no debe ser usado jamás como pretexto paranegar la posibilidad re<strong>al</strong> del conocimiento; he ahí la paradoja másgrande que vamos a encontrar en este resb<strong>al</strong>adizo terreno).En este sentido, debería resultar suficientemente claro que el"llegar a entender" unfenómeno dado implica básicamente proyectarlodesde la perspectiva del observador, pero en términos que puedanser compartidos con otros observadores, para eso se usa a la propiare<strong>al</strong>idad como parámetro, como el "ágora" o plaza pública enla que tienen que ventilarse las cuestiones públicas.No en b<strong>al</strong>de señ<strong>al</strong>aba Protágoras que el hombre es la medidade todas las cosas, pero <strong>al</strong> hacerlo, no me parece que haya estadoretro<strong>al</strong>imentando una meg<strong>al</strong>omanía insaciable, sino simplementeseñ<strong>al</strong>ando lo que la pedagogía contemporánea ha llegado a vislumbrarcomo obvio; que para entender cu<strong>al</strong>quier cosa, el individuocomo sujeto cognoscente tiene que riferirla a <strong>al</strong>go que ya deantemano le resultaba comprensible. En este sentido, me parece que,efectivamente, el campo de la didáctica para un mejor desempeñodocente en el área de la teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>esestá aun en fase de desarrollo.Otro aspecto a considerar entre los problemas básicos para elestudio teórico de las relaciones internacion<strong>al</strong>es es la muy comúntendencia a confundir entre la teoría propiamente dicha y lahistoria del esfuerzo teórico, confusión que, en el mejor de loscasos, norm<strong>al</strong>mente lleva <strong>al</strong> docente a centrar sus cursos en elanálisis de las que él mismo considera como las propuestas másrelevantes o vanguardistas para la explicación de los hechos internacion<strong>al</strong>es(y que, en nuestro caso, gener<strong>al</strong>mente son de procedenciaextranjera, con marcadas tendencias eurocéntricas, especi<strong>al</strong>menteanglosajonas). 99Aquí el problema consiste, desde luego en que, a partir de esos análisis, el estudianteaprende a ver ya entender el mundo t<strong>al</strong> como se lo describen esas teorías, y no cultiva la posibilidadde enfocarlo o plantearlo desde <strong>al</strong>guna otra perspectiva, posiblemente más benéficaa sus propios intereses.


20David J. SarquísEl enfoque historicista del análisis teórico tiende a privilegiarcomo objetivo princip<strong>al</strong> para el <strong>al</strong>umnado, la memorización deautores, obras y supuestos epistemológicos básicos que caracterizan<strong>al</strong> desarrollo de la disciplina, mientras que, lamentablementese deja <strong>al</strong> margen la problemática de fondo de la auténticaarticulación teórica; es decir el origen y surgimiento de las nocionesbásicas, la intensión y extensión de los conceptos que seemplean en el análisis, la elaboración de categorías, la formulaciónde hipótesis y modelos para explorar la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>,la construcción del marco teórico-conceptu<strong>al</strong> a travésdel cu<strong>al</strong> se "filtra" y se "acomoda" la información seleccionadapor el an<strong>al</strong>ista, la búsqueda de significado y la representaciónfin<strong>al</strong> que se hacen los investigadores del objeto de estudio sobreel cu<strong>al</strong> están trabajando, todo lo cu<strong>al</strong> permite la clasificación yprocesamiento de la información recabada, con el propósito deconsolidar unavisión paradigmática de nuestro objeto de estudio.El estudio teórico de las relaciones internacion<strong>al</strong>es es entonces,como puedeverse, unproceso de abstracción estrechamentevinculado con el tipo de esfuerzo <strong>al</strong> que se dedica la filosofíadesde tiempo atrás, muy particularmente en el área del reconocimientode la relación entre un sujeto cognoscente y unobjeto de conocimiento; la forma en que éstos se influyen recíprocamentey el modo en que, a partir de ello se generan en elsujeto, las formas de conocimiento que lo caracterizan y queconstituyen el objetivo fin<strong>al</strong> de todo proceso de investigación.Distinguir entonces entre la teoría propiamente dicha y lahistoria del esfuerzo teórico no es tarea vana; de hecho puededecirse que ambos esfuerzos tendrían que ser considerados comocomplementarios en el proceso integr<strong>al</strong> de formación de unbuen internacion<strong>al</strong>ista.1010Algunos de estos aspectos habían sido ya mencionados en A. González y D.,Sarquís, "La licenciatura en Relaciones Internacion<strong>al</strong>es de la Facultad de Ciencias Políticasy Soci<strong>al</strong>es: el área de la teoría", Revista de la Coordinación de Relaciones Internacion<strong>al</strong>es,núm. 60, FCPYS, UNAM, octubre-diciembre de 1993, pp. 81-85.


Introducción. El estudio teórico21Esta dificultad, por cierto, no es patrimonio exclusivo de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es, es de hecho bien conocida en la mayoríade los esfuerzos disciplinarios:Son de todos conocidas las dificultades con que tropieza laenseñanza de la filosofía (...) Casi todos los profesores prefierenel método histórico <strong>al</strong> sistemático, por considerar, fundament<strong>al</strong>mente,que el primero es indispensable para la formación delsentido crítico. Sin embargo, no por ello se pierde de vista el hechode que no es posible limitarse a una historia de la filosofía integradacon unas cuantas noticias adicion<strong>al</strong>es acerca de las teorías e institucioneseducativas. Por otra parte, sucede con frecuencia que unexamen más amplio de los problemas pedagógicos impide estudiarcon el debido detenimiento los problemas propiamente filosóficos.l1En el ámbito de los estudios internacion<strong>al</strong>es, esta problemáticaha orillado, como acabamos de señ<strong>al</strong>ar, a que el diseño de loscursos de teoría se haga, en la mayoría de los casos, predominantementeorientado hacia la observación de la historia del esfuerzoteórico antes que <strong>al</strong> análisis de los problemas filosóficosque éste implica. T<strong>al</strong> enfoque tiende a fort<strong>al</strong>ecer más el desarrollode la memoria antes que el de las capacidades an<strong>al</strong>íticas. Es porello que, históricamente, los marcos teórico-metodológicosmás empleados a nivel mundi<strong>al</strong> han tenido un carácter marcadamenteeurocéntrico, pues la nación como re<strong>al</strong>idad y comoobjeto de estudio es un fenómeno predominantemente europeo,que progresivamente se ha ido imponiendo en el resto del mundo.Para revertir esta tendencia es indispensable que-el estudioso dela teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es en otras latitudes delplaneta conozca y maneje el sustrato filosófico sobre el que sedebe edificar el esfuerzo teórico y aprenda a proyectarlo sobresu propia re<strong>al</strong>idad.1\ N. Abbagnano y Vis<strong>al</strong>berghi. Historia de la pedagogía, 1982. p. 7. cursivas del autor.


22David J. SarquísNatur<strong>al</strong>mente que, a pesar de las múltiples dificultades parasu aprehensión, su estudio, su enseñanza, su aprendizaje y sutransformación, la dinámica de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> continúasu curso, t<strong>al</strong> como ha ocurrido desde siempre. Es decir, las relacionesinternacion<strong>al</strong>es como aspecto práctico de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>siguen existiendo, independientemente de que haya quien reflexionesobre ellas o no y de en qué dirección lo haga. No obstante,si entendemos que esa re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> no se mueve deltodo de manera independiente de los diferentes modos de interpretaciónque proponen los an<strong>al</strong>istas; quizá podamos encontraraquí una de las razones de mayor peso específico parajustificarla necesidad impostergable del análisis teórico, por encimade las dificultades didácticas que éste pueda representar.Esta re<strong>al</strong>idad, tanvisible como vertiginosamente cambiantedel escenario internacion<strong>al</strong> contemporáneo nos plantea, ahoramás que nunca, una reformulación crítica constante en tornoa las fuerzas operacion<strong>al</strong>es que fomentan el cambio en el escenariointernacion<strong>al</strong>. Por árido o complejo que pudiera parecerel esfuerzo teórico a primera vista, como estudiosos de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es (y aquí quisiera abarcar tanto a los <strong>al</strong>umnoscomo a los maestros) no sólo debemos esforzarnos por continuarlo;debemos también aprender a fomentarlo desde unaperspectiva que nos involucre activamente como miembros dela comunidad intelectu<strong>al</strong> internacion<strong>al</strong> y no como meros receptorespasivos de las propuestas que se generan en otras latitudesdel planeta.La incapacidad para confrontar adecuadamente los retos quehemos planteado hasta el momento implica riesgos que bien v<strong>al</strong>ela pena meditar detenidamente, pues ellos representan los princip<strong>al</strong>esobstáculos que históricamente han frenado el desarrollodisciplinario de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.El trabajo que presento a continuación está dividido básicamenteen siete capítulos. El primero de ellos consiste en unareflexión de carácter epistemológico para el análisis de las rela-


Introducción. El estudio teóricociones internacion<strong>al</strong>es. Ahí se explora la natur<strong>al</strong>eza misma delproceso cognoscitivo y la compleja relación que se da a travésde él entre el sujeto cognoscente y su objeto de conocimiento.El objetivo princip<strong>al</strong> de esta sección del trabajo es coadyuvar aque el estudioso de las relaciones internacion<strong>al</strong>es cobre concienciade la importancia que tiene la forma como él mismo se representaa su objeto de estudio, porque de ello dependen, en granmedida, los aspectos que va a privilegiar para el análisis y susposibilidades de llegar a conocerlo.A pesar de lo aparentemente distante que pudiera pareceresta problemática para el estudioso de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,yo tengo la convicción de que es indispensable entenderlacuando se pretende trabajar de manera significativa en el áreade la teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, de hecho, me pareceun requisito prácticamente insustituible para quienes deseansiquiera intentarlo.El capítulo 2 pretende describir la forma como se percibe lare<strong>al</strong>idad desde una perspectiva sistémica. He intentado sintetizaraquí las princip<strong>al</strong>es aportaciones de la teoría gener<strong>al</strong> de los<strong>sistema</strong>s, con la idea de abrir el espacio paradigmático desde elcu<strong>al</strong> pretendo observar posteriormente la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>en busca de un objeto de estudio propio para los estudiantes delas relaciones internacion<strong>al</strong>es; en el capítulo 3 doy un primerpaso en esa dirección <strong>al</strong> tratar de caracterizar lo que sería un<strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>.A continuación, en el capítulo 4, siguiendo las líneas trazadaspor el pensamiento sistémico, he intentado sugerir el potenci<strong>al</strong>de la noción de un orden internacion<strong>al</strong> para respondera las exigencias de un objeto de estudio claramente definido ennuestra disciplina. Como ya he señ<strong>al</strong>ado, la existencia de unobjeto de estudio claramente definido, no sólo hace posible eldesarrollo disciplinario, sino que sienta las bases para la consolidaciónde la identidad profesion<strong>al</strong>. En el área de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, desde mi punto de vista, ésta ha sido una


24David J. Sarquísde las ausencias más lamentables y que, por lo tanto, requiere deatención inmediata.La idea del orden implícito en la re<strong>al</strong>idad no es nueva, ya laha trabajado amplia y exitosamente la física moderna. En <strong>al</strong>gúnsentido constituye un importante complemento de la visiónsistémica de la re<strong>al</strong>idad t<strong>al</strong> como nos la presenta hoy en día lateoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s, particularmente en el área de los<strong>sistema</strong>s complejos. Desde este punto de vista, el orden es, claramente,una propiedad sistémica muy importante que, comointento demostrar, puede aplicarse de manera provechosa <strong>al</strong>análisis de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.En el capítulo 5 se explora un caso concreto de orden internacion<strong>al</strong>,tomando como ejemplo el mundo bipolar de 1946 a1991, con la pretensión, sobre todo, de ejemplificar con unanálisis práctico el tipo de reflexión que se puede hacer con unaorientación sistémica desde una perspectiva internacion<strong>al</strong>.Posteriormente, en el capítulo 6 se presentan <strong>al</strong>gunas reflexionesadicion<strong>al</strong>es sobre la problemática epistemológica característicade nuestra disciplina, especi<strong>al</strong>mente en lo referente a sucarácter histórico e interdisciplinario yen el 7 se intenta aterrizar<strong>al</strong>gunas de estas abstracciones en el análisis de dos casos concretosde la agenda internacion<strong>al</strong> contemporánea: el tema de lacultura como origen de las diferencias entre grupos humanosy la cuestión del terrorismo. Cierra el trabajo el apartado correspondientea las conclusiones.Agradezco cumplidamente los v<strong>al</strong>iosos comentarios y aportacionesde los doctores Edmundo Hemández-Vela S<strong>al</strong>gado, JoséLuis Orozco y Alfredo Andrade <strong>al</strong> texto origin<strong>al</strong>. Agradezco tambiénlas recomendaciones de los doctores Carlos Uscanga, AmbrosioVelasco, Alejandro Chanona y Alejandra S<strong>al</strong>as-Porras paraafinar la presentación fin<strong>al</strong> del trabajo, aunque, por supuesto,asumo plenamente la responsabilidad por su contenido.


Aspectos esenci<strong>al</strong>es del análisisepistemológico para el estudiode las relaciones internacion<strong>al</strong>esLa ciencia es más que una mera acumulaciónde datos; los datos s610 se convierten en conocimientocuando son incorporados a un <strong>sistema</strong> conceptu<strong>al</strong>.1\itAx PAVANS DE CECCATLYINTRODUCCIÓNEL NOMBRE de "relaciones internacion<strong>al</strong>es" tiene dos acepcionesobviamente vinculadas entre sí, pero claramentedistinguibles la una de la otra. Por un lado se refiere aun conjunto de fenómenos de carácter humano soci<strong>al</strong>,observables en la re<strong>al</strong>idad y derivados de la interacciónque establecen entre sí diversos conglomerados humanospolíticamente independientes los unos de los otros (lo cu<strong>al</strong>no significa que hayan dejado de mantener una enconad<strong>al</strong>ucha por establecer un predominiojerárquico entre ellas)y por otro, <strong>al</strong> esfuerzo intelectu<strong>al</strong> orientado a tratar deentender, explicar y en la medida de lo posible ejercer<strong>al</strong>gún nivel de influencia en el devenir de esos fenómenosde la praxis soci<strong>al</strong>.Esta es una primera e importante distinción que debehacer el estuclioso de las relaciones internacion<strong>al</strong>es. Comofenómeno práctico, éstas ocurren mucho antes de que25


26DavidSarquís<strong>al</strong>guien empezara a reflexionar sobre ellas, como fenómeno teóricoestán permanentemente en proceso de construcción, tratando deinterpretar lo que ocurre If<strong>al</strong>lá afuera lf , pero a la vez, influyendoen su devenir.En su primera acepción pues, las relaciones internacion<strong>al</strong>esconfiguran lo que los especi<strong>al</strong>istas han dado en llamar un objetomateri<strong>al</strong>, es decir un campo de observación delimitado de la re<strong>al</strong>idadsoci<strong>al</strong>, <strong>al</strong> interior del cu<strong>al</strong> ocurre toda una gama de procesosque los an<strong>al</strong>istas tratarán de visu<strong>al</strong>izar, comprender, clasificar,explicar y hasta donde resulta posible, prever y controlar a travésde un esfuerzo cognoscitivo. 12Es a partir de este intento de comprensión, siempre llevadoa cabo por una entidad pensante, es decir, un sujeto cognoscente,que las relaciones internacion<strong>al</strong>es se configuran posteriormentecomo un objetoform<strong>al</strong>, constituido por el cúmulo de nociones, conceptos,categorías, hipótesis, modelos, postulados, teorías y paradigmas,sobre la base de los cu<strong>al</strong>es se edifica una comunidadepistémica, es decir, el grupo de especi<strong>al</strong>istas que an<strong>al</strong>izan e interpretanla re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> convertida en objeto de estudio.A continuación, como resultado de la interpretación y el análisisre<strong>al</strong>izados surge el desarrollo disciplinario conocido comorelaciones internacion<strong>al</strong>es, por medio del cu<strong>al</strong> los internacion<strong>al</strong>istasexpresan su conocimiento; es decir, refieren la informaciónque poseen sobre ese fenómeno práctico que se genera en lainteracción entre conglomerados humanos políticamente independientesy, por lo tanto, cultur<strong>al</strong>mente diferenciados entre sí.Este carácter independiente otorga a cada uno de ellos su propia12 Estos procesos constituyen, obviamente, un conjunto de relaciones soci<strong>al</strong>es básicas:esfuerzos relacionados con la producción y distribución de bienes materi<strong>al</strong>es, institucion<strong>al</strong>izaciónde usos y costumbres, relaciones de poder, etcétera. En este sentido, las relacionesinternacion<strong>al</strong>es están indisolublemente vinculadas con el resto de las ciencias soci<strong>al</strong>es.No obstante, estas relaciones soci<strong>al</strong>es se proyectan hacia el plano exterior de las colectividadeshumanas y, en ese sentido, constituyen un ámbito novedoso de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>que requiere ser explorado desde una óptica distinta a la que tradicion<strong>al</strong>mente hanempleado las otras ciencias soci<strong>al</strong>es. Esto es <strong>al</strong>go que trataré de explicar a lo largo deltrabajo.


noción y su perspectiva particular de la vida en sí, como fenómenobiológico y como fenómeno soci<strong>al</strong>, es decir, su propia cosmovisión13y, a partir de ello, su propia identidad.La primera interrogante que surge para <strong>al</strong>guien que aspiraa convertirse en internacion<strong>al</strong>ista, es decir un estudioso profesion<strong>al</strong>de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> es, desde luego, si ese conjuntode acontecimientos observables en la práctica, en el contexto deun escenario internacion<strong>al</strong>, re<strong>al</strong>mente constituye una materiade estudio que, como segmento diferenciado de la re<strong>al</strong>idad puedaabordarse desde una perspectiva disciplinaria, distinta de las yaexistentes en el terreno de los estudios soci<strong>al</strong>es y abocadas desdetiempo atrás <strong>al</strong> análisis de los fenómenos soci<strong>al</strong>es, es decir, siexiste <strong>al</strong>guna forma especi<strong>al</strong> de abordar el estudio de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es con el propósito de conocer la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>como t<strong>al</strong>, de una manera distinta a la que ya nos ofrecenotras disciplinas soci<strong>al</strong>es.La pregunta no es ociosa, en caso de tener que responderla enforma negativa, simplemente resultará impensable una disciplinaautónoma de las relaciones internacion<strong>al</strong>es. Pero incluso en elcaso de una respuesta afirmativa, ésta tendrá que ser debidamentematizada, ya que el si condicion<strong>al</strong> puede dejar <strong>al</strong> estudiode la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> colocado bajo el dominio matrici<strong>al</strong> de<strong>al</strong>guna otra disciplina soci<strong>al</strong>, entre el conjunto de las ya existentesy de la cu<strong>al</strong>, las relaciones internacion<strong>al</strong>es pasarían a ser unmero apéndice, lo que volvería prácticamente innecesario el desarrollode su propio aparato epistemológico.Adicion<strong>al</strong>mente habrá que considerar, como seguramenteno escapa <strong>al</strong> ángulo de visión de los observadores más agudos,]j El tema del conocimiento de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> constituye la cuestión medularpara el desarrollo de este trabajo. Parto, por supuesto, de la premisa de que t<strong>al</strong> cometidoes posible en un nivel que va más <strong>al</strong>lá del comentario trivi<strong>al</strong>, casuístico o anecdótico sobreel acontecer en un escenario internacion<strong>al</strong>. Asimismo, tengo la firme convicción de quetoda pretensión de conocimiento se sustenta en una propuesta epistemológica, que sólo <strong>al</strong>formularse de manera explícita permite los procesos de v<strong>al</strong>idación de nuestros empeñoscognoscitivos, de ahí la necesidad de emprender esta laboriosa tarea.


que, de entrada, con la sola cuestión terminológica de la disciplinatenemos ya una situación problemática derivada del hecho deque, a través del mismo nombre designamos dos aspectos distintos(el factu<strong>al</strong> y el conceptu<strong>al</strong>) de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.Aun siendo delicado, el problema no es de suyo tan grave.Se presta, eso sí, a confusiones. Norm<strong>al</strong>mente, cada desarrollodisciplinario tiene un nombre específico para designarse a símismo como esfuerzo del intelecto y otro, aparentemente distinto,para referir a su objeto de estudio. Así, por ejemplo, lafísicase aboca <strong>al</strong> estudio de la natur<strong>al</strong>eza; la biología <strong>al</strong> de los procesosde la vida y la sociología <strong>al</strong> análisis de ese conjunto completoque llamamos sociedad. Sólo cuando se an<strong>al</strong>iza el origensemántico de estos términos caemos en cuenta del carácter aparenci<strong>al</strong>de las diferencias en los nombres de los objetos form<strong>al</strong>escon respecto a los materi<strong>al</strong>es, aunque para fines prácticos, ladiferencia ha quedado claramente establecida.El caso de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, complejo como es,no resulta del todo inédito; la historia, por ejemplo tiene exactamenteel mismo problema y quienes aspiran a la especi<strong>al</strong>izaciónen cu<strong>al</strong>quiera de estas dos áreas, sencillamente tienen que empezarpor desarrollar su capacidad para distinguir entre el objetoform<strong>al</strong> y el objeto materi<strong>al</strong> que se amparan bajo el mismo nombre.La preocupación princip<strong>al</strong> que motiva el desarrollo de este trabajose refiere <strong>al</strong> esfuerzo cognoscitivo que debe desplegar cu<strong>al</strong>quier observadorde un escenario internacionaC con la intención de aprehenderlo que ocurre ahí, es decir, aprehender y explicar el objeto materi<strong>al</strong>,lo cu<strong>al</strong> a su vez permitirá la consolidación del desarrollodisciplinario. El trabajo está pues vinculado con la problemáticaepistemológica para el análisis de las relaciones internacion<strong>al</strong>esyeso, como veremos más adelante, nos obliga a incursionar enel terreno propio de la filosofía en gener<strong>al</strong> y de la filosofía de laciencia (por razones que espero poder dejar asentadas con claridad)en lo particular.Si aceptamos, como punto de partida, que uno de los objetivoscentr<strong>al</strong>es del estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es es


<strong>al</strong>canzar el nivel más <strong>al</strong>to posible de conocimiento sobre la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong> (cu<strong>al</strong>quier cosa que eso signifique), entoncesresulta imperativo considerar que la búsqueda del internacion<strong>al</strong>istaconlleva a la necesidad de un claro entendimiento previosobre las dificultades que entraña la problemática del conocimientoen sí.Esa es una tarea a la que se dedica hoy en día (y desde haceya <strong>al</strong>gún tiempo), la filosofía de la ciencia, de donde se concluyeque resulta <strong>al</strong>tamente conveniente para todo aspirante a estudiosode la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, por lo menos entender de manerabásica en qué consiste la problemática del conocimiento,en otras p<strong>al</strong>abras, si a través de la observación y el análisis dela re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> se espera poder conocer la forma en queésta opera, resulta imperativo que el observador esté plenamenteconciente de lo que implica conocer, como proceso informativoy de aprehensión de la re<strong>al</strong>idad en gener<strong>al</strong> y de su faceta internacion<strong>al</strong>en lo particular.Para muchos especi<strong>al</strong>istas del área (sobre todo los de orientaciónmás pragmática) abocarse a esta problemática resultará unadesviación tortuosa e innecesaria. No pretendo que los estudiantesde relaciones internacion<strong>al</strong>es deban convertirse en especi<strong>al</strong>istasde filosofía de la ciencia, pero sí me parece fundament<strong>al</strong> que, porlo menos, tengan nociones de los asuntos que ahí se tratan. Estoes así porque parto de la convicción de que no es posible abordarsiquiera la problemática del análisis internacion<strong>al</strong> en ausencia de unmarco teórico medianamente claro y definido, sobre la base del cu<strong>al</strong>se oriente la búsqueda del investigador y se sienten las bases delo que pretende ser conocimiento de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>,claramente diferenciado de la opinión de coyuntura.Es claro que no significa lo mismo conocer la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>en términos epistemológicos que desempeñarse enella, incluso cuando se hace con habilidad. Aunque obviamente,mientras mejor se le conoce, mejores posibilidades de desempeñose tendrán. Para un especi<strong>al</strong>ista de ment<strong>al</strong>idad pragmática basta


30David J. Sarquísy sobra con lograr un desempeño aceptable que pueda medirsepor la eficiencia de sus resultados, por ello se dice que la aspiracióndel teórico se relaciona con el quehacer del filósofo, porqueva a la búsqueda de las causas profundas que mueven la dinámicade lo internacion<strong>al</strong>.El conocimiento de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, planteado desdeuna perspectiva epistemológica es el proceso a través del cu<strong>al</strong> unsujeto cognoscente, es decir, un individuo con capacidad paraconocer, confronta a un objeto de estudio determinado, que élmismo tiene que identificar y caracterizar, con el propósito deaprehenderlo, asimilarlo y entenderlo. Como t<strong>al</strong>, este procesode interacción recíproca está inscrito en la problemática mayordel conocimiento en gener<strong>al</strong>, el cu<strong>al</strong> es un proceso <strong>al</strong> que la filosofíaha dedicado buena parte de su propio esfuerzo desde tiemposinmemorables. En este sentido, es claro que e! terreno parauna epistemología de las relaciones internacion<strong>al</strong>es no es enforma <strong>al</strong>guna, una tabula rasa. Existe un amplio expediente dela teoría soci<strong>al</strong> del que hay que nutrirse de manera muy sustanci<strong>al</strong>para poder emprender con éxito el análisis de la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong>; no obstante, dada la natur<strong>al</strong>eza distintiva de losfenómenos internacion<strong>al</strong>es, mi opinión es que dicho expedientedebe ser trascendido.No en b<strong>al</strong>de se ha hecho el reconocimiento explícito de!adeudo de nuestra disciplina específicamente con la ciencia política,el derecho, la filosofía, la sociología y la historia, <strong>al</strong> puntoque <strong>al</strong>gunas de ellas todavía reclaman el estudio de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es como patrimonio propio. Como atinadamentenos recuerda Huntzinger:historiadores, filósofos, politólogos y estadistas se han preguntadosiempre sobre la natur<strong>al</strong>eza de las relaciones entre las ciudades-Estado,los principados o los estados. Todos ellos han reflexionadosobre la guerra y la paz, sobre el comercio y diversas mod<strong>al</strong>idadesde intercambio y han desarrollado según su propia experiencia o sus


Aspectos esenci<strong>al</strong>es del análisis epistemológico31propias convicciones, doctrinas diversas y contradictorias segúnsus objetivos. 14Es precisamente por eso que una de las primeras leccionesque el aspirante a internacion<strong>al</strong>ista debe asimilar consiste enreconocer que no puede haber desarrollo disciplinario autónomo enausencia de un objeto de estudio propio claramente identificado, t<strong>al</strong>es, en gran medida uno de los objetivos fundament<strong>al</strong>es a los queaspira a contribuir este esfuerzo de reflexión sobre el desarrollodisciplinario de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.No obstante, como veremos a lo largo del trabajo, delimitarun objeto de estudio propio para las relaciones internacion<strong>al</strong>es noha sido tarea fácil. Las relaciones internacion<strong>al</strong>es son, despuésde todo relaciones soci<strong>al</strong>es básicas y el universo de las relacionessoci<strong>al</strong>es ya estaba claramente dividido entre las primeras disciplinassoci<strong>al</strong>es organizadas desde mediados del siglo XIX, de t<strong>al</strong>suerte que, cuando se quiso organizar un esfuerzo disciplinariodistintivo para abordar la problemática internacion<strong>al</strong> propiamentedicha, <strong>al</strong> término de la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong>, sencillamenteno se logró puntu<strong>al</strong>izar con la suficiente precisióna qué se refería lo propiamente dicho que habría de justificar eldesarrollo de una nueva disciplina, debidamente diferenciada detodas las demás, t<strong>al</strong> como lo evidencian las enormes dificultadesque se han tenido durante los últimos SO años para integrarun currículum universitario distintivo para internacion<strong>al</strong>istas.Todavía a principios de la década de los sesenta, uno de lospioneros más destacados en el área teórica de nuestra disciplinase preguntaba honestamente si las relaciones internacion<strong>al</strong>esconstituían re<strong>al</strong>mente una disciplina en el mismo sentido queotros esfuerzos disciplinarios ya consolidados, como el derecho,la economía, la ciencia política, la sociología o la historia y respondíaque, en sentido estricto, sólo podían aspirar a ser consi-14Jacques Huntzinger, Introduction aux relations intemation<strong>al</strong>es, 1987, p. 7.


David J. Sarquísderadas como una subespeci<strong>al</strong>idad de la ciencia política. 15 Inclusohoy en día, en los <strong>al</strong>bores de un nuevo milenio, en Francia todavíase estudia el fenómeno internacion<strong>al</strong> preferentemente desde lamatriz disciplinaria de la sociología, como sugirieran dos desus más notables pioneros hace cerca ya de medio siglo. 16Difícilmente podríamos decir que un internacion<strong>al</strong>ista llegaa conocer su propio objeto de estudio si no lo tiene previamentedelimitado y si ignora la multiplicidad de aspectos que implicael esfuerzo cognoscitivo en sí. En este sentido, es mi firme convicciónque el conocimiento del proceso del conocimiento es requisitoindispensable para la consolidación del esfuerzo disciplinario enrelaciones internacion<strong>al</strong>es, pues de él depende en primer término laposibilidad de identificar un objeto de estudio propio, así comolos grados de certidumbre con los que el especi<strong>al</strong>ista puede llegara hablar en su área de especi<strong>al</strong>ización, de otra manera, es sumamentedifícil trascender los niveles de la inmediatez fenomenológicaque sólo permite externar opiniones simplistas y reduccionistasen tomo de lo observado (incluso con detenimiento).El conocimiento de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> exige, pues, deuna cimentación de corte filosófico muy sólida que permita <strong>al</strong>aspirante a especi<strong>al</strong>ista entender lo que entra en juego en términoscognoscitivos, a la hora de estudiar las relaciones internacion<strong>al</strong>escomo aspecto práctico de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>. El desarrollo deesta parte del trabajo aspira a ser una modesta contribución en estesentido. No con la intención, repito, de hacer del internacion<strong>al</strong>istaun especi<strong>al</strong>ista en filosofía de la ciencia, sino simplementede ayudarle a cobrar conciencia de aquello que está ocurriendocuando él pretende an<strong>al</strong>izar para explicar la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.Es posible que para un observador más experimentado, laaportación de este intento pueda parecer poco significativa o15 CfI. Morton Kaplan, "15 Internation<strong>al</strong> Re!ations a disópline?", The Journ<strong>al</strong> o[Politics,vol. 23, núm. 3, University of Florida, agosto de 1961, pp. 462-476."Cfr. Raymond Aron, Paz y guerra entre las naciones, 1973 y Maree! Mer!e, Sociologíade las relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1976; Edgar Morín, presenta una visión más actu<strong>al</strong>izadadel mismo enfoque en Sociología, 2000.


eveladora. Mi esfuerzo de reflexión tiene, por supuesto fuertestintes de síntesis derivados de una práctica docente cercana yaa las dos décadas y su intención princip<strong>al</strong> es puntu<strong>al</strong>izar aspectosdel estudio teórico de las relaciones internacion<strong>al</strong>es para quienaspira a iniciarse en esta interesante aventura y no tanto paraquien ya tiene este camino recorrido.Desde mi propio punto de vista, el esfuerzo resulta especi<strong>al</strong>menteimportante debido a que, como acabamos de mencionar,sobre él se sustenta, no sólo la posibilidad de consolidar la ideade una disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, sino adicion<strong>al</strong>mente,la de permitir el establecimiento de una identidad propiapara el internacion<strong>al</strong>ista, como profesionista autónomo en elcomplejo mundo del quehacer intelectu<strong>al</strong> abocado <strong>al</strong> análisis dela re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>; proceso que aún se encuentra lejos de haberquedado resuelto de manera satisfactoria.Es a partir de estas consideraciones que intentaremos hacerun recorrido por los territorios que hoy en día reclama comopatrimonio propio la filosofía de la ciencia, con la esperanza decontribuir a un mejor entendimiento de lo que hacemos cuandodecimos que estudiamos la re<strong>al</strong>idad mundi<strong>al</strong> desde una perspectivapropia como internacion<strong>al</strong>istas, con la fin<strong>al</strong>idad de comprender ladinámica que la mueve.Como ya he señ<strong>al</strong>ado, para la gente de ment<strong>al</strong>idad pragmática,un recorrido de esta natur<strong>al</strong>eza bien puede parecer una pérdidade tiempo; un esfuerzo fatigante, incluso, en última instancia,tot<strong>al</strong>mente innecesario. El especi<strong>al</strong>ista, nos dirán, lo es en lamedida que reconoce problemas concretos y resuelve asuntosprácticos. La utilidad de este tipo de acercamiento epistemológico<strong>al</strong> análisis soci<strong>al</strong> en gener<strong>al</strong> y <strong>al</strong> internacion<strong>al</strong> en particular, sólose hace evidente en la medida en la que, <strong>al</strong> profundizar en él, elestudioso cae en cuenta que toda forma de abordaje de la problemáticahumano-soci<strong>al</strong>; todo discurso articulado sobre lo queocurre en el escenario internacion<strong>al</strong> está irremediablemente influidopor la visión de las cosas de las que inici<strong>al</strong>mente se parte, incluso


34David J. Sarquisde manera inconsciente; desde el proceso de selección de datoshasta el de la elaboración de conclusiones en torno a la temáticatratada, lo cu<strong>al</strong> supone un cierto nivel de conocimientoadquirido.Como atinadamente ha señ<strong>al</strong>ado Foucault: "No nos ocupamosde problemas teóricos, tan específicos y meticulosos porquenos distanciemos de la política, sino porque en la actu<strong>al</strong>idad nosdamos cuenta de que, toda forma de acción política no tiene másremedio que articularse estrechamente con una rigurosa reflexiónteórica."1? Así lo reconoce también William Fax cuando escribe:"Ninguna acumulación de datos por sí sola, no importa cuáncompleta parezca en su cobertura histórica o geográfica puedepermitirnos una mayor comprensión de la política internacion<strong>al</strong>."18Conocer no es, pues, siguiendo este criterio, un proceso de absorciónpasiva e imparci<strong>al</strong> o acrítico de las características objetivas que distinguena un objeto de estudio, sino <strong>al</strong>go mucho más complejo queinvolucra a un ser pensante, con una historia person<strong>al</strong>, ubicado enun contexto sociopolítico determinado, tratando de entender su re<strong>al</strong>idad(la cu<strong>al</strong> es a su vez una tot<strong>al</strong>idad sumamente compleja ycambiante) a través del filtro que le ofrece un marco teórico-metodológicodeterminado.Adicion<strong>al</strong>mente debe observarse que, aunque ciertamente losprocesos de abstracción en sí no revelan información concretasobre casos específicos acaecidos en la re<strong>al</strong>idad, su ausencia dificult<strong>al</strong>a formulación de conceptos y el proceso de concatenaciónentre ellos, lo cu<strong>al</strong> hace virtu<strong>al</strong>mente imposible el poder referirnosa cu<strong>al</strong>quier caso particular. El más element<strong>al</strong> de los análisiscasuísticos resultaría extraordinariamente difícil, siquiera dearticular, sin recurrir a las construcciones conceptu<strong>al</strong>es a travésde las cu<strong>al</strong>es se manejan los datos y los hechos seleccionados17Michel Foucault, Saber y verdad, 1991, p. 45, cursivas del autor.18Cfr. Morton Kaplan, system and process in intemation<strong>al</strong> relations, p. viii.


35para el análisis y se entretejen los argumentos explicativos quedan cuenta de ellos, es decir, que los dotan de significado.Claramente nos previene López <strong>al</strong> observar que: "como estudiantesde relaciones internacion<strong>al</strong>es debemos ser conscientes deque cu<strong>al</strong>quier política dada o acción determinada (en el escenariointernacion<strong>al</strong>) están moldeadas por las creencias prev<strong>al</strong>ecientesdel periodo en cuestión y las cosmovisiones de los actores involucrados".19 Desde este punto de vista, es perfectamente claro quela cuestión de la supuesta objetividad del conocimiento se vuelveun problema que debe ser muy cuidadosamente ponderado.Desde otro punto de vista, hay quienes insisten en que, comotodo proceso de análisis en el terreno soci<strong>al</strong> lleva implícita <strong>al</strong>gunaforma de v<strong>al</strong>oración, eso vuelve virtu<strong>al</strong>mente innecesaria la fasede la reflexión teórica, más bien habría que estudiar la natur<strong>al</strong>ezade las ideologías. Para ellos precisamente parece haberescrito Bordes esta acotación:¿cómo podemosjuzgar éticamente un fenómeno si no conocemoscab<strong>al</strong>mente la parte esenci<strong>al</strong> de su ingeniería interna? Si queremosevitar la precipitación fácil y el prejuicio mor<strong>al</strong>, hemos de tenerla paciencia suficiente para pensar filosóficamente, más <strong>al</strong>lá de lasmentes de quienes viven de unos u otros reduccionismos. 20Así pues, la función de la teoría podrá ocultarse para las miradaspragmáticas, pero se revela irremediablemente a la hora dela presentación de los resultados de nuestro ejercicio de reflexión.En este sentido, la revisión del proceso de adquisición del conocimientono es una mera pérdida de tiempo lamentable, sino unaparada obligada en la larga travesía hacia la auténtica especi<strong>al</strong>izaciónen cu<strong>al</strong>quier campo del quehacer intelectu<strong>al</strong>. Con estaidea en mente, iniciamos nuestra revisión de <strong>al</strong>gunos aspectoscentr<strong>al</strong>es de la problemática epistemológica, con la esperanzade que el recorrido resulte lo menos tedioso posible.1 0 George López y Michad Stohl, Internation<strong>al</strong> relations, 1989, p. 4.,oMonserrat Bordes, El terrorismo: una lectura an<strong>al</strong>ítica, 2000, p. 13.


¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER?No es del todo fácil responder de manera contundente a estainterrogante sin originar controversia. Aunque se puede tratarde formular una respuesta de carácter genérico, buscandoabarcar todas las formas posibles de conocimiento, no hay dudade que, en el intento mismo de precisar hay ya cosmovisiones queinevitablemente matizan la respuesta. Teniendo esto en mente,debo empezar por reconocer que en este intento por responderhay un matiz determinado por el enfoque de la ciencia en suversión occident<strong>al</strong> y moderna t<strong>al</strong> y como se desarrolla a partirde mediados del siglo XVI y, siguiendo su propio espíritu deautocrítica llega hasta nuestros días.La elección no es gratuita. Me parece que, a pesar de sus múltiplesy señ<strong>al</strong>adas deficiencias, el modelo básico de la ciencia occident<strong>al</strong>moderna sigue siendo un punto de partida necesario enla búsqueda del conocimiento, sobre todo cuando hablamos delconocimiento en sus más elevados niveles de excelencia. Es verdadque la ciencia, como toda empresa humana, ha incurrido enexcesos, no obstante, a diferencia de otras actividades, ella hacreado sus propios mecanismos de corrección, los cu<strong>al</strong>es le hanpermitido un creciente y notable progreso, que si bien puede serduramentejuzgado desde un punto de vista ético, ciertamentese ha traducido en avances tecnológicos sin precedente en la historiacompleta de la humanidad. Es quizá por ello que, a la fecha,el c<strong>al</strong>ificativo de cientljico empleado como sinónimo de conocimientosuperior sigue siendo la mayor aspiración de toda formade desarrollo disciplinario.Si el objetivo que persigue el análisis en relaciones internacion<strong>al</strong>eses, efectivamente, <strong>al</strong>canzar el conocimiento respecto de laforma como opera la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> en cu<strong>al</strong>quiera desus múltiples facetas, incluso antes de explorar el significadodel concepto "re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>", conviene entonces, segúnlo que hemos señ<strong>al</strong>ado, empezar por cobrar conciencia de lo


esenci<strong>al</strong>es del análisis epistemológicoque tenemos en mente <strong>al</strong> hablar de "conocer" esa re<strong>al</strong>idad más<strong>al</strong>lá del reduccionismo simplista que pretende la explicación unicaus<strong>al</strong>.En los términos que nos hemos planteado para el desarrollode este trabajo, la idea de conocer se maneja fundament<strong>al</strong>mentecomo un proceso de adquisición de información sobre nuestro entorno,es decir, la aprehensión intelectu<strong>al</strong>de un objeto de estudio determinado.Se trata, como ya hemos dicho, de un proceso complejoque involucra dos entidades diferenciadas, pero no independientesla una de la otra, inscritas en un entorno específico: por unaparte, el individuo que tiene la capacidad para conocer y por laotra, aquello que puede ser conocido. 21 El proceso se inicia entoncescon la percepción (la cu<strong>al</strong> nunca parte estrictamente de cero,ya que todo ser pensante tiene su propia historia) que tiene unsujeto cognoscente de lo que llamamos objeto de conocimientoo la "re<strong>al</strong>idad externa", la cu<strong>al</strong> se convierte de esta manera enobjeto de estudio y va hasta la v<strong>al</strong>idación de los datos percibidosa través de su contraste con lo observado, con la fin<strong>al</strong>idad decomprobar su justa correspondencia. En otras p<strong>al</strong>abras, si lainformación que poseo corresponde con el objeto o el segmentode la re<strong>al</strong>idad que estoy an<strong>al</strong>izando, entonces puedo afirmar quelo he llegado a conocer. 22 Esta no es, desde luego, sino una versiónsimplificada de lo que en re<strong>al</strong>idad, como trataré de mostrar, constituyeun proceso sumamente complejo de interacción entre elsujeto cognoscente y el objeto de conocimiento.21 En el caso de nuestra disciplina es precisamente e! internacion<strong>al</strong>ista quien desempeñae! pape! de sujeto cognoscente, mientras que aquello por conocer será inici<strong>al</strong>menteseñ<strong>al</strong>ado (si bien es cierto que todavía de manera imprecisa) como la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>,justo para tratar de demostrar que no es meramente un concepto vacío.22 Hue!ga decir que t<strong>al</strong> afirmación está lejos de ser univers<strong>al</strong>mente aceptada. Losagnósticos, por ejemplo, niegan incluso la posibilidad de conocer cu<strong>al</strong>quier aspecto trascendent<strong>al</strong>de la re<strong>al</strong>idad; los relativistas estiman que e! conocimiento está siempre circunscritoa un contexto determinado y que todo intento de gener<strong>al</strong>ización resultaenteramente superfluo.


38David J. SarquísDesde esta perspectiva, hay una correlación inquebrantableentre el sujeto cognoscente y su objeto de conocimiento de lacu<strong>al</strong> depende directamente el resultado del proceso cognoscitivoy toda forma de desarrollo disciplinario es una función del modoespecífico de interacción entre estas dos entidades; por eso resultatan importante entender con claridad qué es lo que entraenjuego durante este proceso, ya que, comoclaramente demuestr<strong>al</strong>a historia del pensamiento filosófico, a pesar de la aparentesencillez del planteamiento, detrás del proceso cognoscitivo seencuentra una compleja problemática que dificulta la certificaciónde lo supuestamente conocido y, en gran medida, lo quesignifica ser humano, es decir, miembro del género del homosapiens.Para t<strong>al</strong> efecto, existe toda una esc<strong>al</strong>a para medir el nivel yla c<strong>al</strong>idad de la información que poseen los sujetos y que vadesde la mera opinión en la parte baja, es decir, la impresión mássuperfici<strong>al</strong> de las cosas que hay en la mente del sujeto, hastael conocimiento cientifico como expresión más elevada del conocimientoauténtico.En su ámbito concreto, el estudioso de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,se esfuerza por entender qué es lo que ocurre en el escenariointernacion<strong>al</strong>, cuáles son los factores que influyen en eldevenir de los acontecimientos, quiénes son las partes involucradas,cuáles son sus motivaciones y sus temas de interés, cómose configuran y desarrollan las situaciones concretas que muevenla dinámica del <strong>sistema</strong>. De este modo, el especi<strong>al</strong>ista busca no sóloentender y explicar lo que está ocurriendo sino, de <strong>al</strong>guna manera, enlo posible, ejercer <strong>al</strong>gún nivel de influencia en el futuro, aun sinimportar cuán difícil pueda parecer el intento.Para lograrlo, el estudioso tiene que empezar por identificaradecuadamente su objeto de estudio, pues sólo a través de estereconocimiento es que podrá concentrar y desarrollar su esfuerzocognoscitivo. Como atinadamente señ<strong>al</strong>a Lorenz: "Ciertamente,antes de poder desarrollar una teoría rigurosa respecto de cu<strong>al</strong>-


quier fenómeno, necesitamos tener una representación claraacerca del fenómeno."23Así pues, representarnos el escenario internacion<strong>al</strong>, identificaren él a los actores y factores que ahí operan, caracterizar elmedio en el que se mueven éstos, establecer vínculos caus<strong>al</strong>esentre los acontecimientos (si es que existen), trazar las rutas tempor<strong>al</strong>esque se han recorrido, identificar los elementos constantesy las variables que definen la historia de este segmento de lare<strong>al</strong>idad humano soci<strong>al</strong>, constituyen los princip<strong>al</strong>es retos a losque tiene que responder la epistemología de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.De aquí la necesidad de incursionar primero en el delicadoámbito de la filosofía de la ciencia, la cu<strong>al</strong> intenta explicar cómoes que se desarrolla el proceso del conocimiento y qué característicasdistintivas tiene, a partir de la interacción que establecenentre sí el sujeto y el objeto, t<strong>al</strong> como nos lo plantea la filosofíade la ciencia. Es pues, desde la óptica de esta compleja interacciónque vamos a intentar dilucidar qué es lo que se hace cuandose dice que se está estudiando y aprehendiendo la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>con el propósito de conocerla y, en la medida de lo posible,anticipar sus escenarios posibles.LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA COMO EXPRESIÓNDISCIPLINARIA DEL QUEHACER INTELECTUALENCARGADO DEL PROCESO DEL CONOCIMIENTOEstudiar los pormenores del proceso a través del cu<strong>al</strong> un sujetocognoscente se informa y aprehende sobre su objeto de estudioparecería ser, en principio, una tarea ajena a los interesesinmediatos de quien se afana por comprender y explicar losasuntos internacion<strong>al</strong>es. Después de todo, ya se han ocupadode ello extensamente la filosofía y varias de sus ramas comolJ Edward Lorenz. The essence ofchaos, 1993, p. 6.


40David J. Sarquísla epistemología y la teoría del conocimiento; la ciencia y, másrecientemente, la sociología del conocimiento.No obstante, se debe insistir en que ningún esfuerzo cognoscitivo,ya sea entre las ciencias natur<strong>al</strong>es o las soci<strong>al</strong>es puede permanecerajeno <strong>al</strong> derrotero que toma este debate, porque sobreél se construyen las bases de todo esfuerzo disciplinario significativo;esto es, que <strong>al</strong> margen de un sustento epistemológicosólido no hay construcción posible del conocimiento, por lo cu<strong>al</strong>,desde el punto de vista adoptado para el desarrollo de este trabajo,toda disciplina debe pagar su "derecho de piso" en el debate epistemológico.Las relaciones internacion<strong>al</strong>es no son la excepción. Si bien escierto que el nacimiento mismo de la disciplina tiene su origenen inquietudes prácticas sobre las causas de la guerra y las condicionespara el establecimiento de una paz justa y duradera, elenorme cúmulo de factores involucrados en el solo intento derespuesta a esas interrogantes (conciliación de diferencias cultur<strong>al</strong>es,mutuo aprovechamiento de recursos natur<strong>al</strong>es, definiciónde espacios territori<strong>al</strong>es, sustento del principio de la libertadsoberana, establecimiento de instrumentos institucion<strong>al</strong>es de caráctersupranacion<strong>al</strong>, creación de códigos de conducta glob<strong>al</strong>es,etcétera) hicieron evidente, muy pronto, la necesidad de unsubstrato filosófico indispensable para poder siquiera empezara reflexionar en torno a todo esto de manera ordenada y sistemática.Todo ello acerca inevitablemente <strong>al</strong> internacion<strong>al</strong>ista <strong>al</strong> ámbitode la problemática del conocimiento, donde incluso intuitivamentese reconoce que para poder estudiar <strong>al</strong> mundo tenemos que empezarpor representárnoslo de <strong>al</strong>guna manera; tenemos que delimitar conceptosy categorías, asumir, bien sea la existencia o la ausenciade principios y leyes reguladoras del devenir observable en eluniverso y responsables de la caus<strong>al</strong>idad (correlación entre causasy efectos) que parece dar sentido a la re<strong>al</strong>idad en su conjunto.Desde esta perspectiva, las relaciones internacion<strong>al</strong>es, como desarrollodisciplinario no pueden permanecer ajenas <strong>al</strong> tipo de problemas que


plantea la cuestión del conocimiento a través de la filosofía de laciencia.Pero además, <strong>al</strong> pretender compartir la visión sobre el conocimientodesarrollada por la filosofía de la ciencia, las relacionesinternacion<strong>al</strong>es no pueden sustraerse a las consecuencias e implicacionesque tiene un enfoque científico en el análisis soci<strong>al</strong>, segúnel cu<strong>al</strong> todo proceso de exploración de cu<strong>al</strong>quier objeto de estudioestá condicionado por la búsqueda de patrones de regularidad,capaces de permitir la formulación de gener<strong>al</strong>izaciones sobre elmismo; dichos patrones de regularidad en cada caso de estudioposeen además un cierto carácter análogo <strong>al</strong> de otros patronesde regularidad en el resto de la re<strong>al</strong>idad, lo cu<strong>al</strong> permite hacer dela ciencia una empresa única (aunque obviamente diferenciada)de exploración del universo.Esto significa que la búsqueda científica debe ser siempre unabúsqueda consciente del hecho de que la re<strong>al</strong>idad que configura<strong>al</strong> universo se manifiesta para el sujeto cognoscente a través desemejanzas y diferencias y que su análisis integr<strong>al</strong> debe siempretomarlas en cuenta de manera simultánea. Esto es justamente loque hace asequible la re<strong>al</strong>idad <strong>al</strong> entendimiento humano. Sin esetipo de convicciones, se puede abordar por supuesto el análisisde la re<strong>al</strong>idad, aunque la perspectiva, desde luego tendrá que serotra y no la perspectiva de la ciencia t<strong>al</strong> y como se le entiendeen su acepción actuaP4Mi compromiso explícito es pues con el enfoque de la cienciacomo actividad cognoscitiva que intenta explorar y entenderla re<strong>al</strong>idad, sin que eso implique de modo <strong>al</strong>guno otras formasde conocimiento y aprehensión de la re<strong>al</strong>idad.14 El debate sobre las distintas formas de aproximación <strong>al</strong> análisis de la re<strong>al</strong>idad estámás <strong>al</strong>lá del <strong>al</strong>cance de esta investigación, cuyo compromiso explícito es con el enfoquecientífico, que desde luego, ni es el único, ni tiene por qué ser considerado como el "mejor".Amplia y compleja como es la re<strong>al</strong>idad, permite los más diversos intentos de aproximación.Hay una perspectiva diferente a la de la ciencia, por ejemplo en Luis Pauwels y JacquesBergier, El retorno de los brujos, 1971. El movimiento posmoderno en su conjunto es unintento por articular una línea de argumentación coherente, distinta a la de la ciencia,por lo menos en la versión decimonónica de los positivistas.


42EL CONOCIMIENTO COMO METADE LA ACTIVIDAD COGNOSCITIVATanto la ciencia como la filosofía, a pesar de sus diferencias estánnecesariamente vinculadas en el esfuerzo común por <strong>al</strong>canzarel conocimiento. Esta primera aproximación <strong>al</strong> terreno que reelamacomo propio la filosofía de la ciencia en la zona de traslapede ambas disciplinas nos obliga, natur<strong>al</strong>mente, tratar de precisaraquello que de hecho tomamos como punto de partida pararesponder a la interrogante de qué es el conocimiento en sí, yde ahí proceder a indagar cómo y por qué es que éste puede convertirseen un problema de reflexión filosófica para luego investigarqué características tiene como t<strong>al</strong> cuando, adicion<strong>al</strong>mente,lo c<strong>al</strong>ificamos como cientifico, desde donde deberemos transitarhacia el terreno aún más delicado del conocimiento científico enlas ciencias soci<strong>al</strong>es en lo gener<strong>al</strong> y en las relaciones internacion<strong>al</strong>esen lo particular.En el acercamiento más gener<strong>al</strong> que se puede tener <strong>al</strong> tema,desde la perspectiva que nos interesa para el desarrollo de este trabajo,siguiendo el uso más ordinario que se hace de esta noción,se afirma que el conocimiento es: "la aprehensión intelectu<strong>al</strong> deun objeto, de sus cu<strong>al</strong>idades y de sus relaciones con otros objetoS".25Aun cuando la definición parece bastante sencilla, basta conreflexionar un poco para darnos cuenta de la cantidad de interrogantesque inmediatamente nos abre: ¿Quién aprehende?, ¿quésignifica t<strong>al</strong> cosa?, ¿es re<strong>al</strong>mente posible aprehender?, ¿de qué manerase aprehende y cómo podemos saber que hemos aprehendidocorrectamente?, ¿de qué manera podemos verificar lo aprehendido?,¿cómo operan nuestros mecanismos de aprehensión?,etcétera. La lista podría prolongarse casi indefinidamente, peroesto no debe ser motivo de desánimo, ni mucho menos razónpara abandonarnos a cu<strong>al</strong>quiera de las múltiples corrientes escép-25 Diccionario Anaya de la Lengua, 1991, p. 266.


ticas que, de hecho incluso han llegado a negar la posibilidadre<strong>al</strong> del conocimiento.Mi convicción sobre el particular es que, en efecto, se puedellegar a conocer, aunque para sostenerla es necesario precisar nosólo qué se entiende por conocimiento en sí, sino además, tratarde especificar, en qué consiste la esencia de ese conocimiento y dequé manera puede ser corroborado. Tanto el científico, como elfilósofo pueden trabajar mucho más adecuadamente cuando hanconfrontado con claridad los retos que implica esta cuestión y,a partir del esfuerzo re<strong>al</strong>izado por ellos, cu<strong>al</strong>quier otro especi<strong>al</strong>istaen el amplio espectro del quehacer intelectu<strong>al</strong>. El internacion<strong>al</strong>istano es, en modo <strong>al</strong>guno ajeno a esta problemática, y dela manera como la confronta depende en gran medida el tipode resultados que sus conclusiones sobre la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>pueden ofrecer.Es conveniente recordar en este punto que, no obstante laimportancia del proceso, como internacion<strong>al</strong>istas tampoco tenemosque abocarnos a él con la profundidad que lo hacen losepistemólogos, los filósofos de la ciencia o los sociólogos del conocimiento,cada uno de los cu<strong>al</strong>es trabaja un ángulo específico delproblema, como materia propia de estudio, misma que de ningunamanera pretendemos usurpar. A nosotros nos preocup<strong>al</strong>a cuestión del conocimiento de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, peroconsideramos que t<strong>al</strong> cometido, a nivel de especi<strong>al</strong>ización (y node mera opinión de coyuntura) se vuelve ostensiblemente másfácil si logramos entender la dinámica del proceso cognoscitivot<strong>al</strong> y como nos la explican los especi<strong>al</strong>istas de esas áreas y la dotamosde una racion<strong>al</strong>idad propia para el estudio de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es.No pretendo, pues, reformular un tema que ha sido tanampliamente trabajado por filósofos especi<strong>al</strong>izados de maneratan brillante. A manera de concepto operativo para el desarrollode mi trab~o, considero válido pensar en el conocimiento, t<strong>al</strong> comoya se ha indicado, como un producto del intelecto, el cu<strong>al</strong> emana43


44David J. Sarquísde la interacción que establece un sujeto cognoscente (<strong>al</strong>guienque tiene capacidad de conocer), con un objeto de conocimiento(<strong>al</strong>go o <strong>al</strong>guien en quien se centra la atención en busca de entendimiento).No obstante, es preciso reiterar que dicha interacciónno se da "en el vacío"; el sujeto cognoscente es siempre, <strong>al</strong> mismotiempo, un ser soci<strong>al</strong> y su o~jeto de conocimiento está inscrito en uncontexto histórico determinado, por lo que las formas de conocimientono son una mera ilusión individu<strong>al</strong> sino que tienensiempre un carácter histórico-soci<strong>al</strong> del que no se pueden escapary, si bien es cierto que está afirmación resulta de particularrelevancia para el estudio de las ciencias soci<strong>al</strong>es, no por ello estáexenta de influencia en el ámbito de las ciencias natur<strong>al</strong>es, dondelas creencias y limitaciones de cada época también suelen dejarsu huella en el proceso cognoscitivo. De esta manera, los hombresconstruyen, deconstruyen y reconstruyen periódicamente susimágenes del mundo y de la re<strong>al</strong>idad en sus múltiples facetas,sobre la base de la reflexión crítica y an<strong>al</strong>ítica que inspira laexperiencia.Omito deliberadamente extender el <strong>al</strong>cance de esta investigación<strong>al</strong> terreno trascendent<strong>al</strong>ista en el que el conocimiento seequipara con el concepto de la verdad, como si ésta fuese <strong>al</strong>goúnico, inamovible, incuestionable y absoluto. Me parece que t<strong>al</strong>debate corresponde más <strong>al</strong> campo de la metafísica, donde noentra el modesto concepto operativo que nos proponemos manejar.En este sentido, me parece mucho más apropiada la ideapráctica del conocimiento como una creencia justificada por sucorrespondencia empírica con la re<strong>al</strong>idad, que la más esotéricavisión del conocimiento como posesión form<strong>al</strong> de la verdad.Aunque, ciertamente aún estamos a una enorme distanciade poder precisar con todo det<strong>al</strong>le las características distintivas delcitado producto intelectu<strong>al</strong> que estamos llamando conocimientoesta definición nos coloca ante un esquema que parece suficientementesencillo como para empezar a explorar, a partir de él,el significado de la afirmación según la cu<strong>al</strong> el proceso del cono-


..................~.~.. ~..~~ ¡\~E~(:to~;~e~~e.~'~~~]~s~~e-Wanálisis epistemológico45cimiento involucra claramente a dos entidades, una en c<strong>al</strong>idadde observadora frente a otra con características específicas quela primera puede, de <strong>al</strong>guna manera percibir y que aspira a comprender.A partir del momento en que el sujeto entra en contacto conel objeto, se inicia el proceso cognoscitivo (y con él, toda unagama de problemas que, en gran medida representanjustamenteel origen mismo del quehacer filosófico). No obstante, es necesariorec<strong>al</strong>car continuamente, como hemos venido haciendo, queeste proceso nunca se da en el "vacío" intelectu<strong>al</strong> ni en condiciones"químicamente puras" o de "laboratorio", pues siempreocurre en un contexto soci<strong>al</strong> determinado, por lo que la influenciade la cultura en el proceso del conocimiento es inescapable.Claramente lo señ<strong>al</strong>a Mendelsohn cuando nos dice que laciencia es ante todo una actividad soci<strong>al</strong> y que por lo tanto suconocimiento, sus afirmaciones, sus técnicas deben ser consideradascomo creaciones humanas; desarrollados, <strong>al</strong>imentados ycompartidos entre grupos de seres humanos. A partir de ello esque el conocimiento científico adquiere una inevitable dimensiónsoci<strong>al</strong>. "Como una actividad soci<strong>al</strong>, la ciencia es claramente elproducto de una historia y de un proceso espacio-tempor<strong>al</strong> queinvolucra a actores humanos. Estos actores viven, no sólo dentrode la ciencia, sino en sociedades más amplias a las cu<strong>al</strong>es pertenecen."26 Es a partir de estas nociones que podemos empezara medir la magnitud del reto que tiene ante sí el internacion<strong>al</strong>istacomo observador y estudioso de una compleja re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong> que, de <strong>al</strong>guna manera él va a tener que representarsey explicar desde la perspectiva del contexto soci<strong>al</strong> <strong>al</strong> que élmismo pertenece.Ciertamente, la representación del proceso cognoscitivo comouna interacción entre el sujeto y su objeto es una expresión simplistade una re<strong>al</strong>idad compleja, no obstante, me parece que, por26 E. Mendelsohn, The soci<strong>al</strong> construction ofscientific knowledge, 1977, p. 3.


lo menos en términos didácticos está plenamente justificada.Muchos filósofos de las más diversas corrientes de pensamientohan formulado la distinción básica que vislumbra <strong>al</strong> procesocognoscitivo como la resultante de esa interacción entre el sujetoy el objeto. Engels, por ejemplo, refiere la historia mismade la filosofía occident<strong>al</strong> <strong>al</strong> proceso de reconocimiento de unobjeto de conocimiento y un sujeto cognoscente.Bertrand Russell sustenta la misma idea <strong>al</strong> exponer:cuando tengo conciencia de ver el sol parece claro que esa concienciase refiere a dos cosas relacionadas una con la otra. Por un ladoestá el cúmulo de datos que perciben los sentidos, a través de loscu<strong>al</strong>es yo me represento <strong>al</strong> sol, por otro está esa entidad (el yo)que percibe esos datos. Toda forma de conocimiento, como porejemplo, mi conocimiento de esos datos que perciben mis sentidosy que representan <strong>al</strong> sol son, obviamente una relación entrela persona que conoce y el objeto que puede ser conocidoYSiguiendo esta línea de pensamiento podemos decir justamenteque, como ya hemos señ<strong>al</strong>ado, el trabajo cognoscitivo del internacion<strong>al</strong>istaempieza <strong>al</strong> tratar de identificar y caracteriza un objetode estudio propio, para luego proceder a explicarlo.Aunque esta distinción entre un sujeto cognoscente y unobjeto de estudio durante el proceso cognoscitivo debe habersido evidente para los filósofos de la antigüedad,28 desde el puntode vista de la filosofía de la ciencia contemporánea es Descartesquien coloca a la relación entre el sujeto cognoscente con suobjeto de conocimiento en un plano significativo para determinarla posibilidad misma del conocimiento, precisamente comoproducto de la interacción entre ambos. Morín nos lo explica enlos términos siguientes:27 Bertrand Russell, The problems of Philosophy, 1997, p. 50.2B Esto no significa, en modo <strong>al</strong>guno que, <strong>al</strong> distinguir entre el sujeto cognoscentey el objeto de conocimiento, los pensadores de la Antigüedad, sobre todo en tradicionesajenas a la occident<strong>al</strong>, los hayan concebido como entidades separadas e independientes,ontológicamente acabadas que se pueden observar de manera pasiva.


47Los principios para el desarrollo de la ciencia en su etapa clásicafueron, de <strong>al</strong>guna manera formulados por Descartes: se basan enla disociación entre el sujeto (ego cogitans) reenviado hacia la metafísicay el objeto (res extensa) que dio relevancia a la ciencia. La exclusióndel sujeto se hizo sobre la base de la convicción de que la concordanciaentre los experimentos y las observaciones de diversosobservadores permitirían <strong>al</strong>canzar un conocimiento objetivo. 29Como ya hemos señ<strong>al</strong>ado, es claro que la interacción entreambas entidades sólo resulta comprensible en el contexto deun marco histórico-soci<strong>al</strong> determinado y como procesos en continuatransición, si bien es cierto que la ciencia proclama la búsquedade verdades de carácter univers<strong>al</strong>, lo cu<strong>al</strong> hace más complejoel proceso, pues aunque no debamos perder de vista elcarácter necesariamente soci<strong>al</strong> del conocimiento, para entenderel proceso de manera integr<strong>al</strong>, hay que regresar a la fase simplificadoradel mismo, en la cu<strong>al</strong> un sqieto (soci<strong>al</strong>mente condicionado)percibe a un objeto y trata de comprenderlo haciendoun ejercicio de abstracción inici<strong>al</strong> respecto a su entorno, en buscade gener<strong>al</strong>izaciones básicas que luego le permitan retornar a lareconstrucción de los casos particulares.Aquí estamos nosotros, por un lado, como internacion<strong>al</strong>istasprocedentes de un contexto soci<strong>al</strong> determinado y, en tornoa nosotros, toda una serie de procesos soci<strong>al</strong>es a los que pretendemosdistinguir por su carácter internacion<strong>al</strong>, como la glob<strong>al</strong>ización,la deuda externa, el desarrollo económico, la dependenciayel equilibrio soci<strong>al</strong>, la guerra y la paz, las diferencias cultur<strong>al</strong>es,los códigos de conducta, los organismos internacion<strong>al</strong>es, los procesosde integración region<strong>al</strong>, por sólo mencionar <strong>al</strong>gunos de losmás relevantes, que estamos tratando de comprender, explicary en <strong>al</strong>guna medida, prever y controlar."Edgar Morín, Science avec Conscience, 1990, p. 126.


David J. SarquísNo está por demás señ<strong>al</strong>ar que para poder re<strong>al</strong>izar el esfuerzode aprehensión en nuestra área tendremos que empezar por construir<strong>al</strong>guna forma de consenso respecto de lo que significa elvocablo internacion<strong>al</strong>; cómo se caracteriza y cómo se reconocepara luego poder determinar en qué casos concretos se aplica.Lo mismo tendremos que hacer con todos los demás términosempleados en el discurso internacion<strong>al</strong> antes de poder articularcu<strong>al</strong>quier proposición significativa sobre los mismos.A partir de ese paso inici<strong>al</strong> (la percepción del objeto), el sujetoprocede a asimilar (es decir, distinguir lo característico del objetoy liter<strong>al</strong>mente, hacerlo semejante a sí mismo, lo cu<strong>al</strong> significa,traducirlo <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance de su intelecto), para así discriminarlo delresto de la re<strong>al</strong>idad (es decir, reconocer su unicidad en el contextoplur<strong>al</strong> del medio dentro del cu<strong>al</strong> está inscrito) de ahí pasaa clasificarlo entre los distintos objetos que conforman el conjuntode la re<strong>al</strong>idad y que el sujeto puede percibir como entidadesseparadas entre sí para fin<strong>al</strong>mente intentar difinirlo, es decir,sintetizar, a través de un concepto sus rasgos esenci<strong>al</strong>es y, de esaforma, apropiárselo como objeto de conocimiento. Por supuestoes importante subrayar que este es el procedimiento racion<strong>al</strong>izadode la interacción entre el sujeto y el objeto, norm<strong>al</strong>mente,cuando el sujeto aprehende, como cuando respira, no tiene concienciaracion<strong>al</strong> inmediata de lo que está haciendo y, desde unpunto de vista estrictamente pragmático, tampoco lo necesita,aunque, quien sí lo sabe, conoce las múltiples ventajas que sepueden obtener a través ~el control sistemático de la respiración.30Debe rec<strong>al</strong>carse pues, que el proceso cognoscitivo no es unproceso enteramente volitivo (no sólo depende de la voluntadexpresa del sujeto por conocer), de hecho inicia como un procesobiológico esenci<strong>al</strong>mente instintivo por medio del cu<strong>al</strong> el sujetoprocura su subsistencia, pero además, es un proceso soci<strong>al</strong>mentedirigido pues, en gran medida, el sujeto aprende a ver la vida yJOefr. Zar-Adusht Hanish, El poder de la respiración, 1985.


__~_~.~_~.~p~.


50David J. SarquísAntes de seguir adelante con nuestra reflexión sobre el procesodel conocimiento concebido a la luz de esta multirreferidainteracción entre sujeto y objeto conviene detenernos brevementepara hacer de nueva cuenta una importante precisión sobre <strong>al</strong>goque de hecho estaremos tratando continuamente a lo largo de estetrabajo y que se refiere a lo siguiente. Desde la perspectiva del análisisindividu<strong>al</strong> tenemos que hacer una abstracción para "aislar"de su entorno a estas dos entidades y colocarlas una frente a otracomo si ambasfuesen estáticas y ontológicamente acabadas. A partirde este enfoque es que, históricamente, se ha iniciado la reflexiónen torno a la forma como de hecho se da la relación entre ellas,cómo es que se influyen y se retro<strong>al</strong>imentan mutuamente. Laciencia moderna sabe hoy en día que t<strong>al</strong> abstracción no es más queun recurso didáctico que se emplea como parte del procedimientonorm<strong>al</strong> de disección y simplificación de la re<strong>al</strong>idad que todo científicotiene que llevar a cabo para facilitar la comprensión de suobjeto de estudio, a través de la creación de modelos simplificadoresque intentan representar la complejidad que se observaen la re<strong>al</strong>idad.Esta simplificación, a veces en efecto excesiva, es un paso necesarioaunque ciertamente no suficiente para entender el procesodel conocimiento. Como hemos señ<strong>al</strong>ado ya de manera reiterada,la interrelación entre el sujeto y el objeto nunca se da en el "vacío",no existen espacios ideológicamente neutr<strong>al</strong>es desde los cu<strong>al</strong>es elsujeto pueda dedicarse, "libre de pnjuicios" a contemplar a su objetode estudio. Esto es particularmente más grave aun en el caso delas ciencias soci<strong>al</strong>es, donde se puede percibir incluso con mayorclaridad que el proceso del conocimiento es, como ha señ<strong>al</strong>adoJohn Berna!, entre muchos otros autores, un proceso histórico-soci<strong>al</strong>y que, en el contexto de cada grupo y de cada época,el sujeto aprende a ver la re<strong>al</strong>idad de una determinada manera.Nos lo dice también Graham Allison en los siguientes términos:Las explicaciones hechas por an<strong>al</strong>istas particulares muestran característicaspredecibles y regulares que reflejan supuestos no reco-


51nocidos sobre los temas abordados, las categorías desde las cu<strong>al</strong>esdeberían considerarse los problemas, los tipos de evidencia que sonrelevantes y los factores determinantes de los acontecimientos(...) los modelos conceptu<strong>al</strong>es no sólo determinan el tamaño de lasredes que emplea el an<strong>al</strong>ista para recolectar materi<strong>al</strong>es con los queva a explicar una acción particular; también le llevan a lanzar lared en una dirección determinada y a cierta profundidad, para asíatrapar específicamente a los peces que anda buscando. 31Ahora bien, justo cuando parece que el reconocimiento delproceder que busca el conocimiento parece haberse aclarado, escuando empiezan los problemas más serios; si el objeto es unosolo y posee características propias que lo definen como t<strong>al</strong>,¿por qué es que diferentes sujetos pueden tener distintas percepcionesde él?, ¿por qué es que, incluso cuando varios sujetos llegana <strong>al</strong>gún acuerdo sobre las características aparentemente definitoriasde un objeto, de repente, éstas parecen cambiar como si elobjeto estuviese determinado a evadirnos?Desde esta perspectiva, como señ<strong>al</strong>a Morín,La noción de conocimiento nos parece una y evidente". Pero en elmomento que se la interroga, est<strong>al</strong>la, se diversifica, se multiplicaen nociones innumerables, planteando cada una de ellas una nuevainterrogación:• ¿Los conocimientos? ¿El saber? ¿Los saberes? ¿La información?• ¿Las informaciones?• ¿La percepción? ¿La representación? ¿El reconocimiento? ¿La conceptu<strong>al</strong>ización?¿El juicio? ¿El razonamiento?• ¿La observación? ¿La experiencia? ¿La explicación? ¿La comprensión?¿La caus<strong>al</strong>idad? (...)De este modo, a partir de una primera mirada superfici<strong>al</strong>, la nociónde conocimiento se hace astillas. Si lo que se quiere, más bienes intentar considerarla en profundidad, se vuelve cada vez másenigmática. ¿Es un reflejo de las cosas? ¿Una construcción del espí-11 Graham Allison, Essence of decision, 1971, p. 4.


52David J. Sarquísritu? ¿Una revelación? ¿Una traducción? ¿Qué traducción? ¿Cuáles la natur<strong>al</strong>eza de aquello que traducimos como representaciones,nociones, ideas, teorías? ¿Captamos lo re<strong>al</strong> o únicamente susombra? (oo.) Ignorancia, desconocimiento, sombra esto es lo queencontramos en la idea del conocimiento. Nuestro conocimiento,tan íntimo y familiar para nosotros mismos, nos resulta extraño yextranjero cuando se le quiere conocer. 32Me parece que estas breves reflexiones muestran fehacientemente,a pesar de la aparente simplicidad inici<strong>al</strong>, lo complejaque es en re<strong>al</strong>idad la problemática del conocimiento en gener<strong>al</strong>.Complejidad que ciertamente se agudiza cuando llevamos estaproblemática hacia el terreno de las disciplinas especi<strong>al</strong>izadas,como es el caso de las relaciones internacion<strong>al</strong>es. Aunque quizápara una ment<strong>al</strong>idad pragmática, la complejidad del asunto nosería, en re<strong>al</strong>idad más que un enredo gratuito producto del ocio,creo que, si lo abordamos con seriedad, el asunto tiene muchode fondo.En su c<strong>al</strong>idad de producto de nuestra mente, a partir de larelación que establece con la re<strong>al</strong>idad que la rodea en un contextohistórico concreto, puede decirse que el conocimiento noes sólo un cúmulo de datos que están ahí <strong>al</strong>macenados como resultadode nuestra interacción con <strong>al</strong>gún objeto de estudio; desdemi punto de vista, el conocimiento es, además, la base sobre la quese sustentan nuestras convicciones, las cu<strong>al</strong>es a su vez definen elrango de certidumbre que podemos <strong>al</strong>canzar sobre las cosas, locu<strong>al</strong>, en turno, constituye el cimiento en el que se apoyan nuestrasdecisiones para actuar en el mundo.Esto resulta de suma importancia porque, de nueva cuenta,nos permite tomar una muy s<strong>al</strong>udable distancia respecto delproblema <strong>al</strong> que ya hemos hecho referencia, del conocimientocomo posesión de la verdad. Como cúmulo de datos que guía12 Edgar Morin. El método: el conocimiento del conocimiento, 1994. pp. 18-19, cursivasdel autor.


y orienta nuestra acción en el mundo; mientras nos brinda losresultados que esperamos, el conocimiento como informaciónpuede ser cierto o f<strong>al</strong>so, incluso, sólo parci<strong>al</strong>mente cierto sin quelleguemos jamás a saberlo directamente y sin que ello afecte unápice el nivel de nuestras convicciones; sencillamente sigue siendoel referente práctico que condiciona nuestras acciones.Por otra parte, volviendo a la cuestión de la certidumbre,entiendo por rango de certidumbre, el nivel de certeza que, sobre lare<strong>al</strong>idad llegamos a adquirir a través del proceso de conocimiento;en otras p<strong>al</strong>abras, la confianza que podemos tener en torno a loque nos rodea, con base en la información de la que llegamosa disponer y que internamente articulamos para forjar nuestraimagen del mundo, misma que continuamente deberemos estarcontrastandoconla re<strong>al</strong>idad. Es por ello que, independientementedel área específica del quehacer intelectu<strong>al</strong> en la que nos desempeñemos,ya sea dentro del campo de las ciencias natur<strong>al</strong>es o soci<strong>al</strong>es,si estamos en el proceso de construcción del conocimiento,me parece fundament<strong>al</strong> que nos detengamos a reflexionar entorno a las dificultades que ello implica.Ahora bien, me parece que la noción del conocimiento comoinformación sólida y consistente que puede guiar nuestro desempeñoen el mundo de manera confiable, (porque ha sido probadaempírica o racion<strong>al</strong>mente) exige de una precisión adicion<strong>al</strong>: másque un dato acabado y concordante con el objeto <strong>al</strong> que se refiere,creo oportuno señ<strong>al</strong>ar que el conocimiento se entiende mejor como unproceso de acercamiento gradu<strong>al</strong> hacia nuestro objeto de interés. Eneste sentido, lo que sabemos sobre el objeto puede ser, desde lomás vago (una mera opinión) hasta lo más absolutamente certeroy preciso que la mente humana es capaz de construir: el conocimientocientifico.La distinción me parece importante porque, obviamente, losrangos de certidumbre que se generan en los distintos niveles delconocimiento son marcadamente diferentes; la opinión sólonos permite un rango de certidumbre muy estrecho y limitado,


54David J. Sarquísmientras que el conocimiento científico amplía el nivel de lacerteza hasta donde es humanamente posible. Las disciplinascientíficas se caracterizan precisamente por su aspiración de<strong>al</strong>canzar los mayores niveles de certidumbre sobre sus objetosde estudio respectivos; en eso consiste justamente la especi<strong>al</strong>ización.La diferencia se observa con mayor claridad en los resultadosprácticos que se pueden extraer de los distintos niveles delconocimiento (la opinión, la creencia, el saber, el conocimiento yel conocimiento científico). El maestro Luis Villoro ha formuladouna excelente disertación en torno a este particular en una de susmás connotadas obras. 33 En este sentido, se puede señ<strong>al</strong>ar quetomar acción sobre la base de una opinión siempre entraña mayoresriesgos de equivocación que decidir <strong>al</strong>go sobre la base de lacerteza implícita en el conocimiento científico. Aun así, no estápor demás recordar que ni siquiera el mayor grado de certeza<strong>al</strong> que podamos llegar implica una garantía absoluta sobre losresultados esperados, lo cu<strong>al</strong> no tiene por qué tornarse en motivode desánimo: como proceso gradu<strong>al</strong> de acercamiento a suobjeto, el conocimiento será siempre perfectible y, como en elandar, con cada paso se ensanchará el horizonte.Aun así, con todo lo limitado e incierto que pueda parecernuestro proceso cognoscitivo, los seres humanos no tenemos muchasmás opciones para elegir; nuestro desempeño en el mundobien puede ser considerado como un continuo proceso de tomade decisiones; desde los aspectos más íntimos de nuestra vidaperson<strong>al</strong> hasta los más públicos derivados de nuestra participaciónen una colectividad están permeados por esta necesidadconstante de decidir, la cu<strong>al</strong> nos demanda cantidades crecientesde información sobre nuestro entorno.Este enfoque, t<strong>al</strong> como ha sido planteado se ha utilizado, precisamentedesde una perspectiva sistémica, para el desarrollode las llamadas teorías de <strong>al</strong>cance medio en el análisis de las rela-"Cfr. Luis Villoro, Creer, saber, conocer, 1993.


~~~ ~_~....•.....••,.•..•.~~(:1:,


56David J. Sarquísmenos si nos apegamos a los criterios distintivos del pensamientocientífico contemporáneo y a sus formas de proceder.Es justamente por este motivo que a pesar de las críticas encontra de la ciencia, su enfoque y sus modos de proceder, lamayoría de las disciplinas, incluidas las relaciones internacion<strong>al</strong>es,continúan el esfuerzo por incrementar y consolidar superspectiva científica, es decir, su cientificidad para así av<strong>al</strong>arsus resultados.Pero eso no significa que esta forma elevada de conocimientoesté exenta de los problemas gener<strong>al</strong>es que surgen cuando nosponemos a reflexionar sobre el conocimiento como proceso. Alcontrario, de <strong>al</strong>guna manera puede decirse que los problemasse magnifican proporcion<strong>al</strong>mente a la solidez que se espera delconocimiento científico y que bien podrían sintetizarse en unasola pregunta: ¿cuáles son las garantías que lo av<strong>al</strong>an?lafilosofía de la ciencia se separade la teoría del conocimientoprecisamente en este punto, aunque no por ello deja atrás todoslos problemas característicos que tradicion<strong>al</strong>mente han constituidoel objeto de estudio de la teoría del conocimiento.EL SUJETO COGNOSCENTEY EL OBJETO DE CONOCIMIENTOEN lA RElACIÓN COGNOSCITIVAAl pensar en términos del contenido del concepto objeto de conocimiento,resultapreciso detenernos con unareflexión fundament<strong>al</strong>:¿qué es la re<strong>al</strong>idad?, la pregunta no es ociosa, tradicion<strong>al</strong>mentese ha considerado <strong>al</strong> objeto como <strong>al</strong>go que está en la re<strong>al</strong>idad yque constituye lo re<strong>al</strong>, es decir, <strong>al</strong>go que posee una condiciónontológica propia eindependiente de lavoluntaddel observador,esto es, una entidad con características "suyas" (su esencia -si esque t<strong>al</strong> cosa existe-, su existencia fenomenológica, es decir, lamanifestación concreta de su esencia y sus v<strong>al</strong>ores, en otrasp<strong>al</strong>abras, sus elementos definitorios de la utilidad práctica que


pueden representar para el sujeto) las cu<strong>al</strong>es supuestamente existen,sea que el estudioso las conozca, las entienda o sencillamentelas ignore. 35La re<strong>al</strong>idad, vista en esta perspectiva podría ser definidacomo la suma tot<strong>al</strong> de los objetos de estudio que, independientementede la voluntad de cu<strong>al</strong>quier observador concreto, la conforman.Una definición evidentemente redundante. No en vanose pregunta Watzlawick ¿es re<strong>al</strong> la re<strong>al</strong>idad?, ¿mero juego dep<strong>al</strong>abras? No, el autor demuestra fehacientemente que, lo quede hecho llamamos re<strong>al</strong>idad es, en gran medida resultado del procesode comunicación entre los sujetos cognoscentes. No porquedeje de reconocer que hay "<strong>al</strong>go" ahí afuera, lo cu<strong>al</strong> de hechoimpacta a nuestros sentidos,36 sino precisamente porque <strong>al</strong>hacerlo nos permite reconstruirlo: "la más peligrosa manera deengañarse a sí mismo -nos dice el autor- es creer que sólo existe unare<strong>al</strong>idad; pues se dan de hecho innumerables versiones de la re<strong>al</strong>idad,que pueden ser muy opuestas entre sí, y que son, todasellas el resultado de la comunicación, y no el reflejo de verdadeseternas y objetivas".3?Desde esa perspectiva tradicion<strong>al</strong> que critica Watzlawick,el objeto sería una cosa definida de una vez por todas y parasiempre, una cosa monolítica y unívoca que el observador seempeña en comprender a través del análisis det<strong>al</strong>lado, el cu<strong>al</strong> vadesde la percepción hasta la aprehensión de los rasgos vit<strong>al</strong>es dela "cosa en sí" (la apropiación intelectu<strong>al</strong> de su esencia, unaesencia por demás elusiva, como la propia historia de la filosofíapuede constatar).3SCfr. W.V. Quine, Theories And things, 1981, o Gustav Ichheiser, Appearences andre<strong>al</strong>ities, 1970.36Watzlawick, a diferencia de los ide<strong>al</strong>istas clásicos, que de hecho niegan la independenciaontológica de la re<strong>al</strong>idad, sostiene que lo re<strong>al</strong> para e! ser humano es siempreuna reconstrucción a partir de! encuentro origin<strong>al</strong> entre e! sujeto y e! objeto. Los ide<strong>al</strong>istasclásicos, en cambio. sólo conciben <strong>al</strong> objeto externo como una proyección de suspropias creaciones ment<strong>al</strong>es. Cfr. Johanes Fitche, El destino del hombre, 1994.37paul Watzlawick, Es re<strong>al</strong> la re<strong>al</strong>idad?, 1994, p. 7, cursivas del autor.


58David J. SarquísEsta imagen del mundo o "la re<strong>al</strong>idad" como un conjunto decosas fue criticada ya en la antigüedad por uno de los presocráticosmás célebres, Heráclito de Efeso quien, consciente de lapresencia del cambio como variable insustituible en el análisisde la re<strong>al</strong>idad, propuso un enfoque en el cu<strong>al</strong> ésta se vería, nocomounconjunto de cosas relativamente estáticas y homogéneas,sino como un cúmulo de procesos, es decir, un flujo en cambiocontinuo.Popper nos explica la percepción de aquel pensador de lasiguiente manera:Hasta su época (la de Heráclito) los filósofos griegos influidos porideas orient<strong>al</strong>es habían concebido <strong>al</strong> mundo como una enormeestructura, cuyos elementos de construcción eran las cosas materi<strong>al</strong>es(... ) Por lo que respecta a los procesos que llegaban a considerarse,eran concebidos, bien fuese como <strong>al</strong>go que ocurría enel seno de la estructura, o bien como <strong>al</strong>go que contribuía en suconstrucción o a su conservación, perturbando o restableciendola estabilidad o b<strong>al</strong>ance de una estructuraconcebida fundament<strong>al</strong>mentecomo <strong>al</strong>go estático (...) La visión que (Heráclito) introdujoera, que no existía t<strong>al</strong> construcción, ninguna estructura estable,ningún cosmos definitivo (. ..) concibió entonces <strong>al</strong> mundo, no comouna estructura, sino más bien como un enorme proceso; no como latot<strong>al</strong>idad de las cosas, sino como la tot<strong>al</strong>idad de los eventos,cambios o procesos. Todo está en constante devenir, nada es estáticoes el lema de su filosofía. 38La expresión actu<strong>al</strong>izada de este pensamiento para el siglo xxes una aportación de Wittgenstein, quien nos asegura que: "Elmundo es todo lo que acaece. El mundo es la tot<strong>al</strong>idad de losprocesos, no de las cosas."39 Esta concepción del objeto como unaentidad móvil y flexible, es decir, como <strong>al</strong>go que está cambiandoJBKarl Popper, The open society and its enemies, vol. 1: Plato, 1980, pp. 11-12, cursivasdel autor."Ludwig von Wittgenstein, Tractatus logicus philosophicus, 1973, p. 35.


constantemente significa un reto epistemológico mayúsculo.Si la re<strong>al</strong>idad es un flujo continuo, en otras p<strong>al</strong>abras, si en lugardel ser, estamos en presencia de un devenir constante, ¿cómo esque la podemos llegar a conocer, cómo podemos garantizarnuestro rango de certidumbre respecto de ella, si prácticamente<strong>al</strong> plantear nuestras conclusiones el objeto está ya dejando de serlo que origin<strong>al</strong>mente habíamos percibido, para empezar a convertirseen otra cosa?, ¿podemos, en estos términos, seguir pensando entérminos de búsqueda de esencias?Aunque ciertamente podamos representarnos a la re<strong>al</strong>idadcomo un flujo continuo, hay un elemento muy importante quedebemos tomar en cuenta para superar la crisis epistemológicaque de otra suerte bien podría abatirnos, esto es, la velocidaddel cambio. Si bien es cierto que, en efecto, puede sostenerse elargumento de que todo está cambiando continuamente, tambiénlo es que no todos los fenómenos observables en la re<strong>al</strong>idadcambian <strong>al</strong> mismo tiempo, ni mucho menos <strong>al</strong> mismo ritmo,ya que cada proceso lleva su propio paso e incluso, durante elmovimiento el objeto mantiene ciertos rasgos propios que lepermiten ser, es decir, reconocerse como <strong>al</strong>go distinto del restode la re<strong>al</strong>idad, aun cuando transita irremediablemente hacia elflujo del no ser, esto es, hacia la disolución de su "esenci<strong>al</strong>idad".La velocidad de cambio a esc<strong>al</strong>a geológica, por ejemplo, haceque los fenómenos en ese ámbito resulten enteramente imperceptiblespara los seres humanos durante sus ciclos individu<strong>al</strong>esde vida; en otros ámbitos, en contraste, los cambios son tanrápidos que apenas tiene uno la posibilidad de observarlos yen otros más, ni siquiera tenemos la oportunidad de percibirlosdirectamente (como en el caso del microcosmos de las partículassubatómicas, a las cu<strong>al</strong>es, sólo podemos llegar a conocer porreferencia). Por eso se ha dicho que el hombre es la medida de todaslas cosas, como reconocimiento <strong>al</strong> hecho de que, conocer implicaampliar o reducir nuestras observaciones <strong>al</strong> rango de lo humanamentecomprensible. En este sentido es claro que, genéricamente


60David J. Sarquístenemos que convertirnos en parámetro de nuestro propio conocimiento,cada dato nuevo que se consigue tiene que serequiparado, por contraste con lo que previamente se daba porcierto o conocido; en la esc<strong>al</strong>a del conocimiento, el ser humanoes pues, como parte del proceso cognoscitivo, el referente natur<strong>al</strong>de sí mismo.El movimiento continuo en la re<strong>al</strong>idad, por lo tanto, no debeser considerado como obstáculo insuperable para el conocimiento.No porque los objetos de estudio que nos interesan estén en constantedevenir significa que se carezca por completo de mecanismospara asimos intelectu<strong>al</strong>mente de ellos. El mundo cambia, es cierto,continuamente está cambiando, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> que nosotros mismos;no obstante, hay suficiente permanencia en la re<strong>al</strong>idad comopara permitir el esfuerzo cognoscitivo más <strong>al</strong>lá de una merailusión.Si bien es cierto que esto pone un límite a los márgenes denuestros rangos de certidumbre, eso no quiere decir que losreduzca <strong>al</strong> nivel de lo inservible o de lo inutilizable. Las cosas cambian,como hemos visto, pero los cambios, s<strong>al</strong>vo en casos excepcion<strong>al</strong>es,no son tan radic<strong>al</strong>es que vuelvan tot<strong>al</strong>mente irreconociblesa los objetos de un momento a otro. La re<strong>al</strong>idad (y losseres humanos incluidos en ella) en muchas de sus múltiplesmanifestaciones y, para fortuna del observador, es suficientementeestática como para permitir la observación, la captación,la asimilación, el conocimiento y el desempeño de los hombresen ella. En esta fase, digamos "estática" de la re<strong>al</strong>idad se fincan,sin lugar a duda, las mayores expectativas del conocimiento científico,ya que es desde ahí donde empiezan a cimentarse los diversosrangos de certidumbre que pueden aspirar a <strong>al</strong>canzar losseres humanos. En otras p<strong>al</strong>abras, esa limitada permanencia delas cosas en el tiempo y el espacio permite que los objetos de estudiopuedan ser simultáneamente abordados, tanto desde laperspectiva de lo dinámico y cambiante (la lógica di<strong>al</strong>éctica) comodesde la perspectiva de lo fijo y estable (la lógica form<strong>al</strong>).


__~_~_~_~~_~~~~~~E!~:t~~~le~s~eI1n'cc:ii~<strong>al</strong>l~e~s~ ..~~d.~el~análisis epistemológico61Pero, ¿cómo es exactamente que se da la relación entre el sujetocognoscente y su objeto de conocimiento?, ¿quién determinaa quién y de qué manera? Schaff expone con toda claridad laexistencia de tres tipos posibles de vinculación entre estas entidadesen sus "modelos del conocimiento" a los cu<strong>al</strong>es denominacomo:• el modelo materi<strong>al</strong>ista mecánico o mecanicista;• el modelo ide<strong>al</strong>ista, y• el modelo di<strong>al</strong>éctico.Estos modelos constituyen desde luego, simplificaciones dela re<strong>al</strong>idad que bajo ninguna circunstancia deberán ser confundidoscon la re<strong>al</strong>idad misma. Son una especie de "tipos ide<strong>al</strong>es"de corte webberiano que pretenden auxiliar a la labor docente.El criterio básico para la distinción entre un modelo y otroes precisamente el grado de influencia que las entidades ejercenentre sí. En el primer caso, según nuestro autor, el sujeto desempeñaun papel pasivo, como mero receptor de los datos que emanandel objeto. Así, este último, reconocido como <strong>al</strong>go estático ymonolítico condiciona <strong>al</strong> sujeto, el cu<strong>al</strong> sólo puede "registrar"la información que le llega del entorno y que lo va moldeandoprogresivamente para su desempeño en la re<strong>al</strong>idad. En el segundocaso, la relación se invierte. El sujeto es ahora percibido comouna entidad dinámica y activa que, de hecho "crea" la re<strong>al</strong>idad através de su actividad pensante. La re<strong>al</strong>idad es entonces, desdeeste punto de vista, siempre una re<strong>al</strong>idad creada y transformadapor la conciencia (humana en el plano de lo terren<strong>al</strong> y divina enel caso de lo metafísico).El tercer modelo, llamado di<strong>al</strong>éctico, sugiere una interesantecorrelación entre el sujeto y su objeto de conocimiento en la cu<strong>al</strong>se da un fenómeno de interacción mutua, según el que, el objetoinfluye <strong>al</strong> sujeto <strong>al</strong> mismo tiempo que este último influye <strong>al</strong> primero<strong>al</strong> percibirlo y "recrearlo" a través de sus procesos ment<strong>al</strong>es.


62David J. SarquísEsto no significa, desde luego, que el objeto carezca de una existenciapropia e independiente del sujeto, de hecho no es así, porsupuesto que los objetos de conocimiento que constituyen lare<strong>al</strong>idad están ahí desde antes de ser percibidos por la conciencia,no obstante, lo que el modelo di<strong>al</strong>éctico sugiere es que ese "estarahí" se transforma en existir para el sujeto a partir del proceso dela percepción, lo cu<strong>al</strong>, por añadidura impide la posibilidad de unconocimiento cien por ciento "objetivo" (es decir, dependiente demanera exclusiva de las características imperturbables del objeto)de la re<strong>al</strong>idad,40 pues ésta se recrea y se reconstruye continuamentea partir de la presencia y la experiencia humana. El asuntoes notablemente más claro en el caso de las relaciones soci<strong>al</strong>esen donde todo "lo re<strong>al</strong>" es justo una construcción humana. 41Hemos partido entonces del supuesto origin<strong>al</strong> que nos sugierela teoría del conocimiento clásica según el cu<strong>al</strong>, éste se nospresenta como la resultante de una interacción entre un objetode conocimiento y un sujeto cognoscente, es decir, una relaciónentre la conciencia y la re<strong>al</strong>idad que la rodea. A partir de ella, efectivamentehemos podido constatar que conocer implica aprehenderment<strong>al</strong>mente <strong>al</strong>gún objeto de la re<strong>al</strong>idad. Pero, <strong>al</strong> mismotiempo hemos observado que el proceso va mucho más <strong>al</strong>lá dela simplicidad que parecía sugerir la existencia de dos entidadesautónomas e independientes, homogéneas y consistentes, que <strong>al</strong>estar una frente a la otra determinan tanto el cauce como losresultados hacia los que nos lleva el proceso cognoscitivo. Dehecho, este proceso es, incluso antes de llegar <strong>al</strong> nivel del análisisdel conocimiento científico, notablemente más complejo de loque su apariencia origin<strong>al</strong> parecía sugerir.En lugar de dos entidades sólidas, monolíticas y perfectamentedefinidas y delimitadas, estamos ahora frente a un sujetocomplejo, cambiante y condicionado tantobiológica, psicológica,4°Cfr Adam Schaff, op. cit., especi<strong>al</strong>mente pp. 73-114.41 Cfr Alfred Schutz, El problema de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, 1974, o Miguel Beltrán, La re<strong>al</strong>idadsoci<strong>al</strong>, 1991.


~~""«~ «««<


64David J. Sarquísvinculación, podemos considerar la posibilidad de redefinirnuestros rangos de certeza en función de propuesta que sobreeste particular nos hace Wittgenstein, cuando sostiene que:La verdad de nuestras proposiciones empíricas pertenece a nuestromarco de referencia( ...) Todas las pruebas y confirmacioneso rechazos a una hipótesis se re<strong>al</strong>izan ya en el contexto de su<strong>sistema</strong>. Y este <strong>sistema</strong> no es un punto de partida más o menosarbitrario y dudoso para el desarrollo de nuestros argumentos;no, más bien pertenece a la esencia de lo que llamamos un argumento.El <strong>sistema</strong> no es tanto un punto de partida, como unelemento en el que los argumentos tienen su vida propia. 42El <strong>sistema</strong> <strong>al</strong> que este autor se refiere es, claro está, el que seforma precisamente durante el proceso de interacción de cadasujeto cognoscente con la re<strong>al</strong>idad que le rodea. Es precisamenteen cuanto el <strong>sistema</strong> se integra que estamos ante la posibilidadre<strong>al</strong> del conocimiento y constituye entonces el gran reto de lafilosofía y de la ciencia (en suc<strong>al</strong>idad de esfuerzos cognoscitivos)posibilitar la síntesis del conocimiento, en un solo y gran marcode referencia, con las múltiples experiencias de los diversossujetos cognoscentes que se involucran de manera crítica en elproceso. En otras p<strong>al</strong>abras, la re<strong>al</strong>idad que tiene una condiciónontológica propia, es decir, lo que de suyo es, adquiere una dimensiónexistenci<strong>al</strong> a partir del acto de percepción que re<strong>al</strong>izael sujeto.Ahora bien, una vez que hemos reconocido y aceptado laidea de la existencia separable de un sujeto cognoscente y de unobjeto de conocimiento, efectivamente parece ineludible el tenerque pensar en el conocimiento como el producto de una interacciónnecesaria entre ambos, de donde surge el problema de quiéninfluye a quién. Si recordamos los modelos de interrelación propuestospor Schaff, vemos que, desde la perspectiva que nos42 Ludwig Wittgenstein, On certainty, 1984, p. 16e.


.....~~.~~..~_~~E~.c:tD2.e~.~s;€e'.~nce:cJi~él:a!1~e!~s~~Wanálisisepistemológico65ofrece su primer modelo (el materi<strong>al</strong>ista mecánico u objetivista)se puede sostener firmemente el argumento de que toda formade conocimiento debe ser sensori<strong>al</strong> en su origen, si no, ¿de dóndeprocedería todo aquello que genera un impacto en nuestramente? Así vistas las cosas, los empiristas tendrían plena razón<strong>al</strong> afirmar que todo concepto (en su c<strong>al</strong>idad de construcción ment<strong>al</strong>)debe tener <strong>al</strong>gún referente empírico para poder ser empleadode manera significativa en el discurso de la ciencia.Los ide<strong>al</strong>istas, en cambio, no padecen este problema. Puestoque para ellos la re<strong>al</strong>idad se gesta a partir de un proceso ment<strong>al</strong>,esa fuente generadora bien puede darse el lujo de pensar en"cosas" que no necesariamente vamos a tener que "encontrar"en la re<strong>al</strong>idad; en otras p<strong>al</strong>abras, desde este enfoque el referenteempírico no constituye prueba suficiente de la solidez del concepto,ya que éste posee una dinámica propia que se sustentaen la mente del sujeto.Uno de los aspectos más innovadores y <strong>al</strong> mismo tiempomás complejos del tercer modelo que nos presenta Schaff es que,como ya intentamos explicar, desde su óptica, por lo menos partede los elementos involucrados en el proceso del conocimientoson aportados directamente por el propio sujeto cognoscente,lo cu<strong>al</strong> significa que de <strong>al</strong>guna manera difícil de precisar, la objetividadabsoluta planteada por quienes sustentan la visión delprimer modelo resulta incluso una imposibilidad física. Estees precisamente el planteamiento que nos hace Rifkin, cuandoseñ<strong>al</strong>a que:La comunidad científica se quedó asombrada, por decir lo menos,cuando el físico <strong>al</strong>emán Heisenberg descubrió que la observaciónobjetiva de las partículas atómicas resultaba una imposibilidad,ya que, por su propia natur<strong>al</strong>eza, el solo hecho de la observacióninterfiere y <strong>al</strong>tera en lugar de preservar el objeto. 4343 Jeremy Rifkin y Ted Howard, Entropy: a new world view, 1981, p. 221, cursivasdel autor.


66David J. SarquísDesde mi punto de vista, aunque ciertamente no es necesarioabandonar las categorías de sujeto y objeto en relación con elproblema del conocimiento (sencillamente porque no sería posible)sí es necesario repensar las implicaciones que tiene esta relacióndi<strong>al</strong>éctica que hemos identificado entre ellas. De este modo,como ya habíamos sugerido, resulta <strong>al</strong>tamente provechosoreconsiderar las imágenes clásicas tanto del sujeto como delobjeto, para pasar de nociones estáticas y uniformes a conceptosdinámicos y cambiantes. Así, en lugar de pensar nuestros objetosde conocimiento como "cosas", podremos entenderlos muchomejor si los pensamos como procesos, es decir, como flujos deinteracción o relaciones.Piaget había formulado ya esta interesante sugerencia enlos siguientes términos:Las distintas epistemologías tradicion<strong>al</strong>es comparten el postuladode que el conocimiento es un hecho y no un proceso (...) la influenciaconvergente de una serie de factores ha hecho que en la actu<strong>al</strong>idad,el conocimiento vaya siendo considerado progresivamentemás como un proceso que como un estado (...) Todo ser (u objeto)que la ciencia intente fijar, debe disolverse de nuevo en la corrientedel devenir, y de él solo podemos decir que "es un hecho". Así pues,lo que se puede y se debe investigar es la ley de este proceso. 44Planteada en estos términos, la relación del objeto de conocimientocomo un cúmulo de procesos y el sujeto cognoscentecomo un agente dinámico y a la vez partícipe del cúmulo deprocesos que pretende conocer, el problema de la objetividad delconocimiento en el estudio científico de la re<strong>al</strong>idad adquiere unanovedosa dimensión que le libera de las viejas restricciones quepretendían una pureza prístina en la mente del observador antesde abordar cu<strong>al</strong>quier objeto de estudio; en consecuencia, puedereconsiderarse la noción de objetividad para dejar atrás la idea44 Jean Piaget, Psicología y epistemología, 1975, pp. 7-9.


67de que tiene que ser sinónima de una imparci<strong>al</strong>idad tot<strong>al</strong> queexige <strong>al</strong> científico, sobre todo <strong>al</strong> del ámbito de lo soci<strong>al</strong> el abandonode sus convicciones, prejuicios, creencias, etcétera, auncuando, desde principios de este siglo Max Weber nos había<strong>al</strong>ertado claramente sobre el particular <strong>al</strong> señ<strong>al</strong>ar que: "Sin lasideas de v<strong>al</strong>or del investigador no existiría ningún principio deselección temática, ni un conocimiento sensato de la re<strong>al</strong>idadindividu<strong>al</strong>. "45El problema en ciencias soci<strong>al</strong>es es de una magnitud insospechadapor el positivismo ingenuo, puesto que el condicionamientosoci<strong>al</strong> del observador desempeña un papel claramentemás influyente que en el caso del análisis de la llamada re<strong>al</strong>idadnatur<strong>al</strong>. A través del esfuerzo intelectu<strong>al</strong>, los hombres estántratando de comprenderse a sí mismos en sus más diversasmanifestaciones. Se convierten entonces en objetos de estudiopara sí mismos, como partícipes de relaciones soci<strong>al</strong>es que configurana su propio objeto de estudio; como protagonistas dela dinámica soci<strong>al</strong>, como agentes de la permanencia y del cambio,en fin, como constructores de su propia re<strong>al</strong>idad. Por eso nosrefiere de una manera tan ilustrativa como interesante Ricoeur,la cuestión de la objetividad de la historia y la subjetividaddel historiador. 46PROBLEMAS PROPIOS DE LA FILOSOFÍADE LA CIENCIA CONTEMPORÁNEADecir que el objeto de estudio está en la re<strong>al</strong>idad podría parecermeramente tautológico. Hemos tratado de mostrar que másbien representa una posición epistemológica. El reconocimientode su existencia autónoma no implica, sin embargo, que éstepreserve su condición plenamente objetiva durante el procesodel conocimiento, por el contrario, según hemos sugerido, el45 Max Weber, Sobre la teoría de las ciencias soci<strong>al</strong>es, 1977, p. 50.46Cfr. Paul Ricoeur, Historia y verdad, 1990, pp. 27-32.


68David J. Sarquísobjeto se recrea a través de esta interacción con el sujeto; estosignifica que el objeto bien puede "estar ahí" desde antes, perosólo empieza a existir a partir del acto de percepción que lo recrea.Esta recreación es además un proceso conceptu<strong>al</strong> desde elpunto de vista del sujeto; la apropiación de la re<strong>al</strong>idad se haceen este sentido como una construcción ment<strong>al</strong> que, en su expresiónmás acabada recibe el nombre de ciencia. La creación delconocimiento científico es por su parte un reto significativo parael sujeto cognoscente porque implica la confrontación de unaserie muy importante de problemas, entre los que destacan: ladelimitación y caracterización del objeto de estudio en el contextode un entorno determinado (tanto físico como histórico),el análisis de su interrelación con el resto de los objetos que conformanla re<strong>al</strong>idad, a fin de reconocer las semejanzas que lovinculan a ella, a la vez que marcar las diferencias que lo distinguen;el estudio de las partes que lo integran, el desempeñode las funciones que lo preservan, la identificación de las leyesque rigen su comportamiento, la elaboración de todos los términosadecuados para referir cada uno de estos procesos, el contrastede nuestra construcción ment<strong>al</strong> con respecto a la re<strong>al</strong>idadque supuestamente representa y el desarrollo de los mecanismosde comprobación, etcétera.Cada uno de estos aspectos se convierte en un tema de análisisque el estudioso de la filosofía de la ciencia debe abordarcuidadosamente. En gran parte puede anticiparse que, los resultadosde la investigación científica dependen precisamente dela posición que adoptamos ante cada uno de estos problemas,pues es en función de la solución que les damos que fin<strong>al</strong>mentenos representamos <strong>al</strong> objeto de estudio. Es claro que si lo imaginamoscomo una entidad aislada, independiente, homogénea,tendremos una visión muy distinta que si lo imaginamos comoun todo en sí mismo pero activamente conectado con el restode la re<strong>al</strong>idad, de cuyo flujo constante forma parte inseparable.De aquí surge la concepción de la ciencia como un esfuerzo


69unitario, ínter, multi y transdisciplinario que abarca todos losaspectos del quehacer intelectu<strong>al</strong>.Por eso nos dice Frank, atinadamente que:necesitamos una comprensión plena de los principios de la físicao de la biología, una comprensión no sólo del razonamientológico, sino también de las leyes psicológicas y soci<strong>al</strong>es: en pocasp<strong>al</strong>abras, necesitamos complementar la ciencia de la natur<strong>al</strong>ezafísica con la ciencia del hombre (...) a fin de comprender no sólola ciencia misma, sino el lugar que ésta ocupa en nuestra civilizacióny sus relaciones con la ética, la política y la religión; necesitamosun <strong>sistema</strong> coherente de conceptos y de leyes, dentro delcu<strong>al</strong> las ciencias natur<strong>al</strong>es así como la filosofía y las humanidadestengan su lugar. Podríamos llamar a este <strong>sistema</strong> "filosofía de laciencia"; sería el "eslabón perdido" entre las ciencias y las humanidadesy nos ahorraríamos la introducción de <strong>al</strong>guna filosofíaperenne que sólo podría sostenerse mediante la autoridad. 47A partir de lo dicho hasta el momento en este apartado, podemosreconocer entonces, tres áreas princip<strong>al</strong>es de preocupaciónpara la filosofía de la ciencia contemporánea, resultantes desu peculiar apreciación sobre el modo de interacción del sujetocognoscente con el objeto en el que ha centrado su atención enel proceso del conocimiento:• la elaboración conceptu<strong>al</strong>;• el estudio de la existencia y el significado de leyes como condicionantesdel comportamiento del objeto, y• el estudio de la existencia y el significado de leyes comocondicionantes del comportamiento del sujeto durante la fase dela construcción teórica. Consideremos ahora cada una por separado.4' Philipp Frank, Filosofía de la ciencia: el eslabón entre la ciencia'y la filosofía, 1965.p. XVI.


70David J. SarquísLA ELABORACIÓN CONCEPTUAL EN LA CIENCIAla cuestión de los conceptos, su origen, su nahrr<strong>al</strong>eza y sus funcionesconstituyen el capítulo inici<strong>al</strong> en el estudio de la lógicacomo disciplina encargada de los procesos del pensamiento ensu perspectiva form<strong>al</strong> (es decir, lo que atañe a lo apropiado de susformas).48A pesar de ser el componente más simple en el estudio de l<strong>al</strong>ógica aristotélica; el paso inici<strong>al</strong> con el que arranca el análisisde las formas del pensamiento humano y su interacción con lare<strong>al</strong>idad, la teoría del concepto reviste una profunda problemáticapropia que, de <strong>al</strong>guna manera refleja con toda claridad lascuestiones estudiadas por la teoría del conocimiento en su conjunto.Aquí nos encontramos <strong>al</strong> sujeto cognoscente en la faseinici<strong>al</strong> de su encuentro con un objeto de estudio, tratando deaprehenderlo, entenderlo y reproducirlo ment<strong>al</strong>mente, una vezque ha captado su esencia,49 lo cu<strong>al</strong> nos coloca nuevamente anteel problema que ya habíamos planteado, ¿Cómo nos representamos<strong>al</strong> objeto de estudio?, ¿existe por sí mismo?, LIo estamoscreando o <strong>al</strong>terando de <strong>al</strong>guna manera <strong>al</strong> interactuar con él?Independientemente de las respuestas que tengamos paraéstas y otras interrogantes asociadas con el mismo tema, el hechoes que, como sujetos cognoscentes nos estamos formando unarepresentación ment<strong>al</strong> del objeto de estudio. Esto significa que,<strong>al</strong> margen del problema de una re<strong>al</strong>idad objetiva y separada denuestra voluntad, aquÍ, en el intento de aprehenderla para comprenderla,hay un proceso de recreación de la misma en nuestramente. En este sentido, cu<strong>al</strong>quiera que sea nuestra convicciónsobre la condición ontológica de la re<strong>al</strong>idad, tenemos que reco-48 Hay un excelente tratamiento de este aspecto en Gregario Fingermann, Lógica yteoría del conocimiento, 1983, especi<strong>al</strong>mente el capítulo 4, pp. 33-49).4" Resulta muy interesante constatar que, en el Génesis, una vez creado el Hombre,recibe directamente de Dios la tarea de nombrar a los objetos y los anim<strong>al</strong>es de la creacióncon objeto de asumir su mandato sobre ellos. Foucault hace una interesante reflexiónepistemológica sobre el proceso de la conceptu<strong>al</strong>ización en Las p<strong>al</strong>abras y las cosas.


nacer en el concepto (reformulación del objeto de estudio a travésdel pensamiento) una construcción ment<strong>al</strong>.Pero, ¿qué características le distinguen como t<strong>al</strong>?, ¿se tratade una imagen fiel (tipo espejo) de lo observado?, ¿hasta quépunto puede re<strong>al</strong>mente representar a nuestros objetos de conocimiento?,¿encierra re<strong>al</strong>mente <strong>al</strong>guna esencia de las cosas o setrata meramente de un nombre adoptado y aplicado por convención?Cuando definimos, ¿necesitamos re<strong>al</strong>mente captar laesencia del objeto en nuestra construcción ment<strong>al</strong> para transferirla<strong>al</strong> nombre o formulamos nosotros mismos esa esencia <strong>al</strong>hacer el recuento de los predicados aplicables a nuestro objetode estudio?Es precisamente en torno a estas interrogantes que se desarrollael clásico debate entre los esenci<strong>al</strong>istas o sustanci<strong>al</strong>istasy los nomin<strong>al</strong>istas. Para los primeros, herederos de la tradiciónplatónica, las ideas poseen una re<strong>al</strong>idad objetiva propia, de lacu<strong>al</strong> emana directamente la posibilidad de dotar de significadoa cada concepto, toda vez que éstos representan la manifestaciónmateri<strong>al</strong> de la proyección de la idea en la re<strong>al</strong>idad. LDs nomin<strong>al</strong>istas,en cambio, estiman que los conceptos, como representacionesment<strong>al</strong>es son traducidas a términos que posteriormentese emplean básicamente por convención y, por lo tanto, carecende un contenido esenci<strong>al</strong>ista re<strong>al</strong>. En otras p<strong>al</strong>abras, la re<strong>al</strong>idadsólo puede ser expresada conceptu<strong>al</strong>mente de manera relativa.El internacion<strong>al</strong>ista que desconoce la natur<strong>al</strong>eza de este procesopuede caer fácilmente en la trampa de articular un discurso"hueco" con conceptos que en muchas ocasiones se usanmás como sostén ideológico, sin reparar en lo que sustenta sucontenido. En ese sentido, nociones tan frecuentes como poder,nación, Estado, internacion<strong>al</strong>, glob<strong>al</strong>ización, <strong>sistema</strong>, estructura,orden, etcétera, pueden convertirse más en fuentes de confusiónque en instrumentos del conocimiento.Desde la perspectiva del desarrollo de la ciencia, la necesidadde una elaboración conceptu<strong>al</strong> precisa es un imperativo de primer


72David J. Sarquísorden. Para superar el debate entre nomin<strong>al</strong>istas y sustanci<strong>al</strong>istas,el pensamiento científico moderno ha reconocido que,aunque lo univers<strong>al</strong> es un mero concepto, eso no significa en forma<strong>al</strong>guna que sea solamente una p<strong>al</strong>abra hueca y aceptada porconvención. Por supuesto que <strong>al</strong>gunos términos ganan carta deaceptación en contextos sociohistórico determinados en funciónde la utilidad práctica que representan, entonces, "todomundo" utiliza la p<strong>al</strong>abra con una determinada acepción que"los demás" comprenden, pero ni siquiera en estos casos extremosde convencion<strong>al</strong>ismo podemos decir que los términos carezcande <strong>al</strong>guna forma de referente empíricos concretos, por muyabstractos que puedan parecer en primera instancia.En otras p<strong>al</strong>abras, para la ciencia, ningún concepto es unacreación enteramente subjetiva; de <strong>al</strong>guna manera cada conceptoposee su referente objetivo en las cosas a las que se refiere,por más abstractas que éstas puedan parecer, aunque por otrolado, también es claro que cada término constituye una abstracciónde "la cosa en sí", cuyo referente con la re<strong>al</strong>idad tambiénpuede ser indirecto, es decir, una asociación de ideas.El estudiante de relaciones internacion<strong>al</strong>es comprenderá mejorel <strong>al</strong>cance de esta problemática <strong>al</strong> confrontar nociones como"interés nacion<strong>al</strong>", "poder soberano", "defensa estratégica", "dinámicamundi<strong>al</strong>", "terrorismo internacion<strong>al</strong>" y tantas otras en suintento por an<strong>al</strong>izar y explicar la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> contemporánea.En función de lo anterior puede decirse que, hoy en día, loscientíficos eligen un vocabulario específico y delimitado que buscadescribir los objetos y los fenómenos que son de su interés, procurandocircunscribirse lo más de cerca posible a ellos para crearun consenso lo más amplio que les sea permitido a la hora dedotarlos de contenido y especificar su <strong>al</strong>cance. No obstante,resulta obvio que la re<strong>al</strong>idad es mucho más rica y mucho máscompleja que la capacidad del hombre para crear los conceptos,que después tiene que traducir en términos para referirla. Es


73precisamente por esto que una misma p<strong>al</strong>abra puede tener tanvariadas acepciones. El nombre mismo de relaciones internacion<strong>al</strong>es,según se ha indicado es suficientemente ilustrativo sobreel particular.Esto impone exigencias especi<strong>al</strong>es <strong>al</strong> uso del lenguaje queaspira a ser científico, mismas que se expresan, como hemos sugerido,en condiciones de precisión conceptu<strong>al</strong>; en otras p<strong>al</strong>abras,mucho más que el lenguaje popular, el lenguaje de la ciencia tieneque delimitar con mucha mayor exactitud lo que pretende decir;es por ello que los científicos tienen que definir (aunque sólo seaoperativamente) con mayor rigor sus términos y luego, especificara qué fenómenos de la re<strong>al</strong>idad pretenden <strong>al</strong>canzar concada definición. Cu<strong>al</strong>quier f<strong>al</strong>la en este sentido se convierte fácilmenteen fuente de confusión, tanto para los especi<strong>al</strong>istas comopara el público en gener<strong>al</strong> que pretende acercarse <strong>al</strong> trabajo dela ciencia.Esta situación plantea múltiples dudas con respecto <strong>al</strong>potenci<strong>al</strong> re<strong>al</strong> del lenguaje para expresar el trabqjo de la ciencia;¿puede re<strong>al</strong>mente llegarse a nombrar todo cuanto existe comoobjeto de estudio?, ¿de qué manera "refleja" y hasta qué punto,aquello que nombramos, a lo re<strong>al</strong>mente existente?, ¿hasta quépunto puede el lenguaje influir en la percepción misma de la re<strong>al</strong>idad?,en otras p<strong>al</strong>abras, ¿cuál es la relación precisa del lenguajecon la re<strong>al</strong>idad?50Uno de los princip<strong>al</strong>es retos de la filosofía de la ciencia contemporáneaes precisamente identificar y determinar la relaciónque se da, en diferentes niveles, entre diversos términos y la relacióndel proceso de observación con las resultantes de lo observadoen el contexto específico de las teorías científicas.'''Para una interesante reflexión sobre este particular, cfr. Bejamin Lee Whorf, Language,Thought and Re<strong>al</strong>ity, 1998. Para este autor, "la estructura del lenguaje que unoemplea usu<strong>al</strong>mente influye la manera en la que uno comprende su ambiente. La imagendel universo cambia de lengua a lengua" (p. VI).


David J. SarquísEL PAPEL DE LAS LEYES EN LA CIENCIAOtro importante problema que confronta el análisis de la filosofíade la ciencia contemporánea se refiere a la natur<strong>al</strong>eza yfunción de las leyes, tanto en la configuración de la re<strong>al</strong>idad ensí, como <strong>al</strong> papel que éstas desempeñan en el desarrollo de laciencia. Como ya hemos dicho anteriormente, uno de los supuestosepistemológicos básicos de la perspectiva con la que sedesarrolla el pensamiento científico moderno parte precisamentede la convicción de que el universo a nuestro <strong>al</strong>rededor está regidopor leyes. De ellas depende, por supuesto, la regularidad quepodemos observar en él. Pero, ¿de qué manera debemos entenderestas leyes?, ¿cómo operan en su c<strong>al</strong>idad de condicionantesde la re<strong>al</strong>idad?, ¿cómo se identifican y se definen?, ¿son puntu<strong>al</strong>mentedeterministas o sólo probabilísticamente condicionantesde los procesos observables en la re<strong>al</strong>idad?, ¿qué papeljuegan las leyes en la explicación de los cambios que puedenobservarse en la re<strong>al</strong>idad?No cabe duda que el concepto de leyes fundament<strong>al</strong> parael desarrollo del pensamiento científico, sin él, las ideas mismasde regularidad y caus<strong>al</strong>idad en el universo se verían seriamentesocavadas y, sin ellas, difícilmente se podría hacer ciencia, porlo menos en los términos que se ha hecho durante más de 300años. Fingermann nos dice:cuando el investigador se propone descubrir las leyes que rigenciertos fenómenos, v<strong>al</strong>e decir, cuando trata de h<strong>al</strong>lar las relacionesconstantes entre una serie sucesiva de hechos, su trabajo consisteen extraerlas de la re<strong>al</strong>idad, t<strong>al</strong> como se nos ofrece en la experiencia.Algunas de estas relaciones son esenci<strong>al</strong>es, fundament<strong>al</strong>es;otras fortuitas y accident<strong>al</strong>es. La gran dificultad consiste endistinguir las unas de las otras y en separarlas y aislarlas paraencontrar la relación causaPl.;] Gregario Fingermann. op. cit., p. 209.


De este planteamiento se desprende la noción que, de <strong>al</strong>gunamanera nos sugiere como principio definitorio de la ley, es decir,su capacidad para expresar relaciones que son a la vez necesariasy verdaderas y que, de una u otra forma mueven la dinámicade lo observable y lo cognoscible en la re<strong>al</strong>idad (aunqueno nos aclare con precisión si es que ese movimiento es deterministao probabilística, inmutable o cambiante).La ley, desde este punto de vista supone una existencia enteramenteobjetiva, es decir, independiente de la voluntad del observador,el cu<strong>al</strong> sólo puede aproximarse <strong>al</strong> entendimiento de l<strong>al</strong>ey por la vía de la reflexión an<strong>al</strong>ítica implícita en el proceso delconocimiento; proceso que, históricamente, arranca conla meditación"especulativa" característica de la filosofía y culmina conla aplicación rigurosa y sistemática del método científico. Esprecisamente a través de este camino que re<strong>al</strong>iza la construcciónteórica, por medio de la cu<strong>al</strong> el sujeto cognoscente trata de expresarsu modo específico de comprensión de la ley que rige elcomportamiento del objeto de estudio que él está an<strong>al</strong>izando,si es que éste, en efecto, está regido por leyes.Para Karl Hempel, una ley de carácter científico es aquelenunciado de forma condicion<strong>al</strong> univers<strong>al</strong> que puede confirmarseo rectificarse por h<strong>al</strong>lazgos empíricos adecuados. El término "ley"sugiere la idea de que el enunciado en cuestión, efectivamente hasido confirmado por los elementos adecuados disponibles (a partirde lo cu<strong>al</strong>), se supone que se afirma una regularidad del siguientetipo: en todos los casos en donde un hecho de una clase específicae ocurre en un cierto lugar y tiempo, otro hecho de una claseespecífica E ocurrirá en un lugar y tiempo relacionados de unmodo específico con el lugar y tiempo de ocurrencia del primersuceso. (Se han elegido los símbolos e y E para sugerir los términos"causa" y "efecto".)5252K.G. Hempel, La explicación científica: estudios sobre lafilosofía de la ciencia, 1988,p.233.


Si esto es cierto, es claro que en el ámbito gener<strong>al</strong> de la cienciaexisten pocos enunciados que se sujetan rigurosamente a este postuladode manera categórica, otorgando un carácter de absolutoe inmutable <strong>al</strong> contenido de la ley.Una concepción como ésta muestra todavía una fuerte herenciadel pensamiento mediev<strong>al</strong>, para el que la idea de la ley provieneorigin<strong>al</strong>mente del mandato divino y expresa, antes que otra cosa,la voluntad de Dios; así, el orden cósmico está regido por la voluntaddivina y tendría una condición ominosamente determinista.La ciencia contemporánea, sobre todo a raíz de las polémicasde los posmodernistas, tiene un enfoque mucho más humildesegún el cu<strong>al</strong>, la noción de ley está más vinculada a la idea de unprincipio rector o un principio guía, que orienta el devenir de losacontecimientos en la re<strong>al</strong>idad y sobre la base del cu<strong>al</strong> puedenexplorarse y vincularse causas con efectos, pero que, en la dinámicade un universo en continuo cambio, es decir, un universofluctuante, también se van reajustando a nuevas condiciones bajola influencia de nuevas variables; las leyes han perdido así elcarácter inmutable con el que las concebía el pensamiento mediev<strong>al</strong>.53Este enfoquetiene, desde luego, muyimportantes consecuenciaspara la ciencia moderna y para todos aquellos que deseanpracticar un enfoque científico en sus intentos por <strong>al</strong>canzar undesarrollo disciplinario en cu<strong>al</strong>quier área del quehacer intelectu<strong>al</strong>.En lugar de andar buscando leyes eternas e inmutables quedeterminan el devenir de las cosas, la ciencia moderna busca los principiosrectores que hacen que una situación determinada sea como esy no de otra manera; en el entendido, además, de que esos propiosprincipios rectores están sujetos a la probabilidad del cambio,<strong>al</strong> igu<strong>al</strong> que el resto de la re<strong>al</strong>idad.En lugar, entonces de andar buscando leyes inmutables, loscientíficos en la actu<strong>al</strong>idad basan gran parte de su esfuerzo enla construcción de modelos, por medio de los cu<strong>al</strong>es se represen-'l Cfr. Ron<strong>al</strong>d Giere. Science without laws, 2002, especi<strong>al</strong>mente el capítulo v, pp. 84-96.


tan, de manera simplificada lo que creen que ocurre en la re<strong>al</strong>idad,para así tener una guía conceptu<strong>al</strong> operativa que les permitedesempeñarse en ella. Si los supuestos del modelo son correctos,es decir, si se aproximan a lo que ocurre con los fenómenos, entoncesse cuenta con una guía práctica y funcion<strong>al</strong> que permiteun buen desempeño del sujeto en la re<strong>al</strong>idad, de lo contrario,la propia re<strong>al</strong>idad se encarga de mostrarlo.El modelo es pues, una representación reduccionista y simplificadade la re<strong>al</strong>idad, (como los modelos del proceso cognoscitivoque nos presentó Schaff) es un intento de aproximación asu modus operandi, pero debemos ser extremadamente cautospara no confundirlo con la misma. Es el modelo el que trata deajustarse a la re<strong>al</strong>idad y no a la inversa. Un buen modelo es requisitoindispensable para sustentar un desarrollo teórico sólido.La teoría elabora conceptu<strong>al</strong>mente sobre las bases de los modelospara tratar de explicar la re<strong>al</strong>idad.A partir de lo señ<strong>al</strong>ado puede observarse que la princip<strong>al</strong>diferencia entre las leyes y las teorías se deriva de la circunstanciasegún la cu<strong>al</strong>, las primeras, sólo tendrían que expresar situacionesobservables y empíricamente constatables (patronesde regularidad efectivamente existentes y condicionantes del comportamientodel objeto de estudio en cuestión), mientras quelos enunciados teóricos representan un intento de construcciónment<strong>al</strong> que aspira a verb<strong>al</strong>izar el contenido de las leyes. Esoimplica que los enunciados de tipo teórico podrían contener,como de hecho ya señ<strong>al</strong>amos antes, por lo menos <strong>al</strong>gunos términosno referidos a observables directos y, por lo tanto, muchomás difíciles de definir operacion<strong>al</strong>mente, ya que, por su propianatur<strong>al</strong>eza abstracta, ni pueden ser comprobados de maneradirecta ni por medio de observación o experimentación.Me parece que es justamente en función de lo señ<strong>al</strong>ado comopuede afirmarse que las leyes se apoyan o se sustentan enteramenteen su pretensión de expresar "lo que re<strong>al</strong>mente ocurre" (y,por lo tanto, son, en principio, independientes de toda considera-77


78David J. Sarquísción teórica, precisamente porque existen de manera independientea la voluntad del observador, aunque, paradójicamente, par<strong>al</strong>legar a ellas, forzosamente tenemos que recorrer el camino de laconstrucción teórica), mientras que las teorías, fin<strong>al</strong>mente tienenque apoyarse en el contraste con las leyes o principios rectores quepretenden referir de manera coherente, plausible y simplificada.La labor del cientifico podría entonces definirse justamente entérminos de la búsqueda de las leyes especificas que rigen a los objetosde estudio propios de cada disciplina, tomando en cuenta, desde luegola natur<strong>al</strong>eza cambiante que de hecho tienen las propias leyes. Comohabíamos anticipado, nadie que no sea capaz de creer en la existenciade estas leyes podría hacer ciencia, aunque ello no significa,en forma <strong>al</strong>guna, que el ser humano carezca de otras formasde acceso <strong>al</strong> conocimiento. No obstante, aun cuando la existenciade un universo regulado por leyes pueda constituir el puntode partida fundament<strong>al</strong> del pensamiento científico, la natur<strong>al</strong>ezay el <strong>al</strong>cance de esas leyes es <strong>al</strong>go que está muy lejos dehaber quedado resuelto. Es más, precisamente de ahí parte unabuena cantidad de problemas que son motivo inevitable dereflexión para la filosofía de la ciencia contemporánea.LA LEY COMO CONDICIONANTEDEL OBJETO DE CONOCIMIENTOEn la concepción más clásica de la ciencia, según lo que hemosseñ<strong>al</strong>ado, la auténtica ley debería tener una natur<strong>al</strong>eza univers<strong>al</strong>e inmutable. Según los clásicos de la época de la Ilustración,no podría ser de otra manera, ya que sólo así, la ley podría darcuenta de los patrones de regularidad que se le imputan a partirde la observación de la re<strong>al</strong>idad. Cuando, a partir de un enunciadose expresa una ley, de <strong>al</strong>guna manera se está estableciendo unaconexión caus<strong>al</strong> que, por otro lado, nos confiere, cuando la leyestá correctamente postulada, una clara capacidad de predicciónsobre los fenómenos a los que se refiere.


De <strong>al</strong>guna manera, el gran logro de la ciencia moderna, sobretodo a partir del siglo XVII está asociado con una creciente capacidadpredictiva en diversas áreas conectadas con el estudio delentorno natur<strong>al</strong>. Esto significa, en última instancia que, de unau otra manera, a través de la ciencia los hombres han logradoidentificar acertadamente, por lo menos <strong>al</strong>gunas de las leyesque rigen el comportamiento de la natur<strong>al</strong>eza. La evidencia estáen los resultados obtenidos, no sólo en materia de comprensiónde los fenómenos estudiados, sino muy especi<strong>al</strong>mente en el aprovechamientodeeste nuevoconocimiento traducido enimportanteslogros tecnológicos, que tan visiblemente han cambiado lasituación del hombre sobre el planeta a lo largo de los últimostres siglos.T<strong>al</strong> capacidad pone de manifiesto, no sólo que en verdad seestá entendiendo la natur<strong>al</strong>eza profunda del fenómeno quese estudia, sino que además, se puede <strong>al</strong>canzar <strong>al</strong>gún nivel decontrol sobre él. A partir de aquí nace y se desarrolla la idea contemporáneadel progreso como la promesa, por lo menos en apariencia,más cab<strong>al</strong>mente cumplida de la ciencia.Esta situación, la cu<strong>al</strong> está íntimamente conectada con lacorrecta identificación de las leyes de la natur<strong>al</strong>eza contribuyeenormemente a incrementar los rangos de certeza del hombre,a los que nos hemos referido con anterioridad. Luego entonces,si la búsqueda de leyes como principio rector de la búsqueda delconocimiento nos ha resultado tan provechosa en una determinadaárea del quehacer intelectu<strong>al</strong>, ¿acaso no resulta lógicotratar de entender mejor cómo es que se ha llevado a cabo esabúsqueda para tratar de aplicar el mismo procedimiento en otrasárea del quehacer intelectu<strong>al</strong>?; en otras p<strong>al</strong>abras, ¿si vamos atratar de hacer ciencia, no deberíamos dedicarnos a buscar leyespor todos lados? Como ya hemos señ<strong>al</strong>ado, aquí el problemaprincip<strong>al</strong> radica en el <strong>al</strong>cance que le damos a la noción de ley.Los críticos del enfoque determinista han señ<strong>al</strong>ado reiteradamentela ingenuidad de la idea mecanicista que subyace a este79


80David J. Sarquíspostulado. Como ya hemos observado, siguiendo a Giere, laciencia contemporánea prefiere hablar de principios rectores oprincipios guía flexibles como fundamento de la caus<strong>al</strong>idad que,sin lugar a dudas se puede observar en el universo; pero entonces,ya no son mandatos irrevocables que expresan una voluntaddivina sino factores determinantes que a su vez están sujetosa la dinámica del cambio.En otro sentido, uno de los aspectos más interesantes de labúsqueda invariablemente parece apuntar en la dirección delmétodo, aquí entendido inici<strong>al</strong>mente como el procedimiento através del cu<strong>al</strong> se lleva a cabo una indagación y a partir del cu<strong>al</strong>se establecen los parámetros de contrastación empírica o verificaciónde nuestros resultados. Esto contribuye, a su vez, aconformar una visión del mundo; una idea sobre la ordenaciónde la re<strong>al</strong>idad que, <strong>al</strong> irse afinando se convierte liter<strong>al</strong>mente enel filtro a través del cu<strong>al</strong> empezamos a percibir a los objetos deestudio y a cimentar el proceso cognoscitivo.Si nuestros enunciados re<strong>al</strong>mente expresan relaciones caus<strong>al</strong>esefectivas, si, por lo menos en <strong>al</strong>guna área del quehacer intelectu<strong>al</strong>re<strong>al</strong>mente hemos llegado, de manera exitosa a la formulaciónde leyes; es decir, si hemos superado el nivel de la meranarración descriptiva en los casos que an<strong>al</strong>izamos para llegar auna correcta identificación de vinculación entre causas y efectos,sólo podremos saberlo poniendo a prueba la correspondenciaentre el contenido de nuestros enunciados y aquello que pretendemoshaber llegado a conocer a través de ellos. Desde esta perspectiva,el papel centr<strong>al</strong> del método en la ciencia queda asociadoa la tarea de dirigir nuestra búsqueda en la dirección que laexperiencia previa de la ciencia señ<strong>al</strong>a, como un camino adecuadopara la obtención del conocimiento.Sin embargo, como la propia experiencia ha puesto de manifiesto,no todo lo que funciona exitosamente en <strong>al</strong>gún nivel dela re<strong>al</strong>idad <strong>al</strong>canza los mismos logros cuando pasamos a un nivelde complejidad mayor. Cuando se incrementa el número de


esenci<strong>al</strong>es del análisis epistemológico81variables que hay enjuego, incluso cuando se an<strong>al</strong>iza un mismofenómeno a la luz de nuevas condiciones, los viejos parámetrospara medición de nuestros resultados tienen que ajustarse. Lacuestión del método, entonces no puede resolverse de la maneramecánica que parecía sugerir el primer acercamiento a esta cuestión.En otras p<strong>al</strong>abras, lo relacionado con el método no puedesimplificarse <strong>al</strong> punto de confundirlo con la mera elaboraciónde un "recetario" que nos indica paso a paso por dónde ir enbusca de un resultado garantizado.Es precisamente por ello que, especi<strong>al</strong>mente en el área de lasllamadas ciencias soci<strong>al</strong>es (aunque ciertamente no de maneraexclusiva) el problema del método se nos replantea en una dimensiónparadigmática, desde la cu<strong>al</strong>, en lugar del típico "manu<strong>al</strong>de procedimientos", con la reflexión de carácter metodológicoaspiramos más bien a la construcción de un sustento teórico parael desarrollo de nuestros argumentos. Esto quiere decir que, através del método vamos a articular un discurso lógico y sistemáticocon relación a nuestro objeto de estudio.Lo que de momento interesa destacar, a partir de estas observacioneses precisamente que, por los éxitos obtenidos en el conocimientode la natur<strong>al</strong>eza durante los últimos 300 años, laciencia parecía ir en el camino correcto con la identificación deleyes como parámetro guía en la búsqueda del conocimiento,lo cu<strong>al</strong> reafirmaba la convicción de que el universo efectivamentetenía una estructura ordenada, lógica, coherente y objetivamentedispuesta que, por ser así hacía posible el trabajo de laciencia siguiendo la orientación metodológica que ésta habíapostulado.En este sentido, ni siquiera los repetidos fracasos que se experimentaron,por ejemplo en el intento de transferir el procedimientohacia el área de los estudios soci<strong>al</strong>es disminuyó la conviccióndel científico en lo tocante a la función de las leyes enel universo. Sencillamente, se pensaba, los científicos soci<strong>al</strong>es nohabían sido capaces de loc<strong>al</strong>izar las suyas, lo cu<strong>al</strong>, de ningunamanera significaba que no existieran.


82David J. SarquísSin embargo, hacia fines del siglo XIX, el propio avance de laciencia reveló <strong>al</strong>gunos comportamientos aparentemente"erráticos"de la natur<strong>al</strong>eza, cuestiones que ninguna ley conocidaparecía poder explicar. La lógica misma de la confianza que setenía en una estructura completamente ordenada del universode acuerdo a leyes empujaba irremediablemente por el camino deun determinismo que la evidencia empírica hacía insostenible.Estas circunstancias llevaron entonces a una revisión inaplazabledel significado y el <strong>al</strong>cance de las leyes para el desarrollo dela ciencia, Ltendría entonces que pensarse en leyes de carácterrestringido tanto en tiempo como en espacio?, ¿sería posible hacerlosin perder la esencia misma que había definido el conceptode ley hasta ese entonces? La respuesta empezó a perfilarse enel horizonte de la ciencia con la llegada de la revolución einsteiniana.La propuesta científica de Albert Einstein, presentada através de su teoría de la relatividad ha sido, sin lugar a dudas,uno de los episodios más importantes no sólo para el desarrolloespecífico de la ciencia, sino liter<strong>al</strong>mente de la civilización humanaen su conjunto durante el siglo xx. No es este el sitio paraentrar en det<strong>al</strong>le sobre ella, baste con señ<strong>al</strong>ar que la cosmovisióndel hombre contemporáneo está indisolublemente vinculada aeste magistr<strong>al</strong> trabajo y que, uno de sus más importantes efectoslater<strong>al</strong>es está asociado con el cuestionamiento <strong>al</strong> conceptoclásico de ley como un enunciado de <strong>al</strong>cance univers<strong>al</strong> e inmutableque expresa relaciones caus<strong>al</strong>es necesarias y verdaderasentre fenómenos observados en el tiempo y el espacio. 54La teoría de la relatividad pone de manifiesto que las leyesclásicas tienen un ámbito de v<strong>al</strong>idez propio, pero a la vez, tempor<strong>al</strong>mentedefinido, porque tiempo y espacio no pueden ser(más que convencion<strong>al</strong>mente) considerados como categorías54 Existen para el lector no especi<strong>al</strong>izado innumerables obras de divulgación científicaque tratan de expresar en términos populares este complejo trabajo. Una de las másrecomendables en este sentido es la de Paul Strathern, Einstein y la relatividad, 1999.


absolutas. La teoría amplía así el horizonte de exploración par<strong>al</strong>a ciencia, pero no inv<strong>al</strong>ida los rangos de certidumbre previamenteadquiridos. En su ámbito de v<strong>al</strong>idez, el macrocosmos humano,por ejemplo, la ley de la gravitación univers<strong>al</strong> sigue siendo tanválida como siempre; en nuestro planeta, los cuerpos siguen"cayendo" atraídos por una fuerza inexorable de 9.8 metrospor segundo.¿Qué hacer entonces con el concepto clásico de ley? Sencillamentedelimitar con precisión su ámbito de v<strong>al</strong>idez, ámbito enel cu<strong>al</strong> la ley sigue operando de manera absoluta, pero reconocerque, precisamente por estar sujeta a un confinamiento espacio-tempor<strong>al</strong>,en cuanto surge <strong>al</strong>go que la <strong>al</strong>tera, el contenidode la ley puede ser modificado.El universo continúa, por supuesto, siendo regido por leyes,pero las leyes no son perennes ni inmutables; por mucho tiempoque puedan durar funcionando (todo depende de la esc<strong>al</strong>atempor<strong>al</strong> que usamos para medir) siempre existe la posibilidadde que las condiciones cambien y entonces, las propias leyesse transforman. Esto nos lleva de la concepción de un mundoestático y predeterminado que la confianza en las leyes de lafísica nos habían permitido concebir, hacia un mundo dinámicoy en constante transformación, en el que todo evoluciona encuanto surge <strong>al</strong>gún modificador que <strong>al</strong>tera la forma como lascosas habían estado operando hasta ese momento. He aquílas bases sobre las que trabaja la moderna teoría del caos.No obstante, debe insistirse que el tránsito de la concepcióndel mundo estático hacia la del mundo dinámico no implica, enforma <strong>al</strong>guna el abandono de lo que aprendimos sobre el primero.Por mucho que se reconozca la c<strong>al</strong>idad permanentementemóvil de la re<strong>al</strong>idad, sigue siendo un hecho que, para comprenderlacab<strong>al</strong>mente, necesitamos foc<strong>al</strong>izar, detener la imagen yan<strong>al</strong>izarla como si estuviera efectivamente congelada. Lo que nosha enseñado la visión fisic<strong>al</strong>ista del mundo sigue siendo válidoaun cuando no necesariamente siga siendo suficiente para en-83


84David J. Sarquístender la verdadera complejidad del universo en el que nosmovemos.Si bien es cierto que en la ciencia, como en los viajes, el horizontese amplia a cada paso, no por limitada deja de ser vigentela noción de ley que nos colocó en un rango de certidumbretan sólido como lo evidencia el desarrollo humano soci<strong>al</strong> de losúltimos tres siglos, el cu<strong>al</strong>, aunque ciertamente, muy lejos de serperfecto, definitivamente carece de parangón en la historia.En este sentido, sigue existiendo ese margen de operación queabre el concepto tradicion<strong>al</strong> de ley y se sigue aplicando el criterioriguroso de la ley como expresión necesaria entre fenómenosasociados caus<strong>al</strong>mente, sólo que, <strong>al</strong> mismo tiempo se exige delinvestigador la conciencia de que esa ley, otrora rigorista y deterministaestá también sujeta a los vaivenes del cambio y por lotanto, tiene un ámbito de v<strong>al</strong>idez limitado.¿CIENCIA SOCIAL?Uno de los debates más álgidos en el terreno del pensamientocientífico desde hace ya cerca de dos siglos es el relacionado conla posibilidad de aplicar el c<strong>al</strong>ificativo de científico <strong>al</strong> tipo dereflexión que hacemos cuando pensamos en asuntos pertenecientes<strong>al</strong> ámbito de lo soci<strong>al</strong>. ¿Puede llamarse conjusticia a esetipo de reflexión científica?, ¿puede incluso este tipo de análisisserlo? En otras p<strong>al</strong>abras, resultan aplicables los métodos, los enfoques,incluso los conceptos y los objetivos de la ciencia consideradacomo dura para referirnos <strong>al</strong> análisis soci<strong>al</strong>? O es ese un tipode búsqueda que requiere de un enfoque enteramente distinto,como argumenta Winch, cuando nos dice: "quiero mostrar quelas nociones de una sociedad humana involucran un esquemade conceptos lógicamente incompatibles con la clase de explicacionesque se ofrecen en las ciencias natur<strong>al</strong>es".5555 Peter Winch, The idea oia soci<strong>al</strong> science and its retation to philosophy, 1994, p. 72.


Ciertamente no es fácil responder a esta interrogante, noobstante, hoy en día es absolutamente necesario, porque la mayoríade las disciplinas abocadas <strong>al</strong> análisis de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> continúancon una enconada polémica en torno a su cientificidad,como el mejor av<strong>al</strong> sobre la c<strong>al</strong>idad de su trabajo.La reflexión sobre la problemática soci<strong>al</strong> debe ser tan antiguacomo el propio hombre. Los registros históricos más tempranossugieren, de muchas maneras que, desde la más remota antigüedad,existe una clara preocupación del hombre por comprendersu propia natur<strong>al</strong>eza y su lugar en el mundo, aunque desdeluego, las explicaciones para satisfacerla se dan inici<strong>al</strong>mente enel contexto de la magia y el pensamiento místico-religioso comoguías predominantes de la reflexión sobre cuestiones soci<strong>al</strong>es.Desde el punto de vista de la civilización occident<strong>al</strong>, sin embargo,es el racion<strong>al</strong>ismo de los griegos el que marca las primeras pautassobre la reflexión soci<strong>al</strong> sistemática y organizada, si bien es ciertoque ésta continua enmarcada, como gran parte del pensamientode la época, en el ropaje más amplio de la filosofía, de la quepaulatinamente se irá desprendiendo <strong>al</strong> paso del tiempo.Es ciertamente a raíz del enorme prestigio que <strong>al</strong>canza laciencia, especi<strong>al</strong>mente a partir de fin<strong>al</strong>es del siglo XVII, que losestudiosos de los fenómenos soci<strong>al</strong>es se ven impulsados a copiarlos métodos de trabajo de la ciencia, con la esperanza de mejorarla c<strong>al</strong>idad de sus propios resultados. No obstante es claroque, desde que se inicia este esfuerzo hay una imagen ide<strong>al</strong>izadade la ciencia como método virtu<strong>al</strong>mente inf<strong>al</strong>ible para <strong>al</strong>canzar laverdad y es en la búsqueda de ese ide<strong>al</strong> que se crea el patrón dela ciencia que inspira <strong>al</strong> positivismo decimonónico, del cu<strong>al</strong>surge origin<strong>al</strong>mente la idea de una ciencia soci<strong>al</strong>.Para poder siquiera iniciar el debate sobre las posibilidadesre<strong>al</strong>es de una ciencia soci<strong>al</strong>, por lo tanto, resulta indispensableprecisar qué se tiene en mente cuando se pretende clasificar <strong>al</strong>análisis soci<strong>al</strong> como científico. Hoy en día resulta claro que elide<strong>al</strong> decimonónico de la ciencia es prácticamente in<strong>al</strong>canzable,


David J. Sarquísincluso por la misma ciencia supuestamente "dura". Pero en estesentido hablamos de la ciencia como unproducto incuestionable,que nos proporciona un conocimiento tot<strong>al</strong>mente preciso yobjetivo; una imagen fotográfica de la re<strong>al</strong>idad, un instrumentopara <strong>al</strong>canzar la verdad.y esto se debe, fundament<strong>al</strong>mente, a la concepción mismade la re<strong>al</strong>idad que esa versión decimonónica de la ciencia maneja,inspirada en la mecánica newtoniana, como <strong>al</strong>go unívoco, homogéneo,mecánico y fundament<strong>al</strong>mente estático que posee característicasinmutables y una natur<strong>al</strong>eza de tipo determinista; <strong>al</strong>goque existe independientemente de que el hombre lo conozca, lom<strong>al</strong>interprete o lo ignore por completo y que, para ser conocidotiene que ser descompuesto en busca de sus partes fundament<strong>al</strong>esque, una vez identificadas nos revelarán la verdad sobre lanatur<strong>al</strong>eza y el funcionamiento del todo.Según este enfoque, la re<strong>al</strong>idad simplemente está ahí para seraprehendida por los observadores más agudos. No obstante,como ya hemos visto, esto representa una visión incompleta dela re<strong>al</strong>idad que fácilmente induce a la distorsión, tanto en lacomprensión de la re<strong>al</strong>idad como en la del uso de los instrumentospara abordarla. T<strong>al</strong> como nos explica Lorimer, "el métodode reducir fenómenos complejos a elementos esenci<strong>al</strong>es básicosy de buscar el mecanismo a través del cu<strong>al</strong> interactúan se haarraigado tanto en nuestra cultura, que a menudo ha sido identificadocon la ciencia misma y con el método científico".56Según hemos visto a lo largo de este trabajo, la re<strong>al</strong>idad noes (más queparci<strong>al</strong>y relativamente) estática, estátransformándosecontinuamente; tampoco es unívoca ni homogénea; presentade hecho una diversidad de niveles y grados ascendentes de complejidadque dificultan tanto su observación como su comprensión.Los niveles de lo más complejo en la re<strong>al</strong>idad requieren, porsupuesto instrumentos de análisis más especi<strong>al</strong>izados y más com-56 David Lorimer, "La nueva física y la re<strong>al</strong>idad científica", en El espíritu de la ciencia,2000, p. 53.


plejos. En este sentido, me parece claro que la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>es uno de los niveles de mayor complejidad de la re<strong>al</strong>idad en gener<strong>al</strong>y la propia re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> tiene también sus diversos nivelesde complejidad. Es por ello que, lll1a ciencia mecanicista y rígidaen cuanto a sus procedimientos resulta claramente insuficientecomo instrumento de análisis para este nivel de la re<strong>al</strong>idad. Asílo reconocen los propios científicos. Niels Bohr, por ejemplo,nos dice:Es erróneo creer que la tarea de los físicos consiste en averiguarcómo es la natur<strong>al</strong>eza. La física se interesa por lo que podemos decirsobre la natur<strong>al</strong>eza. Lo que decimos de la natur<strong>al</strong>eza, pues, dependede nuestras hipótesis previas, de nuestro marco intelectu<strong>al</strong>, de nuestravisión del mundo y de nuestro nivel de análisis. 57Pero esto no significa inv<strong>al</strong>idar en su tot<strong>al</strong>idad el potenci<strong>al</strong>de la ciencia como instrumento de análisis para estudiar la re<strong>al</strong>idadsoci<strong>al</strong>. Si se piensa en la ciencia como una actividad intelectu<strong>al</strong>organizada, sistemática que pretende ordenar <strong>al</strong> pensamientoen su búsqueda de conocimiento y que además incluyeun aparato de autocrítica, revisión y comprobación, creo que nodebe quedar duda sobre la utilidad de su aplicación (con sus debidosajustes) para el análisis de cu<strong>al</strong>quier aspecto de la re<strong>al</strong>idad.Por supuesto que no es enteramente lo mismo describir, porejemplo, el comportamiento de una máquina que el de un serhumano, sin embargo, ni la máquina ni el ser humano son"cosas" tan enteramente distintas la una de la otra que haganimposible el empleo de an<strong>al</strong>ogías útiles para una mejor comprensiónde ambos, sin necesidad de llegar <strong>al</strong> reduccionismo simplistaque nos lleve a confundir una cosa con la otra.Es en este sentido que el pensamiento di<strong>al</strong>éctico contemporáneosostiene que la re<strong>al</strong>idad es estática y dinámica <strong>al</strong> mismotiempo, y que, por lo tanto, lo observable en ella puede ser consideradode manera significativa desde una u otra perspectiva,"Citado por David Lorimer, op. cit., 2000, p. 28.


David J. Sarquíslo que nos permite referir una condición ontológica de toda lare<strong>al</strong>idad que, desde una cierta perspectiva es lo mismo, pero <strong>al</strong>a vez es distinto; como el ser humano, cuya existencia puedeser estudiada en diferentes niveles según diversos criterios, raza,sexo, I.Q, etcétera, yen diferentes etapas, infancia, juventud,vejez, etcétera. En cada caso, tendremos a la misma persona,pero, de <strong>al</strong>guna manera como <strong>al</strong>guien distinto.Entender la natur<strong>al</strong>eza de esta paradoja que representa laidea de lo mismo, pero diferente es en re<strong>al</strong>idad uno de los másgrandes retos del pensamiento científico y la teoría de la complejidadcreciente es una de las respuestas más promisorias dela ciencia contemporánea. Desde este punto de vista, compartoplenamente la opinión de Van Evera cuando sostiene: "Nome convence el punto de vista de que las reglas princip<strong>al</strong>es delmétodo científico deben diferir en las ciencias duras y en lasciencias soci<strong>al</strong>es. La ciencia es ciencia. "58Por supuesto que esta afirmación tiene que ser matizada. laciencia de la que hablamos es más una actitud y una actividadque un producto acabado que refleja conocimiento absoluto. Es,en efecto, un espíritu inquisidor, antidogmáticoy creativo, siemprependiente de reconsiderar su propio proceder y sus resultados¡ unafán de búsqueda caracterizado por su rigor crítico y an<strong>al</strong>ítico quesiempre trata de reflejarse tanto en la precisión conceptu<strong>al</strong> como enla articulación coherente de su propio discurso. En estos términos,considero que no hay ámbito de la re<strong>al</strong>idad que no pueda serexplorado por el pensamiento científico.EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN TEÓRICA¡Antes de fin<strong>al</strong>izar esta parte de nuestra investigación, no porqueIhayamos agotado una temática que, sin lugar a dudas es con­Isiderablemente más amplia de lo que este trabajo puede abarcar!sino porque los límites de tiempo y espacio para su desarrollo\ "Stephen van Evera, Guía para estudiantes de ciencia política, 1997, p. 10.


así lo requieren, nos queda por tratar el problema de la construcciónteórica como territorio común en el que se enlazan losesfuerzos de la ciencia con los de la filosofía.Si dicha conexión puede, en efecto, considerarse como necesaria,en ningún otro lugar es tan evidente como en el área de laconstrucción teórica. Mi convicción person<strong>al</strong> es que no puede haberdesarrollo ni cientifico ni filosófico sustentable en ausencia de marcosteáricos sólidos. Incluso cuando eventu<strong>al</strong>mente se han llegado ademostrar como meramente insuficientes o de plano equivocados,los marcos teóricos constituyen parámetros de referenciainsustituibles que, tan sólo de entrada, nos permiten organizarel cúmulo creciente y disperso de datos que nos aportan los sentidosen el nivel primario del proceso de conocimiento. Esto meparece igu<strong>al</strong>mente cierto si lo aplicamos cuando nuestro objetode estudio son las leyes del movimiento en la natur<strong>al</strong>eza, el movimientode las mareas, la conformación de una colectividadhumana, la génesis y difusión de una idea o la dispersión en elespacio de una nebulosa. Desde un punto de vista estrictamentemetodológico, tiene sentido buscar en cu<strong>al</strong>quiera de esos camposde reflexión, o cu<strong>al</strong>quier otro que se nos pueda ocurrir, un<strong>al</strong>ínea de argumentación sólida que nos permita formular explicacionescaus<strong>al</strong>es de lo observado.Incluso, puede decirse que desde antes de llegar <strong>al</strong> nivelespecífico de la construcción teórica propiamente dicha, la cu<strong>al</strong>representa, sin lugar a dudas, una de las fases de desarrollo máselevadas a las que puede llegar la conciencia, durante el procesode maduración del sujeto cognoscente, necesariamente se va air consolidando en él conforme crece, una "visión del mundo"(a partir de las experiencias que recaba) la cu<strong>al</strong> le sirve comoguía en cada nuevo paso, para "acomodar" nuevas informacionesy "actuar" en el mundo.Evidentemente, en el sujeto maduro que aspira a conocercientíficamente su entorno, el proceso se vuelve mucho más complejo.Esa cosmovisión genérica que guió sus primeros pasos enel proceso del conocimiento necesita transformarse en paradigma


90para así garantizar un mayor nivel de certidumbre en la búsquedadel conocimiento que ahora aspira a ser científico. Estees el reto que tiene ante sí el sujeto cognoscente en el proceso deconstrucción teórica.Augusto Comte, injustamente considerado como el enemigomás grande de la "especulación" filosófica nos dice:Si intentamos establecer una teoría o hipótesis sobre la base deobservaciones registradas, no tardaremos en descubrir que, careciendode una teoría (marco referenci<strong>al</strong>), ni siquiera sabremos qué es loque hay que observar.Si, por una parte, toda teoría positiva, necesariamente tiene quebasarse en observaciones, es igu<strong>al</strong>mente evidente, por otra parte,que nuestra mente necesita de <strong>al</strong>guna teoría para llevar a cabo esasobservaciones. Si, <strong>al</strong> contemplar los fenómenos no los vinculamosa <strong>al</strong>gunos principios, no nos será posible combinar estas observacionesaisladas y sacar de ellas conclusiones. Además, ni siquierapodríamos fijarlas en nuestras mentes. Por lo gener<strong>al</strong> (en ausenciade la teoría), estos hechos pasarían inadvertidos ante nuestrospropios ojos. Por lo tanto, la mente humana, desde sus orígenes seh<strong>al</strong>la desgarrada entre la necesidad de formar teorías gener<strong>al</strong>es yla necesidad, igu<strong>al</strong>mente apremiante, de crear <strong>al</strong>guna teoría a finde llevar a cabo observaciones con sentido. 5QNo obstante, si bien es cierto que la mayoría de los especi<strong>al</strong>istasestarían de acuerdo en afirmar que la teoría es un elementoimprescindible en la construcción del conocimiento científico, esmenos probable que podamos encontrar un consenso unánimeen torno <strong>al</strong> contenido y <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance del término "teoría" inclusodentro del propio ámbito de la ciencia.En un trabajo ya clásico para los estudiosos de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, Raymond Aran señ<strong>al</strong>a que:Pocos términos son tan frecuentemente empleados por los economistas,sociólogos o politólogos como la p<strong>al</strong>abra teoría. Pocos"Citado por Frank, op. cit., p. 4.


de manera tan confusa. Un libro de reciente publicación en el quese desarrollan dos ideas básicas (las virtudes de la no <strong>al</strong>ineacióny la influencia favorable que ejercería para la paz la primacía delas consideraciones económicas en las sociedades contemporáneas)lleva por subtítulo: Teoría gener<strong>al</strong>. En el lenguaje convencion<strong>al</strong> dela ciencia política, una propuesta según la cu<strong>al</strong>: las <strong>al</strong>ianzas sebasan en el interés nacion<strong>al</strong> y no resisten la contradicción entret<strong>al</strong>es intereses se denomina "teoría". De hecho, raras veces se hacela distinción explícita entre conceptos similares mas no sinónimoscomo: modelo, tipo ide<strong>al</strong>, conceptu<strong>al</strong>ización o constataciones empíricamenteconstatadas. Eso que los autores llaman teoría encuadramás o menos dentro de <strong>al</strong>guna de estas categorías, o puede contener,en proporciones variables elementos propios de una o de otra. 60El problema parte, según lo que el propio Aran nos explica,de la f<strong>al</strong>ta de rigor conceptu<strong>al</strong> con el que se usa el término, porlo menos en dos direcciones que no necesariamente concuerdanentre sí: una como filosofía contemplativa y especulativa, aunquesea en el sentido más benigno y otra como un cuidadoso <strong>sistema</strong>hipotético deductivo integrado por enunciados en los que cadatérmino está rigurosamente definido y su presentación permiteincluso una formulación matemática, enotras p<strong>al</strong>abras, virtu<strong>al</strong>menteuna ley. Como puede apreciarse, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> que muchosotros investigadores prestigiados, Aran intuye magistr<strong>al</strong>mentelas diferencias que distancian a la ciencia y la filosofía a pesarde los vínculos que, por el objeto de sus preocupaciones, deberíanmantenerlas unidas.Justamente siguiendo el camino de la segunda concepciónque sobre el término teoría reconoce este autor, me parece que,sobre todo desde una perspectiva que aspira a ser rigurosamentecientífica, se parte, a priori, de una convicción según la cu<strong>al</strong>, efec-60 Raymond Aran, "¿Qué es una teoria de las relaciones internacion<strong>al</strong>es?", Revista deHumanidades del Tecnológico de Monterrey, núm. 4, Monterrey, primavera de 1998, p. 132,cursivas del autor.


92David J. Sarquístivamente existen leyes (entendidas como principios ordenadoresde v<strong>al</strong>idez relativa) que configuran nuestro universo <strong>al</strong> determinarrelaciones necesarias entre las cosas, y es a través del esfuerzocognoscitivo que los hombres tratan de identificar, explicar yasimilar esas leyes por medio de la teoría. Así pues, todo esfuerzoteórico es un esfuerzo ment<strong>al</strong> re<strong>al</strong>izado por el sujeto cognoscenteen su afán por llegar a conocer la re<strong>al</strong>idad (determinada por esosprincipios guía), en cu<strong>al</strong>quiera de sus múltiples y variadas manifestaciones,de la manera más precisa posible.A través de este esfuerzo, el investigador formula términoscientíficos para poder referir con precisión a su objeto de conocimiento:especifica su contenido y determina su <strong>al</strong>cance, establecelas semejanzas y reconoce las diferencias que le vinculan a la vezque le distinguen, de manera simultánea, del resto de la re<strong>al</strong>idad(particularmente de aquellos otros objetos de conocimiento que,por su cercanía, tienden a confundirse con él). En otras p<strong>al</strong>abras,el an<strong>al</strong>ista recrea la re<strong>al</strong>idad durante el proceso de aprehensión,la simplifica a través de la construcción de modelos con los queintenta representarla y explicarla y fin<strong>al</strong>mente, se desempeñaen ella.Por supuesto que, <strong>al</strong> hacerlo, el sujeto procura mantenersiempre como referente directo <strong>al</strong> objeto y busca aprehender susrasgos esenci<strong>al</strong>es lo más de cerca posible; por eso se dice quetoda forma de conocimiento científico aspira a ser objetiva. Esjustamente en función de esto que a la afirmación anterior (ycomo prueba de ella), se añade la convicción de que el conocimientocientífico debe ser rigurosamente constatable de maneraempírica. Si cumple con estos requisitos, entonces (y sólo entonces)podrá agregarse que es verdadero, en cuyo caso, por reflejarcon precisión el contenido de una ley univers<strong>al</strong> (que paradójicamentesiempre es de <strong>al</strong>cance limitado) podrá incluso anticiparacontecimientos futuros (siempre con un margen de riesgo)en relación con su objeto de estudio, el cu<strong>al</strong> se vuelve, por tanto,relativamente predecible.


93Esta visión de la ciencia, fuertemente en boga durante elsiglo XIX (por lo cu<strong>al</strong> se le ha llamado decimonónica) y av<strong>al</strong>adaademás por un impresionante cúmulo de resultados en el esfuerzohumano por conocer científicamente a la natur<strong>al</strong>eza contribuyó<strong>al</strong> desarrollo de una de las corrientes filosóficas máspretenciosas de todos los tiempos: el positivismo, convencidode las bondades absolutas de esta manera de proceder para garantizarel progreso de la humanidad en su conjunto.Pero, la re<strong>al</strong>idad, renuente a entregarnos sin resistencia todossus secretos, continuamente nos depara sorpresas y, justo cuandocreíamos haber dado con la clave para descifrarla, nos presentanuevos retos que forzosamente nos llevan a cuestionar los nivelesde certidumbre previamente adquiridos. 61 En este punto esmuy importante no caer innecesariamente en la desesperación.Si bien es cierto que, <strong>al</strong> ampliar el horizonte de nuestrasindagaciones, invariablemente hemos encontrado que los viejossupuestos se vuelven insuficientes, eso no significa, comoya hemos señ<strong>al</strong>ado reiteradamente que, en forma <strong>al</strong>guna, todosellos se vuelvan automáticamente obsoletos.Como atinadamente señ<strong>al</strong>a la sabiduría popular, tenemosque aprender a rescatar <strong>al</strong> niño cuando nos decidimos a tirarel agua sucia por la coladera para tratar de limpiar la bañera.Aun cuando la física desarrollada por Einstein a principios deeste siglo haya obligado a un replanteamiento de las categoríasde tiempo y espacio, t<strong>al</strong> y como las concebía la física newtoniana,eso no significa que, dentro de su ámbito de v<strong>al</strong>idez, las leyes deNewton hayan perdido vigencia, como ya habíamos señ<strong>al</strong>ado.Después de todo, a pesar de la física relativista o cuántica, lascosas, en la dimensión que nosotros observamos siguen "cayendohacia abajo" en condiciones perfectamente previsibles, yeso es<strong>al</strong>go que aun puede ser perfectamente constatado empíricamentey sin necesidad de recurrir a ejemplos dramáticos.6J En este sentido, e! descubrimiento de! fenómeno de la radiactividad y la profundarevolución que significó para el mundo de la física constituyen un claro ejemplo de loque significa la evolución del pensamiento científico.


94David J. SarquísDe este modo, puede sostenerse que, aunque, nuevos hechosgenerados por la dinámica del cambio pongan de manifiesto lanecesidad de reformulaciones teóricas para dar cuenta de losescenarios renovados, eso no implica que necesariamente seinv<strong>al</strong>ide todo lo previamente adquirido por la experiencia de laformulación teórica anterior. 62 Esto, según me parece, tienedos corolarios muy importantes: en primer término, la condiciónperfectible de todo esfuerzo teórico, independientemente desu nivel de desarrollo y segundo, <strong>al</strong> mismo tiempo, la posibilidadre<strong>al</strong> y auténtica de consolidar un rango de conocimientoen términos cercanos a lo absoluto dentro de parámetros previamenteestablecidos. Así, el esfuerzo de la ciencia nos sugierecon claridad que:a) el conocimiento científico es posible (sin dejar de ser perfectible),y que,b) dentro de su ámbito de v<strong>al</strong>idez, es perfectamente posible hablarde leyes absolutas y permanentes, mientras duran, es decir, dentrode un ámbito de v<strong>al</strong>idez determinado, lo cu<strong>al</strong>e) no impide que puedan surgir variables capaces de cambiar lascondiciones de funcionamiento de las leyes (t<strong>al</strong> como prevé lamoderna teoría del caos),d) además de que, estas leyes son perfectamente asequibles <strong>al</strong>entendimiento humano (lo cu<strong>al</strong> no sólo hace posible sino ademásnecesaria la continua elaboración de teorías que, a la vez deberánseguir siendo continuamente sometidas a la prueba de la praxis).No obstante, este último punto plantea un interesante problemaepistemológico, precisamente relacionado con la cuestiónde la correspondencia entre la teoría y la práctica. A saber, el62 En el ámbito de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, por ejemplo es <strong>al</strong>go que, a pesar delos notables cambios que suscitó en el ámbito internacion<strong>al</strong> la desintegración del bloquesoci<strong>al</strong>ista y de las enormes expectativas que ello generó entre la comunidad internacion<strong>al</strong>,hay aun muchos elementos de la tradicion<strong>al</strong> "lucha de poder" entre estados quedifícilmente podríamos c<strong>al</strong>ificar de obsoletos, incluso si tienen que ser considerados <strong>al</strong>a luz de un nuevo contexto.


vinculado con la necesidad de que cada concepto teórico puedaser empíricamente constatado. En este sentido, la propia experienciadel desarrollo de la ciencia ha puesto de manifiesto que,en el proceso de construcción teórica, no siempre es posible (onecesario) encontrarun referente práctico empíricamente constatable.El referente bien puede ser una noción significativa,inspirada por supuesto en <strong>al</strong>gún ejemplo práctico.Mario Bunge presenta el problema con claridad en los siguientestérminos:el concepto de número abstracto nació, sin duda, de la coordinación(correspondencia biunívoca) de conjuntos de objetos materi<strong>al</strong>es,t<strong>al</strong>es como dedos, por una parte y guijarros por otra; pero no poresto, aquel concepto se reduce a esta operación manu<strong>al</strong>, ni a lossignos que se emplean para representarlo. Los números no existenfuera de nuestros cerebros y aun ahí dentro existen a nivel conceptu<strong>al</strong>y no a nivel fisiológico. Los objetos materi<strong>al</strong>es son numerablessiempre que sean discontinuos; pero no son números; tampocoson números puros (abstractos) sus cu<strong>al</strong>idades o relaciones. Enel mundo re<strong>al</strong> encontramos tres libros, en el mundo de la ficciónconstruimos tres platos voladores ¿Pero, quién vio jamás un tres,un simple tres?63La necesidad práctica de este tipo especi<strong>al</strong> de conceptos teóricoses pues uno de los capítulos más importantes para la filosofíade la ciencia hoy en día; como ya señ<strong>al</strong>amos, ahondaremosen él más adelante, <strong>al</strong> referirnos precisamente a los conceptos de<strong>sistema</strong> y orden en el que se sustenta una de las propuestas paradigmáticasmás consistentes que ha elaborado la ciencia en eltranscurso del último siglo y que, en su oportunidad pretendemosexplorar como intento de respuesta <strong>al</strong> cúmulo de retos que,según hemos expuesto confronta todo aquel que pretende hacerciencia en la actu<strong>al</strong>idad.6'Mario Bunge, La ciencia, su método y sufilosof(a, 1975, p. 10.


David J. SarquísPor lo pronto, con la intención de aproximarnos a un conceptooperativo sólido sobre la teoría, como exigen los cánonesde la ciencia, adoptamos la propuesta de Wilhelmy de conformidadcon el siguiente planteamiento:Una teoría es un conjunto de gener<strong>al</strong>izaciones que abarca un grannúmero de hechos, que están relacionados entre sí y presentan ciertacoherencia, y cuya interacción produce determinados resultadosque es posible anticipar con <strong>al</strong>gún grado de confianza. La teoría,además, cuando es fecunda, abre el camino a nuevas observacionesy gener<strong>al</strong>izaciones que amplían el campo del conocimiento, (...)además la teoría busca presentar una interpretación correcta' dela estructura de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, que permita identificarsus tendencias princip<strong>al</strong>es. 64CONCLUSIONESComo puede observarse, el proceso del conocimiento es en re<strong>al</strong>idadmucho más complejo de lo que la simple "interaccióninocente" entre un sujeto y un objeto podrían hacer parecer aprimera vista. La natur<strong>al</strong>eza volátil y escurridiza de amboselementos involucrados en este proceso dificulta enormementeel esfuerzo de aprehensión de aquello que los hace característicosy que determina los niveles de influencia que ejercen eluno sobre el otro de manera simultánea.Con un s~eto cognoscente histórica y soci<strong>al</strong>mente condicionadoy un objeto de conocimiento que se transforma continuamente,como un "blanco móvil", y que, además puede serobservado desde la doble perspectiva de la unidad de lo diverso ola diversidad de lo unitario, el nivel de las certezas que se pueden<strong>al</strong>canzar puede llegar a ser descorazonadoramente precario.No obstante, me sigue pareciendo necesario abordar esta problemáticaantes de abocarse de lleno <strong>al</strong> análisis teórico propiamente64Manfred Wilhelrny. Política internacion<strong>al</strong>: enfoques y re<strong>al</strong>idades, 1988, pp. 36-37.


dicho en relaciones internacion<strong>al</strong>es, especi<strong>al</strong>mente en la faseinici<strong>al</strong> de la identificación de nuestro propio objeto de estudio.No pretendo, desde luego haber agotado siquiera de cerc<strong>al</strong>as múltiples dificultades que la reflexión en torno a esta relaciónexige, pero el esfuerzo estará más que plenamente compensadosi contribuye, por lo menos a vislumbrar las interrogantesde manera clara, aun cuando las respuestas no sean del todocontundentes.El producto más elaborado de la interacción entre estas dosentidades a las que nos hemos estado refiriendo como partícipesen el proceso cognoscitivo, es decir, el conocimiento científico,constituye el centro mismo del debate para la filosofía de laciencia contemporánea y, por ende, para cu<strong>al</strong>quier otra laborintelectu<strong>al</strong> que busca niveles de excelencia en términos de lo quenos ofrece como resultados. Es precisamente por ello que todaslas disciplinas del espectro intelectu<strong>al</strong> contemporáneo se siguenesforzándo por presentarse como cientif1cas y las relaciones internacion<strong>al</strong>es,ciertamente no son una excepción. Desde el puntode vista que sustenta a este trabajo, el planteamiento de las diversasposibilidades que esta forma de conocimiento ofrece, desdesus diversos ángulos es cuestión de reflexión obligada para todosaquellos aspirantes a hácer ciencia en cu<strong>al</strong>quiera de las diversasáreas que este tipo de búsqueda se lleva a cabo hoy en día dentrodel amplio espectro del quehacer intelectu<strong>al</strong>, donde, sin lugara dudas debe incluirse el esfuerzo re<strong>al</strong>izado por los profesion<strong>al</strong>esde las relaciones internacion<strong>al</strong>es por entender la dinámica de lare<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> como su objeto de estudio propio.Ciertamente que, el explorar la problemática del procesocognoscitivo no puede convertirse en garantía automática deque vamos a poder hacer mejor ciencia, es decir, comprender mejornuestro propio objeto de estudio a través de un esfuerzo racion<strong>al</strong>(aunque se incremente la esperanza) pero, por lo menos noscoloca en la tesitura de comprender mejor nuestro propio esfuerzopor entender el mundo que nos rodea, desde cu<strong>al</strong>quiermatriz disciplinaria que la trabajemos.97


David J. SarquísEntiendo perfectamente que para una ment<strong>al</strong>idad pragmáticaéste resulte un recorrido tortuoso y extenuante. En numerosasocasiones he visto rostros de asombro <strong>al</strong> iniciar los cursosde teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es entre jóvenes quehonestamente se preguntan ¿y todo esto, para qué?, sin podervislumbrar desde su perspectiva de principiantes, siquiera unintento de respuesta mediana mente satisfactorio.Ciertamente, el trabajo teórico en cu<strong>al</strong>quier área del saberhumano requiere de una capacidad de abstracción, que no todoel mundo disfruta o comprende y de una vocación que notodo mundo posee, de donde se deriva una gran cantidad demaniqueísmos reduccionistas y simplificadores.No tengo una respuesta convincente para quienes, <strong>al</strong> términodel recorrido todavía tienen en mente esa misma pregunta.Si la importancia de la problemática epistemológica en el análisisde las relaciones internacion<strong>al</strong>es no ha logrado hacerseevidente por sí misma a través de esta presentación, sólo puedoagregar que, difícilmente vamos a encontrar un campo disciplinariosólidamente desarrollado que no se haya nutrido satisfactoriamenteen su vertiente teórica.De manera t<strong>al</strong> que el internacion<strong>al</strong>ista que pretende desarrollarseprofesion<strong>al</strong>mente más <strong>al</strong>lá del marco estrictamenteoperativo de la carrera y que aspira a convertirse en <strong>al</strong>go másque un comentarista coyuntur<strong>al</strong>, tiene un compromiso ineludiblecon el estudio teórico de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,mismo que, como he tratado de mostrar, sólo se puede abordarde manera integr<strong>al</strong> cuando se ha comprendido cab<strong>al</strong>mente laproblemática del conocimiento que se espera <strong>al</strong>canzar.Esto significa, desde mi punto de vista, entender que el estudiosode la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> opera como un sujeto cognoscente,cuyo primer reto consiste precisamente en identificar conprecisión el objeto de estudio <strong>al</strong> que pretende abocar su esfuerzocognoscitivo, delimitarlo, categorizarlo, desglosarlo y recomponerlopara así tratar de aprehenderlo; si dicho objeto no logra vis-


.......................................... ~~;[l~~~t()s esenci<strong>al</strong>es del análisis epistemológico99lumbrarse con claridad o si, de <strong>al</strong>guna manera se diluye entre losobjetos de estudio de otros esfuerzos intelectu<strong>al</strong>es, entonces no habrádesarrollo disciplinario posible y no podrá el internacion<strong>al</strong>ista aspirar<strong>al</strong> desarrollo de una identidad profesion<strong>al</strong> propia. De ahí la importanciaque yo le veo <strong>al</strong> estudio del proceso de construcción teóricaen relaciones internacion<strong>al</strong>es. Un estudio que, desde mi punto devista, sólo puede hacerse de manera significativa desde la perspectivadel pensamiento científico.En el siguiente capítulo intentaré esbozar las característicasesenci<strong>al</strong>es del pensamiento sistémico como filosofía de la ciencia,con la pretensión de emplearlo como marco teórico de referenciaen el análisis de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, según la problemáticaque hemos explorado en este capítulo.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>Vista desde la luna, lo más asombroso respectoa la tierra, lo más impactante es que se ve viva.Las fotografías muestran la superficie seca y desgastadade la luna; muerta, como un hueso viejo. A la distancia,flotando libremente tras la húmeda y brillante membranade cielo azul está la radiante tierra; e! únicoobjeto exuberante en esta parte de! universo.Si pudiéramos observarla lo suficiente, podríamosobservar el desplazamiento de las grandes nubes blancascubriendo y descubriendo las semiocultas masas de tierra.Si se le hubiese estado observando por un periodogeológico largo, se habría podido percibir el desplazamientode los propios continentes, separándose, manteniéndosea flote en función de! c<strong>al</strong>or subyacente. Tiene el aspectopropio de una criatura viva, llena de información,maravillosamente capacitada para absorber energía.LEWIS TIIOMASINTRODUCCIÓNEL AJ'\JÁL1SIS de la relación que establece un sujeto cognoscentecon su objeto de indagación para determinar lanatur<strong>al</strong>eza del conocimiento como proceso del intelecto,nos lleva a observar la enorme importancia que tienepara un estudioso de cu<strong>al</strong>quier aspecto de la re<strong>al</strong>idad, laforma específica de representación que éste se hace sobresu objeto de estudio.101


David J. SarquísEn otras p<strong>al</strong>abras, resulta de vit<strong>al</strong> importancia saber cómoes que un investigador se representa a sí mismo su objeto de estudiopara poder entender los aspectos del análisis que se estánprivilegiando, ya que <strong>al</strong> hacerse esta representación, el sujeto nosólo establece un modo de ver <strong>al</strong> objeto, destacando <strong>al</strong>gunos desusrasgosporencimade otros, imaginándolo, caracterizándolo,sino que además, como sugiere la teoría del conocimiento contemporánea,en el solo acto de la percepción y la representaciónde su objeto de estudio, de <strong>al</strong>guna manera, el sujeto lo transformay lo "recrea", es decir, lo trae <strong>al</strong> plano de la existencia trascendiendoel plano de la mera condición ontológica que otorga el"sólo" ser.Es por ello que, el mismo objeto, aparentemente independientede cada observador que lo an<strong>al</strong>iza puede ser visto e interpretadode diversas maneras, incluso por el mismo observadoren distintos momentos, a pesar de su condición ontológica autónomaya que, si bien es cierto que el proceso de percepción noelimina en forma <strong>al</strong>guna la parte de la natur<strong>al</strong>eza del objeto quepuede considerarse como "objetiva", o sea, lo que tiene condiciónontológica propia, sí le agrega una nueva dimensión quesólo depende de su interacción concreta con un observador osujeto cognoscente. Esto significa que, aquello que es, graciasa su condición ontológica autónoma, pasa a existir, cuando espercibido y transformado por un sujeto cognoscente.En este proceso de percepción-recreación de la re<strong>al</strong>idad radic<strong>al</strong>a base de la problemática gener<strong>al</strong> del conocimiento, la cu<strong>al</strong> nosremite a lo que genéricamente denominamos una cosmovisión,desde donde suelen organizarse los procesos cognoscitivos y quejustamente nos describe el diccionario como una "manera de vere interpretar <strong>al</strong> mundo".65 Esto resulta de suma importanciaporque, de <strong>al</strong>guna manera las cosmovisiones se encuentran enel punto de partida de cu<strong>al</strong>quier intento de reflexión sobre lo re<strong>al</strong>y las posibilidades de conocerlo.65 Re<strong>al</strong> Academia de la Lengua Española, Diccionario de la Lengua Española, 1992, p. 587.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>103El universo de las cosmovisiones es ciertamente rico y complejo;cuando se explora la historia de la humanidad desde laperspectiva de sus múltiples desarrollos cultur<strong>al</strong>es, se puedeconstatar fácilmente, cuántas y cuán variadas formas de ver<strong>al</strong> mundo han tenido los seres humanos <strong>al</strong> paso del tiempo en lasdiversas épocas y regiones del planeta. El asunto ha planteadoinquietantes interrogantes a los estudiosos, ¿existe una sola yúnica re<strong>al</strong>idad?, ¿existe una sola forma correcta de verla e interpretarla,es decir, de conocerla?, ltiene sentido (yen todo caso,cuál) lo que conocemos como el relativismo?, ¿cuál es su <strong>al</strong>cancey su significado efectivo en el intento de comprensión de lare<strong>al</strong>idad que nos interesa estudiar?Como puede observarse, no son preguntas insignificantesy, si tenemos en cuenta el hecho de que, de la forma como seles responde depende en gran medida la relación que los hombresestablecen con su entorno y con los demás hombres, caeremosen cuenta de la enorme importancia que tiene este asunto, no sólodesde un punto de vista trascendent<strong>al</strong>ista, sino desde la perspectivadel más común de los desempeños cotidianos.Obviamente, no es lo mismo concebir <strong>al</strong> mundo como uncruento e incesante campo de bat<strong>al</strong>la o como una jungla, quecomo un "v<strong>al</strong>le de lágrimas", en el cu<strong>al</strong> se determina el derechoa ganarse la felicidad eterna; no es ciertamente lo mismo ver <strong>al</strong>mundo como un mosaico de cosas independientes que interaccionanazarosamente entre sí, que como un todo orgánico sutilmenteinterconectado y esto es importante porque las accionesdel hombre en el mundo suelen reflejar con claridad el conjunto deprincipios y creencias desde los cu<strong>al</strong>es se generan. En este sentido,v<strong>al</strong>e decir que la praxis humana a nivel racion<strong>al</strong> es siempre funciónde un conjunto de convicciones y creencias que se manejany operan desde los rincones más recónditos de la mente, donderadican las cosmovisiones, aunque también es necesario recordarque esas convicciones se establecen ahí a partir de la praxissoci<strong>al</strong> del sujeto.


104David J. SarquísDesde ahí, es decir, desde su propia mente, cuando el sujetocognoscente "entra en contacto" con la re<strong>al</strong>idad, se generan lasnociones y los conceptos que permiten el proceso mismo del conocimientoy hacen posible la comunicación entre los hombres,aunque para ello, es preciso recordarlo, el sujeto debe ser yaun aparato de percepción biológicamente maduro, el cu<strong>al</strong>, a suvez, ha madurado a partir de la asimilación de la experienciaque le brinda su entorno.A raíz de estas consideraciones res<strong>al</strong>ta la importancia quela mayoría de los estudiosos le asigna a la precisión conceptu<strong>al</strong>en los procesos de construcción teórica. La relación, por supuestono es line<strong>al</strong> ni progresiva; esa constelación de convicciones quese encuentra en la base de la acción humana ha sido a su vezproducto de una larga experiencia de interacción con un mediodeterminado, <strong>al</strong> mismo tiempo que de la propia evolución delser humano como organismo complejo, tanto en el plano individu<strong>al</strong>como en el colectivo. Se puede decir además que todosestos factores interactúan de forma di<strong>al</strong>éctica entre sí, es decir,influyéndose de manera constante y recíproca, lo cu<strong>al</strong> significaque, por lo menos desde el punto de vista de la explicación científica,la unicaus<strong>al</strong>idad line<strong>al</strong> tiene poca relevancia.Si, como punto de partida aceptamos que, una parte muyimportante del quehacer teórico en el contexto de la labor quepretende ser científica consiste precisamente en la identificacióno, cuando se hace necesaria, la formulación de los conceptosque habrán de emplearse para el análisis de nuestros objetos deestudio, no tendremos que esforzarnos demasiado enjustificarnuestro interés en torno a la precisión de un concepto como el de<strong>sistema</strong>, que tan notable impacto ha tenido para el desarrollo delpensamiento científico a lo largo del último siglo.Este concepto ha venido adquiriendo una popularidad progresivamentecreciente en el transcurso de, por lo menos los últimosSO años entre la comunidad mundi<strong>al</strong> de la ciencia en geñer<strong>al</strong>y de las relaciones internacion<strong>al</strong>es en lo particular. De hecho


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>105puede decirse que, a pesar de las fuertes críticas que ha recibido,prácticamente no hay desarrollo científico de este periodo que,de una u otra manera no esté asociado con él.En función de este creciente interés, hoy en día, s<strong>al</strong>vo en ellenguaje idiomático, existen pocos términos de un uso tanampliamentedifundido y comúnmente aceptado (aunque en muchoscasos sólo sea en forma implícita) como el de <strong>sistema</strong>, lo cu<strong>al</strong>,de hecho, antes que poner en evidencia su potenci<strong>al</strong> como conceptoadecuado para el análisis científico, nos lo revela como <strong>al</strong>gosospechosamente cómodo que, para poder ser usado como instrumentode la ciencia, requiere primero de una exhaustiva revisiónencaminada a la búsqueda de la precisión que lo convierta en<strong>al</strong>go significativo para un desarrollo disciplinario concreto.Unaprimeraaproximación<strong>al</strong> diccionario ponerápidamentede manifiesto la gran multiplicidad de casos para los cu<strong>al</strong>es,según su definición, aplicaría nuestro concepto. Según ésta, ensu acepción más simple se entiende por <strong>sistema</strong> a "un conjuntode cosas que, relacionadas entre sí contribuyen a un mismoobjetivo".66 A partir de aquí, popularmente este término hasido indistintamente empleado:• como un conjunto de elementos interconectados;• como un conjunto de relaciones entre dos o más objetos;• un conjunto de funciones;• como sinónimo de "modelo";• como sinónimo de método o procedimiento y, en su acepciónmás gener<strong>al</strong>izadora;• simplemente como "un todo integrado por partes".Con un uso tan indiscriminado de un mismo término, elriesgo es, desde luego, un manejo poco selectivo y poco rigurosoen los más variados contextos, de donde resulta la vaguedadcon la que de repente podemos referirnos a cu<strong>al</strong>quier conjunto"Grupo Anaya, Diccionario Anaya de la Lengua Española, 1991, p. 892.


106David J. Sarquísde patronesdecomportamientomedianamenteinterrelacionados,la cu<strong>al</strong> implícitamente sustituye a términos que, con anterioridadrequerían de mayor precisión conceptu<strong>al</strong>, sobre todo enel terreno del pensamiento científico.Llama también notablemente la atención, cuando observamosel empleo del término <strong>sistema</strong> en el mundo contemporáneo,la gran variedad de áreas de estudio en las que regularmente seaplica y que cubre prácticamente todo el espectro de la actividadcientífica, desde las matemáticas y la lógica hasta la ampliagama de disciplinas que integran el esfuerzo de la ciencia para elanálisis de lo soci<strong>al</strong>; en <strong>al</strong>gunas, con resultados verdaderamentesorprendentes, como en los casos concretos de la lingüística yde la informática.En el área de ciencias soci<strong>al</strong>es el uso del concepto tuvo unauge importante a mediados de la década de los cincuenta delsiglo pasado no obstante, fue duramente criticado, sobre todopor la sociología latinoamericana de las escuelas dependentistasdebido a su carácter supuestamente mecanicista y, posteriormentetuvo un resurgimiento hacia fin<strong>al</strong>es de los setenta. Razones másde tipo ideológico que científico llevaron en ambas ocasiones aun desprestigio en el uso de los enfoques sistémicos debido a lasfuertes críticas de que fue objeto, críticas de las cu<strong>al</strong>es, el conceptomismo no ha s<strong>al</strong>ido del todo bien librado, <strong>al</strong> grado de que,hoy en día, numerosos especi<strong>al</strong>istas lo consideran prácticamenteun término en desuso, obsoleto o sencillamente "pasado demoda", pero en todo caso, insuficiente para explicar la complejare<strong>al</strong>idad del universo que había pretendido reducirse a unaconcepción sistémica.Los críticos más refinados dicen que esta noción ha sido "rebasada"por la propia re<strong>al</strong>idad, aunque la mayoría de ellos conocepoco el trabajo que se continúa haciendo en el ámbito de la cienciacon el concepto de <strong>sistema</strong>, más <strong>al</strong>lá de ese reduccionismo simplistaque concibe a los <strong>sistema</strong>s como conjuntos integradospor partes relativamente autónomas interconectadas entre sí


107y con cierta capacidad de autorregulación y de adaptación. T<strong>al</strong>es la definición de <strong>sistema</strong> que se ofrece hoy en día a través delos medios electrónicos: "una colección de cosas relacionadasentre sí (desde luego que la tercia de elementos: las cosas, las relacionesy el <strong>sistema</strong> como un todo tienen que ser imaginados porun sujeto cognoscente y probados ante la re<strong>al</strong>idad para servira nuestros propósitos)Y Es por ello que se hace necesaria unarevisión integr<strong>al</strong> del concepto y de los enfoques que se han desarrolladoa partir de é1 68 con el propósito de reconsiderar la situaciónactu<strong>al</strong> del pensamiento sistémico en el contexto gener<strong>al</strong>de la ciencia y así poder rev<strong>al</strong>uar las aportaciones concretas yel potenci<strong>al</strong> de la teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s como instrumentodel pensamiento científico. 69Si bien es cierto que, la idea centr<strong>al</strong> para definir a este conceptogira en tomo a su origen semántico, que procede del griegosjn =junto a, e hístimi = poner, de donde ha evolucionado form<strong>al</strong>mentehasta convertirse, t<strong>al</strong> y como se concibe hoy en día, en:una agregación o ensamble de objetos unidos por <strong>al</strong>guna forma deinteracción o interdependencia regular, o un grupo de unidadesdiversas combinadas por la natur<strong>al</strong>eza o el arte para formar un todointegrado, para funcionar, operar o moverse <strong>al</strong> unísono y, a menudoen obediencia a <strong>al</strong>guna forma de control; un todo orgánicou organizado, 7067 Véase http://pespmcl.vub.ac.be/SYSTHEOR.html68 Ejemplos más o menos recientes del trabajo científico que se hace sobre la base deuna visión sistémica serían: Mitchel W<strong>al</strong>drop, Complexity, 1992; Brian Greene, The elegantuniverse, 1999; Edmond Wilson, Consilience: the unity of knowledge, 1998; Ken Wilber,A theory of everything, 2000; Rolando García, El conocimiento en construcción: de lasformulaciones de lean Piaget a los <strong>sistema</strong>s complejos, 2000.69 Germán A. de la Reza hace una atinada observación sobre la necesidad de precisarelementos del pensamiento sistémico con conceptos y aportaciones de la teoríagener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s para lograr tilla visión integrada y coherente que resulte de mayorutilidad <strong>al</strong> desarrollo de la ciencia, cfr. Germán de la Reza, Teoría de <strong>sistema</strong>s: reconstrucciónde un paradigma, 2001, p. 10.70 Del Diccionario Webster, citado por N. Jordán, "Algunas reflexiones sobre el <strong>sistema</strong>",1960, en Stanford Optner L. Análisis de Sistemas, 1973, p. 54.


asta con observar esa diversidad de significados que le asign<strong>al</strong>a práctica cotidiana, independientemente del contenido ideológicoque se le añade <strong>al</strong> emplearlo en el contexto de una doctrinaparticular, para comprender que la v<strong>al</strong>idez de su uso quedarálimitada <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance del rigor con que se le define en un contextoclaramente determinado. En otras p<strong>al</strong>abras, no basta con señ<strong>al</strong>arque la re<strong>al</strong>idad está integrada por <strong>sistema</strong>s, hay que aclarar especificamentequé significa eso, en el contexto particular en el que loestamos empleando. Esto significa que, para hacerlo significativo,hay que caracterizar a cada <strong>sistema</strong> en lo que tiene de singularfrente a las gener<strong>al</strong>idades que comparte con el resto de los objetosde estudio que integran la re<strong>al</strong>idad.El propósito concreto, pues, de esta reflexión es justamenteexplorar los límites para el empleo de este concepto en el contextogener<strong>al</strong> de la ciencia, para desde ahí tratar de visu<strong>al</strong>izarsu potenci<strong>al</strong> de análisis en el área de los estudios soci<strong>al</strong>es, asícomo en el ámbito específico de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.ALGUNOS ANTECEDENTESDE LA CONCEPCIÓN SISTÉMICAEn re<strong>al</strong>idad es difícil señ<strong>al</strong>ar con precisión en qué momento dela esc<strong>al</strong>a evolutiva del hombre se inicia el proceso de separaciónde la conciencia de sí mismo, con respecto <strong>al</strong> resto de la re<strong>al</strong>idad,como para pensar en ésta en términos de una entidad "separada",autónoma e independiente del sujeto que la observa; proceso,que de <strong>al</strong>guna manera conduce a la dicotomía tradicion<strong>al</strong> delpensamiento filosófico que distingue entre un sujeto cognoscentey un objeto de conocimiento en el proceso cognoscitivo,aunque ciertamente debe haber sido un proceso tardío en lahistoria gener<strong>al</strong> de la humanidad, t<strong>al</strong> como sugiere la antropologíamoderna. Lévy-Strauss escribe lo siguiente sobre la ment<strong>al</strong>idaddel hombre primitivo:


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>109hay que admitir que el <strong>sistema</strong> de las funciones soci<strong>al</strong>es corresponde<strong>al</strong> <strong>sistema</strong> de las especies natur<strong>al</strong>es, y el mundo de los seres <strong>al</strong> mundode los objetos; y por lo tanto reconocer, en el <strong>sistema</strong> de las especiesnatur<strong>al</strong>es y en el de los objetos manufacturados dos conjuntosmediadores de los que el hombre se v<strong>al</strong>e para superar la oposiciónentre natur<strong>al</strong>eza y cultura y poderlas pensar como una tot<strong>al</strong>idad. 71La evidencia antropológica contemporánea parece señ<strong>al</strong>arque el pensamiento primitivo es pues inherentemente sistémico, encuanto a que los hombres prehistóricos sólo se conciben a símismos en función de sus colectividades y a éstas en relacióncon su medio, en términos de una tot<strong>al</strong>idad inseparable e indisoluble.Gran parte del pensamiento místico orient<strong>al</strong> preservahasta la fecha esa tradición. En otras p<strong>al</strong>abras, el pensamientosupuestamente "s<strong>al</strong>vaje" tiene una profunda orientación sistémica,toda vez que el hombre se concibe a sí mismo como parteintegrante de un todo del que ni siquiera por motivos didácticospuede sustraerse.7 2En otro caso, es claro que la concepción del mundo de loschinos influyó considerablemente en el desarrollo de su pensamiento;para ellos, desde una etapa muy tempran<strong>al</strong>a natur<strong>al</strong>eza es concebida como un todo orgánico, no como unainteracción de objetos aislados. En términos de la física moderna,con su oposición entre partículas y ondas, podríamos decir que lafísica occident<strong>al</strong> fUe dominada por la mecánica de las partículas,mientras que en China prev<strong>al</strong>ece la noción de onda. No hay puesun "atomismo" chiño. La ideas de continuidad de la natur<strong>al</strong>ezase imponen sobre la percepción discontinua de los objetos.Cabe destacar que se está haciendo referencia a una concepciónque era ya corriente entre los chinos de cuatro a cinco siglosantes de la era cristiana. 73"Véase, por ejemplo, Claude Lévy-Strauss, El pensamiento s<strong>al</strong>vaje, 2001, p. 188."Cfr. James Frazer, La rama dorada, 1986, especi<strong>al</strong>mente el capítulo JI1, pp. 33-74."Rolando García, El conocimiento en construcción, 2000, p. 185.


David J. SarquísVarios siglos más tarde, la filosofía cristiana del medioevorepresentaba por medio del oraborus/ la serpiente que se devoraa sí misma, la natur<strong>al</strong>eza cíclica y holística del universo, en tantoque la filosofía islámica proclama su visión sistémica en lostérminos siguientes:Has de saber que el Universo en su tot<strong>al</strong>idad no forma más queun solo individuo, quiero decir que el globo del último cielo, contodo lo que contiene es, indudablemente, un solo individuo(...)Hay diferentes sustancias en éste y todo lo que él contiene, comoocurre con las diferentes sustancias de los miembros del individuohumano. Del mismo modo que (...)un solo individuo, compuestode partes diferentes, como la carne y los huesos que tienendistintos humores y espíritus, así abraza este globo en su conjuntolas esferas y los cuatro elementos con lo que de ellos se compone.No tiene absolutamente ningún vacío, sino que es un sólido compactoque tiene por centro el globo terrestre. La tierra está rodeadapor el agua, ésta por el aire, éste por el fuego, y este último, fin<strong>al</strong>menteestá rodeado por el quinto cuerpo. Éste se compone de numerosasesferas, contenidas unas en otras, entre las cu<strong>al</strong>es no hayen absoluto hueco ni vacío, sino que se ciñen exactamente, aplicadasunas a otras.?4De hecho, el proceso de concreción de una conciencia parasícomo"entidad" separada de lanatur<strong>al</strong>eza es una característicaque se atribuye a la filosofía de los griegos, quienes convirtieron<strong>al</strong> proceso de dividir las cosas para an<strong>al</strong>izarlas y redimensionarsus problemas a proporciones manejables en el modus operandidel pensamiento en el que, en gran medida se sustenta lo que hoyllamamos civilización occident<strong>al</strong>, si bien es cierto que t<strong>al</strong> manerade proceder no <strong>al</strong>canza su apogeo hasta la época del desarrollo dela ciencia moderna, a partir del siglo XVI de la era cristiana.Aunque aún no dejan de concebir <strong>al</strong> universo como unaunidad, hay ya en la concepción filosófica de los griegos preso-"Moisés Maim6nides, La guía de los perple;os, 1993, pp. 275-276.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>111cráticos elementos suficientes para empezar a disociar <strong>al</strong> slÚetocognoscente del objeto de conocimiento y asumirlo como unaentidad separada e independiente. Una entidad que es sí misma ensí misma y que es capaz de percibir <strong>al</strong> mundo a su <strong>al</strong>rededoren los mismos términos, como una re<strong>al</strong>idad ontológicamenteindependiente de quien la observa. En este sentido es claro quela parcelación de la re<strong>al</strong>idad y la progresiva segmentación delconocimiento contribuyeron a una forma de progreso que setradujo enun creciente dominio del hombre sobre la natur<strong>al</strong>ezay que consolidó el punto de vista según el cu<strong>al</strong>, lo que existeen la re<strong>al</strong>idad son "cosas" de configuración independiente, separadaslas unas de las otras y desplazándose en el "vacío"; unare<strong>al</strong>idad, <strong>al</strong> mismo tiempo, en la que el sujeto cognoscentetambién existe de manera individu<strong>al</strong> e independiente del medioque le rodea.En este contexto, las "cosas" así vistas, son lo que son, esdecir, tienen una condición ontológica propia que deviene de símismas (por lo cu<strong>al</strong>, el observador está obligado a ser absolutamenteobjetivo <strong>al</strong> an<strong>al</strong>izarlas) y no deben ser confundidas conningún otro aspecto de la re<strong>al</strong>idad. De ahí proviene el famosoprincipio de la no contradicción, el cu<strong>al</strong>, según Aristóteles imposibilitaque una cosa sea y no sea, <strong>al</strong> mismo tiempo, lo que hacenecesario que toda aserción sea o afirmativa o negativa. 75 Esclaro que, desde el principio de la no contradicción, el mundose conoce por fragmentación, lo cu<strong>al</strong>, ciertamente resulta útila la vez que necesario para el proceso cognoscitivo, aunque, endefinitiva insuficiente en sí para poder entender la concatenaciónde la re<strong>al</strong>idad en su conjunto, es decir, la "unidad de laplur<strong>al</strong>idad" proclamada por Platón,76 así como las implicacionesmor<strong>al</strong>es que de ella se derivan.Históricamente, sin embargo, esta "cosificación" de la re<strong>al</strong>idadha contribuido, por otra parte a una peligrosa deshuma-"Véase Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, 2001, p. 239.)óCfr. Germán de la Reza, op. cit., p. 9.


112David J. Sarquísnización de las personas, <strong>al</strong> permitir el desarrollo de tendenciasmarcadamente individu<strong>al</strong>istas desde las cu<strong>al</strong>es, como yo soy yoindependientemente de lo que me rodea, mientras yo esté bien,lo demás no me importa; lo cu<strong>al</strong> a su vez se traduce en unamayor cantidad de problemas soci<strong>al</strong>es derivados del desapegoa la idea de comunidad. Lévy-Strauss lo plantea en los términossiguientes:Cuando la natur<strong>al</strong>eza y la cultura se conciben como dos <strong>sistema</strong>sde diferencias, entre los cu<strong>al</strong>es existe una an<strong>al</strong>ogía form<strong>al</strong>, es elcarácter sistemático propio de cada dominio el que se encuentracolocado en primer plano. Los grupos soci<strong>al</strong>es se distinguen unosde otros; pero siguen siendo solidarios como partes del mismotodo, y la ley de exogamia ofrece el medio de conciliar esta oposiciónequilibrada entre la diversidad y la unidad. Pero si se contemplanlos grupos soci<strong>al</strong>es, menos desde el punto de vista desus relaciones recíprocas en la vida soci<strong>al</strong>, que cada uno por sucuenta, en relación con una re<strong>al</strong>idad de un orden diferente <strong>al</strong> sociológico,entonces qué puede prever que el punto de vista de ladiversidad se impondrá sobre el de la unidad. 77Las consecuencias éticas de una u otra posición son evidentes;mientras que la perspectiva sistémica favorece el advenimientode una conducta responsable y solidaria con los demás,en virtud de la interconexión que vincula a todo lo existente, elfraccionamiento reduccionista de la re<strong>al</strong>idad tiende a hacer a laspersonas más egoístas. Una expresión desafortunada de estaúltima tendencia individu<strong>al</strong>ista es el tristemente célebre pronunciamientodel rey Luis XV, justo en la antes<strong>al</strong>a de la Revoluciónfrancesa: "después de mÍ¡ el diluvio" y que bien podría pasarcomo lema de los integrantes de la sociedad mundi<strong>al</strong> contemporánea.Resulta sumamente interesante constatar que tanto desdeuna perspectiva materi<strong>al</strong>ista, como desde una ide<strong>al</strong>ista, persis-77 Lévy-Strauss, op. cit., p. 172.


113ten en la historia de la filosofía las visiones sistémicas de lare<strong>al</strong>idad, si bien es cierto que éstas tienen determinados maticesesotéricos que las han distanciado de su aplicación práctica inmediata."En este inconmensurable océano de materia no hay átomosemejante a otro átomo, una molécula semejante a sí mismaun solo instante", escribe Dennis Diderot en Obras filosóficas,"empero, esta diversidad no puede ser entendida más que conformandouna unidad o todo, es decir, no existen partes aisladassino relacionadas en una tot<strong>al</strong>idad: la absoluta independenciade un solo hecho no es compatible con la idea del todo, y sinesta idea no hay filosofía". 78Leibniz, por su parte nos dice:se engañaría quien imaginase un espacio absoluto que fuera untodo infinito compuesto de partes. No hay t<strong>al</strong> espacio. Es un conceptocontradictorio, y esos todos infinitos y sus opuestos, infinitamentepequeños, no existen más que en el cálculo de los geómetras,lo mismo que las raíces imaginarias del álgebra... uninfinito no podría ser un verdadero todo. 79Hay también en la obra de Hegel amplias posibilidades paraexplorar el significado y el <strong>al</strong>cance del pensamiento sistémico.Al reflexionar sobre el volkgeist, uno de sus conceptos clave parael desarrollo de su filosofía de la historia, el filósofo <strong>al</strong>emánpretende demostrar que el todo es esenci<strong>al</strong>mente anterior a suspartes. El término se emplea para abarcar el conjunto de las condicionesde existencia de un pueblo. El espíritu de un pueblo,escribe, su historia, el nivel de libertad política, no pueden abordarseaisladamente, ya sea con respecto a su influencia mutua o<strong>al</strong> describirlos por separado. Están entretejidos por un lazo único. so"Citado por S.e. Chuco, Tot<strong>al</strong>idad, pseudotot<strong>al</strong>idad y parte, 1990. p. 92.79 Ibidem, p. 141.6


114David J. SarquísAsí pues, la visión del mundo como una tot<strong>al</strong>idad integradaque funciona de manera orgánica se ha desarrollado históricamentede manera par<strong>al</strong>ela a la visión del mundo como un "ensamble"de "cosas" que tienen existencia autónoma y, aunquepara muchos autores, estas visiones aparentemente representanposiciones mutuamente excluyentes, la verdad es que, desdeun punto de vista di<strong>al</strong>éctico, son en re<strong>al</strong>idad complementariasen el proceso cognoscitivo.De esta manera lo reconoció el biólogo, Ludwig von Bert<strong>al</strong>anffy,quien desde fin<strong>al</strong>es de la década de los treinta del siglopasado empezó a articular una concepción organicista e integr<strong>al</strong>,origin<strong>al</strong>mente para el estudio de la biología y posteriormenteexportada de manera progresiva a todas las áreas del quehacerintelectu<strong>al</strong> de perspectiva científica. Dicha concepción fue articuladaa través de un esquema teórico conceptu<strong>al</strong> que él mismodenominó Teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>s, el cu<strong>al</strong> nos ofrece la posibilidadde contemplar <strong>al</strong> mundo tanto desde la perspectiva simplificadoraque reconoce la unidad de lo diverso, sintetizándolaa través del concepto de <strong>sistema</strong>, como desde la perspectiva complementariaque enfatiza la diversidad de lo único y reconoce lasingularidad de cada <strong>sistema</strong> y sus propios niveles de complejidady diferenciación. Es a partir de esta visión doble que se pretendeahora rescatar los elementos esenci<strong>al</strong>es para delimitar elconcepto de <strong>sistema</strong> desde el que buscaremos posteriormentelas bases para el estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.SISTEMAS y PROCESOS EN lA REALIDADEl desarrollo de la ciencia moderna se fincó durante poco másde 300 años, a partir de mediados del siglo XVI, en el enfoque dela segmentación de los objetos de estudio para su análisis y gracias<strong>al</strong> gran prestigio que ha adquirido la ciencia a partir de este enfoque,la "partición" de la re<strong>al</strong>idad en busca de sus componentesesenci<strong>al</strong>es se volvió la visión dominante del quehacer científicodesde entonces. En esa perspectiva, la labor de la ciencia "se reduce"


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>115a la investigación de las leyes básicas que rigen la tot<strong>al</strong>idad de loexistente, pues: "según esta hipótesis, el funcionamiento denuestras mentes y nuestros cuerpos, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> que el resto de lamateria animada o inanimada sobre la cu<strong>al</strong> poseemos <strong>al</strong>gúngrado de conocimiento, se considera como <strong>al</strong>go controlado porel mismo conjunto de leyes fundament<strong>al</strong>es". 81Sin embargo, a pesar del enorme éxito de este enfoque en laepistemología moderna, sobre todo a raíz de las críticas <strong>al</strong> llamadoenfoque positivista que llevó esa visión fragmentadora hastasus últimas consecuencias, se ha argumentado en favor de unavisión contestataria que concibe <strong>al</strong> objeto en la re<strong>al</strong>idad (objetode estudio para la ciencia) como un cúmulo de procesos en.contraposicióncon la visión tradicion<strong>al</strong> que lo concibe como uncúmulo de cosas aisladas y reducibles a sus componentes element<strong>al</strong>es.Como atinadamente ha señ<strong>al</strong>ado Anderson:La f<strong>al</strong>acia princip<strong>al</strong> en este tipo de razonamiento es que la hipótesisreduccionista de ninguna manera implica una hipótesis "construccionista";es decir, la habilidad para reducirlo todo a simplesleyes fundament<strong>al</strong>es no implica la capacidad de empezar desdeesas leyes fundament<strong>al</strong>es para reconstruir el universo. De hecho,mientras más nos dicen los físicos de partículas acerca de las leyesfundament<strong>al</strong>es, menos importancia parecen tener éstas ante losmuy re<strong>al</strong>es problemas de la ciencia y mucho menos aún par<strong>al</strong>os de la sociedad. 82Con el propósito de aproximarme un poco más a la nociónde <strong>sistema</strong> que se está elaborando a partir de esta reflexión esnecesario ahondar ahora un poco más en la visión del mundocomo un cúmulo de procesos.Como ya hemos señ<strong>al</strong>ado, en la historia del pensamientofilosófico occident<strong>al</strong>, la dicotomía entre la representación del"P.W. Anderson. "More is different", Science, voL 177, núm. 4047, 4 de agosto de 1972,p.303.B2Idem.


116mundo como "un conjunto de cosas" y el universo como "uncúmulo de procesos" representa una de las riv<strong>al</strong>idades más añejasque han dado lugar <strong>al</strong> surgimiento de visiones antagónicas dela re<strong>al</strong>idad. Este debate está inscrito, prácticamente desde susinicios, en el ámbito de la Grecia presocrática, dentro del marcomás amplio de otro debate tradicion<strong>al</strong>, el que, <strong>al</strong> discutir la cuestióndel cambio en el análisis de lo re<strong>al</strong> enfrenta a los pensadoresempeñados en ver el problema del conocimiento como <strong>al</strong>go determinadopor la búsqueda de una sustancia o esencia definitoriade todo cuanto existe, contra aquellos que niegan la existencia det<strong>al</strong> sustancia y prefieren concebir <strong>al</strong> universo como un flujo; esdecir, entre quienes pretenden el conocimiento del mundo mediantela búsqueda de lo perenne o inmutable, de <strong>al</strong>gún modo,lo que persiste bajo la apariencia del cambio que perciben loshumanos en su contacto con la re<strong>al</strong>idad y quienes conciben <strong>al</strong>mundo mismo como un constante devenir; un flujo incesanteen el que la condición ontológica de lo re<strong>al</strong> sólo es transitoria.Para los primeros, de <strong>al</strong>guna manera, el cambio, aunque perceptible,sólo existe en la superficie y no afecta la unidad e inmutabilidaddel sustrato subyacente de las cosas, mientras quepara los otros, todo cambio implica el paso de la potenci<strong>al</strong>idada la concreción. 83 La re<strong>al</strong>idad es aSÍ, desde este punto de vista,un flujo continuo de lo potenci<strong>al</strong> a lo re<strong>al</strong>.T<strong>al</strong> como ha sugerido Bohm:La idea de que todo ese flujo presupone que cu<strong>al</strong>quier acontecimiento,objeto, entidad, etcétera, que puedadescribirse, es la abstracciónde una tot<strong>al</strong>idad desconocida e indefinible de movimientofluyente. Esto significa que no importa cuánto pueda progresarnuestro conocimiento de las leyes de la física, porque el contenidode estas leyes seguirá refiriéndose a t<strong>al</strong>es abstracciones, que sólotienen una relativa independencia, tanto en su existencia comoen su comportamiento. Así, esto no nos llevará a suponer que83 Hay una interesante revisión de la historia de este debate en "Change" de laEncyclopedia of Philosophy, 1972, pp. 75-79.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>todas las propiedades de los conjuntos de objetos, acontecimientos,etcétera, que se pueden observar en la re<strong>al</strong>idad, se puedan explicarsegún cierto conjunto cognoscible de sustancias fin<strong>al</strong>es. 84Uno de los aspectos más interesantes del debate es, sin duda,la forma como cada uno de estos enfoques nos orilla a representamos<strong>al</strong> mundo respectivamente. Es claro que, desde la posiciónesenci<strong>al</strong>ista o reduccionista resulta fácil, en efecto, contemplar<strong>al</strong> mundo como un conjunto de cosas, aparentemente estáticas,medianamente homogéneas y con una c<strong>al</strong>idad ontológicaautónomaque les permite ser lo que son sin confundirse con el restode lo existente. Esta imagen es, de hecho, claramente compatiblecon la información inmediata que parecen percibir nuestrossentidos y desde este punto de vista, casi podría afirmarse quela búsqueda cognoscitiva de lo inmutable constituye una necesidadepistemológica primaria.Así, este grupo de entidades autosuficientes que conformanla re<strong>al</strong>idad puede ser percibido, an<strong>al</strong>izado y asimilado de maneraunitaria, a través de procedimientos de disección gradu<strong>al</strong> encaminadaa la búsqueda de sus componentes básicos, sin preocupaciónpor sus conexiones con el resto de la re<strong>al</strong>idad o de lacondición ontológicamente distinta del compuesto respecto dela más sencilla que tiene el elemento. Desde esta perspectiva, evidentementees más fácil imaginar un universo en el que cadaobjeto tiene sus propias características y propiedades independientementede quien las observe o no, de t<strong>al</strong> suerte que, cuandoun sujeto cognoscente se aproxima a ellas tiene que ser enteramenteobjetivo en sus apreciaciones (es decir fiel <strong>al</strong> objeto en suintento de representación del mismo).Por otro lado, para quienes rechazan la idea de una condiciónontológica fija y permanentemente estable, resulta natur<strong>al</strong>mentemás fácil ver un mundo de interconexiones e interdependencias'" David Bohm, La tot<strong>al</strong>idad y el orden implicado, 1998, pp. 81-82.


118David J. Sarquísentre todo lo existente, en otras p<strong>al</strong>abras, contraponer una concepciónbiologicista a la visión fisic<strong>al</strong>ista de sus adversariosintelectu<strong>al</strong>es. Pero, además del intento de sustituir a la noción desustancia por la noción de j7.uencia, el término proceso sugiere,desde mi punto de vista, el modo como las formas de la re<strong>al</strong>idaddependen entre sí, en tanto que proceden unas de otras, sucediéndoseen un flujo incesante. De esta forma de ver <strong>al</strong> mundosurge la noción de un universo estrechamente concatenado einterdependiente, pero sobre todo, intensamente vivo en el que,la disección y la fragmentación, aun cuando puedan ser tantoútiles como necesarias, fin<strong>al</strong>mente sólo tienen un sentido didácticoy parci<strong>al</strong>.la visión organicista tiene un importante corolario adicion<strong>al</strong>.Desde la perspectiva de la ética, esta visión favorece la imagendel hombre como miembro de una especie e inmerso en un mediofísico, el cu<strong>al</strong> se comparte con otras especies y que, por lo tanto,se debe entender, cuidar y respetar desde un punto de vista colectivoe integr<strong>al</strong>, en lugar de sólo procurar el bienestar individu<strong>al</strong>como sugiere el enfoque fragmentador de la re<strong>al</strong>idad.Ciertamente no es del todo fácil observar la re<strong>al</strong>idad desdeuna perspectiva de cambios constantes, en la cu<strong>al</strong> se pierde lacomodidad de los objetos tangibles e independientes como asideroconveniente para la búsqueda cognoscitiva y se intensific<strong>al</strong>a necesidad del pensamiento abstracto, capaz de discernirconexiones ahí donde no siempre resultan evidentes a primeravista. Es por ello que, de este enfoque, surge adicion<strong>al</strong>mente lanecesidad de observar <strong>al</strong> mundo no sólo como un <strong>sistema</strong> sino esenci<strong>al</strong>mentecomo una tot<strong>al</strong>idad que representa <strong>al</strong>go más que la merasuma mecánica de sus partes y que, en gran medida se distorsionaa través del proceso de la disección, como cuando se elimina la participaciónde <strong>al</strong>gunos miembros del coro duranteuna interpretacióno cuando se toman <strong>al</strong>gunos elementos de una obra pictóricapara considerarlos por separado; en ambos casos, las obras dejande ser lo que son como unidad tot<strong>al</strong> e integr<strong>al</strong>, a pesar de que


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>aparentemente están compuestas por elementos unitarios y seccionables.Los deportes que requieren de una participación deconjunto ilustran también el caso; como cu<strong>al</strong>quier entrenadormedianamente capacitado sabe, a pesar de las "estrellas" individu<strong>al</strong>esque puedan integrar el equipo, su trabajo y por tantosu rendimiento se verá eclipsado si no se logra la armonía delconjunto.Las reflexiones anteriores nos conducen inevitablemente apreguntarnos entonces, ¿qué es un proceso? El diccionario lodefine, en su acepción más gener<strong>al</strong>, como "el conjunto de fasessucesivas de un fenómeno natur<strong>al</strong> o de una operación artifici<strong>al</strong>".En otra de sus acepciones está considerado, sencillamentecomo "transcurso del tiempo" e incluso, de manera por demásinteresante, como sinónimo de "cambio" .65 Basta con reflexionarun poco sobre estas connotaciones del término para comprenderlas dificultades que implica el intentar percibir <strong>al</strong> mundofundament<strong>al</strong>mente como un constante devenir; es decir, comoun flujo de procesos; sencillamente no es fácil, puesto que, derepente, en <strong>al</strong>guna medida, esta concepción parece incluso contradecira nuestra experiencia sensori<strong>al</strong>.Quizá debido a las limitaciones propias de nuestro aparatoperceptor, quizá por deformación cognitiva, t<strong>al</strong> parece quebásicamente tendemos a ver o percibir preferentemente aquelloque guarda la apariencia de lo in<strong>al</strong>terado, no por ausencia decapacidad para detectar los factores del cambio, sino por convicciónde que lo conocible está en lo duradero, ¿cómo, si no,es que logramos identificar, en nuestro medio circundante aquelloque denominamos conocido? 0, dicho de otra manera, ¿cómoes que decimos conocer <strong>al</strong>go, si no es identificando en ello lo queaparentemente no cambia?, es decir, lo sustanci<strong>al</strong>, que de <strong>al</strong>gunamanera define nuestros rangos de certidumbre en términos platónico-aristotélicos.Heráclito, en cambio, sostenía, estrictamentehablando, la imposibilidad de bañarse dos veces en el mismo"Diccionario Enciclopédico Espasa, t. 22, 1979, p. 456.


David J. Sarquísrío y, sin embargo, para nuestros sentidos, el río parece ser elmismo una y otra vez ¿acaso nos engañan nuestros sentidos?,¿puede acaso afirmarse que el río heracliteano es y no es elmismo, <strong>al</strong> mismo tiempo?De ninguna manera se trata de afirmar que nuestros sentidosno son capaces de percibir correctamente. Nuestros sentidosperciben de la forma que lo hacen en función de su constituciónbiológica y ya, pero ciertamente a partir de ellos se genera ennosotros una imagen del mundo que nosotros mismos hemosllegado a c<strong>al</strong>ificar como laforma correcta de percibir <strong>al</strong> mundo,sin detenemos a pensar que, con aparatos de percepción distintos<strong>al</strong> nuestro, seguramente lo que convencidamente llamamos lare<strong>al</strong>idad objetiva debe presentar imágenes muy diferentes.Ya Bacon nos prevenía contra las limitaciones de lapercepción sensori<strong>al</strong> <strong>al</strong> señ<strong>al</strong>ar que:El sentido f<strong>al</strong>la de dos maneras. A veces no da ninguna información,a veces da información f<strong>al</strong>sa. Pues, primero, hay muchascosas que escapan a los sentidos, aun cuando están mejor dispuestosy, de ninguna manera obstruidos, debido a la sutileza deltodo o lo diminuto de las partes, o a la distancia del lugar o a l<strong>al</strong>entitud o velocidad de movimiento, o a la familiaridad del objeto,así como a otras causas. Y luego, cuando los sentidos sí captan<strong>al</strong>guna cosa, la percepción no siempre es fidedigna. Pues el testimonioy la infonnación de nuestros sentidos siempre se refieren <strong>al</strong>hombre como parámetro y no <strong>al</strong> universo y, afirmar que los sentidosson la medida de las cosas puede ser un grave error. B6En un excelente trabajo de investigación sobre el funcionamientode nuestros sentidos, el Discovery Channel nos presentaun interesante document<strong>al</strong> a través del cu<strong>al</strong> se pone claramentede manifiesto que, cu<strong>al</strong>quier "anorm<strong>al</strong>idad", es decir, diferenciafuncion<strong>al</strong> en nuestro aparato biológico de percepción con res-B6 Francis Bacon, Instauratio Magna, 1980, pp. 18-19.


El mundoun <strong>sistema</strong>121pecto a la norma gener<strong>al</strong>izada entre los seres humanos implicauna forma diferente de percibir la misma re<strong>al</strong>idad y, en consecuencia,una manera distinta de responder a ella. 87Adicion<strong>al</strong>mente puede observarse que, de <strong>al</strong>guna maneratambién predomina entre nosotros una tendencia hacia lapercepción catastrofista en virtud de la cu<strong>al</strong> precisamos queuna transformación sea medianamente radic<strong>al</strong> antes de poderreconocer el cambio. De otra manera, incluso el movimiento continuo,que de hecho siempre se está dando nos parece inscritoen un contexto esenci<strong>al</strong>mente in<strong>al</strong>terable. Es por eso que lospadres no suelen notar, si no es a interv<strong>al</strong>os más bien largos,el crecimiento de sus propios hijos. La historia misma, ¿acasono está escrita sobre la base del establecimiento de fronterastempor<strong>al</strong>es que delimitan épocas en función de acontecimientosque en <strong>al</strong>guna medida <strong>al</strong>teran el aparentemente apacible devenircotidiano?, es decir, que liter<strong>al</strong>mente cambian el curso de la historiapara permitirnos reconocer un antes y un después de manerasignificativa.Solange Alberro escribe este interesante párrafo <strong>al</strong> respecto:la historiografía tradicion<strong>al</strong> acostumbra v<strong>al</strong>orar las épocas apartir de una densidad de hechos, como guerras, victorias, conquistas,anexiones o pérdidas de territorios, revoluciones y revueltas,acontecimientos dinásticos y políticos, descubrimientos científicos,producciones cultur<strong>al</strong>es, etcétera, lo que los franceses llaman lotvenementiel-del término tvenement que significa "acontecimiento".Ahora bien, un "acontecimiento" para ser percibido como t<strong>al</strong>, porquienes lo vivieron, debe producirse, si no de manera repentina,<strong>al</strong> menos en un lapso reducido, una generación a lo más. Sólo asíel acontecimiento puede aparecer como novedoso en relación con lo quele antecedió y como generador a su vez de un cambio duradero o deun proceso innovador. 88"Cfr. El cerebro: la percepción de los sentidos, México, Discovery Channel, DiscoveryCommunications Ine., 19958B Solange Alberro, El águila y la cruz: orígenes religiosos de la conciencia criolla,México, siglos XV¡y XVII, 1999, p. 27, cursivas del autor.


122David J. SarquísEl proceso así concebido representa entonces el movimientode transición que nos lleva de una fase o situación óntica de un<strong>sistema</strong> a otra. Ciertamente la mayor parte de los procesos queocurren a nuestro <strong>al</strong>rededor, o bien suceden demasiado rápido, obien demasiado lentamente en relación con nuestra capacidadefectiva para percibirlos como "cambios" o "sucesión de fases"en la transformación cu<strong>al</strong>itativa de un mismo fenómeno, lo cu<strong>al</strong>muchas veces nos lleva sencillamente a ignorarlos o bien a privilegiaren nuestras observaciones los aspectos estáticos de losfenómenos en cuestión.Reseñando el aspecto epistemológico de la filosofía kantiana,Ouspensky subraya la necesidad humana de percibir la re<strong>al</strong>idaden una dimensión espacio-tempor<strong>al</strong>:Kant estableció el hecho de que todo lo que conocemos por mediode nuestros sentidos es conocido en términos de tiempo y espacio yque, fuera del tiempo y del espacio no podemos conocer nada através de los sentidos( ... ) De hecho sabemos que nuestro mundopresentaría un aspecto completamente distinto si fuese percibido porun organismo de formación biológica diferente <strong>al</strong> humano. 89Si este mismo razonamiento es válido para el caso de la percepciónde procesos, entendidos como sucesión de fases o movimientoen el tiempo de un fenómeno cuya condición ontológicase va transformando de manera progresiva, y yo creo que evidentementelo es, toda vez que los procesos ocurren dentro dela re<strong>al</strong>idad, resulta fácil comprender que su percepción requierede un marco de referencia espacio-tempor<strong>al</strong> que permita <strong>al</strong>aparato de percepción humano hacer la diferenciación de loobservado con respecto <strong>al</strong> resto de la re<strong>al</strong>idad (como agua dentrode un recipiente para poder "contenerse" y distinguirse de suentorno).En una primera aproximación <strong>al</strong> término de <strong>sistema</strong>, creoque se le puede identificar entonces como ese marco espacio-tem-"P.D. Ouspensky. Tertium Organon, 1982, p. 12, cursivas del autor.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>123por<strong>al</strong> (ese molde) dentro del cu<strong>al</strong> ocurren una serie de procesos.En otras p<strong>al</strong>abras, parece plausible pensar inici<strong>al</strong>mente en el <strong>sistema</strong>,como el conjunto de procesos que se desarrollan en el seno deun espacio-tempor<strong>al</strong>idad circunscrita por una frontera, es decir, unorden básico de la re<strong>al</strong>idad.Esta propuesta parecería sugerir, de <strong>al</strong>guna maneraun "fraccionamiento"de la re<strong>al</strong>idad a la manera más pura de la tradiciónmecanicista a la que nos referimos con anterioridad, una separaciónde unidades para hacer comprensible el estudio de lo quenos rodea. T<strong>al</strong> parcelación nos llevaría de nueva cuenta a perderde vista la unidad orgánica del universo e incluso, a pensar entérminos de múltiples "re<strong>al</strong>idades", es por ello que, desde la perspectivaque he adoptado para esta investigación, la noción detot<strong>al</strong>idad debe ser considerada como inseparable de una concepciónsistémica, pues de no ser así, ésta quedaría estancada en el mismotipo de limitantes epistemológicas que las tradiciones sustanci<strong>al</strong>istasclásicas.José Ferrater Mora se ocupa de esta problemática cuandoescribe:una de las cuestiones que se plantean es la de si hayo no <strong>al</strong>gúnelemento, <strong>al</strong>gún tipo u orden de re<strong>al</strong>idad que sea básico a todosy, en términos del cu<strong>al</strong> pueden explicarse todos los demás elementos,tipos u órdenes de re<strong>al</strong>idades (...) si se contesta negativamente,parece que hay que abandonar por completo la idea deun continuo de re<strong>al</strong>idades dentro del vasto conjunto que he llamadomundo. Habría que admitir, más bien, que hay diversas formasde re<strong>al</strong>idad, cada una de ellas con sus propias características,no relacionadas con las de otras formas y con sus propios modosde explicación irreducibles a otros (...) si se contesta afirmativamente,parece que hay que admitir un solo orden de re<strong>al</strong>idad, <strong>al</strong>cu<strong>al</strong> se reducen los otros y por el cu<strong>al</strong> los otros se explican, cuandomenos en el sentido de que, ningún orden de re<strong>al</strong>idad tendráninguna autonomía respecto <strong>al</strong> orden estimado único o, en todocaso, fundament<strong>al</strong>. 909(1 José Ferrater Mora, De la materia a la razón, 1979, p. 27.


El maestro Ferrater Mora ha apreciado magistr<strong>al</strong>mente lamagnitud del problema, sin embargo, <strong>al</strong> parecer preso de la tradiciónque impone la lógica aristotélica, sólo nos lo puede presentarcomo una disyuntiva irresoluble, en la cu<strong>al</strong>, o asumimosuna posición, en detrimento de la otra o viceversa. Es decir, oaceptamos el postulado de la fragmentación de la re<strong>al</strong>idad y entoncesignoramos el de la unidad subyacente de la re<strong>al</strong>idad oa la inversa, pero no las dos cosas <strong>al</strong> mismo tiempo.Por paradójico que pueda sonar, la gran ventaja de la lógicadi<strong>al</strong>éctica es que nos permite vislumbrar el problema desde unaperspectiva en la cu<strong>al</strong> ninguna de las dos posiciones resulta mutuamenteexcluyente de la otra, de hecho son complementarias:puede pensarse, <strong>al</strong> mismo tiempo, en un universo unificado porun sustrato común, que vincula de manera indisoluble a todolo existente y en un universo subdividido en sub<strong>sistema</strong>s menoresque pueden ser estudiados a la luz de aquello que los haceúnicos, sin perder sus lazos de vinculación con el resto de la re<strong>al</strong>idad.En ello radica precisamente una de las más notables riquezasdel pensamiento sistémico contemporáneo.Desde una posición sistémica como la de Bert<strong>al</strong>anffy:la re<strong>al</strong>idad se nos presenta como un vasto ordenjerárquico de entidadesorganizadas, con superposición de varios niveles, desdelos <strong>sistema</strong>s físicos y químicos hasta los biológicos y sociológicos.La unidad de la ciencia está s<strong>al</strong>vaguardada, no mediante una reducciónutópica de todas las demás ciencias a la física, sino por unauniformidad estructur<strong>al</strong> de los diversos niveles de la re<strong>al</strong>idad. 91La imagen resultante es sumamente interesante. Si bien escierto que podemos contemplar <strong>al</strong> universo como una unidad,<strong>al</strong> mismo tiempo debemos tener en cuenta su carácter diverso;cada uno de los <strong>sistema</strong>s y sub<strong>sistema</strong>s que la componen están91 Jan Kamaryt, "From science to metascience and philosophy: Dia1ectic<strong>al</strong> perspectivesin the development of Ludwig van Bert<strong>al</strong>anffy's theoretic<strong>al</strong> work", en Unity throughdiversity, editado por Gray y Rizzo, 1973, p. 91, cursivas del autor.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>125estructur<strong>al</strong>mente vinculados entre sí y por lo tanto compartencaracterísticas comunes, sin embargo, cada uno mantiene supropio nivel de autonomía derivado de la creciente complejidadque caracteriza a los diferentes niveles de la re<strong>al</strong>idad y a los<strong>sistema</strong>s mayores que los integran.EL SISTEMA COMO OBJETO DE ESTUDIOPartiendo de la noción inici<strong>al</strong>mente sugerida de <strong>sistema</strong> comouna tot<strong>al</strong>idad de procesos que ocurren en el interior de una fronteradeterminada, es decir, <strong>al</strong>go que está por cuenta propia "<strong>al</strong>láafuera" y que puede ser caracterizado por su condición ontológicaautónoma y recordando por otra parte la necesidad epistemológicade formular conceptos claramente delimitados paraaprehender la re<strong>al</strong>idad, considero pertinente ahora tratar de establecerla diferencia entre el <strong>sistema</strong> como un objeto de estudio,es decir, un cúmulo de procesos, <strong>al</strong>go perceptible en el mundoyel <strong>sistema</strong> como una construcción teórica, es decir, un conceptoa través del cu<strong>al</strong> nos representamos <strong>al</strong> objeto de estudio.El problema es claramente conocido en el ámbito de laciencia en gener<strong>al</strong>, donde se reconoce sin mayor dificultad quecada esfuerzo disciplinario debe tener bien definidos, tanto suobjeto materi<strong>al</strong> como su objeto form<strong>al</strong> de estudio. El primeroabarca el sector de la re<strong>al</strong>idad que el esfuerzo disciplinario reclamacomo propio para desarrollar en él su perspectiva de análisis,mientras que el segundo se refiere, precisamente, <strong>al</strong> instrument<strong>al</strong>an<strong>al</strong>ítico que el especi<strong>al</strong>ista necesita <strong>al</strong> abordar su objetode estudio y ambos son elementos inseparables del procesocognoscitivo.Como atinadamente nos recuerda Foucault:En todas las épocas, el modo de reflexionar de la gente, el modode escribir, de juzgar, de hablar (incluso en las conversaciones dela c<strong>al</strong>le y en los escritos más cotidianos) y hasta la forma como laspersonas experimentan las cosas, las reacciones de su sensibilidad,


126David J. Sarquístoda su conducta está regida por una estructura teórica, un <strong>sistema</strong>que cambia con el tiempo y con las sociedades, pero que estápresente en todos los tiempos y en todas las sociedades. 92La idea del <strong>sistema</strong> como construcción teórica se refiere precisamentea la depuración de ese marco conceptu<strong>al</strong> desde el cu<strong>al</strong>se percibe y se an<strong>al</strong>iza la re<strong>al</strong>idad en busca de un concepto capazde modelar lo observado en busca de sus denominadores comunesy de sus diferencias con el resto de la re<strong>al</strong>idad.En este punto me parece pertinente recordar la advertenciaweberiana en el sentido de que, el concepto, como representaciónde la re<strong>al</strong>idad, sólo nos debe interesar como un medio y no comoun fin en sí mismo. 93 Al hablar de un medio en este contextoquiero referirme, obviamente <strong>al</strong> <strong>sistema</strong> como instrumento deanálisis para la investigación, pues es preferentemente en estesentido que me interesa la noción de <strong>sistema</strong> para efectos deeste trabajo.Bien se puede objetar válidamente el empleo de la mismap<strong>al</strong>abra en dos distintos sentidos. Contestaré que, desde estepunto de vista, esta limitación de uso es herencia cultur<strong>al</strong> y lingüísticacontra la que poco puede hacerse. El desarrollo de <strong>al</strong>gunasdisciplinas soci<strong>al</strong>es ha tenido que confrontar este problema:tanto la historia como las relaciones internacion<strong>al</strong>es compartenla dificultad de tener que emplear el mismo nombre para designar,a la vez, su objeto materi<strong>al</strong> como su objeto form<strong>al</strong>; en otrasp<strong>al</strong>abras, en ambos casos se llama igu<strong>al</strong> el objeto de estudio osegmento de la re<strong>al</strong>idad <strong>al</strong> que está abocado el esfuerzo an<strong>al</strong>ítico,que la disciplina desde la cu<strong>al</strong> éste se lleva a cabo.Pero, si las dificultades son patentes, <strong>al</strong> mismo tiempo creoque son superables, en la medida que se cobra conciencia delproblema y se busca especificar la noción con la que se trabaja,en este caso, el <strong>sistema</strong>, como tot<strong>al</strong>idad de procesos (objeto de"Michel Foucault, Saber y verdad, 1991, p. 33.03 Max Weber, Sobre la teoría de las ciencias soci<strong>al</strong>es, 1977, p. 66.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>estudio) o el <strong>sistema</strong> como concepto teórico (instrumento de análisis).Observaremos para empezar que, para el primero podemosencontrar referentes empíricos directos, pero el segundo es másbien como el número 3 de Bunge, simplemente un "tres" que sólopodemos referir a la práctica de manera indirecta, según observóWhewell en su polémica epistemológica con Mill en relación conla imposibilidad de contar con referentes empíricos concretospara cu<strong>al</strong>quier construcción teórica.En otras p<strong>al</strong>abras, tenemos que empezar por cobrar concienciade que como instrumento de análisis, el concepto de<strong>sistema</strong> no se refiere a <strong>al</strong>go que efectivamente "está ahí afuera",es decir, que carece de un referente empírico constatable; másbien es un marco teórico, que está en la mente del investigadorpero que constituye un referente obligado a través del cu<strong>al</strong> percibimos,nos representamos y pensamos lo que, de <strong>al</strong>guna maneraestá "<strong>al</strong>lá afuera", y gracias <strong>al</strong> cu<strong>al</strong> lo vamos a dotar decontenido y <strong>al</strong>cance, es decir, de significado, para de ese modopoder abordar diversos objetos de estudio: un hombre, una hormigao un elefante, a partir de lo que tienen en común, como sitodos ellos fueran <strong>sistema</strong>s; del mismo modo y sobre el mismocriterio podremos abordar a los diversos grupos humanos:tribus, hordas, pueblos, naciones, etcétera, a un hormiguero o<strong>al</strong> <strong>sistema</strong> solar, en c<strong>al</strong>idad de <strong>sistema</strong>s.No obstante, resulta imperativo recordar que, como yahabíamos señ<strong>al</strong>ado, el trabajo de la ciencia consiste tanto enreconocer las semejanzas que comparten los objetos de estudioentre sí como en identificar las diferencias que los separan. Deotro modo, el señ<strong>al</strong>amiento de que el conjunto de la re<strong>al</strong>idad estáintegrado por <strong>sistema</strong>s podría convertirse en un mero reduccionismosimplistacarentede sentido, desde el cu<strong>al</strong>, sustanci<strong>al</strong>mentetodos los <strong>sistema</strong>s observables en la re<strong>al</strong>idad serían "lo mismo"y quedarían sujetos <strong>al</strong> mismo tipo de leyes fundament<strong>al</strong>es, locu<strong>al</strong> volvería evidentemente superfici<strong>al</strong> el trabajo de la cienciaen muchas de las áreas no consideradas como "básicas".


128David J. SarquísDesde este punto de vista, me parece incuestionablementeútil reconocer que existe una unidad subyacente de la cu<strong>al</strong>puede decirse que vincula a todo cuanto existe, pero que se manifiestade múltiples y variadas maneras en distintos contextos yniveles, cada uno de los cu<strong>al</strong>es tiene sus propias leyes básicas resultantesdel carácter crecientemente complejo de la re<strong>al</strong>idad. Así pues,creo que a pesar del reconocimiento de las ventajas que nos ofrecepoder representarnos <strong>al</strong> universo en su coqjunto como un gran<strong>sistema</strong> integrado por sub<strong>sistema</strong>s menores, el esfuerzo se nulificaríaa sí mismo de no complementarse con el paso siguiente:reconocer y especificar las diferencias que distinguen a un <strong>sistema</strong>de otro.Según nos relata Octavío Paz, Sor Juana Inés de la Cruz tuvola geni<strong>al</strong> intuición de la composición orgánica de la natur<strong>al</strong>ezay la condición sistémica de la ciencia pues ellapresentía un oculto engarce entre todas las verdades. Al referirsea la diversidad de sus estudios, advierte que sus contradiccionesson más aparentes que re<strong>al</strong>es, "<strong>al</strong> menos en lo form<strong>al</strong> yespeculativo".Las ciencias y las artes, por más contrarias que sean, no sólono estorban a la comprensión gener<strong>al</strong> de la natur<strong>al</strong>eza sino laayudan, dando luz y abriendo camino las unas a las otras, porvariaciones y ocultos enlaces... de manera que parece que secorresponden y están unidas en admirable trabazón y concierto. 94Sor Juana reconoce así, como han hecho los teóricos modernosde <strong>sistema</strong>s, la unidad subyacente bajo la diversidad que percibimosa través de nuestros aparatos cognoscitivos, pero nodeja <strong>al</strong> margen la idea de las diferencias que la separan.Una vez establecido lo anterior podemos proceder a la impostergabletarea de caracterizar la noción de <strong>sistema</strong> como instrumentode análisis teórico para la ciencia."Octavio Paz, E/laberinto de la soledad, 2002, pp. 123-124.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>129EL SISTEMA COMOCONSTRUCCIÓN TEÓRICAAunque seguramente puede ser considerado redundante, creo quev<strong>al</strong>e la pena enfatizar sobre la necesidad de formular un instrumentode análisis adecuado para el estudio de la re<strong>al</strong>idad. Parat<strong>al</strong> efecto, recurriré de nueva cuenta a Max Weber en el mismotrabajo -Sobre la teoría de las ciencias soci<strong>al</strong>es- de donde extraigola siguiente idea:Si el historiador (en el sentido más amplio de la p<strong>al</strong>abra) descart<strong>al</strong>a tentativa de formular un t<strong>al</strong> tipo ide<strong>al</strong> (instrumento de análisis)bajo el pretexto de que se trata de "construcciones teóricas", estoes, inútiles o innecesarias para el fin concreto del conocimiento,entonces resulta que, por regla gener<strong>al</strong>, este historiador utiliza,consciente o inconscientemente otras construcciones análogas sinformulación explícita ni elaboración lógica, o bien, se queda estancadoen el terreno de lo vagamente "sentido".95Lo mismo han dicho muchos otros autores sobre la importanciade la teoría para el desarrollo de cu<strong>al</strong>quier campo disciplinariodel saber humano.Uno de los aspectos más notables del empleo actu<strong>al</strong> del término<strong>sistema</strong> (como instrumento de análisis) es, según habíaapuntado anteriormente, la multiplicidad de áreas de estudio ociencias que hoy en día lo utilizan. Los orígenes de este ampliouso se remontan, por lo menos a principios del siglo, en la obrade Ferdinand de Saussure,96 quien lo aplicó muy exitosamente<strong>al</strong> estudio contemporáneo del lenguaje con resultados verdaderamenteasombrosos; no en b<strong>al</strong>de se considera hoy en día a l<strong>al</strong>ingüística como una de las más desarrolladas entre las cienciassoci<strong>al</strong>es.95Max Weber, op. cit., p. 67.96Cfr. F. Saussure, Curso de lingüística gener<strong>al</strong>, 1978.


...................'130David J. SarquisSin embargo, la idea del <strong>sistema</strong> como una tot<strong>al</strong>idad empezóa generarse en los notables avances de los estudios sobre la natur<strong>al</strong>ez<strong>al</strong>levados a cabo desde principios del siglo XIX. Boguslavskynos hace el planteamiento en los siguientes términos:En la primera mitad del siglo XIX, fue hecho un descubrimientodestacado: todos los veget<strong>al</strong>es y anim<strong>al</strong>es se componen de célulasque están estructuradas, se <strong>al</strong>imentan y se multiplican, en gener<strong>al</strong>,de manera idéntica, sean las células de <strong>al</strong>gas o de árboles, deinfusorios o del hombre. Este descubrimiento no dejaba lugar adudas de que existe una concatenación que une a todo lo vivo (...) Demodo que, ya en la primera mitad del siglo XIX, la ciencia de lanatur<strong>al</strong>eza pasó del estudio de distintos objetos <strong>al</strong> examen desus interacciones y de los cambios dentro de los objetos y, entreellos, pasó del estudio de las cosas acabadas <strong>al</strong> examen de los procesos,concatenaciones y relaciones. 97No obstante, el primero en llevar a cabo un estudio organizadoy det<strong>al</strong>lado del término como concepto teórico, es decir,como instrumento de análisis para la ciencia fue el biólogo Ludwigvan Bert<strong>al</strong>anffy, para quien:en la ciencia contemporánea aparecen actitudes que se ocupan delo que, un tanto vagamente se llama tot<strong>al</strong>idad, es decir, problemasde organización, fenómenos que no pueden ser descompuestosen acontecimientos loc<strong>al</strong>es; interacciones dinámicas manifiestas enla diferencia de conductas de partes aisladas o en una configuraciónsuperior, en una p<strong>al</strong>abra, "<strong>sistema</strong>s" de varios órdenes, no comprensiblespor indagación de sus respectivas partes aisladas.Concepciones y problemas de t<strong>al</strong> natur<strong>al</strong>eza han aparecido entodas las ramas de la ciencia, sin importar que el objeto de estudiosean cosas inanimadas, organismos vivientes o fenómenossoci<strong>al</strong>es. 9897 Boguslavsky et <strong>al</strong>., El materi<strong>al</strong>ismo di<strong>al</strong>éctico e histórico: ensayo de divulgación,1976, pp. 72-73, cursivas del autor."Bert<strong>al</strong>anffy, Ludwig Teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s, 1976, pp. 36-37.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>131La concepción no deja de ser interesante. Efectivamente,parece un hecho que hay cosas que sencillamente no puedenexplicarse siguiendo el camino de la reducción progresiva hast<strong>al</strong>a identificación última de los más mínimos componentes. Eneste sentido, la afirmación de que el todo es <strong>al</strong>go más que la merasuma mecánica de las partes cobra una dimensión fundament<strong>al</strong>en el estudio de la ciencia pues, desintegrado en sus componentes,el todo pierde su identidad: a la luz de este criterio se entiendebien por qué, en efecto, nunca sabremos qué es la limonada antesde mezclar el agua con azúcar y limón, como tampoco tendrásentido <strong>al</strong>guno ingerir los ingredientes por separado.Un famoso politólogo norteamericano, Oran R. Young nospresenta una interesante visión sobre el desarrollo del conceptode <strong>sistema</strong> para la ciencia que, a pesar de su extensión, v<strong>al</strong>e lapena reproducir, dice:Hace <strong>al</strong>gunos años, varios an<strong>al</strong>istas, especi<strong>al</strong>mente en <strong>al</strong>gunas delas ciencias natur<strong>al</strong>es, empezaron a advertir, cada vez con mayorclaridad, que se estaban desaprovechando importantes oportunidadesde progreso en la investigación debido a varias prácticasque prev<strong>al</strong>ecían entonces y que, en gran medida continúan prev<strong>al</strong>eciendo.Especi<strong>al</strong>mente empezaron a protestar por la tendencia a separarrígidamente las disciplinas, con la consecuente reducción de la comunicaciónentre varios campos de investigación, lo cu<strong>al</strong> conducíaa una duplicación de esfuerzos. T<strong>al</strong>es prácticas tienden a impedirel progreso en cada uno de los campos específicos y a producir ineficiencias,ya que los avances teóricos y conceptu<strong>al</strong>es tienen quehacerse a menudo una y otra vez, a medida que un campo trasotro se interesa por problemas análogos.Al mismo tiempo, estos an<strong>al</strong>istas consideraron que la tendenciade muchas disciplinas a ocuparse de fenómenos específicos y estudiosdet<strong>al</strong>lados, excluyendo consideraciones teóricas abstractas ygener<strong>al</strong>es estaba generando una incapacidad para integrar debidamenteel conocimiento adquirido en otras disciplinas. Desdeesta perspectiva hicieron hincapié en la gran importancia quetiene, para cu<strong>al</strong>quier disciplina, un fundamento sólido de teoría


132David J. Sarquísgener<strong>al</strong> y abstracta y, en la significación consiguiente de asignartiempo y recursos de investigación a estudios de muy <strong>al</strong>to nivelde abstracción.Estas consideraciones se unieron <strong>al</strong> método científico en términosde la importancia de las funciones de las amplias guías conceptu<strong>al</strong>esy de las perspectivas gener<strong>al</strong>es para los instrumentos deseparación de los grupos de datos como requisitos previos de unanálisis fructífero a niveles más det<strong>al</strong>lados. En suma, la teoría gener<strong>al</strong>de los <strong>sistema</strong>s se originó en un movimiento que perseguía launificación de la ciencia y del análisis cientifico. 99La ambición de unificar a la ciencia no es <strong>al</strong>go nuevo. Aunque,a la fecha, diversas corrientes de pensamiento de las másvariadas orientaciones argumentan decididamente en su contrapor considerarla poco práctica, Marx ya observaba desde 1844que,las ciencias de la natur<strong>al</strong>eza han desarrollado una extraordinariaactividad y han acumulado constantemente una enorme cantidadde materi<strong>al</strong>. La filosofía, sin embargo, ha permanecido tanajena a ellas como ellas a la filosofía. Su momentánea unidad sólofue una presunción. Existía la voluntad pero f<strong>al</strong>taban los medios.Hasta la historiografía concede atención a las ciencias de lanatur<strong>al</strong>eza sólo ocasion<strong>al</strong>mente, como factor de ilustración yutilidad derivado de grandes descubrimientos individu<strong>al</strong>es. Perolas ciencias de la natur<strong>al</strong>eza han abarcado y transformado la vidahumana en forma tanto más práctica, a través de la industria yhan preparado la emancipación humana, aunque directamenteyen forma preponderante les correspondiera consumar la deshumanización.La industria es la re<strong>al</strong>ización de hecho histórico de la natur<strong>al</strong>ezay, por tanto, de las ciencias de la natur<strong>al</strong>eza con el hombre. Si,por tanto, la industria es concebida como la revelación esotéricade las potenci<strong>al</strong>idades esenci<strong>al</strong>es del hombre, también ganamosen la comprensión de la cu<strong>al</strong>idad humana de la natur<strong>al</strong>eza o dela cu<strong>al</strong>idad natur<strong>al</strong> del hombre. En consecuencia, las ciencias9'Oran Young, Sistemas de ciencia política, 1982, pp. 34-35, cursivas del autor.


Elvisto como un <strong>sistema</strong>133de la natur<strong>al</strong>eza perderán su tendencia abstractamente materi<strong>al</strong> -omás bien ide<strong>al</strong>ista- y se convertirán en base de la ciencia humana,así como se ha convertido ya en base de la vida humana re<strong>al</strong>. 100Por supuesto que, desde una perspectiva positivista (sin queesto implique una connotación peyorativa del término) es másfácil vislumbrar la conveniencia de la separación, lo más nítidaposible de los respectivos campos de observación así como delas herramientas de trabajo para los diversos saberes disciplinarios.La utilidad práctica de t<strong>al</strong> procedimiento se observa conclaridad no sólo en el desarrollo de una identidad propia, sino enlos avances concretos que, <strong>al</strong> proceder de esta manera han logradopor su cuenta físicos, químicos, biólogos, matemáticos, sociólogos,historiadores, economistas, internacion<strong>al</strong>istas, etcétera.No obstante, ante la inevitabilidad de los traslapes, laduplicación de esfuerzos y la continua necesidad de apoyo entredistintas áreas del quehacer intelectu<strong>al</strong>, dado el carácter obstinadamentemultidisciplinario de la ciencia, la visión de un esfuerzointegrador fincado en los aspectos unificadores de la re<strong>al</strong>idad invita<strong>al</strong> desarrollo de un esfuerzo par<strong>al</strong>elo en el desarrollo de la ciencia.En este sentido, la unidad básica de análisis sería precisamenteel concepto (como construcción teórica) de <strong>sistema</strong>, siempre entendidofundament<strong>al</strong>mente como una tot<strong>al</strong>idad y no meramentecomo un todo que se puede desarticular y desagregar cómodamentesin afectar su comprensión.Desde esta perspectiva, la propia evolución de las llamadasciencias exactas y las de la natur<strong>al</strong>eza constituye un fiel testimoniode la tendencia hacia la unificación del pensamiento científico,no como resultado de un capricho del pensamiento filosóficosino como resultado de la aceptación de una visión integradoraque nos presenta un universo de base constituido como unaILX)Carlos Marx, Manuscritos económico filosóficos de 1844, 1976, p. 111, cursivasdel autor.


David J. Sarquístot<strong>al</strong>idad, sin que por ello pierda su capacidad de manifestarsede las más variadas maneras en el plano de la singularidad. Asípues, la unificación de la ciencia no puede ser un esfuerzo de homogeneinizaciónacrítica, orientado simplemente a borrar, por principio,todas las diferencias que dan sentido e identidad a los innumerablessub<strong>sistema</strong>s (como objetos de estudio) univers<strong>al</strong>es quenos rodean. El gran reto sigue siendo reconocer semejanzas <strong>al</strong>mismo tiempo que identificamos las diferencias en el análisis dela re<strong>al</strong>idad.Pierre Fougeyrrollas, célebre sociólogo francés nos refieresu impresión sobre el movimiento unificador de la ciencia de lasiguiente forma:En efecto -nos dice-, las matemáticas forman parte de un vastoconjunto de disciplinas lógico-matemáticas que tratan de todaslas relaciones posibles entre términos abstractos, t<strong>al</strong>es que dichostérminos resulten de operaciones generadoras fundament<strong>al</strong>es. Laastronomía ya no puede separarse de la astrofísica y de la químicanuclear, progresos que, más profundamente han derribadolas barreras que existían entre la física y la química. Mejor aún:la biología molecular ha borrado las antiguas fronteras entre lasciencias de la llamada materia no viva y las ciencias de la llamadamateria viva. 10]Esta tendencia unificadora de la ciencia a la que hemos venidohaciendo referencia, ha reforzado sustanci<strong>al</strong>mente la visión delmundo como unidad, y en ese sentido ha facilitado el desarrollode una concepción sistémica, aunque, debemos insistir, estemodo de representarnos la re<strong>al</strong>idad no debe sustituir sino másbien complementar a la visión del mundo como conjunto deentidades separadas, t<strong>al</strong> como propone la lógica di<strong>al</strong>éctica.V<strong>al</strong>e la pena recordar que ya Aristóteles había sugerido la ideade comparar <strong>al</strong> Universo con un organismo vivo, en el que cada101 Pierre Fougeyrrollas, Ciencias soci<strong>al</strong>es y marxismo, 1981.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>135parte tiene su lugar y su función de manera que todas trabajabanjuntaspara integrar un todo único, lamentablemente, sinembargo, desde el punto de vista limitado de su propia lógicaform<strong>al</strong>, la evidencia empírica parecía sugerir que ese todo podíaser an<strong>al</strong>izado en partes u objetos que existían por separado,como constituyentes básicos de la materia, y que se movían,cada una de ellas, en el vacío, donde se volvía a diluir la concepcióndel todo. 102Así tenemos que, desde las diversas parcelas configuradaspor el intelecto se proyecta con creciente aceptación la idea de un<strong>sistema</strong>, en continuo movimiento, determinado por una regularidadsubyacente a la que la ciencia moderna llama el ordenque soporta tanto la estructura como el comportamiento delcada <strong>sistema</strong>. El orden, entonces, como propiedad sistémica secoloca en el centro de atención de los observadores de cada nivelde complejidad entre <strong>sistema</strong>s, ya que cada <strong>sistema</strong> funciona deacuerdo con su orden implícito.Piaget -por ejemplo- cree en el orden univers<strong>al</strong>. Sugiere en suobra la unidad de todas las cosas: biológicas, soci<strong>al</strong>es, psicológicase ideológicas, tanto en los <strong>sistema</strong>s vivos como en los inertes.Toda la ciencia está interrelacionada. Un teorema definido en unarama de la ciencia guarda relación directa, a su juicio, con lasleyes y los principios de otras ramas. 103T<strong>al</strong> concepción es, desde el punto de vista adoptado para eldesarrollo de este trabajo, sólo compatible con la idea del universocomo tot<strong>al</strong>idad, de este modo se puede sustentar la propuestade Piaget sobre la unidad de la ciencia, en la idea de quedicha interrelación está fincada en la interconexión sistémicaque se observa en la propia re<strong>al</strong>idad.1ll2Cfr. David Bohm, op. cit., pp. 163-164.1[11 Henri Maier, Tres teorías sobre el desarrollo del niño: Erickson, Piaget y Sears, 1976,p.99.


136David J. SarquísCARACTERÍSTICAS DEL SISTEMACOMO CONSTRUCCIÓN TEÓRICASeñ<strong>al</strong>amos ya, de <strong>al</strong>guna manera que, la utilidad de un conceptoen el análisis de la ciencia se mide por el rigor con el que éste esdefinido para su aplicación en el estudio de la re<strong>al</strong>idad. En consecuencia,parece pertinente, después de lo que hemos dicho sobreel origen del concepto y de la diversidad de acepciones con lasque ha llegado a ser utilizado, proceder a caracterizarlo comoconcepto operativo en los términos que resultan pertinentespara el <strong>al</strong>cance que busca este trabajo. Para la re<strong>al</strong>ización de estepropósito empezaré con las siguientes consideraciones:• En primer lugar, resulta indispensable enfatizar que la nociónde <strong>sistema</strong>, en este contexto no es sino una abstracción (liter<strong>al</strong>mente,un concepto teórico sin referente práctico directo) a la quele asignamos cu<strong>al</strong>idades gener<strong>al</strong>es, con el propósito de emplearlocomo marco de referencia para la interpretación de la re<strong>al</strong>idad.• No obstante, la selección de esas cu<strong>al</strong>idades debe ser resultadode la observación directa o de la reflexión sobre objetos de estudioconcretos y constituye, además, la labor que los teóricos re<strong>al</strong>izanen cu<strong>al</strong>quier rama de la ciencia, para luego comparar y sintetizarlos resultados de sus observaciones en esa caracterización abstractaa la que todos pueden remitir su trabajo.• En su c<strong>al</strong>idad de instrumento de análisis, el empleo de estanoción debe limitarse a su uso como marco de referencia contrael que se compara a un objeto de estudio tomado de la re<strong>al</strong>idad,en consecuencia, nuestra idea sobre el <strong>sistema</strong> jamás deberá confundirsecon la re<strong>al</strong>idad misma. Como diría Kant, el <strong>sistema</strong> no es"la cosa en sí", sino la representación que nosotros nos hacemosde ella.• Por supuesto que sigue siendo tarea esenci<strong>al</strong> de los estudiososen cada área ratificar la conveniencia de poseer un código compartidotanto para el análisis del objeto como para posibilitar losprocesos de comunicación en torno a él, lo mismo entre colegasque con el público en gener<strong>al</strong>. La noción de <strong>sistema</strong> muestra aquísus más excelsas bondades.


137• Por último, aunque no por ello menos importante, está el recordatoriode que el <strong>sistema</strong> como instrumento de análisis correspondecon lo que Thomas Kuhn ha denominado, un paradigma, mientrasque el conjunto de procesos que observamos en la re<strong>al</strong>idady que, por extensión llamamos <strong>sistema</strong>s, constituyen una categoríahistórica concreta, toda vez que se refieren a fenómenos queocurren <strong>al</strong> interior de un espacio-tempor<strong>al</strong>idad determinada.Aunque la diferencia entre uno y otro debe ser clara, nunca debemosperder de vista la interconexión que se establece entre ambosdurante el proceso del conocimiento.Ahora bien, ¿cuáles son esas cu<strong>al</strong>idades gener<strong>al</strong>es que puedenasignarse <strong>al</strong> concepto de <strong>sistema</strong> para que cumpla adecuadamentecon su función en el desarrollo del pensamiento científico?En otras p<strong>al</strong>abras, si podemos afirmar, que todo en la re<strong>al</strong>idadestá constituido por <strong>sistema</strong>s y que la re<strong>al</strong>idad misma funcionacomo un gran <strong>sistema</strong>, ¿qué características comunes tiene todolo existente que le hermana y le vincula entre sí para configurar laapariencia de orden y regularidad que nos es dado observar en elanálisis del universo circundante?Para la formulación de nuestro intento de respuesta a estasinterrogantes hemos re<strong>al</strong>izado una labor de construcciónconceptu<strong>al</strong>, a la manera de un complejo rompecabezas, con elpropósito de configurar un concepto operativo cuya solidez sefinque precisamente en su contrastación continua y variadacon esos otros "<strong>sistema</strong>s" con referente empírico directo queconstituyen la re<strong>al</strong>idad.• Recordamos, a partir de la definición inici<strong>al</strong> que presentamosde la noción de <strong>sistema</strong> que éste es, antes que nada un todointegrado por diversas partes, las cu<strong>al</strong>es operan coordinadamenteentre sí, configurando <strong>al</strong>go más (en términos de unidad existenci<strong>al</strong>)de lo que cada una de esas partes representa por cuentapropia.• No obstante, la unidad del todo, no significa, de manera <strong>al</strong>gunaun interior completamente homogéneo o armonioso; desde el


138David J. Sarquíspunto de vista que yo lo veo, el <strong>sistema</strong>, a pesar de estar configuradocomo un todo, representa un todo contradictorio, es decir,impulsado por fuerzas internas en oposición. Para entender <strong>al</strong><strong>sistema</strong> de esta manera, me baso inici<strong>al</strong>mente en el pensamientode Heráclito, quien representa a la tendencia antisustanci<strong>al</strong>ista enla filosofía presocrática.En lugar de razonar como Parménides, en el sentido de quetodo cambio es contradictorio; por lo tanto, no existe, Heráclitoargumentaba: "todo cambio es contradictorio, por lo tanto, lacontradicción (la unión de los opuestos) constituye la esenciamisma de la re<strong>al</strong>idad". De esta manera, el mundo de Heráclitopreservaba su unidad, aunque en un sentido profundamentedistinto <strong>al</strong> de Parménides; era la unidad dinámica del proceso,en el que cada fase momentánea se estaba transformando continuamenteen su "opuesto", es decir, en una fase subsiguientey cu<strong>al</strong>itativamente distinta. 104Así pues, desde el punto de vista del concepto operativoque estamos desarrollando para este trabajo, se considera a lacontradicción interna como la primera característica distintivadel comportamiento de todos los <strong>sistema</strong>s, es decir, ese movimientointerior determinado por la oposición de fuerzas contrariasque permiten la transformación cu<strong>al</strong>itativa y continuadel <strong>sistema</strong>.Del mismo modo lo reconoce la filosofía hegeliana:El método di<strong>al</strong>éctico de Hegel reconoce las contradicciones internasentre las cosas, pero ve en ello tan sólo un aspecto del asunto, encontrandomucho más importante su otro aspecto. A saber, quetodas las cosas son contradictorias en sí mismas; que la contradiccióninterna es la raíz de todo movimiento y vit<strong>al</strong>idad; <strong>al</strong>gose mueve únicamente porque lleva implícita en sí mismo unacontradicción. El método di<strong>al</strong>éctico de Hegel puso <strong>al</strong> descubierto104 "Change", The Encyclopedia ofPhilosophy, vol. 2, 1972, p. 75.


....•...................... El mundo visto como un sistem<strong>al</strong>a inconsistencia del criterio metafísico que no tomaba en consideraciónmás que la estabilidad de los fenómenos re<strong>al</strong>es y denuestros conceptos de ellos y, por eso estudiaba <strong>al</strong> mundo comoun conjunto de cosas acabadas -y <strong>al</strong> pensamiento, como un conjuntode conceptos acabados. Este criterio, argumentaba Hegel,pasa por <strong>al</strong>to otro aspecto importantísimo del asunto: la mutabilidadeterna de todo el mundo, que no es un conjunto de cosasacabadas, sino un conjunto de procesos, relaciones y conexiones. 105Bert<strong>al</strong>anffy, justamente considerado por la mayoría de losestudiosos de la teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s como el padre fundadoracepta y define a la contradicción interna como componenteesenci<strong>al</strong> de su construcción teórica; él nos dice:Si hablamos de <strong>sistema</strong>s, <strong>al</strong>udimos a tot<strong>al</strong>idades o unidades. Pareceentonces que sea introducido respecto a un todo, el concepto decompetencia entre sus partes. la verdad es que estas afirmaciones,en apariencia contradictorias tocan ambos aspectos esenci<strong>al</strong>es delos <strong>sistema</strong>s. Cada todo se basa en la competencia entre sus elementosy presupone la lucha entre partes. Es un principio gener<strong>al</strong> deorganización en <strong>sistema</strong>s físico-químicos sencillos así como enorganismos y unidades soci<strong>al</strong>es y es, en última instancia, expresiónde la coincidentia oppositorum que la re<strong>al</strong>idad presenta. 106Al referirse a la unidad de los contrarios en otra de sus obras,el mismo Bert<strong>al</strong>anffy apunta: "Ese pensamiento antiguo quenaciera con Heráclito -el universo es el contrario de sí mismo,unidad de c<strong>al</strong>or y frío, día y noche, verano e invierno, guerra ypaz, bien y m<strong>al</strong>- constituye el tema fundament<strong>al</strong> de una visiónque trasciende la antítesis sujeto-objeto. 107Tratar de vislumbrar de entrada a los <strong>sistema</strong>s como tot<strong>al</strong>idadescontradictorias en sí mismas me parece un paso decisivo105 Boguslavsky, op. cit., p. 67."16Ludwig Bert<strong>al</strong>anffy, op. cit., p. 68.107Ludwig Bert<strong>al</strong>anffy, Perspectivas en la teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>s, 1979, p. 58.


140y fundament<strong>al</strong> para la representación fin<strong>al</strong> que nos hacemosde nuestros objetos de estudio. Por supuesto que la idea no seacopla fácilmente a la tradición, tan fuertemente arraigada enla cultura occident<strong>al</strong>, que nos presenta un mundo equilibrado yarmonioso, íntegro, homogéneo y autosostenido, integrado porcosas acabadas, las cu<strong>al</strong>es, históricamente han sido an<strong>al</strong>izadascomo unidades en sí mismas, con muy convincentes resultados.De la Reza hace una atinada <strong>al</strong>usión a esta problemática en elcapítulo 7 de su obra, el cu<strong>al</strong> sintomáticamente ha intituladoLa contradicción es inseparable de los <strong>sistema</strong>s lógicos, lo cu<strong>al</strong>,desde mi punto de vista no es una deficiencia del pensamiento,sino un claro reflejo de la natur<strong>al</strong>eza ontológica de la propiare<strong>al</strong>idad. lOBNo obstante, en definitiva necesitamos liberarnos de laestrechez que impone la lógica aristotélica de las <strong>al</strong>ternativasmaniqueas, "o esto, o lo otro"... si una cosa es A, entonces nopuede, <strong>al</strong> mismo tiempo ser B, para entender que, si esto resultacierto en un determinado nivel de análisis, no significa que seaunivers<strong>al</strong> y absolutamente cierto. Desde la perspectiva de latot<strong>al</strong>idad, lo que es contradictorio en sí, puede ser consideradocomo dos o más cosas a la vez. T<strong>al</strong> es el enfoque de la lógica di<strong>al</strong>écticade origen heracliteano-hegeliana, diseñada para la comprensióndel mundo en continuo devenir, la lógica del cambio,que necesariamente tiene que complementar (no sustituir) a l<strong>al</strong>ógica de lo estático.Es importante tener en mente el hecho de que si las unidadesde análisis, a la luz del criterio sistémico poseen un ángulode observación que permite ver su condición contradictoria,también tiene, <strong>al</strong> mismo tiempo su ángulo de observación par<strong>al</strong>o estático y, por lo menos aparentemente más permanente quehay en ellas. Bert<strong>al</strong>anffy lo aclara con precisión cuando enumer<strong>al</strong>as características propias que, desde su punto de vista distinguen""Germán de la Reza, op. cit., pp. 43-46.


141a todo <strong>sistema</strong> en la re<strong>al</strong>idad. Pasaremos ahora a revisarlas par<strong>al</strong>uego volver a considerar las implicaciones que tiene el representarnos<strong>al</strong> <strong>sistema</strong> de una u otra manera.Son siete las características form<strong>al</strong>es básicas que nuestroautor reconoce en todos los <strong>sistema</strong>s:1. tot<strong>al</strong>idad;2. suma;3. segregación progresiva;4. mecanización progresiva;5. centr<strong>al</strong>ización;6. fin<strong>al</strong>idad, y7. adaptabilidad.En otras p<strong>al</strong>abras, para Bert<strong>al</strong>anffy, los <strong>sistema</strong>s, comotot<strong>al</strong>idades integradasporpartes einternamentecontradictoriosposeen en común, por lo menos estas siete propiedades. Veamos,a continuación que significa cada una de ellas.Con respecto a la tot<strong>al</strong>idad, el autor nos dice que cada <strong>sistema</strong>se conduce como un todo, es decir, que a pesar de estar conformadopor partes, en un momento dado separables, la unidadbásica del <strong>sistema</strong> depende de la interconexión entre ellas, enausencia de las cu<strong>al</strong>es, el <strong>sistema</strong> dejaría progresivamente de serlo que es para irse degradando hasta fin<strong>al</strong>mente perecer y que,en función de esta manera de comportarse (como tot<strong>al</strong>idad) cu<strong>al</strong>quiercambio que afecta a <strong>al</strong>guna de las partes necesariamenterepercute por el resto del <strong>sistema</strong>.En otras p<strong>al</strong>abras, cuando los elementos componentes deun <strong>sistema</strong> están relacionados entre sí, observan un comportamientodiferente <strong>al</strong> que observarían si cu<strong>al</strong>quiera de ellosfuesen an<strong>al</strong>izados por separado, en consecuencia, se deben teneren cuenta las diversas relaciones entre <strong>sistema</strong>s subordinadosy supraordinadosa fin de comprender, tanto el comportamientode las partes como el del todo. Esto se debe a que, cada <strong>sistema</strong>está integrado por diversas partes (sub<strong>sistema</strong>s), que bien pueden


142David J. Sarquisconstituir <strong>sistema</strong>s en sí mismos (de hecho, en muchos casoslo hacen), pero que, <strong>al</strong> relacionarse con otros, pasan a formarparte de un <strong>sistema</strong> mayor y así progresivamente hasta llegar a laconfiguración del macrouniverso o macrocosmos. En cadanivel además, los <strong>sistema</strong>s manifiestan no sólo comportamientosdistintos, sino de hecho cu<strong>al</strong>idades distintas que no se puedenreconocer a partir del análisis de las partes, sencillamente porqueno están ahí.Siguiendo esta línea de pensamiento podemos empezar, porejemplo, <strong>al</strong> nivel de los átomos, como sub<strong>sistema</strong>s menores queconforman a los elementos, que a suvez conformanlos compuestos,que luego permiten la existencia de células, que se agrupanen tejidos, que conforman órganos, seres vivos, colectividades yasí sucesivamente. Esto ilustra con claridad la interconexión queguarda con todo lo demás en el universo, ya sea como macro<strong>sistema</strong>coordinador de diversos sub<strong>sistema</strong>s o como sub<strong>sistema</strong>miembro de un <strong>sistema</strong> mayor. Pero además, debe ilustrar la ideade que la interconexión no es suficiente para comprender latot<strong>al</strong>idad pues en cada nuevo nivel hay cu<strong>al</strong>idades novedosas querepresentan <strong>al</strong>go más que el mero agregado de las partes.Como atinadamente nos recuerda Anderson:Resulta que el comportamiento de grandes y complejos agregadosde partículas element<strong>al</strong>es, no puede ser atendido en términosde una simple extrapolación de las propiedades de unas cuantaspartículas. En lugar de eso, en cada nivel de complejidad aparecenpropiedades enteramente nuevas y la compresión de esos nuevoscomportamientos requiere de un tipo de investigación que yo considero,tan fundament<strong>al</strong> en su natur<strong>al</strong>eza como cu<strong>al</strong>quier otro.En otras p<strong>al</strong>abras, me parece que uno puede organizar las cienciasde una manera más o menos line<strong>al</strong> en una jerarquía que respondea la siguiente idea: las entidades element<strong>al</strong>es de la cienciaX obedecen a las leyes de la ciencia Y.No obstante, esta jerarquía no implica que la ciencia X "sólo seay aplicada". En cada nivel se necesitan leyes enteramente nuevas;


143nuevos conceptos y gener<strong>al</strong>izaciones, todo lo cu<strong>al</strong> requiere de inspiracióny creatividad en un grado t<strong>al</strong> <strong>al</strong>to como el del nivel anterior.La sicología no es sólo biología aplicada, del mismo modo que labiología no es sólo química aplicada. 109Como veremos más adelante, esta característica resulta departicular importancia para los estudiosos contemporáneosde las relaciones internacion<strong>al</strong>es, toda vez que el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>agrupa virtu<strong>al</strong>mente a la experiencia humana en suconjunto, por lo cu<strong>al</strong> hace plenamente evidente la necesidad delenfoque multidisciplinario que esta concepción requiere, desdeuna perspectiva propia que sólo la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>espuede aportar.Los procesos de suma se refieren a la coordinación de esfuerzosentre las partes integrantes del <strong>sistema</strong> (a pesar de susdiferencias) con la intención de reforzar el carácter unitario delmismo (por encima de su carácter contradictorio). De <strong>al</strong>gunamanera puede decirse, que las partes "se ayudan" entre sí, "cediendo"parte de su autonomía para contribuir <strong>al</strong> bien colectivodel <strong>sistema</strong>. Ésta, como todas las demás, es por supuesto unapropiedad gener<strong>al</strong> de todos los <strong>sistema</strong>s, sin embargo, cada sistem<strong>al</strong>a desarrolla en grados diferentes, lo cu<strong>al</strong> contribuye a particularizarcada <strong>sistema</strong> que consideramos en nuestro análisisde la re<strong>al</strong>idad.La segregación y la mecanización progresivas son fenómenospar<strong>al</strong>elos; el primero se trata del caso en el que las interaccionesentre los elementos componentes del <strong>sistema</strong> muestran unacierta tendencia a disminuir con el paso del tiempo, en funciónde lo anterior, el <strong>sistema</strong> pasa de un estado de tot<strong>al</strong>idad activaa un estado de independencia relativa entre las partes, como si,de <strong>al</strong>guna manera cada una de ellas pretendiera seguir adelantepor cuenta propia. La razón que mejor parece explicar esta tendenciaen los <strong>sistema</strong>s está relacionada con un notable incre-109 J.W. Anderson, op. cit., p. 303, cursivas del autor.


144David J. Sarquísmento en la complejidad de su funcionamiento. Como consecuencia,en función de una mecanización progresiva, las partesempiezan a "especi<strong>al</strong>izarse" en el desempeño de <strong>al</strong>guna tareaespecífica, con lo cu<strong>al</strong> coadyuvan a un mejor desempeño del<strong>sistema</strong> pero <strong>al</strong> mismo tiempo, a un nivel mayor de independenciarelativa como sub<strong>sistema</strong>s.En este sentido, una mecanización creciente significa que<strong>al</strong>gunos de los sub<strong>sistema</strong>s desarrollan la capacidad de "hacercosas" que sólo ellos pueden llevar a cabo, con la consiguientepérdida de autorregulación del <strong>sistema</strong> sustentada en sí mismo.No obstante, el propio Bert<strong>al</strong>anffy nos aclara que esa mecanizaciónnunca es tot<strong>al</strong>, pues aunque el <strong>sistema</strong> llegue a mecanizarseparci<strong>al</strong>mente, nunca pierde su condición unitaria, ya que, delo contrario, el <strong>sistema</strong> deja de existir como t<strong>al</strong>. Justamente enello se basan tanto la centr<strong>al</strong>ización dentro del <strong>sistema</strong> y sucapacidad de interacción con las condiciones cambiantes desu entorno.Más aún, de <strong>al</strong>guna manera puede decirse que el desarrollode estos procesos en par<strong>al</strong>elo constituye una clara evidencia delprincipio de la contradicción interna que prev<strong>al</strong>ece entre <strong>sistema</strong>s;por un lado está la tendencia a la integración del <strong>sistema</strong>y por otro, en contraposición, la tendencia a la mecanización ysegregación del mismo.Hablar de "fin<strong>al</strong>idad" equiv<strong>al</strong>e a hacer proyecciones <strong>al</strong> futuro,desde este punto de vista, se puede pensar en explorar los acontecimientosno tanto en función de las condiciones del momentosino, desde una perspectiva teleológica, por el estado fin<strong>al</strong>que se pretende<strong>al</strong>canzar. La interpretaciónde esta característica,desde luego no está exenta de riesgo.De hecho, <strong>al</strong>gunas de las críticas más serias en contra de lateoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s están precisamente dirigidas encontra de la idea supuestamente implícita en esta característica.De esta manera, el pensamiento sistémico ha sido tachado de"determinista" por contemplar el estudio de los fenómenos en


145función de un estado fin<strong>al</strong> que "necesariamente" se debe <strong>al</strong>canzar.El problema ha sido particularmente severo en el ámbitode los estudios soci<strong>al</strong>es, donde la capacidad de predicción de lasteorías frecuentemente se ve empañada por los giros, casi siempreinesperados que suelen tomar los acontecimientos. La modernateoría del caos, como una extensión lógica del pensamiento sistémiconos ha ayudado enormemente a resolver el problema deldeterminismo en el análisis sistémico.Es precisamente en función de lo anterior que puede señ<strong>al</strong>arsecomo la única certeza absoluta que se puede tener respectode cu<strong>al</strong>quier <strong>sistema</strong> es la de su progresiva tendencia a dejar defuncionar como "transformador" de energía, es decir, su muerte,aunque ciertamente esto no implica certeza <strong>al</strong>guna respecto <strong>al</strong>a forma específica o el momento en que ocurrirá t<strong>al</strong> situación.Entre su nacimiento y su desaparición cada <strong>sistema</strong> puede recorrerrutas <strong>al</strong>ternas de lo más variado y aunque el análisis retrospectivopuede evidenciar las líneas de caus<strong>al</strong>idad en la rutarecorrida, eso no implica, en forma <strong>al</strong>guna que el análisis prospectivopueda llevarse a cabo con la misma facilidad.Según lo describe Bert<strong>al</strong>anffy:un aspecto muy típico del orden dinámico de los aspectos organísmicospuede denominarse equifin<strong>al</strong>idad. Los procesos que acontecenen estructuras tipo máquina (<strong>sistema</strong>s cerrados) siguen uncamino fijo. Así, el estado fin<strong>al</strong> cambiará si se <strong>al</strong>teran las condicionesinici<strong>al</strong>es o el curso de los procesos. En contraste, puede <strong>al</strong>canzarseel mismo estado fin<strong>al</strong>, la misma meta, partiendo de diferentescondiciones inici<strong>al</strong>es y siguiendo distintos itinerarios en los procesos.Son ejemplos, el desenvolvimiento de un organismo norm<strong>al</strong> apartir de un zigoto entero, dividido o formado por fusión de doso partiendo de pedazos, como en los hidroides y las planarias; ola llegada a un tamaño fin<strong>al</strong> definido a partir de distintos tamañosinici<strong>al</strong>es y después de itinerarios de crecimiento diferentes. 110110 Bert<strong>al</strong>anffy, op. cit., 1979, pp. 136-137, cursivas del autor.


David J. SarquísEn breve, lo que nuestro autor sugiere es que la fin<strong>al</strong>idadsistémica no es determinista en el sentido mecánico de inevitabilidad.A pesar de saber que se llegará a un estado fin<strong>al</strong>, las posibilidadespara hacerlo están claramente abiertas. Así pues, eneste contexto, la característica de la fin<strong>al</strong>idad se refiere exclusivamentea la consecución de objetivos. Todo <strong>sistema</strong> está, de<strong>al</strong>guna manera orientado <strong>al</strong> logro de ciertas metas, entre lascu<strong>al</strong>es, la de su propia supervivencia siempre ocupa un lugarpreponderante. Los <strong>sistema</strong>s están esenci<strong>al</strong>mente vivos y quierenseguir estándolo pero ello no implica garantía <strong>al</strong>guna sobre laforma como han de vivir su vida.En otras p<strong>al</strong>abras, aun cuando las partes de un <strong>sistema</strong>puedan operar en condiciones de relativa independencia lasunas de las otras, el logro de metas y objetivos comunes (entrelas cu<strong>al</strong>es la preservación de la propia existencia tiene primacía)es siempre tarea ineludible del <strong>sistema</strong> como tot<strong>al</strong>idad, perocada <strong>sistema</strong> define las condiciones de su propio recorridohistórico.Por último, la adaptabilidad de un <strong>sistema</strong> se refiere a lacapacidad que todos ellos desarrollan para poder responder <strong>al</strong>as condiciones cambiantes de su entorno. Es importante hacernotar cómo, de entrada, con el reconocimiento de esta característicaBert<strong>al</strong>anffy acepta tres cosas que serán fundament<strong>al</strong>espara el proceso de construcción teórica relacionado con <strong>sistema</strong>s:• Que todos los <strong>sistema</strong>s están inscritos dentro de un entorno,del cu<strong>al</strong> se pueden distinguir en virtud de una frontera específicaque los delimita respecto del resto de la re<strong>al</strong>idad existente en esemedio.• Que se establece una interacción adicion<strong>al</strong>, a tomar en cuentapor el an<strong>al</strong>ista, la del <strong>sistema</strong> con el entorno, del cu<strong>al</strong> procedenuna serie de estímulos que el <strong>sistema</strong> asimila y ante los cu<strong>al</strong>esreacciona con una serie de respuestas que mantienen un intercambioactivo del <strong>sistema</strong> con su medio a través de un procesocontinuo de retro<strong>al</strong>imentación.


El mundo vistoun <strong>sistema</strong>147• Que, aparte de los cambios internos generados por la interacciónentre los sub<strong>sistema</strong>s, existe la posibilidad de cambios propiciadospor la interacción con el entorno. En ambos casos, los<strong>sistema</strong>s ponen a funcionar sus propios mecanismos de autorregulaciónpara ajustarse a las nuevas condiciones que le imponenestos cambios. Así se genera y se promueve la movilidad esenci<strong>al</strong>que mantiene vivos a todos los <strong>sistema</strong>s.Una cu<strong>al</strong>idad adicion<strong>al</strong> que distingue <strong>al</strong> <strong>sistema</strong> como construcciónteórica es la relacionada con su carácter no line<strong>al</strong>, elcu<strong>al</strong> resulta fundament<strong>al</strong> para entender el fenómeno de la complejidadsistémica. Briggs y Peat lo explican de la siguiente manera:"La teoría de los <strong>sistema</strong>s no es tan gris ni mecánica comosuena. Por el contrario, puede ser muy vívida. Una clave de los<strong>sistema</strong>s es la re<strong>al</strong>imentación no line<strong>al</strong> (la cu<strong>al</strong>) puede transformarla actividad más simple en la compleja efervescencia de unaexhibición de fuegos artifici<strong>al</strong>es."l11Para estos especi<strong>al</strong>istas, en los modelos no line<strong>al</strong>es se buscannódulos de retro<strong>al</strong>imentación en vez de buscar cadenas de caus<strong>al</strong>idady en vez de tratar de predecir el curso de acción futurade una entidad o una situación a partir de una sola variable, sebuscajugar con el mayor número posible de variables para considerarescenarios posibles, en síntesis "el experto no procuracontrolar el <strong>sistema</strong> complejo mediante la cuantificación y eldominio de la caus<strong>al</strong>idad; quiere agudizar sus «intuiciones»acerca del funcionamiento del <strong>sistema</strong> para interactuar con élmás armoniosamente". 112Para continuar con la caracterización de nuestro conceptooperativo y así definir los rasgos que sirven como denominadorcomún a la idea genérica de los <strong>sistema</strong>s en su c<strong>al</strong>idad de construccionesteóricas, quisiera ahora referirme a la aplicación deIII John Briggs y David Peat, Espejo y reflejo: del caos <strong>al</strong> orden, 1991, p. 174.112Ibidem, p. 175.


148DavidSarquíslas leyes de la termodinámica a su funcionamiento. Boguslavskynos hace, en relación con ello, el siguiente planteamiento:en la década del cuarenta del siglo XIX fue descubierta la ley de laconservación y transformación de la energía; ley univers<strong>al</strong> quese extiende a toda la natur<strong>al</strong>eza y, según la cu<strong>al</strong>, la energía, <strong>al</strong> pasarde una forma a otra, no desaparece ni se crea de nuevo. Al afirmarque las energías mecánica, térmica, eléctrica, y química, dadasciertas condiciones se transforman una en otra, esta ley conducíaa la conclusión de que en el universo todos los fenómenos estánvinculados inevitablemente unos con otros y que la unidad detodo el movimiento en la natur<strong>al</strong>eza no es ya sólo una afirmaciónfilosófica, sino un hecho en las ciencias natur<strong>al</strong>es. l13Desde este punto de vista, los <strong>sistema</strong>s pueden ser vistos claramentecomo entidades energéticas.Rifkin extrae como consecuencia de esta primera ley de latermodinámica, el siguiente corolario: "la apariencia, forma ymovimiento de todo cuanto existe no es más que una consolidaciónde las diversas concentraciones y transformaciones dela energía. Un ser humano, un rascacielos, un automóvil o unahoja de césped, todo ello representa energía que ha sido transformadade un estado a otro" .114 Esta noción nos permite añadircomo propiedad fundament<strong>al</strong> de todos los <strong>sistema</strong>s, su capacidadpara asimilar y procesar energía como parte de un ciclofundament<strong>al</strong> que los biólogos llaman vida y que constituye elpropósito más importante de cada <strong>sistema</strong>; en otras p<strong>al</strong>abras,tenemos aquí elementos para una concepción organicista deluniverso fundada en la correlación incesante entre materia yenergía que fluye a través de todos los sub<strong>sistema</strong>s univers<strong>al</strong>es.Ahora bien, si efectivamente, esta primera ley de la termodinámicafuese la única variable a considerar en términos dela correlación entre materia y energía, no tendríamos problema1]J Boguslavsky, op. cit., p. 7.114 Rifkin, op. cit., p. 34.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong><strong>al</strong>guno <strong>al</strong> pensar en las dificultades que impone el necesarioconsumo de energía que todo <strong>sistema</strong> conlleva, ya que éstapodría ser reciclada continuamente para, de <strong>al</strong>guna manera volversea emplear. Lamentablemente no es así de sencillo comoopera el gran <strong>sistema</strong> que configura el universo, ni los sub<strong>sistema</strong>smenores que lo componen.El mismo Rifkin nos proporciona un sencillo pero ilustrativoejemplo:si quemamos un trozo de carbón -nos dice e! autor- la energíaencerrada en él se libera, pero permanece transformada en bióxidode sulfuro y otros gases que se esparcen por e! espacio. Si bienes cierto que no se pierde energía en e! proceso, sabemos que nopodemos volver a quemar ese pedazo de carbón y extraer lamisma de él. La explicación de este fenómeno se encuentra enla segunda ley de la termodinámica, según la cu<strong>al</strong> existe unapérdida en la cantidad de energía disponible para re<strong>al</strong>izar cu<strong>al</strong>quiertipo de trabajo en e! futuro. El término que describe esteproceso es entropía (...) y representa la cantidad de energía queya no es posible convertir en trabajo.115Las implicaciones de esta segunda ley de la termodinámicahan sido ampliamente debatidas por diversos especi<strong>al</strong>istasprocedentes de las más variadas áreas del quehacer intelectu<strong>al</strong>,particularmente de aquellos que han aceptado la visión sistémicacomo parámetro referenci<strong>al</strong> en sus análisis, sin que estosignifique el <strong>al</strong>cance de un consenso univers<strong>al</strong>mente gener<strong>al</strong>izado,sí puede decirse que ha fort<strong>al</strong>ecido la tendencia a aceptar:a) que la línea de! tiempo con la que se mide e! desarrollo en e!ciclo vit<strong>al</strong> de cada <strong>sistema</strong> corre unidireccion<strong>al</strong>mente hasta suagotamiento fin<strong>al</strong>, y queb) desde e! inicio hasta e! fin de este ciclo, cada <strong>sistema</strong> luchadenodadamente por tratar de <strong>al</strong>canzar y mantener su equilibrio,en función de sus necesidades de consumo de energía.115Idem.


150David J. SarquísComo puede observarse, este conjunto de característicasnos proporciona una interesante visión del mundo; una manerade representárnoslo como objeto de estudio, a partir de lacu<strong>al</strong> es posible incorporar un número creciente de fenómenosobservables en la re<strong>al</strong>idad, bajo un solo criterio explicativo. Estono necesariamente significa que, en efecto, asísea la re<strong>al</strong>idad demanera determinante, contundente o absoluta, sólo quiere decirque, desde este ángulo de observación de la misma se aprecianuna serie de cu<strong>al</strong>idades que permiten articular explicaciones muysólidas a fenómenos anteriormente muy difíciles de considerardesde una perspectiva científica.En este sentido, es claro que la teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>srepresenta una posición de vanguardia ante el viejo problemafilosófico de la unidad subyacente bajo la diversidad en el universoo la expresión de la multiplicidad de lo único y la unicidadde lo múltiple. Desde este punto de vista, como hemos venidosugiriendo, el pensamiento sistémico es un intento por superarel reduccionismo y los problemas derivados de la superespeci<strong>al</strong>izaciónen el pensamiento científico.Según nos explica muy acertadamente James, el problemade "lo único y lo múltiple" en el Universo es seguramente elproblema filosófico más importante de todos por el número deconsecuencias que acarrea el definirnos como monistas o plur<strong>al</strong>istas.Y, aunque la tendencia natur<strong>al</strong> en filosofía le orientafundament<strong>al</strong>mente hacia la búsqueda de la unidad, las múltiplesmanifestaciones de lo diverso obligan a una reflexión muydet<strong>al</strong>lada sobre el asunto, t<strong>al</strong> que impide las soluciones simplistas.No obstante, me parece que una de las grandes ventajas queofrece la concepción sistémica del mundo es la posibilidad dean<strong>al</strong>izar en par<strong>al</strong>elo, tanto el carácter inherentemente unitariode todo <strong>sistema</strong>, en virtud del cu<strong>al</strong>, en efecto puede señ<strong>al</strong>arse quetodo está conectado con todo lo demás, como la tendencia de


___~151cada <strong>sistema</strong>, igu<strong>al</strong>mente natur<strong>al</strong>, a diferenciarse del resto de lare<strong>al</strong>idad. Como dice este autor:Siempre se ha admitido que el conocimiento directo de los det<strong>al</strong>lesde hecho, junto con su reducción a <strong>sistema</strong>, es un sello indispensablede la excelencia de pensamiento. (...) A lo que re<strong>al</strong>menteaspira nuestro intelecto no es ni a la variedad ni a la unidad,tomadas por separado, sino a la tot<strong>al</strong>idad. En esto, el contacto conlas variedades de la re<strong>al</strong>idad es tan importante como la comprensiónde sus conexiones. 116No se trata pues de aceptar o rechazar tajantemente el monismoo el plur<strong>al</strong>ismo según lo que un reduccionismo simplistapodría parecer sugerir. Como es fácil observar, hay en la propuestade James una visión di<strong>al</strong>éctica que claramente sugierela posibilidad de concebir la unidad y la diversidad como procesossimultáneos relacionados con el mismo objeto de estudio. Su propiadescripción <strong>al</strong> respecto es muy sugerente:Hay innumerables órdenes de conexión -nos dice- entre unas cosasparticulares y otras cosas particulares; y el engarce de <strong>al</strong>gunas deesas conexiones forma una especie de <strong>sistema</strong> mediante el cu<strong>al</strong> semantienen unidas. (...) Planteándolo de una forma más laxa ygener<strong>al</strong>, podríamos decir que todas las cosas se vinculan y adhierenentre sí de <strong>al</strong>guna forma y que, en la práctica el universo existeen formas reticuladas o concatenadas que hacen de él un <strong>al</strong>go continuoo "integrado". Cu<strong>al</strong>quier género de influencia contribuye ahacer del mundo uno mientras sea posible seguirla a través departes colindantes (... ) Pero no será uno de forma terminante,justamente en la medida en que no logre producirse de esasmaneras; pues no hay conexión que no pueda f<strong>al</strong>lar si, en vez deescoger buenos conductores, se eligen m<strong>al</strong>os conductores. Estoles haría detenerse <strong>al</strong> primer paso y les obligaría a considerar <strong>al</strong>mundo como una pura multiplicidad desde ese particular puntode vista. 117116William James, Pragmatismo, 2000, p. 129, cursivas del autor.117 Ibidem, pp. 132-134.


La noción de tot<strong>al</strong>idad nos lleva pues <strong>al</strong> planteamiento de ununiverso en el que la fluencia continua propicia cambios constantesen la condición ontológica de aquello que percibimos habitu<strong>al</strong>mentecomo "cosas" estáticas, las cu<strong>al</strong>es, <strong>al</strong> fusionarse odesintegrarse adquieren, o pierden según sea el caso, propiedadesdistintas que no son discernibles en ningún caso cuando se consideranlos elementos por separado. Los procesos de fusión yfisión que estudia la física nuclear constituyen buenos ejemplos.Antes de concluir con este intento por caracterizar el conceptode <strong>sistema</strong> quisiera recoger dos aportaciones más que han sido degran importancia para la configuración de una teoría gener<strong>al</strong>sobre <strong>sistema</strong>s. Ambas proceden básicamente del terreno propiode la lingüística. Una de ellas tiene que ver con el reconocimientodel carácter tempor<strong>al</strong> que posee todo <strong>sistema</strong>. Esto me parececruci<strong>al</strong> porque responde a una de las críticas más comunescontra el enfoque sistémico hacia fin<strong>al</strong>es de la década de los sesenta,cuando éste se puso en boga en el ámbito de las cienciassoci<strong>al</strong>es. La otra tiene que ver con el tipo de relaciones que sepueden establecer entre las partes integrantes de un <strong>sistema</strong> oentre diversos <strong>sistema</strong>s entre sí.Por supuesto que, como instrumento conceptu<strong>al</strong>, el <strong>sistema</strong>es concebido como un modelo, es decir, una versión simplificada dela re<strong>al</strong>idad destinada a hacernos más fácilmente comprensiblenuestro objeto de estudio. Desde este punto de vista, las característicasdistintivas que le hemos atribuido (y que constituiríanel común denominador de todo aquello que puede ser visu<strong>al</strong>izadocomo <strong>sistema</strong> en la re<strong>al</strong>idad) están planteadas como atributosatempor<strong>al</strong>es de una noción que vamos a intentar emplear comomarco referenci<strong>al</strong> en nuestro análisis de la re<strong>al</strong>idad. Pero esto nosignifica que lo re<strong>al</strong> sea atempor<strong>al</strong>, todo lo contrario; todo lo queestá en la re<strong>al</strong>idad se mueve en el tiempo, por lo tanto, el análisisde <strong>sistema</strong>s, para ser significativo, tiene que ser, <strong>al</strong> mismo tiempohistórico. En otras p<strong>al</strong>abras, el modelo ide<strong>al</strong> que construimos ment<strong>al</strong>mente,sólo nos servirá en la medida que lo descendemos <strong>al</strong>


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>153nivel de <strong>al</strong>gún objeto de conocimiento concreto que se convierteentonces en su referente empírico directo.Para efecto de la loc<strong>al</strong>ización tempor<strong>al</strong> del <strong>sistema</strong>, Saussurese planteó la posibilidad del estudio del lenguaje, consideradocomo un <strong>sistema</strong>, en dos planos a los que dio el nombre de sincrónicoy diacrónico. En el primero, este autor coloca <strong>al</strong> hablaespecífica de un grupo dado enun lugar y momento determinados,por ejemplo, el tipo de español (o castellano) que utiliza elgrupo de estudiantes de ciencias políticas de la Universidad Nacion<strong>al</strong>Autónoma de México, hacia el cierre del segundo semestredel año 2003. Ahí se pueden identificar usos y costumbres directamenterelacionados con esta comunidad y sus formas decomunicación, sin considerar la evolución histórica del vocabularioempleado por la comunidad estudiantil en cuestión.En el plano diacrónico, en cambio puede hacerse un estudiode la forma como ha evolucionado el habla de los estudiantesuniversitarios, por ejemplo, desde fin<strong>al</strong>es de la década de losveinte hasta la fecha. Entonces tendremos un objeto de estudiodistinto <strong>al</strong> del primer caso, aunque obviamente, relacionadocon él. Saussure lo plantea de la siguiente manera:sincrónicamente, la lingüística concibe <strong>al</strong> lenguaje como un todoviviente que existe como un estado (fase) en un punto tempor<strong>al</strong>determinado. (oo.) Podemos imaginarnos este estado como e!conjunto de actividades lingüísticas de una comunidad determinadadurante un periodo específico (oo.) -por otra parte, añadee! autor- considerar materi<strong>al</strong> histórico es entrar <strong>al</strong> dominio de l<strong>al</strong>ingüística diacrónica. Ésta se refiere a la evolución del lenguajea través de! tiempo, como un medio continuamente cambiante:como una interminable sucesión de estados del lengu~e. 11~Como podemos observar, esta característica que compartentodos los <strong>sistema</strong>s, no sólo nos permite, sino que de hecho nosllBDavid Cryst<strong>al</strong>, Linguistics, 1977, p. 159.


154David J. Sarquísobliga a considerar a cada uno de ellos en las dos perspectivastempor<strong>al</strong>es a las que puede remitirse todo objeto de estudio: unafija, en un momento determinado en el que, por así decirlo, "congelamos"la imagen para aprehender las características esenci<strong>al</strong>esdel objeto sin movimiento en el tiempo y otra móvil en laque, sobre todo nos interesa la trayectoria evolutiva que siguenuestro objeto de estudio <strong>al</strong> paso del tiempo. Siguiendo a Heisenberges claro que un solo observador no puede re<strong>al</strong>izar ambasobservaciones a un mismo tiempo.Es importante recordar que, el observador de una trayectoriasistémica va a poder visu<strong>al</strong>izar, norm<strong>al</strong>mente una ruta caus<strong>al</strong>mentedefinida, cuando la an<strong>al</strong>iza de manera retrospectiva. Esfácil, a partir de t<strong>al</strong> observación, suponer que el <strong>sistema</strong> siguesiempre una ruta determinista, no obstante, hay que hacer notarque determinismo y caus<strong>al</strong>idad no son lo mismo, a pesar delparecido. Mientras que el primero sugiere inevitabilidad lasegunda sólo sugiere interconexión. En este punto es convenienteprecisar que raras veces vamos a encontrar fenómenosunicaus<strong>al</strong>mente determinados en la re<strong>al</strong>idad y que la más mínimavariación en las causas norm<strong>al</strong>mente va a producirefectos distintos en momentos y condiciones diferentes. Estosignifica que, an<strong>al</strong>izado a futuro es virtu<strong>al</strong>mente imposiblepredecir el curso definitivo de un <strong>sistema</strong> con tot<strong>al</strong> precisión, dehecho, mientras mayor sea el número de variables involucradas,menor se hace la posibilidad de predicción.Respecto de la forma como las partes de un <strong>sistema</strong> puedeninterrelacionarse, el planteamiento lingüístico es que aquí tambiénexisten dos planos básicos, uno horizont<strong>al</strong>, de relaciones sintagmáticas,a través del cu<strong>al</strong> los símbolos del lenguaje transmitensignificado y otro vertic<strong>al</strong> en el que estos mismos símbolos serelacionan consímbolos similares, los cu<strong>al</strong>es pueden desarrollarla misma función gramatic<strong>al</strong> que todos los que aparecen en lamisma columna.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>Saussure lo plantea de la siguiente manera:cu<strong>al</strong>quier oración es una secuencia de signos, cada uno de los cu<strong>al</strong>escontribuye, de <strong>al</strong>guna manera, <strong>al</strong> significado del todo y cadauno contrastado cono todos los otros signos del lenguaje. Estasecuencia puede ser contrastada como una secuencia sintagmática.Es decir, una relación line<strong>al</strong> entre todos los signos presentesen la oración (...) Además de este tipo de relaciones, tambiénpodemos distinguir las paradigmáticas, que establecen lavinculaciónpeculiar entre un signo presente en la oración y otro nopresente en ella, pero capaz de desarrollar una función semejante<strong>al</strong> primero. 1I9Ciertamente resulta interesante pensar en las diversas relacionessintagmáticas y paradigmáticas que se pueden estableceren otros <strong>sistema</strong>s y sub<strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>es aparte del lenguaje, tareaque está reservadajustamente para los especi<strong>al</strong>istas de cada unade las áreas disciplinarias de lo soci<strong>al</strong>.SUPUESTOS EPISTEMOLÓGICOSDEL PENSAMIENTO SISTÉMICOImaginar <strong>al</strong> mundo como un <strong>sistema</strong> y tratar de representárnoslocomo t<strong>al</strong> durante los procesos cognoscitivos tiene importantesconsecuencias epistemológicas, que deben ser tomadasen cuenta por el pensamiento sistémico en su intento por construiruna visión paradigmática de la re<strong>al</strong>idad inspirada en esteconcepto. Sin pretender agotar la lista de posibilidades, me pareceque entre los princip<strong>al</strong>es supuestos epistemológicos a considerardeben estar los siguientes:• más que como un conjunto de cosas, el análisis de la re<strong>al</strong>idad sehace más fructífero cuando lo consideramos como un conjunto119Ibidem, pp. 164-165.


156David J. Sarquísde procesos, es decir, como una secuencia de cambios de un estadoo condición a otro;• en este sentido, todo <strong>sistema</strong> representa a la vez, más que una"cosa", un conjunto de relaciones e interdependencias;• cada <strong>sistema</strong> representa <strong>al</strong>go más que la mera suma mecánicade sus partes, por lo que todo <strong>sistema</strong> debe ser visto siempre comouna tot<strong>al</strong>idad multidimension<strong>al</strong>;• todo <strong>sistema</strong> conlleva en su interior la fusión de aspectos contradictoriosque definen la dinámica con la que se mueve el conjunto;• no obstante ese carácter contradictorio, los <strong>sistema</strong>s siempretienden a buscar su punto de "equilibrio" a través de mecanismosde autorregulación;• todo <strong>sistema</strong> tiene una capacidad de adaptación a las condicionescambiantes de su entorno;• sin embargo, <strong>al</strong> mismo tiempo se caracteriza por su tendenciaa la reproducción de sus propios patrones, es decir, los <strong>sistema</strong>sbuscan a través de sus mecanismos internos la permanencia desus formas y modos de interacción;• la frontera de cada <strong>sistema</strong> se define en términos de una relacióndi<strong>al</strong>éctica entre lo que contiene y lo que excluye, es decir, entreel interior y el exterior del <strong>sistema</strong>;• el universo en su conjunto puede ser visto como una granjerarquíade <strong>sistema</strong>s, por lo que cada movimiento sistémico repercutesiempre en la estructura del todo;• por su natur<strong>al</strong>eza cambiante y su condición ontológica como unconstante devenir, los <strong>sistema</strong>s sólo pueden llegar a ser conocidosde manera aproximada y relativa. Desde este punto de vista, la experienciacognoscitiva es indisociable de la síntesis sujeto-objetocomo componentes de la re<strong>al</strong>idad.En fin que, como ha señ<strong>al</strong>ado Capra, desde una perspectivasistémica "el universo ya no es visto como una máquina, configuradapor una multitud de objetos, sino que tiene que ser vistocomo untodo dinámico e indivisible, cuyas partes están esenci<strong>al</strong>-


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>157mente interrelacionadas y sólo pueden llegar a ser entendidascomo patrones de un proceso cósmico". 120TIPOS DE SISTEMASEl cúmulo de características que hemos reseñado hasta el momentopretende sintetizar las múltiples observaciones que, desdelos más variados ámbitos del quehacer intelectu<strong>al</strong> se han hechosobre distintos objetos de estudio, precisamente a partir de lassemejanzas que indisolublemente los vinculan a todos ellos.No obstante, es necesario rec<strong>al</strong>car que, de ninguna manerapretende constituir un recetario o una construcción acabada <strong>al</strong>a que deba ajustarse impecablemente re<strong>al</strong>idad <strong>al</strong>guna en loparticular (no olvidemos que estamos tratando con un conceptoteórico que históricamente se ha venido enriqueciendo conesa retro<strong>al</strong>imentación que le ofrecen las distintas perspectivasholísticas que implícita o explícitamente lo han adoptado). Nuestraidea es contar con un concepto operativo suficientemente sólidodesde el cu<strong>al</strong> poder iniciar una búsqueda más det<strong>al</strong>lada en elanálisis científico de la re<strong>al</strong>idad en cu<strong>al</strong>quiera de sus múltiplesmanifestaciones. En este sentido, la caracterización del conceptode <strong>sistema</strong> es sólo un punto de partida, nunca un trabajo fin<strong>al</strong>en sí mismo. Una vez que se tiene el molde gener<strong>al</strong>, hay queproceder hacia el ámbito específico de los distintos desarrollosdisciplinarios de la ciencia precisamente para trabajar en el contextode sus propias particularidades.Para efectos de su análisis, la ciencia contemporánea clasificaa los <strong>sistema</strong>s esenci<strong>al</strong>mente en natur<strong>al</strong>es y soci<strong>al</strong>es. Losprimeros son aquellos de los que puede decirse que poseen unacondición ontológica autónoma, lo cu<strong>al</strong> es considerado entre los120CitadoporThomasMandel,Is thereagener<strong>al</strong>system? enhttp://www.newciv.org/1555]rimer/mandela.htlm


158especi<strong>al</strong>istas como el atributo esenci<strong>al</strong> de la vida propia. Haytres tipos básicos de <strong>sistema</strong>s natur<strong>al</strong>es:a) aquellos que sólo interactúan parci<strong>al</strong>mente con su mediocircundante; es decir, que intercambian energía, pero no materiacon su exterior se denominan <strong>sistema</strong>s cerrados. Nuestro propioplaneta constituye un ejemplo, incluso, en un nivel más amplio,nuestro <strong>sistema</strong> solar también pertenecería a esta clase de <strong>sistema</strong>s.En ellos, hasta donde los científicos han podido determinar,efectivamente, las condiciones fin<strong>al</strong>es en untiempo determinadodependen básicamente del estado inici<strong>al</strong> en que inició la observación;por ejemplo, el movimiento en un <strong>sistema</strong> planetario,donde las posiciones de los planetas en un tiempo t están inequívocamentedeterminadas por sus posiciones en to;b) posteriormente están a consideración aquellos que interactúantot<strong>al</strong>mente con su medio circundante; es decir, intercambian (o mejordicho, asimilan y transforman) tanto materia como energía de suentorno. Estos son denominados <strong>sistema</strong>s abiertos de los cu<strong>al</strong>es,la natur<strong>al</strong>eza viviente o eco<strong>sistema</strong> constituye el mejor ejemplo;y fin<strong>al</strong>mente,e) aquellos que no tienen interacción <strong>al</strong>guna con su entorno, loscu<strong>al</strong>es reciben el nombre de <strong>sistema</strong>s aislados. Aunque la cienciacontemporánea sostiene que este tipo de <strong>sistema</strong>s no existe en lare<strong>al</strong>idad y sólo conforma una concepción teórica que podríaexplicar la natur<strong>al</strong>eza de nuestro universo, de hecho, se puededecir que son <strong>sistema</strong>s que se han creado artifici<strong>al</strong>mente con elpropósito de experimentar con diversas variables bajo condicionescontroladas.Los <strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>es en cambio son entidades derivadas dela interacción de los hombres entre sí, en este sentido, adquierenvida propia, pero siempre dependiente de la acción humana: ellenguaje, la política, la religión constituyen buenos ejemplos.También las diferentes formas de asociación colectiva entre sereshumanos quedan incluidas en esta categoría, desde las modestastribus hasta los modernos estados nacion<strong>al</strong>es.


ElQuizá una de las aportaciones más interesantes para unaconcepción sistémica de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> se encuentre en la ideahegeliana de la tot<strong>al</strong>idad expresiva, según la cu<strong>al</strong>:Hegel no apunta simplemente que todo fenómeno complejo consistede partes cuyo significado o función proviene de su lugar enel conjunto. Su idea más potente es que cada parte expresa de <strong>al</strong>gúnmodo la natur<strong>al</strong>eza entera del organismo. Las partes se h<strong>al</strong>lan internamentevinculadas unas con otras de t<strong>al</strong> modo que el conjuntono es una mera agregación, sino un todo estructurado. 121EL CONCEPTO DE SISTEMAY LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIAHasta el momento he tratado de caracterizar, dotando de contenidoy <strong>al</strong>cance, a un concepto operativo que, desde mi puntode vista y, tratando de responder a <strong>al</strong>gunos de los más gravesproblemas de la filosofía de la ciencia contemporánea, ofreceun enorme potenci<strong>al</strong> como herramienta teórico-metodológicapara el análisis científico.Ciertamente no he partido de cero; gener<strong>al</strong>mente ningúninvestigador lo hace. He recogido la noción de <strong>sistema</strong> que origin<strong>al</strong>mentenos propone Bert<strong>al</strong>anffy en su teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>s,junto con toda la herencia cultur<strong>al</strong> que sobre ella recibióeste autor y he procurado ir a la esencia de la misma para replanteármelacomo experiencia person<strong>al</strong>, aderezada con el resto demi propia formación profesion<strong>al</strong> para de ahí explorar la formacomo ésta responde a <strong>al</strong>gunos de los princip<strong>al</strong>es problemasque hoy en día plantea la búsqueda del conocimiento científicoa la filosofía de la ciencia.Desde la perspectiva integr<strong>al</strong> que he tratado de articular entorno <strong>al</strong> concepto de <strong>sistema</strong>, tengo la impresión ahora de contarcon un instrumento de análisis suficientemente sólido como para121 Steven Smith, op. cit., p. 193.


160David J. Sarquíssometerlo a la prueba de un estudio empírico sobre un objetode conocimiento concreto. Para t<strong>al</strong> efecto exploraré a continuación,sobre esta base, la noción de <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> comoobjeto de estudio para la ciencia soci<strong>al</strong> contemporánea. Noobstante, antes de dar ese paso tan relevante (el del siempre delicadotránsito de la teoría a la práctica) me resulta indispensable,para concluir estas reflexiones, hacer <strong>al</strong>gunas consideraciones decarácter teórico-metodológico y luego reseñar brevemente laimagen del <strong>sistema</strong> que, en su c<strong>al</strong>idad de concepto teórico heformulado.Quisiera empezar por observar que cuando se lleva a cabouna investigación, tradicion<strong>al</strong>mente se espera que el autor identifiqueun problema concreto y, a la luz de <strong>al</strong>guna propuestateórico-metodológica particular, con la que supuestamentedebe estar ampliamente familiarizado, describa y desmenuce elproblema, lo an<strong>al</strong>ice y lo reconstituya junto con <strong>al</strong>guna propuestade solución.Cuando las observaciones del investigador no coinciden conlas previsiones de la propuesta teórica, gener<strong>al</strong>mente se infiereque son las observaciones las que están m<strong>al</strong> hechas; difícilmentese piensa que sea la teoría la que adolece de insuficiencias. Esto sehace particularmente más notable cuando las teorías en juegoson las construcciones ment<strong>al</strong>es de grandes figuras históricas;entonces, el peso de su v<strong>al</strong>idez descansa más en la reputacióndel autor que en la solidez del argumento.Sin embargo, la esencia misma de los debates teóricos metodológicospresupone las insuficiencias que inevitablemente sepresentan con los análisis teóricos. Después de todo, no debemosolvidar que hasta las teorías más coherentes y bien formuladasson propuestas referenci<strong>al</strong>es que pretenden dar cuenta de la re<strong>al</strong>idad,desde la perspectiva en la que la está enfocando un an<strong>al</strong>ista,por más "objetivo" que éste haya tratado de ser. A mí me parecede lo más natur<strong>al</strong> que cu<strong>al</strong>quier teoría esté continuamente sujetaa revisión, toda vez que es la teoría la que se debe ir ajustando


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>.................................... . .. 161a la práctica y no <strong>al</strong> revés. Gener<strong>al</strong>mente ocurre que la re<strong>al</strong>idad,incluso cuando se ve aderezada por formulaciones teóricas, esmucho más vasta y compleja de lo que cu<strong>al</strong>quier elaboraciónteórica puede sugerir.Por eso es tan importante, metodológicamente hablando,especificar lo más det<strong>al</strong>ladamente posible, tanto el significadocomo el <strong>al</strong>cance de nuestros conceptos operativos que son, a fin<strong>al</strong>de cuentas los medios a través de los cu<strong>al</strong>es vamos a poderarticular un discurso significativo en torno a nuestro objetode estudio.Un sujeto cognoscente bien puede elaborar una hipótesiscoherente, lógica, consistente con sus propias observaciones y,desde ese punto de vista, suficientemente satisfactoria para suinterpretación de lo estudiado. Pero el problema del conocimientono radica en las conclusiones a las que llega ese sujeto particular.El problema del conocimiento deriva más bien de la natur<strong>al</strong>ezacolectiva de la existencia del sujeto cognoscente, puesentonces el conocimiento se vuelve una cuestión intersubjetiva,es decir, soci<strong>al</strong>. No es sólo el caso de mis convicciones person<strong>al</strong>esen torno a la forma como opera el universo a mi <strong>al</strong>rededor (conlas que yo me puedo sentir enteramente conforme y satisfecho)sino el de la posibilidad de compartir esas convicciones con otrossujetos cognoscentes, con los que, además comparto la responsabilidadde la construcción de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>. Es en este sentidoque el conocimiento, particularmente cuando aspira a sercientífico debe trascender el nivel de la experiencia person<strong>al</strong> paraconvertirse en auténtico patrimonio de la humanidad.Pasando ahora a la cuestión del <strong>sistema</strong> como concepto operativoen este trabajo, empezaría por señ<strong>al</strong>ar que lo veo como unaentidad formada por partes en interacción permanente deunas con otras y delimitada del resto de la re<strong>al</strong>idad (con la quenorm<strong>al</strong>mente también interactúan) por una frontera que lasepara a la vez que la conecta con el resto del mundo, del cu<strong>al</strong>están recibiendo continuamente una cantidad de estímulos


162David J. Sarquísque luego procesan y transforman en respuestas <strong>al</strong> medio enel que están inscritos.En consecuencia, esta entidad puede ser considerada, biensea desde la perspectiva de su carácter de tot<strong>al</strong>idad (que es <strong>al</strong>gocu<strong>al</strong>itativamente distinto a la mera suma mecánica de sus partes)o bien desde la perspectiva de sus propias partes componentes(sub<strong>sistema</strong>s) como entidades aisladas, pero a la vez articuladoscon un propósito común: la supervivencia del propio <strong>sistema</strong>.En este punto debemos ser sumamente cuidadosos; existe elriesgo de llegar a considerar que el <strong>sistema</strong> tiene entonces vidapropia, independiente de las partes que lo crean y, aunque encierta forma así es, dicha "independencia" es ciertamente relativa.Esto es particularmente cierto en el caso de los <strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>es,en los cu<strong>al</strong>es no debemos perder de vistajamás el papel de agenteconstructor que juegan los individuos, aunque también resultaríaingenuo pensar que éstos son arquitectos sin constricciónde la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>. En este sentido, el investigador tiene quedetectar el delicado equilibrio deljuego di<strong>al</strong>éctico entre las necesidadesy la actuación de las partes y las necesidades y desempeñodel <strong>sistema</strong>.Debido a su conformación a través de la articulación de partes,el <strong>sistema</strong> contiene en sí mismo dos tendencias antagónicas,una que lleva a las partes a permanecer unidas (ya que todo<strong>sistema</strong> depende de su interacción con los demás) y otra que lasinduce a separarse (debido a que todo <strong>sistema</strong> aspira siemprea su propia autonomía), es por eso que los <strong>sistema</strong>s pueden serconsiderados como contradictorios en sí, pero, <strong>al</strong> mismotiempo, como mecanismos de autorregulación que tienden aarmonizar sus propias diferencias.De <strong>al</strong>guna manera me parece que, desde distintas posicionesteóricas, varios an<strong>al</strong>istas han sabido detectar estas propiedadessistémicas por separado. No obstante, limitados por la opresiónde la lógica aristotélica (es decir, la lógica de la disyuntiva) difícilmentehan podido sintetizarlas en una sola propuesta teórica.


El mundo visto como un <strong>sistema</strong>Ese, precisamente me parece el mérito más grande de la teoríagener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s t<strong>al</strong> como ha sido esbozada por Ludwigvan Bert<strong>al</strong>anffy, gracias a quien podemos imaginar ahora, unobjeto de estudio móvil (en continua transformación) pero quea la vez resulta suficientemente estático como para intentaraprehenderlo cognoscitivamente, contradictorio, pero a la vezcapaz de buscar su propio equilibrio, estable, pero a la vez abierto<strong>al</strong> cambio generado tanto por su relación con el entorno comopor sus propias fuerzas internas.En conjunto, el objeto de estudio así representado ofreceademás la posibilidad de diferentes tipos de análisis según seaque centremos la atención en su configuración ontológica, esdecir, su estructura, o el papel específico que desempeñan, biensea <strong>al</strong>guna de sus partes o el <strong>sistema</strong> como tot<strong>al</strong>idad, es decir, susfunciones o la manera en que éste se desempeña, bien sea frentea su entorno o frente a otros <strong>sistema</strong>s, es decir, su conducta. Elmismo <strong>sistema</strong> puede ser observado desde una posición "congelada"o estática para res<strong>al</strong>tar sus características en una determinadacoyuntura o desde la perspectiva de su trayectoria tempor<strong>al</strong>,es decir, como un fenómeno histórico y cambiante, sin queninguna de estas posiciones se vuelva excluyente de la otra. Esasimismo importante recordar que cada <strong>sistema</strong> tiene su propionivel de complejidad (y por lo tanto, sus propias leyesfundament<strong>al</strong>es)y que mientras mayor sea el grado de complejidad menores la posibilidad de entender la relación del <strong>sistema</strong> con su entornoen términos de unicaus<strong>al</strong>idad line<strong>al</strong>.Así, la teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>s ofrece un gran potenci<strong>al</strong>epistemológico que la ciencia en gener<strong>al</strong> ha explotado muy provechosamente,aun cuando no exento de problemas y críticas, 122a lo largo de todo el último siglo. No obstante, también es claroque no debemos echar campanas <strong>al</strong> vuelo con ello. La TGS no esuna panacea. Si bien es cierto que metodológicamente hablando122 Para una de las críticas más documentadas contra el pensamiento sistémico, véaseMarcos Roitman, El pensamiento sistémico: los orígenes del soci<strong>al</strong>-conformismo, 2003.


164David J. Sarquisrepresenta un gran avance porque nos permite una primera representaciónmuy eficaz de nuestro objeto de estudio, no debemosolvidar que es sólo eso, una primera forma de pensar ennuestro objeto de estudio.Como ya habíamos sugerido, uno de los problemas más element<strong>al</strong>esque confronta todo sujeto cognoscente es el de cómorepresentarse su objeto de análisis para poder así pensar en él.Pues bien, como paso inici<strong>al</strong> podremos, muy provechosamente,imaginarlo como un <strong>sistema</strong> en los términos que ya hemos sugerido.De este modo, reconocemos no sólo su conexión básicacon el resto del mundo, sino sus semejanzas con todo lo existenteen términos sistémicos, sin olvidar que son precisamente susdiferencias las que singularizan a cada objeto de estudio. Cu<strong>al</strong>quieraque sea nuestro objeto de atención, estaremos dando un granpaso hacia su comprensión si empezamos por considerar que estáconfigurado y se comporta como un <strong>sistema</strong>.Pero, obviamente no podemos detenernos ahí. Privilegiar laobservación de las semejanzas que vinculan a la re<strong>al</strong>idad inevitablementeentraña el riesgo de una visión reduccionista, enfunción de la cu<strong>al</strong>, podríamos concluir de manera precipitadaque, por ser <strong>sistema</strong>, todo es lo mismo y que además, no cambia.Para completar la trayectoria de la búsqueda científica del conocimientoes necesario recordar que aunque existen semejanzasque conectan a todo lo re<strong>al</strong> entre sí, también hay diferencias quele separan.Así pues, en una segunda etapa del análisis metodológicohabrá que clasificar los diversos tipos de <strong>sistema</strong>s que se puedenobservar en nuestras áreas de especi<strong>al</strong>ización, reconocer génerospróximos y diferencias específicas entre ellos, así como el tipode condiciones y otras variables que particularizan el funcionamientode cada <strong>sistema</strong>; habrá que ponderar el peso específicode factores concretos que influyen en el comportamiento de cada<strong>sistema</strong> o que pueden incluso modificar su estructura. Habrá quereconocer su trayectoria espacio-tempor<strong>al</strong> propia y caracterizar


~~~, "~e ~, " ••• ~~~. ~ •• ",,~E~..l..m u.,n,.d~o..vi.sto como un <strong>sistema</strong>165su orden implícito, sin pensar que éste es inmutable o autosostenido.En otras p<strong>al</strong>abras, habrá que singularizar nuestro objetode estudio a través del reconocimiento de aquello que lo haceúnico como manifestación de la re<strong>al</strong>idad para así permitir eldesarrollo disciplinario del área en la que estamos inscritos comopartidarios de la ciencia. Es justamente en esta dirección queapunta en el esfuerzo de nuestro siguiente capítulo orientado haci<strong>al</strong>a caracterización del llamado <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>El logro europeo -en lo tocante a la repartici6n del mundanofue simplemente una repetición de viejos modelosde imperi<strong>al</strong>ismo; marc6 el <strong>al</strong>ba de und nueva eraen la histori,l humana, caracterizada por un imperi<strong>al</strong>ismode nuevo tipo, como respuesta a nuevas y claraspresiones económicas y financieras en la propia Europa.y tuvo lugar como resultado de la unificacióndel globo en un solo <strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong>.PETER WORSLEYINTRODUCCIÓNREPRESENTARNOS nuestro objeto de estuclio de <strong>al</strong>guna formaque nos lo haga más fácilmente comprensible constituye,sin lugar a dudas, uno de los mayores retos que confrontamoscomo an<strong>al</strong>istas en la búsqueda del conocimiento,cu<strong>al</strong>quiera que sea el área de especi<strong>al</strong>idad a la que nosdedicamos. Representarnos el objeto de estudio de <strong>al</strong>gunamanera es también una tarea necesaria e insustituiblepara llevar a cabo el proceso cognoscitivo, ya que porencima de su conclición ontológica natur<strong>al</strong>, un objeto deconocimiento sólo es asequible <strong>al</strong> entendimiento humanodesde la perspectiva de la percepción que éste tiene de él;en este sentido, como ya hemos señ<strong>al</strong>ado, el conocimiento100 por ciento objetivo no es más que una quimera. T<strong>al</strong>167


168David J. Sarquíscomo reza la filosofía tántrica, "el mundo para un humano nuncaes más que la percepción que tiene de él", 123 lo cu<strong>al</strong> no significade manera <strong>al</strong>guna que no haya un mundo materi<strong>al</strong> ontológicamenteautónomo o que el hombre pueda "recrear" ese mundoa su libre arbitrio y sin límites a la imaginación. Si la re<strong>al</strong>idadhumano-soci<strong>al</strong> se finca esenci<strong>al</strong>mente en la percepción, nodebe olvidarse jamás que ello requiere de <strong>al</strong>go a ser percibido,<strong>al</strong>go que, por supuesto goza de una condición ontológica propia;es propósito de la teoría asistimos en ese trabajo de representación,a través del cu<strong>al</strong> vamos a abordar la temática de nuestrointerés.Como hemos visto en los capítulos precedentes, la tarea derepresentación de un objeto de estudio no es nada fácil. El mundo,de hecho, resulta claramente comprensible desde diversas ópticas,cada una de las cu<strong>al</strong>es puede servir como guía de acción <strong>al</strong> sujetocognoscente, sin que ello represente un obstáculo para el criteriode verdad que cada una de estas representaciones tiene.Dada la natur<strong>al</strong>eza m<strong>al</strong>eable y fluctuante de la re<strong>al</strong>idad yla condición del observador como sujeto histórico, y por lo tantocambiante, capaz de transformar la condición ontológica de suobjeto de estudio <strong>al</strong> trasladarlo <strong>al</strong> campo de la existencia, el riesgode la distorsión es considerable. No obstante la tarea es ineludible,ya que el conocimiento sólo es posible como un rango decertidumbre limitado a nuestras capacidades de percepción, de ahíque el sujeto cognoscente necesita centrar su atención sobrelos aspectos relativamente más duraderos y permanentes delobjeto de estudio, para así forjarse una imagen de él y re<strong>al</strong>izar apartir de ella su caracterización, aunque no deba perder de vistajamás su natur<strong>al</strong>eza en constante devenir.La noción de <strong>sistema</strong>, misma que hemos tratado de precisarcomo concepto teórico a lo largo del capítulo anterior, en respuestaa la problemática que identificamos como propia de laW Pierre Bedard, QlJé es el Tantra. 2003. p. 33.


filosofía de la ciencia en la primera parte de este trabajo, pretendeser una herramienta útil para apoyarnos en este propósito de representaciónde la re<strong>al</strong>idad. Vamos ahora a tratar de aplicarla<strong>al</strong> estudio concreto de las relaciones internacion<strong>al</strong>es; en otrasp<strong>al</strong>abras, procederemos a hacer un intento de caracterizacióndel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> como objeto de estudio para los internacion<strong>al</strong>istas.La idea de un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> constituye, ante todo, unintento de respuesta a la problemática que representa la identificaciónconcreta de un objeto de estudio para la disciplina delas relaciones internacion<strong>al</strong>es. Esa identificación es a su vez, unimperativo epistemológico, en ausencia del cu<strong>al</strong>, sencillamenteno puede haber desarrollo disciplinario de ninguna índolesignificativa.Para <strong>al</strong>gunos especi<strong>al</strong>istas, el problema del objeto de estudiogener<strong>al</strong> propio de los internacion<strong>al</strong>istas 124 puede empezar a abordarsedesde una perspectiva macro, a partir de la idea de la configuracióny desarrollo de la sociedad internacion<strong>al</strong>, entendidaésta como un <strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong>, a través de la interacción que establecenentre sí las distintas colectividades humanas organizadasde manera políticamente independiente que, a lo largo de lahistoria han poblado este planeta. 125 En este sentido, la primeraimagen de nuestro objeto de estudio sería un flujo de interaccioneso, dicho de otro modo un cúmulo de procesos entre actoresde un escenario internacion<strong>al</strong>. No obstante, de entrada, esta124 La identificación de un objeto de estudio propio es condición sine qua non paracu<strong>al</strong>quier desarrollo disciplinario de pretensiones científicas. Si bien es cierto que no resultafácil delimitar con absoluta claridad y precisión los límites que definen a un objeto deestudio para la ciencia, ni se puede pretender una exclusividad tot<strong>al</strong> sobre un segmentode la re<strong>al</strong>idad que se encuentra siempre vinculado con el resto de lo re<strong>al</strong>, la experiencia demuestraque, dada la complejidad de lo existente, la demarcación es un proceso necesariopara su comprensión, aun cuando lo estudiado tenga luego que ser reinscrito enel contexto de la tot<strong>al</strong>idad que representa el universo.125 Las entidades políticamente autónomas constituyen un objeto de estudio en símismas. Desde el punto de vista que son consideradas en este trabajo, representan gruposhumanos organizados <strong>al</strong> amparo de <strong>al</strong>gún poder político independiente y van desde lasantiguas familias primitivas hasta las modernas naciones.


David J. Sarquísimagen no parece sugerir <strong>al</strong>go tangible de lo cu<strong>al</strong> poder asirnospara iniciar el estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.La idea de una sociedad internacion<strong>al</strong> se remonta, por lo menosa los <strong>al</strong>bores del siglo pasado y ciertamente puede encontrar antecedentesmás remotos, en la idea de la cristiandad, por ejemplo,o de la umma musulmana. No obstante, en todos estos casosencontramos una laxitud de vínculos institucion<strong>al</strong>es entre colectividadeshumanas que las integran, t<strong>al</strong> que dificulta la concepciónauténtica de una comunidad soci<strong>al</strong>.Es por ello que, desde nuestro punto de vista, pensar en un<strong>sistema</strong> ofrece una noción más concreta, una representación másasible que permite imaginar una estructura, dentro de la cu<strong>al</strong>un grupo de agentes (sub<strong>sistema</strong>s) desempeñan sus funcionespara dar vida a una tot<strong>al</strong>idad que adquiere así una dinámicapropia superior a la mera suma mecánica de sus partes. Eneste sentido, el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> empieza a perfilarse comoel gran grupo humano integrado por subgrupos que se desempeñanen un momento dado y un lugar determinado, dando pasoa una dinámica soci<strong>al</strong> que se convierte en su "destino", auncuando las partes no estén concientes de que su actividad individu<strong>al</strong>influye en la composición y el devenir del todo.Sin embargo, debemos ser cuidadosos <strong>al</strong> pensar el <strong>sistema</strong>internacion<strong>al</strong> en estos términos. La tentación de imaginarlo comouna estructura fija y preestablecida, dotada de vida propia, consus mecanismos de autorregulación y adaptación es muy grandey puede llevarnos tanto a menospreciar la labor de las partesen la conformación y preservación (o transformación) de la es_otructura como a sobreenfatizar el funcionamiento autónomodel <strong>sistema</strong>.En este sentido, es muy fácil llegar a tener una visión deterministasobre el funcionamiento del <strong>sistema</strong>; el reto de buscarel punto de equilibrio entre devenir y permanencia, autorregulacióny construcción del destino, es mucho mayor de lo queaparenta ser a primera vista. Sin embargo, una simple revisión


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>a un atlas histórico y geográfico univers<strong>al</strong> puede contribuir adisipar la ilusión de las estructuras fijas que podría sugerir, porejemplo, un mapa de la división política del mundo actu<strong>al</strong>. Elatlas, en este sentido tendría la ventaja de poner <strong>al</strong> descubiertola faz cambiante del planeta <strong>al</strong> paso del tiempo, en la medida quese van moviendo las fronteras, creando y desapareciendo lasestructuras políticas y cultur<strong>al</strong>es, etcétera, lo cu<strong>al</strong> ilustra la ideadel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> como una entidad viviente.Esta idea, por supuesto, ha tenido adversarios formidablesdesde tiempos inmemorables. Occam, por ejemplo nos dice que"nadie discute que la unidad del Universo consista en el ordenque se establece entre sus partes; no obstante -agrega- esosólo quiere decir que las partes están dispuestas de determinadamanera (...) sin que por ello el orden y la unidad sean <strong>al</strong>go distintode cada una de las partes y de su conjunto, porque fuerade las partes no hay absolutamente nada", 126 lo cu<strong>al</strong> demuestr<strong>al</strong>a variedad de ángulos de observación desde los cu<strong>al</strong>es sehace comprensible el mundo.Tratar de imaginar <strong>al</strong> objeto de estudio propio de los internacion<strong>al</strong>istascomo un <strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong> conformado por los distintosgrupos humanos dispersos por el planeta a lo largo de lahistoria no es una tarea sencilla; dada la dispareja distribuciónde los diversos grupos por los distintos puntos de la geografíaterrestre, así como los diversos niveles de desarrollo económico,político y soci<strong>al</strong> que a través del tiempo presenta cada uno de ellos;muchos especi<strong>al</strong>istas incluso dudan de la posibilidad de hablarsiquiera sobre la configuración de una sociedad internacion<strong>al</strong>,misma que, sin lugar a dudas, requiere del desarrollo de institucionescomunes para poder ser considerada como t<strong>al</strong> y, en estesentido, prefieren considerar <strong>al</strong> "mundo" como un mosaico degrupos independientes entre sí, cada uno de ellos con su historiay su dinámica propias y con un esquema de vinculaciónlaxo y discrecion<strong>al</strong> entre ellas.12bCfr. Eugenio Garín, Medioevo y Renacimiento, 2001, pp. 30-31.


172David J. SarquísEl reto para el estudioso de los fenómenos internacion<strong>al</strong>eses pues, encontrar una manera de representarse a sí mismo esteabigarrado conjunto de interacciones entre grupos humanos políticamenteautónomos para proceder, a partir de ahí, a la elaboraciónde los esquemas de interpretación adecuados para dotarde significado a estas relaciones, las cu<strong>al</strong>es constituyen en unprimer acercamiento, el objeto materi<strong>al</strong> más tangible de la disciplinade las relaciones internacion<strong>al</strong>es. No obstante, es necesariorecordar que este cúmulo de relaciones en sí no es ni novedosoni inédito en el terreno de los estudios soci<strong>al</strong>es. Después de todo,como ya hemos señ<strong>al</strong>ado, las relaciones internacion<strong>al</strong>es sontambién relaciones soci<strong>al</strong>es básicas, es decir, relaciones de producción,relaciones de poder, relaciones cultur<strong>al</strong>es, etcétera, ycomo t<strong>al</strong>es, han estado presentes en la mente de muchos an<strong>al</strong>istasdesde tiempos inmemori<strong>al</strong>es. Quizá lo que ocurre es que lamayoría de ellos siempre lo vio desde una perspectiva preferentementeendógena, es decir, desde su pertenencia a un determinadogrupo soci<strong>al</strong>, después de todo, nunca ha sido fácil adoptarla posición de ciudadano del mundo sugerida por Diógenes.Sin embargo, como hemos apuntado, si la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> esuna construcción humana, entonces es claro que cuando las entidadespolíticamente autónomas entran en contacto, están creandoun espacio de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> que no estaba ahí con anterioridady que sólo empieza a existir a partir del establecimientode este tipo de interacciones, en otras p<strong>al</strong>abras, una nueva dimensióna la que tiene que abocar su esfuerzo, con una óptica diferenciada,un nuevo especi<strong>al</strong>ista del área soci<strong>al</strong>, es decir, el internacion<strong>al</strong>ista.Formas de representarse <strong>al</strong> objeto de estudio han habidomuchas. Brooks, por ejemplo, en el solo título de una magistr<strong>al</strong>ponencia sobre el análisis de las cuestiones teóricas en los EstadosUnidos nos da un ejemplo muy sugestivo: Bolas de billar¡telarañas y remolinos: el estado actu<strong>al</strong> de la teoría de las relaciones


173internacion<strong>al</strong>es en los Estados Unidos. 127 La referencia es, desdeluego a diversas formas de representación del escenario internacion<strong>al</strong>,para de ahí proceder a su análisis; las "bolas de billar"son unidades sólidas y homogéneas que "chocan" continuamenteentre sí, propiciando la "reacción" de las demás y a travésde ello, la dinámica del conjunto, no obstante, el movimiento deunas no necesariamente afecta a todas las demás, <strong>al</strong>gunas de lascu<strong>al</strong>es pueden permanecer en su sitio, sin verse afectadas hastaque son impactadas directamente por otra, mientras que lastelarañas son "estructuras" que sugieren la interconexión detodo el <strong>sistema</strong> y los remolinos son "fuerzas" que de una u otramanera afectan a la tot<strong>al</strong>idad de la "estructura".Concebir pues a nuestro objeto de estudio como un <strong>sistema</strong>no es, ciertamente, la única forma de representárnoslo; es obvioque existe un menú amplio de posibilidades en este sentido;desde la perspectiva que manejamos en este trabajo, ni siquierapretenderemos decir que necesariamente tiene que ser la mejoro la más provechosa, 128 pero sí consideramos que por lo menosofrece un gran potenci<strong>al</strong> de análisis que bien v<strong>al</strong>e la pena explorar.A eso dedicaremos el esfuerzo centr<strong>al</strong> de este capítulo.Los ORÍGENES DISCIPLINARIOSDE lAS RElACIONES <strong>INTERNACIONALES</strong>:EL SURGIMIENTO DE UN OBJETO FORMALPuesto que la tarea de representación del objeto de estudio eseminentemente epistemológica, conviene empezar por una breve127 Cfr. Elizabeth Brooks, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Soci<strong>al</strong>es, año XXVII,nueva época, abril-septiembre de 1981, pp. 57-77.l28De hecho, como ya se ha señ<strong>al</strong>ado, la idea misma de una sociedad internacion<strong>al</strong>como un todo coherente y articulado es bastante reciente en el ámbito de los estudiosinternacion<strong>al</strong>es, donde tradicion<strong>al</strong>mente ha prev<strong>al</strong>ecido mucho más la imagen de unidadesautónomas que interaccionan entre sí, más como producto del azar que de unanecesidad orgánica. En función de ello, hasta la fecha predominan los enfoques de lashistorias nacion<strong>al</strong>es proyectadas hacia el exterior antes que la historia de todas ellas comounidad. No obstante, en fechas recientes, el uso del lenguaje sistémico para referir la


..................................................•...:Dc.a=.V1,'d=..J, Sarquísrevisión de la forma como históricamente se ha confrontadoeste problema desde la perspectiva disciplinaria de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, es decir, la forma misma como ha evolucionadonuestra disciplina a partir de la búsqueda de un objeto deestudio propio,Los mismos especi<strong>al</strong>istas de esta área reconocen que la disciplinaes aun joven, comparativamente hablando, pues dataapenas de la época inmediata posterior <strong>al</strong> término de la PrimeraGuerra Mundi<strong>al</strong>, cuando, horrorizados por la devastación ocasionadapor esta terrible conflagración, <strong>al</strong>gunos intelectu<strong>al</strong>esy políticos, sobre todo procedentes de las grandes potenciasdirectamente afectadas por la guerra se empezaron a preocuparpúblicamente por entender las causas que habían desatado unconflicto de t<strong>al</strong> magnitud y, por supuesto, por desarrollar losmecanismos para evitar que <strong>al</strong>go tan lamentable para todos pudiesevolver a ocurrir.Es de este modo como form<strong>al</strong>mente surge la disciplina de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es, a raíz de una cátedra que se empezóa impartir en la Universidad del País de G<strong>al</strong>es durante 1919,129si bien es cierto que tanto el interés como la reflexión en tornoa cuestiones internacion<strong>al</strong>es existen desde fecha muy anterior.Ahora bien, como ya hemos sugerido, según los cánones tradicion<strong>al</strong>menteaceptados en el ámbito de la ciencia, para poderdesarrollarse como disciplina científica, cu<strong>al</strong>quier esfuerzointelectu<strong>al</strong> con pretensiones de esta natur<strong>al</strong>eza tiene que empezarpor identificar un objeto de estudio propio en la re<strong>al</strong>idad, sobre elcu<strong>al</strong> centrar su atención y luego desarrollar un método adecuadopara an<strong>al</strong>izarlo. En este sentido es claro que toda indagaciónla temática internacion<strong>al</strong> se ha hecho crecientemente más popular, incluso desde otrasperspectivas teórico-metodológicas, lo cu<strong>al</strong> de suyo representa un rasgo interesante quedebe ser debidamente ponderado.129 Para una excelente revisión crítica de la evolución de la disciplina, cfr. EmilioCárdenas Elorduy, "El camino hacia la teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es: Biografíade una disciplina", Revista Mexicana de Ciencia Política, núm. 63, año XVI, nueva época,FCPYS-UNAM, enero-marzo de 1971, pp. 5-23.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>(y por extensión, todo desarrollo disciplinario) inicia como unproceso de delimitación de <strong>al</strong>gún fragmento de la re<strong>al</strong>idad, quepuede ser considerado como una unidad en sí, sobre el cu<strong>al</strong> enfocarel interés inquisitivo de manera privilegiada. 130La disciplina que empezó a gestarse con aquella célebre cátedradel País de G<strong>al</strong>es confrontó entonces el gran reto de delimitarsu objeto de estudio propio, como <strong>al</strong>go separado y claramentedistinguible de lo que ya hacían otras disciplinas del área soci<strong>al</strong>.Claro, relaciones internacion<strong>al</strong>es era un nombre interesante ysugestivo, pero, específicamente, ¿a qué se refería?Los primeros estudiosos del área no tardaron en señ<strong>al</strong>arque, como el mismo nombre lo indicaba, su objeto de estudioestaba constituido por el flujo de interacciones entre distintasnaciones, lo cu<strong>al</strong>, como todo mundo podía darse cuenta, incluíaintercambios de todo tipo: comerci<strong>al</strong>~s, cultur<strong>al</strong>es, financieros,deportivos, bélicos, etcétera. No obstante, para sus críticos noera tan evidente que este tipo de relaciones configurara un universoen sí mismo, t<strong>al</strong> que se prestara a un análisis diferenciadode lo que ya abordaban por su cuenta; por ejemplo: elderecho internacion<strong>al</strong> o la historia diplomática; la ciencia políticao la economía; incluso, la filosofía misma había hecho <strong>al</strong>gunasaportaciones apropiadas para la comprensión de esta clase derelaciones; ¿qué era entonces lo novedoso?, ¿por qué habría quepensar en una disciplina distinta para el estudio de <strong>al</strong>go que, de<strong>al</strong>guna manera ya se estaba haciendo? Por otro lado, ¿qué exactamenteera lo que constituía una "nación"? Otros especi<strong>al</strong>istasdel área de soci<strong>al</strong>es debatían ac<strong>al</strong>oradamentejusto en esos momentosen torno a esta espinosa cuestión.En sus intentos inici<strong>al</strong>es porjustificar la existencia de la nuevadisciplina, <strong>al</strong>gunos de los especi<strong>al</strong>istas abocados a ella sugirie-1.10 Es obvio que, dada la natur<strong>al</strong>eza sistémica de la re<strong>al</strong>idad, los traslapes entre las zonasde interés de distintos especi<strong>al</strong>istas serán inevitables, de t<strong>al</strong> suerte que la autonomía disciplinariasólo puede ser relativa, aunque siempre es necesaria para determinar la identidadde los especi<strong>al</strong>istas. Cfr., por ejemplo, V. Rochhausen, "El problema de la tot<strong>al</strong>idaden la biología", Seminario de problemas científicos y.filosóficos, suplemento 27, México,uNAM,1960.


176David J. Sarquísron que, las relaciones internacion<strong>al</strong>es venían a ser una especie dedisciplina de síntesis. Si bien era cierto que ya había especi<strong>al</strong>istasdedicados a cubrir prácticamente todo el espectro de los fenómenossoci<strong>al</strong>es 0uristas, politólogos, economistas, sociólogos,historiadores, antropólogos, comunicadores, etcétera) hacía f<strong>al</strong>tasupuestamente una especie de visión de conjunto capaz de propiciaruna concepción integradora de la sociedad internacion<strong>al</strong>.El argumento en sí no es del todo inconsistente. De hecho,ya los propios especi<strong>al</strong>istas de diversas áreas de lo soci<strong>al</strong> habíannotado lo engañoso de la pretensión de separar nítidamente loscampos de estudio, que constituyen el objeto propio de conocimientode las diversas disciplinas del área para considerar acada una de ellas como <strong>al</strong>go "autónomo". Los traslapes son,en la práctica, virtu<strong>al</strong>mente inevitables y no sólo en el campode las ciencias soci<strong>al</strong>es, de donde la interdisciplinariedad empezóa convertirse en un imperativo de la ciencia en gener<strong>al</strong>. Además,la dinámica misma de los acontecimientos históricos parecíasugerir un tipo de contacto cada vez más cercano entre las naciones(cu<strong>al</strong>quier cosa que ellas fuesen) exigiendo con ello <strong>al</strong>gúntipo de atención especi<strong>al</strong> a este fenómeno. Hugh D<strong>al</strong>ton escribíapor aquella temprana época: "el persistente encogimiento delmundo arrastra de manera irremediable a todas las nacioneshacia una sola comunidad con toda una plur<strong>al</strong>idad de intereses".131No obstante, la pretensión unificadora de la nueva disciplinafue poco apreciada entonces y en gran medida lo sigue siendohoy en día porque, aun en la era de la glob<strong>al</strong>ización, cuesta trabajoaceptar que todo el conjunto de diversos grupos humanosvisibles sobre el escenario internacion<strong>al</strong> puedan constituir, decu<strong>al</strong>quier forma, una sola y única re<strong>al</strong>idad de estudio; una saciedadinternacion<strong>al</strong> entendida como tot<strong>al</strong>idad; esto propició que,por lo menos en parte, se relegara a la disciplina de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es a una especie de segundo plano dentro del111 Hugh D<strong>al</strong>ton, Towards the peace of nations. 1928, p. 72.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>177ámbito de los estudios soci<strong>al</strong>es, acusándola de una vana pretensiónpor formar todólogos que "rascaban" la superficie del todo,sin poder adentrarse con seriedad en nada, por lo menos nadaque no estuviese ya siendo estudiado (de tiempo completo) por<strong>al</strong>guna otra disciplina.Esto no significa que los estudiosos de lo soci<strong>al</strong> dejaran dereconocer a las relaciones internacion<strong>al</strong>es como un fenómenopráctico, es decir, como <strong>al</strong>go que ocurre en la re<strong>al</strong>idad a raíz dela interacción que las colectividades humanas políticamenteautónomas establecen entre sí. Sólo significa que, para muchosde ellos, éste fenómeno práctico no constituía un ámbito diferenciabledel resto de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> y además ya estabasiendo abordado por otras disciplinas soci<strong>al</strong>es, <strong>al</strong>gunas de ellasincluso con una tradición milenaria, razón por la cu<strong>al</strong> no parecíanecesario crear una nueva disciplina soci<strong>al</strong>.En una época en la que aun predominaba una concepciónmarcadamente loc<strong>al</strong>ista de las relaciones soci<strong>al</strong>es; en las quecada colectividad humana se percibía a sí misma como una experienciaindividu<strong>al</strong>, única e irrepetible, la idea misma de unasociedad internacion<strong>al</strong> sonaba notablemente exótica fuera del,aun pequeño círculo de iniciados en esta incipiente materia. 132En aquel entonces se percibía <strong>al</strong> conjunto de diversos grupos quehabitaban nuestro planeta, como <strong>al</strong>go tan vasto y tan amorfoque, tratar de imaginar a ese gran complejo como una especiede todo orgánico resultaba todo un reto a la imaginación, en particulara la de aspiraciones científicas. El mundo tenía muchomás sentido como un conjunto fragmentario, como un mosaicode partes independientes que sólo interactuaban entre sí de maneradiscrecion<strong>al</strong>. Desde esta perspectiva, incluso en la práctica,tenía mucho más sentido ver a las relaciones internacion<strong>al</strong>es130 En este sentido resulta ciertamente notable e! enfoque visionario de un espírituverdaderamente internacion<strong>al</strong> como e! de don José Ortega y Gasset quien, desde la primeramitad de! siglo xx ya postulaba la idea de la condición unitaria de Europa por debajode su aparente diversidad, cfr. La idea de la nación.


178David J. Sarquísdesde una perspectiva loc<strong>al</strong>, es decir, "desde dentro hacia fuera"que como una unidad orgánica de cu<strong>al</strong>quier índole. De esta manera,el mundo se entendía mejor a través de los ojos pragmáticosde especi<strong>al</strong>istas que velaban en todo y por todo por elinterés de su propia comunidad, por supuesto, desde el interiorde la misma.Apenas y estaban los sociólogos tratando de integrar unaimagen medianamente unitaria de los componentes de una sociedadnacion<strong>al</strong> (de suyo, aparentemente tan dispersos), que els<strong>al</strong>to hacia la búsqueda de una tot<strong>al</strong>idad en lo internacion<strong>al</strong> seantojaba aun demasiado temerario. Para la inmensa mayoríadel público en gener<strong>al</strong>, sencillamente no parecían existir los elementossuficientes como para considerar con seriedad la idea deuna sociedad internacion<strong>al</strong>, es decir, le<strong>al</strong>tades comunes, tradicionescompartidas, instituciones glob<strong>al</strong>es, etcétera. Los vínculosentre los grupos humanos en este otro nivel (el del mundo) parecíanentonces tan endebles (en <strong>al</strong>guna medida todavía lo son)tan aparentemente fincados en los principios fundament<strong>al</strong>esdel conflicto, que resultaba casi absurdo pensar en la enormevariedad de grupos que lo conformaban como una auténtica"sociedad", es decir, como grupo unitario, que por necesidadtendría que considerar por lo menos, los principios básicos dela cooperación.Incluso en <strong>al</strong>gunos de los aspectos más relevantes del análisisinternacion<strong>al</strong>, como la política exterior, por ejemplo, parecíabastante evidente que ésta debía fincarse en el principio de losderechos soberanos de cada grupo y que, por lo tanto, debía estarencaminada hacia la defensa incuestionable de cada interés nacion<strong>al</strong>;perspectiva que ciertamente abría un margen de reflexiónsobre lo internacion<strong>al</strong>, pero que ya estaba siendo contempladopor la ciencia política o por el derecho internacion<strong>al</strong>, de t<strong>al</strong> suerteque la necesidad de una nueva disciplina no era en forma<strong>al</strong>guna evidente por sí misma.


Sobre el <strong>sistema</strong> int,ern.acionéll179Por otra parte, si de acuerdo con lo an<strong>al</strong>izado por la sociología,la conformación de una sociedad nacion<strong>al</strong> requería de unmínimo de condiciones para definir un proyecto compartido deexistencia soci<strong>al</strong>, fincado en tradiciones comunes y el desarrollode instituciones para todos los integrantes, ¿cómo podía, en unambiente tan laxo como el creado por el espacio entre naciones,imaginarse siquiera una sociedad internacion<strong>al</strong>, si lo observableparecía más producto de un accidente que cu<strong>al</strong>quier tipo de proyectocomún? Ahora bien, si no podía hablarse significativamentede una sociedad internacion<strong>al</strong>, ¿cuál, si acaso, podía entoncesrepresentar un verdadero objeto de estudio para los reciénllegados internacion<strong>al</strong>istas <strong>al</strong> ámbito de la reflexión científicasobre cuestiones soci<strong>al</strong>es?, ¿en qué segmento de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>,que no estuviese siendo de <strong>al</strong>guna manera considerado por lasdisciplinas soci<strong>al</strong>es ya existentes podía desempeñarse como an<strong>al</strong>istael internacion<strong>al</strong>ista?A pesar de que ya la ciencia política y el derecho habíanobservado que en la interacción entre las naciones parecía prev<strong>al</strong>ecerla hostilidad y el conflicto como norma de conducta, opor lo menos, eso era lo que mayor impacto ocasionaba <strong>al</strong> observadory en consecuencia, en ello se fincaban ya sus modelosexplicativos sobre lo internacion<strong>al</strong>; a pesar de que desde unpunto de vista histórico y filosófico parecía prev<strong>al</strong>ecer el aislamiento,la separación y la anarquía entre muchos miembros delescenario internacion<strong>al</strong> y la historia loc<strong>al</strong> representaba (y enmuchas partes sigue representando) mayor interés para laopinión pública que cu<strong>al</strong>quier forma de organización colectivamundi<strong>al</strong> y, desde esa perspectiva, historiadores y filósofos yahabían "tejido una trama" sobre lo internacion<strong>al</strong>, los nuevosespeci<strong>al</strong>istas en cuestiones internacion<strong>al</strong>es se apresurabandurante la década de los veinte del siglo pasado a buscar unajustificación filosófica de su existencia, articulada desde una perspectivapropia.


180David J. SarquísAfortunadamente, en este caso, la dinámica misma de losacontecimientos en el ámbito de lo internacion<strong>al</strong> parecía hablaren favor de las pretensiones de los internacion<strong>al</strong>istas, toda vezque la dinámica de lo internacion<strong>al</strong> no parecía agotarse ni enlos temas tratados por los juristas, los politólogos, los historiadoreso los filósofos o en la perspectiva con la que cada unode ellos trataba estos asuntos.Aun sin una idea enteramente definida del objeto de estudiocomo entidad unitaria, era claro que había una multitud de asuntosmás que suficiente para, por lo menos integrar una agendainternacion<strong>al</strong> independiente de otras matrices disciplinarias: políticaexterior, conflictos internacion<strong>al</strong>es, fuerza militar, amenazasde guerra, definición de fronteras, comercio internacion<strong>al</strong>, b<strong>al</strong>anzasde pago, políticas de inmigración, organismos internacion<strong>al</strong>es,finanzas, derecho internacion<strong>al</strong>, etcétera. Asuntos todosellos que claramente trascendían el ámbito de lo estrictamenteloc<strong>al</strong>. De esta manera, gran parte del debate teórico inici<strong>al</strong> giróprecisamente en torno a cuál de todos éstos constituía re<strong>al</strong>menteel elemento esenci<strong>al</strong> para el análisis internacion<strong>al</strong>, o cómo sepodían integrar todos ellos bajo una sola propuesta teórico-metodológica.Durante las fases inici<strong>al</strong>es del desarrollo de la disciplina, engran medida como respuesta a las preocupaciones centr<strong>al</strong>es delaépoca, empezóa prev<strong>al</strong>ecerunatendenciapredominantementejurídico-normativa, centrada en la idea de que la causa princip<strong>al</strong>de los conflictos internacion<strong>al</strong>es, que por entonces constituíanla preocupación princip<strong>al</strong> entre los observadores, era la ausenciade un marco leg<strong>al</strong> sólido y apropiado para armonizar los interesesde los distintos estados nacion<strong>al</strong>es; un marco leg<strong>al</strong>, desdeluego, debidamente av<strong>al</strong>ado por las instituciones coercitivasque lo hicieran operativo. Si ese era el problema, obviamente larespuesta tenía que girar en torno a la fórmula adecuada paracrear ese marcojurídico, de donde surgen los esfuerzos por darconsistencia a los proyectos de organización internacion<strong>al</strong>. La


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>creación de la Sociedad de las Naciones luego de la Paz de Vers<strong>al</strong>les,<strong>al</strong> inicio de la década de los veinte del siglo pasado estáinscrita en esta lógica.Sin embargo, los intereses encontrados de los distintos paísesllevaron eventu<strong>al</strong>mente <strong>al</strong> fracaso de este esfuerzo y, progresivamente,después de una década de creciente violencia internacion<strong>al</strong>,<strong>al</strong> est<strong>al</strong>lido, aun más violento que en la ocasión anterior,de una Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>. Viene con todo ello unareflexión teórica que favorece, como objeto de estudio para losinternacion<strong>al</strong>istas, preferentemente el análisis de la políticaexterior de los estados en términos de intereses nacion<strong>al</strong>es y unaincesante lucha por el poder. No obstante, esta nueva perspectivasigue contemplando, como en el caso anterior, <strong>al</strong> Estado nacion<strong>al</strong>como actor preferenci<strong>al</strong> de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, consolidandode esta manera un enfoque estatista que más parecíapropio para una prolongación de la ciencia política hacia aspectosexternos de la política estat<strong>al</strong> que campo propicio para eldesarrollo de una nueva disciplina sobre lo internacion<strong>al</strong>.Como puede apreciarse, gran parte de las dificultades teórico-metodológicasde la naciente disciplina devienen precisamentede la incapacidad de vislumbrar un objeto de estudiopropio claramente delimitado. El conglomerado de actores internacion<strong>al</strong>esentendidos desde una posición fragmentaria nosugiere la unidad orgánica que vincula a la sociedad internacion<strong>al</strong>como <strong>sistema</strong> y, por lo tanto, lo internacion<strong>al</strong> no puedeser visto más que como una prolongación de lo nacion<strong>al</strong> y nocomo <strong>al</strong>go cu<strong>al</strong>itativamente distinto que requiere de un tratamientodiferenciado. ¿Pero, de dónde viene y cómo se manifiestaesa diferencia que hace permisible pensar en las relacionesinternacion<strong>al</strong>es como una disciplina autónoma?Con el término de aquella desastrosa segunda gran conflagración,por lo menos una parte de la comunidad epistémicaque están tratando de conformar los internacion<strong>al</strong>istas, cobraconciencia de la manera en la que las concepciones teóricas inci-


182den en el desarrollo de la práctica 133 y entonces viene un importanteintento por reformular los principios de funcionamientode la dinámica internacion<strong>al</strong>; en otras p<strong>al</strong>abras, <strong>al</strong>gunos autoresse dan cuenta de que, <strong>al</strong> estar promoviendo desde la academi<strong>al</strong>a idea de que todos los miembros de la sociedad internacion<strong>al</strong>están inscritos (conscientes o no de ello), en una interminablelucha de poder de unos contra otros, se está fomentando quelos estados nacion<strong>al</strong>es actúen en consecuencia y se preparencontinuamente para seguir peleando; a partir de esto intentanexplicar la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> de <strong>al</strong>guna otra manera, es decir,buscan una forma nueva de representarse el objeto de estudiode las relaciones internacion<strong>al</strong>es. Cobra entonces mayor relevanciael énfasis en los aspectos de cooperación, por ejemplo,así como en los intentos por generar <strong>al</strong>guna explicación científicade la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.Esta situación lleva a los especi<strong>al</strong>istas, en un momento dado,a revisar las formas de análisis que se han empleado hasta esafecha (mediados de la década de los cincuenta) ya cobrar concienciade la f<strong>al</strong>ta de rigor con la que se ha intentado hasta entoncesel estudio de lo que ocurre en el escenario internacion<strong>al</strong>.No es sólo el hecho de que gran parte de nuestro vocabularioy nociones básicas proceden de otras disciplinas soci<strong>al</strong>es; esque no se han adaptado adecuadamente a nuestro campo deestudio porque ni siquiera se ha logrado demarcar éste con claridad.A la fecha, en muchas escuelas y universidades en diferentespartes del mundo, relaciones internacion<strong>al</strong>es sigue siendouna subdisciplina del derecho, la ciencia política o la sociología.Es precisamente con la llegada del enfoque de la ciencia (basadoprimordi<strong>al</strong>mente en el concepto de <strong>sistema</strong>) aplicado a laciencia soci<strong>al</strong> en su conjunto, que los internacion<strong>al</strong>istas empiezan1JJ En este sentido hay un par<strong>al</strong>elismo notable con la teoría de los beneficios crecientesdel economista Brian Arthur; efr. Mitchell W<strong>al</strong>drop, Complexity, 1992, especi<strong>al</strong>mentepp. 15-51.


a reflexionar sobre la importancia del rigor conceptu<strong>al</strong> y lametodología sistemática en su propio campo de estudio:En ausencia de conceptos -nos dice David Singer-, ningún datoinformativo puede ser significativamente vinculado con otro, ysin conceptos sólidos no podemos lograr más que un modestoentendimiento de las cosas, sin importar cuán abundante puedaser nuestra información.Ni los hombres de acción (como los encargados del diseño de políticas)ni los hombres ignorantes o indiferentes (como son muchosde los ciudadanos) suelen hacer abstracciones teóricas acerca delas relaciones internacion<strong>al</strong>es; mientras que sus propios conceptosy nociones parezcan funcionar en sus intentos por resolversus problemas, es poco probable que se interesen por cambiar susviejas concepciones o por inventar <strong>al</strong>gunas nuevas. Y sin embargo,muchos de nosotros nos arrastramos tratando de entender yexplicarnos los complejos fenómenos de la política glob<strong>al</strong> con ellamentablemente pequeño e inadecuado repertorio conceptu<strong>al</strong>del funcionario o del hombre común.134Desde la perspectiva de diversos enfoques epistemológicos,los internacion<strong>al</strong>istas vuelven a indagar sobre aquello que lesda razón de ser, aquello que los debería hacer diferentes comoespeci<strong>al</strong>istas, aunque ciertamente no ajenos <strong>al</strong> resto de la experienciaacumulada por los estudiosos de lo soci<strong>al</strong> desde otrasmatrices disciplinarias. Al reexplorar la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, los internacion<strong>al</strong>istasde esa época parecen intuir que el universo de lointernacion<strong>al</strong> debe tener su propia especificidad y que, para identificarlay delimitarla con precisión tienen primero que reconocercon claridad a los participantes en el escenario internacion<strong>al</strong>,así como el conjunto de factores que influyen en suconducta; sólo así se podrá articular un discurso propiamenteinternacion<strong>al</strong>ista referido a un objeto de estudio no agotadopor ningún otro esfuerzo disciplinario.lJ4David Singer, "The behavior<strong>al</strong> science approach to internation<strong>al</strong> relations", enTheory and Methods: prospects and problems, 1968, p. 68.


184David J. SarquísRaymond Aron nos dice <strong>al</strong> respecto:La delimitación del campo específico de las relaciones internacion<strong>al</strong>espuede llevarse a cabo de dos maneras: o bien se esfuerzauno por captar aquello que se considera como lo origin<strong>al</strong>, losingular de este campo entre las demás ciencias soci<strong>al</strong>es, o biense parte de conceptos que se aplican en otras áreas distintas a lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es. Bajo la primera hipótesis, habría queempezar por circunscribir lo que diferencia a las relaciones entrecolectividades políticamente organizadas del resto de las relacionessoci<strong>al</strong>es( ...) He buscado aquello que constituye la especificidadde las relaciones internacion<strong>al</strong>es o interestat<strong>al</strong>es y he creídoencontrar ese rasgo específico en la legitimidad y la leg<strong>al</strong>idad delrecurso a la fuerza armada por parte de los actores. Entre lascivilizaciones más desarrolladas, las relaciones internacion<strong>al</strong>esson las únicas entre el cúmulo de relaciones soci<strong>al</strong>es que admitenla violencia como <strong>al</strong>go norm<strong>al</strong>. 135En conjunto, la reflexión teórica re<strong>al</strong>izada durante esa épocapone de manifiesto la enorme cantidad de dificultades para laconsolidación de una disciplina que adolece de una evidenteimprecisión conceptu<strong>al</strong> y de una visión poco consistente de supropio objeto de estudio. El uso indiscriminado de términos comopolítica exterior, diplomacia, política internacion<strong>al</strong>, cuestionesinternacion<strong>al</strong>es, asuntos mundi<strong>al</strong>es o de conceptos clave para laelaboración teórica, como Estado, nación, poder, interés nacion<strong>al</strong>,etcétera, evidencian el escaso avance en el intento por dotar derigor sistemático a la disciplina que parece no poder rebasar elnivel referenci<strong>al</strong> de lo fenomenológico y aparenci<strong>al</strong>.Al mismo tiempo, la creciente complejidad de un escenariointernacion<strong>al</strong> marcadamente cambiante y problemático enfatiz<strong>al</strong>a necesidad de replantear el objeto de la disciplina y de lametodología más adecuada para su análisis. No es casu<strong>al</strong> que,135 Raymond Aron, "¿Qué es una teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es?", Revista deHumanidades del Tecnológico de Monterrey, núm. 4, primavera de 1998, pp. 137-138.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>desde mediados de los cincuenta empiecen a proliferar los textossobre la materia y que se inicien profundas reformas académicasen varios países para responder a este reto. Es de esta maneracomo <strong>al</strong>gunos internacion<strong>al</strong>istas incursionan en el terreno dela ciencia a través de la teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s para incorporarsus propuestas <strong>al</strong> análisis de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.Empieza entonces el reto de representar a ésta, precisamente comoun <strong>sistema</strong> y los internacion<strong>al</strong>istas empiezan a hablar del <strong>sistema</strong>internacion<strong>al</strong> como objeto propio de su disciplina.PRIMEROS INTENTOS DISCIPLINARIOSDE REPRESENTACIÓN DE LA SOCIEDADINTERNACIONAL COMO UN SISTEMANo cabe duda que el impacto origin<strong>al</strong> que deja la presentacióninici<strong>al</strong> de las cosas ante los ojos de la opinión pública suele dejaruna profunda huella que difícilmente logra borrarse, incluso<strong>al</strong> paso del tiempo. Así por ejemplo, la fuerza del átomo fue dadaa conocer <strong>al</strong> mundo en su expresión más dramática, a travésde las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki y, comoresultado, a pesar de que ha transcurrido más de medio siglodesde entonces y de que han habido serios intentos por promoverla imagen del uso pacífico de la energía nuclear, aun resulta notablementedifícil convencer <strong>al</strong> público de los posibles beneficiosque ésta puede ofrecer.En este sentido, el surgimiento del concepto de <strong>sistema</strong> enel ámbito de estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es tuvo unapoco afortunada incursión origin<strong>al</strong> en System and process ininternation<strong>al</strong> relations de Morton Kaplan. 136 Origin<strong>al</strong>mentepublicada en 1957; la obra, aunque no es de hecho la primeraen hacerlo (el trabajo de Charles McCllelland, mucho menosconocido es re<strong>al</strong>mente anterior y será comentado más adelante)pretende incursionar en el análisis de la política internacion<strong>al</strong>I36Morton Kaplan, System and Process in Internation<strong>al</strong> relations, 1957, p. 283.


186David J. Sarquísdesde la innovadora perspectiva de la ciencia, bajo el entoncesmuy en boga enfoque de la teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s. Laobra fue acogida más bien con escepticismo y fin<strong>al</strong>mente conun marcado rechazo. A pesar del esfuerzo del autor por presentarun trabajo rigurosamente serio, el solo uso del lenguajepropio de la ciencia en el terreno tradicion<strong>al</strong> de la política se percibíacomo una rareza contra la cu<strong>al</strong> se desataron enconadascríticas.En el contexto de un ac<strong>al</strong>orado "nuevo debate" epistemológico,de los que desde el origen de nuestra disciplina han caracterizadosu desarrollo en el ámbito de la Academia norteamericana,ahora entre cientificos y tradicion<strong>al</strong>istas (el anterior debatehabía sido el de los ide<strong>al</strong>istas en contra de los re<strong>al</strong>istas, amboseran ahora englobados en el concepto unificador de tradicion<strong>al</strong>istas)se criticaba acremente la propuesta de Kaplan:El Profesor Kaplan me molesta mucho más -escribía un airadocrítico. Toma la insignia con un instrumento extraño: la ciencia.La mueve y creo que lo hace en una forma que desconoce. Noesperaba que el profesor Bull, dados sus prejuicios, estuviese muyenterado de las implicaciones deljuego científico, pero siento queteníamos derecho a esperarlo en el caso del profesor Kaplan, puestoque él, explícitamente tomó la insignia. El profesor Kaplan parecesentir que una actitud no científica se compensa si uno es suficientementeprocientífico. Creo que su visión de la ciencia es unavisión ignorante. 137Aunque, en definitiva, me parece que la critica hace pocajusticiaa la obra, de <strong>al</strong>guna manera parece que, en efecto, el intentode incorporación del lenguaje y los procedimientos de la ciencia<strong>al</strong> ámbito del análisis soci<strong>al</strong> causó una conmoción de resultadospoco favorables a este esfuerzo.137Marion J. Levy Jr., "Does it matter if he is naked?". en Contending Approachesto Intemation<strong>al</strong> Politics, 1972, p. 88.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>187Stanley Hoffman, por su parte, señ<strong>al</strong>a:Las fin<strong>al</strong>idades científicas de los representantes de esta tendencia(admirablemente concretada en la obra del señor Kaplan) son:descubrir leyes, patrones recurrentes, gener<strong>al</strong>izaciones de <strong>al</strong>tonivel; hacer de la predicibilidad un criterio científico, re<strong>al</strong>izar, tanpronto sea posible, el ide<strong>al</strong> de una ciencia deductiva que incluyaun co~unto de términos, definiciones y axiomas primordi<strong>al</strong>es,de los cu<strong>al</strong>es se deriven teorías sistemáticas. Estos objetivos son,a mijuicio, los equivocados (... ). Lejos de presentarnos hipótesiscomprobables basadas en la observación empírica, estos modelosabstractos son una forma extraña de juegos de s<strong>al</strong>ón, demasiado<strong>al</strong>ejados de la re<strong>al</strong>idad para ser verificables, o están basados enpostulados acerca del comportamiento de las variables utilizadas,que son demasiado arbitrarias o demasiado gener<strong>al</strong>es; aquíhay que elegir entre tergiversación y trivi<strong>al</strong>idad, t<strong>al</strong> es el preciodel apresuramiento.mSi bien es cierto que, como ya he señ<strong>al</strong>ado, la crítica me parecem<strong>al</strong> fundada y, en gran medida, incluso injusta, no pretendore<strong>al</strong>izar aquí una apología del trabajo del profesor Kaplan.Creo que, si bien es cierto que su lectura no es fácil para quienesdesconocen el lenguaje de la ciencia, por lo menos como procedimientometodológico, a la fecha sigue siendo muy interesantean<strong>al</strong>izar los seis modelos de <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> que él proponey sobre todo, buscarles referentes históricos concretos; locu<strong>al</strong> nonecesariamente refleja unaposición sistémica congruentecon los postulados e impiicaciones de la teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>ssegún el pensamiento de Bert<strong>al</strong>anffy.A pesar de la insistencia de sus críticos en el supuestocarácter atempor<strong>al</strong> de sus modelos, es claro que, conociendo lahistoria como referente obligado del análisis soci<strong>al</strong>, no resulta138 Stanley Hoffman, Teorías contemporáneas sobre las relaciones internacion<strong>al</strong>es.1963, pp. 69-71.


188David J. Sarquísdemasiado difícil entender lo que Kaplan quiere decir cuandoseñ<strong>al</strong>a que:La historia es el gran laboratorio dentro del cu<strong>al</strong> ocurren lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es. Los experimentos en este campo nopueden ser re<strong>al</strong>izados bajo condiciones controladas, una dificultad,por cierto, no desconocida para la ciencia. Aun cuando losastrónomos no pueden controlar el movimiento de las estrellas,han descubierto regularidades sistémicas en su movimiento. Elmeollo del asunto es determinar si es que se pueden descubrirregularidades t<strong>al</strong>es que permitan la organización de los materi<strong>al</strong>esde la política internacion<strong>al</strong> en el contexto de un marco de referenciasimple con un potenci<strong>al</strong> explicativo o predictivo razonable. 139Por escand<strong>al</strong>osa que haya podido haber sonado la propuestahace casi medio siglo, es claro que, hoy en día, cuando las aspiracionesde cientificidad de los estudios soci<strong>al</strong>es están más ampliamentedifundidas y aceptadas, las p<strong>al</strong>abras de Kaplan suenanenteramente razonables.Pero si bien es cierto que, por la natur<strong>al</strong>eza de su esfuerzoy su carácter pionero en el área, considero que ésta es una obraobligada para los estudiosos contemporáneos de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, las ideas que yo pretendo re<strong>al</strong>izar sobre el conceptode <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, aunque, en cierta medida relacionadascon él, de fondo contienen una dirección distinta a lamanejada en aquel trabajo.Desde mi punto de vista, existen en particular dos problemascon respecto <strong>al</strong> enfoque manejado por Kaplan, los cu<strong>al</strong>esv<strong>al</strong>e la pena subrayar, ya que, de <strong>al</strong>guna manera, según intentarédemostrar más adelante, son problemas que han ejercido unagran influencia entre exponentes subsecuentes de la teoría de<strong>sistema</strong>s en el estudio de cuestiones político-soci<strong>al</strong>es en gener<strong>al</strong>y de las relaciones internacion<strong>al</strong>es en particular. Se trata, enLJ9Morton Kaplan. op. cit., p. 3.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>189primer término, de un problema derivado de la forma comoes interpretada la presentación que hace Kaplan sobre una delas propiedades distintivas de todo <strong>sistema</strong>, a saber, su tendencia<strong>al</strong> equilibrio.Como explicamos en el capítulo anterior, efectivamente,aunque todos los <strong>sistema</strong>s son internamente contradictorios,<strong>al</strong> mismo tiempo contienen mecanismos para regular la tensiónentre sus partes, es decir, mecanismos de autorregulación. Encierta medida, creo yo, bajo el peso opresivo de la influencia dela Guerra Fría, hablar, en el mundo académico de los EstadosUnidos de contradicciones internas como <strong>al</strong>go característico delos <strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>es sonaba sospechosamente parecido a laspremisas teóricas del materi<strong>al</strong>ismo histórico, por t<strong>al</strong> motivo,los estudiosos norteamericanos parecen haber preferido omitireste delicado tema y, en su lugar, poner el énfasis en la tendenciaopuesta, es decir, la de la búsqueda natur<strong>al</strong> del equilibriopresente en cada <strong>sistema</strong>. Kaplan lo dice de la siguiente manera:"Los <strong>sistema</strong>s políticos representan una estabilidad homeostática.Los equilibrios políticos pueden ser dinámicos en el sentido deque el <strong>sistema</strong> continúa cambiando sus acomodos internos afin de mantener su estabilidad". 140Esta aseveración del autor parece sugerir, por lo menosdesde el punto de vista de sus críticos, que dada la capacidad deautorregulación de los <strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>es, el esfuerzo humanopor corregir deficiencias en el funcionamiento de la sociedadestá, prácticamente de más, ya que las cosas tienden a arreglarsepor sí mismas. Es obvio que t<strong>al</strong> interpretación desc<strong>al</strong>ificade entrada a cu<strong>al</strong>quier intento revolucionario por "corregir" elrumbo de una sociedad, lo cu<strong>al</strong> de paso anula cu<strong>al</strong>quier concepciónconstructivista de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>.Aunque, definitivamente no hay elementos en la obra deKaplan que favorezcan esta interpretación, ya que él mismoreconoce el v<strong>al</strong>or de la acción humana y su influencia en el14°Ibidem, p. 7.


190David J. Sarquísdevenir de las conductas sistémicas, parece ser que, el contextoideológico de su momento histórico la favoreció y marcó la obracomo un intento reaccionario por desconocer la especificidadde la acción humana en la construcción del destino soci<strong>al</strong>. Enconsecuencia, a pesar de sus aspectos innovadores, la obra deKaplan fue etiquetada como un trabajo sustanci<strong>al</strong>ista empeñadoen encontrar lo permanente dentro del flujo constante decambio que caracteriza, como <strong>al</strong> resto de la re<strong>al</strong>idad, <strong>al</strong> devenirde lo soci<strong>al</strong>.El segundo de los problemas, a mi juicio, está relacionadocon la forma como el viejo discurso de la política del poder trasciendelos intentos pretendidamente innovadores de Kaplan yse filtra en su concepción sistémica. Al tratar de caracterizar el<strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> de su época, nuestro autor hace la siguienteobservación: "La lucha política entre la Unión Soviéticay los Estados Unidos puede ser considerada, en parte, como unapugna por el controlo dominio de los can<strong>al</strong>es para comunicarlas normas esenci<strong>al</strong>es de la organización mundi<strong>al</strong>."141 A pesarde los tonos aparentemente modernos del discurso, fincado enel aire supuestamente "neutr<strong>al</strong>" del lenguaje de la ciencia, puedeapreciarse con claridad la influencia de la visión sustentadapor los re<strong>al</strong>istas en términos de lucha por el poder, los cu<strong>al</strong>esse van haciendo crecientemente más evidentes conforme sedesarrollan los argumentos.La noción hobbesiana del "estado de natur<strong>al</strong>eza" permeaclaramente la siguiente idea:Puesto que no existe un árbitro que mantenga los conflictosjurisdiccion<strong>al</strong>esdentro de unos límites, el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> carecede un estatus político pleno. En el actu<strong>al</strong> <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, losestados nación tienen sus <strong>sistema</strong>s políticos, pero el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>carece de ellos. En otros términos, el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>puede ser caracterizado como un <strong>sistema</strong> político sin fuerza leg<strong>al</strong>. 1421'\ Ibidem, p. 16.1'1 Ibidem, p. 14.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>191Si, desde la perspectiva que él nos presenta, los <strong>sistema</strong>ssoci<strong>al</strong>es nacion<strong>al</strong>es pueden ser considerados como t<strong>al</strong>es sólo apartir de la institucion<strong>al</strong>ización de sus usos y costumbres,traducidos en leyes y sancionados por un cuerpo jurídico quepuede hacer uso leg<strong>al</strong> de la fuerza para prevenir las infracciones,es claro que su idea del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> como una entidadlaxa debido, precisamente a su f<strong>al</strong>ta de integración sistémicaresponde plenamente a las premisas contractu<strong>al</strong>istas esbozadaspor Hobbes hace más de 350 años. Desde este punto de vista,los escépticos parecen tener razón <strong>al</strong> preguntarse ¿para qué lamolestia de replantear, en un lenguaje tan rebuscado, un discursotan ampliamente discutido desde hace tanto tiempo?Silviu Brucan presenta una acertada crítica en La disolucióndel poder cuando observa:Los teáricos del análisis de <strong>sistema</strong>s parten sin más del análisis del<strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong> existente, como si fuese parte del orden natur<strong>al</strong> delas cosas. Dentro de este marco, se ponen a buscar la estabilidado el equilibrio, que se han convertido en su meta suprema (oo.)LEstabilidad bipolar o multipolar?, t<strong>al</strong> es la pregunta. (... ) Kaplan,<strong>al</strong> codificar los conceptos de equilibrio clásico de los teáricos delpoder, sugiere que los <strong>sistema</strong>s multipolares son más estables quelos bipolares. Kenneth W<strong>al</strong>tz, por otra parte, después de señ<strong>al</strong>arprudentemente el escenario internacion<strong>al</strong> relativamente pacíficoque ha existido desde la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>, <strong>al</strong>ega que unadistribucián bipolar del poder puede ser una garantía mejor dela estabilidad mundi<strong>al</strong> (... ). La estabilidad -entonces- se presentacomo fin en sí misma y como criterio fin<strong>al</strong> para decidir si elmundo debería ser bipolar o multipolar. El trivi<strong>al</strong> producto derivadode esta secuela es la búsqueda de "gobiernos estables" enlas zonas más turbulentas del mundo. 143La crítica de Brucan parece perder de vista la gran relevanciaque tiene para el an<strong>al</strong>ista el poder representarse a la re<strong>al</strong>idad143Silviu Brucan, La disolución del poder, 1974, p. 44.


David J. Sarquísinternacion<strong>al</strong> de una manera t<strong>al</strong> que permita articular un discursocoherente, sobre el que muchos otros especi<strong>al</strong>istas puedanabordar. Creo que el poder llegar a entender qué es un modelobipolar y cómo se distingue, funcion<strong>al</strong>mente hablando, de unomultipolar, por ejemplo, representa ya una gran ventaja, auncuando no todo mundo pueda estar de acuerdo respecto de cuáles mejor. La ventaja comparativa que innegablemente ofrece eltrabajo de Kaplan radica en la posibilidad de presentar un objetode estudio, propio para la disciplina, caracterizado de forma t<strong>al</strong>que la comunidad epistémica encargada de su análisis puedecompartirlo (como objeto de estudio) aun cuando sea para disentirsobre él en <strong>al</strong>gunos de sus aspectos.El propio Brucan, formado en una fuerte tradición marxista,hace patentes las ventajas del lenguaje sistémico cuando, porejemplo, en su propia obra escribe:un marco conceptu<strong>al</strong> para las relaciones entre naciones y de lapolítica exterior requiere de un conjunto de conceptos, de la definiciónde variables operacion<strong>al</strong>es y del descubrimiento de lasrelaciones entre las variables. Las relaciones internacion<strong>al</strong>es sedistinguen cu<strong>al</strong>itativamente de otras relaciones soci<strong>al</strong>es, sobre todoen que operan dentro de una esfera en la que no hay una autoridadpolítica suprema (como si la hay en la esfera interior) ni instituciones,ni aparatos capaces de imponer una voluntad y una ley superiores. 144A pesar del notable esfuerzo por acercarse a la modernidada través de la ciencia, tampoco puede evitarse el eco distantedel pensamiento hobbesiano en el trabajo de Brucan. Es, consideroyo, siguiendo esa misma tendencia que este autor tambiéndefine el funcionamiento del <strong>sistema</strong> que aquí nos ocupa conun marcado exceso en la variable del poder:El <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> -nos dice Brucan- que funciona comouna pauta de relaciones entre sus unidades fundament<strong>al</strong>es, las144lbidem, p. 17, cursivas del autor.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>193naciones-estado, es la resultante fin<strong>al</strong> de las fuerzas que operanentre estas unidades y dentro de ellas de acuerdo con la estructura,las capacidades y las relaciones de poder que prev<strong>al</strong>ecen ene! <strong>sistema</strong> en un determinado momento, las que determinan elcarácter de la pauta de relaciones entre naciones y de t<strong>al</strong> manera,la natur<strong>al</strong>eza de! <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>. 145LA. EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO SISTÉMICOEN EL ANÁLISIS DE LA REALIDAD INTERNACIONALSiguiendo la línea trazada por Kaplan, otro renombrado internacion<strong>al</strong>istaque también parte del concepto de <strong>sistema</strong> para suanálisis de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> es Karl Deutsch.En El análisis de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, Deutsch,inspirado en el pensamiento del sociólogo norteamericano T<strong>al</strong>cottParsons, nos presenta una concepción del <strong>sistema</strong> un tanto máselaborada que la de Kaplan, aunque no por ello mejor.Parsons -nos dice Deutsch en su obra- derivó la idea de queexisten ciertas cosas fundament<strong>al</strong>es que deben hacerse en cu<strong>al</strong>quier<strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong>, sea grande o pequeño (es decir, en todo grupo, todaorganización, todo país) para que este perdure (sobreviva). En primerlugar, está el mantenimiento de las pautas: el <strong>sistema</strong> debe ser preservadoen sus pautas esenci<strong>al</strong>es, es decir, estas pautas deben serreproducidas reiteradamente para preservarlas durante una sucesiónde personas, grupos o generaciones (... ). En segundo lugarestá la adaptación: toda organización y toda sociedad debe adaptarsea su ambiente, extraer de él su sostenimiento y acomodarse a suscambios (... ). En tercer lugar está el logro defines: toda organizacióny sociedad tienen uno o varios fines que tratan de <strong>al</strong>canzar y, enfunción de los cu<strong>al</strong>es se modifica su conducta más <strong>al</strong>lá de lossimples requerimientos del mantenimiento de las pautas y la adaptación(... ). Sin embargo, no puede sacrificarse ninguna de lastres. Por lo tanto, todo país, toda sociedad y toda organización145 lbidem, p. 14, cursivas del autor.


David J. Sarquíscompleja, como señ<strong>al</strong>a Parsons, enfrenta siempre una cuartatarea continua y básica: la tarea de la integración. La integraciónconsiste en hacer que estas diferentes actividades sean compatiblesentre sí y en mantenerlas así, a la vez que lograr que las expectativasy motivaciones de las personas sean coherentes con losroles que éstas tienen que representar y sigan haciéndolo. 146Efectivamente, las características apuntadas por Deutsch,rescatando el pensamiento de Parsons, corresponden con lo quehemos señ<strong>al</strong>ado en nuestro capítulo anterior como propiedadesgener<strong>al</strong>es de todos los <strong>sistema</strong>s; sin embargo, debemos recordarque también lo son, la contradicción interna y el control termodinámico,de los que ninguno de estos autores habla, por lomenos con el énfasis suficiente como para hacer de ellas característicasbásicas del análisis. De este modo, puede observarseque, seleccionando a conveniencia aquellas características queapuntan preferentemente en la dirección del <strong>sistema</strong> como"<strong>al</strong>godado" o "un elemento centr<strong>al</strong> de un orden natur<strong>al</strong> de cosas",Deutsch sólo contribuye a formular y presentar un elementoideológico del análisis sistémico que atinadamente ha criticadoLuis González de Souza en relación con esa particular lecturadel mismo:el objetivo fin<strong>al</strong> de la teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s es, ni más nimenos, la reunificación del conocimiento científico (inclúyanselas ciencias natur<strong>al</strong>es, soci<strong>al</strong>es y abstractas).El supuesto fundament<strong>al</strong> de este enfoque -mucho se discute suestatus de teoría- es que en todos los campos del conocimientoexiste un sinnúmero de <strong>sistema</strong>s y sub<strong>sistema</strong>s con propiedadescomunes; luego entonces, la labor de los científicos se concreta adiscernir t<strong>al</strong>es propiedades, para ir integrando una estructuraconceptu<strong>al</strong> tan gener<strong>al</strong>, que permita la inclusión y el análisis tantode un simple problema técnico como el de una teoría científica.146Karl Deutsch, El análisis de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1974, pp. 28-29.


00 00 O 000 O 00 000 oo-,Sooocobereel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>195Además de su aspiración glob<strong>al</strong>izadora, aquí sólo nos interesares<strong>al</strong>tar el sustrato ide<strong>al</strong>ista de este eT!foque: su punto de partida yde llegada es el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> y el conjunto de sub<strong>sistema</strong>sque lo integran; <strong>sistema</strong> y sub<strong>sistema</strong> constituyen <strong>al</strong>go dado, unavariable imponderable, un elemento centr<strong>al</strong> de un orden natur<strong>al</strong> decosas, que por lo mismo, ya no se cuestiona. 147Es evidente que, a la luz de obras como las de Kaplan, Brucano Deutsch, de carácter pretendidamente sistémico, resulta untanto difícil argumentar contra el tipo de crítica formuladapor González de Souza. Es definitivamente cierto que, mientraslos autores supuestamente sistémicos continúen intentando demanera prioritaria, más que la comprensión, la justificaciónde un cierto estado de cosas, o de un cierto devenir, en función deuna lucha incesante de poder, que de <strong>al</strong>guna manera responde aimperativos de "la natur<strong>al</strong>eza humana" difícilmente podráncontribuir de manera sensible <strong>al</strong> conocimiento del acontecersoci<strong>al</strong>.No obstante, me parece que, más <strong>al</strong>lá del uso relativamentedeficiente que se ha hecho de la TGS, hay elementos definitivamenterescatables de ella que no deben perderse de vista sóloporque hasta la fecha se ha hecho <strong>al</strong>gún uso ideológico de ellos.En otras p<strong>al</strong>abras, nuevamente debemos cuidarnos de no tirar<strong>al</strong> niño junto con el agua sucia <strong>al</strong> querer lavar la bañera.En primer término, me parece que la pretensión de unificarel esfuerzo de la ciencia (que <strong>al</strong> profesor González de Souzaparece resultarle tan criticable) abriendo vasos comunicantesentre las diversas especi<strong>al</strong>idades que se abocan <strong>al</strong> análisis de lare<strong>al</strong>idad no tiene por qué escand<strong>al</strong>izar a nadie, mientras no se conviertaen una simplificación excesiva y reduccionista que no permitair más <strong>al</strong>lá de esa element<strong>al</strong> conclusión según la cu<strong>al</strong>, el'" Luis F. González de Souza, "Una concepción tot<strong>al</strong>izadora de las relaciones internacion<strong>al</strong>es:clave para comprender la especificidad e importancia de la disciplina", Re/acionesInternacion<strong>al</strong>es, núm. 23, FCPYS, 1978, p. 19.


196David J. Sarquísuniverso en su conjunto está integrado por <strong>sistema</strong>s y sub<strong>sistema</strong>s,todos los cu<strong>al</strong>es tienen elementos (y por ende, comportamientos)en común. T<strong>al</strong> afirmación no puede, no debe constituirmás que un punto de partida que reconoce la unicidad del universo,condición necesaria, aunque no suficiente para emprenderla aventura del conocimiento. Representarnos nuestro objetode estudio como un <strong>sistema</strong> nos ofrece esa importante ventaja,pero insisto, no significa, en forma <strong>al</strong>guna, que ya hemos logradocompenetrarnos en él <strong>al</strong> punto de poder decir que lo conocemos.Conocemos, eso sí, su denominador común con el resto dela re<strong>al</strong>idad, conocemos su interconexión con ella. Sin embargo,un conocimiento a fondo del objeto de estudio propio de cadadisciplina sólo se logra en la siguiente fase del proceso del conocimiento.Después de representarnos <strong>al</strong> objeto de estudio comoun <strong>sistema</strong>, tenemos, necesariamente que proceder a diferenciarlo conrespecto <strong>al</strong> resto de la re<strong>al</strong>idad. Decir que la re<strong>al</strong>idad está constituidapor <strong>sistema</strong>s y que, por lo tanto, de antemano sabemosque nuestro propio objeto de estudio constituye un <strong>sistema</strong> queya conocemos, no es más que una absoluta superfici<strong>al</strong>idad,aunque no del todo inútil, ya que bien puede servir para ilustrarlo que significa una perogrullada.Conocer entonces, en gran medida significa saber d~ferenciar aun <strong>sistema</strong> de otro, pues es precisamente en las diferencias dondese encuentra lo que los especi<strong>al</strong>istas llaman la especificidad de suobjeto de estudio, que, en última instancia viene a ser lo quejustifica el desarrollo disciplinario en diversos campos. Alú radicael reconocimiento de la diversidad que se desarrolla en eluniverso sobre la base de la unidad que lo cohesiona.En su estudio sobre la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, específicamenteorientado hacia el terreno de las causas que propician losconflictos entre las naciones y la búsqueda de soluciones en lasque ellas mismas se embarcan, sin adoptar una posición específicamentesistémica, Snyder y Diesing pretenden encontrar


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>197la especificidad de lo internacion<strong>al</strong> razonando implícitamente deconformidad con postulados sistémicos, pero, como en el casode los autores antes mencionados y seguramente por las mismasrazones, con una visión deformada de lo sistémico <strong>al</strong> enfatizarselectivamente sólo <strong>al</strong>gunos de los aspectos del comportamientogener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s, los tendientes a la autorregulación en labúsqueda del equilibrio:lo que de manera más urgente requiere de una descripciónteórica así como de una explicación es la forma como la sombraperpetua de la guerra afecta <strong>al</strong> comportamiento del <strong>sistema</strong> deestados, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> del modo en que ellos mismos manipulan ese espectrocon el fin de imponer o proteger sus intereses (oo.) es porello que, la negociación resulta fundament<strong>al</strong> en la vida política,particularmente en el caso de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, en lasque, el equilibrio del <strong>sistema</strong> se busca en ausencia de una autoridadcentr<strong>al</strong>izada. '48A pesar del uso del lenguaje y del intento por aplicar principiossistémicos, parece obvio que en esta afirmación prev<strong>al</strong>eceun sustrato filosófico más cercano a la vieja visión de la políticadel poder que a los principios en que se sustenta la TGS. Hacemás de tres siglos que Hobbes propuso, para la comprensión delos fenómenos sociopolíticos vinculados con la problemáticade la legitimidad del poder soci<strong>al</strong>, su tesis sobre el "estado de natur<strong>al</strong>eza"y el contrato soci<strong>al</strong>. Cuando conocemos la versión hobbesiana,que postula la idea de la formación de la sociedad comoresultado de un pacto ante el temor y la incertidumbre que laausencia de una autoridad centr<strong>al</strong> propiciaba en las relacionesentre los hombres, ¿cómo podemos pretender la definición denuevos elementos conceptu<strong>al</strong>es bajo la égida de viejos preceptosideologizantes? Obviamente, las expectativas de un "nuevo"enfoque, el cu<strong>al</strong> empieza por señ<strong>al</strong>ar que: "la estructura de un''tiH. Glenn Snyder y Paul Diesing, Conflict among Nations: Barganing, decision makingand system structurc in Intcmation<strong>al</strong> crisis, 1977, p. 4.


198David J. Sarquís<strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> está definida por el número de actores princip<strong>al</strong>esen el <strong>sistema</strong> y la distribución respectiva de su poderíomilitar"149 sólo pueden ser muy moderadamente limitadas.T<strong>al</strong> visión se encontraba ya claramente presente entre losvoceros de la política del poder en el tercer decenio del siglo pasadoy se vislumbra con precisión cuando leemos:los miembros soberanos de una comunidad de estados que carecende un gobierno común, inevitablemente deben verse unos a otroscon desconfianza y ansiedad. Puesto que ninguno tiene controlde los actos de los demás, ni participa en <strong>al</strong>guna fusión re<strong>al</strong> porel logro de intereses comunes, y en consecuencia no tiene garantía<strong>al</strong>guna sobre el comportamiento de los otros, cada cu<strong>al</strong> debe sospecharlo peor sobre los demás. Cada una de las unidades en un<strong>sistema</strong> de esta natur<strong>al</strong>eza, necesariamente busca su seguridad,confiando en su propio poderío y viendo con desconfianza el de susvecinos. 150Sin ser un sistémico declarado, Schumann empleaba ya en 1933(fecha de la primera edición de su obra) el lenguaje de la TGS,por aquel entonces en su etapa de elaboración, con el propósitode modernizar un discurso que, estrictamente hablando, bienpodría remontarse hasta unos cinco siglos antes de Cristo. 151En síntesis, puede decirse que, en la mayoría de las obrassobre análisis internacion<strong>al</strong> que se han escrito hasta la fecha,tratando de emplear el sustrato filosófico de la TGS, los resultados,aunque en <strong>al</strong>guna medida novedosos e interesantes, hansido más bien limitados debido a la deformación ideologizantede los elementos de análisis que ésta había pretendido incorporar<strong>al</strong> análisis científico de la re<strong>al</strong>idad. Los críticos dirían queesa posibilidad de tergiversación está inscrita en la concepciónmisma de la idea de <strong>sistema</strong>. A mí no me parece que sea así.También han habido críticos que ven en el pensamiento rousso-149Ibidem, p. 41.15°Frederick Schumann. Internation<strong>al</strong> Politics, 1969, pp. 271-272.151 efr. Tucídides, Historia de la guerra de/ Pe/oponeso, 1986.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>199niano las posibilidades de desarrollo para teorías dictatori<strong>al</strong>esde la sociedad, o en Marx, la semilla para las desviaciones delpensamiento est<strong>al</strong>inista o en Einstein, la raíz de la destrucciónocasionada por las bombas atómicas.Ese tipo de acusaciones siempre me han parecido injustasy, en gran medida abusivas. En ninguno de los casos mencionadosme parece que pueda atribuirse responsabilidad directaa los autores origin<strong>al</strong>es por las desviaciones que sus intérpreteshan propiciado. La crítica a las interpretaciones desviadas, porcierto, está más quejustificada, pero, de nueva cuenta, no necesariamentedebe culminar en el desecho de las ideas origin<strong>al</strong>essin un serio intento de rescate de sus elementos más v<strong>al</strong>iosos.Pierre Fougeyrrollas, por ejemplo, hace una atinada críticaa este tipo de enfoque <strong>al</strong> señ<strong>al</strong>ar que:lo que hay que entender por sistemismo es esenci<strong>al</strong>mente una concepciónde los aparatos del Estado, la cu<strong>al</strong> trata de estudiar su funcionamientoa partir de las relaciones entre sus elementos constitutivos-institucion<strong>al</strong>mente hablando- sin tomar en cuenta lasfuerzas soci<strong>al</strong>es que, en una coyuntura determinada las hanengendrado. 152Si sólo se piensa en el <strong>sistema</strong>, como una entidad abstracta, autorreguIada,adaptable, atempor<strong>al</strong>, la cu<strong>al</strong> responde a los estímulosexternos generando respuestas que propician una retro<strong>al</strong>imentación,y por medio de la cu<strong>al</strong> se puede representar a cu<strong>al</strong>quiercosa en la re<strong>al</strong>idad, este autor tiene toda la razón.Pero evidentemente, la teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s ofreceun potenci<strong>al</strong> mucho más amplio, según tratamos de demostraren el capítulo anterior. Como quedó señ<strong>al</strong>ado, en el proceso delconocimiento, en ausencia de la fase de diferenciación, como complementoa esa primera fase en la que se hizo el reconocimientode las semejanzas que interconectan a la re<strong>al</strong>idad en su conjunto,sólo nos quedamos a mitad de camino. Nos corresponde152 Pierre Fougeyrrollas, op. cit., p. 139.


200........................ ~ ~ D.avid J. Sarquísa nosotros como an<strong>al</strong>istas determinar si es que, en efecto, lasnociones sistémicas sólo se ciñen a este limitado enfoque o sies que su sustrato filosófico puede dar para más y permitir, apartir de sus propias premisas, la re<strong>al</strong>ización de un proceso dediferenciación significativo que nos permita, de esta manera,completar el proceso del conocimiento.SISTEMA y ORDEN <strong>INTERNACIONALES</strong>Si uno considera las oportunas críticas que se han formuladocontra el enfoque más mecanicista del análisis sistémico y asumeel daño epistemológico que implica la f<strong>al</strong>ta de un manejo rigurosoen la precisión conceptu<strong>al</strong> de la noción misma de <strong>sistema</strong>,la cu<strong>al</strong> caracteriza a muchos de los autores que han tratado deemplearla para configurar y dotar de <strong>al</strong>cance y contenido <strong>al</strong>concepto de <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, podría parecer una necedadinsistir en su manejo como supuesto epistemológico básicopara el estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.Desde luego, no es mi intención forjar un modelo teórico <strong>al</strong>que luego deba ajustarse la re<strong>al</strong>idad, como tampoco pretendo justificarun determinado estado de cosas, me parece que, más <strong>al</strong>láde estas pretensiones de carácter predominantemente ideológico,como punto de partida, la TGS ofrece posibilidades mucho másserias para quienes aspiran re<strong>al</strong>mente <strong>al</strong> conocimiento de susrespectivos objetos de estudio.También es cierto que en el análisis de los <strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>esse ha recurrido, las más de las veces, a un lenguaje tecnicista deliberadamenteoscuro con el propósito de aparentar una firmeneutr<strong>al</strong>idad ideológica que, en re<strong>al</strong>idad, resulta fácilmente rebatible.Sin embargo, el mismo Fougeyrrollas, quien ha criticadoestas tendencias, abre una interesante posibilidad <strong>al</strong> observar:"si existe un <strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong> (una formación soci<strong>al</strong>), no es observable,ni an<strong>al</strong>izable más que a partir de esas relaciones soci<strong>al</strong>es deproducción y de las fuerzas productivas a las que está ligado".153l"Ibidem, p. 141.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>201Nuevamente, según puede apreciarse, este autor está enfatizandola importancia de la diferenciación a través de la contextu<strong>al</strong>izaciónque hace específico a un <strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong> determinado(en este caso, el internacion<strong>al</strong>). Es precisamente a la luzde este criterio que me parece factible la aportación de nuevoselementos de análisis para el estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>esa partir de una visión sistémica sobre la base del conceptode <strong>sistema</strong> desarrollada en el capítulo anterior.A mí me interesa explicar significativamente el objeto deestudio propio de los internacion<strong>al</strong>istas y, desde este punto de vistasiento que, a pesar de la carga ideológica con la que <strong>al</strong>gunosautores, particularmente entre los representantes de las escuelasangloamericanas, han manejado la visión sistémica para elanálisis científico de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, los conceptosde <strong>sistema</strong> y proceso tienen aun mucho que ofrecer en esteterreno, vistos desde luego, desde la perspectiva integr<strong>al</strong> de laTGS como filosofía.Explicar implica dar cuenta de las relaciones caus<strong>al</strong>es quemueven la dinámica de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> y que configuranun determinado orden internacion<strong>al</strong> en un momento históricoconcreto, el cu<strong>al</strong> posee sus propias fronteras tempor<strong>al</strong>es.Ya en el capítulo anterior he tratado de caracterizar operativamentela noción de <strong>sistema</strong> que considero aplicable para eldesarrollo de esta investigación. Vaya intentar ahora vincularlaa la noción de orden internacion<strong>al</strong> a la que acabo de referirme.El orden, conviene recordar, es una de las propiedades sistémicasbásicas; todo <strong>sistema</strong> posee un orden subyacente, el cu<strong>al</strong>define de <strong>al</strong>guna manera el modo de ser del <strong>sistema</strong>, sobre estabase, entiendo por orden internacion<strong>al</strong> un modo específico deinteracción entre actores del escenario internacion<strong>al</strong>, es decir,una especie de arreglo normativo que de <strong>al</strong>guna manera definelos términos para la interacción, una especie de guía para lapraxis o principios guía, bajo los cu<strong>al</strong>es se vinculan entre sí losgrupos humanos que conforman una sociedad internacion<strong>al</strong>


202David J. Sarquísdeterminada tanto en términos históricos como geográficos. Esteorden puede, desde luego, surgir de manera espontánea, sobre labase de la práctica de los actores (en este sentido, la costumbredicta el principio guía) o bien puede ser el resultado de acuerdosespecíficos cuando las partes se sientan a negociar.Esto es importante porque dicho concepto permite el establecimientode:fronteras históricas que hacen posible, no sólo circunscribir, sinoademás contener periodos o fases de la experiencia humana colectiva,dentro de los cu<strong>al</strong>es pueden configurarse los acontecimientosobservables y articularlos de manera significativa en untodo caus<strong>al</strong> que funciona y permite el desempeño de los actoresinternacion<strong>al</strong>es sobre la base de <strong>al</strong>gún tipo de principios normativoso guías rectoras a las que implícita o explícitamente se adhierecada uno de los participantes, permitiendo así el desarrollo decada "trama específica que nosotros podemos observar" a lolargo de los escenarios históricos. 154La noción de un orden internacion<strong>al</strong> como acabo de esbozarla,permite así, según el criterio adoptado en el desarrollo deeste trabajo, una especie de "asidero"; <strong>al</strong>go donde poder ubicarnospara emprender la aventura del análisis internacion<strong>al</strong>. Noobstante, me parece importante no perder de vista que ese ordeninternacion<strong>al</strong> es en gran medida un intangible; es decir, una construcciónconceptu<strong>al</strong> que sólo pretende facilitar la aprehensiónde lo significativo en el estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,como t<strong>al</strong>, según lo que ya hemos explicado en relación conlos conceptos teóricos, no necesariamente cuenta con un referenteempírico concreto en la re<strong>al</strong>idad, lo cu<strong>al</strong> no significa, en forma<strong>al</strong>guna, que sea un invento azaroso o completamente volitivo,producto de una mente ansiosa por comprender mejor su objetode estudio, incluso a costa de tener que "inventarlo".]54 David Sarquís, "El orden internacion<strong>al</strong> como objeto de estudio en las relacionesinternacion<strong>al</strong>es", en Zidane Zeraoui (comp.), Política internacion<strong>al</strong> contemporánea, 2000,p. 16.


..... ~ ~ ~~ S.,..obre el internacion<strong>al</strong>203Este concepto me parece especi<strong>al</strong>mente útil, porque reflej<strong>al</strong>a dinámica relacion<strong>al</strong>, es decir, la idea del flujo o devenir implícitoen nuestro objeto de estudio, que son, precisamente relacionesentre colectividades humanas más que estados fijos en el devenirhumano. En su condición de flujo, estas relaciones son, sin embargo,como el agua, no se pueden asir directamente sino de formamuy limitada, para contenerlas se requiere de un receptáculo,un contenedor en cuyo seno pueden estudiarse con mayor facilidad.Aquí es donde, desde mi punto de vista, entra el conceptode <strong>sistema</strong> como herramienta conceptu<strong>al</strong>,justamente representandoa ese receptáculo, ese contenedor en cuyo seno se configuranlos órdenes internacion<strong>al</strong>es.Por otra parte, <strong>al</strong> hablar de un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> comoobjeto de estudio, tengo en mente una tot<strong>al</strong>idad espaci<strong>al</strong>, tempor<strong>al</strong>e históricamente determinada, integrada por colectividades humanaspolíticamente autónomas, interaccionando bajo la guíade una serie de principios rectores asumidos como válidos portodos los participantes, y en cuyo seno, el desarrollo de cadaproceso, independientemente de su íntima vinculación con elresto de los procesos que ocurren dentro del <strong>sistema</strong>, represent<strong>al</strong>a materi<strong>al</strong>ización de una potenci<strong>al</strong>idad.Natur<strong>al</strong>mente que no pretendo replantear aquí el viejodebate del determinismo versus el libre <strong>al</strong>bedrío que decididamenteme parece superado por el materi<strong>al</strong>ismo di<strong>al</strong>éctico. Dehecho, como éste plantea, la materi<strong>al</strong>ización de cada potenci<strong>al</strong>idadse refiere precisamente a la conjugación di<strong>al</strong>éctica entrenecesidad y casu<strong>al</strong>idad. En efecto, el devenir de todo suceso (físico,químico, político, soci<strong>al</strong>, etcétera) se encuentra de <strong>al</strong>guna manerasujeto a leyes gener<strong>al</strong>es del desarrollo de todos los procesosobservables del universo, según lo ha puesto de manifiesto elavance de la ciencia, "pero la esencia de la ley consiste en queésta, <strong>al</strong> admitir para un suceso muchas posibilidades, les ponelímites, determina la frontera entre lo posible y lo imposible";lss


204David J. Sarquísesto no significa, en forma <strong>al</strong>guna que "determine" el devenir específicode cada acontecimiento particular, aunque éste, tampocoestá, de ninguna manera, cu<strong>al</strong> hoja <strong>al</strong> viento, meramente sujeto<strong>al</strong> azar.Alexis de Tocqueville lo expresa de la manera más interesantecuando escribe:No ignoro que muchos de mis contemporáneos han pensado quelos pueblos no son jamás dueños de sus acciones y que obedecennecesariamente a no sé qué fuerza insuperable e ininteligible, quenace de los acontecimientos anteriores, de la raza, del suelo o delclima. Estas son f<strong>al</strong>sas y fútiles doctrinas, que no pueden jamásdejar de producir hombres débiles y naciones pusilánimes; la Providenciano ha creado el género humano ni enteramente independiente,ni completamente esclavo. Ha trazado, es verdad, <strong>al</strong>rededor de cadahombre, un círculo fat<strong>al</strong> de donde no puede s<strong>al</strong>ir; pero en sus vastoslímites el hombre es poderoso y libre. Lo mismo ocurre con los pueblos. 156De la biología procede otro de los más ilustrativos ejemplos:La ley de la selección natur<strong>al</strong>, tan importante para la biología,no significa en absoluto que para cada ser sea predeterminadapor su destino la muerte temprana o la esterilidad, si está adaptadopeor que otros a sus condiciones de existencia, o una vid<strong>al</strong>arga y descendencia abundante, si está adaptado mejor a estascondiciones. Cada uno de los seres peor adaptados tiene la posibilidadde llegar a la edad tope para su especie y la posibilidad demorir una vez nacido y <strong>al</strong>gunas otras posibilidades. La ley no predeterminacuál de estas posibilidades se hará re<strong>al</strong>idad para cada serindividu<strong>al</strong>. 15 7Este ejemplo resulta de particular importancia, toda vez quela citada ley de la selección natur<strong>al</strong> expuesta por Charles Darwin]5" Alexis Tocqueville, La democracia en América, 1985, p. 284, cursivas del autor.'''v. Boguslavski, op. cit., pp. 216-217, cursivas del autor.


Sobre el205desde mediados del siglo antepasado ha dado lugar<strong>al</strong> surgimientode las más perniciosas doctrinas soci<strong>al</strong>es que, amparadas enuna interpretación rigorista del concepto de ley, por una partey en una lectura determinista de los postulados de Darwin porotra, han pretendidojustificar plenamente el uso y el abuso dela fuerza y el poder en las relaciones soci<strong>al</strong>es, tanto a nivel individu<strong>al</strong>como a nivel colectivo. Incluso, como hemos señ<strong>al</strong>ado,no son pocos los autores que ven, precisamente en una especiede lucha interminable por la sobrevivencia el origen del condicionamientoque determina el lugar que ocupan los hombresy los pueblos en las jerarquías soci<strong>al</strong>es, en otras p<strong>al</strong>abras, concibena los <strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>es, incluido el internacion<strong>al</strong> (y quizádebería decir particularmente el internacion<strong>al</strong>) regido por unestricto determinismo biológico.Pero esta es la forma más rudimentaria de interpretar tod<strong>al</strong>a posición sistémica que, como hemos dicho, efectivamente reconocela influencia de la ley en el devenir de los acontecimientos,admite el peso del pasado como condicionante del presente,pero a la vez, admite siempre la posibilidad del cambio paragenerar nuevas condiciones, las cu<strong>al</strong>es abren nuevas posibilidadespara el devenir de los procesos t<strong>al</strong> como lo expresó Tocquevilleen la referencia que hemos hecho sobre su trabajo.También Rifkin arroja luz con interesantes reflexiones pararebatir los puntos de vista estrictamente deterministas cuandosostiene que:Experimentamos un mundo continuamente cambiante a nuestro<strong>al</strong>rededor y t<strong>al</strong> experiencia es nuestra percepción de la segund<strong>al</strong>ey de la termodinámica. Ésta nos explica el proceso irreversiblede la constante disipación de la energía en el mundo (...) el tiempoavanza en una sola dirección, puesto que la energía mismasiempre está pasando de un estado de disponibilidad a otro deindisponibilidad (...) el tiempo sólo puede existir mientras existaenergía disponible para re<strong>al</strong>izar trabajo (... ). Los seres humanossiempre han debatido sobre la cuestión de, si la historia está


206David J. Sarquíspredeterminada o si somos capaces de ejercer <strong>al</strong>gún grado de libre<strong>al</strong>bedrío en el desarrollo de los procesos. La ley de la entropía,más que ningún otro concepto acuñado hasta ahora, nos proporcionafirmes elementos para resolver el dilema. Al establecer ladirección del tiempo, la segunda ley fija los límites en que estamosobligados a trabajar. Eso está determinado. Sin embargo, podemosejercer nuestro libre arbitrio <strong>al</strong> determinar la velocidad conla que se desarrolla el proceso de entropía. Cada una de nuestrasacciones acelera o retarda este proceso. Según nuestro modo devida y nuestros parámetros de consumo decidimos qué tan rápidao qué tan lentamente se agota la energía disponible en el mundo. 158El planteamiento de este autor me parece especi<strong>al</strong>mente interesante,pues, efectivamente, me recuerda la metáfora de lavida como unjuego de ajedrez en el que, sin lugar a dudas, lasreglas están claramente establecidas y, obviamente condicionanla posibilidad del movimiento en cada jugada, más no determinanque t<strong>al</strong>o cu<strong>al</strong> movimiento específico deba llevarse a cabo; t<strong>al</strong>es la natur<strong>al</strong>eza de las leyes científicas y la estrategia es precisamenteel privilegio que tiene cada jugador y que hace tan interesantey tan distinta cada nueva partida. De este modo, un número limitadode reglas abre un espectro inmenso de posibilidades.LA SOCIEDAD INTERNACIONALCOMO UN SISTEMA VIVIENTEAl hacer la caracterización del concepto de <strong>sistema</strong> de conformidadcon el criterio para el desarrollo de este trabajo me refería la aplicabilidad de las leyes de la termodinámica <strong>al</strong> caso. Elsignificado básico de t<strong>al</strong> afirmación radica en la posibilidad deconcebir a los <strong>sistema</strong>s (incluyendo natur<strong>al</strong>mente <strong>al</strong> internacion<strong>al</strong>)como entidades capaces de asimilar energía para desarrollarse,transformarse, reproducirse y evolucionar en virtud de esacapacidad.158 Jeremy Rilkin, op. cit., pp. 49-51.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>207T<strong>al</strong> como han proclamado los biólogos en relación con losorganismos vivos concebidos en términos sistémicos:Los organismos son <strong>sistema</strong>s autorregulados, adaptables y capacesde reproducirse. Como t<strong>al</strong>es, deben adquirir energía procedentede su entorno y emplearla para llevar a cabo sus funciones biológicas.En este sentido, los organismos viven, actúan de maneratermodinámica como máquinas químicas irreversibles. Pero parapoder autorregularse y adaptarse, el control y la información sonesenci<strong>al</strong>es (... ). En consecuencia, tenemos dos componentes princip<strong>al</strong>esque an<strong>al</strong>izar para la comprensión de los <strong>sistema</strong>s biológicos.Uno de ellos comprende todos los elementos relacionados conla adquisición, transferencia y utilización de la energía. Éstos le permiten<strong>al</strong> organismo crecer, moverse y, en gener<strong>al</strong>, desempeñar trabajo.El otro consiste en todo aquello que funciona en el <strong>sistema</strong>para la detección, procesamiento, retención y utilización de la información.Esto permite el control de lo que el organismo hace y quétan rápido lo hace. Esenci<strong>al</strong>es para la conservación de la vida,ambos componentes están íntimamente relacionados en un estadode equilibrio que conjuntamente sostienen. 159Por supuesto que no se trata de hacer una transpolación mecánicade los conceptos de la biología para entender su propioobjeto de estudio -el fenómeno de la vida- hacia el campo disciplinariode las relaciones internacion<strong>al</strong>es para entender el nuestro:el desarrollo de la sociedad internacion<strong>al</strong>. Como ya he intentadosugerir, si bien es cierto que representa una ventaja cognoscitivamuy importante el poder h<strong>al</strong>lar una forma didáctica de representarnosla re<strong>al</strong>idad (t<strong>al</strong> como la noción de <strong>sistema</strong>) no debemoscaer en el peligroso error del la simplificación excesiva,que nos lleva a ver y pretender entender todo sobre la base de<strong>al</strong>gún principio básico de carácter determinista: la re<strong>al</strong>idad es cre-159T<strong>al</strong>bot Waterman. "Systems Theory and biology: view of a biologist". en SystemsTheory and Biology. Proceedings of the III Systems Simposium, Case Institute of Technology,1968, p. 1.


208David J. Sarquíscientemente compleja y, aun cuando pudiera pensarse en principiosteóricos para una comprensión unificadora de la misma, <strong>al</strong>aplicarlo a casos concretos, todavía tendríamos que diferenciar,como procedimiento metodológico, para poder explicar cab<strong>al</strong>mentelas singularidades que observamos en el análisis de nuestropropio objeto de estudio.Así pues, <strong>al</strong> pensar en un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> (integrado pordiversos sub<strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>es, entre los que origin<strong>al</strong>mente destacaronaquellos que se manifestaban como políticamente autónomos),condicionado por principios de la termodinámica, tenemosque considerar entidades, de <strong>al</strong>guna manera influidas porsus necesidades energéticas. Rifkin nos lo plantea en los siguientestérminos:la energía constituye la base de la civilización humana, así comoconstituye la base misma de la vida. Por lo tanto, el poder en cadasociedad pertenece, en última instancia a quienes poseen lapropiedad de los instrumentos exomátícos utilizados para transformar,intercambiar y aprovechar la energía. La división enclases, la explotación, los privilegios y la pobreza, todo ello estáinfluido por la forma como se establece el ciclo de la energía encada sociedad. 160Como puede apreciarse, esta concepción, en el fondo, noes del todo ajena a la visión propia del materi<strong>al</strong>ismo históricoy di<strong>al</strong>éctico, que precisamente se ha esforzado por concebir <strong>al</strong>a re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> como una tot<strong>al</strong>idad explicable tanto medianteel análisis de su evolución histórica como el de su coyunturaespecífica, en una síntesis di<strong>al</strong>éctica que asume la interconexiónde toda la re<strong>al</strong>idad, a la vez que la posibilidad de separar <strong>al</strong>gunosde sus componentes para facilitar su comprensión. Estoexplica, en gran medida, el hecho de que, después del descréditoen que ha caído el materi<strong>al</strong>ismo histórico luego del deshielo bi-160 Jererny Rifkin, op. cit., p. 58.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>209polar, muchos de sus antiguos adeptos hayan transitado haciael pensamiento sistémico como herramienta teórico-conceptu<strong>al</strong>.Natur<strong>al</strong>mente que <strong>al</strong> hablar de energía, desde el punto devista sistémico no se le está considerando en forma aislada nidesde la perspectiva de un "energetismo" filosófico que en relaciónline<strong>al</strong> de causa a efecto determina el modo de organizaciónespecífico de cada <strong>sistema</strong>. Siguiendo la línea de pensamiento establecidahasta el momento, reconozco en la energía, como fuentecapaz de originar movimiento, uno de los elementos que, en relacióndi<strong>al</strong>éctica (es decir, de influencia mutua, donde la causacontinuamente se torna en efecto y viceversa) con la materia,propicia la existencia, la configuración y la dinámica gener<strong>al</strong>del <strong>sistema</strong>.Me parece que esta perspectivajustifica plenamente la afirmaciónde Rifkin en el sentido de que:Los tipos específicos de tecnologfa, asf como las instituciones quelas culturas humanas han desarrollado han sido, hasta la fecha,un reflejo de los tipos de ambientes energéticos en los que hanvivido. Esto se debe a que, diferentes tipos de ambiente energéticorequieren diferentes instrumentos de transformación (...). Aquellasculturas que se organizaron en torno a la transformación derecursos energéticos renovables percibfan <strong>al</strong> mundo como unincesante ciclo de estaciones. El ciclo del nacimiento, vida, muertey reencarnación significaba el desarrollo de una serie de procesoscu<strong>al</strong>itativos condicionantes de la existencia de todo lo viviente,indisolublemente vinculado entre sf y dependiente de su entornonatur<strong>al</strong> (...en cambio). Gracias a la capacidad de explotación derecursos no renovables, la gente se convencía cada vez másde que ya no tendrfa que depender de la natur<strong>al</strong>eza y de quepodría reorganizar <strong>al</strong> mundo según sus propios deseos. 161El <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> no es ajeno a esta condición energética.Configurado por distintas colectividades humanas, cada161Ibidem, pp. 94-96.


210David J. Sarquísuna de las cu<strong>al</strong>es con distintos grados de desarrollo, el <strong>sistema</strong>tiene sus propias necesidades de consumo de energía, determinadaspor ese nivel de desarrollo de cada una de sus partes integrantes.Durante siglos, la organización soci<strong>al</strong> de los hombresplanteó necesidades de consumo bastante homogéneas (aunque,ciertamente no igu<strong>al</strong>es) por todo el planeta, lo cu<strong>al</strong> significa,esenci<strong>al</strong>mente que, tanto los niveles de vida como los de "desgaste"del ambiente provocado por los niveles de consumo energéticoeran bastante parejos por todos lados.Por otra parte, las posibilidades re<strong>al</strong>es de comunicación ytransporte entre los grupos humanos eran bastante limitadasdebido a la existencia de medios más bien rudimentarios, razónpor la cu<strong>al</strong> los contactos entre ellos eran más bien escasos, inclusocuando se contaba con la ventaja de la cercanía geográfica, obviamente,en los casos de las grandes distancias, los contactos eranincluso menores, aunque no del todo nulos, como prueba, porejemplo el caso de la famosa ruta de la seda que conectaba aChina con el Imperio romano a través de las caravanas de comerciantesdesde antes de la era cristiana.No obstante, con el advenimiento de la llamada sociedadindustri<strong>al</strong> hacia mediados del siglo XVIII de nuestra era y la consecuentetransformación de las economías rur<strong>al</strong>es, la concentraciónde los núcleos de población en emplazamientos urbanosy el notable incremento de las capacidades productivas del hombre,las exigencias de consumo de energía se dispararon a nivelessin precedente en la historia de la humanidad, propiciando asíun violento acelere de todos los procesos soci<strong>al</strong>es que marcaronel rumbo histórico del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> contemporáneo,generando con ello una sensación permanente de vértigo e inestabilidad.Este análisis concreto, a partir de las premisas sistémicasque hemos manejado hasta el momento, bien puedeconstituir el ejemplo de un caso práctico sobre el cu<strong>al</strong> se aplicanlos principios teóricos aquí esbozados. Por supuesto que no setrata más que de un burdo bosquejo de análisis que de hecho


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>debe abordarse con mucho mayor det<strong>al</strong>le para volverse significativo.LA SOCIEDAD INTERNACIONAL COMOUN SISTEMA TEMPORALUno de los aspectos más relevantes para el estudio de los <strong>sistema</strong>ssoci<strong>al</strong>es en gener<strong>al</strong> y para el análisis del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>en lo particular es, según lo hemos referido, su carácter histórico.Como hemos señ<strong>al</strong>ado, <strong>al</strong>gunos de sus críticos consideranque la mayor f<strong>al</strong>la de esto (la TGS) a lo que dudosamente sellama teoría y que apenas debería ser considerado como un "enfoque",por sus limitaciones como auténtico instrumento dela ciencia, es su carácter supuestamente ahistórico.Yes que, en efecto, cuando, como an<strong>al</strong>istas o como observadoresde procesos sistémicos sólo nos quedamos en el nivel de laconstrucción de modelos, parece que la variable del transcursodel tiempo hubiese sido olvidada. Con la atención centrada enuna "entidad" conformada por partes, inscrita en un medio, delcu<strong>al</strong> recibe estímulos y hacia el que se generan las respuestasque retro<strong>al</strong>imentan la interacción de ese todo con su entorno,es común considerar que el peso de la historia no ha sido tomadoen cuenta.Ya hemos señ<strong>al</strong>ado que esto no es así. Los teóricos de <strong>sistema</strong>ssaben bien que la variable histórica es necesaria e insustituiblepara el análisis y la comprensión cab<strong>al</strong> del <strong>sistema</strong>. Elcaso internacion<strong>al</strong> no es una excepción. Como atinadamenteseñ<strong>al</strong>a Tudge:La historia no se vive en aislamiento; ciertamente es, en granmedida la historia de interacciones. Las naciones se relacionan conotras naciones, las especies con otras especies (y todos con sumedio). Las otras criaturas que han ocupado nuestro planeta durantelos últimos SO millones de años han contribuido a moldearnuestra evolución -de hecho, evolucionamos, en parte para po-


212David J. Sarquísder interactuar con ellas (... ) sin información antecedente, nopodríamos ver lo que es diferente hoy en día. 162Siguiendo esta línea de pensamiento, en los orígenes de nuestradisciplina, durante el periodo entre guerras mundi<strong>al</strong>es, a principiosde la tercera década del siglo pasado, los entonces aspirantesa especi<strong>al</strong>ista comprendían muy claramente el peso dela historia para explicar el devenir en la sociedad internacion<strong>al</strong>.En ese sentido, incluso podría decirse que, de entrada, las relacionesinternacion<strong>al</strong>es se desarrollaron primeramente entre lassubdisciplinas de la historia.Como oportunamente nos recuerda Cárdenas Elorduy,durante la primera etapa de nuestro desarrollo disciplinario,los internacion<strong>al</strong>istas se nutrían básicamente de las aportacionesque, desde la época de Tucídides, venían haciendo loshistoriadores <strong>al</strong> reflexionar sobre el orden político prev<strong>al</strong>ecienteen el mundo: "Las grandes obras clásicas de historia y aun loslibros de texto de historia univers<strong>al</strong>, han sido hasta ahora, enre<strong>al</strong>idad, libros de historia política, pues su objeto centr<strong>al</strong> de estudioha sido, por lo gener<strong>al</strong>, las relaciones y formación de losEstados y naciones."163No obstante, como la propia experiencia ha demostrado,el solo reconocimiento de la trayectoria tempor<strong>al</strong> que nos traehasta un punto específico en la historia del <strong>sistema</strong> no basta(aun siendo condición necesaria, no es suficiente) para comprendercab<strong>al</strong>mente lo que está ocurriendo en el escenario internacion<strong>al</strong>del momento y la conciencia de esa limitación llevó dehecho a los internacion<strong>al</strong>istas a intentar trascender los límitesde la historia diplomática para concentrarse en aspectos coyuntur<strong>al</strong>esdel análisis internacion<strong>al</strong>.En un principio se consideró que, si bien era cierto que elanálisis histórico comparativo ofrecía sustanci<strong>al</strong>es ventajaslólColin Tudge, The time befare histary, 1996, p. 25.¡Ó3Emilio Cárdenas Elorduy, ap. cit., p. 6.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>para el estudio de los fenómenos presentes, limitar la búsquedadel an<strong>al</strong>ista solamente a la detección de regularidades empíricamenteconstatables significaba, en efecto, empobrecer la experiencia.Como oportunamente se había señ<strong>al</strong>ado,si bien en el movimiento tiene lugar una repetición, nada se repitepor completo, ni cosas, ni etapas, ni formas de desarrollo. En elmundo no hay formas invariables que se repitan siempre, no haynada eterno en gener<strong>al</strong>, s<strong>al</strong>vo la sustitución eterna de unas formasy fenómenos por otros. 164De hecho, siguiendo esta tendencia, muchos internacion<strong>al</strong>istascontemporáneos han llegado a considerar que la dinámica sobrela cu<strong>al</strong> se mueve y configura el <strong>sistema</strong> actu<strong>al</strong> parece ser tan novedosaque prácticamente tiende, por sí misma a hacer caer endesuso el estudio de la historia. Esta tendencia se conoce en elanálisis soci<strong>al</strong> con el nombre de presentismo.Para combatirla es necesario recordar que la oposición entrehistoria o coyuntura es en re<strong>al</strong>idad una f<strong>al</strong>sa dicotomía. Tannecesario es un enfoque como el otro pues, más que mutuamenteexcluyentes, las enseñanzas de la historia son complementariasde los resultados que aporta el análisis de coyuntura. Debemosrecordar que, desde un punto de vista sistémico, la indagaciónde los fenómenos en el eje sincrónico (que an<strong>al</strong>iza los acontecimientosprivilegiando su momento coyuntur<strong>al</strong>) ofrece sólo lamitad de la perspectiva, la otra, como ya he señ<strong>al</strong>ado, se encuentraen el eje diácronico (en el que se observa la trayectoriaevolutiva del fenómeno).De hecho, ambos aspectos no representan sino la doblecara de una misma moneda y no son, efectivamente separablesmás que parci<strong>al</strong>mente y "en teoría", para efectos didácticos. L<strong>al</strong>oc<strong>al</strong>ización re<strong>al</strong> de todo proceso en el <strong>sistema</strong> tiene coordenadasinseparables en ambos ejes, representados a la manera de un'"'v. Boguslavski, op. cit., p. 67.


214David J. Sarquíseje cartesiano. Así, por ejemplo, el conflicto de las M<strong>al</strong>vinasque condujo a la guerra angloargentina de 1982, sólo resultaintegr<strong>al</strong>mente comprensible a la luz del análisis de las condicionessociopolíticas de Argentina e Inglaterra en la primavera deese año, como complemento del análisis de la evolución históricade ese caso desde el siglo XVII, cuando ambas nacionesempezaron a disputar la soberanía del archipiélago.Frankel nos recuerda atinadamente que:La sociedad internacion<strong>al</strong> moderna es un fenómeno muy recienteque la mayoría de los escritores sitúa sólo hacia mediados delsiglo XVII. Los escasos tres siglos que conforman su historia norepresentan sino una minúscula fracción de los más de 7,000 añosde historia escrita que conoce el hombre, y una parte proporcion<strong>al</strong>mentemenor de su historia biológica, que ahora los arqueólogosestiman en más de medio millón de años. 165Si, efectivamente, como sugiere la TGS, que en este sentido comparteplenamente el criterio del viejo materi<strong>al</strong>ismo histórico ydi<strong>al</strong>éctico, podemos aceptar que vivimos en un universo estrechamenteinterconectado, en el que la interrelación entre loacaecido y lo que está por suceder ocurre en todos los niveles,sería decididamente miope limitar el estudio de la problemáticainternacion<strong>al</strong> contemporánea exclusivamente a su dinámica enel contexto del modo de producción capit<strong>al</strong>ista (que indudablementele ha dejado impreso su sello distintivo). Sobre el particularColliard ha señ<strong>al</strong>ado muy oportuna y atinadamente que:"El estudio de la sociedad internacion<strong>al</strong> sería muy superfici<strong>al</strong> sisólo se limitara <strong>al</strong> estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es en formadescriptiva e ignorara el gran resultado de una larga evoluciónhistórica, singularmente acelerada desde hace un cuarto de siglo."166Cuando los politólogos contemporáneos delimitan suscategorías de análisis (Estado, nación, gobierno, etcétera) conl6SJ05eph FrankeI, op. cit., p. 53.l66C. Albert Colliard, Instituciones de relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1978, p. 23.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>215siderándolos como fenómenos propios, singulares, únicos yprácticamente exclusivos de la historia contemporánea (fin<strong>al</strong>esdel siglo XVI a la fecha), aunque, como he tratado de explicar, de<strong>al</strong>guna manera lo son; se enfrentan a serias dificultades quesurgen del intento de aislar el fenómeno actu<strong>al</strong>mente observablede su origen histórico.Por supuesto que no se trata exclusivamente de un problemade carácter semántico. Ciertamente el cambio de nombresen el desarrollo disciplinario sugiere cambios cu<strong>al</strong>itativos en elobjeto de estudio; no se trata sólo de crear sinónimos para contarcon un vocabulario más rico, sino términos nuevos que, en efecto,pongan de manifiesto las transformaciones cu<strong>al</strong>itativas queha sufrido en su devenir natur<strong>al</strong> el objeto de estudio.Ahí radica, precisamente la enorme contribución de la tareade diferenciación en el proceso del conocimiento. Esto, sin embargo,no debe hacernos olvidar que los fenómenos observadostambién tienen un origen común, en virtud del cu<strong>al</strong>, necesariamentecomparten <strong>al</strong>gunas características de entrada. Así, porejemplo, cuando hablamos de Estados nacion<strong>al</strong>es, pueblos,tribus, clanes, hordas, etcétera estamos hablando de colectividadeshumanas, que se convierten, en virtud de su desempeño, en actoresdel escenario internacion<strong>al</strong>, mismos que, a pesar de estar históricamenteseparados, siempre permanecen funcion<strong>al</strong>mentevinculados, es por ello precisamente que existen las relacionesinternacion<strong>al</strong>es en el sentido más laxo del término.Eso significa que, si hacemos el análisis evolutivo de lascolectividades humanas que históricamente han poblado nuestroplaneta, vamos a encontrar elementos para enriquecer elestudio y la comprensión de la interacción entre los estados nacion<strong>al</strong>escontemporáneos, aunque éstos sólo puedan ser rastreadosapenas unos 350 años antes de esta época. No obstante,toda forma de interacción entre colectividades humanas anteriora esa fecha, constituye un importante antecedente, cuyo análisisenriquecerá, sin lugar a dudas, nuestra comprensión de las rela-


216David J. Sarquísciones internacion<strong>al</strong>es de principios del tercer milenio en la eracristiana.La propuesta sistémica de colocar nuestros objetos de estudiobajo las coordenadas correspondientes en los ejes sincrónico ydiácronico, a la que ya nos hemos referido con anterioridad,muestra una de las mayores ventajas que ofrece la TGS a los estudiososque buscan procedimientos para dar un carácter científicoa sus estudios. Desde mi punto de vista, de esta manera, sepuede resolver muy favorablemente la f<strong>al</strong>sa dicotomía entre"hacer historia" <strong>al</strong> abordar un objeto de estudio o "centrarse enla coyuntura". Tan necesaria es una cosa como la otra.Por otra parte, el esquema del análisis sintagmático y paradigmáticoentre los elementos componentes de un <strong>sistema</strong>, tambiénaporta una contribución sustanci<strong>al</strong> <strong>al</strong> dilema del análisisde categorías presentes en el <strong>sistema</strong> con categorías análogasno presentes. De conformidad con este esquema, cada elementopresente en el <strong>sistema</strong> desempeña una función determinadaque, en relación con los demás componentes, contribuye a darforma y, de <strong>al</strong>guna manera, sentido, <strong>al</strong> <strong>sistema</strong>.Ahora bien, esos mismos elementos dentro del <strong>sistema</strong>,pueden ser colocados en una relación horizont<strong>al</strong> con elementosno presentes en el <strong>sistema</strong>, pero que resultan funcion<strong>al</strong>menteidentificables entre sí (es decir, desempeñan funciones análogasen el seno de sus respectivos <strong>sistema</strong>s). Trataré de ilustrar medianteun ejemplo: el Estado, como fenómeno político es, sin dudaun fenómeno propio de lo que ha sido clasificado como era contemporánea.Como t<strong>al</strong>, éste desempeña, una función que hacontribuido a la preservación del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> durantesu fase de desarrollo capit<strong>al</strong>ista. Desde este punto de vista, estrictamentehablando resulta entonces inadecuado equiparar<strong>al</strong> Estado moderno, como categoría de análisis, por ejemplo, <strong>al</strong>estudio de la polis griega o <strong>al</strong> feudo mediev<strong>al</strong>.Sin embargo, tanto en la polis griega como en el feudo mediev<strong>al</strong>encontraremos elementos (sub<strong>sistema</strong>s) paradigmáti-


camente relacionados con el'Estado moderno, es decir, funcion<strong>al</strong>menteequiparables con él, mismos que nos pueden ayudar, silos conocemos, a comprenderlo mejor. No sólo mediante an<strong>al</strong>ogíassuperfici<strong>al</strong>es, sino a través de los análisis diferenciadorescorrespondientes.Lo anterior, desde mi punto de vista nos ofrece la enormeventaja de una visión amplia y de continuidad (en el sentido deinterrelación) de la historia, que aquí se convierte en historiadel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> desde sus más tempranas etapas y,además, nos permite, en simultáneo, el análisis de las formasde evolución del sub<strong>sistema</strong> Estado que, siendo una categoríahistórica, tiende a ser superada como t<strong>al</strong> con el paso del tiempo.LA SOCIEDAD INTERNACIONALCOMO UN SISTEMA INTEGRAL¿Qué clase de <strong>sistema</strong> es el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>? Por principiode cuentas, he querido enfatizar su carácter histórico porqueéste es condicionante de su situación móvil y cambiante. Tampocoestá por demás recordar que se trata de un <strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong>,es decir, el tipo de <strong>sistema</strong> que sólo existe en virtud de la interrelaciónque los seres humanos establecen entre sí como partenecesaria de su convivencia para sobrevivir. Ahora, en funciónde la caracterización presentada en el segundo capítulo deboañadir que, actu<strong>al</strong>mente, el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> es un <strong>sistema</strong>cerrado.Esta afirmación, desde luego, tiene varias implicaciones:en primer lugar, reafirma el carácter histórico del <strong>sistema</strong>. Sidecimos que "actu<strong>al</strong>mente es..." estamos sugiriendo que anteriormenteha sido otra cosa y más aun, que posteriormentepodrá volver a cambiar. En este sentido puede decirse que todo<strong>sistema</strong> es, en su perspectiva sincrónica, la materi<strong>al</strong>ización de supropio potenci<strong>al</strong> diácronico: "Un <strong>sistema</strong> nunca es <strong>al</strong>go, siempreestá convirtiéndose en <strong>al</strong>go, por el hecho mismo de que afronta


David J. Sarquísun medio que también formula su reclamo <strong>al</strong> <strong>sistema</strong> a causade la mera existencia de este último en aquél."167Por otra parte, el actu<strong>al</strong> carácter cerrado del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>tiene dos importantes implicaciones, una es que estosugiere la ausencia de interrelación con otros <strong>sistema</strong>s similaresy otra es que resulta difícil distinguir con claridad <strong>al</strong> <strong>sistema</strong> desu entorno. Ninguna de las dos constituyen obstáculos ins<strong>al</strong>vablespara poder representarnos a la sociedad internacion<strong>al</strong>como un <strong>sistema</strong>. Lo que significa es que este <strong>sistema</strong> es el<strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong> tot<strong>al</strong> y comprende a la tot<strong>al</strong>idad de los procesosque ocurren hoy en día tanto <strong>al</strong> interior de cada sub<strong>sistema</strong>como entre los sub<strong>sistema</strong>s entre sí, es pues, por primera vezen la historia un <strong>sistema</strong> de <strong>al</strong>cance planetario. Por otro lado,puede decirse que, físicamente, el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> tieneun <strong>al</strong>cance glob<strong>al</strong> porque ocupa prácticamente la tot<strong>al</strong>idad delespacio disponible de suerte t<strong>al</strong> que abarca hasta los límites desu propio entorno, <strong>al</strong> cu<strong>al</strong> se superpone.Diversos autores de las más variadas corrientes ideológicasafirman que el actu<strong>al</strong> <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> comenzó a cobrarforma hacia mediados del siglo XVI, luego de las grandes aventurastransoceánicas de los europeos occident<strong>al</strong>es. El análisishistórico comparativo nos muestra que efectivamente haciaesas fechas ocurre una transición fácilmente identificable en elmodo de organización soci<strong>al</strong>, política y económica en esa regióndel mundo, misma que ha influido notablemente, desde entoncesen la conformación del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> bajo el cu<strong>al</strong>vivimos ahora; por t<strong>al</strong> razón, el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> contemporáneoes llamado también un <strong>sistema</strong> capit<strong>al</strong>ista.No obstante, de conformidad con lo aquí expuesto hastael momento, me parece que resultaría inconveniente separar delanálisis del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> contemporáneo, sus antecedenteshistóricos (es decir, la vida del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> ante-167Henry Maier. op. cit., p. 112, cursivas del autor.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>219rior <strong>al</strong> siglo XVl). Si hoy en día es un <strong>sistema</strong> que comprende, porprimera vez en la historia a la humanidad en su conjunto,sobre la tot<strong>al</strong>idad de nuestro planeta, me parece incuestionableque, sus orígenes deben remontarse a los <strong>al</strong>bores de la humanidadmisma y que su desarrollo abarca necesariamente distintasetapas, cada una de las cu<strong>al</strong>es debe tener sus propias características.Si bien es cierto que, cada modo de organización socioeconómicaentre los hombres ha dejado impreso un sello distintivoen el modo respectivo de organización sociopolítica que controlaa las respectivas colectividades humanas de cada época,parece inconsecuente rechazar, a partir de ello cu<strong>al</strong>quier modode interacción o cu<strong>al</strong>quier conexión entre las diversas formasque históricamente ha ido adoptando el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>,considerado como un fenómeno unívoco, aunque, como yahemos dicho antes, eso tampoco debe ser excusa para homogeneizarde manera simplista toda la historia evolutiva del <strong>sistema</strong>sin hacer las correspondientes diferenciaciones que históricamentelo han caracterizado. En otros términos, es claro que nodebemos equiparar superfici<strong>al</strong>mente las estructuras y el funcionamientodel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> durante el prolongadomilenio mediev<strong>al</strong> con las de la era capit<strong>al</strong>ista, pero tampocopodemos "desconectarlos" como si no tuviesen absolutamentenada en común. De aquí la importancia de an<strong>al</strong>izar desde ladoble perspectiva de los ejes sincrónico y diácronico en el estudiode los <strong>sistema</strong>s.En su introducción a la termodinámica de <strong>sistema</strong>s abiertos,el doctor Leopoldo Carcía-Colín sugiere las siguientes definicionesque me parecen sumamente interesantes y relevantespara el desarrollo de este trabajo. En un momento dado, noshabla de fases, a las que define como "la parte de un <strong>sistema</strong>,físicamente diferente, macroscópicamente homogénea y decomposición fija o variable". Por otra parte, nos habla de <strong>sistema</strong>sheterogéneos, a los que define como aquellos en los que "las


220David J. Sarquísvariables termodinámicas pueden cambiar en forma discontinua,o bien, es un <strong>sistema</strong> con dos o más fases" .168Me parece interesante res<strong>al</strong>tar la forma como estas ideasabren paso para distintos campos del quehacer científico. Independientementede su lugar específico de origen, los conceptoselaborados por los pensadores que trabajan con nociones sistémicasofrecen esa posibilidad re<strong>al</strong> de interconexión del esfuerzopor comprender científicamente nuestro universo que se enriquececon los intercambios de experiencias. Para los politólogosy los internacion<strong>al</strong>istas no familiarizados con la concepciónsistémica puede resultar dudoso que un concepto como el de fasepueda sustituir en su léxico <strong>al</strong> de nación o Estado o, desde el puntode vista interno, <strong>al</strong> de clase. Yo creo que estas definicionescontienen elementos que permiten renovar la visión de los procesosde organización y funcionamiento <strong>al</strong> interior de y entrelas colectividades humanas.La mayor parte de la gente -nos dice Crossman- cree quesabe lo que significan en re<strong>al</strong>idad las p<strong>al</strong>abras "nación" y "Estado".A pesar de esa creencia, pocas personas pueden dar unadefinición satisfactoria de las mismas. ¿Qué es una nación?"un pueblo perteneciente <strong>al</strong> mismo linaje biológico", contestabael nazi mientras enviaba millones de judíos a los campos deexterminio; "un pueblo unido por lazos históricos, filosóficosy cultur<strong>al</strong>es", dice el inglés mirando de reojo hacia Escocia yG<strong>al</strong>es, así como hacia Irlanda; "una reunión libre de individuosque, sin consideración <strong>al</strong>guna respecto a la raza o <strong>al</strong> lenguaje,desean vivir unidos bajo un mismo gobierno", dice el ciudadanonorteamericano, mientras espera que nadie le mencione el problemadel negro ni sus leyes migratorias.Todas estas definiciones resultan poco satisfactorias, porquetratan de definir por lógica lo que ha tenido su origen en unproceso histórico. Ninguna nación actu<strong>al</strong> cabe dentro de esas16" Leopoldo García-Colín, Introducción a la termodinámica de <strong>sistema</strong>s abiertos.1981, p. 23.


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>221definiciones "lógicas", porque ninguna nación actu<strong>al</strong> ha logradoser lo que los constructores de <strong>sistema</strong>s hubieran querido quefuesen. La raza, el lenguaje, la cultura y la libre determinación,hanjugado su parte en la formación de las naciones, pero tambiénhay que considerar la geografía, la economía, la estrategiay la guerra. Factores innumerables han contribuido a este proceso,tantos y tan diversos, que la única definición aceptablede nación es la siguiente: "un pueblo que vive bajo un únicogobierno centr<strong>al</strong> lo suficientemente fuerte para mantener suindependencia frente a otras potencias" .169La definición que sugiere Crossman, aunque de ningunamanera la única aceptable como él pretende, sí representa <strong>al</strong>gúnnivel de avance con respecto a las definiciones que critica. Haeliminado de su concepción ese elemento volitivo en la unióndel pueblo, es decir, ha restringido una categoría superestructur<strong>al</strong>,"la voluntad popular" como componente esenci<strong>al</strong> de ladefinición de nación, que evidentemente entorpecía la comprensióndel concepto; aunque carece de los elementos infraestructur<strong>al</strong>escon los que otros enfoques han enriquecido su<strong>al</strong>cance, por ejemplo, el modo de producción, las clases, los factoresde la producción, etcétera. No obstante, como claramentepuede apreciarse, mezcla la idea de la nación con la de pueblo,lo cu<strong>al</strong> nos lleva de vuelta a la dificultad de la imprecisiónconceptu<strong>al</strong>.La ventaja que representa la formulación de los conceptosdesde una perspectiva sistémica radica, precisamente en sucapacidad para restringir las categorías superestructur<strong>al</strong>es (lavoluntad, la ley, el destino, la justicia, etcétera) para colocarlasbajo la influencia de las categorías correspondientes a la infraestructura(condiciones materi<strong>al</strong>es de existencia, modos de organización/etcétera) liberándolas de sus contenidos implícitamenteideológicos.16'R.H.S. Crossman. Bíografta del Estado moderno, 1974. p. 21.


222David J. SarquísEsto, desde luego, no significa, en forma <strong>al</strong>guna, que la visiónsistémica pretenda una impecable (pero ciertamente imposible)neutr<strong>al</strong>idad ideológica. Sugiere, sin embargo, que los contenidosideológicos en toda propuesta de análisis soci<strong>al</strong> deberánhacerse en forma clara y explícita. La razón es sencilla, aunquequizá el ejemplo resulte burdo, creo que es ilustrativo: en manosde un cirujano, el bisturí es un instrumento de trabajo, unapoyo <strong>al</strong> avance de la ciencia; en manos de Jack, se convierteen un arma let<strong>al</strong>, cosa por la cu<strong>al</strong>, desde mi punto de vista, nopodemos responsabilizar <strong>al</strong> propio bisturí o, en última instancia,a quien lo diseñó, obviamente pensando en las necesidadesdel cirujano y no en las obsesiones de Jack, el "Destripador".Hablar de unafase del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> en vez de unanación puede parecer lo que ya antes ha sido c<strong>al</strong>ificado comoun "cientificismo nebuloso", pero, como punto de partida, meparece que ofrece más elementos para la comprensión de unfenómeno observable en la praxis (un modo de organizaciónsoci<strong>al</strong>), que las formas tradicion<strong>al</strong>es de definición política quenorm<strong>al</strong>mente, como demuestra Crossman, se extravían en suspropios juegos de p<strong>al</strong>abras.Por supuesto que, hay que insistir, la representación delobjeto de estudio como un <strong>sistema</strong> no debe ser más que unpaso inici<strong>al</strong> en la comprensión de cu<strong>al</strong>quier objeto de conocimiento,nunca el punto de llegada. Después de eso, hay que diferenciar<strong>al</strong> <strong>sistema</strong> del resto de la re<strong>al</strong>idad, hay que distinguir yseñ<strong>al</strong>ar sus especificidades, hay que caracterizarlo, entoncespodemos ya pasar <strong>al</strong> plano del léxico especi<strong>al</strong>izado de cadadisciplina. Obviamente, debemos estar concientes de la fuerzade uso que adquieren las p<strong>al</strong>abras, pero si éstas no pueden serfácilmente sustituidas debido a la costumbre, entonces convieneconvertirlas en conceptos operativos prácticos medianteuna delimitación más específica de su contenido.El <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> contemporáneo es pues un <strong>sistema</strong>soci<strong>al</strong>, histórico, cerrado y heterogéneo; está integrado por colec-


Sobre el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>223tividades humanas organizadas por poderes políticos independientese influido por todos los factores soci<strong>al</strong>es que emanande la interacción entre estas colectividades. El <strong>sistema</strong> es soci<strong>al</strong>,porque sólo se configura a raíz de la interacción que establecenlos grupos humanos entre sí para hacer posible su propiaexistencia. Histórico, porque tiene una trayectoria tempor<strong>al</strong> enla que los procesos observados constituyen la materi<strong>al</strong>izaciónde sus potenci<strong>al</strong>idades y, en cuanto a su configuración es elresultado de su propia evolución, cuyo análisis resulta indispensablepara lograr su comprensión. Cerrado, porque englobaya a la tot<strong>al</strong>idad de los procesos que ocurren en su espacio-tempor<strong>al</strong>idaddisponible y heterogéneo, porque los sub<strong>sistema</strong>s quelo integran son discontinuos ya que tienen establecidos diferentesciclos de asimilación y transformación de energía; esdecir, constituyen fases diferenciadas del <strong>sistema</strong>.Oran Young observa de manera muy atinada <strong>al</strong>go que seguramenteconstituye uno de los más serios obstáculos para laaceptación de la TGS en el ámbito de los estudios soci<strong>al</strong>es:La teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s -nos dice este autor- se ha aplicadomuy raramente <strong>al</strong> análisis de los fenómenos políticos en suforma extensa y bien integrada (para efecto de lo cu<strong>al</strong>, él mismosugiere que:) se requeriría de un elevado nivel de conciencia teóricay un programa sustanci<strong>al</strong> de análisis sistemático y un tantoabstracto. 1 ?OEl esfuerzo re<strong>al</strong>izado a lo largo de este trabajo pretende de<strong>al</strong>guna manera responder justamente a este reclamo. He buscadorepresentarme a la sociedad internacion<strong>al</strong> o <strong>al</strong> grupo decolectividades políticamente autónomas que pueblan el escenariointernacion<strong>al</strong> como un <strong>sistema</strong>, tratando de aprovecharlas ventajas que este esfuerzo an<strong>al</strong>ítico ya ha logrado en otroscampos del quehacer científico, para así dotar de significado <strong>al</strong>a interacción entre estos grupos humanos.HOOran Young, op. cit., p. 46.


224David J. SarquísMe parece que, de <strong>al</strong>guna manera, la ventaja del enfoqueconsiste en varios aspectos trascendent<strong>al</strong>es para una comprensióncientífica de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>: rigor conceptu<strong>al</strong>,modelos operativos claros, incorporación de diversas variablespara observar el comportamiento del <strong>sistema</strong>, análisis de trayectoriashistóricas y posibilidad de prospectivas enriquecedoras,entre otras cosas.No obstante, es claro que aquí sólo queda la propuesta delo que se puede hacer desde una perspectiva sistémica con elanálisis internacion<strong>al</strong>. La siguiente fase del proceso consiste enllevar todos estos elementos teóricos a la práctica con elestudio sistemático de casos concretos. El reto está planteado,y me parece que los cimientos sistémicos son sólidos paraintentar responderlo.


El objeto de estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es:principios básicos para unabúsqueda ontológicaLa búsqueda del conocimiento en relaciones internacion<strong>al</strong>esno está acabada; hoy menos que nunca,porque, como dijo Jaspers, todos los problemas esenci<strong>al</strong>esson problemas mundi<strong>al</strong>es y nuestra situación es lade la humanidad en su conjunto.FRtDERIC RAMELINTRODUCCIÓNEN UN universo cambiante, en el que el flujo continuo deldevenir parece ser la única constante, que además periódicamentebarre con la mayoría de las endebles certezasque pretenue haber <strong>al</strong>canzado el entendimiento humano,¿cómo podemos garantizar que efectivamente pisamosterreno finne cuando fin<strong>al</strong>mente afinnamos conocer <strong>al</strong>go?,como podemos, en otras p<strong>al</strong>abras, v<strong>al</strong>idar nuestros rasgosde certeza cuando nuestro objeto de estudio está enconstante devenir?En ese ambiente inestable en el que las cosas continuamentedejan de ser lo que son para convertirse en <strong>al</strong>gomás, ¿qué estudiar?, ¿cómo delimitar y abordar nuestroobjeto de estudio, para definir cuáles son sus rasgosesenci<strong>al</strong>es?, ¿de qué manera nos lo podemos representarmás convenientemente para así captar su significado225


226con mayor precisión? Estas son <strong>al</strong>gunas de las interrogantesfundament<strong>al</strong>es que tradicion<strong>al</strong>mente se encuentran en la basede toda actividad intelectu<strong>al</strong> que pretende <strong>al</strong>canzar el nivel decientífica 171 en el análisis de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>. El estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es no es una excepción. En este sentido,el internacion<strong>al</strong>ista como estudioso tiene la responsabilidad deaprender a ubicarse a sí mismo como un sujeto cognoscente histórica,geográfica y cultur<strong>al</strong>mente determinado ante un objetode estudio propio y claramente establecido, el cu<strong>al</strong>, a pesar de sunatur<strong>al</strong>eza difusa y cambiante tratará de comprender y explicar. mComoinvestigador, el internacion<strong>al</strong>istacompartebásicamentetoda esa problemática que ya conocen bien desde hace muchotiempo los estudiosos de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> en sus múltiples facetasy niveles de reflexión: la situación del an<strong>al</strong>ista como observador(objetividad), el proceso de selección de datos, los mecanismosde interpretación de la información, los esquemas de v<strong>al</strong>idación,la v<strong>al</strong>oración de la intencion<strong>al</strong>idad de los actores observados, latoma de decisiones para determinar cursos de acción, el papel dela intencion<strong>al</strong>idad en los asuntos humanos, las posibilidadesde control y previsión de los fenómenos estudiados; en fin, todoese cúmulo de problemas que, desde siempre han representado un171 La idea de re<strong>al</strong>izar análisis soci<strong>al</strong> con una perspectiva científica ha sido origende fuertes y añejas polémicas que están lejos de haber quedado satisfactoriamente resueltas.Sus partidarios se sustentan en el progreso materi<strong>al</strong> y el creciente entendimiento delmundo natur<strong>al</strong> que ha <strong>al</strong>canzado el ser humano impulsado por el desarrollo del pensamientocientífico. Los críticos argumentan la imposibilidad de aplicar una metodologíacientífica a un objeto de estudio tan complejo y distinto como es la sociedad humana.Mi posición sobre el particular es que, con todo y sus limitaciones, el rigor del pensamientocientífico, su aparato crítico de autoev<strong>al</strong>uación, su búsqueda sistemática de regularidadespara elaborar cuidadosas gener<strong>al</strong>izaciones sobre la base del principio de lacaus<strong>al</strong>idad, siguen siendo hoy en día el mejor instrumento en el esfuerzo cognoscitivoque re<strong>al</strong>iza el ser humano por comprenderse a sí mismo, sus obras y sus relaciones, perosobre todo, por tratar de superarse, sin que este proceso sea necesariamente excluyentede otras formas de conocimiento.172 Ningún estudioso de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> es enteramente un observador pasivo y exclusivamentededicado a la labor de contemplación por más que pretenda serlo. T<strong>al</strong> y comola filosofía de la praxis ha puesto claramente de manifiesto, pensar el mundo es necesariamenteparte del desempeñarse en él y, desde este punto de vista, todo esfuerzo cognoscitivoimplica una guía para la acción humana que construye la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es227enorme reto en términos de procedimientos y maneras de abordarel estudio de todo lo humano-soci<strong>al</strong>.No obstante, además de las dificultades mencionadas, el aspirantea especi<strong>al</strong>ista en nuestra área tiene un problema adicion<strong>al</strong> ymuy complejo, que es el de una identificación y demarcación claray precisa, capaz de permitir la difinición de un objeto de estudiopropio: es decir, un segmento de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> que a él le competede manera privilegiada (que no exclusiva) como zona deobservación y análisis (con respecto a los demás estudiososde la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>) y que, en t<strong>al</strong> virtud, justifica su propia existenciacomo profesion<strong>al</strong> en el área de los estudios soci<strong>al</strong>es, comoun especi<strong>al</strong>ista diferenciado de los demás; un especi<strong>al</strong>ista con supropia razón de ser. Esta cuestión resulta fundament<strong>al</strong>, ya queen caso de no poder resolverse de manera satisfactoria, las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, como esfuerzo disciplinario, sólo podríanexistir, en el mejor de los casos, <strong>al</strong> amparo de <strong>al</strong>guna otra matrizdisciplinaria, como de hecho se ha propuesto desde hacetiempo. 173Esta dificultad adicion<strong>al</strong> que padecen los internacion<strong>al</strong>istasderiva, en cierta medida de la aparición relativamente tardía delas relaciones internacion<strong>al</strong>es como esfuerzo disciplinario. Tomassinihace eco de muchas voces cuando señ<strong>al</strong>a: "por ser una delas disciplinas másjóvenes dentro de las ciencias soci<strong>al</strong>es, el estudiode la política internacion<strong>al</strong> sufrió de una prolongada indefiniciónen cuanto a su campo de estudio, indefinición que en sutiempo afectó a otras disciplinas más antiguas". 174173 La cuestión de la autonomía disciplinaria en ciencias soci<strong>al</strong>es es particularmentepolémica. Las líneas de demarcación entre los campos de estudio, aunque necesarias, debenser obligadamente tenues. En este sentido, si bien sigue siendo didácticamente convenienteenfatizar las diferencias entre los campos de acción correspondientes a cada disciplina,de ninguna manera podrán soslayarse las semejanzas que permean todo e! trabajode indagación soci<strong>al</strong>: las zonas de traslape son inevitables. No obstante, dada la amplitudy complejidad de! universo de lo humano-soci<strong>al</strong>, la especi<strong>al</strong>ización también resultaimprescindible.174 Luciano Tomassini, Relaciones internacion<strong>al</strong>es: teoría y práctica, 1988, p. 3.


228David J. SarquísEfectivamente, cuando fin<strong>al</strong>mente surge la disciplina, aprincipios de la década de los años veinte del siglo pasado, <strong>al</strong> términode la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong>, y precisamente como unintento de respuesta a la magnitud del desastre que ésta habíarepresentado para la comunidad de naciones europeas, la re<strong>al</strong>idadsoci<strong>al</strong> ya había sido, de <strong>al</strong>guna manera "repartida" entre diversasespeci<strong>al</strong>idades o subespeci<strong>al</strong>idades del análisis soci<strong>al</strong>, que através de la disección del complejo universo de lo humano-soci<strong>al</strong>intentaban (<strong>al</strong>gunas de ellas incluso con una tradición milenaria)su entendimiento y, en la medida de lo posible, su control. Noobstante, esa búsqueda se había re<strong>al</strong>izado desde una perspectivapredominantemente endógena, respondiendo <strong>al</strong> matiz esenci<strong>al</strong>mente"loc<strong>al</strong>" que, como miembro de una colectividad organizadaadoptaba cada autor 175 y, en el mejor de los casos, proyectabahacia el entendimiento del mundo "externo".De este modo, aunque de tiempo atrás había la intuición dela existencia de un terreno aun no debidamente explorado enrelación con el trato de las "naciones" o, mejor dicho, las comunidadespolíticamente autónomas (que ya hemos referido en elcapítulo anterior) entre sí, no era del todo claro que ese trabajo deindagación requiriera del surgimiento de una nueva disciplina soci<strong>al</strong>,debidamente diferenciada de las ya existentes.En otras p<strong>al</strong>abras, no parecía haber argumentos suficientes<strong>al</strong> arranque de nuestra existencia disciplinaria, para demostrarque el análisis internacion<strong>al</strong> no pudiera llevarse a cabo exitosamentey a profundidad desde la óptica de otras ciisciplinasm Existen, desde luego notables excepciones de autores con una visión intrínsecamentecosmopolita. cuyo pensamiento tiene un claro perfil. glob<strong>al</strong>, como se diría hoyen día. Sólo a manera de ejemplo quisiera mencionar el caso del historiador Polibio,quien en su reflexión sobre las conquistas romanas del siglo III a.e. escribe: "En épocasanteriores a éstas, sucedía que los acontecimientos del mundo estaban como dispersos,porque eran diferentes, tanto por las iniciativas como por los resultados, así como porlos lugares. Pero, a partir de esta época, la historia se convierte en <strong>al</strong>go orgánico y loshechos de It<strong>al</strong>ia y de África se entrelazan con los de Asia y los de Grecia y todos ellosacaban por hacer referencia a un único fin", cfr. Polibio, Selección de Historias. 1986, p. 32,cursivas del autor.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es"".,.. '229que, en la práctica ya tenían <strong>al</strong>gunavertiente o perspectiva internacion<strong>al</strong>desarrollada. Después de todo, el fenómeno internacion<strong>al</strong>como cuestión práctica ya había sido observado como t<strong>al</strong> y comentadopor historiadores, filósofos, juristas, politólogos yeconomistas desde hacía mucho tiempo; 176 los propios historiadoresde la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>es reconocenpara su desarrollo antecedentes tan remotos como la obra delhistoriador griego Tucídides, quien nos refiere la guerra del Peloponesoocurrida en el siglo v anterior a la era cristiana, o la delfilósofo y estadista indio, Kautylia, consejero del emperadorChandragupta II en el siglo III antes de Cristo.Posteriormente encontramos antecedentes disciplinarios delas relaciones internacion<strong>al</strong>es en autores mediev<strong>al</strong>es tan renombradoscomo San Agustín, John de S<strong>al</strong>isbury o Marcelo de Padua,incluso en destacados autores musulmanes como Ibn Kh<strong>al</strong>dúno Al Arabi. Para todos ellos, desde una u otra perspectiva, hayuna dimensión univers<strong>al</strong> y genérica en la que se mueve la humanidadentera, concebida como un todo, independientemente delas expresiones particulares que pudiera tener cada grupo humanovisto como singularidad histórico-soci<strong>al</strong>.Ya en la era moderna, los nombres de autores como Maquiavelo,Hobbes, Grocio, entre muchos otros, procedentes delas más diversas áreas en estudios soci<strong>al</strong>es no son del todo ajenos<strong>al</strong> desarrollo disciplinario de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,177 auncuando, por razones históricas, el énfasis princip<strong>al</strong> de sus textosesté puesto en la manifestación singular, es decir "loc<strong>al</strong>" de la176Al escribir la historia de las relaciones internacion<strong>al</strong>es como esfuerzo disciplinario,no debe perderse de vista la distinción entre objeto materi<strong>al</strong> y objeto form<strong>al</strong> de la disciplina,En el primer caso, el fenómeno internacion<strong>al</strong> tiene una larga trayectoria histórica;la reflexión sobre él, en cambio no sólo es más reciente, sino que pertenece a un planodistinto de consideración, cfr, por ejemplo, Rafael C<strong>al</strong>duch Cervera, Relaciones internacion<strong>al</strong>es,Madrid, 199L177 Existe todavía un debate, no del todo ocioso, respecto de la propiedad de llamarrelaciones internacion<strong>al</strong>es <strong>al</strong> flujo de interacciones entre comunidades políticamente organizadasanteriores <strong>al</strong> surgimiento de los estados nacion<strong>al</strong>es <strong>al</strong> cu<strong>al</strong> nos referiremos enun capítulo posterior,


230David J. Sarquísexperiencia humana. ¿Por qué, entonces, habría de crearse unanueva disciplina diferente de todas las demás, o peor aún, porencima de ellas?, ¿a qué se iba dedicar el nuevo especi<strong>al</strong>ista?, ¿cuálsería concretamente su labor y, más aún, su aportación? A másde ocho décadas de haber planteado estas interrogantes, losintentos de respuesta distan aún del consenso gener<strong>al</strong>izado,por lo que la identidad propia del internacion<strong>al</strong>ista como profesion<strong>al</strong>autónomo en el terreno de las ciencias soci<strong>al</strong>es es aúnincierta. 178Esta incertidumbre ha propiciado una prolongada crisis deidentidad entre los internacion<strong>al</strong>istas, misma que durante muchotiempo les ha impedido reconocerse y sustentarse como profesion<strong>al</strong>espor derecho propio en el área de los estudios soci<strong>al</strong>esy que sólo gracias a la intensa dinámica y creciente complejidaddel escenario internacion<strong>al</strong>, especi<strong>al</strong>mente durante el últimocuarto de siglo, fin<strong>al</strong>mente empieza a resolverse, en la medidaque se vislumbra con mayor claridad la existencia re<strong>al</strong> de unobjeto de estudio propio que, efectivamente requiere del concursode un especi<strong>al</strong>ista, el cu<strong>al</strong> no tiene que brotar de la síntesisabigarrada de todos los demás esfuerzos disciplinarios en tornoa lo soci<strong>al</strong>, sino que, de hecho trabaja en un ámbito especificode su incumbencia, donde la fenomenología soci<strong>al</strong> observable sediferencia claramente de lo que ocurre en los distintos planosnacion<strong>al</strong>es o como resultado de una relación meramente casu<strong>al</strong>,esporádica y azarosa entre unidades políticamente autónomas.En este sentido no parece sano culpar a los estudiosos por nohaber distinguido con claridad un objeto de estudio propio par<strong>al</strong>as relaciones internacion<strong>al</strong>es antes de nuestra época. Aunquehoy en día pueda argumentarse consistentemente que dichoobjeto ya existía desde hace mucho tiempo, resulta perfectamenteexplicable que tanto la gente común como los an<strong>al</strong>istas de178 No es sino hasta fecha relativamente reciente que la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>esempieza a impartirse como especi<strong>al</strong>idad propia desde los niveles de licenciatura,aun cuando en muchas universidades de Estados Unidos y de Europa, continúa comoárea de subespeci<strong>al</strong>idad en ciencia política o en sociología.


El231épocas anteriores lo pasaran por <strong>al</strong>to y centraran su atenciónpreferentemente en el acontecer inmediato de su propia re<strong>al</strong>idad,como muchos siguen haciendo hoy en día, lo cu<strong>al</strong> siempretiende a promover un enfoque provinciano o loc<strong>al</strong>ista de lare<strong>al</strong>idad en su conjunto (enfoque cuya versión extrema es, porsupuesto el chauvinismo) y un reduccionismo maniqueo, el cu<strong>al</strong>nos lleva a extrapolar las conclusiones que extraemos de laobservación de nuestro entorno inmediato hacia el resto delmundo y a privilegiar lo propio como lo más v<strong>al</strong>ioso, o incluso,lo único soci<strong>al</strong>mente válido en detrimento de las aportaciones quesiempre brinda el reconocer nuestras diferencias con los"otros".Peor aún, como la llamada re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> es de hecho unaconstrucción efectuada a partir de la interacción con los otros,nuestro enfoque provinciano o trib<strong>al</strong> nos lleva natur<strong>al</strong>mente aquerer imponer nuestros estilos y convicciones en el nuevoespacio creado a través del trato soci<strong>al</strong>. Ésta ha sido, históricamenteuna de las más notables tendencias características delllamado imperi<strong>al</strong>ismo cultur<strong>al</strong>.El acelerado proceso glob<strong>al</strong>izador de cierre del siglo xx hacontribuidosustanci<strong>al</strong>mentea cambiarlafuerza argumentativadel trib<strong>al</strong>ismo tradicion<strong>al</strong>. Como señ<strong>al</strong>a Smith:las tierras <strong>al</strong>rededor del planeta se han vuelto nuestro vecindario.China <strong>al</strong> cruzar la c<strong>al</strong>le; el Medio Oriente <strong>al</strong> abrir la puerta trasera.Los cambios que esta sitUación exige de todos nosotros -que hemossido repentinamente lanzados de nuestra posición provincianahasta el escenario del mundo- son asombrosos. Hace unos 2,500años se requirió de un individuo excepcion<strong>al</strong> como Diógenes paraproclamar no soy ateniense, ni griego, soy ciudadano del mundo.Hoy en día todos debemos luchar por asimilar esas p<strong>al</strong>abras comopropias. Cu<strong>al</strong>quiera que sea, sólo japonés, sólo norteamericanoo sólo orient<strong>al</strong> no es más que la mitad de un ser humano. Laotra mitad que late <strong>al</strong> pulso de toda la humanidad tiene aún queser despertadaY9179Houston Smith, World's religions, 1994, p. 13.


232David J. SarquísEl "achicamiento" del mundo a través del proceso de glob<strong>al</strong>izaciónes pues un proceso incontrovertible. Aunque se puedadiscutir razonablemente sobre su significado, su <strong>al</strong>cance históricoo sobre sus bondades, difícilmente se podrá negar la recomposiciónde estructuras que éste ha significado a esc<strong>al</strong>amundi<strong>al</strong>, en términos de rupturas con el trib<strong>al</strong>ismo, aun a pesarde las más exacerbadas reticencias impulsadas por la inerci<strong>al</strong>oc<strong>al</strong>ista. En otras p<strong>al</strong>abras, el espacio soci<strong>al</strong> creado por la interacciónde los actores internacion<strong>al</strong>es se ha hecho más claramentevisible, <strong>al</strong> punto en que difícilmente puede ser ignoradohoy en día.Al contemplar los estragos propiciados por los choquescultur<strong>al</strong>es <strong>al</strong>rededor del mundo, Revel escribe:no parece pues, el momento adecuado para hablar de una civilizacióncomún, cuando la humanidad se lanza de nuevo deliberadamentehacia la fragmentación, glorifica la incomprensión recíprocay voluntaria de las culturas. ¿Hemos estado <strong>al</strong>guna vez más <strong>al</strong>ejadosde un <strong>sistema</strong> de v<strong>al</strong>ores univers<strong>al</strong>mente compartidos? Sinembargo, la contradicci6n s610 es flagrante en apariencia. Por diversasque sean todas las civilizaciones, viven hoy en una perpetua interacci6n,cuya resultante común, a la larga pesará cada vez más sobrecada una de ellas que sus particularidades separadoras. 18DDesde mi punto de vista, es justamente este mundo"achicado"por efecto de una interacción más estrecha entre todos losdiversos actores del escenario internacion<strong>al</strong> contemporáneo loque nos permite vislumbrar con mayor claridad esa dimensiónnovedosa de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> que corresponde <strong>al</strong> internacion<strong>al</strong>istacomo "zona de trabajo" y que, en consecuencia, define asu objeto de estudio. En este nivel de la re<strong>al</strong>idad se encuentrany se confrontan v<strong>al</strong>ores, principios, nociones, necesidades, recursosy gente procedente de los más diversos ambientes cultur<strong>al</strong>es.Su contacto pierde entonces cu<strong>al</strong>quier carácter accident<strong>al</strong>"" Jean-Fran~oisRevel, El conocimiento inútil, 1990, p. 16, cursivas del autor.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>eso casuístico y se convierte en una relación necesaria y de influenciasrecíprocas, es decir, una relación orgánica, característica detodo lo vivo; una relación sistémica en el que lo diverso tiende ahomogeneizarse (no sin oposiciones) ya recomponerse de maneracíclica. La experiencia humana en su conjunto, prácticamentedesde sus <strong>al</strong>bores puede ser provechosamente an<strong>al</strong>izadadesde esta perspectiva.El estudio de este segmento de la re<strong>al</strong>idad no puede re<strong>al</strong>izarsede manera satisfactoria, como un simple agregado mecánicode saberes parci<strong>al</strong>es, o como una mera extensión "haciafuera" de lo que las otras ciencias soci<strong>al</strong>es han dicho respectodel ámbito "interno" de las colectividades humanas que las. .VIeron surgIr.La re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> constituye un ámbito distinto (aunqueciertamente no separado) de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> y por lo tanto requierede un nivel de análisis d~ferenciado que no se limita a cuestiones degrado; hay que hacer entonces una importante diferenciacióncu<strong>al</strong>itativa en el reconocimiento del objeto de estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es y los procedimientos para abordarlo;hay que desarrollar una perspectiva cosmopolita y aglutinadorade la experiencia humana en su conjunto, como la que nos sugierePolibio en el siglo II a.e. o el espíritu univers<strong>al</strong> de Diógenesen el siglo IV a.e. en contraposición (pero a la vez como complemento)de la visión fragmentadora y loc<strong>al</strong>ista que había prev<strong>al</strong>ecidohasta nuestros días a la hora de pensar en la historiaunivers<strong>al</strong>.No obstante, debemos ser cuidadosos; la diferencia degrado que caracteriza <strong>al</strong> ámbito de lo internacion<strong>al</strong> no debe serconsiderada, desde mi punto de vista, como una brecha ins<strong>al</strong>vableque desconecta a lo internacion<strong>al</strong> del resto de la experienciasoci<strong>al</strong>, de la cu<strong>al</strong>, el elemento internacion<strong>al</strong> sigue siendo uncomponente. He ahí pues el reto, saber reconocer en simultáneo lasdiferencias que separan a lo internacion<strong>al</strong> respecto del resto de laexperiencia soci<strong>al</strong>, sin perder de vista las semejanzas que indudablementele siguen vinculando con ella.


234David J. SarquísSin embargo, hay que señ<strong>al</strong>ar que el análisis internacion<strong>al</strong>no es meramente un esfuerzo de síntesis disciplinaria de las otrasciencias soci<strong>al</strong>es, a pesar de que esta idea ha estado en bogadurante mucho tiempo. Couloumbis y Wolfe señ<strong>al</strong>an sobre eldebate relacionado con el estatus de las relaciones internacion<strong>al</strong>esque, para <strong>al</strong>gunos, éstas sólo pueden ser entendidas comouna subdivisión del campo más amplio de la ciencia política,haciendo énfasis en el estudio de los fenómenos políticos a esc<strong>al</strong>aglob<strong>al</strong>, mientras que para otros, los problemas propios de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es sólo pueden ser abordados por gruposde investigación interdisciplinarios, capaces de aprovecharla experiencia de varias disciplinas como la ciencia política; laeconomía, la sociología, la psicología, la antropología, la administraciónde empresas o la administración pública, la ingeniería,la química, la física, la cibernética, y las ciencias de lacomunicación, por nombrar <strong>al</strong>gunas. 1BlDesde mi punto de vista, este enfoque, no sólo distorsionapor completo la posibilidad de ver con claridad nuestro objetode estudio como un todo articulado y diferenciado, sino que es,además, en gran parte la causa directa más evidente de la crisisde identidad que durante mucho tiempo ha afectado a los internacion<strong>al</strong>istas,<strong>al</strong> reducirlos a meros apéndices del objeto deestudio de otros desarrollos disciplinarios.Tomassini retoma la misma noción apuntando que elproblema de la definición de un objeto de estudio propio par<strong>al</strong>as relaciones internacion<strong>al</strong>es se agrava debido <strong>al</strong> número yvariedad de las variables que intervienen en este campo, por loque se debe acudir a otras disciplinas como la historia, la cienciapolítica y la economía, a lo que añade enfático: "uno de los princip<strong>al</strong>esobstáculos a la consolidación de los estudios internacion<strong>al</strong>escomo disciplina académica y a su ulterior modernización,radicó durante mucho tiempo en la imposibilidad de trascender181 T. Couloumbis y J. Wolfe, Introduction to Internation<strong>al</strong> Relations: power andjustice, 1986, p. 20.


Eluna visión unidisciplinaria, ya fuera ésta proveniente de la diplomacia,la historia, el derecho, o la geografía".182Esta manera de proceder no es, en re<strong>al</strong>idad ajena <strong>al</strong> trabajogener<strong>al</strong> de la ciencia. Según señ<strong>al</strong>a Kamaryt:todas y cada una de las disciplinas científicas o filosóficas se nospresentan como un <strong>sistema</strong> abierto, esto quiere decir que no puedenser cab<strong>al</strong>mente comprendidas en términos de sus propios elementosinternos. Incluso el <strong>sistema</strong> lógico más consistente, a cierto niveltiene que s<strong>al</strong>ir de sí mismo y traspasar sus propios límites. 183Ciertamente, el desarrollo disciplinario de las relaciones internacion<strong>al</strong>estiene mucho que ver con esta situación. Dada launidad subyacente a la diversidad que nosotros percibimos <strong>al</strong>observar el mundo materi<strong>al</strong>, muy difícilmente vamos a encontrarun aspecto de la re<strong>al</strong>idad que pueda ser reclamado comopatrimonio exclusivo de cu<strong>al</strong>quier desarrollo disciplinario. Eneste sentido es claro que la inter, multi y transdisciplinariedadconstituyen reglas básicas para el desarrollo de la ciencia contemporánea.Volveremos sobre este punto más adelante.No obstante, como ya he señ<strong>al</strong>ado, mi propio punto devista es que el análisis internacion<strong>al</strong> visto como un esfuerzode síntesis de las ciencias soci<strong>al</strong>es contribuye a fomentar laimagen del internacion<strong>al</strong>ista como la de un advenedizo y usurpadorque se nutre robando materia de estudio a disciplinas yaconsolidadas. Ciertamente, nuestra disciplina comparte problemas,especi<strong>al</strong>mente de carácter epistemológico y metodológicocon el resto de las ciencias soci<strong>al</strong>es y se puede beneficiar conamplitud del camino recorrido por todas ellas, t<strong>al</strong> y como senutre el desarrollo gener<strong>al</strong> de la ciencia a partir de sus experienciasparticulares en cada una de sus ramas, pero no es necesario"meter a la batidora" porciones de todas las demás disciplinas182Tomassini, op. cit., pp. 3-4.183 Jan Kamaryt, From science to metascience and philosophy, 1973, p. 84.


236David J. Sarquissoci<strong>al</strong>es o de su experiencia epistemológica, para extraer de ahíel conocimiento de lo internacion<strong>al</strong>.Aunque suene reiterativo, es fundament<strong>al</strong>, en cambio, reconocerque lo internacion<strong>al</strong> como objeto de estudio es un ámbitofenomenológico diferenciado y de mayor complejidad que elámbito loc<strong>al</strong> en el que tradicion<strong>al</strong>mente se habían desarrolladoel resto de las disciplinas soci<strong>al</strong>es. Es decir, que hay una cuestiónde cambio de nivel de la re<strong>al</strong>idad, la cu<strong>al</strong> obliga <strong>al</strong> cambio de enfoqueen el análisis. Desde esta perspectiva no debemos perder devista que, como hemos venido señ<strong>al</strong>ando, los impactos de distintasrevoluciones científicas y tecnológicas liter<strong>al</strong>mente han"achicado" <strong>al</strong> mundo, especi<strong>al</strong>mente en el curso del último siglo,acercando a los pueblos de la tierra a niveles hasta cierta épocainsospechados, obligándoles así a convivir más estrechamentey en gran medida, a compartir un solo destino, generando deeste modo una problemática novedosa en un sector de la propiare<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> comparativamente poco explorado, sobre tododesde una perspectiva integr<strong>al</strong> como la que exige el análisis deun <strong>sistema</strong> complejo.Esta re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> es hoy por hoy, en los umbr<strong>al</strong>es deltercer milenio de la era cristiana, predominantemente internacion<strong>al</strong>y como t<strong>al</strong> debe abordarse, tanto para el análisis comoen términos de desempeño práctico. En virtud de lo anterior,puede decirse que el conocimiento soci<strong>al</strong> acumulado por el restode las disciplinas soci<strong>al</strong>es es condición necesaria para avanzaren el entendimiento del escenario internacion<strong>al</strong>, mas no suficientepara su comprensión cab<strong>al</strong>. He ahí el reto actu<strong>al</strong> para la disciplinade las relaciones internacion<strong>al</strong>es: trascender los límites delas ciencias soci<strong>al</strong>es clásicas para así poder ubicarse en el planode acción de los actores de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, dondese construye la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> contemporánea en un medio oambiente que aún dista de haber sido debidamente caracterizadoy explicado.Pensar, sin embargo que el fenómeno internacion<strong>al</strong> es exclusivamentemoderno o contemporáneo conduce también a una


El237distorsión que nos puede llevar a olvidar fácilmente que el fenómenointernacion<strong>al</strong> es, <strong>al</strong> mismo tiempo, como todos los fenómenossoci<strong>al</strong>es, histórico y que su comprensión cab<strong>al</strong> no puedeprescindir de este importante ángulo de observación de lo soci<strong>al</strong>.Esta cuestión relativa <strong>al</strong> carácter histórico de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es será tratada en un capítulo posterior.Desafortunadamente, este reconocimiento del campo deacción distintivo con un objeto de estudio propio todavía no setraduce con claridad y contundencia en <strong>al</strong>gunos de los planesde estudios universitarios, a través de los cu<strong>al</strong>es se pretende preparara los especi<strong>al</strong>istas del área. Muchos de esos planes configurantodavía un collage que ciertamente da la impresión de haber"robado materia de trabajo" a los especi<strong>al</strong>istas de otras áreas delos estudios soci<strong>al</strong>es, para dar una "barnizada" superfici<strong>al</strong> a unestudioso que aspira a saber "de todo un poco", sin profundizarlo suficiente en nada, de donde procede la imagen desvirtuadadel internacion<strong>al</strong>ista como un "todólogo" m<strong>al</strong> logrado.Existen por supuesto diversas propuestas tendientes a respondera este dilema; desde lo muy puntu<strong>al</strong> y concreto en elintento por vislumbrar un objeto de estudio propio para las relacionesinternacion<strong>al</strong>es; como la idea de que el campo de estudioespecífico para el internacion<strong>al</strong>ista es la política exterior de losestados y los instrumentos para su ejecución (la diplomacia),incluyendo <strong>al</strong>gunas ideas más inclusivas como la política internacion<strong>al</strong>,aunque no por ello dejan de considerar a las relacionesinternacion<strong>al</strong>es como subdisciplina de otra área mejor establecida(en este caso, de la ciencia política); hasta las visiones integr<strong>al</strong>esmás abstractas, como la que propone que el verdadero objetode estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es es la conformacióny desarrollo, articulación y funcionamiento de la sociedad internacion<strong>al</strong>,que también, en el caso de <strong>al</strong>gunos de sus mejores exponentes,nos remite a la matriz disciplinaria de la sociología. 184184 Cfr, Georg Sehwarzemberger, La política del poder, 1960; RaymondAron, Peace andwar: a theory ofinternation<strong>al</strong> relations, 1967, o Maree! Merie, Sociología de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, 1976,


238David J. SarquísEl argumento princip<strong>al</strong> en contra de la idea de una autonomíadisciplinaria para las relaciones internacion<strong>al</strong>es se centra en lanoción de que las relaciones entre los partícipes en un escenariointernacion<strong>al</strong> son, después de todo, relaciones soci<strong>al</strong>es básicas,igu<strong>al</strong>es a las que se dan <strong>al</strong> interior de los grupos ya constituidosy normados por una autoridad centr<strong>al</strong> y que son estudiadas porotras disciplinas soci<strong>al</strong>es, lo cu<strong>al</strong> es sólo parci<strong>al</strong>mente cierto,pues si bien las relaciones entre actores de un escenario internacion<strong>al</strong>son, efectivamente, relaciones soci<strong>al</strong>es básicas (lucha depoder, problemas de organización de los ciclos productivos,intercambios comerci<strong>al</strong>es, influencias cultur<strong>al</strong>es, intentos de creaciónde una normatividad institucion<strong>al</strong>, etcétera), éstas, comose ha señ<strong>al</strong>ado, se dan en un ámbito distinto <strong>al</strong> que prev<strong>al</strong>eceen el escenario soci<strong>al</strong> interno de cu<strong>al</strong>quiera de los participantes,lo cu<strong>al</strong> les otorga un perfil claramente diferenciado (que no enteramentedistinto).En otras p<strong>al</strong>abras, las relaciones internacion<strong>al</strong>es, como objetomateri<strong>al</strong>, son relaciones soci<strong>al</strong>es que ocurren, es decir, tienen lugar enuna dimensión distinta de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>: en un nivel diferenciado<strong>al</strong> del plano interno en el que ocurren las relaciones soci<strong>al</strong>esbásicas yeso las hace cu<strong>al</strong>itativamente distintas. La diferencia másobvia (aunque no la única) es la ausencia de una autoridad form<strong>al</strong>por encima de todos los actores involucrados en el escenario, capazde regular form<strong>al</strong>mente la actuación de cada uno de ellos, locu<strong>al</strong> nos remite <strong>al</strong> universo hobbesiano del estado de natur<strong>al</strong>ezaanterior a la etapa de un orden soci<strong>al</strong> concertado. Los actores delas relaciones internacion<strong>al</strong>es tienen que desempeñarse en unámbito en el que las estructuras jurídicas, en el mejor de los casos,son débiles y el orden institucion<strong>al</strong> incipiente, lo cu<strong>al</strong>, evidentementeles expone a una mayor influencia por parte de los poderososy tiende a exacerbar el juego de poder, es clara que en estascondiciones, las lecciones de la ciencia política son lectura obligadapara los internacion<strong>al</strong>istas.Esta observación, desde luego, dista mucho de ser nueva,la encontramos entre muchos de los clásicos del pensamiento


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es239internacion<strong>al</strong>. Lo novedoso sería, en todo caso, la concienciade que ese ámbito o dimensión en el que se desempeñan losactores internacion<strong>al</strong>es es <strong>al</strong>go más que un mero agregado deunidades políticamente autónomas, que se desempeñan porcuenta propia como si fuesen unidades independientes y ajenas <strong>al</strong>a influencia del exterior. Es, de hecho, un espacio sistémico enel que el todo es claramente <strong>al</strong>go más que la suma mecánicade sus partes y que resultaría prácticamente inexplicable si tuviésemosque considerar a las partes como componentes accident<strong>al</strong>esque pudiesen disociarse de la experiencia colectiva comoexpresión de un acto meramente volitivo.Debe también considerarse el hecho de que los llamadosactores del escenario internacion<strong>al</strong>, es decir, las entidades concapacidad para generar hechos internacion<strong>al</strong>es son básicamenteentidades de carácter colectivo. Como explica Colard: "La origin<strong>al</strong>idadde la sociedad internacion<strong>al</strong>, en comparación con lasociedad política interna radica en su estructura. Mientras quela primera se compone de individuos, esta última está constituidapor estados jurídicamente soberanos e igu<strong>al</strong>es."lasEstán, adicion<strong>al</strong>mente y por encima de su igu<strong>al</strong>dadjurídica,las cuestiones de las diferencias, tanto cultur<strong>al</strong>es como económicas,políticas y soci<strong>al</strong>es entre los miembros constituyentesde la sociedad internacion<strong>al</strong>, mismas que generan <strong>sistema</strong>s dev<strong>al</strong>ores y principios de agrupación marcadamente diferenciados.El mosaico humano es tan heterogéneo en este plano, que laconvivencia se torna, sólo por ello, notablemente más difícil yel intento de institucion<strong>al</strong>ización, casi imposible.La justificación, entonces para el desarrollo de una disciplinaautónoma de las relaciones internacion<strong>al</strong>es radica fundament<strong>al</strong>menteen el descubrimiento y la posterior caracterización de un área osegmento de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, ubicado en una dimensión diferentede aquella en la que tradicion<strong>al</strong>mente se dan las relaciones soci<strong>al</strong>es'''Daniel Colard, Les Relations Internation<strong>al</strong>es, 1981, p. 9.


240David J. Sarquíscontroladas por una autoridad estat<strong>al</strong>, en donde efectivamente, seda el caso de un monopolio leg<strong>al</strong> del poder, capaz de institucion<strong>al</strong>izar<strong>al</strong> grupo. Es en este otro contexto, carente de estructurasinstitucion<strong>al</strong>es sólidas que deben precisarse puntu<strong>al</strong>mente lossignificados de conceptos como: la sociedad internacion<strong>al</strong>, el <strong>sistema</strong>internacion<strong>al</strong>, la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, los actores y losfactores internacion<strong>al</strong>es, las instituciones internacion<strong>al</strong>es ytodos los demás que aparecen asociados a la idea del objeto deestudio propio para nuestra disciplina y abordarlo desde una perspectivacapaz de permitir el desarrollo de una identidad distintivapara nuestra especi<strong>al</strong>idad.Las relaciones internacion<strong>al</strong>es no tratan pues, sólo sobre elhecho de que las relaciones soci<strong>al</strong>es básicas que ocurren <strong>al</strong> interiorde los estados se "proyecten hacia fuera", lo cu<strong>al</strong> conducea una concepción mecanicista de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, comouna mera repetición ampliada de lo que ocurre en el plano interno;enfoque que obviamente privilegia las semejanzas y se olvidade las diferencias que separan a los dos planos.T<strong>al</strong> concepción conduce <strong>al</strong> equívoco frecuente de señ<strong>al</strong>ar queel objeto de estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es es idéntico<strong>al</strong> de otras ciencias soci<strong>al</strong>es, por ejemplo, <strong>al</strong> de la ciencia política,por lo que, como Jano, el dios mitológico de las dos caras, sólohabría que distinguir entre la ciencia política interna y la cienciapolítica exterior, la primera consagrada a los problemas nacion<strong>al</strong>esy la otra a los internacion<strong>al</strong>es, de donde el objeto de estudioy los métodos para abordarlos serían idénticos en ambos casos,sólo que proyectados hacia un ámbito geográfico distinto,186 locu<strong>al</strong>, de suyo, debería sugerir ya <strong>al</strong>guna diferencia cu<strong>al</strong>itativaa considerar en los procesos de análisis.T<strong>al</strong> enfoque, no sólo reduce de manera simplista el amplioespectro de la interacción entre los actores internacion<strong>al</strong>es a lanoción minim<strong>al</strong>ista de la lucha de poder sino que, además ignora186Ibidem, p. 12.


El241por completo la idea de esta interacción como parte de un procesode fusión progresiva y fragmentación <strong>al</strong>ternada entre losactores de la escena internacion<strong>al</strong>, proceso a través del cu<strong>al</strong> periódicamentese reorganiza y se reestructura el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>,t<strong>al</strong> como lo demuestra la experiencia histórica, sobre labase de unjuego di<strong>al</strong>éctico permanente entre factores internosy externos a cada grupo soci<strong>al</strong>, lo cu<strong>al</strong> contribuye a configurarla noción siBtémica del escenario internacion<strong>al</strong> como un todo orgánico,que decididamente representa <strong>al</strong>go más que la mera sumamecánica de partes que se expresan a través de políticas aisladasen defensa de su interés nacion<strong>al</strong>.Las relaciones internacion<strong>al</strong>es pues, desde el punto de vistadisciplinario no tienen por qué ser vistas como un collage artificiosamentearmado con extensiones de otras disciplinas, ya queposeen, como intentamos demostrar en este capítulo, un objetode estudio propio, sobre el cu<strong>al</strong> trabajar de manera integr<strong>al</strong> conuna óptica claramente diferenciada de la que tienen las disciplinassoci<strong>al</strong>es abocadas <strong>al</strong> análisis de los fenómenos que ocurren<strong>al</strong> interior de fronteras institucion<strong>al</strong>mente definidas.ALGUNAS PRECISIONES CONCEPTUALESSOBRE EL OBJETO DE ESTUDIO DELAS <strong>RELACIONES</strong> <strong>INTERNACIONALES</strong>Vamos entonces a explorar <strong>al</strong>gunas de las nociones básicas quese han trabajado ya desde una perspectiva claramente internacion<strong>al</strong>,hasta llegar a la noción de orden internacion<strong>al</strong> que nosinteresa destacar, por su utilidad, para los propósitos de esta investigación.Por la importancia que reviste, incluso a partir delnombre mismo de la disciplina, el primer concepto a tomar encuenta, en el intento por identificar un objeto de estudio propiopara el internacion<strong>al</strong>ista, desde el punto de vista adoptado parael desarrollo de este trabajo es el concepto de nación.


242David J. SarquísLA NACIÓNEl principio axiomático que tomamos como punto de partidaes la idea de que el hombre (concebido en términos genéricos) esun ser gregario y que como t<strong>al</strong>, está biológicamente condicionadopara vivir en grupos. Ernest Hemingway lo dice con tod<strong>al</strong>a profundidad de la concepción filosófica y la belleza del espírituliterario: un hombre sólo no tiene sentido. La experienciahumana es pues esenci<strong>al</strong>mente colectiva, en el sentido de que,la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> se crea, es decir, se construye sobre la base de lainteracción obligada que los hombres y las mujeres establecenunos con otros hacia"adentro" y hacia"afuera" de sus propiosgrupos, con el propósito inici<strong>al</strong> de sobrevivir. En este procesode construcciónsoci<strong>al</strong>, los seres humanos se perciben mutuamentey se recrean como actores soci<strong>al</strong>es <strong>al</strong> punto en que <strong>al</strong>gunascorrientes modernas en psicología entienden el ser humano (comocondición ontológica) precisamente en función de la percepcióndel otro. 187Los seres humanos, entonces forman natur<strong>al</strong>mente grupossoci<strong>al</strong>es a partir de los cu<strong>al</strong>es se desarrollan luego como especiey cada uno de esos grupos evoluciona, se desarrolla en periodoshistóricos determinados. El más antiguo de esos grupos, segúnnoticia de la antropología moderna es la familia primitiva, consus rasgos y características distintivas: membresía reducida,vínculo sanguíneo directo, lenguaje común, creencias compartidas,lazos soci<strong>al</strong>es muy estrechos, estructuras institucion<strong>al</strong>eslaxas, etcétera.El proceso evolutivo de estos grupos, a través del cu<strong>al</strong> se hacenmás numerosos y más complejos e incluso, se llegan a fusionarcon otros grupos, bien sea de manera voluntaria o impuesta,nos conduce hacia los clanes, donde el vínculo sanguíneo empie-1" No es este el espacio para entrar en det<strong>al</strong>le a los aspectos puntu<strong>al</strong>es de este enfoque,según el cu<strong>al</strong> los seres humanos no son sólo lo que creen ser, sino lo que proyectany perciben de los demás a través de un interaccionismo simbólico. Cfr. George Mead,Espíritu, persona y sociedad, 1972.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es243za a perder importancia (de manera relativa, por supuesto) ylos vínculos soci<strong>al</strong>es (lenguaje, creencias, esquemas de organización)se vuelven progresivamente más sólidos. Los grupossoci<strong>al</strong>es, desde luego, necesitan tener elementos de cohesión, delo contrario se desintegran y desaparecen. Cuando los clanescrecen y se vuelven más complejos, surgen las tribus y luego,a través del mismo proceso, las fatrias o confederaciones detribus, y así sucesivamente hasta llegar a los pueblos y posteriormentea las naciones. 1BBTodas estas formas de asociación tienen elementos comunes,pero cada nivel superior tiene sus características propias,las cu<strong>al</strong>es no se <strong>al</strong>canzan a comprender exclusivamente sobre labase del conocimiento del nivel inmediato anterior. En otrasp<strong>al</strong>abras, no es lo mismo una tribu que un clan, que un puebloo que una nación, aunque todas ellas tengan como denominadorcomún serformas de agrupación humana. El uso indistinto de losconceptos sólo crea confusión, no obstante, como hemos señ<strong>al</strong>adode manera reiterada, el análisis de las diferencias no debe llevarnosa perder de vista las semejanzas que los vinculan.Ahora bien, cada uno de estos grupos puede ser estudiadodesde distintas perspectivas; la nación, por ser históricamenteel más reciente ha sido an<strong>al</strong>izado con mayor profundidad encuanto a su conformación, los elementos que le dan coherenciainterna y solidez; en fin, los factores que propician su dinámicay su desarrollo. Todo ello ha sido extensamente abordado porlas distintas disciplinas soci<strong>al</strong>es, gracias a las cu<strong>al</strong>es tenemos hoyen día bases suficientes para entender a la nación como un conglomeradohumano cultur<strong>al</strong>mente determinado (a diferencia,por ejemplo, de lafamilia primitiva, cuyos factores determinan-J" Por supuesto que no se trata de una evolución line<strong>al</strong> ni determinista. Es obvio queno todos los grupos humanos evolucionan <strong>al</strong> mismo ritmo ni en la misma dirección.La breve reseña aqui sugerida constituye más un prototipo que una ley de desarrollounivers<strong>al</strong>. Hoy en día, en plena era de la glob<strong>al</strong>ización, existe aún un gran número deestados nacion<strong>al</strong>es que resultan más fáciles de an<strong>al</strong>izar desde una perspectiva trib<strong>al</strong> quedesde una perspectiva moderna.


244David J. Sarquístes son más de carácter biológico que cultur<strong>al</strong>), el cu<strong>al</strong> comparteun estilo de vida y una manera de ser, a pesar de las diferenciasen su composición demográfica (a diferencia de los pueblos,por ejemplo, que como modo de organización soci<strong>al</strong> anterior,son demográficamente más homogéneos).Hernández-Vela puntu<strong>al</strong>iza el concepto con toda precisión,nación, nos dice es una "colectividad humana con rasgos comunes,propios y exclusivos, cuya voluntad gener<strong>al</strong> unifica atodos sus miembros y les permite establecer y desarrollar unavida política distintiva, que saque a la luz su identidad genuina,sus características más peculiares, su propio sentido de la existenciay de la vida" .189En este sentido, la nación tiende a ser un crisol de interesessoci<strong>al</strong>es en el que se forja un esquema de identidad colectiva,el cu<strong>al</strong> permite un proyecto de vida en común. Pero todo esoya nos lo habían dicho las ciencias soci<strong>al</strong>es, en particular lasociología; por ello es menester señ<strong>al</strong>ar que el foco de interéspara el internacion<strong>al</strong>ista no es tanto el proceso del surgimientoo la consolidación de un proyecto nacion<strong>al</strong> (conocimiento quesiempre le será indispensable), sino más bien la forma como lasnaciones se relacionan entre sí (es decir, con otras naciones)creando a través de este contacto lo que llamamos la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong>; esa nueva dimensión de lo soci<strong>al</strong> que sólo emergea partir de la interacción entre grupos nacion<strong>al</strong>es. Desde el puntode vista de las relaciones internacion<strong>al</strong>es no es pues lo mismo observarel proceso de configuración y consolidación de un grupo nacion<strong>al</strong>mediante el desarrollo de una identidad colectiva, que centrar laatención en su desempeño entre sus similares, frente a las cu<strong>al</strong>estendrá que abordar otro tipo de problemas.No obstante, hay que tener presente que la nación es, <strong>al</strong>mismo tiempo, una entidad histórica, la cu<strong>al</strong> tiene sus antecedentesen todos los modos de organización soci<strong>al</strong> que la precedieron(y con los cu<strong>al</strong>es no debe confundirse). Esta reflexión"QEdmundo Hernández-Vela, Diccionario de Política Internacion<strong>al</strong>, 2002, p. 681.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>esresulta de particular importancia a la hora de pensar en lahistoria de nuestra disciplina. Si se pretende escribir ésta con unrigor semántico absoluto, es claro que no se deberá ir más atrás delsiglo XVII d. C. , cuando el proceso de fragmentación de la cristiandadda paso <strong>al</strong> surgimiento de las naciones, lo cu<strong>al</strong> marca ciertamenteel advenimiento de una nueva era, que se caracteriza porla especificidad de la presencia de la nación en el escenario delmundo y el esquema del trato que se plantea entre ellas.Como el fenómeno soci<strong>al</strong>, aparte de ser histórico, la naciónes también un fenómeno geográfico, resulta fácil ubicarlo en susorígenes como una experiencia netamente europea occident<strong>al</strong>,y más concretamente francesa, la cu<strong>al</strong> procede del desmembramientode la vieja idea imperi<strong>al</strong> de Roma, sustentada por másde un milenio en la visión univers<strong>al</strong>ista de la Iglesia católica.Las naciones, resultantes de este proceso de desintegraciónesgrimen un principio de igu<strong>al</strong>dadjurídica de corte iusnatur<strong>al</strong>istay un desconocimiento de cu<strong>al</strong>quier otra autoridad por encimade la que sustenta <strong>al</strong> propio monarca en su territorio, el cu<strong>al</strong> esesenci<strong>al</strong>mente desconocido (por lo menos en su expresión jurídica)en el proceso de interacción entre comunidades políticamenteautónomas de épocas anteriores. Este novedoso principio,desarrollado fundament<strong>al</strong>mente en la corte francesa deFrancisco J, por conducto de su consejero, lean Bodin quien cre<strong>al</strong>as bases para el desarrollo de un escenario glob<strong>al</strong> distintivo: a lafecha, a pesar de sus obvias diferencias en tamaño, capacidades,recursos, población, instituciones, etcétera, todos los estados nacion<strong>al</strong>esdel planeta reclaman y defienden el principio de su igu<strong>al</strong>dadjurídica y soberana; fue a partir de esto que se forjó inici<strong>al</strong>menteel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> contemporáneo y que se sentaron lasbases del orden que lo rige.En este sentido, el escenario internacion<strong>al</strong> posee su especificidadrustórica. Sin embargo, existen muchos otros aspectos enlos que, el trato de las naciones entre sí se asemeja profundamente<strong>al</strong> que tuvieron otros grupos humanos en el pasado, desde


246David J. Sarquíslas familias primitivas hasta los pueblos (después de todo, a pesarde sus diferencias, cada una de estas formas de organizaciónsoci<strong>al</strong> comparte con las demás su condición de colectividadhumana). Ellos también lucharon por territorios, definieron fronteras,firmaron acuerdos, establecieron <strong>al</strong>ianzas, comerciaronentre sí, se hicieron la guerra, buscaron la paz, etcétera. ¿Acasono sugiere todo ello la posibilidad, <strong>al</strong> menos, de entender mejorla línea soci<strong>al</strong> evolutiva que nos trae desde la más remota antigüedadhasta el escenario internacion<strong>al</strong> de nuestros días?190De esta manera surge la posibilidad de abordar el conceptode relaciones internacion<strong>al</strong>es de una manera menos restringida,para así apoyar la búsqueda de la regularidad sociológica en lasingularidad histórica, t<strong>al</strong> como sugiere Raymond Aran. 191 Elloabre la puerta a una concepción flexible de las relaciones internacion<strong>al</strong>escomo un objeto de estudio de una enorme proyecciónhistórica que puede remontarse a los <strong>al</strong>bores mismos dela civilización.Fin<strong>al</strong>mente, es así como el concepto de nación, en relacióncon todos los modos de organización colectiva que le precedieronpuede ampliarse y sustituirse por una noción más genérica,capaz de englobar todas las formas de organización colectiva,comofonnación soci<strong>al</strong> o comunidades políticamente autónomas conlas que se delinea más claramente el concepto de actor del escenariointernacion<strong>al</strong> y se facilita la reflexión teórica sobre nuestroobjeto de estudio.190V<strong>al</strong>e la pena revisar con espíritu crítico la interesante obra de Luis M<strong>al</strong>pica de laMadrid: La historia comienza en Egipto con un acto de derecho internacion<strong>al</strong>, la cu<strong>al</strong> an<strong>al</strong>izael significado histórico del célebre tratado de Kadesh entre el Egipto faraónico y el reinode los Hititas.191 Cfr. Raymond Aran, Peace and war among nations, Praeger, 1967, especi<strong>al</strong>mentecapítulo XI donde escribe: "el objetivo de la investigación histórica es captar y distinguiren cada momento o en una sucesión de hechos, los datos durables y las circunstanciascambiantes, sin postular por adelantado que los cambios son siempre causados porfenómenos de una sola y única clase" (p. 308).


El247EL ESTADOAlgunos autores emplean indistintamente los conceptos denación o de Estado para hablar de los actores que se desempeñansobre un escenario internacion<strong>al</strong>. Aquí hay una imprecisión quees necesario corregir.El caso del Estado es similar <strong>al</strong> de la nación en el sentido deque el tema ha sido ampliamente explorado por otras cienciassoci<strong>al</strong>es. El derecho, por ejemplo, nos lo describe como una entidadsoberana conformada por una población ubicada en unterritorio que reclama como propio y que vive bajo la direcciónde un gobierno, es decir, una autoridad que regula su existencia.La ciencia política, en cambio, lo refiere más concretamente<strong>al</strong> aparato institucion<strong>al</strong> que regula y dirige la vida en colectividad.Así pues, podemos observar la relación estrecha que vinculaa los conceptos de Estado y nación en un todo orgánico que representaa una colectividad; no obstante debemos mantener enmente la d(ferencia entre la nación como un concepto de caráctersociológico y el Estado como una concepción política. En otrasp<strong>al</strong>abras, la nación es una forma de agrupación humana, mientrasque el Estado es un instrumento institucion<strong>al</strong> que rige ycontrola, tanto en su desempeño interno como en el exterior aesa colectividad que conforma a la nación, de esta manera surgeel concepto del Estado nacion<strong>al</strong>, que la disciplina de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es ha identificado como actor privilegiado (aunqueciertamente no único) del escenario internacion<strong>al</strong> contemporáneo.Es a partir de esta concepción que surge la idea origin<strong>al</strong>de las relaciones internacion<strong>al</strong>es como un esfuerzo disciplinarioabocado <strong>al</strong> análisis del desempeño de los estados nacion<strong>al</strong>esen un escenario internacion<strong>al</strong>.Como en el caso anterior, todo cuanto han dicho las cienciassoci<strong>al</strong>es respecto <strong>al</strong> Estado es conocimiento necesario para elinternacion<strong>al</strong>ista, aunque, de nueva cuenta, no suficiente paraan<strong>al</strong>izar su desempeño como representante de una nación en la


248David J. Sarquíspráctica de un escenario internacion<strong>al</strong>; ahí donde se configuraun nivel distinto de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>.En el inicio de nuestro desarrollo disciplinario y por razoneshistóricas perfectamente explicables, la figura del Estadonacion<strong>al</strong> ha sido centro de atención de los especi<strong>al</strong>istas, pues <strong>al</strong>constituir el modelo de organización colectiva predominante, hatendido durante el curso del último siglo a ser emulado en el restodel planeta. De esta manera, muy especi<strong>al</strong>mente durante la segundamitad del siglo xx, todos los grupos humanos, sin importarla región del mundo en la que se ubican, han buscado configurarestados nacion<strong>al</strong>es siguiendo el modelo origin<strong>al</strong> de corteeurocéntrico.La historia del siglo xx entonces sería sumamente difícil deexplicar si ignoramos este intento, virtu<strong>al</strong>mente de toda la humanidad,por quedar organizada a esc<strong>al</strong>a planetaria en términosde estados nacion<strong>al</strong>es. La sociedad internacion<strong>al</strong> se nos revelaasí como un todo orgánico y dinámico que los seres humanoshan estado intentando institucion<strong>al</strong>izar desde la perspectiva desu propia organización como estados nacion<strong>al</strong>es. Este es el procesoque, a nivel macroscópico constituye el princip<strong>al</strong> foco deatención entre los internacion<strong>al</strong>istas, aunque ciertamente, noes el único. Volveremos sobre este punto más adelante.A lo largo de casi un siglo de existencia, los estudiosos delas relaciones internacion<strong>al</strong>es han ido descubriendo progresivamentela creciente complejidad de su objeto de estudio. Es asícomo caen en cuenta de que, la actividad institucion<strong>al</strong> de losestados nacion<strong>al</strong>es, es decir, el diseño de una política exterior ysu puesta en práctica a través de los conductos diplomáticos,a pesar de su enorme importancia, dista mucho de ser el únicofactor a considerar en el proceso de configuración y desempeñode la sociedad internacion<strong>al</strong>.Se exploran entonces toda una gama de nuevos actores,que aún asociados con la actividad estat<strong>al</strong>, ciertamente merecenatención aparte en el intento por comprender y explicar lo


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>esque ocurre en el ámbito de las relaciones internacion<strong>al</strong>es: losorganismos internacion<strong>al</strong>es, tanto de carácter gubernament<strong>al</strong>como no gubernament<strong>al</strong>, las empresas transnacion<strong>al</strong>es, los gruposque actúan <strong>al</strong> margen de la ley, incluso, desde el punto de vistade <strong>al</strong>gunos estudiosos, individuos que por su t<strong>al</strong>la históricamerecen un análisis propio en términos de la forma como contribuyena definir el curso que toma la sociedad internacion<strong>al</strong>en su conjunto.Como es fácil observar, por razones natur<strong>al</strong>es, que se inicianincluso a esc<strong>al</strong>a semántica, la evolución de la disciplina ha estadodirectamente vinculada con la misma suerte del Estado-nación.De este modo, la reflexión tanto histórica como sociológica quese ha hecho sobre el mismo, ha incidido irremediablemente ennuestro desarrollo disciplinario, <strong>al</strong> grado de llegar a considerara las relaciones internacion<strong>al</strong>es como el estudio sistemático deldesempeño interestat<strong>al</strong>; así, las crisis recurrentes sobre la configuracióny el destino de este cuerpo soci<strong>al</strong> marcan el caminode la evolución de la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.No obstante, y en gran medida como consecuencia de la propiadinámica de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> de cierre del segundo milenio,el creciente espectro de elementos a considerar para el análisis internacion<strong>al</strong>ha determinado una apertura del campo disciplinarioque fin<strong>al</strong>mente ha desbordado el limitado espacio de acción anteriormentereservado para los estados nacion<strong>al</strong>es.Desde este punto de vista, es cada vez mayor el número deobservadores de la escena internacion<strong>al</strong> que coinciden en señ<strong>al</strong>arque nuestra disciplina tiene que ir más <strong>al</strong>lá de las vicisitudes delEstado nacion<strong>al</strong>, para tratar de entender a la interacción humanaen su conjunto, desde su propia diversidad y plur<strong>al</strong>idad en losmodos de organización política y de expresión cultur<strong>al</strong> comoobjeto de estudio disciplinario, sin que ello signifique que, aspectosmuy puntu<strong>al</strong>es de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, como lapolítica exterior de los estados merezcan menor atención. Estosignifica que, independientemente de la suerte que pudiese correr


David J. Sarquísel Estado nacion<strong>al</strong> como actor privilegiado de las relaciones internacion<strong>al</strong>es(en el sentido del declive, la extinción o el fort<strong>al</strong>ecimiento),la sola existencia de diversos grupos humanos, políticamenteorganizados bajo esquemas diferenciados constituyeuna invitación abierta a pensar en términos "internacion<strong>al</strong>es"(utilizando el sentido más laxo del término), lo cu<strong>al</strong> por ciertoabre, por añadidura su perspectiva histórica.Como puede verse, entonces, de la apreciación origin<strong>al</strong>, segúnla cu<strong>al</strong>, la actividad institucion<strong>al</strong> del Estado nacion<strong>al</strong>, a travésde sus manifestaciones form<strong>al</strong>es: la política exterior y la diplomacia(que el doctor Hernández-Vela nos define puntu<strong>al</strong>menteen el Diccionario de Política Internacion<strong>al</strong> del que ya hemos hechomención) constituían el objeto de estudio propio para los internacion<strong>al</strong>istas,hemos pasado a la noción de un todo orgánico ycomplejo en el que, no sólo los estados nacion<strong>al</strong>es, sino toda unagama de sujetos o actores se desempeñan y construyen, mediantela consecución de sus propios intereses y bajo la influencia detoda una serie de factores (de carácter económico, político, soci<strong>al</strong>,tecnológico, cultur<strong>al</strong>, etcétera), la llamada re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>que va a tratar de explicar el especi<strong>al</strong>ista en relaciones internacion<strong>al</strong>es.A partir de aquí, queda pendiente, por supuesto, la tarea derepresentarse a esa re<strong>al</strong>idad de <strong>al</strong>guna manera para poder abordarsu estudio. En la perspectiva clásica, <strong>al</strong>gunos estudiosos, inclusosin decirlo, la llegaron a imaginar como un gran tablero de ajedrez,o como una mesa de billar en la que, a la manera de lasbolas de billar, los actores unitarios son movidos por fuerzasexternas que liter<strong>al</strong>mente los golpeanendirecciones insospechadas.En todo caso, en ambas instancias, los actores unitariosse desempeñaban frente a sus "riv<strong>al</strong>es" siempre en busca de lamejor defensa de sus propios intereses. A partir de t<strong>al</strong>es enfoquessurge de manera casi natur<strong>al</strong>, la noción de una b<strong>al</strong>anzade poder como sello característico de la interacción entre los componentesunitarios del escenario internacion<strong>al</strong>. Ello explica, en


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es251gran medida el predominio teórico que ha tenido durante variasdécadas el re<strong>al</strong>ismo político, como marco teórico para la interpretaciónde la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, ya que coloca a los factoresde la lucha por el poder y el interés nacion<strong>al</strong> en el centromismo del debate sobre el desempeño de los actores internacion<strong>al</strong>es.192No es éste, desde luego, el espacio para comentar las característicasdel re<strong>al</strong>ismo como enfoque teórico. La literatura, tantode sus críticos como la de sus defensores es más que abundante,pero el solo hecho de su persistencia en el foro de la discusiónteórica por más de medio siglo sugiere, por lo menos la convenienciade revisar cuidadosamente sus postulados básicos, segúnlos cu<strong>al</strong>es: el ámbito internacion<strong>al</strong> es esenci<strong>al</strong>mente anárquicoy está integrado por unidades políticamente independientesllamadas estados, los que viven en una permanente lucha depoder, por lo que siempre están tratando de preservar o incrementarsu propio poderío, lo cu<strong>al</strong> los hace potenci<strong>al</strong>mente peligrosospara los demás, cuyas intenciones son siempre desconocidas.El motivo princip<strong>al</strong> que guía su desempeño es la preservaciónde su soberanía y a partir de esta concepción se puede articularuna explicación sobre cu<strong>al</strong>quier aspecto de la llamada re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong>. 193En lo person<strong>al</strong>, no deja de parecerme excesivo el pretenderreducir la riqueza y la complejidad de la vida internacion<strong>al</strong> aun solo factor, sea del carácter que sea, t<strong>al</strong> como he sugerido enotro trabajo, 194 la unicaus<strong>al</strong>idad raras veces responde a las necesidadesde un esquema explicativo integr<strong>al</strong>.Como hemos dicho, esta re<strong>al</strong>idad puede ser abordada desdela óptica de sus actores individu<strong>al</strong>es, como componentes unitariosdel <strong>sistema</strong>. No obstante, una perspectiva auténticamente192 Hans Morguenthau, La política entre las naciones, Buenos Aires, 1986.19.1 Cfr. http://www.irtheory.com194 David Sarqufs, "El neorre<strong>al</strong>ismo en la reflexión teórica contemporánea: una reseñacrftica", Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Soci<strong>al</strong>es, núm. 153, FCPYS/UNAM,julio-septiembre de 1993, pp. 9-47.


David J. Sarquísinternacion<strong>al</strong> tiene que empezar por concebir <strong>al</strong> conglomeradode actores en su conjunto, como un <strong>sistema</strong> complejo que sólo sesubdivide con fines didácticos, pero que necesariamente tiene queinterpretarse en su carácter de tot<strong>al</strong>idad.Dicho enfoque surgió a la p<strong>al</strong>estra del debate teórico sobrerelaciones internacion<strong>al</strong>es, como vimos en el capítulo anterior,a mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado con unaobra pionera en su género: System and process in Internacion<strong>al</strong>Relations, de Morton Kaplan, quien intentó, quizá con menoséxito del que merecía su esfuerzo, trasladar los principios epistemológicosde la teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s (TGS) t<strong>al</strong> como lahabía desarrollado desde un par de décadas antes el biólogo Ludwigvan Bert<strong>al</strong>anffy 195 <strong>al</strong> ámbito del análisis internacion<strong>al</strong>.La propuesta teórico-metodológica de Bert<strong>al</strong>anffy me parecea la vez sólida e interesante. Como vimos en el capítulo 2, la TGStiene rasgos de una auténtica cosmogonía. Una cosa es cierta,en el cursCl del último medio siglo, prácticamente no existe desarrollodisciplinario en la ciencia que de una u otra manerano haya estado influido por sus postulados. De hecho, comoquedó señ<strong>al</strong>ado, gran parte de los desarrollos más significativosen <strong>al</strong>gunas áreas (notablemente en lingüística e informática)se deben <strong>al</strong> compromiso epistemológico expreso que asumieroncon la TGS.Como ya hemos visto en det<strong>al</strong>le, la idea de Bert<strong>al</strong>anffy esrelativamente sencilla y gira en torno a la noción centr<strong>al</strong> de<strong>sistema</strong>. Para él, la re<strong>al</strong>idad en su conjunto está configurada comoun gran <strong>sistema</strong>, es decir, un todo interrelacionado, e integradospor partes que a su vez se integran a sí mismas como sub<strong>sistema</strong>s.Cada una de estas entidades está diferenciada del restode la re<strong>al</strong>idad por una frontera, que no sólo separa y distinguea cada <strong>sistema</strong>, sino a la vez lo conecta con el resto de la re<strong>al</strong>idad.Los <strong>sistema</strong>s, en la concepción de este autor son entidades,os Cfr. Ludwid van Bert<strong>al</strong>anffy, Teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s, México, FCE, 1976.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es253esenci<strong>al</strong>mente vivas que intercambian materia y energía consu entorno para así poder sobrevivir. La supervivencia es natur<strong>al</strong>mentesu primer y más importante objetivo y su capacidadde adaptación, una de sus mayores necesidades.Para <strong>al</strong>canzar el objetivo de la supervivencia, todos los <strong>sistema</strong>sse organizan interiormente, se especi<strong>al</strong>izan en el desempeñode ciertas funciones y compiten con otros <strong>sistema</strong>s por losrecursos disponibles en su entorno, pero ninguno de ellos estáexento del principio de la contradicción interna que condiciona sucomportamiento. Esta característica sistémica, tan importante enel pensamiento de Bert<strong>al</strong>anffy fue sospechosamente omitidaen las versiones que llevaron la concepción sistémica <strong>al</strong> estudiode la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> durante la segunda mitad del siglo pasado.El parecido del postulado con los de la concepción histórico-materi<strong>al</strong>istade la historia lo hacían claramente inconveniente enel contexto de la Guerra Fría y, por t<strong>al</strong> motivo, la mayoría de losenfoques sistémicos en ciencias soci<strong>al</strong>es fueron duramente criticadoscomo versiones mecanicistas en las que el principio de laautorregulación jugaba un papel sencillamente insostenible <strong>al</strong>a hora del contraste con la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> que pretendíanexplicar.No obstante, el desarrollo de la TGS en otros ámbitos de laciencia han enriquecido la perspectiva sistémica <strong>al</strong> reconocer tantola idea origin<strong>al</strong> de la contradicción interna como característicade todo <strong>sistema</strong>, así como la idea de tot<strong>al</strong>idad, en la que el todorepresenta <strong>al</strong>go cu<strong>al</strong>itativamente distinto de la mera sumamecánica de las partes, para conducir <strong>al</strong> concepto de los <strong>sistema</strong>scomplejos que, como ya hemos visto, resulta de enorme utilidad<strong>al</strong> tratar de representarnos un escenario internacion<strong>al</strong>. De capit<strong>al</strong>importancia en el desarrollo de la TGS es la idea del orden implicadosobre la base del cu<strong>al</strong> se sostiene cada <strong>sistema</strong> y es a partirde esta propiedad sistémica que yo he buscado articular unapropuesta significativa para identificar un objeto de estudio propiopara la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.


254David J. SarquísLA SOCIEDAD INTERNACIONALComo señ<strong>al</strong>amos en el capítulo anterior, la idea de una sociedadinternacion<strong>al</strong> ha sido, de manera implícita o explícita, de lasmás manejadas <strong>al</strong> tratar de pensar en el objeto de estudio propiode los internacion<strong>al</strong>istas, aunque también de las más evasivasy polémicas. Tiene la ventaja de ser una de las primeras concepcionesen el pensamiento moderno que intenta vislumbrar<strong>al</strong> conjunto de actores internacion<strong>al</strong>es desde una perspectiva deconglomerado articulado, unitario y orgánico, aunque ciertamentees demasiado incipiente como para pretender ver en ella unaconcepción de natur<strong>al</strong>eza sistémica. 196Sus críticos sencillamente se niegan a aceptar que t<strong>al</strong> cosaexista siquiera, más bien la consideran como un concepto vacío,es decir, carente de contenido re<strong>al</strong>: la sociedad, señ<strong>al</strong>an, es unmodo de organización colectivo que se define por sus instituciones,las cu<strong>al</strong>es form<strong>al</strong>izan sus tradiciones y costumbres, lo quea su vez, contribuye a definir el perfil de una identidad colectiva,la cu<strong>al</strong> sirve de base para crear marcos normativos queregulan la vida en colectividad y hacen posible la convivencia.Nada de eso se percibe en el ámbito internacion<strong>al</strong>, donde lacarencia de institucion<strong>al</strong>idad es función directa de la ausenciade usos y costumbres comunes, lo cu<strong>al</strong> dificulta el establecimientode estructuras normativas y agudiza el nivel de conflictosentre el conjunto de participantes que, en t<strong>al</strong>es condiciones,se ve obligado a velar por sus propios intereses de maneraindividu<strong>al</strong>, a partir del manejo de sus propios recursos. Noexisten pues, objetivamente, los elementos necesarios y suficientespara hablar de una sociedad internacion<strong>al</strong> más <strong>al</strong>lá de lapretensión metafórica.196 Existe una abundante literatura sobre el tema de la sociedad internacion<strong>al</strong>. Unade las reseñas más completas e incluyentes es la de Manuel Medina Ortega, Teoría y formaciónde la sociedad internacion<strong>al</strong>. 1983. También se puede consultar la obra de AntonioTroyol Serra, La sociedad internacion<strong>al</strong>, Alianza, 1974 o el artículo del profesor AntoIÚO Gonzálezde León, "La sociedad internacion<strong>al</strong>", Las ciencias soci<strong>al</strong>es hoy, núm. 3, UNAM, 1976,pp. 167-186.


ElLos partidarios de la idea de la sociedad internacion<strong>al</strong> comoobjeto de estudio para los internacion<strong>al</strong>istas, en cambio, auncuando reconocen la debilidad ontológica de ésta, y las dificultadesque de ahí derivan para convertirla en punto foc<strong>al</strong> delanálisis internacion<strong>al</strong>, sostienen que la sociedad internacion<strong>al</strong>es un proceso en construcción que viene de la dispersión y lafragmentación de los grupos humanos heredada del procesode poblamiento de nuestro planeta. No obstante, a pesar de ladispersión de los grupos humanos sobre la tierra, diversos factorescomo son: el crecimiento demográfico, la limitación derecursos, las necesidades del comercio, la mejora en los mediosde transporte y de comunicación, entre muchos otros, han idoobligando a una progresiva interacción creciente entre los sereshumanos y, enconsecuencia, a unagradu<strong>al</strong>institucion<strong>al</strong>izaciónde sus relaciones (no exenta de reticencias y retrocesos debidoa la f<strong>al</strong>ta de una autoridad centr<strong>al</strong> suficientemente fuerte), queno por lenta debe ser considerada como inexistente. Si bien puedeser considerado como un proceso incipiente, la construcciónde un esquema normativo para las relaciones internacion<strong>al</strong>esha avanzado de manera significativa en el transcurso de losúltimos 50 años.Es decir, si comparamos los niveles de institucion<strong>al</strong>izaciónde las relaciones internacion<strong>al</strong>es de principios del siglo xx conlas de principios del siglo XXI, ciertamente vamos a encontrarelementos para fort<strong>al</strong>ecer la visión de los optimistas, aun cuandono pudieran ser suficientes para suprimir por completo las crÍticasde los pesimistas. Ello significa, desde mi punto de vista,que la idea de una sociedad internacion<strong>al</strong> (con todo y sus vaguedades)es condición necesaria, aun cuando no suficiente, pararesolver el dilema de un objeto de estudio propio para los internacion<strong>al</strong>istas.Esta idea, pues, tiene que ser precisada con mayorpuntu<strong>al</strong>idad y es justamente en esa dirección que pretendeestar encaminado este esfuerzo de reflexión.


256David J. SarquísEL MEDIO INTERNACIONALPara continuar trabajando sobre el tema de un objeto de estudiopropio para la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>es (locu<strong>al</strong> significa <strong>sistema</strong>tizar a las relaciones internacion<strong>al</strong>es comoobjeto form<strong>al</strong>) me parece pertinente considerar ahora el conceptode medio internacion<strong>al</strong>, también denominado escenariointernacion<strong>al</strong> y entendido como el espacio histórico-geográficoen el que se relacionan entre sí los actores internacion<strong>al</strong>es, enausencia de un centro de poder institucion<strong>al</strong> por encima de todosellos, porque de él deriva una idea centr<strong>al</strong> para el sustento de ladisciplina; una idea según la cu<strong>al</strong>, las relaciones soci<strong>al</strong>es básicasadquieren un perfil cu<strong>al</strong>itativamente distinto en cuanto seproyectan más <strong>al</strong>lá de las fronteras nacion<strong>al</strong>es. Esto significaque el medio internacion<strong>al</strong> vendría a ser una dimensión nuevade la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>; una que sólo existe a partir del contactoentre colectividades autónomas independientes las unas de lasotras.Las entidades que se desempeñan en este otro contexto, comoya hemos señ<strong>al</strong>ado, son siempre grup<strong>al</strong>es, es decir son colectividadeshumanas que, como t<strong>al</strong>es, siempre representan <strong>al</strong>go másque la mera suma mecánica de los individuos que las integran.De esta manera, aun cuando se establezcan relaciones jurídicasentre estos actores (o de cu<strong>al</strong>quier otra índole) siempre estaránsupeditadas a la voluntad de los actores y no a la aplicaciónde <strong>al</strong>guna forma de coerción institucion<strong>al</strong>. En este sentido, unbuen abogado en el plano interno de cu<strong>al</strong>quier grupo nacion<strong>al</strong>,conoce una jurisdicción particular y maneja principios gener<strong>al</strong>esdel derecho correspondientes a una cultura, lo cu<strong>al</strong> no necesariamenteimplica que pueda desempeñarse con igu<strong>al</strong> éxito enel ámbito de otrajurisdicción o de otra cultura, o más aún, en elplano en donde confluyen diversas culturas que se relacionany viven procesos de influencia recíproca. Aquí se vuelve indispensableuna óptica novedosa para la reflexión soci<strong>al</strong>; una óptica


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es257que rebasa los límites disciplinarios estrictos del derecho internoo nacion<strong>al</strong>, aun del más avanzado en términos de técnicajurídica,para permitir el surgimiento de una rama especi<strong>al</strong>izada deperfil internacion<strong>al</strong>. Igu<strong>al</strong>mente ocurre con la economía, laciencia política, la historia, etcétera, por lo que surge la necesidadde una visión de conjunto y de síntesis que, con una perspectivapropia aborde la llamada re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, entendidacomo el conjunto fenomenológico perceptible en el mediointernacion<strong>al</strong>.El término es ciertamente vago, aunque no por ello inútil.La re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> como objeto de estudio para el especi<strong>al</strong>istaen relaciones internacion<strong>al</strong>es constituye un todo sumamentecomplejo y tan aparentemente caótico y cambiante, quedifícilmente puede ser abordado sin un trabajo previo, a la vezque det<strong>al</strong>lado, de clasificación y división de los hechos consideradoscomo más significativos para el estudio, del mismo modose hace necesaria la definición precisa de los términos más apropiadospara poder referir de manera significativa ese dispersoconjunto de fechas, datos, personajes, acontecimientos, procesos,condiciones, situaciones, etcétera, que, precisamente por sucomplejidad y diversidad pueden fácilmente llegar a desconcertar,incluso a un observador medianamente c<strong>al</strong>ificado. 197A través de esta delicada labor de ordenamiento lógico delescenario internacion<strong>al</strong>, identificamos y jerarquizamos a los actoresparticipantes en los procesos, reconocemos y medimos a losfactores de diversa índole que influyen en su comportamiento,a la vez que exploramos y delimitamos el ambiente en el queéstos se desempeñan. En ausencia de esta tarea de ordenamiento,el entendimiento racion<strong>al</strong> de nuestro objeto de estudio resultaríavirtu<strong>al</strong>mente imposible.1'7 Esta situación no es, desde luego, patrimonio exclusivo de los internacion<strong>al</strong>istas.Cu<strong>al</strong>quier objeto de estudio, por simple que pudiera parecer a primera vista, es de hechoun t¡¡¡do complejo y multifacético. La apariencia de homogeneidad o de coherencia internade las cosas (y por ende de sencillez) es básicamente producto de una ilusión óptica, la cu<strong>al</strong>resulta directamente proporcion<strong>al</strong> a la distancia desde la cu<strong>al</strong> las observamos, e inversamenteproporcion<strong>al</strong> <strong>al</strong> tiempo de estudio que les dedicamos. .


258David J. SarquísNo obstante, resulta de suma importancia el mantener enmente que, mediante este proceso de clasificación y selección dedatos relevantes, el internacion<strong>al</strong>ista no sólo se está representandopara sí mismo la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>; de hecho puededecirse que la está reconstruyendo. Por eso es que, lo que aparentementepuede ser reportado como un mismo hecho, puedea la vez ser narrado de tan diversas maneras por distintos observadores,según las preferencias metodológicas y las influenciascultur<strong>al</strong>es del an<strong>al</strong>ista, que casi se podría pensar que hablamosde cosas distintas.Ciertamente, el mundo se percibe como <strong>al</strong>go diferente a losojos de un estructur<strong>al</strong>ista que de un marxista; de un re<strong>al</strong>istaque de un funcion<strong>al</strong>ista, de un ide<strong>al</strong>ista que de un sistémico, deun constructivista que de un posmodernista, etcétera, yen ciertomodo lo es, de donde la importancia de estudiar a fondo loscontenidos epistemológicos de las diversas propuestas teóricometodológicasque nos sugieren diferentes lecturas sobre lo queocurre en el escenario internacion<strong>al</strong>. Esta es, por lo menos enparte, la tarea centr<strong>al</strong> de los estudiosos de la teoría de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es.EL SISTEMA INTERNACIONALYa en el capítulo anterior hablamos extensamente del <strong>sistema</strong>internacion<strong>al</strong>, de t<strong>al</strong> suerte que partimos del entendido de quereferirnos <strong>al</strong> mismo obviamente implica asumir una posiciónepistemológica. Para hacerlo de manera significativa, se tienenque conocer y, por supuesto, compartir los principios básicosde la teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s, mismos que fueron expuestosa lo largo del segundo capítulo, por lo menos en sus lineamientosfundament<strong>al</strong>es.En este sentido, sólo conviene recordar aquí que, hablar deun <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> implica tratar de representarnOíi <strong>al</strong>conjunto de la población mundi<strong>al</strong> y sus relaciones, en sus entornosfísicos y con sus usos y costumbres, como una tot<strong>al</strong>idad


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es259orgánica en la que todos los procesos están indisolublementevinculados entre sí. La unidad de análisis, entonces pasa a serel <strong>sistema</strong> mundi<strong>al</strong> en su conjunto, en vez de <strong>al</strong>gún estado osociedad en lo particular. 198 Esto no significa, desde luego, queno se puedan hacer análisis de casos o procesos particulares,significa que para hacerlos, tenemos que aprender a enfocart<strong>al</strong>es casos como partes de una tot<strong>al</strong>idad mayor, es decir, comosub<strong>sistema</strong>s que sólo pueden explicarse integr<strong>al</strong>mente en funciónde su relación con el todo.Adicion<strong>al</strong>mente hay que enfatizar el carácter histórico yevolutivo del <strong>sistema</strong>, en vez de sólo subrayar las situacionesde coyuntura (las cu<strong>al</strong>es siempre se explican como parte de unproceso evolutivo). Implica también reconocer que, aunque elenfoque sistémico nos permite trabajar en diversos niveles deanálisis: el de la estructura, el de las funciones o el del comportamientodel <strong>sistema</strong>, la unidad integr<strong>al</strong> del mismo es indisoluble.W<strong>al</strong>lerstein lo plantea con toda claridad cuando escribe: "segúnesta perspectiva, sólo se puede re<strong>al</strong>izar el análisis pertinente dela geopolítica dentro del contexto del funcionamiento del <strong>sistema</strong>-mundomoderno como tot<strong>al</strong>idad y a la luz de su particulartrayectoria histórica" .199Uno de los aspectos más interesantes en el estudio contemporáneode los <strong>sistema</strong>s es el relacionado con la disposición quetiene todo <strong>sistema</strong> a ordenarse a sí mismo bajo la orientación de<strong>al</strong>gún principio o serie de principios rectores de la vida sistémica.Esta propiedad, conocida como el orden implicado, permite buscaresas características de ordenación o acomodo interior de cada<strong>sistema</strong>, sobre la base de las cu<strong>al</strong>es se define su modo específicode ser, así, los an<strong>al</strong>istas pueden tener en la idea del orden unobjeto de estudio claramente delimitado y asequible. En el siguienteapartado intentaré profundizar en esta idea.¡"Uno de los exponentes más claros de este enfoque, también llamado, <strong>sistema</strong>-mundoes Emmanuel W<strong>al</strong>!erstein, "La estructura interestat<strong>al</strong> del <strong>sistema</strong>-mundo moderno",Sewencia, núm. 32, mayo-agosto de 1995.'''Emmanuel W<strong>al</strong>!erstein, op. cit., p. 143.


260David J. SarquisEL ORDEN INTERNACIONALHacia el cierre de nuestro siglo, luego de espinosos y prolongadosdebates (propios de una disciplina que después de la PrimeraGuerra Mundi<strong>al</strong> apenas estaba en las fases inici<strong>al</strong>es de sudesarrollo)muchos especi<strong>al</strong>istas del área coinciden en hablar de un ordeninternacion<strong>al</strong> como el objeto de estudio genérico más apropiadopara nuestra disciplina.No obstante, si bien es cierto que el discurso de vanguardiaen el área teórica apunta consistentemente hacia la aceptaciónde esta propuesta, debe señ<strong>al</strong>arse que, gran parte de este discursomaneja la noción de "orden internacion<strong>al</strong>" sólo de maneraimplícita. Así, por sólo mencionar un ejemplo, Glaser nos hablade un orden internacion<strong>al</strong> del siglo XIX caracterizado por el conciertode las potencias europeas y la expansión coloni<strong>al</strong>; un ordeninternacion<strong>al</strong> del siglo xx caracterizado por las guerras mundi<strong>al</strong>es,la lucha contra los tot<strong>al</strong>itarismos y la confrontacióneste-oeste, pero nunca nos precisa qué es, en efecto, un ordeninternacion<strong>al</strong> y por qué constituye un objeto de estudio propiopara el internacion<strong>al</strong>ista. 20oDel mismo modo, muchos otros autores, han encontradocómodo hablar de un nuevo orden internacion<strong>al</strong> sin tomarse lamolestia de especificar el concepto. Quizá en su carácter deespeci<strong>al</strong>istas, simplemente dan por hecho que todo mundosabe (o debería saber) de qué se está hablando.Si re<strong>al</strong>mente esperamos que, más que una moda pasajera,la noción de un orden internacion<strong>al</strong> se convierta en una herramientaconceptu<strong>al</strong> sólida para el estudioso de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, antes de emplearla tan despreocupadamenteconvendría hacer <strong>al</strong>gunas precisiones: ¿a qué se refiere?, ¿quéaspecto de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> nos ayuda a puntu<strong>al</strong>izary qué representa esto para el estudioso de las relaciones internacion<strong>al</strong>es?,¿cómo se conforma y cómo se transforma un orden2lll'Cfr. Ernrnanud Glaser, Le nouvel ordre internation<strong>al</strong>, 1998.


El objeto de estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es261internacion<strong>al</strong>?, ¿de qué manera pueden contrastarse unos conotros de manera significativa?, ¿por qué representa este conceptouna buena opción teórico-metodológica en el estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es?La reflexión en torno a estas cuestiones nos coloca de llenoen el camino de un interesante problema: ese orden lógico <strong>al</strong> quehacemos <strong>al</strong>usión como prerrequisito para el desarrollo disciplinario,y que empezamos a buscar en cuanto enfocamos nuestroobjeto de estudio ¿es inherente <strong>al</strong> objeto de estudio en sí?, en otrasp<strong>al</strong>abras, ¿se encuentra la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> organizada ydispuesta de conformidad con <strong>al</strong>gún principio rector que determinaregularidades reconocibles de comportamiento y, en consecuencia,la aplicabilidad del concepto de la caus<strong>al</strong>idad en elanálisis internacion<strong>al</strong> o es ésta tan sólo el producto de un azarciego y mor<strong>al</strong>mente neutro en el que, por su cuenta propia, lamente del an<strong>al</strong>ista fija límites, configura un ordenamiento y dotade significado <strong>al</strong> conjunto durante el proceso de aprehensión?La pregunta no es ociosa ni, mucho menos, fácil de responder.En re<strong>al</strong>idad tampoco es nueva, pero resulta de gran importanciaporque, a fm<strong>al</strong> de cuentas, la orientación gener<strong>al</strong> de nuestrasinvestigaciones, <strong>al</strong> mismo tiempo que la de nuestros resultados,depende precisamente de la forma como tratamos esta cuestión.En gran medida puede decirse que la historia misma del pensamientocientífico y filosófico ha estado permeada por losmatices de este debate, por lo menos hasta la época del advenimientode la di<strong>al</strong>éctica como posición teórico-metodológicahacia fin<strong>al</strong>es del siglo XVIII y, en <strong>al</strong>gunos casos, hasta hoy endía, para quienes aún se niegan a pensar de manera di<strong>al</strong>éctica,ya que ciertamente no es una tarea sencilla.Ahí donde la ment<strong>al</strong>idad pragmática exige definiciones contundentesy categóricas (mismas que, sin lugar a dudas son necesarias),la di<strong>al</strong>éctica tiene que dejar margenpara la relativizaciónde los conceptos (sin que ello signifique pérdida de rigor); ahídonde la empiria sugiere un determinismo rigorista y riguroso,


262David J. Sarquísla di<strong>al</strong>éctica tiene que abrir camino a la posibilidad de una condiciónontológica múltiple de la re<strong>al</strong>idad, la cu<strong>al</strong> permite abordara cada objeto de estudio determinado desde una perspectiva, porlo menos doble, de manera simultánea, lo cu<strong>al</strong>, evidentementeresulta grotesco (por decirlo de la manera más suave) para quienes,herederos de la tradición aristotélica, promulgan y defiendenla tesis de que, sin ambages ni reservas, las cosas o son ono son y punto.La respuesta di<strong>al</strong>éctica, en cambio, nos invita a considerarque, aunque efectivamente existe una re<strong>al</strong>idad objetiva, independientede la voluntad de! observador, en e! solo acto de la percepciónde esta re<strong>al</strong>idad, hay ya un proceso de transformaciónde la misma por parte de éste, lo cu<strong>al</strong> impide dar cuenta de lopercibido de manera tot<strong>al</strong>mente objetiva (es decir, exclusivamentecircunscrita a la condición "re<strong>al</strong>" del objeto, ya que lapercepción misma del sujeto cognoscente ha pasado a formarparte de la "re<strong>al</strong>idad" constitutiva de! objeto observado, de t<strong>al</strong>suerte que, la objetividad tot<strong>al</strong> se vuelve de hecho una imposibilidadfísica).Sin embargo, no debemos confundirnos. El pensamientodi<strong>al</strong>éctico no es, ni una invitación <strong>al</strong> caos, ni mucho menos, <strong>al</strong>a relativización absoluta del pensamiento o de la re<strong>al</strong>idad (locu<strong>al</strong> sólo puede conducir a la trivi<strong>al</strong>ización). La lógica di<strong>al</strong>écticareconoce, no sólo el beneficio sino la necesidad de la lógica aristotélica,que busca la precisión semántica y el rigor ontológico,pero ha aprendido también a reconocer sus deficiencias (dad<strong>al</strong>a natur<strong>al</strong>eza móvil y cambiante de la re<strong>al</strong>idad) y es por ello quebusca superarlas. Si la re<strong>al</strong>idad es compleja, cambiante y ocultaintrincadas relaciones y condiciones ónticas bajo la aparienciade la simplicidad, t<strong>al</strong> como vimos en e! primer capítulo, entoncese! pensamiento también debe hacerse progresivamente más complejo(esto implica un mayor esfuerzo de abstracción) para asípoder entenderla; lo cu<strong>al</strong> nos trae de regreso a la cuestión delorden internacion<strong>al</strong> como objeto de estudio, para poder consi-


""'""",,""E,;l"O;,bjeto de estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es263derarlo en su doble perspectiva, es decir, como condición objetivaque influye en el desempeño de los actores internacion<strong>al</strong>es ycomo proyecto de construcción soci<strong>al</strong>" En este sentido puedeafirmarse entonces que, efectivamente, hay un orden inherentea la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, pero éste recibe un significado <strong>al</strong> serpercibido por un observador de la escena internacion<strong>al</strong>"Para tratar de entender mejor este asunto, empecemos porseñ<strong>al</strong>ar que, de <strong>al</strong>guna manera, el "escenario" en el que sedesarrollan los hechos generados por los actores internacion<strong>al</strong>espodría ser concebido como un lugar, un espacio de <strong>al</strong>gún modo"vacío", mientras que no se desarrolla sobre él una "trama" enla que uno o varios participantes o protagonistas se van a desempeñar"T<strong>al</strong> consideración, desde luego, no debe ser tomadaen forma liter<strong>al</strong>" Es de hecho, sólo un recurso didáctico, convenientecomo punto de partida cuando nuestra experiencia conel pensamiento di<strong>al</strong>éctico es aún limitada, Resulta claro, para elan<strong>al</strong>ista más experimentado que la re<strong>al</strong>idad no es así; que dehecho, no existen en ella los escenarios "vacíos" puesto que todaforma de acción soci<strong>al</strong> contribuye a la construcción de los escenariosen los que se desarrolla la vida humana en colectividad,Desde este punto de vista, incluso el observador casu<strong>al</strong> sabe(o bien, se ve obligado a reconocer muy pronto) que una de lastareas más delicadas para abordar la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> comoobjeto de estudio es la delimitación de fronteras históricas quehacen posible no sólo circunscribir, sino además contener periodoso fases de la experiencia humana colectiva, dentro de loscu<strong>al</strong>es se puedan configurar los acontecimientos observablesy articularlos de manera significativa, en un todo caus<strong>al</strong> quefunciona y permite el desempeño de los actores internacion<strong>al</strong>essobre la base de <strong>al</strong>gún tipo de principios normativos o guías rectorasa las que implícita o explícitamente se adhiere cada unode los participantes, permitiendo así el desarrollo de cada "trama"específica que nosotros podemos observar, an<strong>al</strong>izar y, fin<strong>al</strong>mentejuzgar como estudiosos de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>"


264David J. SarquísEn este sentido, dichos periodos quedan integrados comounidades históricas o como "bloques" (siguiendo la terminologíagramsciana)2OJ en los que puede concentrarse el esfuerzo an<strong>al</strong>ítico,porque se parte del convencimiento de que, en efecto existeuna unidad integradora subyacente, la cu<strong>al</strong> da sentido <strong>al</strong> conjunto,a pesar de la diversidad o de la desarticulación que pudieransugerir las apariencias.Una de las dificultades inici<strong>al</strong>es consiste, desde luego, enque estos "bloques históricos" pocas veces coinciden con unidadescronológicas precisas; por ejemplo, <strong>al</strong>gunos autores sugierenque el análisis del siglo XIX sólo tiene sentido cuando seaborda a partir del est<strong>al</strong>lido de la Revolución francesa en 1789(en lugar de empezar en 1800), mientras que otros opinan,particularmente desde la perspectiva de la historiografía de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es, que el estudio de ese siglo se deberíaempezar a partir de 1815, con el Congreso de Viena y proyectarlohasta 1914, con el est<strong>al</strong>lido de la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong>,dado que, a lo largo de este periodo hay, efectivamente una unidaddeterminada por principios rectores que permiten asociar losdiversos acontecimientos registrados por la historia a un ordenamientocomún del escenario internacion<strong>al</strong>.El problema, incluso se vuelve más complejo cuando enfocamosunidades de análisis más genéricas, como la RevoluciónIndustri<strong>al</strong>, la transición del feud<strong>al</strong>ismo <strong>al</strong> capit<strong>al</strong>ismo, de la EdadMedia <strong>al</strong> Renacimiento o, más directamente vinculado connuestra especi<strong>al</strong>idad, la cuestión del surgimiento histórico delas relaciones internacion<strong>al</strong>es.Ciertamente, en cada caso, tendremos que esforzarnos inici<strong>al</strong>mentepor reconocer las semejanzas que, <strong>al</strong> paso del tiempopermiten seguir hablando de un mismo periodo, a la vez queseñ<strong>al</strong>amos las diferencias que lo hacen característico en comparacióncon otros.201 Cfr. Hughes Portell, Gramsci'y el bloque histórico, 1995.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es265El caso del surgimiento de las relaciones internacion<strong>al</strong>es comofenómeno observable en la re<strong>al</strong>idad es particularmente interesante.No es este el momento para abordar esta problemáticaa fondo. Baste por el momento señ<strong>al</strong>ar que, sobre el particularexiste una casi clásica polémica entre quienes, de una parte sostienenla postura de una visión restringida, según la cu<strong>al</strong>, lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es, atendiendo a una interpretación semánticarigurosa, constituyen un fenómeno histórico relativamentereciente; el cu<strong>al</strong> no puede remontarse más atrás de lafecha ofici<strong>al</strong> del surgimiento del Estado nacion<strong>al</strong> (hacia 1648,como resultado de la paz firmada en Westf<strong>al</strong>ia <strong>al</strong> término de laguerra de los 30 años) ya que, en ausencia de éste, resulta inadecuadohablar del fenómeno de las relaciones internacion<strong>al</strong>espropiamente dicho.Por otra parte, quienes apoyan una interpretación flexibledel nombre "relaciones internacion<strong>al</strong>es" afirman que, si bien escierto que el Estado nacion<strong>al</strong> es un actor histórico más o menosreciente, existían desde mucho antes vínculos e interaccionesentre colectividades humanas organizadas de manera políticamenteindependiente unas de otras, las cu<strong>al</strong>es, por las semejanzasque guardan con la interacción entre los estados nacion<strong>al</strong>es,bien pueden servir, por lo menos como antecedentes paracomprender mejor el fenómeno internacion<strong>al</strong> contemporáneo.Es claro que ambas posiciones tienen su parte de razón(cosa que la lógica aristotélica no puede ni entender ni aceptar,y que, más que mutuamente excluyentes, estas posturas puedenser perfectamente complementarias cuando se les aborda desdela perspectiva de la di<strong>al</strong>éctica). En efecto, es el caso que, cuandosurge el Estado nacion<strong>al</strong> se dan condiciones nuevas en el escenario,mismas que sin lugar a dudas vienen a modificar un ciertoorden de cosas prev<strong>al</strong>ecientes hasta entonces (el orden mediev<strong>al</strong>)y que por lo tanto, ameritan ser consideradas como <strong>al</strong>gonovedoso; sin embargo, esas condiciones no son tan novedosasque orillen a un olvido absoluto del pasado y que nos lleven a


266David J. Sarquísperder de vista la unidad ontológica subyacente en toda laexperiencia histórica de la humanidad (en ausencia de la cu<strong>al</strong>,el presente mismo se torna ininteligible).En este sentido es claro que, quienes rechazan la visiónflexible sencillamente desconocen la historia o, si la conocen, seniegan a ver que, <strong>al</strong>Iado de las diferencias que caracterizan a lare<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> a lo largo del tiempo, también hay semejanzasque la unen, más <strong>al</strong>lá de los límites impuestos por lasfechas o incluso por los acontecimientos que modifican las condicionesde los escenarios internacion<strong>al</strong>es. Es en este contextoque la noción de un orden internacion<strong>al</strong> puede resultar de sumautilidad como herramienta conceptu<strong>al</strong> para el an<strong>al</strong>ista en nuestrocampo de estudio.Para pensar en lo que constituye un orden de esta natur<strong>al</strong>ezaconviene empezar por tratar de recordar aquello que, tantolos especi<strong>al</strong>istas como el público en gener<strong>al</strong> tienen en mentecuando se habla de la necesidad de un nuevo orden internacion<strong>al</strong>.Podemos tomar como ejemplo el siguiente fragmento de la Declaracióndel Parlamento de las Religiones del mundo:Tras dos guerras mundi<strong>al</strong>es y concluida la Guerra Fría, tras elderrumbamiento del fascismo y del nazismo y superados ya el comunismoy el coloni<strong>al</strong>ismo, la Humanidad ha entrado en unanueva fase de su historia. La humanidad dispone hoy de suficientesrecursos económicos, cultur<strong>al</strong>es y espiritu<strong>al</strong>es como parainstaurar un mejor orden mundi<strong>al</strong>. A pesar de ello, una serie de tensionesétnicas, nacion<strong>al</strong>istas, soci<strong>al</strong>es, económicas y religiosas,antiguas y modernas, ponen en peligro la construcción pacífica deun mundo mejor. Nuestra época, ciertamente ha experimentado unprogreso científico y técnico sin precedente. Pero también esun hecho innegable que, a lo largo y ancho del mundo, la pobreza,el hambre, la mortandad infantil, el paro, el empobrecimientoy la destrucción de la natur<strong>al</strong>eza no han decrecido sinoque, por el contrario han seguido aumentando. Muchos pueblosestán amenazados por la ruina económica, el desmantelamiento


soci<strong>al</strong>, la marginación política, la catástrofe ecológica, la quiebranaciona1. 1Ll1Aunque obviamente, como puede apreciarse en su declaración,los parlamentarios no especifican de manera puntu<strong>al</strong>qué es un orden internacion<strong>al</strong>, sí puede inferirse de su lectur<strong>al</strong>a idea básica que nos sirve como punto de partida: el orden internacion<strong>al</strong>constituye una forma de organización; un tipo de arregloespecifico; un conjunto de condiciones bajo las cu<strong>al</strong>es, un númeroreconocido de actores del escenario internacion<strong>al</strong> conduce sus relacionesentre síen un momento particular de la historia. Así es comopodemos hablar, significativamente, del orden de la preguerramundi<strong>al</strong> de 1914, o del orden de Viena, el de Berlín, o el de Vers<strong>al</strong>les,o de cu<strong>al</strong>quier otro que fuésemos capaces de delimitar demanera lógica y sistemática en el tiempo y el espacio.En estos términos, la idea de un orden internacion<strong>al</strong> pareceríacontener elementos contradictorios: para muchos especi<strong>al</strong>istas,el rasgo distintivo de las relaciones internacion<strong>al</strong>es ha sido precisamentela f<strong>al</strong>ta de "orden" t<strong>al</strong> y como lo hemos referido, es decir,como un patrón de regularidades.Las relaciones internacion<strong>al</strong>es nos dicen, se caracterizanpor darse en el contexto de un estado de natur<strong>al</strong>eza en el que,la ausencia de un monopolio legítimo del poder propicia unambiente de anarquía. 203 Bajo estas circunstancias, los actoresinternacion<strong>al</strong>es están obligados a procurar su propia seguridad;hacer uso óptimo de sus recursos y velar por su propio interés,de esta manera, el único "orden" re<strong>al</strong> que logra prev<strong>al</strong>ecer <strong>al</strong>paso del tiempo es la ley del más fuerte, en otras p<strong>al</strong>abras, laf<strong>al</strong>ta de orden.Pero esta es una visión extrema de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>;en <strong>al</strong>guna medida cierta, pero fin<strong>al</strong>mente extrema. No siempre202 Küng y Koschel el <strong>al</strong>., Hacia una ética mundi<strong>al</strong>, 1994, pp. 21-22, cursivas del autor.2cJ'Cfr. Raymond Aron. "¿Qué es una teoría de relaciones internacion<strong>al</strong>es?", Monterrey,México, ITE5M, primavera de 1998, pp. 131-160.


268David J. Sarquísse definen los vínculos de interacción entre los actores internacion<strong>al</strong>esen términos de fuerza. Más tarde o más temprano,todos los que participan en un escenario internacion<strong>al</strong> cobranconciencia del elevado costo que regularmente conlleva el viviren un estado de guerra permanente y ninguno, por poderosoque haya llegado a ser, lo resiste; de modo t<strong>al</strong> que, en una formao en otra, fin<strong>al</strong>mente se buscará <strong>al</strong>guna manera de cooperacióncon beneficios, claro está, no siempre equitativos para todos. Asíes como se definen los elementos característicos de cada ordeninternacion<strong>al</strong>: a través de un proceso que busca el establecimientode condiciones para una convivencia lo más armoniosaposible entre los distintos actores de un mismo escenario, desdeeste punto de vista, los actores internacion<strong>al</strong>es llegan incluso apactar reglas del juego válidas hasta para hacerse la guerra ymatar.En estas condiciones, incluso en el caso extremo de una supuesta"anarquía tot<strong>al</strong>" puede llegar a hablarse de un "orden":el orden anárquico, sin que ello constituya un abuso del lenguaje,ya que el orden, <strong>al</strong> que hacemos referencia como modode organización, es decir, como fórmula para guiar el comportamientode los actores puede definirse precisamente por laausencia de normas o principios compartidos, que no sean elde que cada quien tiene que velar por sus propios intereses.Desde esta perspectiva, es claro que la connotación de "orden"como: "Colocación de las cosas en su lugar correspondiente odisposición no <strong>al</strong>terada de la vida, de las personas o las cosas"204resulta claramente insuficiente para entender cab<strong>al</strong>mente la ideadel orden internacion<strong>al</strong> a la que estamos haciendo referencia.Si bien es cierto que la idea de orden, t<strong>al</strong> como se manejabainici<strong>al</strong>mente en el terreno de la física, implicaba una disposiciónregular de objetos o formas, es claro que su traslado a otrosámbitos de la re<strong>al</strong>idad y a otras disciplinas científicas ha reque-2


""",' ",E, 1, objeto de estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es269rido de una mayor elaboración conceptu<strong>al</strong>, para poder considerarórdenes mucho más gener<strong>al</strong>es, como señ<strong>al</strong>a Bohm, "comoel orden del crecimiento de un ser vivo, el orden de la evoluciónde una especie viviente, el orden de la sociedad, el orden de unacomposición music<strong>al</strong>, el orden de la pintura, el orden que constituyeun medio de comunicación, etcétera" .205 Obviamente habráen todos estos casos elementos de semejanza, por ser todosellos constituyentes de la re<strong>al</strong>idad, pero serán sus diferenciaslas que singularizan a cada orden en su nivel correspondiente;por ello sugiere Bohm que en el estudio de cada orden hay"queprestar atención a las diferencias similares y a las similaridadesdiferentes" .206Al análisis de cada orden hay que incorporar entonces elelemento de una regularidad sistemática, que puede parecerazarosa o caótica, es decir, aparentemente desordenada pero queaun así, está configurada como un arreglo natur<strong>al</strong> que, en efecto,sigue un patrón de regularidad, es decir, un ordenamiento;aunque éste no siempre es fácil de percibir, t<strong>al</strong> como sugiere lateoría contemporánea del caos. 20 ? Es en este contexto que, paraHedley Bull, estudioso de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>:Decir, sobre un conjunto de cosas, que juntas despliegan unaforma de orden, equiv<strong>al</strong>e a afirmar de la manera más sencilla ygener<strong>al</strong>, que estas cosas están relacionadas unas con otras segúncierto patrón y que sus respectivas relaciones no son productodel azar sino que contienen elementos discernibles de <strong>al</strong>gún principiorector. 20SSiguiendo este orden de ideas en el caso concreto del análisisinternacion<strong>al</strong>, incluso partiendo de un caso extremo, como20' David Bohm, La tot<strong>al</strong>idad y el orden implicado, ] 998, p. 167."'6 Ibídem, p. 168.""Cfr. Ilya Prigogine e Isabel Stengers, Order out ofCaos: AJan 's new di<strong>al</strong>ogue withnature, Nueva York, 1984.2l"Cfr. Hedley Bull, The Anarchic<strong>al</strong> Society, 1977, p. 3, cursivas del autor.


270David J. Sarquíssería el de la ley de la jungla, aparentemente carente de orden,la experiencia histórica demuestra que, en efecto, los actorestienden a ir institucion<strong>al</strong>izando sus relaciones de manera progresiva,a través de acuerdos específicos que regulan su conductapor medio de compromisos, sin que ello implique, necesariamenteuna renuncia a su soberanía. De ahí que el principiomáximo del derecho internacion<strong>al</strong> público haya sido durantesiglos la vieja noción heredada del derecho romano: pacta suntservanda.Es así como un orden internacion<strong>al</strong> determinado permiteel surgimiento de lo que se ha dado en llamar un "régimen internacion<strong>al</strong>"en los términos que lo describe Krasner: "conjuntosimplícitos de principios, normas, reglas y procedimientos par<strong>al</strong>os procesos de toma de decisión en torno de los cu<strong>al</strong>es convergenlas expectativas de los actores en un área determinadade las relaciones internacion<strong>al</strong>es" .209Esto nos sugiere que, en efecto, el orden internacion<strong>al</strong> es, comoya hemos señ<strong>al</strong>ado, una especie de "arreglo natur<strong>al</strong>" generadopor las condiciones específicas de un momento histórico determinado,mientras que el régimen es la particularización, a travésde la cu<strong>al</strong>, los actores institucion<strong>al</strong>izan sus relaciones (con laintención de preservar) ese orden. Es en este sentido que conla intención de puntu<strong>al</strong>izar y de diferenciar con mayor precisiónWilhelmy apunta:existen situaciones en que prev<strong>al</strong>ecen elementos más desarrolladosde un orden internacion<strong>al</strong>, que se denominan regímenes internacion<strong>al</strong>es.Un régimen internacion<strong>al</strong>, consiste en un conjunto deexpectativas, normas, procedimientos y can<strong>al</strong>es institucion<strong>al</strong>es,diseñado por los actores internacion<strong>al</strong>es para regularizar recíprocamentesus acciones. Estos regímenes tienen distintas característicassegún sea la materia a la que se refieren, (...) según""Citado por Richard Little en Internation<strong>al</strong> Regimes. Baylis y Smith, The Glob<strong>al</strong>izationof World Politics, Nueva York, 1997, p. 235.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es271sean los actores participantes y su importancia relativa y según e!grado de institucion<strong>al</strong>ización, aceptación y estabilidad de quegoce cada uno. 21OEl propio autor reconoce su deuda intelectu<strong>al</strong> con Nye yKeohane en la formulación de su concepto. En un trabajo consideradocomo pionero sobre este particular ellos sostuvieronque: "Al crear o aceptar procedimientos, normas o institucionespara ciertas clases de actividades, los gobiernos regulan y controlanlas relaciones transnacion<strong>al</strong>es e interestat<strong>al</strong>es. A estosacuerdos gubernament<strong>al</strong>es los denominaremos regímenes internacion<strong>al</strong>es."211Lo que, de <strong>al</strong>guna manera hacen los autores citados esresponder a la necesidad epistemológica de encontrar un objetode estudio claramente identificado para, de ahí, proceder aexplicarlo. Desde nuestro punto de vista, la noción de "orden"como una de las propiedades sistémicas más importantes nosofrece con toda claridad este terreno firme tan necesario par<strong>al</strong>a construcción científica en el análisis de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.Como atinadamente señ<strong>al</strong>a Goldstein <strong>al</strong> estudiar el comportamientode los actores internacion<strong>al</strong>es se puede observar que:los estados trabajan juntos siguiendo reglas que ellos mismos establecenpara dirigir sus interacciones. Los estados, gener<strong>al</strong>mente,siguen esas reglas. Al paso de! tiempo, las reglas se han establecidode una manera cada vez más firme y se han desarrollado diversasinstituciones en torno a ellas. Los estados desarrollan e! hábitode cooperar entre sí, a través de estas instituciones y con apegoa estas reglas. Lo hacen buscando promover su propio interés;pueden obtenerse grandes ventajas <strong>al</strong> reglamentar las acciones110 Manfred Wilhelrny. Política internacion<strong>al</strong>: enfoques y re<strong>al</strong>idades, Buenos Ajres,1988, p. 24.211 Robert Keohane y Joseph Nye, Poder e interdependencia: la política mundi<strong>al</strong> en transición,Buenos Ajres, 1988, p. 18.


272David J. Sarquisinternacion<strong>al</strong>es mediante normas e instituciones, para así evitarel <strong>al</strong>to costo que implica la ruptura de la cooperación. 212Es de hecho el intento de romper el orden establecido lo que marc<strong>al</strong>os hitos más importantes para la clasificación de épocas en lahistoria.A través de este proceso, el orden, en busca de su propiaregularización se institucion<strong>al</strong>iza y se concreta, es decir, se materi<strong>al</strong>izaen regímenes específicos; de esta manera, el an<strong>al</strong>istadel escenario internacion<strong>al</strong> puede identificar con mayor precisiónsu objeto propio de estudio; en otras p<strong>al</strong>abras, tiene ante sí<strong>al</strong>go más concreto en torno de lo cu<strong>al</strong> centrar su atención. Apartir de él es ya mucho más fácil proseguir hacia el terreno delos regímenes internacion<strong>al</strong>es, y con ello, <strong>al</strong> desarrollo significativode la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.La idea de orden t<strong>al</strong> como la hemos venido caracterizandopresenta la ventaja adicion<strong>al</strong> de hacerse fácilmente compatiblecon la concepción de una re<strong>al</strong>idad cambiante, es decir, una re<strong>al</strong>idadque continuamente se transforma a partir de los procesosque ocurren en ella. Gracias a la flexibilidad que ofrece el conceptodel orden, el estudioso puede constatar que, cuando cambianlos principios rectores bajo los que se desempeñan losactores de un escenario internacion<strong>al</strong> determinado, por elmotivo que sea, entonces cambian las condiciones del medio ycambia <strong>al</strong> mismo tiempo el orden en cuestión. Puede señ<strong>al</strong>arsecomo un claro ejemplo, hacia fin<strong>al</strong>es del segundo milenio de laera cristiana, la ruptura del orden bipolar que caracterizó <strong>al</strong>periodo de la llamada Guerra Fría y el inicio del conocido comoorden internacion<strong>al</strong> glob<strong>al</strong>.Los cínicos podrán argumentar que, en última instancia, elrecurso a la fuerza y la imposición violentan el orden establecidopor lo que, a fin<strong>al</strong> de cuentas lo único que impera en todo mo-112 Joshua Goldstein, lnternation<strong>al</strong> Relations, Nueva York, 1996, p. 265.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es273mento de la historia es la anarquía. Pero no puede negarse que,aunque, en efecto, pueda prev<strong>al</strong>ecer la constante amenaza <strong>al</strong>recurso de la fuerza, los actores (sobre todo en el escenario internacion<strong>al</strong>contemporáneo)hansido,engener<strong>al</strong>, escrupulosamentecuidadosos con las formas, es decir, han procurado, en la mayoríade los casos, guardar la apariencia de un respeto incuestionable<strong>al</strong> orden establecido por el derecho internacion<strong>al</strong> contemporáneo.Incluso en los casos del aparentemente más burdouso de la fuerza, los actores gener<strong>al</strong>mente han buscadojustificarseante la opinión pública mundi<strong>al</strong>, precisamente en términosde un "orden" que claman defender o instaurar.Sobre el particular Hedley Bull especifica: "Por orden mundi<strong>al</strong>entiendo, aquellos patrones o disposiciones de la actividadhumana que sustentan los objetivos element<strong>al</strong>es o primariosde la vida soci<strong>al</strong> entre el género humano como un todo."213 Parareferir la idea del orden internacion<strong>al</strong>, Hernández-Vela señ<strong>al</strong>aen su Diccionario de Política Internacion<strong>al</strong>:Situación, disposición u ordenación relativamente organizada, jerarquizada,reglamentada, equilibrada y estable de la sociedad internacion<strong>al</strong>,en la que cada uno de sus sujetos o elementos, individu<strong>al</strong>y colectivamente ocupa una posición y representa un rol, esenci<strong>al</strong>menteen función de su poder y evoluciona de acuerdo con su desempeño.Muy acertadamente añade este autor que:Siempre ha prev<strong>al</strong>ecido un orden en cada momento o periododeterminado de la historia de la humanidad, como parte de unproceso orgánico evolutivo, caracterizado por su natur<strong>al</strong>eza,estructura, amplitud de población y extensión geográfica, consistencia,rigidez, estabilidad, duración y grado de organización, <strong>sistema</strong>tizacióny articulación, y hasta de desorden implícito. 2142IJ Hedley Bull, op. cit., p. 20.214 Edmundo Hernández-Vela, op. cit., p. 805.


274David J. SarquísDe conformidad con el punto de vista adoptado para el desarrollode la presente investigación, esta es, justamente la ideacentr<strong>al</strong> en torno de la cu<strong>al</strong> puede girar de manera muy provechosael contenido sustantivo para la definición de un objetode estudio propio para las relaciones internacion<strong>al</strong>es.Este es el enfoque con el cu<strong>al</strong> pretendemos abordar el análisishistórico de los órdenes prev<strong>al</strong>ecientes en la política internacion<strong>al</strong>contemporánea. Pero más aún, resulta imperativoagregar que, independientemente de cómo se da en la práctica,el orden internacion<strong>al</strong> t<strong>al</strong> como ha quedado planteado es unanecesidad epistemológica impostergable para el an<strong>al</strong>ista de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es. Del mismo modo en que nuestra percepcióndel mundo materi<strong>al</strong> está irremediablemente condicionadapor las nociones de tiempo y espacio (cuya relatividad fue yademostrada por Einstein a principios de este siglo), así nuestrapercepción de un escenario internacion<strong>al</strong> requiere de una guíaconceptu<strong>al</strong> auxiliar en la búsqueda de las regularidades característicasde este objeto de estudio.Si todo en él fuese absolutamente azaroso o caótico, la búsquedasistemática no tendría ningún sentido. Así pues, puededecirse que, aun antes de empezar a explorar un escenario internacion<strong>al</strong>,tenemos que partir de la convicción de que existe enél (y de que vamos a encontrar) <strong>al</strong>gún patrón de regularidad,<strong>al</strong>guna fórmula de organización o principio rector que necesariamenteinfluye (sin que ello signifique el condicionamientodeterminista) en el comportamiento de los actores, esto es, debemosestar convencidos que efectivamente existe un orden internacion<strong>al</strong>desde antes de empezar a buscarlo; de otra manera,la tarea de análisis de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> podrá aspirar aser cu<strong>al</strong>quier cosa, menos científica. Es en este sentido que elorden internacion<strong>al</strong> es, <strong>al</strong> mismo tiempo, un dato fáctico y unaconstrucción teórica, es decir, un elemento objetivo de la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong>, pero siempre interpretado y dotado de significadopor un an<strong>al</strong>ista.


,El, ,de estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es~oocoo o oc "0""00'0,275En función de lo anterior, debemos entender, no obstanteque, dicho orden no responde exclusivamente a los dictados dela natur<strong>al</strong>eza, pero eso no significa que las fuerzas natur<strong>al</strong>esno operen en su construcción; desde luego que están presentes:instintos y necesidades humanas biológicas fundament<strong>al</strong>esestán siempre en la base de todo orden soci<strong>al</strong> y el internacion<strong>al</strong>no es la excepción. Sin embargo, resulta <strong>al</strong>entador recordar quela voluntad consciente de los seres humanos también tiene unpapel que jugar en la construcción del orden internacion<strong>al</strong> yque es, precisamente por ello que, como ejercicio de la imaginación,los hombres de todas las épocas están siempre pensandoen el diseño y construcción de nuevos y mejores órdenes internacion<strong>al</strong>esy que, a pesar de los repetidos fracasos, no d~iamos desoñar con acercarnos, aunque sólo sea en forma paulatina <strong>al</strong>ide<strong>al</strong> de la utopía.Consideremos ahora, a manera de ejemplo un caso particularde orden internacion<strong>al</strong>, aunque sólo sea en forma breve,como objeto de reflexión con el propósito de ilustrar de manerapráctica lo que hemos venido diciendo respecto de la necesidadteórica de contar con un asidero firme a la hora de estudiar lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es.EL ORDEN INTERNACIONAL HASTA 1914Una vez que hemos precisado el concepto de orden internacion<strong>al</strong>como objeto de estudio propio para los internacion<strong>al</strong>istas, procedemosahora a puntu<strong>al</strong>izar, a manera de ejemplo, las característicasdistintivas del orden que surge hacia el término de laPrimera Guerra Mundi<strong>al</strong>. Pero, para poder hacerlo de manerasignificativa, tendremos que empezar por describir las característicasdel orden inmediato anterior <strong>al</strong> que éste sustituyó, parade esta manera poder establecer un contraste ilustrativo.La mayoría de los especi<strong>al</strong>istas coinciden en identificar elorden prev<strong>al</strong>eciente en el escenario internacion<strong>al</strong>, hasta el momentodel est<strong>al</strong>lido de la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong>, como el l/orden


276David J. Sarquísde Viena", es decir, la estructura y los principios derivados delesfuerzo de concertación re<strong>al</strong>izados por las potencias victoriosassobre la Francia napoleónica de 1815,215Entre una incontable multitud de obras abocadas <strong>al</strong> estudiode las características propias del periodo 1815-1 914 en el escenariointernacion<strong>al</strong> destaca: Un mundo restaurado del doctorHenry Kissinger (su tesis doctor<strong>al</strong>, por cierto).216En ella, Kissinger hace un recuento práctico de las condicionesoperativas del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> durante el siglo XIX.Como muchos otros autores, antes y después de él, Kissingerempieza por reconocer la natur<strong>al</strong>eza eminentemente europeadel periodo. Y no es que el resto del mundo carezca de importancia;ciertamente están ocurriendo muchas cosas a lo largo delplaneta, pero, las más relevantes; las más significativas desdeel punto de vista de la estructuración del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>,sin lugar a dudas, ocurren bajo una marcada influencia de loque sucede en las princip<strong>al</strong>es capit<strong>al</strong>es europeas: Viena, Londres,Moscú, Berlín y París, que se han consolidado notablementecomo centros de toma de decisión (y por ende, centros de podera nivel mundi<strong>al</strong>). En otras p<strong>al</strong>abras, prácticamente no hay, duranteeste lapso, acontecimiento <strong>al</strong>guno en el plano internacion<strong>al</strong>,que no esté condicionado por los intereses directos o indirectosde las cinco grandes potencias europeas yen consecuencia, porla visión europea de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.En esta visión, el escenario ide<strong>al</strong> para la organización delmundo es un mosaico integrado por colectividades humanasagrupadas en comunidades políticamente autónomas e inde-215 Aun cuando <strong>al</strong>gunos autores prefieren hablar de "orden de Berlín", sobre todo despuésde 1878, debido a los cambios generados en el escenario internacion<strong>al</strong> a raíz de launificación de Alemania y su ascenso vertiginoso en la política internacion<strong>al</strong> bajo elliderazgo de Bismarck, prev<strong>al</strong>ece entre la mayoría la convicción de que "Berlín" representamás un cambio en la forma que en el fondo pues, si bien es claro el predominiode un nuevo actor, con el consecuente reacomodo de fuerzas que ello implicó, los principiosfundament<strong>al</strong>es que regían la correlación de fuerzas entre los actores prev<strong>al</strong>ecieront<strong>al</strong> y como habían sido establecidos en Viena en 1815.216 Henry A Kissinger, Un mundo restaurado, México, 1973,439 pp.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>espendientes unas de otras para así poder regir su propio destinosegún su mejor parecer, es decir, según su parecer soberano,tendiente a defender su interés nacion<strong>al</strong>.Laidea procede comoyahemos señ<strong>al</strong>ado, fundament<strong>al</strong>mentede las concepciones políticas de Nicolás Maquiavelo (1469-1527),Jean Bodin (1529-1596) y Thomas Hobbes (1588-1679) aquienes, con justa razón se reconoce hoy en día como los cimientosdoctrin<strong>al</strong>es del Estado moderno.En contraposición con la idea homogeneizante de la doctrinacristiana del medioevo, promotora de una supuesta hermandadunivers<strong>al</strong> de los hombres, supervisada desde la SantaSede, los pensadores renacentistas sugieren, con sus ideas, lafragmentación del mundo de la cristiandad, a favor de una autonomíasoberana en la que los pesos y contrapesos de la libertadpolítica propiciarían el equilibrio necesario entre todos los participantes,para así evitar una supremacía efectiva y duraderade cu<strong>al</strong>quiera de ellos sobre los demás.Con la expansión progresiva de la cultura europea por elresto del mundo puede apreciarse también el avance de estamanera específica de entender las "relaciones internacion<strong>al</strong>es"más <strong>al</strong>lá del contexto exclusivamente europeo.El proceso no es enteramente nuevo; de hecho, empezó agestarse desde fin<strong>al</strong>es del siglo xv y principios del XVI con losviajes de exploración y expansión que llevaron a los europeosa "descubrir" un nuevo mundo, pero el predominio europeo, sobretodo a partir de 1880 es virtu<strong>al</strong>mente tot<strong>al</strong>; aun y cuandodurante el mismo periodo empiezan a darse condiciones parael surgimiento de polos de poder extraeuropeos (notablementeEstados Unidos y Japón), esta situación también está claramentecondicionada tanto por las características propias delmodelo cultur<strong>al</strong> europeo (adaptado <strong>al</strong>lende los mares) como porlas reglas del orden internacion<strong>al</strong> emanado de Europa.


278David J. SarquísEn otra obra, también clásica sobre el siglo XIX, GeoffreyBruun nos refiere nítidamente el proceso:Durante 300 años, a continuación de los viajes de Colón, DaGama y Mag<strong>al</strong>lanes, la sombra de la hegemonía europea corriósobre los mares. Durante 10 generaciones, intrépidos exploradores,comerciantes y colonizadores izaron sus velas en los puertos delViejo Mundo, para establecer los fundamentos de los imperiosde ultramar (...) Entre los años de 1815 y 1914 el mundo ingresóen una nueva era de integración glob<strong>al</strong>, impulsada por la técnicaoccident<strong>al</strong>, era que, sin excesiva exageración podría c<strong>al</strong>ificarse deeuropea. Antes de que terminara el siglo XIX, esta civilizacióndominaba o chocaba contra cada segmento del globo y todos losgrupos importantes de la población mundi<strong>al</strong> habían recibido lahuella de la civilización occident<strong>al</strong> o habían experimentado supresión. 217Desde el punto de vista de la composición de una "sociedadinternacion<strong>al</strong>", esto significó el advenimiento de un escenario enel que, la ausencia de un poder hegemónico centr<strong>al</strong>, como elque existía en el contexto de la Europa mediev<strong>al</strong> representadopor la figura del papado, permitía el desarrollo de una estructurarelativamente difusa, en la cu<strong>al</strong> podían surgir varios centros detoma de decisiones, es decir: diversos polos de poder; en teoríade las relaciones internacion<strong>al</strong>es, este tipo de estructura recibe elnombre de orden multipolar.Desde el punto de vista teórico, es Morton Kaplan quien mejorsugiere las características del llamado orden multipolar 218 o "<strong>sistema</strong>de equilibrio de poder", el cu<strong>al</strong> constituye una herenciacorregida y aumentada del orden surgido de Westf<strong>al</strong>ia en 1648,en el que, como ya hemos señ<strong>al</strong>ado, el escenario internacion<strong>al</strong>se empezó a poblar con autores unitarios que proclamaron suautonomía política, a la vez que reconocieron form<strong>al</strong>mente una2l7Geoffrey Bruun. La Europa del siglo XIX, 1974. p. 9.218 Morton Kaplan. System and process in lntemation<strong>al</strong> Relations. Nueva York. 1955.


,,"',''''',,'" ''',,'''' El de estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>esigu<strong>al</strong>dad jurídica entre sí, la cu<strong>al</strong> sancionaron a través de unincipiente régimen denominado, derecho internacion<strong>al</strong>.En virtud de su distinto tamaño y potenci<strong>al</strong> (el cu<strong>al</strong> permitea los más fuertes sacar ventaja de los menos poderosos), estosactores o estados-nación, así llamados por la tendencia de lascolectividades humanas a organizarse en función de un origengeográfico, histórico y cultur<strong>al</strong> compartido, se ven obligadosa integrar <strong>al</strong>ianzas, a través de las cu<strong>al</strong>es defienden interesescoyuntur<strong>al</strong>es y, en consecuencia, las mismas varían según loselementos que están enjuego; en otras p<strong>al</strong>abras, el <strong>sistema</strong> de<strong>al</strong>ianzas se caracteriza precisamente por su fugacidad. Adicion<strong>al</strong>mentedebe señ<strong>al</strong>arse que, en este contexto, cada Estado nacion<strong>al</strong>pretende ser, desde un punto de vista jurídico, tan legítimocomo su vecino dentro del escenario internacion<strong>al</strong>.Esta situación obligó, en la práctica, <strong>al</strong> surgimiento de ungrupo de profesion<strong>al</strong>es para el manejo de los intereses respectivosde cada parte, es decir, diplomáticos crecientemente especi<strong>al</strong>izados,quienes crearon un novedoso esquema de representaciónpermanente de un Estado nacion<strong>al</strong> en otro, dando así un interesantegiro a los principios rectores de la diplomacia tradicion<strong>al</strong>,y cuya función princip<strong>al</strong> puede pensarse en términos de evitaruna supremacía hegemónica por parte de cu<strong>al</strong>quiera de ellosante los demás, es decir, concertar un equilibrio de poder quereconoce cuotas jerarquizadas entre los participantes.Adicion<strong>al</strong>mente puede señ<strong>al</strong>arse que, el trabajo de estosprofesion<strong>al</strong>es de la diplomacia, sólo se diseña y se re<strong>al</strong>iza a nivelde las más <strong>al</strong>tas esferas del poder, entonces representado en lamayor parte de Europa por la nobleza. Si bien es cierto que, desdela perspectiva de la "política interna" de cada estado, la opiniónpública empieza a cobrar una fuerza creciente a partir del est<strong>al</strong>lidode la Revolución francesa, en el plano internacion<strong>al</strong> seguírásiendo virtu<strong>al</strong>mente inexistente hasta el término de la PrimeraGuerra Mundi<strong>al</strong>. La diplomacia del orden de Viena va aser esenci<strong>al</strong>mente aristocrática y secreta de principio a fin.


Este orden vienés que, como hemos apuntado es herenciacorregida y aumentada de Westf<strong>al</strong>ia, cobra matices de institucion<strong>al</strong>izacióna partir del célebre Congreso auspiciado por elcanciller Klemens von Metternich en la capit<strong>al</strong> del Imperio austrohúngaro,luego de la derrota de los ejércitos napoleónicos enWaterloo, a manos de Inglaterra y sus <strong>al</strong>iados prusianos enjuniode 1815, es decir, el "orden" empieza a transformarse en "régimen".La posterior restauración borbónica impuesta en Franciaaugura, por lo menos hasta mediados de ese siglo, el predominiode una política internacion<strong>al</strong> ultraconservadora, cuyaexpresión más acabada es la tristemente célebre Santa Alianza;aquel pacto de carácter político-religioso propuesto por el zarAlejandro 1 y av<strong>al</strong>ado por sus contrapartes en Austria y Prusiaen ese mismo año de 1815, para contener la expansión de lasideas revolucionarias emanadas de la Francia napoleónica;219un pacto que, curiosamente se basa en la herencia cristiana delas partes, pero que de ninguna manera pretende reconstruir lafigura de la cristiandad mediev<strong>al</strong>.Aunque esta política conservadora efectivamente logra lapreservación del orden monárquico durante cerca de mediosiglo, los movimientos revolucionarios de 1848 ponen ya claramenteqe manifiesto su deterioro ante el avance de dos fuerzascruci<strong>al</strong>es para entender la dinámica mundi<strong>al</strong> de la segunda mitaddel siglo XIX. Estas fuerzas son:• un creciente nacion<strong>al</strong>ismo (inspirado en la concepción europeade la nación);• una industri<strong>al</strong>ización progresiva de la economía mundi<strong>al</strong>.La primera de ellas, que busca homogeneizar el modelo cultur<strong>al</strong><strong>al</strong> interior del Estado, tiende a volver obsoleta cu<strong>al</strong>quier otraforma de organización colectiva y es en función de ella que losll9Cfr. Edmund Jan Osmaoczyk, Enciclopedia mundi<strong>al</strong> de las relaciones internacion<strong>al</strong>esy Naciones Unidas, 1976, p. 967.


El de estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es~~~~,,~~~~~,~~,~ ~,~~~~ '~.~ ~~~~~~~~~c,~~~c~~""~ccc~~~c 281grandes imperios de integración multiétnica se empiezan entoncesa colapsar. Quizá el ejemplo más iÍustrativo de esta nuevasituación sea el caso del Imperio turco-otomano, conocido duranteeste periodo precisamente como el "hombre enfermo deEuropa"; aunque ciertamente no es el único; Austria-Hungríay la propia Rusia zarista no están en una posición mucho mejor.En contraste con esta situación, los actores emergentes sobrela base del principio de su nacion<strong>al</strong>idad, como It<strong>al</strong>ia y Alemaniadenotan un futuro promisorio, De este modo, los estados nacion<strong>al</strong>esrefuerzanen suinterior unmodelo cultur<strong>al</strong>predominanteque busca facilitar (aunque no siempre con éxito) la acciónunitaria de sus gobiernos y esto, a su vez, contribuye a definirel carácter de "potencia" en el escenario internacion<strong>al</strong>.La segunda fuerza en juego impone un modelo económiconacion<strong>al</strong> que, por una parte crea fuertes conflictos <strong>al</strong> interiorde los estados, <strong>al</strong> propiciar una distribución muy desigu<strong>al</strong> de lariqueza y por otra, exige de una creciente ampliación de mercados,dado el notable incremento en las capacidades productivasde las economías industri<strong>al</strong>izadas, lo cu<strong>al</strong> se traduce en la concrecióndel proyecto europeo de colonización mundi<strong>al</strong>, característicodel último cuarto del siglo XIX.Sobre esta base, es que se ha sostenido insistentemente queel orden internacion<strong>al</strong> de principios del siglo xx era predominantementeeuropeo, es decir, que los estados europeos dominabanla dinámica de las relaciones internacion<strong>al</strong>es; todos los indicadoressignificativos en economía, política y cultura así lo demuestran: 22ocon aproximadamente una cuarta parte de la población mundi<strong>al</strong>,Europa poseía la mayor concentración en cuanto a capacidadindustri<strong>al</strong> y militar así como un control prácticamente tot<strong>al</strong> dela economía mundi<strong>al</strong>. Ese amplio control coloni<strong>al</strong> europeo porel mundo no sólo implicaba una enorme extensión territori<strong>al</strong>y dominio de recursos, sino una determinante influencia cultu-22"Cfr. Paul Kennedy, The Rise and j<strong>al</strong>l oj the Great POl1lers, 1989, especi<strong>al</strong>mente elcapítulo 5, pp. 249-354.


<strong>al</strong> entre otros 500 millones de seres humanos (casi la terceraparte de la población tot<strong>al</strong>).Quizá ello justifica el exacerbado optimismo de pensadorescomo Ortega y Gasset, para quien, "el mundo creado por la civilizacióneuropea a principios del siglo XIX: no sólo tiene las perfeccionesy amplitudes que de hecho posee, sino que ademássugiere a sus habitantes una seguridad radic<strong>al</strong> en que mañanaserá aún más rico, más perfecto y más amplio, como si gozasede un espontáneo e inagotable crecimiento".221Pero junto con el predominio de la cultura europea por elmundo, también crecían las riv<strong>al</strong>idades intraeuropeas. Lejos defomentar la unidad de Europa, el orden fincado en la idea nacion<strong>al</strong>,promotor de entidades políticamente autónomas y enconstante lucha por la preservación de su propia identidad eintereses marcaba una trayectoria aparentemente irreversible dechoque, en virtud de los crecientes problemas que las confrontabana unas con otras.Es así que, los orígenes de la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong> empiezana vislumbrarse con claridad desde el inicio de la década de1890. Nietzsche lo anunció con toda precisión <strong>al</strong> escribir:La locura de las nacion<strong>al</strong>idades es la causa de que los pueblos deEuropa se consideren extraños entre sí y también de que aún hoyperdure esa ignorancia mórbida; esta locura ha llevado a la cumbrea políticos de visión miope y de manos lentas, que ignoran hastaqué punto la política de división que ponen en práctica no puedeser más que una política episódica. Por esto, y por otras razonesque hoy no se pueden decir, se desprecian los signos precursoresmenos equívocos, a los cu<strong>al</strong>es se da una arbitraria interpretación,cuando indican claramente que Europa quiere unificarse. 222Exactamente en esta dirección apuntaba don José Ortega yGasset <strong>al</strong> señ<strong>al</strong>ar que: "La unidad de Europa no es una fantasía221 José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, 1994, p. 69.222 Federico Nietzsche, Más <strong>al</strong>lá del bien y del m<strong>al</strong>, 1993, pp. 192-193, cursivas enel origin<strong>al</strong>.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es283sino que es la re<strong>al</strong>idad misma y la fantasía es precisamente lootro, la creencia de que Francia, Alemania, It<strong>al</strong>ia o España sonre<strong>al</strong>idades sustantivas e independientes."223Como expresión de esta locura fragmentadora, en esa época,todas las potencias continent<strong>al</strong>es (Alemania, Francia, Austria,Rusia e It<strong>al</strong>ia) buscaron fomentar leyes tendientes a fort<strong>al</strong>ecersu poderío militar y aunque en ningún caso estuvieron estasleyes exentas de dificultades para su aprobación, fin<strong>al</strong>mente sepusieron en práctica, dando paso <strong>al</strong> surgimiento de una let<strong>al</strong>carrera armamentista, que culminó con el desastre de 1914.Ante la amenaza de los renovados ejércitos continent<strong>al</strong>es,Gran Bretaña respondió mejorando e incrementando su másv<strong>al</strong>ioso recurso: la armada que le había hecho "señora de losmares". Como Alemania se hacía cada vez más poderosa en elcontinente, Francia y Rusia buscaron entonces un acercamientoentre sí para evitar el debilitamiento frente a los ingleses o los<strong>al</strong>emanes. Aprovechando la miopía del kaiser Guillermo lI, quientorpemente ignoró las recomendaciones de Bismarck en torno aun arreglo franco-ruso, éste logró concretarse en 1894. Alemaniarespondió ante esta situación de relativa debilidad estratégica incrementandosu potenci<strong>al</strong> industri<strong>al</strong> y su fervor nacion<strong>al</strong>ista.Los <strong>al</strong>emanes decidieron entonces a favor de una políticaverdaderamente temeraria: a través del fort<strong>al</strong>ecimiento de supropia flota imperi<strong>al</strong>, obligarían a los ingleses a considerarloscomo "<strong>al</strong>iados natur<strong>al</strong>es" por el control del mundo; pero suscálculos f<strong>al</strong>laron y, ante la agresividad germana, los británicosprefirieronel acercamientoconFrancia (lo cu<strong>al</strong>, paradójicamentelos acercaba, <strong>al</strong> mismo tiempo a Rusia, con quien habían tenidouna creciente riv<strong>al</strong>idad durante la segunda mitad del siglo XIX,sobre todo, por la divergencia de sus respectivos intereses enrelación con el vacío de poder que estaba generando el ocasodel otrora poderoso imperio de los turcos otomanos).123 José Ortega y Gasset, op. cit., p. 16.


284David J. SarquísPara los <strong>al</strong>emanes, el panorama de las <strong>al</strong>ianzas era poco <strong>al</strong>entador;sólo quedaba disponible para ellos la doble monarquíaaustrohúngara; un bloque multicultur<strong>al</strong> sostenido más por lossueños de una antigua y visiblemente decadente grandeza, decorte semifeud<strong>al</strong>, que por cimientos sólidos de la construcciónnacion<strong>al</strong> moderna. Aun así, confiados en su propia destreza, los<strong>al</strong>emanes continuaron con una vigorosa y amenazante políticaexterior encaminada a reclamar y consolidar "su lugar en elmundo".Cuando las potencias se reunieron el Algeciras en 1906 paradecidir el futuro de Marruecos (dominio coloni<strong>al</strong> en el nortede África que se disputaban Francia y Alemania), el <strong>sistema</strong> de<strong>al</strong>ianzas y contra<strong>al</strong>ianzas que definía la política internacion<strong>al</strong>estaba claramente establecido. Inglaterra favorece ahí la posiciónde Francia en contra de las pretensiones <strong>al</strong>emanas a cambiodel reconocimiento de sus intereses en Egipto. Al año siguiente,un acuerdo similar sobre la situación en Persia, Afganistán yel Lejano Oriente consolida la <strong>al</strong>ianza anglo-rusa y Alemaniase siente cada vez más excluida y marginada en la dinámicainternacion<strong>al</strong>. Por eso apoya las pretenciones austriacas sobrelas posesiones turcas en los b<strong>al</strong>canes, incrementando, con ellosu riv<strong>al</strong>idad con Rusia y haciendo más difícil su propio acercamientocon Turquía; un <strong>al</strong>iado cuya debilidad intrínseca debíahaber obligado a los <strong>al</strong>emanes a reconsiderar su política exteriorhacia aquella región.Aunque desde 1912 Norman Angell había prevenido en LaGran Ilusión sobre la futilidad de la guerra, e incluso había advertidosobre los peligros re<strong>al</strong>es de un conflicto armado que a ningúneuropeopodíabeneficiar, debido a 10 marcadamente interdependienteque se había vuelto la economía europea (hoy podemosdecir, debido a su carácter sistémico) el constante incremento enla tensión internacion<strong>al</strong>, acumulado desde la última década delsiglo XIX fin<strong>al</strong>mente hizo erupción en julio de 1914 a raíz de unaparentemente insignificante asesinato político: la muerte del


285heredero <strong>al</strong> trono de los Habsburgo, archiduque Francisco Fernandoa manos de un nacion<strong>al</strong>ista serbio, dando paso <strong>al</strong> cataclismoque significó la destructiva Primera Guerra Mundi<strong>al</strong>, la cu<strong>al</strong>inicia la transición del orden de Viena hacia el orden de Vers<strong>al</strong>les.La PGM, también conocida como la Gran Guerra, supuestamentedestinada a terminar con todas las guerras, ha sido consideradapor varios especi<strong>al</strong>istas como el momento decisivo quemarca, para la sociedad de la "bella época", de manera por demástraumática, el fin de una visión idílica fincada en la ilusión deuna forma de progreso line<strong>al</strong> y acumulativa, <strong>al</strong> mismo tiempoque el inicio re<strong>al</strong> del tumultuoso siglo xx, el cu<strong>al</strong> quedará permanentementemarcado por esa herida.De repente, sin una clara idea de lo que ello vendría a representar,el progresista mundo europeo se vio arrastrado, en virtuddel intrincado <strong>sistema</strong> de <strong>al</strong>ianzas <strong>al</strong> que hemos hecho referenciahacia una violenta masacre, un baño de sangre de una magnituddestructiva sin precedente en la historia de la humanidad.En el s<strong>al</strong>do se cuentan más de 10 millones de muertos, incontablesincapacitados, una ruptura económica que virtu<strong>al</strong>mentepar<strong>al</strong>izó a la industria del continente pero, sobre todo, una devastaciónmor<strong>al</strong> que rompió de manera brut<strong>al</strong> con todos los v<strong>al</strong>oresestablecidos, dejando una sensación de irracion<strong>al</strong>idad y sinsentido que, por ejemplo, T.S. Elliot expresa magistr<strong>al</strong>mente en<strong>al</strong>gunos de sus poemas y que varias corrientes artísticas de laprimera posguerra reconocen como su fundamento conceptu<strong>al</strong>.224Es en es te contexto que se inician, en 1919, las pláticas queconducen a la firma de los tratados con los que se establecenlas condiciones de paz después de la PGM, entre los cu<strong>al</strong>es sobres<strong>al</strong>eel de Vers<strong>al</strong>les, firmado con Alemania y percibido por<strong>al</strong>gunos destacados historiadores, como el "fin del orden", no sólo224 Cfr, T.S. Elliot, "The Waste Land", en The OxfordAnthologyofEnglish Literature, 1973,pp.1980-1998. Para el panorama gener<strong>al</strong> de la cultura en Europa durante el periodo deentre guerras, cfr. José Martínez Carreras, Introducción a la historia contemporánea siglo xx,1991, especi<strong>al</strong>mente pp. 33-46.


286David J. Sarquísen términos de la ruptura que significó para la relativa armoníaque muchos consideraban como característica del orden internacion<strong>al</strong>de principios de siglo, a pesar de la amenaza que representab<strong>al</strong>a idea de una "paz armada", sino, claramente, comoun cambio básico en las reglas para el desempeño de los actoresen el escenario internacion<strong>al</strong>.225EL ORDEN MUNDIAL DESPUÉSDE LA PRIMERA GUERRA MUNDIALLa mayoría de los estudiosos coinciden <strong>al</strong> pensar en Vers<strong>al</strong>lescomo una etapa efímera de transición que se abre con el iniciode las pláticas de paz con las que habría de concluir la PrimeraGuerra Mundi<strong>al</strong> y culmina con la derrota de las fuerzas del ejeRoma-Tokio-Berlín en 1945. E.H. Carr describe magistr<strong>al</strong>mentelos rasgos sobres<strong>al</strong>ientes del periodo en The twenty years crisis,obra donde escribe:La característica distintiva de la crisis de los veinte años entre1919 y 1939 fue el descenso abrupto desde las esperanzas visionariasde la primera década hasta la turbia desesperación de lasegunda; de una utopía que no supo tomar en cuenta a la re<strong>al</strong>idad,hasta una re<strong>al</strong>idad de la que se excluyeron rigurosamentetodos los elementos de la utopía. 226El orden internacion<strong>al</strong> de este periodo preserva todavía<strong>al</strong>gunos rasgos del orden multipolar inmediato anterior, pero sudecadencia es muy marcada. Ciertamente, con la devastación propiciadapor la guerra, Europa ha dejado de ser el centro de tomade decisiones que fue hasta 1914 y las potencias extraeuropeasse están desempeñando ya con toda claridad. El caso más notable22'Cfr. Charles L. Mee, Jr., The End ojOrder, Versailles 1919, 1980.226Edward H. Carr, The twentyyears crisis, 1919-1939: An introduction to the studyoj Intemation<strong>al</strong> Relations, Nueva York, 1964, p. 224.


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es287es, desde luego, el de Estados Unidos, pero el de Japón, a pesardel menosprecio que sufría en esa época por parte de las demáspotencias, no debe ser minimizado en forma <strong>al</strong>guna; su aplastantevictoria contra los rusos por la hegemonía en el Pacíficoen 1905 así lo atestigua. Incluso, puede decirse que empiezana perfilarse sobre el escenario <strong>al</strong>gunos actores de nivel mediocon un potenci<strong>al</strong> regularmente atractivo como Chile, Brasil oArgentina.Martínez Carrera señ<strong>al</strong>a <strong>al</strong> respecto:en 1919, el centro de gravedad del mundo comenzaba a desplazarsefuera de Europa. Después de 1945, el proceso ya se hare<strong>al</strong>izado: la mayor parte de Europa, debilitada y empobrecida, noestá en condiciones de desempeñar el papel que tenía anteriormenteen la política mundi<strong>al</strong>; la dirección de los asuntos internacion<strong>al</strong>eses responsabilidad de estados extra europeos. 227Para los orgullosos europeos, el panorama no podía ser másdesolador: suterritorio estaba devastado, su industria par<strong>al</strong>izaday sus hombres desmor<strong>al</strong>izados; la concepción misma de unorden imperi<strong>al</strong> como el que ellos habían edificado por el mundoy el sustratum filosófico racion<strong>al</strong>ista en el que se fincaba sevolvió virtu<strong>al</strong>mente insostenible.Adicion<strong>al</strong>mente, el hambre, el desempleo y la degradaciónmor<strong>al</strong> se habían traducido en un caos gener<strong>al</strong>izado que constituíael "c<strong>al</strong>do de cultivo" idóneo para la expansión de las ideascomunistas emanadas de la triunfante revolución bolcheviqueen la vieja Rusia zarista, así como la consolidación de ide<strong>al</strong>esultranacion<strong>al</strong>itas y antiliber<strong>al</strong>es, cuya expresión más acabadason los regímenes nazi-fascistas.En aquella prolongada Conferencia de París (18 de enero <strong>al</strong>28 dejunio de 1919), durante la cu<strong>al</strong> se fraguó aquel ventajosoTratado de Vers<strong>al</strong>les, que con sobrada razón llegarían los <strong>al</strong>ema-227Martínez Carrera, op. cit., p. 199.


288David J. Sarquísnes a considerar como una grave afrenta nacion<strong>al</strong> (aunque ellosmismos no habían sido mucho más benignos con los rusos enBrest-Litovsk), participaron un tot<strong>al</strong> de 27 naciones, aunquefue muy claro el predominio de tres grandes (Estados Unidos,Gran Bretáña y Francia), más dos advenedizos que intentabancompletar la quinteta de los poderosos (It<strong>al</strong>ia y Japón), esteúltimo, no con m<strong>al</strong>as perspectivas, por cierto.Durante los ac<strong>al</strong>orados debates que se sucedieron a lo largode aquel interminable semestre, cada uno de estos países estuvorepresentando sus propios puntos de vista e intereses, con la pretensiónde hacerlos pasar como lo más indicado para representara la noción del bienestar univers<strong>al</strong>, aunque sin una idea suficientementeclara de que, en efecto pudiese haber <strong>al</strong>go denominadobien común en el ámbito de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.Por la relevancia que tuvieron para el proceso de construccióndel nuevo orden internacion<strong>al</strong> del siglo xx, conviene res<strong>al</strong>tar,por lo menos <strong>al</strong>gunos de los intereses específicos que, en suc<strong>al</strong>idad de nueva potencia mundi<strong>al</strong> pusieron en juego los norteamericanos:• En primer término, puede apreciarse su empeño por establecerun orden de corte liber<strong>al</strong>, fincado en los ide<strong>al</strong>es políticos de su entoncespresidente, Woodrow Wilson, expresados a través de suscélebres 14 puntos; esto significaba esenci<strong>al</strong>mente, un mundoconstituido por grupos nacion<strong>al</strong>es con derecho a un espacio geográficopropio y un modelo de organización interna autónomo.• No obstante, con el fin de favorecer la armonía entre los participantesdel nuevo escenario internacion<strong>al</strong>, Estados Unidos promueveque esos nuevos modelos de organización respondan a los ide<strong>al</strong>esde la democracia representativa y de la economía de mercado (conlibertad para el flujo de capit<strong>al</strong>es, libertad de navegación y supresiónde barreras <strong>al</strong> comercio).• Esto implica una recomposición del mapa político mundi<strong>al</strong> y,bien sea a corto o mediano plazo, la desintegración tot<strong>al</strong> del viejoorden imperi<strong>al</strong> sancionado en Viena poco más de un siglo antes,


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>eses decir, implica la promoción de un proceso de descolonizacióngener<strong>al</strong>.• Adicion<strong>al</strong>mente, se observa el fomento a un esquema de diplomaciaabierta, tendiente a fort<strong>al</strong>ecer la figura de una opinión públicainternacion<strong>al</strong> como nuevo elemento de fuerza en las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, a la vez que, como supuesta garantía de undesempeño más "democrático" de todos los participantes.• Por último, aunque ciertamente no por ello menos importante,puede detectarse un impulso a la institucion<strong>al</strong>ización de la OrganizaciónInternacion<strong>al</strong> como principio rector de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.La vieja era de las conferencias, de las que emanabanlos principios rectores para la sociedad internacion<strong>al</strong> da paso auna época de instituciones dotadas de una person<strong>al</strong>idad jurídicapropia, las cu<strong>al</strong>es buscan armonizar los intereses colectivos de lahumanidad en su conjunto, ide<strong>al</strong> que se materi<strong>al</strong>iza con la creaciónde la Sociedad de las Naciones.Todo lo anterior significa que, en gran medida, Estados Unidos,en su nueva condición de potencia mundi<strong>al</strong>, va a tratar de remodelar<strong>al</strong> resto del mlmdo a su propia imagen y semejanza, empeñocon el que continúa claramente comprometido hasta la fecha yque, <strong>al</strong> mismo tiempo constituye fuente y principio de sus riv<strong>al</strong>idadescon los demás actores participantes en el escenario internacion<strong>al</strong>,incluidos sus propios <strong>al</strong>iados.Es claro, por ejemplo, que a los británicos, sólo podía causarlesmuy limitada gracia, la idea de un mundo descolonizadoe integrado por grupos nacion<strong>al</strong>es autónomos, con derecho a unespacio geográfico propio y, además, en un plano de igu<strong>al</strong>dadjurídica frente a "su <strong>al</strong>teza re<strong>al</strong>".y aunque, las depauperadas y revoltosas masas de la viejaRusia zarista por su parte pudieran ver con simpatía e inclusoapoyar t<strong>al</strong> visión, la idea de organizar a las nuevas comunidadesnacion<strong>al</strong>es a través de un esquema de democracia representativa<strong>al</strong> "estilo americano", tendiente a fomentar la iniciativa privaday la libertad de mercado, sólo podía representar la insolente nece-


290David J. Sarquisdad de un <strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong> supuestamente agonizante. (Evidentemente,el enfermo resultó notablemente más sano de lo que elprecoz doctor que diagnosticó prematuramente su muerte podíahaber imaginado jamás.)Desde un punto de vista teórico, el conjunto de la situaciónque hemos referido provocó que, los principios básicos en los quese sustentaba la dinámica del orden internacion<strong>al</strong> empezarana ser severamente cuestionados, como lo fue el orden soci<strong>al</strong> ensu tot<strong>al</strong>idad, es decir, desde la óptica de la desesperanza y la sinrazónderivadas de la destrucción sin precedente propiciada poruna guerra cuyos objetivos y resultados fin<strong>al</strong>es parecen eludir,hasta hoy en día, todo esfuerzo racion<strong>al</strong> del hombre común. Noobstante, a pesar de la desolación y del vacío mor<strong>al</strong> ocasionadopor la guerra, así como de los rencores acumulados por la frustracióngenerada en la percepción de una victoria incompletao el sentimiento de una derrota humillante, inspirados en la visiónwilsoniana de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,228 los diplomáticoseuropeos se las arreglaron, <strong>al</strong> comienzo de la década de los veinte,para iniciar una etapa de reconstrucción fincada en principiosde cooperación y solidaridad internacion<strong>al</strong> que van a permitir laconcreción del proyecto de la Sociedad de las Naciones que llegaa su punto cumbre con el acuerdo de Locarno, el cu<strong>al</strong> pareceaugurar una erradicación definitiva de la guerra como instrumentode la política internaciona1. 229228 Bajo esta visión, como hemos señ<strong>al</strong>ado, <strong>al</strong>gunos de los principios básicos en losque se sustenta la dinámica del orden internacion<strong>al</strong> son puestos en tela de juicio. Si bienes cierto que la idea esenci<strong>al</strong> de unidades políticamente autónomas en interacción constantepermanece, ésta se corrige y se aumenta, primero enfatizando la importancia dela igu<strong>al</strong>dadjuridica y luego redefiniendo su composición interna en función de la componentenacion<strong>al</strong> en la estructura de las poblaciones, lo cu<strong>al</strong> obliga de hecho a rediseñarel mapa de Europa y eventu<strong>al</strong>mente del mundo, en la medida que se desquebrajan losimperios coloni<strong>al</strong>es y se reestructura el orden político internacion<strong>al</strong>. Adicion<strong>al</strong>mente, soncuestionadas, la viabilidad de la diplomacia secreta y el régimen de <strong>al</strong>ianzas negociadoa nivel de cúpulas de poder, lo cu<strong>al</strong> permite una inserción cada vez mayor de la opiniónpública en la formulación de la politica exterior de los estados.22" Conferencia entrejefes de gobierno europeos destinada a dirimir diferencias conAlemania. Fue celebrada en esta loc<strong>al</strong>idad suiza ubicada a orillas del lago Maggiore enoctubre de 1925 (cfr. Osmañczyk, op. cit., p. 70).


Elde estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es291Ese momento parece fin<strong>al</strong>mente cercano a crist<strong>al</strong>izar en1928, cuando un gran número de países se adhiere <strong>al</strong> pactoBriand-Kellog, que por fin declara a la guerra como un instrumentoobsoleto de política internacion<strong>al</strong>, el cu<strong>al</strong> debe quedar<strong>al</strong> margen de la ley.De esta manera, a pesar del escepticismo prev<strong>al</strong>eciente entorno a la condición humana en su conjunto, en el ámbito delas relaciones internacion<strong>al</strong>es, <strong>al</strong>gunos estadistas y diplomáticosvisionarios, como Briand, Stresseman o Kellog, se esfuerzan porsuperar las consecuencias negativas de la guerra así como lostemores y la desconfianza, comprensiblemente "natur<strong>al</strong>es" entrepueblos recién s<strong>al</strong>idos de una conflagración tan devastadora, yprocuran negociar una aplicación efectiva de tratados de paz equitativosque constituyan garantías eficaces para todos.Partiendo de la convicción de que, la causa fundament<strong>al</strong> delos problemas internacion<strong>al</strong>es estriba en la ausencia de un marcojurídico-normativo adecuado para solventar las controversiasque invariablemente se presentan en un escenario internacion<strong>al</strong>,los diplomáticos de la época, apoyados en cimientos doctrin<strong>al</strong>esque se remontan hasta obras como la del abad Saint Pierre oInmanuel Kant, para el logro de una "paz perpetua", se esfuerzanpor crearlo.Desde esta perspectiva, puede decirse que, en el nuevo ordengenerado durante la primera posguerra, destacan importanteselementos:• Se ponen en boga novedosos principios entre los que destaca primordi<strong>al</strong>menteel supuesto derecho de cada pueblo a forjar y conducirsu propio destino, lo cu<strong>al</strong> incluye, la elección de su propio<strong>sistema</strong> económico y de su régimen político.• Se proclama la igu<strong>al</strong>dadjurídica entre todos los estados constituyentesde la sociedad internacion<strong>al</strong> (aun cuando, evidentemente,la proclama en sí no garantiza que t<strong>al</strong> igu<strong>al</strong>dad se dé comoun hecho en la práctica).


292David J. Sarquis• Se otorga máxima prioridad <strong>al</strong> principio de la seguridad colectiva,reconociendo además que su logro sólo puede ser el resultadode un esfuerzo común.• Se reconoce la necesidad de ejercer la práctica diplomática de maneraabierta (lo cu<strong>al</strong> fort<strong>al</strong>ece la posición de cada opinión públicanqcion<strong>al</strong> y proyecta el surgimiento de una incipiente opinión públicainternacion<strong>al</strong>).Sin embargo, el advenimiento de una crisis económica en1929, sin precedente a esc<strong>al</strong>a mundi<strong>al</strong> obliga a los estadistas aabandonar el espíritu de colaboración tan difícilmente labradohasta esa fecha, y retomar el camino tradicion<strong>al</strong> de la defensade su propio interés nacion<strong>al</strong>, resquebrajando las bases de aquelide<strong>al</strong>ismo jurídico inspirado por Woodrow Wilson.En este sentido, la Conferencia de Londres de 1933 auguraun futuro ominoso, <strong>al</strong> promover el establecimiento de políticaseconómicas nacion<strong>al</strong>istas y proteccionistas y anunciar con ellola quiebra del espíritu que había <strong>al</strong>entado los esfuerzos de cooperacióninternacion<strong>al</strong> durante la década anterior.Por otra parte, la propia idea esenci<strong>al</strong> de unidades políticamenteautónomas en interacción constante y en un supuestoplano de igu<strong>al</strong>dadjurídica es desafiada por una visión que sugiereuna interconexión estructur<strong>al</strong> mundi<strong>al</strong>, pero a nivel de clasessoci<strong>al</strong>es; en donde el Estado nos es presentado como una merafachada, detrás de la cu<strong>al</strong> se ocultan perversos mecanismos deexplotación de una clase dominante que ya se proyecta con claridad(por lo menos a los ojos de los marxistas-1eninistas) a esc<strong>al</strong>aplanetaria.A partir de esta denuncia, que agrava la crisis internacion<strong>al</strong>provocada por la Gran Depresión, la ficciónjurídica que constituyeel Estado tiene que renovarse corrigiendo y aumentandosus componentes form<strong>al</strong>es. No basta con mencionar a la población,<strong>al</strong> territorio y <strong>al</strong> gobierno; hay que enriquecer estas nocionesa través de sus componentes sociopolíticos. De esta manera,


~l()lJjeto de estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>esla población no sólo incluye a todos los individuos amparadospor un régimenjurídico determinado sino que, además progresivamentea todos los que tienden a incorporarse en un proyectocultur<strong>al</strong> homogeneizado que, cuanto menos se logra, más socav<strong>al</strong>as bases del Estado.Del mismo modo, el territorio es más que un mero espaciogeográfico reclamado como propio por un gobierno y se transformaen la zona que dicho gobierno tiene la capacidad re<strong>al</strong> deocupar y defender. El propio gobierno, no es ya sólo una formade regir un destino nacion<strong>al</strong> sino el acomodo interno de fuerzasy contrapesos (entre los que se incluye la presión del exterior) paraasumir control de la población y el territorio en cuestión.Esta situación permite el retorno de los viejos postulados delre<strong>al</strong>ismo político como guía predominante para la acción de losestados a partir de principios de la década de los treinta. Otrom<strong>al</strong> augurio que claramente presagia la magnitud del desastrepor venir es el fracaso de la Conferencia Gener<strong>al</strong> sobre Desarmecelebrada en Ginebra entre 1932 y 1933, cuando el gobierno<strong>al</strong>emán, en ese entonces ya dirigido por Adolfo Hitler se retirade las pláticas y se cierne sobre la sociedad internacion<strong>al</strong> la amenazade un rearme gener<strong>al</strong> (cosa que, por cierto, no parece haberpreocupado a todos por igu<strong>al</strong>, el mundo industri<strong>al</strong> más bien parecíaestar de plácemes).A raíz de la descarnada agresiónjaponesa contra China, dela política aventurera de los it<strong>al</strong>ianos en el norte de África,tratando de remembrar (aunque sólo con un éxito tan costosocomo modesto) las antiguas glorias del Imperio romano así comoel expansionismo y la remilitarización de Alemania, el esperanzadoresquema de la cooperación entre las naciones empieza adesquebrajarse.A partir de esos momentos, el curso de los acontecimientosse precipita: Francia abandona virtu<strong>al</strong>mente el intento de <strong>al</strong>ianzacon Alemania y firma un pacto de colaboración con la UniónSoviética en mayo de 1935; la remembranza de 1894 era inevi-


294David J. Sarquístable para los <strong>al</strong>emanes junto con los temores derivados de lasensación de cercamiento. Gran Bretaña, por su parte, apoya enel seno de la Sociedad de las Naciones, las sanciones contra It<strong>al</strong>iapor la invasión de Etiopía, lo cu<strong>al</strong> rompe el entendimiento angloit<strong>al</strong>ianoy propicia el acercamiento de Mussolini con Hitler, elgobierno liber<strong>al</strong> izquierdista de Francia se siente natur<strong>al</strong>mentepreocupado y refuerza su acercamiento con los ingleses: el escenarioestá prácticamente listo para la configuración de los bloquescontendientes en la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>.La incapacidad de la Sociedad de las Naciones para frenar elcreciente deterioro y reafirmar la fuerza de la razón jurídica yel entendimiento armonioso se hace cada vez más patente. Nisiquiera en el caso de conflictos periféricos, como el de la desafortunadaguerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932-1935),logra la Sociedad de las Naciones soluciones imaginatívas y eficacessatisfactorias para todos los involucrados. Su descréditose vuelve tot<strong>al</strong> y el resurgimiento del re<strong>al</strong>ismo político en el planoteórico se hace claramente comprensible.Los re<strong>al</strong>istas contemporáneos como Niebuhr, Spykman,Schwarzenberger, o Morgenthau reconocen su deuda intelectu<strong>al</strong>con pensadores tan remotos como el historiador griegoTucídides o el filósofo hindú Kautilya, lo mismo que con lospolitólogos renacentistas a los que ya hemos hecho referencia.Esto da <strong>al</strong> re<strong>al</strong>ismo una continuidad histórica impresionante comodoctrina del pensamiento político y cosmovisión del hombre.Para ellos, un buen análisis internacion<strong>al</strong> debe fincarse entres supuestos básicos:1. la sociedad internacion<strong>al</strong> es anárquica porque carece de unaautoridad hegemónica centr<strong>al</strong> efectiva (no porque carezca deprincipios básicos que permitan entender la conducta de losmiembros participantes);2. los actores fundament<strong>al</strong>es del escenario internacion<strong>al</strong>, (aunqueno necesariamente los únicos) son los estados, y3. entre toda la gama de principios rectores que nos permitendilucidar la política internacion<strong>al</strong> y, a partir de ello, explicar la


conducta de los actores internacion<strong>al</strong>es, ninguno es tan importantecomo el principio de la preservación del interés nacion<strong>al</strong>, locu<strong>al</strong> orilla irremediablemente a una lucha inevitable de poder. 230Sobre la base de estos principios, no sólo se explica sino que,de hecho se desarrolla la política internacion<strong>al</strong> característica dela década de los treinta. Una vez rota la ilusión de un esquemade cooperación para el diseño de una sociedad internacion<strong>al</strong> másequitativa, cada miembro de ésta se siente, no sólo llamado sinovirtu<strong>al</strong>mente obligado a velar por sus propios intereses.Adicion<strong>al</strong>mente con la desintegración territori<strong>al</strong> de los imperiosprovocada por el desenlace de la Gran Guerra el reto de la"reconstrucción" de un creciente número de naciones se convierteen uno de los más grandes desafíos en política internacion<strong>al</strong>del siglo xx, particularmente cuando se empiezan a abandonarlos principios leg<strong>al</strong>istas del ide<strong>al</strong>ismo jurídico a favor deuna cruda política re<strong>al</strong>ista, equiv<strong>al</strong>ente a la noción de una "leyde la jungla" en la conducción de los asuntos internacion<strong>al</strong>es.A partir de ello queda irremediablemente trazada la ruta críticahacia el est<strong>al</strong>lido de una conflagración aún mayor que marcarála ruptura definitiva del orden de Viena para abrir paso <strong>al</strong> escenariobipolar de la segunda posguerra, el cu<strong>al</strong> comentaremosen el siguiente capítulo.""'Cfr. Joel Krieger, (ed.l, The Oxford companion to Politics ofthe World, 1993, p. 771.


lo -.....,--'Un objeto de estudio cambiante:el orden internacion<strong>al</strong> posteriora la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>El énfasis de la diplomacia tradicion<strong>al</strong> en la "buena fe"yen la "buena voluntad" por llegar a un acuerdo constituyedljinitivamente una desventaia cuando hay que tr<strong>al</strong>Jrcon una potencia empeñada en hacer desaparecerel orden internacion<strong>al</strong> prev<strong>al</strong>eciente..HEK~Y A. KJSSINGERINTRODUCCIÓNDESDE UN punto de vista epistemológico, la idea de unorden internacion<strong>al</strong> como objeto de estudio se constituyeen un marco referenci<strong>al</strong> de gran utilidad para encuadrartoda la información que los an<strong>al</strong>istas van recabando sobreun periodo histórico determinado para luego tratar dedotarla de significado. No en términos de una narrativahistórica que da cuenta tot<strong>al</strong> del periodo, lo cu<strong>al</strong>, de suyose antoja imposihle, sino desde la perspectiva de funcionamientode la tot<strong>al</strong>idad que implica el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>,ya que en ello radica la particularidad del trabajode análisis que re<strong>al</strong>izan los internacion<strong>al</strong>istas.En este sentido, la idea del orden internacion<strong>al</strong> esbásicamente genérica y sólo incluye los aspectos máscaracterísticos y distintivos del periodo que se está estudiando,con el propósito de establecer las semejanzas y297


298David J. Sarquíslas diferencias que lo relacionan con otros periodos de la historiadel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> para así poder particularizarlo.Esto no sustituye, en forma <strong>al</strong>guna <strong>al</strong> análisis puntu<strong>al</strong> y det<strong>al</strong>ladode toda la gama de aspectos y variables que, en los distintosniveles de interés pueden hacerse del escenario internacion<strong>al</strong> enun momento dado y que completan la visión integr<strong>al</strong> del conjuntoque representa la sociedad internacion<strong>al</strong>. No obstante, esclaro que la idea del orden internacion<strong>al</strong> constituye un importantecimiento y un punto de partida para la articulación de undiscurso propio en relaciones internacion<strong>al</strong>es.El concepto de orden internacion<strong>al</strong> es, desde esta perspectiva,sólo una guía de ordenación, un asidero conveniente, que nospermite generar una visión panorámica de un periodo o lapsohistórico determinado; es un modelo que nos sirve como guíapara dotar de sentido a la información que hemos recabado yque, de otra manera, podría fácilmente convertirse en un caosde hechos inconexos, más propicios para la confusión que par<strong>al</strong>a explicación de la visión de conjunto que implica la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong>. No debemos olvidar, después de todo, que éstaes sumamente compleja y que, de la forma como nos la representamosdepende mucho, tanto la interpretación que hacemos,como las decisiones que tomamos para nuestro desempeño enella. Este último factor resulta de cruci<strong>al</strong> importancia cuandose piensa concretamente, por ejemplo, en un diseño de políticaexterior.La re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> del periodo correspondiente a lasegunda posguerra mundi<strong>al</strong> es particularmente compleja. La cantidadde información sobre esta etapa de la historia univers<strong>al</strong>,de la que pueden disponer hoy en día los estudiosos es verdaderamenteasombrosa y tan abundante, que prácticamente estámás <strong>al</strong>lá de la capacidad de absorción y análisis que pueda tenerun solo individuo durante un periodo promedio de vida intelectu<strong>al</strong>menteproductiva.


Un299Por ello resulta de enorme utilidad contar con un marco dereferencia que nos permita destacar <strong>al</strong>gunos de los aspectos másrelevantes para nuestro propio análisis, según nuestra área deinterés específico. De este modo, podemos decir, como internacion<strong>al</strong>istas,que vamos a observar un escenario renovado en elque se desplazan nuevos actores, bajo la influencia de diversosfactores con un peso específico determinado y con la intenciónde establecer nuevas reglas del juego que pretenden redefinir laestructura de la sociedad internacion<strong>al</strong>. Desde este punto de vista,el periodo de la segunda posguerra mundi<strong>al</strong> resulta <strong>al</strong>tamenteproductivo desde la perspectiva de la reflexión teórica en relacionesinternacion<strong>al</strong>es.En este sentido, puede afirmarse que, uno de los aspectos demayor importancia durante el periodo es el tránsito de un esquemamultipolar a uno bipolar en el que se habla, por primeravez en la historia de superpotencias. Este periodo habría de perdurarcerca de medio siglo (1945-1991); también puede añadirseque, en esta etapa, el peso específico del factor ideológico cobrauna magnitud inusitada (aunque no inédita) en el escenario internacion<strong>al</strong>,la cu<strong>al</strong> permea todas las esferas de acción de la sociedadinternacion<strong>al</strong>, como pocas veces se había contemplado en elescenario de la historia univers<strong>al</strong>. Al igu<strong>al</strong> que en épocas anteriores,el factor tecnológico va a desempeñar un papel preponderante,ya fin<strong>al</strong> de cuentas decisivo, para la evolución del ordeninternacion<strong>al</strong> que se gestó en esta época y que gener<strong>al</strong>mentese conoce como el orden de Y<strong>al</strong>ta.De <strong>al</strong>guna manera puede pensarse que el periodo inicia,durante la segunda mitad de 1945, una vez derrotadas las potenciasdel EJe, con el reto más grande que hasta entonces sehabía presentado contra las reglas establecidas para el funcionamientodel escenario internacion<strong>al</strong> desde la época de la Pazde Westf<strong>al</strong>ia de 1648, con la que form<strong>al</strong>mente se había inauguradoel esquema llamado estato céntrico de las relaciones internacion<strong>al</strong>esdebido a la preponderancia que adquirió a partir deentonces la figura del Estado nacion<strong>al</strong>.


300David J. SarquisHacia fin<strong>al</strong>es de 1945, no sólo han cambiado los protagonistasprincip<strong>al</strong>es en el escenario internacion<strong>al</strong> y se han desplazadolos centros del poder hegemónico internacion<strong>al</strong> más <strong>al</strong>láde los límites de Europa, sino que hay, además, un intento muyimportante por cambiar las reglas operativas para el desempeñode los actores desde hacia casi tres siglos. La historia de estenuevo periodo, el cu<strong>al</strong> va a abarcar casi toda la segunda mitaddel siglo xx se escribe, entre otros, en función de estos factoresprincip<strong>al</strong>es.A casi 300 años de instaurado un <strong>sistema</strong> multipolar, caracterizadopor la búsqueda de un equilibrio de poder, entreprotagonistas inscritos en el ámbito geográfico de la Europaoccident<strong>al</strong>, el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> cambia hacia un modelobipolar, con protagonistas ubicados fuera del contexto exclusivode la Europa occident<strong>al</strong> (aunque, sin lugar a dudas, herederos deuna tradición predominantemente europea) y con objetivosmuy distintos a los de la tradicion<strong>al</strong> b<strong>al</strong>anza de poder característicadel orden internacion<strong>al</strong> inmediato anterior.Explicar la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> del periodo 1945-1991 esuna tarea titánica que requeriría de un espacio mucho mayordel disponible para este modesto esfuerzo de orientación teóricapara quien trata de entender la dinámica de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.Es claro que para abordar esta empresa, el estudioso debetener un conocimiento histórico amplio que le permita nutrirsede "hechos" con los cu<strong>al</strong>es trabajar, pero igu<strong>al</strong>mente necesariole va a resultar un marco referenci<strong>al</strong> dentro del cu<strong>al</strong>"encuadrar"esos hechos, para interpretarlos y dotarlos de significado.Mi propia hipótesis, en este sentido es que, desde el punto devista disciplinario en relaciones internacion<strong>al</strong>es, t<strong>al</strong> marco referenci<strong>al</strong>tiene que estar inscrito en el contexto de la idea de tot<strong>al</strong>idad,característica de los <strong>sistema</strong>s complejos ya que fuera de éste,la noción misma de relaciones internacion<strong>al</strong>es resulta prácticamenteimpensable o sensiblemente distorsionada. Esta es, ciertamente unárea de trabajo que aún requiere de profunda exploración. No


Unde estudio cambiante301obstante, la vaya utilizar implícitamente en mi intento de análisisdel llamado orden bipolar característico del periodo de lasegunda posguerra.Debo hacer notar, sin embargo, que mi objetivo centr<strong>al</strong> noes presentar una versión det<strong>al</strong>lada del periodo, sino ilustrar laforma como, a partir de una posición teórico-metodológica, seeligen elementos del escenario para caracterizar la idea del ordeninternacion<strong>al</strong>, a partir de la cu<strong>al</strong> se construye la idea misma deuna sociedad internacion<strong>al</strong> a través de la que se "filtran" los hechosrecabados por el investigador.Con el propósito de explorar el peculiar tipo de interacciónestablecido entre las dos superpotencias emergentes <strong>al</strong> términode la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong> (Estados Unidos y la Unión Soviética),empezaremos por considerar primeramente la natur<strong>al</strong>ezamisma de la interacción diplomática en gener<strong>al</strong>, segúnlos dictados del modelo clásico del cu<strong>al</strong> provenían ambas enaquellos momentos.Esta reflexión no es ociosa; como trataremos de mostrar,los cánones del modelo clásico de la diplomacia sugieren, parael establecimiento del contacto, antes que nada, el reconocimientomutuo de las partes entre sí, en c<strong>al</strong>idad de igu<strong>al</strong>es para así poderpactar compromisos mutuos. Este asunto tiene su propia lógica:uno no pacta ni se compromete a respetar condiciones con unacontraparte a la que no respeta como su igu<strong>al</strong>. Este ha sido unprincipio histórico rector de las relaciones internacion<strong>al</strong>es. Existeamplia evidencia histórica <strong>al</strong> respecto.Sin embargo, dada lanatur<strong>al</strong>eza de suorigenrevolucionariode inspiración marxista, la Unión Soviética pretendía precisamenteromper con ese orden establecido (el orden que había fijadolas reglas del juego en la diplomacia tradicion<strong>al</strong>, el cu<strong>al</strong> habíasido corregido y aumentado a raíz del célebre Congreso de Viena,llevado a cabo en la capit<strong>al</strong> del imperio austro-húngaro en 1815,<strong>al</strong> término de las guerras napoleónicas) y fijar reglas distintas,en las que, el carácter estat<strong>al</strong> de la dinámica internacion<strong>al</strong> perdiera


302David J. Sarquíspreponderancia, a favor de la creación de un nuevo régimen orientadopor los intereses de la clase proletaria internacion<strong>al</strong>, segúnlos dictados de la ortodoxia marxista. Los soviéticos, pues, deseabanconstruir un nuevo orden internacion<strong>al</strong> que desplazara <strong>al</strong>anterior, considerado por ellos como injusto, abusivo y represorde las auténticas potenci<strong>al</strong>idades humanas.Es, desde nuestro punto de vista, justamente el reconocimientode esta pretensión soviética, inspirada, como hemos señ<strong>al</strong>ado,en el pensamiento marxista-leninista (y más específicamente,en su vertiente trotskista) lo que, en última instancia orillaa los norteamericanos, entonces ya a la cabeza de la <strong>al</strong>ianza occident<strong>al</strong>,<strong>al</strong> diseño de una política exterior de recuperación de losv<strong>al</strong>ores diplomáticos tradicion<strong>al</strong>es, es decir, el esquemaestatocéntrico(según el modelo vigente en Europa desde la época de lasrepúblicas it<strong>al</strong>ianas del Renacimiento) para así restaurar el espírituamenazado de la diplomacia clásica, mismo que ahoravamos a explorar y que, de <strong>al</strong>guna manera, gracias <strong>al</strong> exitosodesarrollo del armamento nuclear, logra restaurarse para mantenervigente (aunque ciertamente actu<strong>al</strong>izado), lo que todavíaa la fecha conocemos como el orden internacion<strong>al</strong> de Wetf<strong>al</strong>ia,procedente de la época en la que, <strong>al</strong> término de la guerra de los30 años (1618-1648), los príncipes protestantes de Alemaniaarrancan <strong>al</strong> emperador católico concesiones soberanas para laconducción de sus políticas internas a través de los tratados deMünster y Osnabruck.EL ESPÍRITU DE lA DIPLOMACIA TRADICIONALBrian White inicia su aportación sobre este tema, en la obra compiladapor Baylis y Smith en torno a problemas del análisis internacion<strong>al</strong>contemporáneo, con la siguiente reflexión: "La diplomaciaes uno de estos términos vagos y engorrosos que se empleanpara el uso de la política mundi<strong>al</strong> y que puede tener toda una


Unde estudio cambiante303gama de significados dependiendo tanto del usuario como deluso de que se le da."231Luego, para precisar el término, propone que éste puedeser considerado desde dos perspectivas básicas: la del estudiode las relaciones internacion<strong>al</strong>es como un todo (en cuyo casohabría que considerar a la diplomacia como un proceso de comunicaciónvit<strong>al</strong> enfocado a la resolución de conflictos, privilegiandola negociación y el diálogo para el buen funcionamientodel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>) y la de la conducta específicade actores particulares del <strong>sistema</strong> (en cuyo caso, podría identificarsea la diplomacia como un método o un instrumentopara la consecución de objetivos concretos, más que como unproceso).Me parece claro que ambas perspectivas resultan importantesen el análisis de las relaciones internacion<strong>al</strong>es contemporáneasy que, más que mutuamente excluyentes, estos enfoquesdeben ser considerados como complementarios para el entendimientointegr<strong>al</strong> del fenómeno internacion<strong>al</strong> en nuestros días.En su célebre estudio sobre el tema, sir Harold Nicolson propone,a efecto de evitar las posibles confusiones que pudiesensurgir de un uso indiscriminado del término, que se siga ladefinición del diccionario de la lengua inglesa publicado por laUniversidad de Oxford, el cu<strong>al</strong>, a la letra dice: "Diplomacia esel manejo de las relaciones internacion<strong>al</strong>es mediante la negociación;es el método merced <strong>al</strong> cu<strong>al</strong>, se ajustan y manejan esasrelaciones por medio de embajadores y enviados; el oficio oarte del diplomático."232Por su parte, el anuario de la Enciclopedia Britannica correspondientea 1991, que incluye una revisión completa de suartículo sobre diplomacia en Macropedia, utiliza la siguientedefinición: "La diplomacia es el método establecido para el dis-231 Brian White, "Diplomacy", en The glob<strong>al</strong>ization ofworld politics, 1997, p. 250.212 Harold Nicolson, La diplomacia, 1948, p. 20.


304David J. Sarquíscurso internacion<strong>al</strong> o bien, el arte de manejar las relaciones internacion<strong>al</strong>esbásicamente a través de la negociación. "233Aunque resulta sencillo observar que la idea de negociaciónentre las partes involucradas en un proceso de interacción recíprocaes la constante que opera como denominador común entrelas tres definiciones citadas, para el an<strong>al</strong>ista no especi<strong>al</strong>izado, laf<strong>al</strong>ta de una mayor precisión en torno a este concepto, puedefácilmente conducir <strong>al</strong> equívoco, relativamente común, de traslaparlos contenidos conceptu<strong>al</strong>es de dos nociones evidentementerelacionadas una con otra pero, a la vez, claramente diferenciablesentre sí: "diplomacia" y "política exterior".En este sentido, la definición de diplomacia que nos sugiereel doctor Edmundo Hernández-Vela en su Diccionario de PolíticaInternacion<strong>al</strong> nos parece más acertada y acorde con nuestro propósito,ya que establece una distinción explícita entre estos conceptos,tan íntimamente relacionados y <strong>al</strong> mismo tiempo, tansustanci<strong>al</strong>mente diferentes. Nos dice el doctor Hernández-Vela:"Diplomacia es la conducción, por medios pacíficos, entre los quedestaca la negociación, de la política exterior de los sujetos de lasociedad internacion<strong>al</strong> en todos sus aspectos."234Como es fácil apreciar, la diferencia no carece de importancia.En estos términos, <strong>al</strong> diferenciar convertimos a la diplomaciameramente en un instrumento, en un recurso o un medio par<strong>al</strong>a consecución de un fin mayor que constituye en sí la políticaexterior.Es a través de esta última que los sujetos de la sociedad internacion<strong>al</strong>(cu<strong>al</strong>esquiera que ellos sean) an<strong>al</strong>izan y fijan prioridades,determinan sus objetivos y, fin<strong>al</strong>mente ev<strong>al</strong>úan las rutasposibles que les permitan <strong>al</strong>canzarlos <strong>al</strong> menor costo posible. Enotras p<strong>al</strong>abras, la política exterior fÜa metas, a través de sus procedimientospropios, que posteriormente la diplomacia puedeayudar a conseguir o crist<strong>al</strong>izar mediante un modo de interacción21< Cfr. Britannica, World Data Book, 1991, p. 44.2HE. Hernández-Vela S<strong>al</strong>gado, op. cit., p. 219.


Un305específico. Así es como ha operado la dinámica de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es contemplada desde una perspectiva históricade largo plazo.En este sentido, es claro que nuestro interés por abordar elflujo de interacción establecido entre Estados Unidos y la UniónSoviética <strong>al</strong> término de la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>, tiene quecentrarse primeramente en el análisis de sus respectivas metas depolítica exterior, para de ahí tratar de entender la natur<strong>al</strong>ezade su juego diplomático durante el periodo en cuestión. Noporque el resto del mundo carezca de importancia, sino porquelo que ocurre en el resto el mundo durante este periodo va a estar,en gran medida, determinado por lo que sucede con las relacionessoviético-norteamericanas.Ahora bien, antes de ingresar propiamente a este terreno,v<strong>al</strong>e la pena recordar que, cuando an<strong>al</strong>izamos la historia univers<strong>al</strong>de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, podemos encontrar unsinnúmero de instancias que nos ayudan a comprender mejoresta distinción tan importante entre política exterior y diplomaciay que es a partir de ella que el análisis de las estrategias diplomáticasse vuelve significativo. Re<strong>al</strong>mente queda más <strong>al</strong>lá del<strong>al</strong>cance de este trabajo profundizar en esta dirección. Sin embargo,v<strong>al</strong>e la pena destacar que, en todas las definiciones citadas aparececomo término compartido la noción de negociación y es haciaella que dirigimos nuestra atención.T<strong>al</strong> como nos ha sido presentada por los autores mencionados,podemos decir, entonces, que la negociación constituye laesencia misma del proceso diplomático: una de las partes involucradatiene <strong>al</strong>go que otro quiere, o bien, teme; se entabla entoncesuna negociación, es decir, un proceso mediante el cu<strong>al</strong> se pretende<strong>al</strong>canzar un acuerdo de voluntades por medio del cu<strong>al</strong> seexpresan los temores, las inquietudes o los anhelos de laspartes y se miden las posibilidades de concertación, es decir, dearreglo a través del mutuo consentimiento en busca, obviamentedel beneficio para ambos.


David J. SarquísiD mismo ocurre cuando una de las partes quiere que la otrahaga o deje de hacer <strong>al</strong>go porque la primera aspiraaun beneficioo percibe <strong>al</strong>gún riesgo; nuevamente se entabla la negociación,pues la otra <strong>al</strong>ternativa para la obtención de lo deseado es laimposición, la cu<strong>al</strong> se caracteriza precisamente por la ausenciade una voluntad conciliadora y suele conducir <strong>al</strong> conflicto.La práctica de la negociación es tan importante, tanto par<strong>al</strong>a dinámica como para el análisis internacion<strong>al</strong> contemporáneoque, de hecho hoy en día ha sido elevada a nivel de propuestateórica en el estudio de nuestra disciplina.Celestino del Aren<strong>al</strong> nos la presenta como parte del conjuntode teorías de <strong>al</strong>cance medio, emanadas del paradigma científicoque se desarrolló durante la segunda mitad del siglo xx en elcontexto de la búsqueda de mejores herramientas de análisispara explorar la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.Según del Aren<strong>al</strong>:La aportación más conocida y más relevante en este campo es lade Schelling, que ha sido punto de partida de las posteriores contribucionesa la teoría de la negociación internacion<strong>al</strong>. Al igu<strong>al</strong>que Morgenstern, Schelling inició su labor intelectu<strong>al</strong> como economista,pasando a estudiar posteriormente la negociación. Ensu princip<strong>al</strong> obra en el campo que nos ocupa, aparece una combinacióndel enfoque socio-psicológico y del enfoque lógico-estratégicoen orden <strong>al</strong> análisis del conflicto humano. Conflicto que noes considerado exclusivamente como enfrentamiento de fuerzashostiles, sino como un fenómeno complejo en el que el antagonismoy cooperación aparecen íntimamente unidos. mPero las ideas de Schelling parten de un ámbito más amplioque el referido de manera específica <strong>al</strong> fenómeno internacion<strong>al</strong>.Para este autor, negociar es parte fundament<strong>al</strong> de la vida mismay podemos enriquecer nuestro conocimiento sobre la negociación2." Celestino del Aren<strong>al</strong>, Introducción a las relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1987, p. 279.


Un307internacion<strong>al</strong> si empezamos por entender que nuestra propiaexistencia puede, de hecho, ser interpretada como un procesocontinuo de negociación y como t<strong>al</strong>, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> que el resto de losprocesos en el universo, está sujeto a una serie de reglas quedebemos tratar de comprender para así poder negociar con mayorprovecho en todos los aspectos de nuestra existencia. 236Puede decirse, entonces, que, en términos individu<strong>al</strong>es, la negociaciónes un proceso a través del cu<strong>al</strong> exploramos nuestrospropios intereses en función de los intereses de otros, en buscade áreas de interés común, a fin de establecer intercambios quenos puedan rendir beneficios mutuos.Como es fácil constatar, incluso recurriendo a la experienciaperson<strong>al</strong>, el desarrollo de una auténtica capacidad negociadoraexige del reconocimiento, así como del respeto por los puntosde vista e intereses del "otro", tanto como de la habilidad parahacer la presentación de los propios.Elevado <strong>al</strong> rango de política internacion<strong>al</strong>, el acto negociadorrepresenta la esencia misma de la dinámica internacion<strong>al</strong> y, eneste sentido, exige de un trato respetuoso entre las partes, o, porlo menos, de reconocimiento mutuo en c<strong>al</strong>idad de contraparte.Como ya hemos dicho, la ausencia de esta voluntad negociadoraimplica claramente un desdén por la otra parte y la tendenciahacia la imposición de los intereses propios. Esto mina considerablementecu<strong>al</strong>quier espíritu de cordi<strong>al</strong>idad en las relacionesinternacion<strong>al</strong>es. De hecho, dificulta la existencia misma de estetipo de relaciones, ya que tiende a promover bien sea la destruccióno, en casos menos' dramáticos, la absorción de los sujetosinternacion<strong>al</strong>es por parte de los más poderosos. La historia dela conformación y el desarrollo histórico del imperio de los romanos,en la civilización occident<strong>al</strong> constituye un ejemplo signficativopara ilustrar el caso.La negociación es pues, de <strong>al</strong>guna manera, la quintaesenciade las relaciones internacion<strong>al</strong>es. Representa quizá una de las23bCfr. Thomas Schelling, The strategy ofconflict, 1960.


308David J. Sarquíshabilidades más preciadas para la sobrevivencia de actores queconviven en espacios cerrados, en los que la interacción conotros actores resulta obligada y, por definición llena de riesgos,ya que la natur<strong>al</strong>eza misma de un espacio con recursos finitoslleva a una confrontación necesaria entre quienes irremediablementese los van a disputar.No obstante, v<strong>al</strong>e la pena recordar que difícilmente vamos apoder negociar cu<strong>al</strong>quier cosa en ausencia de objetivos y metasbien definidas. De este modo, antes de diseñar una estrategiadiplomática para negociar, conviene an<strong>al</strong>izar con detenimientonuestras propias expectativas, ya que, como dice el refránpopular: "nunca sopla el viento favorable para el que no sabehacia donde va".En este sentido, por lo menos desde un punto de vista retórico,la Unión Soviética del periodo st<strong>al</strong>iniano parecía tener perfectamenteclaros sus objetivos de política exterior.Par<strong>al</strong>os responsables de sudiseño, resultabadefinitivamenteprioritario tanto el tratar de propiciar el clima internacion<strong>al</strong> másfavorable posible para la consolidación interna del régimen (esdecir, la tesis del soci<strong>al</strong>ismo en un solo país), como la promociónde una exportación cautelosa del proyecto comunistahacia el resto del mundo.Es en este sentido que nos señ<strong>al</strong>a Philip Moseley:podría afirmarse, con cierto grado de seguridad que, bajo St<strong>al</strong>in,aunque existía la voluntad de ejercer presión donde se pudierasin que el riesgo fuese demasiado grande y de traer bajo su controlcu<strong>al</strong>quier territorio de la sociedad internacion<strong>al</strong> que no estuvieseadecuadamente protegido, de ninguna manera tenía laintención de involucrar <strong>al</strong> régimen en una nueva gran guerra. 23723 7 philip Mose!ey, "The new ch<strong>al</strong>1enge of the Kremlin", en Kertesz y Fitzsimons(eds.), Diplomacy in a Changing World, Indiana University of Notre Dame Press, 1959,p. 121.


Unde estudio cambianteDesde el punto de vista que hemos adoptado para el desarrollode esta investigación puede afirmarse que esta situaciónse deriva, por lo menos en parte, de la nueva sensación de potenciavictoriosa que embargó a la Unión Soviética luego de laderrota del nazifascismo, lo cu<strong>al</strong>, evidentemente implicabauna nueva posición de poder para el régimen soviético en elescenario internacion<strong>al</strong>.Como atinadamente señ<strong>al</strong>a Ana Teresa Gutiérrez del Cid:El enorme costo humano y materi<strong>al</strong> que para la URSS significóla SGM se compensó con el cambio cu<strong>al</strong>itativo que como actorinternacion<strong>al</strong> sufrió. Esta transformación de un país aislado yvetado origin<strong>al</strong>mente por la Sociedad de Naciones, contrastó conel papel determinante que desempeñó la URSS en las conferenciasde Y<strong>al</strong>ta, Potsdam, y San Francisco, teatro de la nueva reparticióndel mundo en áreas de interés geoestratégico para conformarel nuevo orden emanado de la posguerra. 238Estados Unidos, por su parte, durante este mismo periodo,parece haber tenido un arranque en cierta medida errático enrelación con el diseño de su política exterior, debido, sobre todo,a la aparente convicción del presidente Franklin D. Rooseveltrespecto de poder negociar en términos de "buena fe" con St<strong>al</strong>inconfiando, quizá en exceso, en las posibilidades de lograr acuerdossignificativos y duraderos con una contraparte a la que sólobastaría con inspirar la confianza suficiente en torno a unavoluntad auténtica de negociar sobre bases sólidas fincadas enel respeto mutuo, así como en el mutuo reconocimiento de losintereses legítimos que cada uno de ellos representaba. No essino hasta la etapa fin<strong>al</strong> de su vida, hacia principios de 1944, queel presidente Roosevelt parece haber cobrado conciencia de que:"St<strong>al</strong>in no tenía ninguna buena voluntad hacia el mundo capi-'38 Ana Teresa Gutíérrez del Cid, De la nueva ment<strong>al</strong>idad soviética a la política exteriorde Rusia: decadencia y derrumbe de una gran potencia y una nueva definición de intereses,1994, p. 34.


310David J. Sarquíst<strong>al</strong>ista y más bien pretendía adquirir el control de toda Europafomentando las revoluciones internas e interviniendo directamentecuando lo considerara necesario. 239Una afirmación de esta natur<strong>al</strong>eza, presentada de maneraunilater<strong>al</strong>, no hace, desde luego justicia plena <strong>al</strong> entendimientointegr<strong>al</strong> de las cosas. Huelga decir que, tanto St<strong>al</strong>in como suscolaboradores tenían exactamente la misma impresión respectode Roosevelt y de los norteamericanos en genera1. 240 Lo cu<strong>al</strong> nosilustra con claridad la gran influencia de las percepciones tergiversadasque tenían las dos superpotencias, cada una respectode la otra, contribuyendo así, en gran medida, a incrementar losniveles de tensión y crecientes m<strong>al</strong>os entendidos entre ellas, contodas las implicaciones que de ahí se derivaron para el resto delmundo.En estas condiciones, una vez que ha cobrado concienciade esta supuesta re<strong>al</strong>idad, que representa la amenaza soviéticapara la tot<strong>al</strong>idad del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, la política exteriornorteamericana empieza a caracterizarse cada vez más por unamarcada tendencia específicamente antisoviética.Lo anterior sugiere que, en función de objetivos de políticaexterior percibidos como diametr<strong>al</strong>mente opuestos entre sí, lasposibilidades de negociación entre los "dos grandes" se haóan cadavez, si no menores, si por lo menos más difíciles. Mientras queEstados Unidos aspiraba a la reconstrucción -modificada quizápor los v<strong>al</strong>ores de la democracia estadounidense- del ordendestruido por las guerras mundi<strong>al</strong>es, a través de la consolidaciónde un mosaico de estados nacion<strong>al</strong>es, soberanos y libres,aunque obviamente inspirado en el propio modelo norteamericanode una democracia representativa y liber<strong>al</strong>, la Unión2"Richard Clutterbuck, Internation<strong>al</strong> crisis and conflict, 1993. p. 79.'""Sobre el particular. la compañía Warner Bros ha publicado una excelente colecciónde videos sobre la Guerra Fría que ilustra con claridad la mutua desconfianza y lafuerza de las percepciones distorsionadas que cada uno tenía sobre el otro, afectando deesta manera muy notablemente el curso de las relaciones internacion<strong>al</strong>es durante esteperiodo, cfr. Ted Turner, La guerra fría, col. 12 videos, Los Ángeles, Warner Bros, 1998.


Unde estudio cambiante311Soviética se esforzaba por <strong>al</strong>canzar la destrucción completa deese antiguo régimen, fincado en los ide<strong>al</strong>es de la burguesía, haciendoincluso desaparecer las instituciones del viejo y caducoEstado nacion<strong>al</strong>, para reemplazarlo con un esquema de economíamundi<strong>al</strong> planificada y regida por lo intereses de la clase proletariaunivers<strong>al</strong>, más <strong>al</strong>lá de cu<strong>al</strong>quier distinción que pudierasepararlos en virtud de las diferencias nacion<strong>al</strong>es entre los sereshumanos.Inspirados además por una visión mesiánica de su lugar enla historia y por una convicción determinista sobre la justiciade su causa y la necesidad de su porvenir, los soviéticos (por lomenos durante la etapa est<strong>al</strong>iniana), se mostraban como durose intransigentes negociadores. Lo cu<strong>al</strong> no significa, en forma<strong>al</strong>guna, que los norteamericanos hayan sido mucho mejores;ellos tenían (y de <strong>al</strong>guna manera tienen aún) una visión propiade su Destino Manifiesto que les lleva a sentirse como p<strong>al</strong>adinesde todas las causas "justas" en el mundo, las cu<strong>al</strong>es son siemprev<strong>al</strong>oradas, desde luego, en función de su apego a los propioside<strong>al</strong>es de los norteamericanos.Si recordamos que la negociación en sí, o incluso antes queella, la misma disposición de las partes a negociar está fuertementecondicionada por los objetivos de política exterior quelas partes se han fijado como prioritarios, podremos entendermejor la natur<strong>al</strong>eza de las dificultades que tuvieron que confrontarlos norteamericanos y los soviéticos en torno a las mesas denegociación, habida cuenta de la disposición revolucionaria de laURSS y la concepción norteamericana de su propio lugar en elmundo; una distinción con matices mucho más complejos de loque el simplismo reduccionista del re<strong>al</strong>ismo político pretende ver.En este sentido, resulta de importancia capit<strong>al</strong> recordar quela diplomacia como t<strong>al</strong>, sólo puede ser efectiva como mecanismode negociación, cuando previamente existe la voluntad paranegociar y comprometerse; es decir, cuando existe la voluntadrecíproca de reconocer y responder a las necesidades del otro,


David J. Sarquísdel cu<strong>al</strong> esperamos y recibimos un tratamiento recíproco. Y t<strong>al</strong>parece que esto sólo es posible cuando los objetivos de políticaexterior de las partes involucradas se presentan explícitamentecomo t<strong>al</strong>es ante la contraparte sobre la mesa de las negociaciones.En gran medida puede decirse entonces que el riesgo de laconfrontación es directamente proporcion<strong>al</strong> a la ausencia o <strong>al</strong>manejo indirecto de esta voluntad negociadora.Pero, ¿cómo podemos saber que, efectivamente, existe unavoluntad re<strong>al</strong> para negociar? La evidencia histórica parecesugerir que el verdadero proceso de negociación sólo es posibleentre partes que se reconocen y se respetan entre sí como igu<strong>al</strong>es.Lo demás es artimaña traicionera que tarde o temprano serebela con resultados impredecibles.En otras p<strong>al</strong>abras, este juego diplomático puede darse cuandolas partes estiman que las contrapartes son dignas de consideracióny de confianza, por lo que se les puede pedir -o bienconceder- en términos de reciprocidad. El impresionante edificiode la ética aristotélica se basa precisamente en este importanteprincipio.En ausencia de reciprocidad es sumamente difícil, cuandono imposible, entablar negociaciones. Cuando impera la duda,la suspicacia mutua o cu<strong>al</strong>quier otra manifestación de desconfianza,es muy poco probable que se puedan entablar acuerdossustanci<strong>al</strong>es a la vez que duraderos, en t<strong>al</strong>es condiciones, los escenariosinternacion<strong>al</strong>es tienden a hacerse sensiblemente másvolátiles.Desde este punto de vista, la natur<strong>al</strong>eza misma de la sociedadinternacion<strong>al</strong>, con una estructura laxa y una virtu<strong>al</strong> carenciade un centro monopolizador del poder legítimo y deluso de la fuerza (el cu<strong>al</strong> es siempre necesario para el establecimientode un orden institucion<strong>al</strong>), plantea un reto enorme asus miembros, toda vez que, puestas así las cosas, las partestiendan a sentir una desconfianza casi "natur<strong>al</strong>" y permanenteentre sí.


Uncambiante313En estos términos, puede decirse que desde las etapas mástempranas del proceso evolutivo de la interrelación entre sujetosinternacion<strong>al</strong>es, sólo han <strong>al</strong>canzado trascendencia histórica,para proyectarse en la conformación de una disciplina de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es, aquellos casos de interacción entrelos sujetos que se vinculan entre sí (o que por lo menos tiendena hacerlo) en un plano de igu<strong>al</strong>dad. Es precisamente sobre estabase que se crean los regímenes internacion<strong>al</strong>es, y el conceptomismo de sociedad internacion<strong>al</strong> depende de este tipo de interacción,ya que de lo contrario, tienden a forjarse "imperios"avas<strong>al</strong>ladores y sojuzgadores de las entidades más débiles del<strong>sistema</strong>. Cuando eso ocurre, la idea misma que da sustancia <strong>al</strong>fenómeno internacion<strong>al</strong>, es decir, la de colectividades humanaspolíticamente independientes tiende a desvanecerse.Natur<strong>al</strong>mente que esto no significa en forma <strong>al</strong>guna que lacooperación en un plano de igu<strong>al</strong>dad sea la norma de interacciónentre los sujetos de las relaciones internacion<strong>al</strong>es. Obviamenteno es así, y de hecho, también la historia nos ilustra conbastantes ejemplos que evidencian lo contrario.Quizá lo que ocurre es que, por construir el modelo ide<strong>al</strong>,el modo de interacción entre igu<strong>al</strong>es tiende a ser consideradode manera predominante y, a veces incluso exclusiva, de ciertamanera, como lo "norm<strong>al</strong>", mientras que las situaciones de tratoentre sujetos que no se perciben mutuamente como igu<strong>al</strong>estienden a ser considerados o percibidos como aberraciones oaccidentes, sumamente difíciles de entender y, en todo caso,como <strong>al</strong>go que simplemente se debe "corregir".Ahora bien, dicha "corrección" sólo puede darse de dos maneras:1. o bien se elimina <strong>al</strong> adversario (liter<strong>al</strong>mente borrándolodel mapa) o 2. se le reconoce fin<strong>al</strong>mente la c<strong>al</strong>idad de igu<strong>al</strong> y sele brinda un trato recíproco, obligándole a asumir las responsabilidadesque se derivan de dicho reconocimiento, lo cu<strong>al</strong> norm<strong>al</strong>mentesignifica obligarle a respetar las reglas básicas de unjuego previamente establecido e institucion<strong>al</strong>izado a través dela diplomacia.


314A manera de ejemplo, podemos recordar la situación prev<strong>al</strong>ecienteentrelosegipcios y los hititashacia, aproximadamenteunos 1,300 años antes de nuestra era. Ahí tendríamos el casode dos colectividades, cada una de las cu<strong>al</strong>es había logrado el suficientenivel de poder como para subyugar a sus vecinos inmediatosy considerarse "natur<strong>al</strong>mente" superiores a todos ellos(es decir, a los vecinos conquistados), hasta que, a través de sumutuo proceso de expansión, ambas potencias se encuentranfrente a frente sin posibilidad de reducir una a la otra.En efecto, después de cruentas bat<strong>al</strong>las y sin que haya habidoun claro vencedor, ambas potencias descubren, que ni se puedederrotar, como sus conquistas previas los habían llevado apensar, ni sonlas únicas colectividades "natur<strong>al</strong>mente" superioresque existen sobre la faz de la tierra. Esto les obliga, despuésde la célebre bat<strong>al</strong>la de Kadesh (ca. 1270 a.e.) <strong>al</strong> establecimientode un tratado de paz, que <strong>al</strong>gunos autores han llegado inclusoa considerar como el primer acto de Derecho Internacion<strong>al</strong> queregistra la historia. 241En el texto de este acuerdo resulta verdaderamente notablela forma como el faraón egipcio, el hijo de Dios, se dirige <strong>al</strong> reyde los hititas, <strong>al</strong> que poco antes despreciaba y consideraba prácticamentecomo un s<strong>al</strong>vaje incivilizado; de repente, Hatusil IIIse ha convertido en "El granjefe de Hatti", "Mi hermano", etcétera.Natur<strong>al</strong>mente que también abundan en la historia ejemplosde casos en los que la intolerancia y la f<strong>al</strong>ta de voluntadpara negociar y conceder constituyen la norma.Este fenómeno se presenta con notoria regularidad entrecolectividades en las que prev<strong>al</strong>ecen <strong>sistema</strong>s ideológicos tandistintos entre sí, que incluso llegan <strong>al</strong> nivel de la incompatibilidad.En este sentido, por ejemplo, se cuenta que, cuando elemperador bizantino, Nicéforo (cristiano ortodoxo) escribió <strong>al</strong>célebre c<strong>al</strong>ifa Harún <strong>al</strong> Rashid (musulmán) notificando que a241 Cfr. Luis M<strong>al</strong>pica de la Madrid, La historia comienza en Egipto como un acto dederecho internacion<strong>al</strong>, México, 1980.


Unpartir de la fecha dejaría de pagar el tributo que Constantinoplaenviaba a Bagdad, el iracundo c<strong>al</strong>ifa remitió una contundentemisiva a Bizancio con el siguiente mensaje: "En nombre delDios misericordioso, Harún <strong>al</strong> Rashid, jefe de los fieles a Nicéforo,perro romano. He recibido tu carta, hijo de infiel y no escucharásmi réplica sino que la verás."242Según nos cuenta Asimov, luego de vencer a los ejércitosbizantinos, Harún <strong>al</strong> Rashid impuso a los derrotados una pazominosa y el tributo tuvo que seguirse pagando. Sencillamenteno existía voluntad <strong>al</strong>guna para negociar en términos de igu<strong>al</strong>dadporque los cristianos ortodoxos y los musulmanes de esaépoca difícilmente podían considerarse unos a otros en planode igu<strong>al</strong>dad. Quizá de hecho, por lo menos en <strong>al</strong>guna medida,parte de aquella herencia permea todavía las relaciones actu<strong>al</strong>esde Occidente con el Oriente Medio.Aunque t<strong>al</strong> vez resulte hasta cierto punto debatible si esque entre los soviéticos y los norteamericanos se <strong>al</strong>canzó en<strong>al</strong>gún momento t<strong>al</strong> nivel de intolerancia, la imagen de un NikitaKhrushev, por ejemplo, golpeando la mesa de negociaciones conel zapato, en la sede de las Naciones Unidas el 13 de octubrede 1961 puede, por lo menos sugerir, en que plano se movíanlas relaciones entre las dos potencias durante la etapa másálgida de la llamada Guerra Fría. 243Ahora bien, en este contexto de mutua desconfianza y deausencia de voluntad negociadora, que amenazaba con asfixiar<strong>al</strong> espíritu mismo de la diplomacia, debido a que las partes senegaban reconocimiento mutuo e incluso parecían dispuestasa intentar aniquilarse, las preguntas obligadas son: ¿Cómo fueque se evitó el desastre?, ¿cuáles fueron los factores que impulsarona los contendientes a reconsiderar su trato?, ¿en qué sentidopuede decirse que esa reconsideración contribuyó a "determinarel curso de la historia", que fin<strong>al</strong>mente condujo <strong>al</strong> desenlacede la Guerra Fría?2421saac Asimov, "Constantinopla", Historia Univers<strong>al</strong> Asimov, México, 1983, p. 159.l4lCfr. Crónica del siglo xx, 1999, p. 374.


David J. SarquísEs argumento sustentado por esta investigación que el desarrollode la ciencia y tecnología nuclear (y particularmente su utilizaciónen la industria bélica) constituye un elemento necesario -aun cuandono suficiente- para intentar responder a estas interrogantes. Comoya habíamos señ<strong>al</strong>ado, la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> es demasiadoamplia y demasiado compleja como para pretender simplificarlaa través de un enfoque reduccionista que establece principios decaus<strong>al</strong>idad uniline<strong>al</strong> en los que un solo evento princip<strong>al</strong> o causadetona toda una serie de consecuencias que le son atribuibIesde manera directa. A continuación pasamos a estudiar estosaspectos.LA DIPLOMACIA INTERNACIONALDURANTE LA GUERRA FRÍAEl término "Guerra Fría" no es el todo fácil de conceptu<strong>al</strong>izar.Existe hoy en día incluso una superabundancia de literaturarelacionada con el tema y no es nuestra intención ni repetir nireseñar lo que otros han hecho ya magistr<strong>al</strong>mente en muchoscasos. 244 Como se estableció en un principio, no se pretende caracterizardet<strong>al</strong>ladamente el periodo, sino, de manera selectivaencontrar elementos que nos ayuden a fOIjar la imagen del ordeninternacion<strong>al</strong> imperante durante esa etapa, es decir, la identificaciónde los principios guía bajo los cu<strong>al</strong>es estaban operandolos actores internacion<strong>al</strong>es de la época, porque es justamentea partir de ellos que se perfila su fisonomía característica.244 Una de las obras más completas y recomendables para una reseña det<strong>al</strong>lada delos acontecimientos es: The Cold War: 50 years ofconflict, de William G. Hyland, 1991.Sin embargo, para una conceptu<strong>al</strong>ización puntu<strong>al</strong> e integr<strong>al</strong> del término me parece queel trabajo más completo es el del doctor Edmundo Hernández-Vela en, Diccionario dePolítica Internacion<strong>al</strong>, 1996, pp. 290-291, en donde, primero, se define a la Guerra Fríacomo la "situación o ambiente que prev<strong>al</strong>eció en la sociedad internacion<strong>al</strong> en la segundaposguerra, desde 1946 hasta los últimos años setenta", para posteriormente desglosartoda una gama de características propias de esta situación, incluyendo: la pugna ideológica,política y económica, la f<strong>al</strong>ta de comunicación, el riesgo creciente de aniquilaciónmutua, la dirección hegemónica de bloques supuestamente irreconciliables hasta sudesmantelamiento progresivo. Es precisamente a esta multifacética situación deconjunto que pretendo referirme.


Unde estudio cambiante317En este sentido, en el contexto de este lapso, me parece muyimportante explorar el peso específico del factor "nuclear" (esdecir, el desarrollo de la ciencia y la tecnología relacionada conel núcleo atómico para así lograr una mejor comprensión delmundo materi<strong>al</strong> que nos rodea) en el acontecer internacion<strong>al</strong>,y así entender de manera integr<strong>al</strong> el devenir de los acontecimientossobre el escenario internacion<strong>al</strong>. Una vez señ<strong>al</strong>ado lo anteriorretomamos el camino de nuestra investigación en sus aspectosepistemológicos.Como hemos dicho, después de varios siglos de predominiode un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> que, ante todo, había buscadosiempre mantener el equilibrio, aunque en ocasiones sólo de maneramuy precaria, entre sus partes constituyentes, las cu<strong>al</strong>es,en gener<strong>al</strong> se consideraban a sí mismas como igu<strong>al</strong>es, y queademás, bajo ese esquema (esenci<strong>al</strong>mente euro y estatocéntrico)habían incluso logrado una expansión tot<strong>al</strong> de sus modelos deorganización (incorporando progresivamente <strong>al</strong> resto del mundoa la idea y la práctica del Estado nacion<strong>al</strong>), el encumbramientode la Unión Soviética vino a plantear, <strong>al</strong> menos teóricamente,la posibilidad de un modelo nuevo de relaciones internacion<strong>al</strong>esbajo el cu<strong>al</strong>, la premisa inici<strong>al</strong> era justamente la desapariciónmisma de la entidad esenci<strong>al</strong> en el esquema tradicion<strong>al</strong>:el Estado-nación, el cu<strong>al</strong> era visto por los soviéticos más comoun mero instrumento de represión que como una formaciónpolítico-soci<strong>al</strong>.La revolución de Octubre -nos dice Lebedev- produjo colos<strong>al</strong>escambios en las relaciones internacion<strong>al</strong>es. El mundo se dividió endos <strong>sistema</strong>s, reduciéndose de modo considerable la esfera del dominiode los principios imperi<strong>al</strong>istas de relaciones interestat<strong>al</strong>es.La política exterior de la Rusia soviética quedó asentada en principioscompletamente distintos, emanados de la esencia misma delrégimen soci<strong>al</strong>ista y de su ideología. 245245 N Lebedev, La URSS en la política mundi<strong>al</strong>, 1983, pp. 42-43.


318David J. Sa.rquísLo prácticamente nuevo del esquema propuesto por lossoviéticos radicaba, como ya hemos explicado, en el rechazoexplícito que, por lo menos en el plano teórico, hacían ellos delos viejos modelos de organización internacion<strong>al</strong> (aun cuandoen la práctica ya se habían visto obligados a recurrir tanto aideas como a acciones "revisionistas" de la ortodoxia marxista),basados en el <strong>sistema</strong> de equilibrio de poder de inspiración burguesa.La denuncia de ese régimen estat<strong>al</strong> burgués como una ficciónen la que la supuesta "igu<strong>al</strong>dad" entre los estados no era sinoun instrumento de explotación, no de un "país" sino de unaclase soci<strong>al</strong> sobre otra, exigía, desde el punto de vista soviético,el establecimiento de nuevas reglas de juego para la interaccióndiplomática, ya que la pretensión de aniquilar <strong>al</strong> régimen deestados nacion<strong>al</strong>es y (siguiendo con la ortodoxia marxista), sustituirlopor otro en el que las barreras nacion<strong>al</strong>es fuesen cediendoprogresivamente ante el empuje de la fraternidad proletariaunivers<strong>al</strong> (por irre<strong>al</strong>izable que ésta pudiera parecer en la práctica),hacían virtu<strong>al</strong>mente imposible continuar con la vieja ideade la negociación en los términos de la diplomacia tradicion<strong>al</strong>.Un claro ejemplo de la nueva actitud soviética hacia lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es fue precisamente la publicación demás de 100 documentos secretos de los archivos zaristas, denunciandoacuerdos entre Inglaterra y Francia con el zar para repartirseTurquía e Irán después de la guerra. 246En función pues de su origen ideológico y de sus aspiracionesrevolucionarias, los bolcheviques no podían aceptar el esquemaimpuesto por "los estados burgueses" para la consecuciónde las relaciones internacion<strong>al</strong>es de conformidad con lasprácticas diplomáticas tradicion<strong>al</strong>es. Debido a lo que se percibíacomo un antagonismo irreducible entre los ide<strong>al</strong>es soci<strong>al</strong>istas ylos prosaicos intereses de la burguesía, había que impugnar246 Ibídem, p. 26.


......_._ U._n..... de estudio cambiante319y, progresivamente, sustituir el viejo <strong>sistema</strong> de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es junto con su política exterior y su diplomaciaimperi<strong>al</strong>istas.Este es, desde el punto de vista desarrollado en la tesis, elorigen del conflicto que hoy conocemos como Guerra Fría yque se refiere <strong>al</strong> ambiente de tensión y hostilidad mutua característicodel trato entre Estados Unidos y la URSS durante lamayor parte de la segunda mitad de nuestro siglo, con una afectacióndirecta <strong>al</strong> trato de cada una de esas superpotencias conel resto del mundo.Independientemente de toda la retórica encaminada ajustificarposiciones, a expiar o transferir culpas, el hecho es que,con el advenimiento de la segunda posguerra y la transformaciónde la Unión Soviética en potencia internacion<strong>al</strong>, el régimende equilibrio de poder, prev<strong>al</strong>eciente hasta entonces, se vio seriamenteamenazado con una virtu<strong>al</strong> extinción (aunque <strong>al</strong> fin<strong>al</strong>de cuentas resultó menos re<strong>al</strong> que ficticia).León Noel escribía en 1959:En el mundo actu<strong>al</strong>, dividido en dos bloques adversarios yabiertamente opuestos entre sí, la diplomacia se h<strong>al</strong>la condenada<strong>al</strong> desempeño de un papel severamente restringido (... ) Ciertamenteque el mínimo de confianza que exigen las relaciones diplomáticasnorm<strong>al</strong>es no puede existir mientras que los dirigentes decada uno de los dos bloques desea, anuncia, incluso preconiza,cuando no la promueve abiertamente, la ruina del régimen de suadversario. 247Esta situación contrasta notablemente con su precedenteen el escenario internacion<strong>al</strong>, el <strong>sistema</strong> de equilibrio de poderrepresentado por el concierto europeo de las naciones, el cu<strong>al</strong>prev<strong>al</strong>eció fundament<strong>al</strong>mente entre 1815, a raíz de la derrota de247 L Nod, "Politique Exterieure et Diplomatie", en Louis Trottabas, Les AffairesExtrangeres, 1959, pp. 113-114.


320David J. SarquísNapoleón y la reorganización europea a través del Congresode Viena y el est<strong>al</strong>lido de la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong> en 1914y el tipo de trato que éste propiciaba entre las partes, las cu<strong>al</strong>esjamás trataron de llegar a la exterminación tot<strong>al</strong> de un adversario.Como nos recuerda R.E. Jones:Un <strong>sistema</strong> tradicion<strong>al</strong> de equilibrio del poder es aquel que estáintegrado por estados-nación <strong>al</strong>tamente orientados hacia, y condicionadospara actuar de conformidad con los dictados del <strong>sistema</strong>.Ninguno de los estados se plantea como objetivo la destruccióntot<strong>al</strong> del otro miembro del <strong>sistema</strong>. Las guerras se detienenantes de llegar a ese punto. Los estados en este tipo de <strong>sistema</strong>actúan contra cu<strong>al</strong>quier otro miembro o co<strong>al</strong>ición de miembrosdel <strong>sistema</strong> que pretenden la dominación tot<strong>al</strong>. Pero una vezderrotado, el Estado adversario es inmediatamente readmitido <strong>al</strong><strong>sistema</strong>. Cada miembro considera a los demás como socios aceptablesen la unión. Cada miembro actúa para evitar la institucion<strong>al</strong>izacióninternacion<strong>al</strong> de cu<strong>al</strong>quier principio rector que nosea la b<strong>al</strong>anza de poder. 248Puesto que la revolución bolchevique planteaba origin<strong>al</strong>menteuna destrucción del <strong>sistema</strong> capit<strong>al</strong>ista en su conjunto,el contraste entre ambos puntos de vista resulta evidente.Conscientes de esta re<strong>al</strong>idad, los estrategas occident<strong>al</strong>es -tantonorteamericanos como europeos- procedieron inmediatamentea fijar sus prioridades de política exterior, primero en términosde crear y fort<strong>al</strong>ecer todas las barreras de contención que lesfuese posible para frenar el avance del comunismo soviético (ciertamentefavorecido por las condiciones gener<strong>al</strong>es de desastre par<strong>al</strong>a economía europea <strong>al</strong> término de la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>,así como por las repetidas crisis del <strong>sistema</strong> capit<strong>al</strong>ista desde lasegunda mitad del siglo pasado y sus secuelas de pobreza y desigu<strong>al</strong>dadsoci<strong>al</strong>, patentes incluso entre las economías más desarro-'''Roy E. Jones, Nuclear Deterrence, 1968, p. 99.


Unde estudio cambiante321Hadas de cada época), yen seguida, a buscar las fórmulas paraobligar a los soviéticos a renunciar a sus aspiraciones de cambio revolucionariounivers<strong>al</strong> y retornar a su participación en el escenariointernacion<strong>al</strong> bajo las antiguas reglas del juego; es decir, respetandola igu<strong>al</strong>dad de las entidades libres supuestamente y soberanas integrantesdel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> del capit<strong>al</strong>ismo. Esto significabaen breve, obligar a la URSS a dejar atrás sus sueños de transformaciónmundi<strong>al</strong> proletaria y comportarse sobre el escenariointernacion<strong>al</strong> como un actor estat<strong>al</strong> más.No es extraño, pues, que desde el punto de vista soviético,como nos explica la doctora Gutiérrez del Cid, la esencia de laGuerra Fría se viera como el intento por subordinar la políticaexterior de otros países capit<strong>al</strong>istas a los intereses hegemónicosde los norteamericanos bajo la bandera de la lucha contra "laamenaza comunista".249Resulta entonces claro que, la natur<strong>al</strong>eza de los interesesdiametr<strong>al</strong>mente opuestos que representaba, desde un principio,cada una de las partes constituía una invitación abierta <strong>al</strong>conflicto con carácter aparentemente irreducible.No obstante, hoy en día, es posible cuestionar la f<strong>al</strong>acia entorno a la "necesidad histórica" que destruiría <strong>al</strong> capit<strong>al</strong>ismo,señ<strong>al</strong>ando como ya hemos hecho, que el propio Lenin habíatenido que recurrir <strong>al</strong> estratagema de una nueva políticaeconómica y de la "coexistencia pacífica" desde principios de ladécada de los veinte para tratar de corregir las "desviaciones" dela historia con respecto a las profecías origin<strong>al</strong>es del marxismoen torno a la revolución mundi<strong>al</strong>.Aunque, <strong>al</strong> mismo tiempo seguía subsistiendo la necesidadde mantener vigente la promesa teórica del advenimiento delparaíso proletario univers<strong>al</strong>, lo cu<strong>al</strong> impedía -si es que se deseabaconsolidar el régimen soviético bajo las premisas origin<strong>al</strong>esabandonarel principio de la inevitabilidad de la lucha de clases249Cfr. Gutiérrez del Cid, op. cit., p. 37.


322David J. Sarquíscomo rector de la dinámica soci<strong>al</strong>, y por extensión, internacion<strong>al</strong>,obligando así a la política exterior soviética a la paradojade tener que aceptar la "coexistencia pacífica" con otros estadoscapit<strong>al</strong>istas <strong>al</strong> mismo tiempo que se buscaba la supuestamenteinevitable aniquilación definitiva del régimen internacion<strong>al</strong>burgués, en esos momentos dirigido por los intereses estadounidenses.Es, desde mi punto de vista, bajo estas condiciones de confrontaciónentre los puntos de vista soviéticos y norteamericanosque la presencia de las armas nucleares pasó a convertirseen una variable definitoria del juego de la mayor relevancia. Unavariable que, desde el punto de vista adoptado en esta tesis,impedía el curso de los acontecimientos conforme a las prediccionesorigin<strong>al</strong>es de los teóricos del marxismo, <strong>al</strong>terando laaparente inevitabilidad del curso de la historia que habría deconducir <strong>al</strong> derrumbe fin<strong>al</strong> del capit<strong>al</strong>ismo: ese capit<strong>al</strong>ismo quehabiendo sido juzgado y condenado a una muerte segura porlas fuerzas progresistas de la historia desde mediados del siglo XIX,a la manera de un híbrido misterioso entre gato y cam<strong>al</strong>eón,se transformaba y se escurría de las manos de sus verdugosimplacables para retornar, protegido por un escudo nuclear, asu posición de privilegio en el escenario internacion<strong>al</strong> e inclusoa imponer condiciones.Por supuesto que el debate en torno a que hubiese ocurridoen el escenario internacion<strong>al</strong> de la segunda posguerra en ausenciade armas nucleares puede parecer del todo estéril, puestoque el hecho histórico re<strong>al</strong> es que dichas armas estuvieron ahíy contribuyeron de manera decisiva a escribir el curso de lahistoria.Me parece que es precisamente en este sentido que Whitedefine su concepción de diplomacia nuclear cuando escribe:La diplomacia nuclear describe el tipo de interacción que se estableceentre los estados poseedores de armas nucleares, en circunstanciasbajo las cu<strong>al</strong>es uno o más de ellos amenazan con usarlas,


323bien sea para persuadir a un oponente y evitar que emprenda undeterminado curso de acción o bien para detener <strong>al</strong>guna acciónya iniciada. 150Si efectivamente, como parece ser el caso, por lo menos partede este otrora inesperado devenir puede atribuirse <strong>al</strong> desarrolloy la aplicación de la ciencia y la tecnología nuclear, ¿qué implicacionestendría t<strong>al</strong> situación para el análisis de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>?El mismo Jones, a quien ya hemos citado, observa que:Las consecuencias del uso de las armas nucleares son potenci<strong>al</strong>mentetan catastróficas, que ningún país que las posea podríacomprometerse seriamente a emplearlas de manera automáticabajo un conjunto de circunstancias gener<strong>al</strong>mente predeterminadas.Los países que poseen armas nucleares como medio dedisuasión, y que tienen interés en evitar la rigidez pueden llegara tener más en común entre sí que con sus respectivos <strong>al</strong>iados.De aquí puede surgir una cierta tendencia a que las grandespotencias se consulten mutuamente sobre los problemas másagudos de la política exterior, incluso antes de consultar a sus<strong>al</strong>iados. 251Como puede verse, un rasgo característico de este peculiartipo de interacción que hoy llamamos diplomacia nuclear esjustamente el grado <strong>al</strong> que ambas potencias llegaron a confiaren la tecnología nuclear como elemento clave de sus respectivaspolíticas exteriores; lo cu<strong>al</strong> curiosamente obligó a la definiciónde un interés común por evitar la guerra nuclear por encima delas diferencias ideológicas que origin<strong>al</strong>mente los separaban. Ellosignificó, en gran medida, volver <strong>al</strong> juego tradicion<strong>al</strong> de la diplomaciaestat<strong>al</strong>.250 Brian White, op. cit., p. 255.251 Roy E. Jones, op. cit., p. 69.


David J. SarquísDe este modo, se plantea como hipótesis de trabajo la ideade que la posesión de armas nucleares y de una capacidad liter<strong>al</strong>menteaterradora de destrucción propició, casi desde un principio,la paradójica situación de forzar a los contendientes mayoresdel escenario internacion<strong>al</strong> de la Guerra Fría (Estados Unidosy la Unión Soviética) a reconsiderar sus posturas antagónicas yreafirmar la búsqueda de intereses comunes más amplios entreellas, a pesar de sus intereses divergentes.Esto, desde mi punto de vista contribuyó además a reforzaresa tendencia ya perfilada en la política exterior soviéticadesde la década de los veinte de "navegar a dos aguas", intentandoconciliar sus compromisos revolucionarios con sus responsabilidadescomo Estado-nación y miembro de la sociedad internacion<strong>al</strong>;es decir, <strong>al</strong> abandono progresivo de los principios ortodoxosde la revolución proletaria, para irse incorporando de maner<strong>al</strong>enta pero segura a la lógica del juego interestat<strong>al</strong> característicode las relaciones internacion<strong>al</strong>es clásicas, mismo que fue minandoprogresivamente su carácter de potencia "revolucionaria".Ese proceso, sin embargo, no se da ni de manera automáticani en forma mecánica. Aun comportándose como un Estadonacion<strong>al</strong> más, la URSS no abandonó, por lo menos hasta fin<strong>al</strong>esde la década de los ochenta, la convicción del advenimientoinevitable del soci<strong>al</strong>ismo como <strong>sistema</strong> mundi<strong>al</strong>, luego delderrumbe -supuestamente también inevitable- del capit<strong>al</strong>ismo.Sólo que <strong>al</strong> parecer, los estadistas soviéticos prefirieron tratarde s<strong>al</strong>vaguardar sus propios logros a nivel loc<strong>al</strong> y esperar a quelas contradicciones internas del régimen fincado en el capit<strong>al</strong>hicieran su trabajo, antes de actuar como sepultureros anticipadosde un capit<strong>al</strong>ismo, quizá agonizante, pero sin duda, aúnvigoroso y olvidando en el proceso la clara advertencia de cortemarxista en el sentido de que"quien no vive como piensa terminapor pensar como vive".En estas condiciones, a pesar de ser miembro reconocido yde pleno derecho en la sociedad internacion<strong>al</strong>, la URSS resulta


Unde estudio cambianteun interlocutor incómodo, por lo menos para <strong>al</strong>gunos de losmiembros de la comunidad internacion<strong>al</strong>. Es, pero <strong>al</strong> mismotiempo no es un Estado nacion<strong>al</strong> más. De t<strong>al</strong> suerte que, inclusopensando en términos de su propio interés nacion<strong>al</strong> como guíaprincip<strong>al</strong> de su política exterior, los soviéticos no eran precisamentelo que los norteamericanos esperaban en el sentidomás tradicion<strong>al</strong> de la diplomacia clásica.Después de todo, los norteamericanos entendían bien lanatur<strong>al</strong>eza de las propuestas innovadoras que pretendíancambiar el viejo orden internacion<strong>al</strong> y habían hecho suyas laspropuestas de un nuevo orden basado en la libre autodeterminaciónde los pueblos, el respeto a la soberanía y la soluciónpacífica de las controversias, principios, todos ellos sin dudarevolucionarios para un régimen que durante el siglo anteriorhabía sancionado <strong>al</strong> coloni<strong>al</strong>ismo como forma legítima de interacciónentre los pueblos.Aunque, como ya hemos dicho, no es este el sitio para laespeculación histórica, an<strong>al</strong>izando el periodo no puede unomenos que preguntarse si en ausencia de los arsen<strong>al</strong>es nucleares,Estados Unidos habría logrado detener el avance delcomunismo por el mundo. Ciertamente, sólo una visión reduccionistay maniquea puede presentar <strong>al</strong> intento de construiruna sociedad más racion<strong>al</strong> como un mero atentado despóticocontra la libertad, y también se requiere de ese mismo criteriosimplista para negar los logros de la sociedad soviética en términosde respuesta a las necesidades del desarrollo soci<strong>al</strong>, sobretodo teniendo en mente la situación de Rusia antes de larevolución bolchevique y las adversidades que ésta tuvo queafrontar desde sus orígenes, y dadas las condiciones de la segundaposguerra, es <strong>al</strong>tamente probable que el modelo hubiese resultado,por lo menos en parte, atractivo para las clases popularesdel resto de Europa y de ahí, para el resto del mundo.Si bien es cierto que el soci<strong>al</strong>ismo soviético tuvo lamentablesf<strong>al</strong>las, tampoco puede soslayarse que la presión externa soste-


326David J. Sarquísnida a lo largo de siete décadas constituyó un imperativo dedefensa que no podía dejarse a un lado y que contribuía a desvirtuara la organización soci<strong>al</strong>ista.En todo caso, lo que resulta relevante para el propósito deeste trabajo es que, en efecto, la presencia de las armas nuclearesa pesar de las condiciones favorables para el comunismopropiciadas por el ambiente de la segunda posguerra, inhibióla propagación de la revolución proletaria internacion<strong>al</strong> y, enesa medida, también contribuyó a socavar las bases del régimensoci<strong>al</strong>ista soviético desde dentro, propiciando el advenimientode una burocracia rígida y consolidando además la unidad delpropio bloque capit<strong>al</strong>ista, como intentaremos mostrar a continuación.Cuando nos relata los acontecimientos del mundo de lasegunda posguerra en el plano internacion<strong>al</strong>, la historiografíaoccident<strong>al</strong> insiste en el carácter agresivo de la política exteriorsoviética -en gran medida, desde luego, como justificación desus propias acciones.Se dice, por ejemplo, en una versión occident<strong>al</strong> típica que:El cese de las hostilidades y la ratificación de la constitución delas Naciones Unidas, en San Francisco, no marcó el principiode la esperada era de paz. Al contrario, los años inmediatos a laguerra se caracterizaron por una serie de medidas, adoptadasprincip<strong>al</strong>mente por Rusia, que provocaron considerable ansiedad:el avance político de Rusia en los estados bálticos, a pesar de lapromesa de independencia para los «estados liberados» hecha enla Conferencia de Y<strong>al</strong>ta; la presión rusa sobre Persia, la cu<strong>al</strong> sequejó ante el Consejo de Seguridad; la solicitud rusa a Turquíapara que ésta la concediera bases en los Dardanelos; la provocaciónde la larga "guerra civil" griega. 252252 Elis Biorklund, Po/(tica atómica internacion<strong>al</strong>: b<strong>al</strong>ance del decenio 1945-1955,1956, pp. 23-24.


Unde estudio cambianteNatur<strong>al</strong>mente, como es fácil entender, los textos soviéticos,por su parte devuelven el favor punto por punto, hablando,muy explícitamente, como nos ha indicado Gutiérrez del Cidde la agresión imperi<strong>al</strong>ista, del cerco <strong>al</strong> comunismo y de todoslos intentos por suprimir el avance del movimiento obrerointernacion<strong>al</strong>.El hecho de que el soci<strong>al</strong>ismo hubiera rebasado las fronterasde un solo país constituyó la consecuencia más importante deaquella contienda (la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>). La formacióndel <strong>sistema</strong> soci<strong>al</strong>ista mundi<strong>al</strong> generó cambios medulares en lacorrelación de fuerzas entre los dos <strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>es en la arenainternacion<strong>al</strong>. El triunfo de la Unión Soviética propició aún másel avance de la lucha revolucionaria y antiimperi<strong>al</strong>ista de emancipaciónnacion<strong>al</strong>. Maduró y cobró fuerza el movimiento obreroy comunista; comenzó a resquebrajarse el imperio coloni<strong>al</strong> delcapit<strong>al</strong>ismo. El soci<strong>al</strong>ismo fue ejerciendo una acentuada influenciasobre el devenir mundi<strong>al</strong> (...) Pero t<strong>al</strong> situación no era del agradode los jerarcas del <strong>sistema</strong> capit<strong>al</strong>ista. Por eso, no bien hubofin<strong>al</strong>izado la conflagración mundi<strong>al</strong>, ellos no sólo se dedicaron adestruir los vínculos que unían a los princip<strong>al</strong>es participantes dela guerra contra el fascismo <strong>al</strong>emán, sino que proclamaron abiertamentela lucha contra el soci<strong>al</strong>ismo. Ya la cabeza de las fuerzasreaccionarias empeñadas en la lucha contra el soci<strong>al</strong>ismo mundi<strong>al</strong>,contra le movimiento obrero y contra el movimiento de liberaciónnacion<strong>al</strong> se situaron los círculos más retrógrados de losEstados Unidos de América. 253Me parece que el antagonismo entre los puntos de vista soviéticoy norteamericano está más que demostrado como paraabundar extensivamente en él. También parece claro que es laexperiencia de Y<strong>al</strong>ta la que sugiere a los responsables de la políticaexterior, por primera vez, la magnitud re<strong>al</strong> del reto que ladiplomacia yanqui tendría ante sí.2S'Lebedev, op. cit., pp. 134-135.


328David J. SarquísEl <strong>al</strong>iado incómodo había s<strong>al</strong>ido más fort<strong>al</strong>ecido de la contiendade lo que a los americanos les hubiera gustado y ahora,empezaba a exigir sus propios derechos desde un plano de pretendidaigu<strong>al</strong>dad. Como ya hemos apuntado, si esas exigenciasfuesen otra cosa y no la implantación de un nuevo orden internacion<strong>al</strong>supresor del capit<strong>al</strong>ismo, quizá las cosas hubieranpodido ser distintas, pero no, desde la óptica estadounidense,esos persistentes y m<strong>al</strong>vados comunistas pretendían, ni más nimenos, acabar con el <strong>sistema</strong> de libertades que constituye labase misma de la existencia de la nación norteamericana.Fue entonces, según nos explica magistr<strong>al</strong>mente Gore Vid<strong>al</strong>que los norteamericanos empezaron a rebelarse y a pensar entérminos, ya no de <strong>al</strong>ianza, sino de defensa, contención ycontrol de los soviéticos:En la pant<strong>al</strong>la de televisión aparecían de pronto esqueletos sublimin<strong>al</strong>es;nuestro <strong>al</strong>iado en la guerra recién concluida (el Tío JoeSt<strong>al</strong>in) como le había llamado nuestro accident<strong>al</strong> presidente HarryS. Truman, se había convertido en una especie de fiera. Eramosla única gran potencia sobre la tierra que no estaba arruinada yque además poseía armamento nuclear y, sin embargo, corríamosun terrible peligro. ¿Cuál?, ¿por qué?254Empezaba a hacerse evidente que la diplomacia internacion<strong>al</strong>de esta época iba a caracterizarse por una creciente confrontaciónen la que estaba enjuego la existencia misma del <strong>sistema</strong>capit<strong>al</strong>ista y había muchos indicadores de que la amenaza eramás seria de lo que se había imaginado hasta entonces... o doera re<strong>al</strong>mente? Los propios an<strong>al</strong>istas norteamericanos se percataronde la forma como la situación de la posguerra en Europaera en sí misma tan desastrosa que re<strong>al</strong>mente el esfuerzo delos soviéticos hubiera tenido que ser mínimo para expandir el"'Gore Vid<strong>al</strong>, "El último imperio", El País Seman<strong>al</strong>, núm. 1,107, diciembre de1997,p.60.


~lJIl~()Ejeto de estudio cambiantecomunismo· hasta abarcar la tot<strong>al</strong>idad de ese disminuido continente.Había que emplear entonces todos los recursos disponiblespara evitarlo. Había que desfigurar la <strong>al</strong>ianza con lossoviéticos y redimensionar "la amenaza comunista". Había quehostigar <strong>al</strong> régimen moscovita y evitar que tuviese el menorrespiro, mismo que sólo podía traducirse en oportunidades paraconsolidarse tanto en su posición interna como en la perspectivainternacion<strong>al</strong>.Fue casu<strong>al</strong>mente durante la Conferencia de Potsdam, enjulio de 1945, mientras se llevaban a cabo las conversacionessupuestamente destinadas a ratificar lo pactado en Y<strong>al</strong>ta pocoantes, que el presidente Truman recibía notificación de las exitosaspruebas re<strong>al</strong>izadas en Alamogordo, Nuevo México, con losprimeros artefactos nucleares. y ese solo hecho cambió sustanci<strong>al</strong>menteel escenario:Ahora podíamos nosotros solos achicharrar a Japón (o, yapuestos, a los soviéticos), no necesitábamos la ayuda rusa.Empezamos a dar marcha atrás respecto a los acuerdos conSt<strong>al</strong>in, en concreto, en el tema de las reparaciones de guerra <strong>al</strong>emanas(ya negociadas en Y<strong>al</strong>ta). También archivamos sigilosamentela idea, aprobada en Y<strong>al</strong>ta, de una Alemania unificada bqjo elcontrol de las cuatro potencias. El objetivo era ahora agrupar lastres zonas occident<strong>al</strong>es e integrarlas a nuestra Europa Occident<strong>al</strong>,reconstruyendo durante el proceso la economía <strong>al</strong>emana. Enconsecuencia, hacia mayo de 1946, Estados Unidos comenzóel rearme de Alemania. St<strong>al</strong>in se enfureció ante semejante traición.Se había iniciado la Guerra Fría. 255Que el miedo <strong>al</strong> avance del comunismo dictara los nuevostérminos de la política exterior norteamericana es <strong>al</strong>tamenteprobable. Como hemos señ<strong>al</strong>ado, con un nivel de devastaciónen Europa sem~iante <strong>al</strong> que habían creado dos terribles con-'"Idem, cursivas del autor.


330flagraciones, en un periodo tan corto como para que la mismageneración combatiera en ambas, el esfuerzo de difusión de lossoviéticos distaba mucho de tener que ser considerable. Los partidoscomunistas de varios países -particularmente el it<strong>al</strong>ianoy el francés- incluso sin apoyo de Moscú habrían podido darmás dolores de cabeza a los norteamericanos que el propio St<strong>al</strong>in(con quien, de una u otra manera, ya se habían establecidoacuerdos.)También el hecho de que (hasta antes del desarrollo de lasbombas atómicas) el poderío convencion<strong>al</strong> de los americanoshabría sido insuficiente para prolongar la guerra contra laUnión Soviética y, sobre todo, que el gobierno en Washingtonhabría tenido serias dificultades para convencer <strong>al</strong> electoradodel repentino giro en contra del reciente <strong>al</strong>iado es <strong>al</strong>go que biense puede argumentar de manera consistente.Todo esto viene a dar una relevancia aún mayor <strong>al</strong> papelhistórico del armamento nuclear en el escenario internacion<strong>al</strong>de la segunda posguerra. Parece, por lo menos factible argumentarque los "h<strong>al</strong>cones" en el gobierno norteamericano seenv<strong>al</strong>entonaron <strong>al</strong> sentir el apoyo del átomo y su actitud haci<strong>al</strong>os soviéticos se fue haciendo cada vez más desafiante, graciasa lo cu<strong>al</strong>, su propio poder económico y militar se fue haciendotambién más importante, consolidando la posición del complejoindustri<strong>al</strong>-militar en la escena política norteamericana, desdedonde se proyectaría con creciente impacto hacia la arena internacion<strong>al</strong>.Entre toda la gama de problemas re<strong>al</strong>es y potenci<strong>al</strong>es quelos negociadores soviéticos y norteamericanos tenían frente a sí<strong>al</strong> término de la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>, la llamada "cuestión<strong>al</strong>emana" parecía ser la más apremiante. ¿Qué hacer para mantenerbajo control a los belicosos (pero muy trabajadores yeficientes) germanos? Al parecer, el acuerdo origin<strong>al</strong> fin<strong>al</strong>menteestablecido en Y<strong>al</strong>ta, habría sido: mantener a una Alemaniadesarmada y estrictamente supervisada hasta decidir o no en


Unde estudio cambiantetorno a la partición por las cuatro potencias <strong>al</strong>iadas y así garantizarel pago de las reparaciones de guerra (que iban a ser bastanteelevadas según las cuentas <strong>al</strong>egres presentadas en Y<strong>al</strong>ta).256Aunque no se había acordado un monto específico, (lossoviéticos mencionaron la cifra de 20,000 millones de dólaresde los cu<strong>al</strong>es el 50 por ciento les correspondía a ellos, unos8,000 a repartir entre Estados Unidos y la Gran Bretaña), yelresto entre los demás afectados. El acuerdo era que, en todocaso, por su participación en la guerra y la magnitud del pesoespecífico que le había tocado llevar, la Unión Soviética tendríaderecho a ser la primera en cobrar. Luego Washington les"cambió la jugada":A pesar de que los soviéticos querían atenerse a los acuerdosorigin<strong>al</strong>es de Y<strong>al</strong>ta, e incluso de Potsdam, decidimos unilater<strong>al</strong>mentereconstruir la economía <strong>al</strong>emana para poder abrazar asíen el seno de la Europa occident<strong>al</strong> a una nueva Alemania rearmaday aislar a la Unión Soviética, una nación que no se habíarecuperado de la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong> y carente de armamentonuclear.257La historiografía ofici<strong>al</strong> norteamericana, obviamente, present<strong>al</strong>as cosas desde una perspectiva muy diferente. Para ellos,sin considerar las enormes dificultades internas de la URSS,que sin duda eran muchas,258 el Kremlin había diseñado unaespecie de plan maestro para una eventu<strong>al</strong> conquista del mundo,del mismo modo que lo había hecho Hitler en los años treinta,y se atenía a él con una persistencia rayana en la perversiónfanática. De nada v<strong>al</strong>ía que Moscú condescendiera, por ejemplo,en el caso de Irán, de donde fin<strong>al</strong>mente se retiran las tropas delEjército Rojo en mayo de 1946, sin haber obtenido respuesta2·"Cfr. Pierre. Senarclens Y<strong>al</strong>ta. 1988. p. 105.257G. VidaJ, op. cit .• p. 63.258Cfr. lAS Grenville. A Historyofthe World in the 20 th Century. 1991. especi<strong>al</strong>menteel capítulo 31, pp. 337-345.


332favorable a sus demandas y claramente conscientes de sus debilidadescomo para intentar ir más lejos por la fuerza. Ah!, sedecía entonces que la firmeza de Occidente había logrado contenera la barbarie soviética.Para los gobernantes norteamericanos, confiados en esaépoca en su monopolio nuclear, era fundament<strong>al</strong> mantener laapariencia de que sólo se estaba reaccionando ante las desmedidasy m<strong>al</strong>éficas intenciones de los traicioneros comunistas.A pesar de que entre ellos mismos se conocieran las cosas desdeotro punto de vista, era importante poder justificar ante su propioelectorado, ante la opinión pública mundi<strong>al</strong> y, a fin<strong>al</strong> de cuentas,ante el juicio mismo de la historia, la natur<strong>al</strong>eza de su políticaexterior, fundament<strong>al</strong> y decididamente antisoviética por encimade cu<strong>al</strong>quier otra consideración.Al paso de los años, sin embargo, una vez que los imperativosde lo urgente han cedido paso a una revisión más cuidadosade los acontecimientos, las "otras verdades" de la historiaempiezan a surgir:...en diciembre de 1947, el embajador W<strong>al</strong>ter Bedell Smith, ungener<strong>al</strong> retirado con puntos de vista enérgicos y simples, escribiólo siguiente desde Moscú a su antiguo superior, el gener<strong>al</strong>Eisenhower, a propósito de una conferencia para regularizar losasuntos europeos: "la dificultad que encontramos en nuestr<strong>al</strong>abor es que, a pesar de la posición que aseguramos mantener, nideseamos ni tenemos intención de admitir la unificación <strong>al</strong>emana enninguno de los términos que podrían convenir a los rusos, aun cuandoellos sí parecen aceptar la mayor parte de nuestras condiciones".De ahí la frustración de St<strong>al</strong>in que condujo <strong>al</strong> famosobloqueo del sector <strong>al</strong>iado de Berlín, superado gracias <strong>al</strong> puenteaéreo del gener<strong>al</strong> Lucius Clay. Como escribe Carolyn Eisenberg:"Aprovechando el bloqueo de Berlín, el Presidente Truman articulóuna sencilla trama que presentaba a los rusos pisoteando losacuerdos <strong>al</strong>canzados tras la guerra sobre el reparto de la antiguacapit<strong>al</strong> <strong>al</strong>emana. El presidente no explicó que Estados Unidos habíarenunciado a los acuerdos de Y<strong>al</strong>ta y Potsdam, que estaba inten-


Un333tanda hacer de Alemania occident<strong>al</strong> un estado independiente apesar del recelo de muchos europeos, ni tampoco que los soviéticoshabían organizado el bloqueo, precisamente para impedirla partición". Era la política en el más puro estilo tragicómico de laCasa de la Risa. 259Así las cosas, resulta evidente que los norteamericanos seapresuraban a tratar de evitar la expansión del comunismo o laconsolidación del poderío soviético, no tanto por un desmedidoy desinteresado amor a la libertad o a la humanidad, como hoypregonan muchos de sus textos históricos, sino por razonesmucho más pragmáticas; <strong>al</strong> parecer estaban claramente conscientesde lo que significaba un poderío soviético consolidadoen Europa, por lo menos en el corto plazo, es decir, el cierre delas puertas de aquella región del mundo <strong>al</strong> capit<strong>al</strong>, a las mercancíasy a la tecnología norteamericana ¿Cómo podrían entoncespromover éstos su propio crecimiento?De esta manera, la diplomacia internacion<strong>al</strong> durante laGuerra Fría, por lo menos durante el periodo iniciat puede sercaracterizada como una contienda que, por razones coyuntur<strong>al</strong>esse había reducido esenci<strong>al</strong>mente a unjuego predominantementebipolar (aunque nunca de manera absoluta ni definitiva),en gran medida permeado por una visión rigorista, <strong>al</strong> estilode los juegos de "suma cero" y, a la vez, condicionado por lapresencia determinante de las armas nucleares, las cu<strong>al</strong>es vendríana dictar los principios estratégicos rectores de la interacciónentre los dos grandes, prácticamente hasta el fin<strong>al</strong> delperiodo, con la virtu<strong>al</strong> desaparición de la URSS en diciembre de1991.A continuación vamos a revisar <strong>al</strong>gunas facetas clave delpensamiento estratégico militar, manejado por las dos grandespotencias, derivado del desarrollo del armamento nuclear durante259 Idem, cursivas del autor.


334David J. Sarquísel periodo que va, desde el término de la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>con las detonaciones de las bombas atómicas en Hiroshima yNagasaki hasta la época de la llamada "Guerra de las G<strong>al</strong>axias"con la que el presidente Reagan llegó a amenazar <strong>al</strong> poderíosoviético. Si bien es cierto que esta fue una política predominantementeempleada por las superpotencias, es claro que sus efectosse hicieron sentir persistentemente durante todo el periodo enel resto del planeta. En este sentido, las armas nucleares constituyeronun claro ejemplo de amenaza glob<strong>al</strong>.DOCTRINAS ESTRATÉGICAS NUCLEARESDE LAS SUPERPOTENCIAS: UNA REEVALUACIÓNEl desarrollo de doctrinas estratégicas para el diseño de políticaexterior norteamericana durante este periodo se basa en premisasrelativamente simplistas:1. Destaca en primer término la firme convicci6n de poner fin <strong>al</strong>supuesto "aislacionismo" que había caracterizado a la políticaexterior de este país desde su nacimiento a la vida independientehasta la época de su participaci6n en la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong>(aislacionismo que, como es fácil demostrar históricamente, no essino una conveniente ficci6n de la política exterior norteamericana:su actitud intervencionista en América Latina y su <strong>al</strong>evosa guerracontra México a mediados del siglo pasado o la misma guerra contraEspaña en 1898 de la que obtuvo, ventajosamente Cuba, PuertoRico, Guam y las Filipinas son prueba suficiente de que ese "aislacionismo"fue siempre mucho más imaginario que re<strong>al</strong>).2. El reto más importante que confronta a la Uni6n Americana<strong>al</strong> término de la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong> era la difusi6n de lasinsidiosas doctrinas comunistas, no s610 ajenas a, sino claramenteincompatibles con el espíritu mismo del individu<strong>al</strong>ismo norteamericano.3. Dado que la Unión Soviética representaba el basti6n más s61idodel comunismo internacion<strong>al</strong>, habría que contener el expansio-


Un ob'eto de estudio cambiante335nismo soviético e impedir su propagación por el resto del planeta.Habría pues que abanderar la causa del "mundo libre".26oLa política exterior soviética, por su parte, aunque en unasituación mucho más difícil dada la devastación que había sufridoel país durante la guerra, también tenía <strong>al</strong>gunos objetivosclaramente precisados, por ejemplo:1. fort<strong>al</strong>ecer el cerco a su <strong>al</strong>rededor -para así permitir la consolidacióninterna del régimen- con naciones <strong>al</strong>iadas controladaspor Moscú;2. favorecer el advenimiento de una revolución proletaria internacion<strong>al</strong>(con cautela suficiente para no arriesgar los logrosinternos de la revolución soci<strong>al</strong>ista soviética), y3. combatir la expansión del imperi<strong>al</strong>ismo norteamericano (sucesorde las viejas fuerzas de la reacción europea).Como puede verse, el contraste de objetivos efectivamenteorillaba hacia una confrontación inminente, que de haberse dadoen términos de armamento, estrategias y políticas convencion<strong>al</strong>esseguramente habrían marcado un rumbo diferentepara la historia mundi<strong>al</strong> contemporánea.Si bien es cierto (y quizá ahí radica la mayor paradoja deldesarrollo científico orientado a la producción de armas nucleares)que este tipo de armas nunca llegaron a utilizarse en lasdistintas zonas de confrontación en las que estaban presenteslos intereses de las dos potencias (aunque no siempre de maneradirectamente visible), el solo hecho de su existencia y lapotenci<strong>al</strong> amenaza de su uso las convierte en factor determinantepara el análisis de los hechos. En este sentido, coincido plenamentecon el estudio de Roberto Peña en cuanto a la fuerza dedisuasión nuclear fincada en una síntesis histórica única, en la260 Cfr, Charles Keagley y Eugene Wittkopf, American foreign policy: pattern andprocess, 1991, especi<strong>al</strong>mente el capítulo 3, pp, 33-71,


336David J. Sarquísque se conjugan el factor tecnológico-militar con el políticodiplomáticoa través del puente que tiende entre ello el poderde la amenaza nuclear:En este sentido, se afirma que el desarrollo tecnológico militardetermina, en última instancia a la superestructura del procesode la disuasión; ya que le asigna funciones específicas <strong>al</strong> elementodiplomático, como son las de reproducir las condiciones necesariasen política internacion<strong>al</strong> (en lo que respecta <strong>al</strong> orden estratégicopolítico militar) para mantener y reproducir el proceso dela disuasión en la esfera exógena de la re<strong>al</strong>idad,261En el contexto fijado por estas circunstancias, la contencióny la disuasión fueron las dos políticas esenci<strong>al</strong>es empleadas porla diplomacia norteamericana definitorias de su trato con lossoviéticos durante la primera etapa de la segunda posguerra.Aquí tenemos dos conceptos clave que conviene aclarar sies que estamos de acuerdo en que: "sólo una adecuada definiciónde las p<strong>al</strong>abras que usamos, ligada a una derivación genéticade sus consecuencias necesarias, hará posible un conocimientopropiamente válido". 262En su diccionario de Política Internacion<strong>al</strong>, el doctor Hernández-Velanos dice que la contención es una: "política desarrolladapor Estados Unidos en la segunda posguerra, inspiradaen el marco de la guerra fría para confinar <strong>al</strong> comunismoen las zonas ocupadas durante las hostilidades e impedir suavance en todo el mundo y que se complementó con la políticade disuasión".263Al referirse <strong>al</strong> caso específico de la disuasión, el doctorHernández-Vela precisa que se trata de una política que "desarrollanlos sujetos de la sociedad internacion<strong>al</strong>, basada en supoder, por la cu<strong>al</strong>, mediante una amenaza creíble, tácita o expresa,261 Roberto Peña Guerrero, Teoría y praxis de la disuasión nuclear, 1986, p. 82.262 Luis S<strong>al</strong>azar Carrión, El síndrome de Platón ¿Hobbes o Spinoza?, 1997, p. 87.26' Edmundo Hernández-Vela, op. cit., p. 96.


Unde estudio cambiante337tienden a lograr que otros sujetos de la sociedad internacion<strong>al</strong>se comporten de acuerdo a sus intereses (los del disuasor) y noen forma contraria a éstos".264Definidas en estos términos, aunque podrían encontrarsemultiplicidad de ejemplos históricos para ilustrar la permanenciade ciertas tendencias de política internacion<strong>al</strong> en la historiaunivers<strong>al</strong>, podemos también observar con claridad que la presenciade la tecnología nuclear y su conversión en armas de unacapacidad destructora hasta entonces inédita, singulariza a esteperiodo con respecto a otros momentos de la historia, como unmomento de peculiar trascendencia para el destino mismo dela humanidad. Así lo reconoce Roberto Peña cuando escribe:"la política de amenazas, la capacidad de negociación diplomáticay la tecnología militar adquieren un nuevo significado <strong>al</strong>supeditarlos a la política militar de la disuasión nuclear".265Dada la imagen con la que, por lo menos una parte de ladiplomacia norteamericana visu<strong>al</strong>iza a la Unión Soviética, disuasióny contención sólo parecen respuestas evidentes ante loque se percibe como una amenaza creciente. Después de todo,desde la perspectiva de los norteamericanos, la URSS, como yahemos dicho, era considerada como una potencia expansionistaque no habría de cejar en su empeño por llevar la doctrina yla práctica comunista a todos los rincones de la tierra; doctrinay práctica que por otro lado significarían, en caso de imponerse,la muerte misma del <strong>sistema</strong> capit<strong>al</strong>ista del que dependía la suertede Estados Unidos en los escenarios internacion<strong>al</strong>es.T<strong>al</strong> era la postura ofici<strong>al</strong> de Washington, una postura inclusoconvenientemente secundada por quienes sabían que había unelemento de exageración en esta apreciación como resultado deuna lectura tergiversada de la advertencia origin<strong>al</strong> formuladapor George Kennan en su célebre telegrama X.264 Ibidem, p. 238.265 Roberto Peña Guerrero, op. cit., p. 51.


David J. SarquísEn este sentido, efectivamente podemos ver a la disuasión,<strong>al</strong> mismo tiempo como una política y una situación. En el primercaso estaríamos hablando de una estrategia encaminada ainducir a <strong>al</strong>guien a hacer o dejar de hacer <strong>al</strong>go, en el segundo, nosreferimos a aquella condición en la que el conflicto permanececonfinado <strong>al</strong> límite que fijan las amenazas formuladas en términosdel potenci<strong>al</strong> para concretarlas.Podemos agregar que, como política, para ser efectiva, ladisuasión tiene, <strong>al</strong> mismo tiempo que plantear amenazas creíbles,pero por otro, dejar un mínimo de margen mutuamenteaceptable para la negociación. Como situación, si bien es ciertoque la disuasión contribuye a mantener a las partes en c<strong>al</strong>idadde adversarios, contribuye también a reducir las diferencias aniveles manejables.Para los estrategas a cargo de la política exterior, pensar entérminos de disuasión nuclear entonces, significa, de <strong>al</strong>gunamanera, formular estrategias de acción en el escenario internacion<strong>al</strong>,en las que el uso de la tecnología orientada hacia la fabricaciónde armamentos constituye el argumento sustanci<strong>al</strong> para eldebate en las mesas de negociación frente a nuestros adversanos.En estas condiciones, puede destacarse que, en efecto, ladisuasión nuclear -una situación enteramente desconocida paracu<strong>al</strong>quier momento anterior de la historia-, fue durante el periodoque estamos an<strong>al</strong>izando, un instrumento clave para la políticaentre los estados nacion<strong>al</strong>es, muy concretamente, entre EstadosUnidos y Unión Soviética quienes, precisamente en función delarmamento nuclear, habían <strong>al</strong>canzado la condición de superpotencias.De esta manera, aunque durante el mismo periodo, ciertamentepodemos constatar el surgimiento de nuevos actoresen el escenario internacion<strong>al</strong> de la más diversa natur<strong>al</strong>eza, laposesión y el manejo de la tecnología para las armas nuclearesotorga <strong>al</strong> estado poseedor un monopolio que le permite man-


Unde estudio cambiantetener su posición de privilegio en el ámbito de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es. En función de ello, las agendas relevantes parael escenario internacion<strong>al</strong> quedan inexorablemente vinculadasdurante este periodo a los intereses de los superpoderosos.También es un hecho que el notablemente <strong>al</strong>to poder deconvencimiento de las armas nucleares (de nuevo, sin que elloimplique la creación de situaciones absolutas o definitivas deuna vez por todas y para siempre), permitió una jerarquizaciónmuy peculiar de la sociedad internacion<strong>al</strong>, <strong>al</strong> menos duranteel lapso que estamos estudiando, y que, sin lugar a dudas debeser entendido como un periodo histórico concreto que deja unahuella profunda en el devenir de la humanidad.Por último, también es claro que la disuasión nuclear incideespecíficamente en el ámbito de lo militar. Dotando a los estadosde una amplia y creciente capacidad de aniquilación tot<strong>al</strong>,lo cu<strong>al</strong> impacta todos los otros ámbitos de la estructura soci<strong>al</strong>.Una influencia de la que, en gran medida, no ha logrado escapardel todo la sociedad internacion<strong>al</strong> de los <strong>al</strong>bores del siglo XXI.La política origin<strong>al</strong> de la disuasión nuclear norteamericanatuvo esenci<strong>al</strong>mente cuatro fases de desarrollo:a) aquella en la que la fabricación de las armas nucleares estabaesenci<strong>al</strong>mente encaminada <strong>al</strong> desarrollo de la capacidad suficientepara lanzar un ataque meramente preventivo contra fuerzashostiles;b) una etapa posterior que buscaba ser capaz de crear el potenci<strong>al</strong>para iniciar con un ataque sorpresa (aunque sólo como medidadisuasoria);e) otro más en el que se podría responder a cu<strong>al</strong>quier agresióncon una repres<strong>al</strong>ia masiva, y fin<strong>al</strong>mente;d) una etapa que permitiese una respuesta gradu<strong>al</strong> controlada.Aunque, curiosamente, como señ<strong>al</strong>a C<strong>al</strong>duch: "cuando se abordael estudio de la disuasión nuclear y las diversas doctrinas estratégicasque durante casi medio siglo se han elaborado para darcredibilidad a los arsen<strong>al</strong>es nucleares y a su posible utilización


340David J. Sarquísfrente <strong>al</strong> adversario, resulta imprescindible formular una reflexiónpreliminar: toda doctrina nuclear posee un carácter estrictamentehipotético ya que no existen datos o experiencias históricas que permitencontrastar, confirmando o refutando, la v<strong>al</strong>idez de los supuestosy efectos que sustentan y articulan t<strong>al</strong>es doctrinas. 266Sin embargo, es claro que la sola experiencia de las explosionesnucleares en Hiroshima y Nagasaki, así como los datosrecabados mediante las pruebas nucleares, no sólo en cuanto acapacidad re<strong>al</strong> de destrucción, progresivamente medida hastamegatones, sino los temibles efectos de la radiación a largo plazofueron más que suficiente para dar credibilidad a la amenazade estas armas y confinar la disputa a nivel justamente de lo queambas partes sabían que podría ocurrir en caso de guerra.La contención, por su parte, representa más que nada unaconvicción en torno a la necesidad de impedir el avance del comunismomás <strong>al</strong>lá de donde había llegado el ejército rojo en l<strong>al</strong>ucha contra el nazi-fascismo.De esta manera, hacia fines de 1946 empieza a labrarse uncerco progresivo en torno de la Unión Soviética con la determinaciónde ahogar su desarrollo. De ahí vemos nacer en marzode 1947 a la famosa doctrina Truman, encaminada ajustificarante el Congreso norteamericano la utilización de los fondosnecesarios para apoyar a los gobiernos de Turquía y Grecia,respectivamente. en la lucha contra sus insurgentes comunistas.De ahí también, la formulación de un plan de apoyo par<strong>al</strong>a recuperación económica de Europa (conocido como el PlanMarsh<strong>al</strong>l) y la organización de <strong>al</strong>ianzas militares por todoslados para confinar el esfuerzo de los soviéticos a su propiazona de influencia. Vemos así plenamente en marcha una políticaexterior agresiva, inspirada en una visión casi mesiánica deinternacion<strong>al</strong>ización del modelo económico, político y soci<strong>al</strong>l66Rafael C<strong>al</strong>duch Cervera, Relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1991, pp. 380-381, cursivasdel autor.


Unde los americanos por el resto del mundo; una política, cadavez más sólida, fincada en la posesión de sus potentes arsen<strong>al</strong>esnucleares.De esta forma, el viejo adagio romano "si quieres paz, prepáratepara la guerra" cobraba una inusitada vigencia av<strong>al</strong>adopor un poder de destrucción nunca antes visto y permitía,además, <strong>al</strong> gobierno norteamericano establecer condiciones (porlo menos durante la etapa del monopolio nuclear) amenazandoa los soviéticos con un daño que resultaría inaceptable paraellos si continuaban con su política agresiva de expansión.A pesar de lo crudo y primitivo que pueda sonar el planteamientode la disuasión, es un hecho prácticamente aceptado demanera unánime entre los an<strong>al</strong>istas contemporáneos que impidióel est<strong>al</strong>lido de la guerra directa entre las dos superpotencias,incluso hasta el fin<strong>al</strong> mismo de la Guerra Fría, independientementedel nivel de las tensiones que se llegaron a vivir en diversosmomentos y en varias regiones del planeta.Aun después de la ruptura del monopolio norteamericano,con el est<strong>al</strong>lido del primer artefacto nuclear soviético en agostode 1949, Estados Unidos mantenía una ventaja comparativaimportante en términos de su capacidad para hacer efectiva la"entrega" (delivery) de las bombas nucleares, ya que la fuerzaaérea soviética carecía en esos momentos del potenci<strong>al</strong> paraamenazarde manera creíble el territorio norteamericano; de ahíquizá su moderación (sin embargo, poseía la fuerza convencion<strong>al</strong>suficiente para plantear una amenaza re<strong>al</strong> a Europa occident<strong>al</strong>,lo cu<strong>al</strong> imponía importantes limitaciones a la diplomacianorteamericana).No obstante, la marcha misma de los acontecimientos enel plano mundi<strong>al</strong>, exigía que ambas potencias, más <strong>al</strong>lá deldesarrollo de su capacidad nuclear (misma que por devastadoraya se reconocía sólo como un recurso de última instancia) semantuvieran extremadamente <strong>al</strong>ertas en los otros ámbitos delas relaciones internacion<strong>al</strong>es.


342David J. SarquísEl proceso de descolonización, por ejemplo, o la creación dela Organización de las Naciones Unidas, sin duda <strong>al</strong>guna representaban<strong>al</strong> mismo tiempo retos y oportunidades para que cadauna de las partes avanzara su propia causa. Si bien es cierto que,de repente, <strong>al</strong> plantearnos el predominio de un <strong>sistema</strong> bipolarestamos simplificando la re<strong>al</strong>idad en exceso y corremos el riesgode considerar en forma maniquea que todos los hechos, políticos,económicos, soci<strong>al</strong>es, cultur<strong>al</strong>es que se producen en el ámbitointernacion<strong>al</strong> no son más que el producto de la lucha entre elcomunismo y el anticomunismo (la versión actu<strong>al</strong>izada de laimperecedera lucha entre el bien y el m<strong>al</strong>) y quedar hipnotizadospor esta visión reduccionista, como si fuese lo único aconsiderar; también lo es que ahí está la re<strong>al</strong>idad persistente,multiforme y diversa, replanteándose ante nosotros mismos,con variedad de manifestaciones que inevitablemente exigen larevisión de nuestros planteamientos teóricos.Así, por ejemplo, el triunfo de la revolución popular enChina, la guerra en Corea, el inicio del proceso de integraciónen Europa, la guerra en Vietnam son, todos ellos, fenómenos,influidos sí por la confrontación este-oeste, mas no exclusivamentedeterminados por ella. Son fenómenos históricos convida propia que, incluso, en un momento dado van a volversecondicionantes de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> y que, por lo tanto,requieren de su propio y cuidadoso análisis y v<strong>al</strong>oración.Sin embargo, el aspecto que aquí me parece relevante señ<strong>al</strong>ares que, a pesar de la diversidad de formas en las que se manifiest<strong>al</strong>a re<strong>al</strong>idad y de la multitud de intereses que puede haberenjuego, durante este periodo, la existencia del armamento nuclearactúa como elemento aglutinante de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>,es decir, como principio guía para el establecimiento deun orden internacion<strong>al</strong> que le confiere una unidad que no debesoslayarse. En otras p<strong>al</strong>abras, me parece claro que hay unaimportante función cat<strong>al</strong>izadora de la tecnología nuclear sobrelos procesos soci<strong>al</strong>es.


Unde estudio cambiante343Creo que a la luz de estas consideraciones se hace más fácilmentecomprensible una desaforada carrera armamentista quede otro modo, sólo podríamos c<strong>al</strong>ificar de locura imperdonable delos estrategas y responsables de la política exterior de las grandessuperpotencias durante el periodo que estamos an<strong>al</strong>izando.El año de 1953 marca un hito sumamente interesante enla relación entre ambas potencias. En marzo de ese año muereJosé St<strong>al</strong>in abriendo una serie de expectativas importantes encuanto <strong>al</strong> giro que habían de tomar los acontecimientos sobreel escenario internacion<strong>al</strong>.El vacío de poder que dejaba el viejo dictador en su paísparecía abrir una oportunidad sin precedente; los estrategasnorteamericanos se preguntaron entonces, ¿convendría en esemomento atacar <strong>al</strong> enemigo sin misericordia o sería más convenientemostrar posibilidades de mayor cooperación?Sin embargo, a pesar de la confusión inici<strong>al</strong> con respecto <strong>al</strong>a sucesión en la URSS (hacía ya casi 30 años que no se dabael caso), pronto quedó claro que, aun sin St<strong>al</strong>in, la doctrina y elpartido,junto con su aparato de control permanecían vigentes.Tampoco hay que olvidar que todavía en esos momentos, EstadosUnidos continuaba enfrascado directamente en el conflicto deCorea, conflicto del que los soviéticos (aunque, sin lugar a dudasinvolucrados) cuando menos ofici<strong>al</strong>mente, habían mantenidouna prudente distancia.Por otro lado, en agosto de ese mismo año, la URSS detonósu primer artefacto termonuclear. Una ominosa explosión claramenteindicadora de que, incluso sin St<strong>al</strong>in, la confrontacióneste-oeste distaba mucho de haber concluido. No obstante, yapara entonces, los términos de la confrontación eran claramentediferentes. La URSS era ya miembro de hecho y de derecho dela gran familia de estados nacion<strong>al</strong>es y aunque desde un puntode vista doctrin<strong>al</strong> siguiera defendiendo la tesis de la revoluciónproletaria internacion<strong>al</strong>, en la práctica el Estado soviético eratan celoso de sus intereses nacion<strong>al</strong>es como el que más. No en


David J. Sarquísb<strong>al</strong>de pugnarían eventu<strong>al</strong>mente por la tesis de la coexistenciapacifica.Hasta principios de 1954, la política exterior norteamericanano había diseñado una estrategia nuclear propiamente dicha. Ladisuasión y la contención habían sido, ciertamente, guías de acciónque culminaron en hechos concretos encaminados a tratar dehacer prev<strong>al</strong>ecer los intereses de Washington por encima de losde Moscú -sobre todo en el territorio de Europa occident<strong>al</strong>. Eneste sentido, la presencia de las armas nucleares parecía ser tansólo un factor más que venía a fort<strong>al</strong>ecer la posición americanaen caso de un conflicto tot<strong>al</strong>, predominantemente convencion<strong>al</strong>,en el que, claramente, a pesar de las desventajas en cuantoa los arsen<strong>al</strong>es nucleares, la Unión Soviética contaba conimportantes ventajas estratégicas convencion<strong>al</strong>es.En enero de ese mismo año, el entonces secretario de Estadonorteamericano, John Foster Dulles, planteaba el desarrollo de unaestrategia específicamente nuclear. El belicoso Dulles, supuestamenteconvencido de la inminencia de una confrontacióncon la URSS tarde o temprano, había convencido <strong>al</strong> aparentementeapacible presidente Eisenhower, primero de llevar acabo una política internacion<strong>al</strong> de utilización pacífica de laenergía nuclear bajo dirección y control del propio gobiernonorJ:eamericano, hasta una eventu<strong>al</strong> transferencia a una instanciadel <strong>sistema</strong> de Naciones Unidas (de donde fin<strong>al</strong>mentesurgiría el Organismo Internacion<strong>al</strong> de Energía Atómica) y,posteriormente del desarrollo de una estrategia ofensiva -más<strong>al</strong>lá de la pasiva y pusilánime política de la contención- buscandode hecho, una recuperación del "terreno perdido".No bastaba, según Dulles, con impedir el avance del comunismo;había que hacerlo retroceder y, gradu<strong>al</strong>mente, eliminarlo,liberando así a las naciones "cautivas" de Europa del este; esasnaciones que la indecisión americana había permitido caerbajo la "cortina de hierro" desde la época de las negociacionesde Y<strong>al</strong>ta.


Unde estudio cambiante345La historia registra esta agresiva posición como la doctrinade la repres<strong>al</strong>ia masiva y, en esencia, amenazaba a la UniónSoviética con un ataque indiscriminado contra los princip<strong>al</strong>escentros de producción y ciudades en caso de que se vieran afectadoslos intereses vit<strong>al</strong>es de Estados Unidos o de sus <strong>al</strong>iados encu<strong>al</strong>quier parte del planeta. Cabe señ<strong>al</strong>ar que, ya para entonces,ambas potencias habían probado exitosamente dispositivos decarácter termonuclear con un potenci<strong>al</strong> destructor inconmensurablementemayor que el de las bombas empleadas en contrade Japón. Aquéllas "apenas" <strong>al</strong>canzaban el modesto nivel delos 20 kilotones (20,000 toneladas de TNT) mientras que éstasempezaban a medirse en el fantástico nivel de los megatones(millones de toneladas de TNT).De este modo, se hacía por primera vez una distinción entrearmas de carácter táctico (sólo a emplear contra las fuerzasmilitares del enemigo) y las de carácter estratégico que, por sumayor poder devastador, se usarían contra centros industri<strong>al</strong>esy de población.Como atinadamente nos explica C<strong>al</strong>duch:Esta estrategia ofrecía la ventaja de evitar el mantenimiento depoderosas fuerzas convencion<strong>al</strong>es norteamericanas en Europa,aprovechando la superioridad de los Estados Unidos, cuyosarsen<strong>al</strong>es nucleares eran 10 veces superiores a los soviéticos. Sinembargo, también presentaba <strong>al</strong>gunos inconvenientes, especi<strong>al</strong>menteel de amenazar con una esc<strong>al</strong>ada nuclear tot<strong>al</strong> ante unaposible agresión soviética convencion<strong>al</strong>, reforzando de este modo,la percepción soviética de la urgente e ineludible necesidad dedotarse de un amplio arsen<strong>al</strong> nuclear capaz de equilibrar el poderíonuclear norteamericano. 267Puede apreciarse, entonces, cómo la actitud agresiva y "picapleitos"del secretario Dulles se traducía fácilmente en un impulso167 Ibidem, p. 388.


David J. Sarquísa la carrera armamentista, de la cu<strong>al</strong>, sin lugar a dudas, el complejomilitar-industri<strong>al</strong> norteamericano era el princip<strong>al</strong> beneficiario.Resultaba bastante obvio que para ser efectiva, la b<strong>al</strong>andronadade Dulles tenía que ser creíble, ya que no cu<strong>al</strong>quieracto soviético podría ser tomado como pretexto para una guerranuclear tot<strong>al</strong> (por ejemplo, ni la crisis de Suez, ni la invasiónde Hungría en 1956 detonaron un conflicto directo entre EstadosUnidos y la Unión Soviética t<strong>al</strong> que ameritara la repres<strong>al</strong>iamasiva) y si lo era, es decir, si los estrategas norteamericanospodían ser tan miopes como para av<strong>al</strong>ar esa actitud provocadora,la URSS no tendría más remedio que prepararse y contestaren los mismos términos.Entonces, Estados Unidos a su vez tendría que considerarla posibilidad de un ataque sorpresa de los soviéticos y, <strong>al</strong> mismotiempo, preservar una capacidad convincente de respuesta.También tendrían que pensar en <strong>al</strong>gún tipo de armas flexiblesque permitiesen una respuesta graduada a diferentes tipos deagresión. La historia sin fin, pero a la vez, el puente hacia unanueva etapa en el desarrollo de las relaciones este-oeste.Quizá el indicador más importante de lo que podría ser unanueva etapa haya quedado expresado en la doctrina de la coexistenciapacifica t<strong>al</strong> como se manejó durante los inicios de la "eraJruschov". Efectivamente, consciente de la sobrecarga económicaque planteaba a su país la desmedida carrera armamentistay la actitud provocadora de Dulles, Jruschov planteó unarenuncia explícita a la idea de inevitabilidad de la lucha de clases(expresada en términos de la confrontación necesaria entre elcapit<strong>al</strong>ismo y el soci<strong>al</strong>ismo soviético) y expuso directamente laposibilidad de trabajar conjuntamente por la paz, permitiendoque cada <strong>sistema</strong> evidenciara, por sus logros, el <strong>al</strong>cance de sussupuestas bondades.La coexistencia pacífica entre los estados (sostenía Jruschov) nosignifica una renuncia a la lucha de clases, t<strong>al</strong> como sostienenlos revisionistas. La coexistencia de estados con diferentes sis-


temas soci<strong>al</strong>es es una forma de lucha de clases entre el soci<strong>al</strong>ismoy el capit<strong>al</strong>ismo (...) La coexistencia pacífica entre estados condiferentes <strong>sistema</strong>s soci<strong>al</strong>es no implica una reconciliación entrela ideología soci<strong>al</strong>ista y la burguesa. 26BNo obstante, la necesidad de mantener a sus propios"<strong>al</strong>iados"bajo control, incluso a través de la represión, así como loslogros soviéticos en materia de cohetes b<strong>al</strong>ísticos intercontinent<strong>al</strong>esy de la carrera espaci<strong>al</strong>, dañaron irreparablemente lacredibilidad en el potenci<strong>al</strong> re<strong>al</strong> de la "coexistencia pacífica" enla era Jruschov y confirmaron la natur<strong>al</strong>eza estatocéntrica dela política exterior soviética por encima de la supuesta solidaridadde clase con el proletariado internacion<strong>al</strong>.Sin lugar a dudas puede decirse que más bien la acumulacióny el desarrollo de nuevas armas para los arsen<strong>al</strong>esnucleares de las décadas de los cincuenta y de los sesenta sirvieronpara resp<strong>al</strong>dar una postura americana de coexistenciaen competencia.Pero, <strong>al</strong> menos durante esta época, a pesar del enorme sacrificioeconómico, los soviéticos lograron mantenerse casi a lapar y, en <strong>al</strong>gunos casos, incluso superar a los norteamericanos,quienes a su vez respondieron redoblando esfuerzos para recuperarla delantera en una carrera interminable que habría deacabar por "sobrec<strong>al</strong>entar" a la economía soviética hacia principiosde los ochenta y anunciar así el fin de la Guerra Fría. Volveremoscon este punto más adelante.La doctrina de la respuesta flexible y graduada se le atribuye<strong>al</strong> secretario de la Defensa del periodo presidenci<strong>al</strong> de John F.Kennedy, Robert S. MacNamara. En gran medida es el resultadode las críticas a las que se había hecho acreedora la doctrinapromulgada por Dulles en los propios Estados Unidos:26' Nikita Jruschov, "Manifiesto de 1960", citado por Robert Bowie, Arms controland the U.S. Foreign Policy, 1961, p. 55.


Esta doctrina sostenía la necesidad· de dar una respuesta adecuadaa las diversas amenazas soviéticas, <strong>al</strong>lí donde se produjesen y conel nivel de fuerzas que se utilizasen. Esta respuesta debería serflexible, en el sentido de que debería ofrecer a los dirigentes norteamericanosdiversas opciones, en cuanto <strong>al</strong> nivel de fuerzas autilizar y lugares de respuesta, para poder optar por la que estimasenmás adecuada. (...) La doctrina debería contemplartambién, para poder ser flexible, una esc<strong>al</strong>ada graduada en lasfuerzas y arsen<strong>al</strong>es usados como respuesta a la agresión o amenazasoviética. 269La idea era trasladar la amenaza nuclear del terreno abiertamenteofensivo <strong>al</strong> plano más discreto de la defensa, como si, de<strong>al</strong>guna manera, se tratara de otorgar <strong>al</strong> enemigo el beneficiode la duda, con una actividad un poco más conciliadora. Apesar de ello, dadas las circunstancias, el proceso de creación deuna atmósfera de confianza no podía ser sencillo pues aúnimperaban demasiados recelos históricos.Después de todo, aunque fuera con una perspectiva esenci<strong>al</strong>mentedefensiva, los norteamericanos no escatimabanesfuerzos para desarrollar una tríada de fuerzas (tierra, mar yaire) de t<strong>al</strong> suerte que si llegara a darse la eventu<strong>al</strong>idad de la guerra,pudiesen estar en posición de aniquilar entre una quinta y unatercera parte de la población de la URSS junto con la mitad o unasdos terceras partes de su industria, meramente como acción derepres<strong>al</strong>ia.En estas condiciones parece sólo razonable suponer que lossoviéticos tendrían dificultades para detectar la "buena voluntad"de la nueva doctrina. En el eufemístico lenguaje militar,los americanos llamaban a esto "destrucción mutua asegurada",cuyo acrónimo en inglés (MAD) puede ser muy sugestivode cómo se sentía el mundo en ese entonces (loco).La orientación de las acciones y de las estrategias en estecontexto empieza efectivamente a tomar el matiz de una trama16Ylbidem, p. 389.


Un349elaborada por <strong>al</strong>guien que, de una u otra forma parece haberperdido contacto básico con la re<strong>al</strong>idad. Quizá no por habersevuelto simplemente loco, sino porque, en cierto modo, ha sidorebasado por la dinámica de los acontecimientos.En este sentido, me parece que el desarrollo de la tecnologíanuclear y la aterradora capacidad de destrucción puesta en lasmanos del hombre a partir de ella, exigía el desarrollo de unanueva ment<strong>al</strong>idad; una nueva manera de entender la re<strong>al</strong>idad,tanto materi<strong>al</strong> como humana, para la cu<strong>al</strong>, las mentes tradicion<strong>al</strong>estodavía no estaban preparadas. Había que desarrollarnuevas formas de entender las relaciones humanas, incluid<strong>al</strong>a manera de hacer la guerra y desde, la perspectiva tradicion<strong>al</strong>no resultaba fácil descorrer el velo de la nueva trama, de lanueva responsabilidad implícita en el conocimiento <strong>al</strong>canzadopor el espíritu de la ciéncia. 270La carencia de esa habilidad particular sólo sirvió para empantanarla relación entre los soviéticos y los norteamericanos yllevar la competencia en la carrera armamentista a niveles deparoxismo, con la tensión constantemente agravada por la preocupaciónsobre quién tendría las armas más grandes y máspoderosas, quién se atrevería a utilizarlas primeramente y quécapacidad de respuesta le quedaría a la potencia que habíasufrido el primer ataque, como si sólo una amenaza constantey creciente pudiese efectivamente garantizar la paz en el mundo.Esta noción de la destrucción mutua asegurada fin<strong>al</strong>mentequedó registrada para la historiajunto a la doctrina Schlesinger,por el secretario de la Defensa durante el gobierno de RichardNixon y prev<strong>al</strong>eció prácticamente hasta fin<strong>al</strong>es de los setenta conel mandato de James Cartero Pero debido <strong>al</strong> desarrollo tecnológico(como si la ciencia tratara de corregir sus propios errores), laestrategia se fue reacomodando progresivamente hasta convertirseen la más moderada estrategia del contrapeso de principios270Cfr. Edgar Morin, Science avec conscience, 1990; véase especi<strong>al</strong>mente el capítulo 5,pp. 108-114.


350David J. Sarquísde los ochenta, la cu<strong>al</strong> todavía estimaba posible una guerranuclear limitada con armas tácticas y objetivos limitados sinllegar <strong>al</strong> conflicto nuclear tot<strong>al</strong>.Gracias <strong>al</strong> desarrollo de armas más pequeñas, precisas yflexibles, capaces de atacar objetivos concretos y limitados, porlo menos en teoría, se podía dejar de pensar que el uso de la tecnologíabélica nuclear tenía que significar una guerra nucleartot<strong>al</strong>. Toda la discusión derivada de ello, en relación con "opcionesestratégicas limitadas" hacía pensar a los estrategas del complejomilitar que, después de todo, las armas nucleares podíanser empleadas efectivamente como instrumento de política.En este sentido, en lugar de pensar en destruir ciudadescompletas y civiles inocentes, podía retomarse <strong>al</strong> viejo estilo delos objetivos militares limitados, a la seguridad de un esquemaque no por ser mejor conocido resultaba más racion<strong>al</strong>, aunquesu apariencia fuese más tranquilizante.Desafortunadamente, a pesar de la lógica implícita en estavisión, por lo menos desde un punto de vista estrictamenteteórico, también es cierto que en su lado negativo contribuíaa minar el elemento disuasorio de la estrategia precedente, <strong>al</strong>sugerir que el uso de las armas nucleares con objetivos limitadosno tenía por qué significar una guerra nuclear tot<strong>al</strong>.En otras p<strong>al</strong>abras, esta nueva concepción de <strong>al</strong>guna maneracontribuía, quizá sin la intención específica de hacerlo, avolver más aceptable lo que hasta ese momento había sidoinconcebible: la guerra nuclear como un merojuego estratégicocon riesgos c<strong>al</strong>culados y "racion<strong>al</strong>es", como si <strong>al</strong>guna forma deguerra nuclear pudiese, en efecto, ser desde cu<strong>al</strong>quier puntode vista "segura" o peor aún, pudiese llegar a ser ganada.Cuando fin<strong>al</strong>mente la irracion<strong>al</strong>idad de todo este enfoqueempezó a hacerse evidente, el gobierno norteamericano tuvoque enfrentarse a una creciente oposición procedente de supropia opinión pública, ciertamente cada vez más informada yrenuente a aceptar tanto los crecientes como fútiles costos de


Unde estudio cambiantela carrera armamentista, así como los costos políticos, soci<strong>al</strong>esy hasta mor<strong>al</strong>es de la confrontación con los soviéticos.La ominosa derrota sufrida por los norteamericanos enVietnam, por ejemplo, era un claro presagio de cuán grave podí<strong>al</strong>legar a ser una situación, con todo y su condición de superpotencia,quizá de ahí el moderado rechazo de la doctrina Nixona desempeñar el papel de "policía del mundo" cargando "solos"con el gasto que ello implicaba y a reconocer la necesidad de<strong>al</strong>guna <strong>al</strong>ternativa negociada con los soviéticos.Es decir, a renunciar a la visión simplista del enemigo irreconciliabley permanentemente m<strong>al</strong>intencionado contra el que nose podía menos que estar siempre en guardia. Aun sin renunciardel todo a sus prejuicios maniqueos se inicia entonces la búsquedadel acuerdo negociado a través de un esquema de controlde armamento.Ofici<strong>al</strong>, aunque equivocadamente, se conoce <strong>al</strong> periodo quearranca con el gobierno de Richard Nixon como la etapa de ladistensión (1969-1979). El doctor Hernández-Vela nos aclaraque el término es unbarbarismo cuando se emplea como sinónimo de apaciguante, disminucióno relajamiento de la tensión internacion<strong>al</strong>, ya que etimológicamente,en español significa lo contrario: "tensión violentade los tejidos"; es decir, un aumento inadecuado y doloroso de latensión.El vocablo origin<strong>al</strong> francés del que se derivó la incorrecta traducción,détente, significa, distracción, reposo y se utiliza para referirsea la disminución de la tensión entre Estados. 271Esta política de relajamiento de la tensión buscaba, de <strong>al</strong>gún modo,crear una especie de situación en la que floreciera un doble interéscapaz de fomentar la cooperación y la restricción <strong>al</strong> mismotiempo, de forma t<strong>al</strong> que los competidores pudieran regular elnivel de la competencia sin llegar a ocasionarse daños irreverl71Edmundo Hernández-Vela S<strong>al</strong>gado, op. cit., p. 238.


352sibles. El principio teórico básico en el que se funda esta nociónse conoce como linkage o teoría de la vinculación, en las relacionesinternacion<strong>al</strong>es.El princip<strong>al</strong> problema para quienes estaban inmersos en elnuevo debate consistía en desarrollar una estrategia que, tomandoen cuenta la cantidad ya existente de armamento, resultarapráctica y no meramente atractiva.Para los partidarios del control de armas, lo más convenientesería que ambas potencias pudieran conformarse con una cantidadlimitada de armas nucleares, meramente "suficiente" paraotorgarse mutuas garantías de seguridad sin que ello se convirtieraen un obstáculo insuperable para la cooperación. De estemodo, el objetivo centr<strong>al</strong> de esta política sería precisamente elestablecimiento de las cuotas y de los límites aceptables paraambos, dejando margen para el establecimiento de vínculos comerci<strong>al</strong>es,económicos, etcétera. Pero no podían echarse campanas<strong>al</strong> vuelo; la nueva política de relajamiento no era una panacea:El relajamiento de la tensión no significaba una reconciliaciónglob<strong>al</strong> con la Unión Soviética (... ) más bien implicaba una continuaciónselectiva de la política de contención mediante una inducciónpolítica y económica <strong>al</strong> precio de una concertación medianteconsecuencias más o menos equilibradas.Cuando había estado en posición de superioridad Estados Unidoshabía practicado la contención por medio de la coerción y lafuerza; desde una posición de paridad, la contención tendría quepracticarse mediante la seducción y la cooperación. 272Lamentablemente, a pesar de un inicio aparentemente promisoriohacia principios de los setenta, el advenimiento delperiodo presidenci<strong>al</strong> de James Carter y una serie de muy desafortunadosacontecimientos llevaron a "los h<strong>al</strong>cones" amerimCharlesKeagly, op. cit., p. 57.


Uncanos a reafirmar la convicción de que la fuerza era la únicaestrategia posible contra los irredimibles comunistas.Para ellos, es decir, los h<strong>al</strong>cones, el gobierno de Carter sólohabía debilitado la posición internacion<strong>al</strong> de los americanosy había puesto de manifiesto que, en efecto, los soviéticos ytodos sus secuaces a nivel mundi<strong>al</strong> esperaban ansiosos la menorseñ<strong>al</strong> de duda o indecisión en Washington para atacar.En este sentido, la invasión soviética de Afganistán es el hitohistórico que marca el fin del periodo de relajamiento de la tensiónentre las dos superpotencias. Esta sensación (quizá justificada)de impotencia en Estados Unidos llevó a la formulaciónde una Iniciativa para la Defensa Estratégica apoyada casi incondicion<strong>al</strong>mentepor el gobierno de Ron<strong>al</strong>d Reagan.Según Reagan, la habilidad de Washington para disuadir<strong>al</strong> enemigo y proteger su propia seguridad había sido peligrosamenteminada durante la década de los setenta, debido a lanegligencia imperante en la Casa Blanca, en gran medida comoproducto de un (según él) absurdo sentimiento de culpa poractuar como superpotencia, es decir, cuidando de sus propiosintereses, lo cu<strong>al</strong> habría de convertirse en la guía princip<strong>al</strong> desu política externa.Fue así como durante este periodo (1980-1988) Estados Unidosre<strong>al</strong>izó el gasto militar más grande de toda su historia, con uncrecimiento del 100 por ciento entre el inicio y el fin del periodo,con el propósito de ampliar la capacidad militar para confrontar<strong>al</strong> "imperio del m<strong>al</strong>". La magnitud del esfuerzo resulta aúnmás sorprendente si consideramos, por ejemplo, que la Iniciativapara la Defensa Estratégica nunca fue más <strong>al</strong>lá del nivel deestudio de proyecto.En esencia, la Iniciativa para la Defensa Estratégica contempla laadopción de un <strong>sistema</strong> de <strong>al</strong>erta y control basado en una red desatélites, de sofisticados instrumentos de comunicaciones y centrosde mando, gracias a los cu<strong>al</strong>es sería posible detectar el lanzamientode centenares de misiles ICBM o SLBM, c<strong>al</strong>cular sus trayectoriasy posibles variaciones de las mismas, determinar los medios


354David J. Sarquísmás adecuados para su destrucción y, fin<strong>al</strong>mente, coordinar ycomunicar las órdenes y datos necesarios para que fuesen destruidos.Esta destrucción correspondería ejecutarla a un <strong>sistema</strong>de protección integrado por satélites y misiles antimisiles. ¡ytodo ello en tan solo unos pocos minutosp73A pesar de lo fantasioso de la propuesta, que bien parecíahacerla indistinguible de la trama barata de una m<strong>al</strong>a novelade ciencia ficción, la Iniciativa de la Defensa Estratégica tuvo elimpacto deseado. De <strong>al</strong>guna manera lo había anticipado GeorgiArbatov cuando escribió que: "incluso la «ilusión» de una ventajatecnológica significativa podría convertirse en una tentaciónpara ciertos elementos que buscarían obtener una rápida ventajade esa superioridad aparente" .274Afectada por una condición de guerra que se prolongaba yacasi a siete décadas, la sociedad soviética fin<strong>al</strong>mente no pudo máscon la presión. El advenimiento de Mijail Gorvachov <strong>al</strong> poder,marcó el momento de renuncia gradu<strong>al</strong> a la posición de combateen la que había permanecido su país prácticamente desde lostiempos de la revolución bolchevique, y que terminó con la desintegracióndel bloque soviético, de la propia URSS y, en últimainstancia, también con la Guerra Fría.Del lado soviético, la formulación de doctrinas estratégicasen relación con las armas nucleares fue un proceso gradu<strong>al</strong> yevolutivo, en respuesta <strong>al</strong> desarrollo de los acontecimientos, incluyendoel de su propia capacidad nuclear y sus relaciones conel resto del mundo.Para poder hablar de manera significativa respecto a doctrinasestratégicas nucleares soviéticas, es necesario empezar porconsiderar lo que de <strong>al</strong>guna manera constituye el núcleo del pensamientoestratégico soviético en gener<strong>al</strong>. En este sentido, aunquemuchos culpan<strong>al</strong> marxismo-leninismo de haber dotado <strong>al</strong> pensa-273C<strong>al</strong>duch, op. cit., pp. 391-392.274 G. Arbatov, "Strength Policy-Statemates", World Marxist Review, 1974, p. 6.


Unde estudio cambiante355miento soviético con una visión del mundo en la que prev<strong>al</strong>ecenla violencia y la lucha por el poder como constantes inevitablesde la historia, cuando se revisa el expediente de la experienciarusa (presoviética) puede uno darse cuenta de que ya existía esetipo de concepción y las preocupaciones que de ella se derivan,mucho antes de que llegara el marxismo-leninismo.En efecto, sin tener que hacer una revisión cuidadosa de lahistoria de Rusia desde la época de los ataques vikingos o mongoles,puede decirse que la ubicación geográfica misma del puebloruso les colocaba en una posición inconveniente, ya que estabansujetos a la amenaza permanente de la guerra. En este sentido,no es raro que los soviéticos parezcan estarinevitablementeinfluidos por una visión hobbessiana de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,a la que el pensamiento marxista-leninista sólo se vinoa acoplar cómodamente. El principio de la lucha por el poderya estaba ahí resp<strong>al</strong>dado por una larga experiencia: sólo se lehabía agregado la convicción de la hostilidad irreconciliable entreel capit<strong>al</strong>ismoy el soci<strong>al</strong>ismo y la férrea convicción del predeterminadotriunfo fin<strong>al</strong> de éste último.En cierto sentido, de hecho, esa expectativa soviética de estardel "lado ganador" por <strong>al</strong>guna forma de mandato histórico (casiprovidenci<strong>al</strong>), y de constituir, por ello, la promesa misma delfuturo para la humanidad, otorgaba a la Unión Soviética unaventaja mor<strong>al</strong> adicion<strong>al</strong> a la hora de pensar en doctrinas estratégicasnucleares, ya que, si a fin<strong>al</strong> de cuentas la confrontacióntenía que darse (y ellos lo sabían), estarían mejor preparados paraasumir la responsabilidad, el costo y, fin<strong>al</strong>mente, la victoria.Así pues, esta breve reflexión introductoria nos indica cómo, dela misma idiosincrasia rusa, se derivaba una firme convicciónen el sentido de que, una confrontación nuclear con Occidentesería el preludio a una victoria soci<strong>al</strong>ista y la construcción de unestado proletario univers<strong>al</strong> por mandato de la historia. Despuésde todo, el terrible sufrimiento que ya habían padecido durantela Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong>, el elevado costo que había tenido la


356David J. Sarquísconfrontación con los nazis, tanto en lo humano como en lo materi<strong>al</strong>y la sorprendente recuperación que habían tenido no podíansino presagiar el triunfo fin<strong>al</strong> de su causa.Puesto que la ventaja inici<strong>al</strong>, debido a un desarrollo anteriorde la tecnología nuclear correspondería <strong>al</strong>Iado norteamericano,muchos autores han enfocado el análisis de las doctrinas estratégicasnucleares de los soviéticos desde una perspectivaesenci<strong>al</strong>mente defensiva, o como dice C<strong>al</strong>duch, de contradisuasión.Para este autor:Frente a los cambios en las doctrinas nucleares introducidos porlas diversas administraciones norteamericanas, lo primero que sepercibe <strong>al</strong> estudiar las doctrinas nucleares soviéticas es la constanciade sus principios estratégicos y la resistencia a verse influidospor los cambios políticos y militares internacion<strong>al</strong>es.Básicamente podemos señ<strong>al</strong>ar tres fases o etapas en la evolucióndel pensamiento nuclear soviético:1. la etapa de la defensa convencion<strong>al</strong> estratégica;2. la etapa de la disuasión nuclear defensiva, y3. la etapa de la defensa nuclear suficiente. 275Esta visión coincide, por lo menos en cuanto a lo relativoa la división del tiempo, con la propuesta de Keagly y Wittkopf,para quienes la periodización sería:a) la del monopolio nuclear norteamericano (de 1945 a 1949)b) la etapa de superioridad norteamericana en cuanto <strong>al</strong> armamentoestratégico (aproximadamente hasta 1960) y, por último,e) la etapa de la paridad nuclear, en la que los soviéticos habrían<strong>al</strong>canzado a los norteamericanos en cuanto a capacidad para aniquilarsemutuamente.Lo curioso es cómo, en la versión de C<strong>al</strong>duch, obviamenteinspirada en simpatía hacia la causa soviética, no hay más que275R. C<strong>al</strong>duch. op. cit., pp. 393-394.


Un objeto de estudio cambianteuna mera reacción a la actitud siempre hostil de Occidente. Quizápermanentemente afectados por la sensaciónde lainevitabilidaddel conflicto y el sentimiento de inferioridad tecnológica, lossoviéticos invertían cuantiosas sumas para revertir esta situacióny, entonces, cada uno de sus propios logros era percibidocomo una amenaza para la seguridad norteamericana. De estamanera, sus mutuas percepciones se convertían en el impulsode una profecía a punto de hacerse cumplir a sí misma.En este sentido, sobre todo durante el periodo de la paridadnuclear, cuando los norteamericanos pretendían desarrollaruna doctrina de vulnerabilidad compartida que fin<strong>al</strong>mente habríade convertirse en détente, como requisito para el logro de unaestabilidad en su trato con la URSS, veían con creciente preocupaciónque los soviéticos manejaran abiertamente la posibilidadde prepararse para ganar una guerra nuclear.El liderazgo soviético se prepara para confrontar, sobrevivir yganar una guerra estratégica en caso de que se llegara a dar. L<strong>al</strong>iteratura soviética refleja poco en torno a los conceptos de negociaciónpolítica y complejidad sofisticada característicos deOccidente. (Para ellos) más bien el papel de las armas estratégicasnucleares consistía en proporcionarles una ventaja militar decisivapara lo que consideran como un problema (político militar) intolerable.276Por lo menos desde el punto de vista teórico, aquí hay elementosmuy importantes para an<strong>al</strong>izar el fin de la détente.No es sino hasta el advenimiento de la era Gorvachov quefin<strong>al</strong>mente se empieza a descartar la noción de la inevitabilidaddel conflicto y la necesidad de continuar en una irremediablecarrera armamentista que, <strong>al</strong> exigir de más y mejores armas,estaba consumiendo a la economía soviética.276 Keyth Payne, Nuclear Deterrence in U.S.-Soviet relations, 1982, p. 127.


358David J. SarquísComo parte de su visión para modernizar el soci<strong>al</strong>ismo ysuperar las viejas concepciones que, desde su punto de vista sólolo volvieron rígido e inflexible, Gorvachev declara en relacióncon la problemática nuclear:La guerra nuclear carece de sentido; es irracion<strong>al</strong>. No habría vencedoresni vencidos en un conflicto nuclear glob<strong>al</strong>, y la civilizaciónmundi<strong>al</strong> perecería inevitablemente. Sería un suicidio, másque una guerra en el sentido convencion<strong>al</strong> de la p<strong>al</strong>abra (oo.) Lanueva perspectiva política exige el reconocimiento de un axiomamuy simple: la seguridad es indivisible. Se trata de una seguridadigu<strong>al</strong> para todos, o de lo contrario, ninguna seguridad paranadie. 277Así pues, podemos decir que las doctrinas nucleares estratégicasconformaron el cuerpo ideológico que manejaron lassuperpotencias durante unas cuatro décadas y que, nutrido dela supuesta seguridad que brindaba la tecnología nuclear convertidaen crecientemente poderosas bombas, <strong>al</strong>imentaba la convicciónde poder sustentar la causa propia de manera cada vezmás sólida. Si uno se limita a observar los acontecimientos desdela perspectiva norteamericana, quizá el argumento resulte en<strong>al</strong>guna medida sostenible. La Unión Soviética, sin embargo,lamentablemente ya no está ahí siquiera para desarrollar un<strong>al</strong>ínea de argumentación. Aunque ciertamente puede observarseque fue justo cuando la economía soviética careció de la capacidadpara mantener el paso del avance tecnológico con su adversario,que su posición política se hizo insostenible.De ninguna manera pretendo haber agotado la imagen delo que fue el escenario internacion<strong>al</strong> correspondiente <strong>al</strong> periodo1945-1991, el cu<strong>al</strong>, como he señ<strong>al</strong>ado reiteradamente, resultademasiado complejo como para ser captado en una imagenmonocromática."'Citado por C<strong>al</strong>duch, op. cit., p. 401.


Un objeto de estudio cambiante359No obstante, siguiendo los lineamientos que implica la ideade un orden internacion<strong>al</strong>, he procurado ilustrar, en las páginasprecedentes, de manera práctica el <strong>al</strong>cance del esfuerzo teórico-metodológico,considerado por muchos como una mera pérdida detiempo, en el proceso de organización significativa de los datoshistóricos que hacen comprensible a cada época.


Otros aspectos epistemológicosen el estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>esLas relaciones internacion<strong>al</strong>es tienen la necesidad imperiosade presentarse como una disciplina crucero, en donde convergenlos caminos de la historia, la economía, la geografía,la psicología, la cultura y la estrategia ..Jean Louis MartresLA CUESTIÓN DE LA MULTI, INTERy TRANSDISCIPLINARIEDAD EN<strong>RELACIONES</strong> <strong>INTERNACIONALES</strong>LA TENTACIÓN de iniciar una reflexión de esta natur<strong>al</strong>ezacon <strong>al</strong>guna forma de definición es grande, no sólo porqueéste es un procedimiento ampliamente reconocidoy aceptado por la mayoría de los estudiosos de temassoci<strong>al</strong>es, sino porque además es una forma práctica deenterar <strong>al</strong> lector sobre el sentido en el que pensamosabordar y desarrollar nuestro tema.A pesar de lo atractiva que puede resultar la tentación,en esta ocasión he preferido seguir un camino distinto;la razón es sencilla, no importa cuán exhaustivapueda ser nuestra definición, siempre habrá forma deencontrarle insuficiencias y señ<strong>al</strong>arle defectos, lo cu<strong>al</strong>frecuentemente conduce a empantanar la disquisiciónincluso antes de haberla comenzado propiamente ha-361


362DavidSarquísblando. T<strong>al</strong> es el caso, por ejemplo, con el excelente esfuerzo quehan hecho los profesores Roberto Peña y Rafael C<strong>al</strong>duch <strong>al</strong> abordareste tema en sendas publicaciones orientadas a precisar lacuestión de la multi, inter y transdisciplinariedad en el estudiode las relaciones internacion<strong>al</strong>es.278Loable como es su esfuerzo, la experiencia del trabajo enlas aulas denota fehacientemente las dificultades que encuentrael <strong>al</strong>umnado con la lectura de estos textos, especi<strong>al</strong>mente sitomamos en cuenta las divergencias de opinión de los autoresen relación con el contenido específico con el que cada uno deellos pretende dotar a estos términos. 279No es mi intención fomentar aquí una polémica agotadorapor medio de definiciones corregidas y aumentadas, que a fin<strong>al</strong>de cuentas siempre serán perfectibles. Después de todo, Peña yC<strong>al</strong>duch, junto con otros varios autores ya han coincidido enque, esenci<strong>al</strong>mente, la polémica entre lo multi, lo inter o lo transdisciplinarioresulta inútil en cuanto se entiende que los tres conceptosimplican un intercambio necesario de experiencias entrediversas ramas del quehacer científico. Más bien tengo en menteel propósito de coadyuvar, a través del entendimiento del fenómenode esa interrelación necesaria de nuestra disciplina conotros esfuerzos disciplinarios de la ciencia, en la búsqueda de laidentidad propia que define a un internacion<strong>al</strong>ista en el competidoterreno de las ciencias soci<strong>al</strong>es contemporáneas. Es en estesentido que se orienta la reflexión que dio lugar a este trabajo.278 Cfr. Rafael C<strong>al</strong>duch, Relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1991, especi<strong>al</strong>mente pp. 24-27 YRoberto Peña, "Interdisciplinariedad y cientificidad en relaciones internacion<strong>al</strong>es", en Lei:turasbásicas para introducción <strong>al</strong> estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1998, pp. 179-192."'El profesor Peña propone concretamente utilizar el término interdisciplinariedaden relación con el intercambio de conocimientos que se da única y exclusivamente entrelas diversas ciencias soci<strong>al</strong>es; el de multidisciplinariedad <strong>al</strong> intercambio que se da entre lasciencias soci<strong>al</strong>es y las humanidades y el de transdisciplinariedad, entre las ciencias soci<strong>al</strong>esy las ciencias natur<strong>al</strong>es, mientras que para C<strong>al</strong>duch, la multidisciplinariedad se entiendecomo el esfuerzo de conjugación de los diversos conocimientos sobre la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>aportados por un amplio elenco de disciplinas y la transdisciplinariedad, siguiendoa Quincy Wright, como un esfuerzo de integración y sintesis de los datos aportados porotras disciplinas, con un contenido superior. De la interdisciplinariedad no se ocupa.


Otros aspectos epistemológicos363Los orígenes del principiode la autonomía disciplinariaPara la mayoría de los estudiosos preocupados con la consolidaciónde un enfoque científico para el análisis de la re<strong>al</strong>idadsoci<strong>al</strong> en gener<strong>al</strong> y de las relaciones internacion<strong>al</strong>es en lo particularha quedado perfectamente establecido desde hace ya <strong>al</strong>gúntiempo que las dificultades inici<strong>al</strong>es para el surgimiento de cu<strong>al</strong>quierdisciplina soci<strong>al</strong> están origin<strong>al</strong>mente vinculadas con (y posteriormentedeterminadas por) la viabilidad de demarcación deun objeto de estudio propio claramente distinguible dentro delcontexto genérico de la problemática humano-soci<strong>al</strong>.Esto significa básicamente, que el camino para el desarrollodisciplinario en cu<strong>al</strong>quier área de interés para la reflexión soci<strong>al</strong>se tiene que iniciar con la identificación de <strong>al</strong>gún segmento dela re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>,280 mismo que un grupo de aspirantes a especi<strong>al</strong>istasreclama como terreno propio para su observación, análisis,clasificación, medición, jerarquización, comparación con otrasáreas de la re<strong>al</strong>idad y caracterización tendiente a volverlo significativo,es decir, para practicar en él ese proceso integr<strong>al</strong> de interacciónentre un observador y <strong>al</strong>go observado, a través del cu<strong>al</strong>fin<strong>al</strong>mente se llega <strong>al</strong> objetivo último del esfuerzo intelectu<strong>al</strong>:el conocimiento del objeto de estudio (que en su expresión máselevada actu<strong>al</strong>mente se denomina conocimiento científico).El principio es pues bastante element<strong>al</strong>: sólo podemos aspirara desarrollar una disciplina de pretensiones cientificas, cuandohemos comenzado por identificar con precisión el terreno dondehabremos de aplicarla. En re<strong>al</strong>idad esta afirmación no encierraun contenido especi<strong>al</strong>mente novedoso, desde la época de su desarrolloinici<strong>al</strong>, todas las llamadas ciencias soci<strong>al</strong>es han transi-280Empleo el término de re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> para referirme a todo aquello cuanto existe comoproducto concreto de la interacción que los seres humanos establecen entre sí, desde lasideas hasta la organización colectiva, en contraposición con el resto de lo re<strong>al</strong> que existeindependientemente de la experiencia humana, es decir, que posee una condición ontológicaautónoma.


David J. Sarquistado por el mismo camino: examinando el complejo universo delas cuestiones humano-soci<strong>al</strong>es, los aspirantes a constituir unacomunidad epistémica identifican <strong>al</strong>gún aspecto particular deesa re<strong>al</strong>idad que observan, el cu<strong>al</strong> llama su atención, entonceslo an<strong>al</strong>izan cuidadosamente, lo delimitan, lo desglosan, lo reacomodany tratan de explicarlo (es decir, tratan de dotarlo de significadopara el intelecto) para lo cu<strong>al</strong> recurren a la búsqueda de<strong>al</strong>guna especie de "hilo conductor" capaz de guiar sus esfuerzosan<strong>al</strong>íticos. Ya nos hemos referido en secciones precedentes de estaobra a ese "hilo conductor" como el orden implícito que da supeculiar fisonomía a cada <strong>sistema</strong>.En este punto, los especi<strong>al</strong>istas en ciernes entran a la delicadafase de la problemática relacionada con un método adecuado par<strong>al</strong>a exploración de su objeto de estudio,2B1 con lo cu<strong>al</strong> "cierran lapinza" de los requerimientos tradicion<strong>al</strong>es parajustificar la existenciade una disciplina de pretensiones científicas, a saber, contarcon un campo propio de observación y análisis y desarrollar losrecursos metodológicos pertinentes para abordarlo.Así, por ejemplo, en un momento dado, quienes luego habríande convertirse en politólogos llegaron a la convicción de que unaspecto cruci<strong>al</strong> para entender mejor las interacciones humanasera el asociado con esa capacidad distintiva que permite a unsujeto soci<strong>al</strong> imponer su voluntad sobre otro, a través de diversosmecanismos, desde el empleo de la más cruda forma de violencia,hasta la forma más sutil de convencimiento mediantela manipulación psicológica.De la reflexión sobre esta forma de proceder entre los hombresy sus características particulares nace el concepto de poder,como la idea que le da sentido <strong>al</strong> proceso en torno del cu<strong>al</strong> vaa girar el desarrollo disciplinario de la ciencia política, que seaboca <strong>al</strong> estudio de las relaciones de poder en el seno de una181 Es decir, el desarrollo de los procedimientos encaminados a singularizar el objeto deestudio, diferenciándolo con respecto <strong>al</strong> resto de la re<strong>al</strong>idad y articulando el complejoconceptu<strong>al</strong> que nos permite hablar de él.


365comunidad históricamente determinada. Una vez identificadosu objeto de estudio propio, los aspirantes a especi<strong>al</strong>istas en elárea se convierten en sujetos cognoscentes del naciente campoepistémico e inician el proceso de exploración que les permitetratar de llegar a la comprensión de su recién identificado objetode conocimiento. Queda entonces en marcha el proceso de conceptu<strong>al</strong>izaciónque nos conduce hacia la racion<strong>al</strong>ización (traducciónen términos asequibles a la razón humana) de ese sectorde la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> que tenemos bajo observación. De este modonació la ciencia política.Algo semejante ha ocurrido con el resto de las ciencias soci<strong>al</strong>esdurante su etapa inici<strong>al</strong> de desarrollo y, aunque durante<strong>al</strong>gún tiempo persisten los problemas de consenso en torno a loque constituye el objeto de estudio propio re<strong>al</strong> de cada disciplina,debido a las dificultades implícitas en el proceso mismo de disecciónde la re<strong>al</strong>idad en parcelas nítidamente diferenciadas, lo ciertoes que, para principios del siglo xx había ya un universo soci<strong>al</strong>muy claramente observado y diseccionado que, bajo la inspiracióndel positivismo decimonónico, diversos especi<strong>al</strong>istas se habíanrepartido puntu<strong>al</strong>mente siguiendo los principios directrices de<strong>al</strong>gún tipo de hilo conductor (como lo había hecho la cienciapolítica) el cu<strong>al</strong> progresivamente se convertiría en el fundamentopara el desarrollo metodológico de cada disciplina.Para ese entonces era ya evidente, por ejemplo, que dentrode la complejidad del universo de lo soci<strong>al</strong>, aquello que estabavinculado con los esfuerzos humanos tendientes a satisfacer lasnecesidades de los consumidores (es decir, la generación de bienesy servicios) bien merecía y podía sostener una clasificaciónaparte bajo el "hilo conductor" de la producción como criterio dedefinición; un territorio deslindado del resto de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>que garantizaba campo de análisis propio para los economistas,y que cu<strong>al</strong>quier otra cosa que no estuviese vinculadade manera directa con procesos productivos o con cuestionesrelativas a la institucion<strong>al</strong>ización del poder (economía o ciencia


366David J. Sarquíspolítica), bien podría colocarse dentro de un tercer gran apartadoque mantendría sanamente ocupados a quienes, también interesadosen las cuestiones humano-soci<strong>al</strong>es no se habían podidoacomodar fácilmente dentro de los campos respectivos de la economíao de la política; de donde habría surgido la posibilidad deun desarrollo disciplinario autónomo para la sociología, quede <strong>al</strong>guna manera se encargaría de explorar integr<strong>al</strong>mentediversos aspectos de la sociedad civil.En otras p<strong>al</strong>abras, para principios del siglo pasado, el complejouniverso de lo soci<strong>al</strong> había sido prácticamente "repartido"entre diversos especi<strong>al</strong>istas, cada uno de los cu<strong>al</strong>es se dedicabacon esmerada atención a la observación de aquellos fenómenosque consideraba como exclusivos de su competencia.Ciertamente, el desarrollo de esta forma de proceder no constituyeuna aportación origin<strong>al</strong> del pensamiento soci<strong>al</strong>. Inspiradosen el asombroso progreso de la ciencia aplicada a la búsquedadel entendimiento de la natur<strong>al</strong>eza, sobre la base de un rigurosométodo científico que continuamente se traduce en notablesavances tecnológicos, los estudiosos de la problemática soci<strong>al</strong>consideraron más que pertinente imitar la manera de procederde los científicos de la natur<strong>al</strong>eza y trataron de adoptar suenfoque metodológico <strong>al</strong> análisis de la sociedad; se propusieronpues, desarrollar ciencias soci<strong>al</strong>es.Para llevar a cabo este propósito, consciente o inconscientemente,los an<strong>al</strong>istas de lo soci<strong>al</strong> tuvieron que asumir losmismos supuestos epistemológicos que guiaban a los hombresde ciencia encargados del análisis de la natur<strong>al</strong>eza. Entre la complejagama de convicciones que mueven <strong>al</strong> pensamiento científicoexisten tres postulados básicos que es necesario recordarpuesto que ya fueron mencionados en el capítulo inici<strong>al</strong> deesta obra:• que todo cuanto existe en el universo está regido por un conjuntode leyes básicas;


• que la complejidad del universo se puede llegar a comprendercuando lo vamos desagregando hasta loc<strong>al</strong>izar sus componentesfundament<strong>al</strong>es, los cu<strong>al</strong>es también están sujetos a las mismasleyes básicas;• que esas leyes básicas son asequibles <strong>al</strong> entendimiento humano.Por supuesto que de t<strong>al</strong>es convicciones deriva toda unaamplia gama de corolarios con importantes implicaciones parael desarrollo de la ciencia. Uno de los más importantes ha sido,sin duda, la tendencia a un reduccionismo fragmentador en buscade los componentes básicos de todo cuanto puede observarse enla re<strong>al</strong>idad, de donde nace la idea de una disciplina como un esfuerzointelectu<strong>al</strong> de simplificación que permite desmenuzar unproblema determinado o desentrañar un sector específico de lare<strong>al</strong>idad para facilitar su comprensión; de esta manera es comose crean los especi<strong>al</strong>istas.Huelga decir que a pesar de lo aparentemente racion<strong>al</strong> delprocedimiento, de conformidad con los principios más element<strong>al</strong>esde la lógica aristotélica y de la supuesta conveniencia, quesin lugar a dudas significaba la simplificación progresiva delcomplejo universo de lo soci<strong>al</strong>, hacia porciones más fácilmentemanejables por la mente humana en la esc<strong>al</strong>a de lo individu<strong>al</strong>,este esquema de trabajo resultaba en última instancia incompletoy distorsionado a la vez que distorsionante de la propiare<strong>al</strong>idad que pretendía explicar. Sólo hasta la segunda mitaddel siglo xx, con el desarrollo de la teoría de los <strong>sistema</strong>s complejosse llegaría a constatar que no basta con desagregar el complejosoci<strong>al</strong> para poder entenderlo, ya que eso, de <strong>al</strong>guna maneraobstaculiza su comprensión como tot<strong>al</strong>idad, única forma dellegar a conocerlo de manera integr<strong>al</strong>.En ausencia del enfoque tot<strong>al</strong>izador, no sólo eran los traslapesinevitables entre las diversas áreas de especi<strong>al</strong>ización (dedonde habría surgido origin<strong>al</strong>mente la idea de la economía políticacomo una sola disciplina, por ejemplo) sino además nece-


368David J. Sarquíssarios, como pronto pudieron constatar las mentes más agudascentradas en ese titánico esfuerzo de indagación de la complejare<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>. 182No obstante, gracias a la inercia del impulso que les dio elpositivismo, por lo menos hasta el término de la Primera GuerraMundi<strong>al</strong>, las llamadas "ciencias soci<strong>al</strong>es" habían <strong>al</strong>canzado unimportante grado de madurez metodológica que contribuíaenormemente a crear la ilusión del progreso cognoscitivo, precisamentea través de una creciente especi<strong>al</strong>ización del conocimiento,a través de una creciente fragmentación de la re<strong>al</strong>idad,la cu<strong>al</strong> se traducía en fronteras cada vez más rígidas e inaccesiblesentre las distintas disciplinas soci<strong>al</strong>es. El est<strong>al</strong>lido de la guerra enel verano de 1914 puso un dramático fin<strong>al</strong> a ese tipo de fantasías.Un campo de acción propiopara los internacion<strong>al</strong>istasComo ya hemos visto con det<strong>al</strong>le en secciones precedentes, paracuando la guerra llegó a su fin en noviembre de 1918, su devastadorefecto obligó <strong>al</strong> cuestionamiento de prácticamente todaslas certidumbres que el análisis soci<strong>al</strong> pensaba haber <strong>al</strong>canzadohasta antes del est<strong>al</strong>lido de la conflagración y mucho de lo mismoestaba ocurriendo en el terreno de la ciencia en gener<strong>al</strong>. De larevisión resultante nació, entre otras cosas, la convicción deque una tragedia de t<strong>al</strong> magnitud no debía repetirse y para ello,en primera instancia habría que entender cab<strong>al</strong>mente lo que lahabía desencadenado.Como ya dijimos, fue entonces cuando surgió la inquietudpor form<strong>al</strong>izar académicamente el estudio de las relaciones282 Enjusticia, tampoco podría decirse que el problema era exclusivo de los estudiososde lo soci<strong>al</strong>. La revolución característica del siglo xx en la ciencia también es productode una creciente consciencia sobre las insuficiencias del procedimiento unidireccion<strong>al</strong>hacia la simplificación fragmentadora de la re<strong>al</strong>idad como objeto de estudio. Volveremossobre este punto más adelante.


369internacion<strong>al</strong>es. Lamentablemente, como disciplina, las relacionesinternacion<strong>al</strong>es eran un invitado tardío <strong>al</strong> reparto de parcelasde especi<strong>al</strong>ización para el análisis soci<strong>al</strong>. Prácticamente todoslos campos posibles de especi<strong>al</strong>ización parecían estar ya ocupadospor otras disciplinas de sólido prestigio. ¿Cómojustificar, enesas condiciones, el nacimiento de una nueva disciplina de carácterautónomo?La reflexión promovida por las dimensiones del desastre llevóentonces a muchos estudiosos a la convicción de que, no sólola f<strong>al</strong>ta de comunicación entre los diversos campos disciplinarioshabía contribuido a crear, en efecto, una visión distorsionadade la re<strong>al</strong>idad humano-soci<strong>al</strong>, sino de que el enfoque ensí de la fragmentación y la parcelación de la re<strong>al</strong>idad implicabainsuficiencias que sencillamente lo hacían insostenible, por lomenos desde la perspectiva tradicion<strong>al</strong> que habían manejadolos positivistas del siglo XIX. El hombre, la sociedad, las nacionesse perfilaron a partir de ahí como entidades mucho más complejasde lo que las ciencias soci<strong>al</strong>es producidas por la tendenciaa la superespeci<strong>al</strong>ización habían hecho creer y la necesidad dela revisión de los principios que la sustentaban como propuestametodológica se hizo inminente.Se empezaron a estudiar entonces las causas que supuestamentehabían generado la guerra desde un enfoque más inclusivoe integrador (con el propósito de prevenirlas) y, entre unade las respuestas más consistentemente formuladas se manejóla idea de que la causa princip<strong>al</strong> de la guerra (por supuesto queno la única) habría sido la ausencia de un marco jurídico adecuadoy, desde luego, univers<strong>al</strong>mente aceptado para regular lainteracción entre los princip<strong>al</strong>es actores del escenario internacion<strong>al</strong>,es decir, los estados.A pesar de la perspectiva eminentementejuridicista de esteplanteamiento, la conducta de los estados, sus intenciones, susmotivaciones, su desempeño dentro de una comunidad integradapor otros estados, <strong>al</strong> margen de un marco leg<strong>al</strong>, se convertiría


370David J. Sarquísentonces en foco de atención para un creciente número de observadoresávido y urgido de explicaciones y aunque para muchos,el Estado como entidad colectiva sólo tenía sentido en funciónde sus elementos humanos constituyentes (por lo cu<strong>al</strong> su comportamientopodía explicarse en última instancia en términosde la psicología individu<strong>al</strong>) otros adquirían creciente conciencia deque, el todo era <strong>al</strong>go más que la mera suma mecánica de suspartes, por lo que debía ser considerado como una especie detot<strong>al</strong>idad por encima del mero agregado de los individuos, queademás tenía que ser observado ahora desde la perspectiva de suinteracción con otros estados. De esta manera se iba conformandoun objeto de estudio propio para los internacion<strong>al</strong>istas más <strong>al</strong>láde lo que hasta entonces había aportado el derecho internacionatla historia diplomática o la propia ciencia política.Por supuesto que para abordar este nuevo objeto de estudiono se carecía tot<strong>al</strong>mente de experiencia. Antes <strong>al</strong> contrario, comoacabamos de mencionar, pronto se hizo evidente que varias de lasdisciplinas soci<strong>al</strong>es que se habían desarrollado bajo el enfoque dela especi<strong>al</strong>ización progresiva ya habían tenido que recurrir a lapuesta en práctica de una perspectiva internacion<strong>al</strong> dentro de supropio campo de estudio. Muy notablemente estaba el caso delderecho, la economía, la política y la historia que directamentehabían creado subespeci<strong>al</strong>idades dentro de sí mismas con un enfoqueespecíficamente internacion<strong>al</strong> (de donde habían surgido elderecho internacion<strong>al</strong>, la historia diplomática, la política internacion<strong>al</strong>o la economía internacion<strong>al</strong>) mientras que otras especi<strong>al</strong>idadescomo la sociología o incluso la filosofía contenían elementosde reflexión dentro de su ámbito particular, en los quelos nuevos internacion<strong>al</strong>istas, sin lugar a dudas se podíanapoyar en su intento por hacer comprensible su propio objetode estudio.En otras p<strong>al</strong>abras, las relaciones internacion<strong>al</strong>es nacían comouna disciplina intrínsecamente multidisciplinaria que rehuía losintentos simplistas de reducir la explicación de los fenóme-


nos observados <strong>al</strong> plano de una sola causa explicativa, comotradicion<strong>al</strong>mente pretenden hacer las disciplinas especi<strong>al</strong>izadas,porque su objeto de estudio es en sí mismo una instancia compleja,que no puede reducirse de manera simplista a ningunaclase de componentes básicos sin perder sentido como unidadintegraP83No obstante, a pesar de la naciente conciencia de estar anteun objeto de estudio que representaba <strong>al</strong>go más que el mero agregadocasu<strong>al</strong> de los estados entre sí, la tentación del reduccionismosimplificador es grande y aunque la reflexión origin<strong>al</strong>sobre las causas de la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong> indicaban conclaridad la convergencia de múltiples factores (políticos, económicos,soci<strong>al</strong>es, etcétera) involucrados en el est<strong>al</strong>lido del conflicto,en aquella etapa inici<strong>al</strong>, <strong>al</strong>gunos especi<strong>al</strong>istas se conformaroncon señ<strong>al</strong>ar de manera limitada a la ausencia de un marco jurídicounivers<strong>al</strong>mente aceptado y la carencia de mecanismos para implementarlocomo la causa princip<strong>al</strong> del desorden prev<strong>al</strong>eciente enlas relaciones internacion<strong>al</strong>es, lo cu<strong>al</strong> marcaría <strong>al</strong> nacimientode la disciplina con una tendencia predominante juridicista quemuy pronto se volvería en su contra.Ahora bien, desde el punto de vista metodológico, el diagnósticomismo parecía sugerir la solución correspondiente: si elproblema era la ausencia de una estructura jurídica sólida,consistente y operativa, para normar las relaciones interestat<strong>al</strong>es,la respuesta obvia era crearla. De aquella forma de razonamientosurgieron los primeros esfuerzos por dotar de contenido2BJ Por supuesto que en la época del surgimiento de la disciplina el objeto de estudio,es decir, la llamada "sociedad internacion<strong>al</strong>" era percibida aún como <strong>al</strong>go demasiado volátile inconsistente para poder ser univers<strong>al</strong>mente aceptada como una entidad con identidadpropia suficientemente sólida para constituir un buen campo de indagación. Por t<strong>al</strong>motivo, incluso entre <strong>al</strong>gunos supuestos especi<strong>al</strong>istas del área prev<strong>al</strong>ecen hoy en día lasincertidumbres. Goldstein sostiene que: "como campo de estudio, las relaciones internacion<strong>al</strong>estienen fronteras inciertas. Como parte de la ciencia polftica, se refieren a la políticainternacion<strong>al</strong> -las decisiones de los gobiernos en relación con sus acciones hacia otrosgobiernos. No obstante, hasta cierto punto, el campo es interdisciplinario pues relacionaa la política internacion<strong>al</strong> con la economía, la historia, la sociología y otras disciplinas"(Joshua Goldstein, Internation<strong>al</strong> Re!ations, 1996, p. Sj.


372David J. Sarquísa la naciente disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>es la cu<strong>al</strong>,bajo esa perspectiva viviría su desarrollo inici<strong>al</strong> en el mundo dela academia anglosajona con un enfoque hoy denominadoide<strong>al</strong>ista, precisamente por su convicción (posteriormente c<strong>al</strong>ificadade ingenua) en el sentido de que la conducta de las colectividadeshumanas podía moderarse y en <strong>al</strong>guna medida controlarsebajo la benévola influencia de una estructura jurídicaconsensu<strong>al</strong>mente compartida por el conjunto de miembrosintegrantes de la sociedad internacion<strong>al</strong>. Pero, desafortunadamenteello no la libraba de la tutela del derecho como matrizdisciplinaria.A principios de la década de los treinta, los acontecimientosque por ese entonces empezaron a modificar las condiciones decoexistencia entre los miembros de la sociedad internacionaJ284hicieron evidente la necesidad de una sustitución del modeloexplicativo de los ide<strong>al</strong>istas, debido a sus deficiencias, pero lamentablemente,las ment<strong>al</strong>idades simplistas continuaron porel camino del reduccionismo unicaus<strong>al</strong>, sólo que en esta ocasiónorientado hacia la siempre cómoda noción de "la natur<strong>al</strong>ezahumana", perversa, corruptible y omniexplicativa como trasfondodel acontecer humano soci<strong>al</strong>, lo cu<strong>al</strong> dio paso <strong>al</strong> predominiode las escuelas re<strong>al</strong>istas como intérpretes de la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong>.No obstante, dado el carácter casi univers<strong>al</strong> de la problemáticaque se estaba abordando (por lo menos desde el puntode vista eurocéntrico), resultaba obvio que los intentos de respuestaa los problemas planteados por la nueva dinámica internacion<strong>al</strong>tendrían que revestir un carácter igu<strong>al</strong>mente univers<strong>al</strong>que difícilmente podría ser limitado a una sola causa.28. En este sentido nos referimos fundament<strong>al</strong>mente a la Gran Depresión de 1929 yla consolidación del nazifascismo, con la consecuente carrera armamentista que conduce<strong>al</strong> est<strong>al</strong>lido de la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong> y que tan magistr<strong>al</strong>mente reseña HedleyBull en The twenty years crisis 1919-1939 an introduction to the study of lntemation<strong>al</strong>Relations, 1964.


De ahí que, aun cuando <strong>al</strong> término de la Primera GuerraMundi<strong>al</strong>, la naciente disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>esparecía haber tenido anticipadamente resuelto el problema desu objeto propio de estudio, a saber, la conformación y el funcionamientode una sociedad internacion<strong>al</strong> predominantementeconstituida por un conjunto de estados, que progresivamente parecíanir adquiriendo, cada uno de ellos, un perfil preferentementenacion<strong>al</strong>, el predominio del esquema heredado por la tendenciaa la superespeci<strong>al</strong>ización como mecanismo reduccionistase convirtió en un serio obstáculo para su propio desarrollodisciplinario, pues entre otras cosas, condujo <strong>al</strong> cuestionamientomismo sobre la necesidad de una disciplina autónoma de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es: obviamente el lugar adecuado paraellas eran las facultades universitarias de derecho.El dilema se hizo aún más grave cuando los especi<strong>al</strong>istasde otras áreas en los estudios soci<strong>al</strong>es trataron de enfocar, desdesu propia perspectiva los problemas internacion<strong>al</strong>es. Consecuentemente,a pesar del reconocimiento inici<strong>al</strong> de la existencia prácticade interacciones entre estados como campo de observaciónpara el análisis soci<strong>al</strong>, muchos de los colegas cuestionaron la ideamisma de una sociedad internacion<strong>al</strong> como objeto de estudiopropio suficientemente sólido comoparajustificarel surgimientode una nueva disciplina. Para los re<strong>al</strong>istas, inspirados en el.concepto centr<strong>al</strong> del poder, sólo había que reubicar a la subdisciplinade las relaciones internacion<strong>al</strong>es en el lugar que verdaderamenteles correspondía: la escuela de ciencia política.Después de todo, como hemos señ<strong>al</strong>ado, había ya una largatradición dí; reflexión sobre las relaciones internacion<strong>al</strong>es comofenómeno práctico desde la certera óptica de esas otras disciplinas(el derecho, la economía, la propia ciencia política o la sociología,las cu<strong>al</strong>es habían reflexionado desde su propia perspectivasobre relaciones internacion<strong>al</strong>es desde tiempo atrás) y además,lo que decían los recién llegados internacion<strong>al</strong>istas era en esenciatan parecido a lo que ya antes se había dicho, que la duda era


374David J. Sarquíscompletamente natur<strong>al</strong>: para qué habría de crearse una nuevadisciplina, si, en efecto, el objeto supuestamente propio de estudioera <strong>al</strong>go que, bajo escrutinio se diluía inevitablemente hacia laesencia de sus componentes básicos, es decir, aparentementeno se podía hablar de relaciones internacion<strong>al</strong>es sin considerar<strong>al</strong> Estado como unidadactuante centr<strong>al</strong> del fenómeno internacion<strong>al</strong>y el Estado era ya un fenómeno cuidadosa y exhaustivamentean<strong>al</strong>izado por otras disciplinas soci<strong>al</strong>es; fundament<strong>al</strong>mente, lade los politólogos, que a la fecha sigue considerando como el fenómenomás significativo de todas las relaciones humano-soci<strong>al</strong>es,incluidas las internacion<strong>al</strong>es, la cuestión del poder, lo cu<strong>al</strong>ubica a la política internacion<strong>al</strong>, debidamente caracterizada comosubespeci<strong>al</strong>idad de la ciencia política.Fue quizá por ese motivo que, por lo menos hasta principiosde la década de los noventa del siglo xx, las relaciones internacion<strong>al</strong>essólo se consideraban como un nivel de especi<strong>al</strong>izacióno una rama de la ciencia política, departamento en el cu<strong>al</strong>se modelaba e impartía el currículum para internacion<strong>al</strong>istaspor lo menos en los Estados Unidos. 285Hollis y Smith nos recuerdan en este sentido que:Las relaciones internacion<strong>al</strong>es surgieron como disciplina independientea fin<strong>al</strong>es de la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong>. Durante los siglosanteriores su objeto de estudio había pertenecido indistintamente<strong>al</strong> derecho, la filosofía, la historia, y otras disciplinas, cada unade ellas con su propia cosmovisión. Los legados de aquellos orígeneshan persistido y nunca se ha llegado a un acuerdo sobrela natur<strong>al</strong>eza de los asuntos internacion<strong>al</strong>es, sobre los métodospertinentes para estudiarlos o sobre el cúmulo de elementos quelas teorías deben considerar. 286285 Para Mingst, por ejemplo, la historia ha sido tan fundament<strong>al</strong> en el estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es que en los Estados Unidos no hubo una subdisciplina independientede relaciones internacion<strong>al</strong>es sino hasta principios del siglo xx. Antes de eso,tanto en Europa como en Estados Unidos las relaciones internacion<strong>al</strong>es no eran másque historia diplomática, Mingst, Essenti<strong>al</strong>s of lntemation<strong>al</strong> Re!ations, 1999, p. 4.2B6Hollis y Smith, Explaining and understanding intemation<strong>al</strong> relations, 1990, p. 6.


El debate, aparentemente ocioso influyó decisivamente en lavidaacadémicade la mayoríade los aspirantes internacion<strong>al</strong>istaspor todo el mundo durante más de 70 años ocasionando seriascrisis de identidad. Sobre todo en aquellos lugares, como enMéxico, donde un grupo entusiasta de académicos se esforzabanpor demostrar el carácter auténticamente autónomo de ladisciplina, a pesar de las burlas de los colegas que los referíancomo los estudiosos de las ilusiones interplanetarias. 2B ?Fin<strong>al</strong>mente, después de largas e interminables discusiones(de las que de ninguna manera podían excluirse cuestiones deprestigio y jerarquía disciplinaria que inevitablemente afectabana los presupuestos designados para cada área en las distintasuniversidades que impartían la carrera) la dinámica mismade la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> <strong>al</strong> cierre del segundo milenio havuelto prácticamente obsoleta la polémica en torno a la autonomíadisciplinaria de las relaciones internacion<strong>al</strong>es y hoy endía hasta los tradicion<strong>al</strong>mente renuentes norteamericanos hanseparado el área de estudios internacion<strong>al</strong>es para concederle,aunque no sin reservas, su autonomía como esfuerzo disciplinario,distinguible por lo menos, de la ciencia política, la sociologíay el derecho.El fenómeno de la glob<strong>al</strong>ización, cada vez más visible en elescenario mundi<strong>al</strong> a partir del derrumbe de la otrora poderosaUnión Soviética permite reconocer con creciente claridad uncampo de acción propio para los internacion<strong>al</strong>istas. Desde estaperspectiva, Mesa sostiene:El espectador que, situado en el umbr<strong>al</strong> de una nueva centuria,contemple su propia historia contemporánea, su misma biografíaperson<strong>al</strong>, forzosamente se considerará más ciudadano univer-287A mediados de los cincuenta, mientras se debatía en diversos foros sobre cuestionescomo el interés nacion<strong>al</strong> o la seguridad del Estado; mientras se an<strong>al</strong>izaban mecanismospara promover el comercio internacion<strong>al</strong> o contrarrestar los avances del comunismopor el sudeste asiático, Morton Kaplan se preguntaba angustiado en uno de sus artículosmás influyentes ¿Son las relaciones internacion<strong>al</strong>es una disciplina?


376David J. Sarquíss<strong>al</strong> que todos los que le procedieron y que, colectivamente, formanel devenir de la humanidad. Por fin, el escenario de la actuaciónhumana se ha univers<strong>al</strong>izado. Ninguna crisis, por muy remotaque se encuentre en el espacio, le es ajena. El hombre, el ciudadano,el marido es hoy, más que nunca lo fue, sujeto de su propiaexistencia y objeto de una cosmogonía que se le impone. 288Pero, Lre<strong>al</strong>mente ha quedado resuelto el debate disciplinario?La moribunda sociología y la separatista ciencia política parecennegarse a aceptarlo. Con un enfoque que parece más encaminadoa preservar viejas "zonas de influencia" o peor aún, ámbitosde prestigio o predominio en la búsqueda del saber soci<strong>al</strong>, <strong>al</strong>gunosestudiosos continúan pretendiendo, si no negar la existencia deun objeto de estudio propio para las relaciones internacion<strong>al</strong>es,sí por lo menos subordinarlo a otras disciplinas. Nos dice R.Kaplan, por ejemplo, en The coming anarchy:La Primera Guerra Mundi<strong>al</strong> deslegitimizó el fenómeno de la guerra.El horror fue demasiado vasto como para poderlo justificar entérminos de cu<strong>al</strong>quier resultado, especi<strong>al</strong>mente cuando sus resultadosfueron tan magros. Puesto que una élite cerrada de gener<strong>al</strong>esy diplomáticos habían hundido a la humanidad en esas profundidades,el resultado fue la popularización de los estudiosinternacion<strong>al</strong>es: el nacimiento de la ciencia política moderna. 289Así pues, aunque la propia dinámica del acontecer mundi<strong>al</strong>ha obligado hasta a los más rec<strong>al</strong>citrantes opositores de la disciplinade las relaciones internacion<strong>al</strong>es a reconocer la necesidadde incorporar una perspectiva internacion<strong>al</strong> a todos los estudiossoci<strong>al</strong>es contemporáneos (ya que los enfoques especi<strong>al</strong>izados delas diversas áreas del análisis soci<strong>al</strong> resultan hoy en día a todasluces insuficientes para explicar la convulsionada re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>)los problemas de la autonomía disciplinaria y sobre todo, el de2"" Roberto Mesa, La nueva sociedad internacion<strong>al</strong>, 1992, p. 111.l89Kaplan, 2000, p. 170, cursivas del autor.


377las relaciones entre disciplinas persisten, a pesar de la contundenteevidencia que nos muestra como, la frontera entre loestrictamente doméstico y lo internacion<strong>al</strong> se desdibuja cadavez más, por lo que los supuestos básicos de la especi<strong>al</strong>izacióndisciplinaria tienen que ser revisados de manera integr<strong>al</strong>.La necesidad de la autonomíadisciplinaria en la cienciaComo señ<strong>al</strong>amos con anterioridad, la idea de la autonomía disciplinariaparecería ser un producto natur<strong>al</strong> del desarrollo del pensamientocientífico moderno en sus primeras fases de desarrollo.Siguiendo el ejemplo de las ciencias natur<strong>al</strong>es, los an<strong>al</strong>istas delvasto y complejo universo de lo soci<strong>al</strong> intuyeron la convenienciade fragmentar su amplio terreno para facilitar su trabajo y asíacercar los fenómenos soci<strong>al</strong>es <strong>al</strong> nivel de la comprensión humana.La ciencia en gener<strong>al</strong> procede de esta manera porque,como hemos dicho, la re<strong>al</strong>idad es tan vasta y tan compleja quesólo desmenuzándola progresivamente se puede aspirar a abordarlade manera significativa. Impresionante como suele ser,el enciclopedismo ilustrado es un privilegio demasiado selectocomo para ser empleado a guisa de modelo popular en la formaciónde las generaciones jóvenes.El desarrollo de la ciencia moderna, a partir de mediados delsiglo xv está marcado, precisamente por una separación crecienteentre campos de estudio que habían tenido un origencomún en la filosofía, pero que poco a poco han ido reclamandosu propio espacio de reflexión cognitiva, adueñándose de estemodo de un ámbito específico de la re<strong>al</strong>idad que empiezan atratar de dilucidar por cuenta propia.Curiosamente, <strong>al</strong> mismo tiempo que Jean Bodin desarrollabael concepto de la soberanía para la ciencia política, con el propósitode justificar el dominio exclusivo de un monarca sobreun territorio determinado y su respectiva población, los científicos


David J. Sarquís(quizá incluso sin tener clara conciencia de ello) empiezan aaplicar criterios soberanos sobre la parcela de la re<strong>al</strong>idad queconstituye su dominio y, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> que las naciones en procesode gestación, las nacientes disciplinas científicas trazan sus fronterasy reclaman sus derechos sobre el terreno que han delimitadopara sí mismas.Lo interesante del asunto es que la fragmentación del esfuerzootrora unitario que practicaba la filosofía durante elperiodo mediev<strong>al</strong> empieza a brindar sorprendentes resultados,los cu<strong>al</strong>es nutren consistentemente la idea del progreso en el sabercientífico. El desarrollo de las ciencias se torna, comparativamentehablando, tan espectacular que el proceso mismo de parcelaciónde la ciencia queda más que justificado por sí mismo.Parece tener sentido hablar de la física como una construcciónintelectu<strong>al</strong> independiente y luego de la química, de la biología,de las matemáticas y así sucesivamente porque cada una de ellasencuentra <strong>al</strong>go propio que hacer como esfuerzo cognoscitivoy lo justifica delimitando su área de saber hasta el extremo(por supuesto ilusorio) de pensar que ni siquiera se necesitanmás las unas a las otras. Igu<strong>al</strong> ocurrió, guardadas las debidasproporciones, con las llamadas ciencias soci<strong>al</strong>es a lo largo delsiglo XIX.En su faceta más negativa, la arrogancia independentist<strong>al</strong>levó incluso <strong>al</strong> absurdo de pensar que prácticamente se podíaeliminar la comunicación entre los diversos campos del quehacercientífico, de manera aún más notable en el caso de la líneadivisoria entre las ciencias "duras" y las "ciencias" soci<strong>al</strong>es, par<strong>al</strong>as cu<strong>al</strong>es se llegó a negar el estatuto de verdadera ciencia y, encasos extremos, incluso la posibilidad misma de proceder siquieraemulando los patrones metodológicos de las ciencias natur<strong>al</strong>es. 290No vamos a tratar ahora este espinoso asunto, que bienmerece un capítulo completo aparte; baste ahora con señ<strong>al</strong>ar290Cfr. Peter Winch, The idea ofa soci<strong>al</strong> science and its relation to philosophy, Nueva York,Humanities Press, 1958.


que, en sus pretensiones de cientificidad, los an<strong>al</strong>istas soci<strong>al</strong>essiguieron la ruta marcada por los científicos de la natur<strong>al</strong>eza <strong>al</strong>proceder a seccionar sus ámbitos de observación, pretendiendocrear compartimentos estancos que facilitasen la reflexión pormedio de la simplificación a ultranza de la re<strong>al</strong>idad, con <strong>al</strong>gunosresultados parci<strong>al</strong>es significativos, pero sin una visiónsiquiera medianamente definida del conjunto que aspiraban aconocer.El enredo resultante fue semejante a lo que era la sociedadinternacion<strong>al</strong> de la primera preguerra mundi<strong>al</strong>; disciplinas encasilladastras sus propias mur<strong>al</strong>las del saber, aisladas yenfrascadasen su propia visión de las cosas, sintiéndose dueñasabsolutas de sus propias verdades y con escaso o nulo interésen las perspectivas o las verdades de las demás.Por supuesto que la imagen era mucho más aparente quere<strong>al</strong>. Aunque para muchos, según la crítica de Engels, la cercaníadel árbol llevaba a perder la perspectiva del bosque, para otros,en particular quienes se preocupaban por la filosofía de laciencia, era claramente evidente que detrás de las distorsionesseparatistas prev<strong>al</strong>ecía una unidad metodológica característicadel propio esfuerzo científico.Es decir, no en b<strong>al</strong>de se hablaba del método de la ciencia comoun requisito sine qua non de la actividad cognoscitiva de mayorgrado: la búsqueda de la objetividad, la tendencia a la matematización,la observación rigurosa y el intento por repetir loobservado bajo condiciones de control para fort<strong>al</strong>ecer la capacidadexplicativa y predictiva del científico eran todas característicascompartidas por todos aquellos que, de una u otra forma,en una u otra disciplina, aspiraba a hacer ciencia.No obstante, ni siquiera la aplicación más decididamenterigurosa del tradicion<strong>al</strong> método científico había podido garantizaruna aproximación incontestable <strong>al</strong> terreno de la verdadabsoluta. Mucho antes de que la Primera Guerra Mundi<strong>al</strong> contribuyeraa destruir muchas de las certezas acumuladas por el


380David J. Sarquísconocimiento soci<strong>al</strong> del hombre, el descubrimiento de la radiactividaden 1894 había cimbrado hasta sus raíces los aparentementeinamovibles cimientos de la física newtoniana. 291Más <strong>al</strong>lá del cuestionamiento de los resultados obtenidosmediante la aplicación del método de la ciencia en la búsquedadel conocimiento, la magnitud de la conmoción se expresaba enla necesidad de revisar los supuestos mismos que habían dadolugar a la elevación de la idea del método como instrumentoinf<strong>al</strong>ible para garantizar el trabajo del científico e incluso la revisiónde los propios supuestos ontológicos en los que se sustentabanlas ideas de lo re<strong>al</strong> y lo verdadero.Fue fin<strong>al</strong>mente de este modo como quedaron <strong>al</strong> descubiertolas insuficiencias del procedimiento simplificador que busca llegarhasta los componentes básicos de la re<strong>al</strong>idad para articular susexplicaciones sobre el funcionamiento de la misma. Comoatinadamente señ<strong>al</strong>ara Anderson:La f<strong>al</strong>acia princip<strong>al</strong> en esta clase de enfoque es que la hipótesisreduccionista no implica una hipótesis construccionista en forma<strong>al</strong>guna. La habilidad de reducirlo todo a leyes fundament<strong>al</strong>essimples no implica la habilidad para reconstruir el universo apartir de esas leyes. De hecho, mientras más nos dicen los físicosde partículas element<strong>al</strong>es sobre la natur<strong>al</strong>eza de esas leyes fundament<strong>al</strong>es,menos importancia parecen tener para confrontar losproblemas re<strong>al</strong>es del resto de la ciencia, mucho menos los de lasociedad. 292El retorno de una tendencia unificadoraComo ya hemos apuntado, el advenimiento de la Primera GuerraMundi<strong>al</strong> marcó un verdadero desastre para la humanidad en291 Sobre las importantes consecuencias de esta revolución en la ciencia se puedeconsultar: El siglo de la física: interacciones ciencia-sociedad a la vista de las grandesrevoluciones de la física moderna, edición de Luis Navarro, 1992.mp.w. Anderson, "More is different", Science, agosto de 1972, p. 393.


381más de un sentido. La ruptura de las certezas <strong>al</strong>canzadas hastaentonces fue tan devastadora que, de <strong>al</strong>guna manera, habíaque reinventar el mundo para evitar la frustración del sinsentido.393 En ese contexto, tanto en la ciencia como en la geopolítica,la noción de entidades separadas y autónomas se vio sensiblementedebilitada por el impacto de la guerra.No es casu<strong>al</strong> que los principios fundament<strong>al</strong>es para eldesarrollo de una teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>s se hayan planteadoprecisamente durante esta época, con la pretensión explícita dereorientar la búsqueda del conocimiento hacia la reunificaciónde la ciencia, fincada en una forma renovada de percepción y deconcepción de la re<strong>al</strong>idad, de conformidad con la cu<strong>al</strong>, la explicaciónde agregados crecientes de partículas element<strong>al</strong>es nopuede llevarse a cabo sobre las bases de una mera extrapolaciónacerca de las propiedades de las partículas simples. En cada nivelde complejidad surgen propiedades y características nuevas quedifícilmente pueden abordarse, de manera satisfactoria, desdela perspectiva de la fragmentación.y si bien es cierto que, a la fecha se sigue trabajando conel mecanismo de la reducción simplificadora de la re<strong>al</strong>idad comopunto de partida, <strong>al</strong> mismo tiempo que con el reconocimientode líneas divisorias entre disciplinas para volver asequible a lamente humana la inmensa magnitud del universo, hoy en díaprácticamente no existe quien, con una ment<strong>al</strong>idad debidamenteentrenada para la ciencia deje de reconocer:• la interconexión que existe entre todos los fenómenos observablesen los distintos niveles de la re<strong>al</strong>idad;• la posibilidad del establecimiento de an<strong>al</strong>ogías significativasentre los diversos campos de estudio;19.J Las tendencias gener<strong>al</strong>es del arte durante la década de los años veinte, particularmenteen la literatura, nos presentan un panorama ilustrativo de la desolación gener<strong>al</strong>izadaque invitaba <strong>al</strong> nihilismo prev<strong>al</strong>eciente en la época y que se observa mucho másclaramente en las obras de autores como Lawrence, Hemingway, Dos Passos, Hesse, ElIioty varios otros, antes que en cu<strong>al</strong>quier tratado sociológico o poHtico correspondiente <strong>al</strong>mismo periodo.


382David J. Sarquís• la necesidad imperativa de vasos comunicantes entre las diversasdisciplinas de la ciencia;• la conveniencia de mantener vivo el espíritu unificador de laciencia a nivel de empresa metodológica, y• el reto de llevar a cabo la tarea de coordinación del esfuerzoan<strong>al</strong>ítico de la ciencia desde una perspectiva integradora, por bloquesdisciplinarios, según áreas de interés. Lo cu<strong>al</strong> no elimina, enforma <strong>al</strong>guna, la conveniencia del procedimiento de simplificaciónde la re<strong>al</strong>idad, a través del mecanismo de la división disciplinaria,que indudablemente tendrá que seguirse practicando,aunque ya no de manera excluyente con respecto <strong>al</strong> esfuerzo deunificación de la ciencia.Aunque obviamente las limitaciones de tiempo que imponeuna presentación de esta natur<strong>al</strong>eza impiden entrar en det<strong>al</strong>lecon cada uno de estos aspectos, desde mi punto de vista, todosellos constituyen elementos esenci<strong>al</strong>es para el debate contemporáneosobre un estudio de aspiraciones científicas acerca dela re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> contemporánea, a la que ya me he referido antescomo una re<strong>al</strong>idad predominantemente internacion<strong>al</strong>. Me pareceque, en este sentido, el lector interesado podrá encontrar aquítambién la semilla para una reflexión más profunda sobre elproblema de la multidisciplinariedad en el estudio de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es.No es pues, el internacion<strong>al</strong>ista un "todólogo" trasnochadoque, a f<strong>al</strong>ta de <strong>al</strong>go mejor que hacer, le roba un poco de aquíy otro poco de <strong>al</strong>lá a las disciplinas soci<strong>al</strong>es preexistentes, sinoun aspirante a especi<strong>al</strong>ista que se mueve en un ámbito distintode la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, un espacio soci<strong>al</strong> que se construye por encimadel espacio reservado para el desempeño de cada colectividadhumana particular, es decir el ámbito interno o doméstico:desde este punto de vista puede decirse que, el internacion<strong>al</strong>istaobserva y estudia el ámbito de la re<strong>al</strong>idad que se crea cuandodiversas colectividades entran en contacto unas con otras, propiciandoel surgimiento de <strong>al</strong>go nuevo y distinto de lo que cada


una de las partes integrantes del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> representapor separado.Los tratadistas contemporáneos de asuntos internacion<strong>al</strong>eslo manifiestan, cada vez con mayor claridad:En ninguna ciencia se puede ser muy ordenado y sistemáticocuando se describen las diferentes partes y se representa laacumulación de conocimientos indicando las partes o elementosque, según la terminología arquitectónica podemos denominarfundamentos y primeros pisos. El caso de las relaciones internacion<strong>al</strong>esno es la excepción sino todo lo contrario. Desde laSegunda Guerra Mundi<strong>al</strong> hasta los años setenta, la disciplina sedesarrolló en torno a la teoría re<strong>al</strong>ista, pero no sólo en torno aella. Así pues, desde un punto de vista teórico y metodológico,se puede decir que los científicos, sobre una base de corte re<strong>al</strong>ista,produjeron un rico menú que contemplaba también otras bases(...) En los años ochenta, la riqueza y la variedad de los estudiosteóricos y metodológicos aumentó, en los noventa, las relacionesinternacion<strong>al</strong>es eran ya casi un gran melting pot: las bases ylos ingredientes princip<strong>al</strong>es se ceden unos a otros los respectivoscomponentes y aglutinan también ingredientes de otras ciencias. 294Para concluir, sólo a manera de guía para un programa detrabajo subsecuente, me gustaría dejar esbozados <strong>al</strong>gunosaspectos que me parecen básicos para el análisis de la problemáticade la multidisciplinariedad en el estudio de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es:a) después de años de incesante debate sobre la posibilidad de unadisciplina científica autónoma de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,la dinámica misma de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, especi<strong>al</strong>mente apartir de la última década del siglo xx ha terminado porjustificarplenamente que la necesidad de t<strong>al</strong> disciplina efectivamenteexiste;204 Fulvio Attina, El <strong>sistema</strong> político glob<strong>al</strong>: introducción a las relaciones internacion<strong>al</strong>es,2001, p. 22.


David J. Sarquísb) la noción de <strong>sistema</strong>s complejos desarrollada por el pensamientocientífico contemporáneo, como <strong>al</strong>go más que el meroagregado de sus partes componentes sugiere, por otro lado, queuna disciplina como las relaciones internacion<strong>al</strong>es, encargada delanálisis de un <strong>sistema</strong> complejo como la sociedad internacion<strong>al</strong>, nopuede ser considerada como la mera suma mecánica de las aportacionesque se hayan hecho para su desarrollo desde otras disciplinas;e) durante el periodo correspondiente a la década de los noventadel siglo pasado se fort<strong>al</strong>eció el consenso (aunque aún dista deser univers<strong>al</strong>) en torno <strong>al</strong> objeto de estudio propio para nuestradisciplina, en términos del origen, la estructura, el funcionamientoy el devenir de cada <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> que los an<strong>al</strong>istaspuedan identificar como momentos históricos concretosdel gran <strong>sistema</strong> que representa la historia coJ1junta de la humanidad.Cada <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, por su parte se distingue delos demás en función de su orden específico, es decir, el conjuntode principios guía que determinan su funcionamiento;d) desde el punto de vista metodológico, el nivel de complejidad denuestro objeto de estudio impide un reduccionismo simplista quenos lleve a la búsqueda de componentes esenci<strong>al</strong>es, los cu<strong>al</strong>es sepuedan abordar desde una perspectiva unidimension<strong>al</strong>. En estesentido, como ya hemos indicado, el estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>eses, desde su origen, una empresa multidisciplinaria querequiere del concierto de aportaciones que sólo puede brindar elespectro de las ciencias en su coJ1junto;e) no obstante, la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>es noes meramente un agregado caótico de enfoques y nociones procedentesde otras disciplinas; no es un collage de historia, derecho,economía, filosofía, ciencia política, etcétera. Intenta ser una visiónintegr<strong>al</strong> y tot<strong>al</strong>izadora de una re<strong>al</strong>idad que claramente representa<strong>al</strong>go más que la suma mecánica de las partes. Una re<strong>al</strong>idad que,por lo demás, sólo cobra existencia en la medida en la que losactores del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> establecen contacto, de maneraform<strong>al</strong> o inform<strong>al</strong>, explícita o implícita, consciente o inconscientemente,entre sí;


j) así como desde el punto de vista de la praxis, las relacionesinternacion<strong>al</strong>es no son sólo la superimposición accident<strong>al</strong> dediversos actores internacion<strong>al</strong>es sobre un mismo trasfondo, sinoque se trata de una re<strong>al</strong>idad que se va gestando sobre la marchade la interacción necesaria entre esos actores, la disciplina de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es representa el esfuerzo intelectu<strong>al</strong>unificador del conocimiento soci<strong>al</strong> sobre la base de la diversidadmanifiesta en la propia re<strong>al</strong>idad.Sobre la base de estos lineamientos, me parece claro que losestudiosos de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> contemporánea tienenante sí el enorme reto de coordinar las aportaciones procedentesde las diversas disciplinas soci<strong>al</strong>es, sin pretender el absurdoevidente de anularlas, para ayudar a hacer comprensible lafaceta quizá más importante de la re<strong>al</strong>idad humano soci<strong>al</strong> <strong>al</strong>inicio del tercer milenio de la era cristiana, a saber, la de laestrecha relación que hoy en día vincula los destinos de todoslos seres humanos independientemente del lugar que habitanen nuestro planeta.LA DIMENSIÓN HISTÓRICA EN EL ESTUDIODE LAS <strong>RELACIONES</strong> <strong>INTERNACIONALES</strong>Entre los estudiosos de las cuestiones internacion<strong>al</strong>es, comoentre muchos otros especi<strong>al</strong>istas del área de las ciencias soci<strong>al</strong>esen gener<strong>al</strong>, frecuentemente se debate qué tanto conocimientohistórico es re<strong>al</strong>mente deseable o incluso necesario para la formaciónde un buen profesionista dedicado <strong>al</strong> análisis de lo soci<strong>al</strong>.La polémica no es nueva; de hecho, debemos recordar que,en <strong>al</strong>guna época, uno de los antecedentes más importantes dela disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>es fue precisamente lahistoria diplomática, la cu<strong>al</strong> parecía abarcar en sí misma la esenciapropia del quehacer intelectu<strong>al</strong> encaminado hacia el conocimientode lo internacion<strong>al</strong>.


David J. SarquísComo oportunamente nos recuerda Cárdenas Elorduy,durante la primera etapa de nuestro desarrollo disciplinario, losinternacion<strong>al</strong>istas se nutrían básicamente de las aportacionesque, desde la época de Tucídides, venían haciendo los historiadores<strong>al</strong> reflexionar sobre el orden político prev<strong>al</strong>eciente en elmundo: "Las grandes obras clásicas de historia y aun los librosde texto de historia univers<strong>al</strong>, han sido hasta ahora, en re<strong>al</strong>idad,libros de historia política, pues su objeto centr<strong>al</strong> de estudio hasido, por lo gener<strong>al</strong>, las relaciones y formación de los Estadosy naciones."295No obstante, en la medida en que la propia experiencia comoinvestigadores ha requerido de un replanteamiento de nuestroobjeto de estudio, debido a que la explicación de carácter predominantementehistórico resultó insuficiente para responder <strong>al</strong>as interrogantes que en esos momentos ya empezaban a plantearlos problemas del mundo contemporáneo, las relaciones internacion<strong>al</strong>esparecen haber rebasado el límite restringido del análisisexclusivamente histórico (el cu<strong>al</strong> sólo parecía estar asociadocon la acumulación de datos sobre acontecimientos concretos,previamente seleccionados como relevantes en el desarrollo denuestra disciplina) para así consolidar la búsqueda del universoespecífico que nos daría razón de ser como internacion<strong>al</strong>istas yno como simples usurpadores del trabajo de otros an<strong>al</strong>istas soci<strong>al</strong>es.Es precisamente esta búsqueda la que nos conduce hacia elencuentro de <strong>al</strong>go distinto y claramente distinguible del esfuerzoreflexivo que despliegan los estudiosos de otras áreas delo soci<strong>al</strong> y que, aunque inevitablemente nos hermanan, jamásdebe llevar a confundirnos con ellos, <strong>al</strong> punto de volver irreconociblesnuestras diferencias; hablamos, por supuesto de lad~finición de nuestro propio objeto de estudio, es decir, aquelloque nos singulariza (sin aislarnos) con respecto a lo que hacen'95 Emilio Cárdenas Elorduy. El camino hacia la teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es:biografía de una disciplina, 1971, p. 6.


Otrosotros an<strong>al</strong>istas soci<strong>al</strong>es. Fue a través de este reconocimiento deun objeto de estudio propio como los internacion<strong>al</strong>istas descubrieronque el solo enfoque histórico resultaba insuficiente pararesponder a las interrogantes propias que genera la observaciónde la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.Sin embargo, el reconocimiento de que nuestra especi<strong>al</strong>idades <strong>al</strong>go más que sólo historia nos ha planteado una paradojasumamente interesante, ya que la aceptación de esta premisa noinv<strong>al</strong>ida en lo más mínimo el carácter intrínsecamente históricode todas las disciplinas soci<strong>al</strong>es en gener<strong>al</strong> y de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es en particular. En este sentido, sólo puedo estarde acuerdo con Garin cuando escribe: "A medida que la humanidadse desarrolla a través de sus conquistas y de sus errores, la concienciamás amplia de ese movimiento de la especie, es decir, elconocimiento histórico, nos permite atesorar la experiencia y deese modo lograr un uso más adecuado de la razón. "296Ahora bien, señ<strong>al</strong>ar que nuestra disciplina tiene un carácterhistórico, pero no es historia bien puede parecer un merom<strong>al</strong>abarismo intelectu<strong>al</strong>, incluso de m<strong>al</strong> gusto para quienesno han reflexionado con detenimiento sobre este asunto. Enre<strong>al</strong>idad, no es <strong>al</strong>go tan complicado, si empezamos por tratar deaclarar con precisión el significado de esta afirmación.Podemos empezar por señ<strong>al</strong>ar que, desde la perspectiva adoptadapara el desarrollo de este trabajo, el carácter histórico delas disciplinas soci<strong>al</strong>es se define en términos de la movilidad tempor<strong>al</strong>específica de los hechos soci<strong>al</strong>es, es decir, en su natur<strong>al</strong>ezaintrínsecamente cambiante, nunca en términos de unabúsquedaorientada hacia el descubrimiento de "leyes" inexorables capacesde revelar, de manera determinista, el curso necesario delos acontecimientos.Es precisamente en función de esta natur<strong>al</strong>eza móvil de lare<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> que, tanto el tiempo, como el espacio, se convier-296 Eugenio Garin, op. cit., pp. 140-141, cursivas del autor.


David J. Sarquísten en categorías necesarias, aunque sólo fuera para dar el pasoinici<strong>al</strong>, de poder ubicar nuestro objeto de estudio en el contextode la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>. Ambas categorías conforman el plano cartesianomínimo indispensable para la loc<strong>al</strong>ización histórico-geográficade aquello que, como especi<strong>al</strong>istas en relaciones internacion<strong>al</strong>esnos interesa explorar, es decir, la interacción queestablecen entre sí un grupo de actores bajo la influencia de uncúmulo defactores, en un medio determinado y la identificaciónde los principios guía que orientan su conducta.Pero unavez identificado qué vamos a estudiar, incluso nuestrascategorías más abstractas, como Estado, nación, organismo,lucha de poder, estado de natur<strong>al</strong>eza, lucha de clases, interésnacion<strong>al</strong>, estado de sociedad, formaciones económico-soci<strong>al</strong>es,etcétera, sencillamente carecerían de sentido fuera de un contextoparticular, a partir del cu<strong>al</strong> (y sólo a partir del cu<strong>al</strong>l podemosempezar a formular gener<strong>al</strong>izaciones significativasDónde y cuándo se convierten entonces en variables insustituiblesdel análisis internacion<strong>al</strong>, en ausencia de las cu<strong>al</strong>esdifícilmente podría generarse y mucho menos consolidarse, elproceso del conocimiento que se espera de los estudios que pretendenexplicar cómo opera la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.Adicion<strong>al</strong>mente puede observarse que, quienes critican el usoabusivo de la historia (como mera memorización de datos) hanseñ<strong>al</strong>ado, muy atinadamente, la confusión que <strong>al</strong>gunos especi<strong>al</strong>istaspueden crear, <strong>al</strong> mezclar indiscriminadamente su temacentr<strong>al</strong> con la historia de ese tema; obviamente no es lo mismo,por ejemplo, el derecho internacion<strong>al</strong> público como conjunto denormas que pretende reglamentar la vida de la sociedad internacion<strong>al</strong>que la historia del esfuerzo re<strong>al</strong>izado por los especi<strong>al</strong>istaspara dar vigencia a ese conjunto normativo.Aunque estos enfoques no tienen por qué ser mutuamenteexcluyentes, es claro que tampoco deben mezclarse hasta elpunto de volverse irreconocibles el uno del otro. La misma diferenciaciónpuede hacerse con respecto a la organización inter-


nacion<strong>al</strong>, el comercio internacion<strong>al</strong> o la teoría de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, entre muchas otras.Por supuesto que también en estos otros casos, el contenidoesenci<strong>al</strong> de cada una de estas materias así como la historia de lasmismas son igu<strong>al</strong>mente importantes y deben abordarse, de hecho,como ya hemos apuntado, a la manera de un esfuerzo complementario,nunca como un proceso de sustitución que reemplaza<strong>al</strong> otro, dejando una peligrosa laguna en la formación de los especi<strong>al</strong>istas.Otro desafortunado exceso en el que fácilmente puedeincurrirse en este mismo terreno viene de la pretensión de buscaren la historia el "diseño maestro" o la "gran guía" que supuestamentehabría de marcar el camino inexorable del acontecersoci<strong>al</strong> y, a partir de ahí, la búsqueda de leyes absolutas e inmutablesque, de una vez por todas y para siempre tendrían queregir el destino de la humanidad.Me parece que es precisamente esta tendencia la que KarlPopper denuncia y critica como un historicismo pernicioso, elcu<strong>al</strong> fomenta la elaboración de profecías históricas empeñadasen volver re<strong>al</strong>idad lo inevitable, que ellas mismas han anunciado.297La mayoría de los estudiosos parecen coincidir hoy en día,por lo menos en un aspecto básico para la re<strong>al</strong>ización de análisisinternacion<strong>al</strong>es significativos, a saber: que el proceso de laorganización colectiva entre los hombres, en el cu<strong>al</strong> se originanlos hechos soci<strong>al</strong>es es un fenómeno móvil, es decir, un continuodevenir; un proceso de construcción soci<strong>al</strong>, lo cu<strong>al</strong> obliga a losinvestigadores a reflexionar necesariamente sobre la cuestióndel cambio y la permanencia, ¿qué es lo que se transforma y quélo que se mantiene?, ¿cómo se generan los cambios, cómo sepueden fomentar o contrarrestar?, ¿qué efectos tienen?, ¿dóndey cómo se proyectan sus consecuencias?, son <strong>al</strong>gunas de las2"Sir Karl Popper, Unended quest, 1992, p. 35.


390David J. Sarquísinterrogantes que empiezan a dar sentido a la búsqueda del conocimientoen nuestra disciplina.En una época como la nuestra, en la cu<strong>al</strong> la velocidad de loscambios ha llevado a la concepción (e incluso a la posibilidad demedición) de los nanosegundos, las consideraciones en torno <strong>al</strong>cambio y suimportanciahanadquirido unlugarpreponderanteentre los an<strong>al</strong>istas en detrimento de la reflexión sobre la permanencia.En este sentido, el estudio sobre las experiencias del pasadoparece simplemente perder relevancia de manera por demásjustificada, de donde surge la inquietud de tener que elegir, <strong>al</strong>a hora de pensar en un análisis internacion<strong>al</strong> entre historia ocoyuntura.Lo que me estoy planteando a través de esta interrogantees, de hecho, ¿de dónde debemos partir a la hora de iniciar unanálisis internaciona1?, ¿v<strong>al</strong>e re<strong>al</strong>mente la pena la inversión detiempo que requiere explorar el pasado o conviene más centrarnuestra atención, desde un principio, en el contexto específico delas fronteras tempor<strong>al</strong>es que elegimos para delimitar situacionesconcretas que, de <strong>al</strong>guna manera se "sostienen a sí mismas"como unidades de análisis?E. Krippendorff nos ofrece un interesante intento de respuestaque favorece esta última posición <strong>al</strong> esforzarse por demostrar que,históricamente hablando, re<strong>al</strong>mente sólo tiene sentido hablarde "relaciones internacion<strong>al</strong>es", después de 1760 y sobre todo,a partir de principios del siglo XIX, cuando la Revolución Industri<strong>al</strong>ha transformado sensiblemente las condiciones de interacciónentre los miembros de una sociedad internacion<strong>al</strong> en ciernesy crecientemente dominada por el influjo de la civilizacióneuropea occident<strong>al</strong>.298Pero más interesante aún resulta observar cómo, en suintento por explicar las condiciones que hicieron posible esarevolución industri<strong>al</strong>, de repente, nuestro autor está ya en los29' Cfr. Ekkehart Krippendorff, El <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> como historia: introducci6na las relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1985, especi<strong>al</strong>mente pp. 9-22.


<strong>al</strong>bores del siglo XVI, explicando el proceso europeo de expansiónpor el resto del mundo impulsados por las fuerzas del nacientecapit<strong>al</strong>ismo.Desde mi punto de vista, el análisis de la obra de Krippendorffnos deja una importante lección que no debe pasarse por<strong>al</strong>to: aun cuando tratamos de ignorarla, la historia es una fuerzapresente en el desarrollo del acontecer soci<strong>al</strong>, por lo tanto, sinuestro objetivo es conocer los elementos que mueven la dinámicade la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> en sus múltiples manifestaciones, necesariamentetendremos que tomarla en cuenta, so pena de dejarel esfuerzo incompleto.No obstante, sugerir que un an<strong>al</strong>ista soci<strong>al</strong> debe conocerla historia frecuentemente ha sido interpretado como unainvitación a pensar en términos de un desarrollo soci<strong>al</strong> determinista,en otras p<strong>al</strong>abras, se cree que <strong>al</strong> ponerse a estudiar historiacon un espíritu auténticamente científico, el investigador,por fuerza está buscando leyes inexorables o bien, que, aunqueen principio no haya s<strong>al</strong>ido a buscarlas, inevitablemente acabarácreyendo que su objetivo fin<strong>al</strong> es encontrarlas. Si bien es ciertoque el riesgo existe y que, evidentemente, la tentación es grande,no creo que todos los análisis históricos deban conducir necesariamentea posiciones historicistas. Los humanistas florentinosde principios del siglo xv, por ejemplo, se esforzaron precisamentepor demostrar, en contra de la visión atempor<strong>al</strong> de los pensadoresmediev<strong>al</strong>es, que la historia es una construcción delhombre y que, como t<strong>al</strong>, siempre ofrece posibilidades abiertascapaces de arrojar resultados inesperados.La fascinación que norm<strong>al</strong>mente ejerce la natur<strong>al</strong>eza dinámicay siempre cambiante de nuestro objeto de estudio, con frecuenciahace pensar a los estudiosos del fenómeno internacion<strong>al</strong>en términos de un presentismo que se evidencia con toda claridaden la consabida noción de: "vivimos en una época inéditapara la humanidad, caracterizada por grandes cambios y profundastransformaciones...", con la que, verb<strong>al</strong>izada en sus


David J. Sarquíspropios términos, comúnmente inician sus trabajos gran cantidadde articulistas y ensayistas de nuestra especi<strong>al</strong>idad hoyen día.El citado "presentismo" se convierte entonces en una marcadatendencia a considerar cada etapa histórica estudiada comouna experiencia singular; con sus rasgos distintivos propios y,en función de ellos, única, irrepetible e irreversible, de donde, cadafase del desarrollo humano-soci<strong>al</strong> puede quedar virtu<strong>al</strong>mente"desconectada" de sus antecedentes tempor<strong>al</strong>es, mismos que, porlo anterior, pasan a ser esenci<strong>al</strong>mente prescindibles en el análisisinternacion<strong>al</strong> o, en el mejor de los casos, objeto de una meracuriosidad m<strong>al</strong>sana que un an<strong>al</strong>ista respetable cómodamentese podría ahorrar.Desde una perspectiva presentista, la utilidad del análisishistórico puede ser fácilmente cuestionada; más aún, cu<strong>al</strong>quierpretensión de abordar este tipo de análisis con aspiraciones científicaspuede incluso ser tranquilamente desechado: "en funciónde su carácter singular, el hecho histórico no puede ser consideradocomo un referente práctico para la elaboración de ningúntipo de gener<strong>al</strong>ización válida", diría su argumento.Con una posición claramente presentista, el historiadorbritánico H.A.L. Fisher escribió en su Historia de Europa: "Loshombres...han sabido discernir en la historia una trama, unritmo, un patrón predeterminado... yo sólo puedo ver un acontecimientoa continuación de otro... un solo gran acontecimiento,con respecto <strong>al</strong> cu<strong>al</strong>, como es único, no puede habergener<strong>al</strong>izaciones. "299Popper nos recuerda que: "también F.A. van Hayek criticael intento de encontrar leyes, cuando la natur<strong>al</strong>eza del caso impideque sean encontradas, en la sucesión de los fenómenos históricosúnicos y singulares",300 de donde, el propio Popper extrae2 99 Citado por sir Karl Popper, La miseria del historicismo, 1973, p. 123, cursivasdel autor.JOoldem.


393la conclusión determinante en la que finca su crítica <strong>al</strong> historicismo:"No tenemos, por tanto (nos dice) ninguna razón válidapara esperar que <strong>al</strong>guna repetición aparente del desarrollo históricosiga llevando un curso par<strong>al</strong>elo <strong>al</strong> de su prototipo."301En otras p<strong>al</strong>abras, Popper anticipa aquí una de las premisasmás importantes de la teoría contemporánea del caos: "no porquesepamos con certeza que <strong>al</strong>go ha sido de una determinada maneradurante mucho tiempo, podríamos garantizar que siempreseguirá siendo igu<strong>al</strong>". La importancia de este supuesto no puedeminimizarse; si, en efecto, las cosas pudiesen cambiar tan sustanci<strong>al</strong>mente"de la noche a la mañana", no importaría cuántoconocimiento tuviésemos sobre el pasado, de poco nos serviríapara desempeñamos bajo las nuevas condiciones; ¿de qué nosserviría entonces toda la erudición histórica?La crítica popperiana está decididamente bien fundamentada;su argumento es sólido y consistente, sobre todo si consideramosa las corrientes historicistas mecánicas que nos planteanla idea de una evolución humano-soci<strong>al</strong> inexorable e inmutabley, por lo tanto, perfectamente previsible una vez que identificamoslas leyes básicas que la movilizan.Pareciera entonces como si los an<strong>al</strong>istas de los fenómenos soci<strong>al</strong>esen gener<strong>al</strong> y los internacion<strong>al</strong>istas en lo particular no sólopodrían, sino que prácticamente deberían, a partir de lo anterior,concentrarse en el carácter estrictamente coyuntur<strong>al</strong> de la experienciaconcreta que están an<strong>al</strong>izando; y, por lo tanto, sólo esforzarsepor reconocer el contexto particular que la condiciona (através de la identificación correcta de los actores re<strong>al</strong>es queparticipan en ella y de la v<strong>al</strong>oración del peso específico de losfactores que la influyen, para así forjarse una imagen del medioen el que están ocurriendo las cosas) y, sobre esa base formular,a raíz de ello, las explicaciones que llegan a considerar más pertinentessobre su objeto de estudio y fin<strong>al</strong>mente, diagnosticar, sobreJ01Ibidem, p. 125.


394David J. Sarquísla base de su ev<strong>al</strong>uación, el mejor curso de acción a emprenderpara la construcción de un futuro siempre abierto, siguiendoa Popper.De acuerdo con esta línea de pensamiento, bien puede razonarseque, el internacion<strong>al</strong>ista, después de todo, no es un historiadory que, en consecuencia, no tendría por qué ocuparsedel conocimiento det<strong>al</strong>lado de la secuencia tempor<strong>al</strong> de acontecimientosque conducen hasta las condiciones específicas delmomento que a él le ocupa, más aún, el hacerlo fácilmente puedeconvertirse en elemento distractor que de hecho lo <strong>al</strong>eja del objetivore<strong>al</strong> que él persigue, a saber: el entendimiento y la ev<strong>al</strong>uaciónde una coyuntura claramente determinada, en la que ciertoselementos del escenario internacion<strong>al</strong> entran enjuego, interaccionany, a través de su interacción determinan el cambio o lapermanencia de las reglas en el orden internacion<strong>al</strong> vigente, sinque ello constituya garantía <strong>al</strong>guna de que las cosas seránsiempre igu<strong>al</strong>.Ciertamente, el abuso en el que muchas veces incurren, <strong>al</strong>gunosautores, <strong>al</strong> dedicar hasta un 90 por ciento de sus investigaciones<strong>al</strong> rubro de los"antecedentes" justifica plenamente lapromoción de ese presentismo que ahora deseamos cuestionar.Para evitar comentarios carentes de fundamento, tratemosde caracterizar este fenómeno con un poco más de detenimiento.Antes que una doctrina form<strong>al</strong>, me parece que el presentismose entiende mejor como una actitud de rechazo implícito <strong>al</strong> estudiode la historia en busca de leyes gener<strong>al</strong>es del desarrollo humano,sobre todo, por no considerar que esto sea posible, yaque, como hemos señ<strong>al</strong>ado, el carácter estrictamente unívocodel hecho histórico impide las gener<strong>al</strong>izaciones significativas.En consecuencia, la preocupación por lo que acontece hoy seconvierte en el centro mismo del análisis y nos lleva a olvidarnosprácticamente del pasado.Por supuesto que la tendencia a entremezclar los objetivosdel análisis histórico (conocer el pasado con el propósito de en-


Otrosepistemológicostender mejor el presente) con la pretensión del historicismo, enel sentido de descubrir leyes inmutables del devenir soci<strong>al</strong> en suconjunto, parecen justificar a plenitud la posición presentista.Pero también me parece obvio que no debemos caer en el errorde confundir una cosa con la otra. Como ya he señ<strong>al</strong>ado, nocreo que el estudio de la historia nos lleve necesariamente a laadopción de una visión historicista, sí creo, en cambio, quecontribuye enormemente a facilitar nuestra comprensión delos fenómenos humano-soci<strong>al</strong>es.Ciertamente que el riesgo de un reduccionismo simplistasiempre está latente porque muchas veces las personas tiendena extrapolar conclusiones muy "a la ligera", pero quien estudi<strong>al</strong>a historia con detenimiento también puede aprender a reconocerque m<strong>al</strong> haríamos en no aprender a esperar lo inesperado, hayabundancia de ejemplos para ilustrarlo. Sin embargo, tambiénes cierto que, particularmente en esta época, tanto la velocidadcomo la magnitud de los cambios contribuyen enormementea fomentar la impresión de unas condiciones tot<strong>al</strong>mente inéditasen la historia del hombre.Desde este punto de vista, es fácil entender por qué paramuchos observadores del fenómeno internacion<strong>al</strong> contemporáneo,resulta cada vez más difícil encontrar o vislumbrar siquiera,vínculos significativos entre sus experiencias cotidianasy un pasado que se vuelve crecientemente más remoto y sesiente, por tanto, cada vez más ajeno. La conexión entre lostiempos pasados y la re<strong>al</strong>idad actu<strong>al</strong> se vuelve más difícil de establecery por eso, la narrativa histórica, con más v<strong>al</strong>or estéticoque didáctico tendría, en el mejor de los casos, la misma utilidadanecdótica que podría tener para un hijo el conocimientode las experiencias que vivió su padre, pues ni aun apegándoselo más cercanamente posible a la conducta de su progenitor (otratando de evitarla) podría el vástago asegurarse de los mismosresultados vivenci<strong>al</strong>es de su antecesor.


396David J. SarquísEl criterio guía de esta actitud se finca tanto en lo abrumadoramentetedioso que puede resultar el dato historiográfico,como en la multiplicidad de interpretaciones que sobre el mismose pueden obtener. Adam Schaffnos ofrece un interesante ejemplode lo anterior <strong>al</strong> observar las diversas conclusiones a las quellegan distintos an<strong>al</strong>istas con un mismo objeto de estudio enmente: la Revolución francesa, de repente parece casi increíbleque todos ellos estén hablando de lo mismo. 3ü2 No es, por ello sorprendenteque, por ejemplo, muchos jóvenes del ex bloque soci<strong>al</strong>istase pregunten hoy en día, junto con sus maestros, conjustificada razón, qué caso tiene el estudio de una historia quetan continua y marcadamente tiene que reescribirse. Este fenómenono es del todo desconocido en otras latitudes del planeta.En otras p<strong>al</strong>abras, las consideraciones sobre la singularidaddel hecho histórico han llevado a un buen número de an<strong>al</strong>istasa estimar como poco relevantes las experiencias del pasado enrelación con la dinámica característica del presente, esto es, laépoca en la que vive cada autor. Esta tendencia se ha vueltomucho más marcada en la "era de la glob<strong>al</strong>ización" señ<strong>al</strong>adapor la importancia de la revolución cibernética y su notableimpacto en las más variadas y sensibles áreas del quehacerhumano soci<strong>al</strong>. Es obvio que para <strong>al</strong>gunosjóvenes de la generaciónactu<strong>al</strong>, la vida resulta virtu<strong>al</strong>mente impensable sin Interneto el Nintendo.¿Deberíamos entonces hacer caso omiso de la historia o,por lo menos relegarla <strong>al</strong> plano de lo meramente casuístico yanecdótico? Contrarioa lo queel eficientismopseudopragmáticopodría sugerir, tan sólo en términos de economía de tiempo,un poco de sentido común nos lleva a oponernos a esta precipitadaconclusión. Bien se ha señ<strong>al</strong>ado con toda oportunidadque "quien no conoce la historia está condenado a repetirla".


397Pero, ¿cómo podemosjustificar racion<strong>al</strong>mente eso que la mismasabiduría popular nos aconseja, sobre todo cuando la velocidadde los cambios y la transformación de los escenarios soci<strong>al</strong>esparecen sugerir lo acertado de las críticas?Me parece que, de <strong>al</strong>guna manera, antes que otra cosa,tendríamos que empezar por tratar de hacer la distinción entreel tipo de enfoque bajo el cu<strong>al</strong> abordaría su objeto de estudiopropio un historiador, con respecto <strong>al</strong> enfoque bajo la cu<strong>al</strong> lopodría abordar cu<strong>al</strong>quier otro especi<strong>al</strong>ista del área de las cienciassoci<strong>al</strong>es.¿Significa esto que existe un tipo de historia para cada gusto?Bueno, no del todo. Pero lo que probablemente si podría argumentarsees que efectivamente existen diferentes perspectivasdesde las cu<strong>al</strong>es se observa el fenómeno histórico y, sobre todo,diferentes propósitos para justificar este tipo de búsqueda.Como objeto de estudio para el historiador, la historia constituye,sin lugar a dudas, un universo en sí misma; un todo quede <strong>al</strong>guna manera abarca la tot<strong>al</strong>idad de la experiencia humana,desde sus inciertos orígenes hasta su todavía incierta actu<strong>al</strong>idad.El especi<strong>al</strong>ista encargado de su análisis trata entonces deentender la dinámica de este objeto de estudio; sus reglas operativas(si es que t<strong>al</strong> cosa verdaderamente existe), su desarrolloy sus particularidades concretas; <strong>al</strong> considerar la experienciahumana en su conjunto, el historiador trata de responder <strong>al</strong>gunascuestiones que para él resultan fundament<strong>al</strong>es: ¿se trata deun fenómeno cíclico, line<strong>al</strong>, espir<strong>al</strong>, evolutivo, recurrente, predeterminado,azaroso, periódicamente renovado o siempre novedoso,sobre el cu<strong>al</strong> resultaría prácticamente imposible detectarregularidades empíricamente constatables?Mientras que el historiador se afana por encontrar suspropias respuestas, para los diversos especi<strong>al</strong>istas de otras áreasdel estudio soci<strong>al</strong>, la historia representa más bien una herramientaan<strong>al</strong>ítica, es decir, un apoyo en el proceso de construcciónteórico-metodológica de cada disciplina.


398David J. SarquísA partir de ella podemos entender que cada objeto de estudioen la re<strong>al</strong>idad tiene su propia evolución en el tiempo (lo cu<strong>al</strong> seconvierte en un aspecto particular de cada objeto de estudio quelos an<strong>al</strong>istas deben considerar). Desde este punto de vista, losinternacion<strong>al</strong>istas no estudiamos la historia en gener<strong>al</strong> parasatisfacer una curiosidad morbosa o para manejar como eruditosun cúmulo de datos, fechas y nombres que conforman elespectro de la epopeya humana en gener<strong>al</strong>, sino con el propósitoparticular de conocer una trayectoria específica en el tiempoy el espacio: la de nuestro propio objeto de estudio, entendidojustamente, como un proceso cambiante.En este sentido, nunca debemos perder de vista que, comoaspirantes a especi<strong>al</strong>istas en cuestiones internacion<strong>al</strong>es nos ocupade manera prioritaria la conformación y desarrollo, en otras p<strong>al</strong>abras,el ciclo vit<strong>al</strong> de las sociedades internacion<strong>al</strong>es: es decir, la identificacióny caracterización de sus miembros, el reconocimientode todos aquellos elementos o circunstancias que inciden en elcomportamiento de éstos, las características (tanto anímicas comonatur<strong>al</strong>es) del entorno en el que se desempeñan, así como lasreglas bajo las cu<strong>al</strong>es definen el juego de su interacción durantetodas y cada una de sus fases. 3D3Considerado en esta perspectiva, me parece que el estudiode lo internacion<strong>al</strong> sólo puede ser holista porque aquí, enefecto, el todo es necesariamente <strong>al</strong>go más que la mera sumamecánica de las partes. Aunque esto, por supuesto, no inv<strong>al</strong>idaen lo más mínimo el hecho de que cada parte tiene, en todomomento, una dinámica propia, de la cu<strong>al</strong> se encargan otrasdisciplinas soci<strong>al</strong>es.Ahora bien, la experiencia nos muestra que esto es <strong>al</strong>go queefectivamente podemos hacer desde dos perspectivas distintas,las cu<strong>al</strong>es, aun siendo de hecho complementarias, desafortunadamentese han llegado a considerar como mutuamente exclu-103 Una interesante aportación en este sentido es el conocido trabajo de Paul Kennedy,Auge y caída de las grandes potencias, aunque ciertamente no es la única.


399yentes: la perspectiva de la imagen congelada en el tiempo (deltipo de una impresión fotográfica), a través de la cu<strong>al</strong> buscamosla especificidad de un momento histórico concreto, el cu<strong>al</strong> crist<strong>al</strong>izamosen la idea de un orden internacion<strong>al</strong> y la perspectivade la sucesión de acontecimientos en flujo tempor<strong>al</strong> constante(del tipo de un video) a través de la cu<strong>al</strong> intentamos comprenderun orden secuenci<strong>al</strong>, una concatenación de hechos que conformanel progresivo transcurrir de un orden internacion<strong>al</strong> hacia otro.La idea no es del todo nueva, la lingüística moderna ya lamaneja con toda precisión mediante sus nociones del análisissincrónico y el análisis diácronico (a las que ya hemos hecho referenciacon anterioridad) quejustamente exploran el desarrollodel lenguaje como fenómeno que se presenta en un tiempo yespacio específico, por un lado y como desarrollo evolutivopor otro.Enfocadas las cosas desde este punto de vista, en relacionesinternacion<strong>al</strong>es podemos replantearnos de manera significativ<strong>al</strong>a interrogante sobre el surgimiento, tanto de nuestro objetomateri<strong>al</strong> como de nuestro objeto form<strong>al</strong>, para entender que nose trata de un debate meramente ocioso, sino de una preocupaciónre<strong>al</strong> por rastrear los orígenes que nos dan sentido, lo mismoontológica que epistemológicamente.Podemos entonces vislumbrar la posibilidad efectiva de plantearnosun análisis de coyuntura en el plano sincrónico (con eldesarrollo de una visión restringida en términos de <strong>al</strong>cance histórico)<strong>al</strong> mismo tiempo que planteamos un análisis históricoen el plano diacrónico (con el desarrollo de una visión ampliao flexible respecto <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance tempor<strong>al</strong> de nuestra búsqueda).La primera nos permite establecer fronteras tempor<strong>al</strong>es concretasa partir de las cu<strong>al</strong>es se pueden caracterizar órdenesinternacion<strong>al</strong>es específicos, por ejemplo, 1492, con el inicio dela expansión europea por el mundo o 1648, con la firma de lapaz de Westf<strong>al</strong>ia <strong>al</strong> término de la famosa guerra de los 30 años;la segunda mitad del siglo XVIII con el inicio de la Revolución


400David J. SarquísIndustri<strong>al</strong>, o 1815, con el Congreso de Viena y así sucesivamente,lo cu<strong>al</strong> significa que queda en manos de cada autor desarrollar elargumento pertinente para justificar la frontera tempor<strong>al</strong> específicaque eL desea establecer. Aunque, claro está, después tendrá queconvencer a los demás con la solidez de su argumento.La visión amplia, también llamada flexible, por otra parte,nos permite explorar un margen espacio-tempor<strong>al</strong> muchomás extenso (incluso, desde los orígenes mismos de la experienciacivilizadora de la humanidad) con el propósito de reconocersemejanzasy marcardiferencias <strong>al</strong> contrastardiversos órdenes internacion<strong>al</strong>esentre sí a lo largo del tiempo.Gracias <strong>al</strong> manejo simultáneo de ambos enfoques puedendefinirse de manera significativa, tanto la intensión (es decir, elsignificado específico que intentan transmitir) como la extensión(es decir, las instancias concretas en las que esa definición resultaaplicable) de los conceptos que requiere el desarrollo denuestra disciplina, para así <strong>al</strong>canzar el perfil de univers<strong>al</strong>idadque norm<strong>al</strong>mente exige el lenguaje de la ciencia.Bajo esta perspectiva, sin caer en el extremo de pensar en unahistoria distinta y exclusiva para los internacion<strong>al</strong>istas, bienpuede pensarse en un perfil histórico de la sociedad internacion<strong>al</strong>,mismo que, desde mi punto de vista resulta indispensablepara una mejor comprensión de cu<strong>al</strong>quier coyuntura que vayamosa an<strong>al</strong>izar (incluida la actu<strong>al</strong>) por única e inédita queésta nos pueda llegar a parecer.De esta manera, estamos construyendo una especie depuente que nos permite enlazar diferentes momentos históricosentre sí, para luego poderlos comparar a todos ellos sobrela base de un parámetro común: la evolución conjunta de unsolo <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, sin que ello nos lleve a perder devista en ningún momento las particularidades que caracterizana cada sub<strong>sistema</strong> específico. Esto nos permite, a su vez, vislumbrarsimultáneamente la unidad de la experiencia humanaen el contexto de la diversidad de manifestaciones sociocul-


Otros401rur<strong>al</strong>es en las que ésta se ha dado a lo largo y ancho del planetaa través del tiempo.Después de contemplar este majestuoso paisaje, el observadorpodrá decidir, con mejor conocimiento de causa, si es queprefiere centrar su esfuerzo an<strong>al</strong>ítico en el funcionamiento deltodo o en el de cu<strong>al</strong>quiera de las partes; aunque tendrá que reconocerque su propia visión sólo puede ser parci<strong>al</strong> (lo cu<strong>al</strong>, porcierto, no tiene por qué restarle mérito en forma <strong>al</strong>guna).Consideremos brevemente, a la luz de este criterio y a manerade ejemplo el caso de los actores que se desempeñan en elmedio internacion<strong>al</strong>. Por años polemizamos sobre el nombremás adecuado para designarlos. La polémica no fue un ejercicioinútil, ciertamente había más que el nombre enjuego; el nombrerepresentaba de <strong>al</strong>guna manera <strong>al</strong> conjunto de característicaspropias del objeto que teníamos en mente, de esta forma logramosevidenciar, a través del debate que la confrontaciónconceptu<strong>al</strong> no es una mera lucha de gustos; detrás de cadanombre está implícita una visión del mundo y un contextohistórico concreto que inevitablemente condiciona nuestro trabajode construcción teórica y, por ende, nuestra percepción dela re<strong>al</strong>idad.Pero la confrontación de ideas también nos mostró que detrásde las diferencias hay importantes elementos en común que debemostrabajar conjuntamente para hacer posible no sólo el entendimiento,sino también la comunicación no sólo entre especi<strong>al</strong>istas,sino entre éstos y el público en gener<strong>al</strong>.Así pudimos reconocer la necesidad de un término comúnpara el manejo de la noción de una entidad colectiva capaz degenerar hechos internacion<strong>al</strong>es, que afectan a otras entidades delmismo género y de ser afectada por los que ellos a su vez generan;es decir, una especie de sujeto gramatic<strong>al</strong>, a la vez creadory partícipe de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>. La fuerza del uso (fincadaen la necesidad de la precisión conceptu<strong>al</strong>) fin<strong>al</strong>mente handado carta de natur<strong>al</strong>ización <strong>al</strong> concepto de actor en las relacio-


David J. Sarquísnes internacion<strong>al</strong>es contemporáneas. Aunque ciertamente conuna connotación que supera y sintetiza las particularidades deldebate del cu<strong>al</strong> surgió.Ahora bien, ¿cómo puede abordarse el problema del análisisde los actores desde una perspectiva histórica? En la concepciónclásica (como resultado de la época en la que se formuló)la nación fue considerada como el actor por excelencia, motivopor el cu<strong>al</strong> se empezó a hablar de relaciones internacion<strong>al</strong>es parareferir un nuevo objeto de estudio. Pero resulta que ésta (comomodo de organización soci<strong>al</strong>) es un fenómeno hi.'itórico relativamentereciente en el contexto de la experiencia humana conjunta.Obviamente, los hombres no siempre han estado organizadoscolectivamente en naciones: éstas apenas empiezan aperfilarse muy pálidamente sobre el escenario histórico de laEuropa occident<strong>al</strong> hacia mediados del siglo XlV y no se consolidancomo proyecto de organización colectiva gener<strong>al</strong>izada sinohasta mediados del siglo XIX (¡SaO años después!).Ese largo recorrido histórico se ha traducido en serios problemasde precisión conceptu<strong>al</strong> en torno a la idea de la nación,mismos sobre los que ha especulado muy fructíferamente entreotros, el maestro Ortega y Gasset. 3D4 Pero no sólo eso, además,en los <strong>al</strong>bores de un nuevo milenio, la complejidad del mediointernacion<strong>al</strong> se ha incrementado sensiblemente en la medidaen que han surgido, a lo largo de los últimos dos siglos un grannúmero de nuevos actores, que aún estando de <strong>al</strong>guna maneraconectados con la experiencia nacion<strong>al</strong>, pueden distinguirseclaramente de ella, me refiero <strong>al</strong> caso de los organismos internacion<strong>al</strong>es(tanto de carácter gubernament<strong>al</strong> como no gubernament<strong>al</strong>),las empresas transnacion<strong>al</strong>es, los diversos grupos depresión, la opinión pública internacion<strong>al</strong>, los grupos <strong>al</strong> margende la ley (terroristas, narcotraficantes, etcétera).J(}4José Ortega y Gasset, Europa y la idea de nación, 1985, especi<strong>al</strong>mente pp. 53-59.


Esto crea un problema bastante serio para los an<strong>al</strong>istas dela re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>. Centrar el esfuerzo de reflexión enuna entidad tan volátil y poco consistente como la nación; taninsignificante en el contexto gener<strong>al</strong> de la historia implicaríadejar <strong>al</strong> margen todo el mundo de experiencias que de hecho podemosrescatar cuando vinculamos a la idea de la nación (desde susinicios hasta su consolidación a través de la adopción del modelode organización estat<strong>al</strong>), con la de sus antecesores (comomodos de organización soci<strong>al</strong>), desde la comunidad primitivaen adelante, pasando por los clanes, las gens, las tribus, los pueblos,etcétera, todos los cu<strong>al</strong>es, <strong>al</strong> interactuar entre sí (desmarcarterritorios, comerciar, hacerse la guerra, firmar la paz, etcétera)estaban generando importantes antecedentes que, en definitiva(cuando los conocemos) nos ayudan claramente a entender yexplicar con mayor precisión, por lo menos en su origen, el comportamientode las naciones modernas.Tenemos entonces que, <strong>al</strong> an<strong>al</strong>izar el concepto de actor de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es, no sólo nos vemos en la necesidadde dotar <strong>al</strong> término con un contenido propio que lo vuelva significativopara un momento y un lugar determinado, sino queademás, <strong>al</strong> pensar en las diversas entidades de la re<strong>al</strong>idad a lasque se les podría aplicar el nombre, tendremos que reflexionarsobre su perfil histórico.Esta idea tampoco es del todo novedosa, la gramática contemporáneanos enseña que, para el análisis del lenguaje podemosemplear las categorías de relaciones sintagmáticas y relacionesparadigmáticas. Las primeras nos permiten asociar correctamentelos términos gramatic<strong>al</strong>es en línea horizont<strong>al</strong> para expresar coherentementelas ideas que se generan en nuestra mente, es decir,nos permiten crear oraciones con significado, mientras que lassegundas nos permiten vincular entre sí a los distintos términosque, por su natur<strong>al</strong>eza gramatic<strong>al</strong> pueden desempeñar la mismafunción que sus semejantes en la oración. Así se forman las familiasde p<strong>al</strong>abras que, a pesar de tener distinto significado, puedendesempeñar el mismo papel gramatic<strong>al</strong>.


David J. SarquísSobre esta base se puede establecer que la idea de la nacióntiene un significado concreto que sólo es aplicable a las condicionesdel mundo moderno (relación sintagmática), pero tambiéntiene conexión con otros términos (comunidad primitiva, clan,tribu, pueblo, etcétera) que designan re<strong>al</strong>idades semejantes a ellas,aunque en contextos sociohistóricos diferentes (relaciones paradigmáticas),de donde podemos extraer experiencias que nosayuden a entender mejor a las comunidades nacion<strong>al</strong>es actu<strong>al</strong>es.¿Quiere esto decir, entonces que, efectivamente, no hay nadanuevo bajo el sol y que, de una u otra manera, incluso lo másaparentemente novedoso significa reformulaciones de los mismosviejos problemas de siempre bajo condiciones distintas? Meparece que para quienes adoptan un criterio histórico simplista,esto representa un serio riesgo en el que puede ser muy fácil caery con respecto <strong>al</strong> cu<strong>al</strong>, oportunamente nos <strong>al</strong>ertó Popper.Ciertamente puede ser muy tentador pensar que por mediode <strong>al</strong>gún esquema reduccionista (como el que pretende explicarla tot<strong>al</strong>idad de la conducta humana en términos de una inagotablelucha de poder, la cu<strong>al</strong> permea incluso los aspectos másíntimos de las relaciones interperson<strong>al</strong>es) uno puede dar cuentaintegr<strong>al</strong>, no sólo de cu<strong>al</strong>quier coyuntura posible, sino incluso eltot<strong>al</strong> de la experiencia histórica de la humanidad. En este sentido,no importa qué tan antigua o qué tan reciente sea la experiencia,el an<strong>al</strong>ista puede llegar a pensar que, efectivamente, el esquemaexplicativo ya está dado y, por lo tanto, no queda ningúnmisterio por resolver.An<strong>al</strong>izando las cosas bajo este criterio, uno no puede másque estar de acuerdo con Popper cuando sostiene que:se puede estudiar toda la historia que.se quiera, pero el río o cu<strong>al</strong>quierimagen similar siempre será una metáfora. No hay nadade re<strong>al</strong>idad en ella. Se estudia lo que ha sucedido en el pasado,pero ahora eso pasó y no se puede anticipar nada para que loayude o para que uno nade junto con él. 305JO\ Citado por Giancarlo Basseti, Karl Popper, La lección de este siglo, 2000, p. 14.


405Pero, por otro lado, también me parece que, sin lugar adudas, el especi<strong>al</strong>ista tiene que aprender a distinguir lo específicamentepropio y novedoso de una coyuntura en el contextode las fuerzas atempor<strong>al</strong>es que, de <strong>al</strong>guna manera, no dejan deejercer su propia influencia en el desarrollo de los acontecimientos.Esto significa para mí, que aun cuando no estemos buscandoleyes de carácter univers<strong>al</strong> que nos permitan predecir elfuturo, no podemos dejar de estudiar historia, si re<strong>al</strong>mentedeseamos entender de manera integr<strong>al</strong> cómo fue que se llegóa un momento coyuntur<strong>al</strong> específico.Bqjo esta perspectiva, coincido plenamente con la visión deAron, en el sentido de que todo estudio concreto de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es debe ser, a la vez histórico y sociológico encuanto que requiere de la búsqueda de regularidades en el devenirdel tiempo para la comprensión de coyunturas singulares. 306Maquiavelo, considerado por muchos como el padre de laciencia política moderna (es decir, el análisis de las cuestionesrelacionadas con la organización del poder político desde unaperspectiva cientifica) nos brinda un interesante ejemplo del<strong>al</strong>cance que tiene el análisis histórico comparado, cuando contrast<strong>al</strong>a experiencia sociopolítica en el proceso de formaciónde la joven república romana, con el manejo de los asuntos públicosen la República veneciana de su época con el propósito derescatar elementos para la consolidación de sus propias enseñanzas.En el proemio de sus Discursos sobre la primera década deTito Livio escribe el célebre florentino:cuando se trata de ordenar la república, de mantener el estado, degobernar el reino, organizar el ejército y llevar a cabo la guerra,juzgar a los súbditos o acrecentar el imperio, no se encuentra prfncipeni república que recurra a los ejemplos de los antiguos. Estoprocede, en mi opinión, no tanto de la debilidad a que ha conducidol"'Cfr. RayrnondAron, ¿Q/lé es una teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es?, 1998, p. 148.


David J. Sarquísel mundo la presente religión, o del m<strong>al</strong> que el ocio y la ambiciónhan causado en muchas provincias y ciudades cristianas como delno tener conocimiento verdadero de la historia y de no extraer <strong>al</strong> leerla,su sentido ni gozar del sabor que encierra. 307Si hurgamos en el expediente histórico seguramente podría-. mas encontrar toda una legión de autores que apoyan esta visiónsustentada por Maquiavelo (basta recordar, como ejemplo, queHobbes se encargó de traducir <strong>al</strong> inglés la obra del historiadorgriego Tucídides justamente por la importancia que atribuía <strong>al</strong>as enseñanzas del ateniense), pero no se trata de eso; no pretendofincar mi propia posición respecto de la importancia dela historia en un voto mayoritario.Para argumentar contra el presentismo simplista que menospreciael estudio de la historia, me gustaría tratar de replantearel problema de la utilidad que conlleva su estudio para elanálisis soci<strong>al</strong> en gener<strong>al</strong>, desde la perspectiva de las insustituiblesventajas que éste ofrece <strong>al</strong> investigador.Cuando se nos plantea que las cosas pueden de hecho cambiarhasta el punto de volver inútil toda la experiencia previamenteacumulada sobre cu<strong>al</strong>quier asunto particular, sencillamente seestá pasando por <strong>al</strong>to que: a) mientras no llega el cambio, lascosas tienden a permanecer relativamente constantes (ley de lainercia), y b) que aún bajo el esquema de los cambios más radic<strong>al</strong>es,hay aspectos de las cosas que tienden a permanecer, dedonde puede pensarse también en, por lo menos una utilidadparci<strong>al</strong> del conocimiento previamente adquirido.Si bien es cierto, particularmente en el área de los estudiossoci<strong>al</strong>es, que difícilmente se puede llegar a un conocimiento absolutode nuestros objetos de estudio (ya que, en efecto, éstos seencuentran en continuo movimiento), también lo es que podemosllegar a tener rangos de certeza bastante amplios sobre307 Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, 1996. p. 26.


407las cosas cuando las exploramos con detenimiento suficientecomo para llegar a entenderlas yeso resulta muy importante,ya que es precisamente sobre el margen de esos niveles de certidumbreque planificamos nuestras vidas, tanto en lo individu<strong>al</strong>como en lo colectivo. La certidumbre es, por lo tanto, unode los bienes más preciados a los que puede aspirar el hombre,es terreno firme sobre el cu<strong>al</strong> podemos apoyarnos en un mundocuyo constante devenir vuelve el sendero notablemente resb<strong>al</strong>adizoa cada paso.Ahora bien, desde mi punto de vista, la certeza de que <strong>al</strong>go escomo lo hemos planteado y no de otra manera, sólo puede procederde la experiencia. Es en este sentido que, a mi parecer, el estudio dela historia resulta fundament<strong>al</strong>, ya que contribuye a ampliar losmárgenes de certeza que podemos tener sobre nuestro objetode estudio.Como atinadamente ha señ<strong>al</strong>ado el maestro Ortega y Gasset:el hombre no tiene natur<strong>al</strong>eza; tiene historia (...) para comprender<strong>al</strong>go humano, person<strong>al</strong> o colectivo, es preciso contar una historia.Este hombre, esta nación hace t<strong>al</strong> cosa y es así, porque anteshizo t<strong>al</strong> otra y fue de t<strong>al</strong> modo. La vida sólo se vuelve un pocotransparente ante la razón histórica. 308Aquí puede observarse además, con toda claridad, la cruci<strong>al</strong>diferencia que hemos pretendido enfatizar en el desarrollode este trabajo, entre análisis histórico e historicismo; mientrasque éste último nos convierte en peones de una fuerza abstractay preestablecida, el primero nos deja un importante margen deacción como constructores de nuestro propio destino, t<strong>al</strong> comolo desea Popper en su universo abierto.Obviamente que, como de manera muy oportuna lo haseñ<strong>al</strong>ado Aran, existen formas diversas de hacer historia: no eslo mismo relatar que an<strong>al</strong>izar, como tampoco es igu<strong>al</strong> pretenderhacer un registro objetivo de los acontecimientos, que tenerJO, José Ortega y Gasset, La historia como <strong>sistema</strong>, 1984, p. 77.


408............D."avid J. Sarquísconciencia de que estamos interpretando lo que percibimos comomás relevante. También puede señ<strong>al</strong>arse que hay una diferenciaimportante entre centrar la atención en el hecho singular, ytratar de captar el devenir tempor<strong>al</strong> como un proceso; o entrebuscar el rasgo de las particularidades por encima de la esenciade las gener<strong>al</strong>idades antes que a la inversa. 309¿Cuál sería entonces el enfoque más apropiado para el estudiode la historia desde una perspectiva internacion<strong>al</strong>? En otrasp<strong>al</strong>abras, ¿de qué manera resultaría más benéfico para el internacion<strong>al</strong>istael conocimiento de la historia? Sin pretender formularuna respuesta categórica, a la manera de una receta univers<strong>al</strong>menteaceptada, me parece que, si aceptamos la idea de lanatur<strong>al</strong>eza holista de nuestra disciplina, el internacion<strong>al</strong>istatendría que pensar en la historia desde una perspectiva igu<strong>al</strong>menteintegracionista en la que, la idea del proceso debe tenerpreeminencia sobre la del hecho singular y la búsqueda de lasregularidades prev<strong>al</strong>ecer sobre la de la especificidad.Tampoco debe olvidarse que, como ya hemos señ<strong>al</strong>ado, nosólo estudiamos la historia con el afán de incrementar nuestrobagaje cultur<strong>al</strong>, sino especi<strong>al</strong>mente con el propósit.o de conocerla trayectoria tempor<strong>al</strong> de <strong>al</strong>gún orden internacion<strong>al</strong> concreto;es el todo lo que nos interesa por encima de las particularidadesque puedan exhibir las partes.Así, por ejemplo, si deseamos abordar el caso de la culturagriega, antes que el deta]]e específico de los nombres y las fechasrelevantes señ<strong>al</strong>ados por los historiadores, los cu<strong>al</strong>es prontopodrían saturarnos, convendría empezar por preguntarnos quéaspectos de ésta son relevantes para la comprensión del :;isLema internacion<strong>al</strong>contemporáneo. Esta conexión resulta vit<strong>al</strong>; mientras noseamos capaces de establecer una línea de vinculación sólidaque vuelva relevantes para la comprensión del presente, los acontecimientosque exploramos en el pasado, sencillamente no deja-"lOR. Aron, op. cit., pp. 148 150.


Otros.. aspectos epistemológicos'~'~~"~''''fiIL ~~~~~ .~.~ _.~... _~ .~_.~.._.. _~ ... .~.~.~~iQ~rán de ser una curiosidad anecdótica que, en el mejor de los casos,apenas y nos servirán para impedir que avance la ignorancia(como ocurriría en el juego del Maratón).Si, continuando con nuestro ejemplo, logramos identificarque los griegos vivieron en un microcosmos caracterizado porla existencia de diversas entidades políticamente autónomas,vinculadas entre sí por su cultura, pero carentes de una autoridadcentr<strong>al</strong> consistente y duradera podremos entender muchomejorlarelevancia de suestudio para el mundocontemporáneo.Si luego podemos observar que el esquema se ha repetido endiversas épocas y latitudes del planeta (1os reinos guerreros delos chinos en el siglo 11 a.e. o en las repúblicas it<strong>al</strong>ianas delsiglo XIV de la era cristiana podremos entonces apreciar muchomejor el significado de la idea de continuidad en la historia. 31OPor supuesto que, en este punto, la labor del docente adquiereuna importancia decisiva para el aspirante a internacion<strong>al</strong>istaque, para bien o para m<strong>al</strong>, en condiciones norm<strong>al</strong>es, tanto dependede la guía del maestro. Es claro que difícilmente podremosenseñar cu<strong>al</strong>quier aspecto particular de un desarrollo histórico quenosotros mismos desconocemos en su conjunto, como también esbastante claro que poco podremos motivar <strong>al</strong> <strong>al</strong>umno a explorarla historia de manera crítica si nosotros mismos carecemosdel interés básico para hacerlo.En este sentido, por supuesto que lo más deseable es queel propio docente esté convencido de la importancia del análisishistóricoy que lo practique, sólo así podrá, en efecto, contribuira enriquecer la visión histórica de sus <strong>al</strong>umnos. En ésta, comoen otras áreas, creo que también existe un largo camino porrecorrer en términos del desarrollo de una didáctica apropiadapara el estudio de la historia con perspectiva internacion<strong>al</strong>ista.A partir de aquí será mucho más fácil empezar a trabajar con;"'Cfr. Rouerl Jackson. "The evolution of internationa! society". en John Baylis ySteve Smith, The Glob<strong>al</strong>ization ofworld politics: An introduction to intemation<strong>al</strong> relations,1997, pp. 33-48.


David J. Sarquíslas nociones básicas que, en efecto requiere el estudio contemporáneode las relaciones internacion<strong>al</strong>es: actores, factores, mediointernacion<strong>al</strong>, orden internacion<strong>al</strong>, procesos, <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>,etcétera, mismas que, en definitiva, corren el riesgo de volversep<strong>al</strong>abras huecas en ausencia de un sustento histórico claramentedefinido.CONCLUSIONESPara terminar con este apartado, me gustaría presentar brevementelas princip<strong>al</strong>es conclusiones a las que me ha llevadoeste capítulo de mi investigación:a) En primer término, me parece fundament<strong>al</strong> enfatizar que no eslo mismo el análisis histórico que el historicismo. El primeropretende una reconstrucción inteligible y racion<strong>al</strong> del pasadohumano, sin que ello implique la revelación de un "plan maestro"o un "gran designio" que por sí mismo dota de significadoa los hechos. El historicismo, en cambio sí se esfuerza conscientementepor descubrir las leyes univers<strong>al</strong>es e inmutables quedeterminan indefectiblemente el curso de la historia.b) En función de lo anterior, creo que la concepción de la historiacomo esa fuerza sobrenatur<strong>al</strong> que encarnaba un plan gener<strong>al</strong> que,si <strong>al</strong>guna vez llegábamos a captar, nos iluminaría para siempreel curso det<strong>al</strong>lado de los acontecimientos y nos permitiría considerarlacomo un devenir preconcebido, debe ser sustituida por laidea de un esfuerzo racion<strong>al</strong> que simplemente se ocupa de revelarla trama de los acontecimientos pasados sin implicaciones deterministas.e) Una vez hecha esta distinción, me parece que la disyuntivaentre historia y coyuntura es en re<strong>al</strong>idad una f<strong>al</strong>sa dicotomía,que sólo demanda de una selección determinada por preferenciasvocacion<strong>al</strong>es, más no por rigor epistemológico,d) de hecho, bien puede decirse que ambos enfoques resultan nosólo plenamente compatibles entre sí, sino que incluso son mutuamentecomplementarios. Si deseamos una imagen integr<strong>al</strong> de


la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> como proceso en continuo movimiento, tendremosque tomar en cuenta las aportaciones procedentes deambos campos de investigación.e) Esto no significa que el mismo an<strong>al</strong>ista tenga que llevar a caboambas indagaciones por cuenta propia, pero, sin importar cuálde ellas elija, de conformidad con sus preferencias, inevitablementetendrá que estar <strong>al</strong> tanto de lo que se hace en la otra; despuésde todo, no hay que perder de vista que sólo llegamos <strong>al</strong> presentepor la ruta del pasado, pero retornamos <strong>al</strong> pasado por la vía delpresente.n Ciertamente debe reconocerse que todas las ciencias soci<strong>al</strong>estienen un importante componente histórico (pues los hechos quean<strong>al</strong>izan ocurren en el devenir del tiempo), no obstante, <strong>al</strong> estaren fase de desarrollo, estos hechos tienen una etapa que aún nopertenece <strong>al</strong> dominio de la historia como disciplina y, por lotanto, no pueden ser explicados por ella.g) La historia se puede apreciar entonces como un elemento necesario(aunque no suficiente) para comprender el acontecer soci<strong>al</strong>,sobre todo cuando está referido <strong>al</strong> presente, ya que entonces, ésteadquiere sus propias particularidades, las cu<strong>al</strong>es hacen necesarioe insustituible <strong>al</strong> análisis de coyuntura.Desde esta perspectiva de complementariedad, resulta claroque un análisis integr<strong>al</strong> de cu<strong>al</strong>quier aspecto de la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong> contemporánea tiene que ser, <strong>al</strong> mismo tiempo,un buen análisis histórico.


Aproximaciones <strong>al</strong> análisis prácticoen relaciones internacion<strong>al</strong>esNuestro mundo es grande y complejo. Las relaciones internacion<strong>al</strong>esresultan fascinantes como tema de estudio porque involucran pueblos yculturas por todo el planeta. El <strong>al</strong>cance y la complejidad de las diversasformas de interacción entre estos grupos hacen de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es un gran desafío como objeto de estudio.JOSHlIA GOLDSTEININTRODUCCIÓNPARA LOS detractores del análisis teórico de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, la supuesta f<strong>al</strong>ta de conexión delesfuerzo de abstracción con la re<strong>al</strong>idad constituye unode los problemas princip<strong>al</strong>es para los estudiosos de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es. La mayoría de los críticossostiene que el análisis teórico adolece de la grave f<strong>al</strong>lade "distanciarse de los hechos" y concentrarse en la elaboraciónde modelos, la mayor parte de los cu<strong>al</strong>es cumplen,por lo menos en primera instancia, una funciónclaramente más vinculada con necesidades ideológicasque como respuesta re<strong>al</strong> a los problemas del conocimiento,especi<strong>al</strong>mente en su vertiente científica.En otras p<strong>al</strong>abras, se le acusa <strong>al</strong> teórico de no "aterrizar"sus propuestas conceptu<strong>al</strong>es en explicaciones concretasde fenómenos re<strong>al</strong>es y concretos. El desarrollo de413


414este capítulo fin<strong>al</strong> tiene como propósito tratar de subsanar esadeficiencia, aplicando el esfuerzo conceptu<strong>al</strong> desplegado hastaahora en un par de casos concretos de actu<strong>al</strong>idad en la agendainternacion<strong>al</strong> contemporánea con la intención de hacerlos másfácilmente legibles a los ojos de los observadores de la escenainternacion<strong>al</strong>.La cuestión de la culturaen el estudio contemporáneode las relaciones internacion<strong>al</strong>esEl estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es propiamente dichoha evolucionado históricamente, como en el caso de otras disciplinas,a partir de la concepción que se tiene de su objeto de estudio.No obstante, la tarea de identificación de un objeto de estudiopropio y univers<strong>al</strong>mente aceptado entre los internacion<strong>al</strong>istasno ha sido tarea fácil. Antes <strong>al</strong> contrario, precisamente dada sudificultad, la consolidación de una disciplina autónoma de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es se havisto severamente obstaculizada.Si bien es cierto que entre la mayoría de los estudiosos de losfenómenos soci<strong>al</strong>es se acepta intuitivamente que la interacciónentre diversas colectividades humanas cuenta con el potenci<strong>al</strong>para configurar un ámbito de estudio propio, muchos no logranvisu<strong>al</strong>izarlo como un campo de análisis separable de otros esfuerzosde entendimiento de lo soci<strong>al</strong>, como la economía, el derecho,la ciencia política, la historia o la sociología.En este sentido, las relaciones internacion<strong>al</strong>es han sido consideradastradicion<strong>al</strong>mente, en el mejor de los casos, como subdisciplinao rama de especi<strong>al</strong>ización de <strong>al</strong>guna otra área. T<strong>al</strong> comohemos visto los capítulos precedentes, cuando, en el origen denuestro desarrollo disciplinario se planteó como objeto de estudioel análisis de la normatividad reguladora de la relación entre estadosnacion<strong>al</strong>es, se nos colocó bajo la tutela del derecho; cuandofin<strong>al</strong>mente se aceptó que los estudios internacion<strong>al</strong>es implica-


Aproximaciones <strong>al</strong> análisis práctico~~'~~--'--'-~'-'~~-~--~---l'l----""~'--'-~-"'-"-'--"_~_415Iban <strong>al</strong>go más que el mero análisis normativo, se nos remitió <strong>al</strong>ámbito de la ciencia política; cuando la insuficiencia de ese enfoquepuso en evidencia la necesidad de incluir en el análisis delas relaciones internacion<strong>al</strong>es una mayor cantidad de variablesdel comportamiento soci<strong>al</strong>, la matriz disciplinaria se transfirió<strong>al</strong> terreno de la sociología. Incluso, en <strong>al</strong>gún momento dado,el traslape natur<strong>al</strong> ocasionado por la evolución tempor<strong>al</strong> de losacontecimientos nos remitió a la esfera de competencia de lahistoria.Las dificultades para la ubicación de la disciplina en el contextomás amplio de la ciencia soci<strong>al</strong> han traído aparejada la problemáticarelativa <strong>al</strong> nombre mismo de este ejercicio disciplinarioque implica el estudio de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>; fin<strong>al</strong>mente,el nombre de relaciones internacion<strong>al</strong>es, adoptado más por convenciónque por conveniencia conlleva el grave obstáculo deimpedir una diferenciación clara y de primera mano entre elobjeto form<strong>al</strong> y el objeto materi<strong>al</strong> que nos dan razón de ser comoprofesion<strong>al</strong>es. 311La intención de identificar un objeto de estudio propio para lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es no es mera necedad infundada. Resultaclaro que cu<strong>al</strong>quier desarrollo disciplinario es una función de esteproceso. También es claro, como ya hemos visto, que ningunadisciplina soci<strong>al</strong> puede ser enteramente independiente, de dondenace la idea de la inter y la multidisciplinariedad en el estudiode todo lo soci<strong>al</strong>. No obstante, un ámbito de análisis propio implicael reconocimiento de una problemática específica que aunteniendo un origen común en la condición humana, exhibe característicasque sólo pueden ser aprehendidas desde un planodistinto <strong>al</strong> de las otras disciplinas soci<strong>al</strong>es. Es precisamente eneste sentido que se vuelve significativa la idea, claramenteexpuesta por la teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>s, en el sentido de que311 Cfr. Leandro García Rubio, "La aprehensión de la escena internacion<strong>al</strong>, desde losasuntos mundi<strong>al</strong>es hasta las relaciones internacion<strong>al</strong>es", Lecturas básicas para la introducción<strong>al</strong> estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1998, pp. 117-131.


416David J. Sarquísel todo representa <strong>al</strong>go más que la mera suma mecánica de laspartes, idea contraria a la expresada por Occam, para quien,praeter illas partes absolutas nulla res est 312 y que ya hemos exploradocon detenimiento en el segundo capítulo de esta obra.Cuando fin<strong>al</strong>mente se constata que el estudio de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es va más <strong>al</strong>lá del análisis de las políticas exterioresde los estados y que, por ejemplo, los procesos de integraciónregion<strong>al</strong>, efectivamente están dando lugar <strong>al</strong> surgimiento denuevos actores sobre el escenario internacion<strong>al</strong>, la incorporaciónde nuevas variables exige, <strong>al</strong> mismo tiempo de fórmulas novedosaspara volvernos a representar a nuestro objeto de estudio.Es así como cobraron forma históricamente, los modelos an<strong>al</strong>íticosen los que el escenario internacion<strong>al</strong> era representado, porejemplo como el terreno de confrontaciones ideológicas entrebloques irreducibles, este-oeste o como el ámbito de luchaentre actores económicos como la burguesía y el proletariadoo el norte y el sur.Este esfuerzo de representación del escenario internacion<strong>al</strong>en la mente del an<strong>al</strong>ista no es un mero ejercicio ocioso. Constituyede hecho la esencia misma del trabajo teórico. De la formacomo nos representamos a nuestro objeto de estudio dependen,en gran medida tanto los mecanismos que desarrollamos paraabordarlo como los elementos que incluimos en el intento cognoscitivo;huelga decir que, desde esta perspectiva, los resultadosmismos de nuestro estudio quedan sensiblemente condicionadospor la perspectiva de análisis que se adopta. Teniendo enmente el enfoque sistémico que ya hemos descrito, vamosahora a incorporar en él una variable de análisis adicion<strong>al</strong>.La variable de la cultura en el análisis internacion<strong>al</strong>Desde que Huntington publicó su célebre artículo "Choque delas civilizaciones" en la revista Foreign Affairs a principios de laJ12 Fuera de las partes no hay absolutamente nada.


... f\.pr~()~EJ:~


418David J. SarquísUna afirmación tan categórica como ésta requiere, ciertamente,de una precisión conceptu<strong>al</strong> mucho más rigurosa quela que Huntington nos ofrece en su célebre trabajo, en dondeexclusivamente postula la idea de que, hoy en día resulta máslógico clasificar a los países en función de su cultura que enfunción de sus <strong>sistema</strong>s políticos o económicos y de su grado dedesarrollo. La cuestión de la cultura, según él "se define, tantopor elementos objetivos comunes (idioma, historia, religión, costumbres,instituciones) como por autoidentificación subjetivade la gente". 316 Y aunque la definición no deja de ser cierta,estrictamente hablando es poco lo que esclarece en términosde un mayor y más preciso conocimiento soci<strong>al</strong>.Si bien es cierto que la clasificación de los grupos humanospuede hacerse siguiendo una gran variedad de criterios (raza, cosmovisión,tipo de <strong>al</strong>imentación o nivel de belicosidad, etcétera),317me parece que, desde el punto de vista del análisis soci<strong>al</strong>, aúnen el contexto de un mundo glob<strong>al</strong>izado, la experiencia demuestraque el régimen político-económico, junto con su correspondientenivel de desarrollo siguen siendo los criterios más útiles y v<strong>al</strong>iosospara la comprensión de sociedades particulares, a pesarde las ventajas comparativas que ofrece el criterio de la culturacomo guía de clasificación. De no ser así, resultaría particularmentedifícil explicar, por ejemplo, por qué avanza mucho másrápido el proyecto de integración de la Unión Europea, donde elmosaico cultur<strong>al</strong> es mucho más heterogéneo, que el de AméricaLatina, donde aparentemente hay mayor homogeneidad cultur<strong>al</strong>.En otro orden de cosas, si la recomposición del escenariointernacion<strong>al</strong> se hubiera dado en los términos sugeridos por316 Ibidem, p. 23.317 Este País publica un interesante artículo de Michael Lind intitulado"¿Occidente ycivilización?", en el que justamente se intenta una origin<strong>al</strong> reclasificación de gruposcultur<strong>al</strong>es sobre la base específica del tipo de interpretación religiosa que cada uno deellos tiene. El trabajo resulta interesante porque justamente muestra lo f<strong>al</strong>az que es laidea de presentar a las grandes religiones como grupos monolíticos que constituyenla base de una cultura, cfr. núm. 130, enero de 2002, pp. 2-7.


Huntington, hace casi una década, el mundo islámico (que esen re<strong>al</strong>idad una impresionante diversidad en sí mismo, comoatinadamente señ<strong>al</strong>a Lind) habría reaccionado "en conjunto"ante las reiteradas agresiones de Occidente contra Iraq o, másrecientemente, habrían respondido <strong>al</strong> llamado de Osama BinLaden para la defensa organizada del Islam, desde Marruecoshasta Indonesia, cosa que evidentemente no ocurrió. En cambio,lo que observamos es que Estados Unidos ha hecho un marcadoesfuerzo precisamente por evitar que los ataques en contradel terrorismo enAfganistán vayan a ser percibidos como un conflictode raíces cultur<strong>al</strong>es, es decir, como una confrontación entreOccidente y el Islam. Tampoco hubo visos de solución por lavía de la identidad cultur<strong>al</strong> en los casos de la guerra en Bosniani en Kosovo.El tema de la cultura es, sin lugar a dudas un área que ofreceamplias posibilidades para la comprensión integr<strong>al</strong> del fenómenohumano y cuenta con una enorme variedad de vertientesque, ciertamente, resulta necesario y muy interesante explorarpara conocer más en det<strong>al</strong>le sobre las particularidades que diferenciana los grupos humanos entre sí.No obstante, más <strong>al</strong>lá de la clara sugerencia de complejidad,que implica el número de definiciones en torno a ella, la abundanciade ideas sobre un mismo fenómeno, como es el caso dela cultura, ha hecho pensar a los críticos más severos que difícilmentepuede encontrarse en él <strong>al</strong>go con la suficiente solidezcomo para convertirlo en un instrumento teórico-an<strong>al</strong>ítico útilen la reflexión sobre los asuntos referidos a la organizacióncolectiva de los seres humanos. 318318 En una de las posiciones más críticas contra la idea de la cultura como aglutinadarepistemológicamente sólido de los grupos humanos tenemos <strong>al</strong> ya clásico trabajo deRudolf Rocker, Nacion<strong>al</strong>ismo y cultura, cuyo libro segundo, capítulo VIII se titula específicamente:La ilusión de los conceptos de cultura nacion<strong>al</strong>, donde se maneja la tesisconcreta de que "todos somos hijos de esta tierra y estamos sometidos a las mismas leyesde la vida, que tienen su expresión más element<strong>al</strong> en el hambre y en el amor"; tesis que,evidentemente se concentra más en las semejanzas que nos unen que en las diferenciasque nos separan como seres humanos, Editori<strong>al</strong> Alebrije, sin registro, pp. 401-416.


420David J. SarquísEn efecto, <strong>al</strong> amparo del tema de la cultura se han elaboradolas más diversas elucubraciones sobre la problemática soci<strong>al</strong> delhombre; desde la referida a los mod<strong>al</strong>es y las buenas costumbres,pasando por la capacidad para distinguir entre los buenosvinos y el cúmulo de conocimientos suficiente para participaren concursos televisivos o vencer a la ignorancia en juegos demesa, hasta la definición de la coherencia grup<strong>al</strong> interna comofunción de un determinado conjunto de v<strong>al</strong>ores soci<strong>al</strong>es y undeterminado estilo de vida, pasando por los más inverosímilesestereotipos de los grupos humanos según un cierto origencultur<strong>al</strong>.319En función de lo anterior, los detractores más benignos deestos enfoques opinan que la cultura es, a fin<strong>al</strong> de cuentas <strong>al</strong>gotan difuso, tan etéreo, que de <strong>al</strong>guna manera se presta paratodo... o casi todo en materia de reflexión soci<strong>al</strong> y, puesto queel estudio de aspiraciones científicas exige claramente de unsólido rigor conceptu<strong>al</strong>, es obvio que una "teoría de la cultura"se presta poco para explicar de manera satisfactoria la complejadinámica de la sociedad, sobre todo en su dimensión internacion<strong>al</strong>contemporánea.Estamos entonces ante un interesante panorama epistemológicoen el que, por un lado hay quienes, como Huntington venen el concepto de cultura una aparentemente nueva panaceaexplicativa de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>,320 mientras que por otro hayquienes, como Rocker, ven en la cultura un aspecto meramentesuperestructur<strong>al</strong> y, por lo tanto cambiante, producido porambientes históricos concretos.319 Entre los europeos, como en otras partes del mundo circulan gran cantidad deanécdotas humorísticas referidas precisamente a las características distintivas de los diversosgrupos cultur<strong>al</strong>es de la región. Una de las más conocidas señ<strong>al</strong>a que "el cielo esaquel lugar en el que, los franceses son los cocineros, los <strong>al</strong>emanes son los técnicos ylos ingleses son los policías, mientras que el infierno es el sitio en el que los inglesesson los cocineros, los franceses son los técnicos y los <strong>al</strong>emanes son la policía"..110 En este sentido es interesante la posición de Sowell, quien lleva la variable cultur<strong>al</strong>casi <strong>al</strong> nivel de un determinante genético. Cfr. Thomas Sowell, Raee and Culture, 1994.


¡\pr.c>~IIl~c:!.c>E~S <strong>al</strong> análisis prácticoPor otra parte, también es claro que ante la ruptura paradigmáticaque significó el inesperado fin de la Guerra Fría, las viejasherramientas conceptu<strong>al</strong>es forjadas <strong>al</strong> c<strong>al</strong>or de la lucha bipolarparecen haber revelado con mayor contundencia y definitividadsus insuficiencias. Las categorías exclusivamente económicas opreferentemente políticas del análisis line<strong>al</strong> que predominó enel escenario intelectu<strong>al</strong> propio de la segunda mitad del siglo xxdejaron de ser adecuadas para explicar de manera integr<strong>al</strong>, lacrecientemente compleja re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> que desde fin<strong>al</strong>esde la década de los ochenta del siglo pasado se proyecta haciael siglo XXI.Fenómenos nuevos como la integración glob<strong>al</strong> de los mercadosen el mundo y las necesidades que su consolidación planteaa las economías nacion<strong>al</strong>es en términos de espacios de libertadpara la circulación de capit<strong>al</strong>es y mercancías; el prodigioso desarrollode las tecnologías de la información, que han ampliadoel poder de acción del capit<strong>al</strong> financiero y transformado los esquemasclásicos de la inversión productiva, así como el enormeimpacto soci<strong>al</strong> que todo ello ha generado, entre muchas otrascosas, efectivamente exige el empleo de nuevas categorías deanálisis y la construcción de nuevos modelos an<strong>al</strong>íticos paraabordar con un intento de explicación la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>del mundo contemporáneo.Desde este punto de vista, es claro que las notables transformacionesvividas en el escenario internacion<strong>al</strong> desde principiosde la última década del siglo pasado requieren de una reformulaciónde nuestras representaciones tradicion<strong>al</strong>es de l<strong>al</strong>lamada re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.En este sentido, la necesidad de reformular los viejos esquemasteóricos, incorporando nuevas variables y categorías, eincluso, la necesidad aún mayor de crear nuevos planteamientos,queda ampliamente justificada por sí misma y desde estepunto de vista, los partidarios del estudio de la cultura comovariable an<strong>al</strong>ítica estiman que las cuestiones cultur<strong>al</strong>es se per-


422filan como candidatas natur<strong>al</strong>es para responder a los imperativosepistemológicos de los nuevos tiempos.321Esto es así debido a que, precisamente a través del análisisde la variable cultur<strong>al</strong>, en su sentido más amplio se aprecia yse aprehende, no sólo el proceso de formación y consolidaciónde los grupos humanos y el desarrollo de las características quehacen distintivos a cada uno de ellos sino que además, a travésde esta variable se estudia aquello que les da coherencia internay fort<strong>al</strong>ece la dinámica de las le<strong>al</strong>tades soci<strong>al</strong>es generadoras desentimientos de pertenencia a una colectividad, a la vez que seexploran los caminos de la institucion<strong>al</strong>ización que buscan armonizarlos intereses, muchas veces conflictivos de los subgruposque integran el todo soci<strong>al</strong>. Estos procesos son de particularimportancia porque ellos definen justamente los niveles deidentidad grup<strong>al</strong> entre los miembros de la comunidad, la cu<strong>al</strong>constituye a su vez la base de la acción colectiva en los escenariossoci<strong>al</strong>es, tanto loc<strong>al</strong>es como internacion<strong>al</strong>es.Precisiones conceptu<strong>al</strong>es sobrela cultura para el análisis internacion<strong>al</strong>Sin pretender <strong>al</strong>canzar el carácter exhaustivo de una definiciónform<strong>al</strong>, en términos gener<strong>al</strong>es podemos decir que la cultura, ensu acepción más amplia, comprende el conjunto de creencias,costumbres, prácticas y hábitos que establecen las reglas y procedimientospara la vida en colectividad y no sólo la parte delrefinamiento espiritu<strong>al</strong> y la creación estética con la que muchasveces se le asocia. La mayoría de los estudiosos del fenómenosoci<strong>al</strong>, desde filósofos hasta juristas han coincidido en que la321 Existen importantes antecedentes para el análisis soci<strong>al</strong> integr<strong>al</strong> a partir de unenfoque que define el comportamiento colectivo como función de un detenninado espíritucultur<strong>al</strong> en las obras de autores como Gustavo Le Bon, fundador de la Psicología de masas,Gobineau, Chamberlain y Woltmann. Posiblemente una de las obras más importantes,heredera de esta tradición decimonónica, es el trabajo monument<strong>al</strong> de Arnold Toynbeesobre la Historia de las civilizaciones.


vida soci<strong>al</strong> sólo es posible en hábitos regulados, ya sea de maneraconsensu<strong>al</strong> o impositiva, pero debidamente normados para asíhacer previsible la existencia de los seres humanos.En este sentido es claro que toda cultura tiene sus aspectosmateri<strong>al</strong>es y sus aspectos inmateri<strong>al</strong>es. Los primeros incluyentoda la evidencia física concreta a través de la que se pone demanifiesto la forma como está organizada una comunidad (susartefactos, artesanías, herramientas, construcciones, etcétera,hasta sus obras de arte) mientras que los segundos abarcan lono tangible (que se expresa en sus usos y costumbres, su manerade hablar, su ideología y sus corrientes artísticas). Se supone,por cierto, que la cultura materi<strong>al</strong> es norm<strong>al</strong>mente una expresiónde la cultura no materi<strong>al</strong> predominante en un momentodeterminado. Así, por ejemplo, nuestras pirámides enTeotihuacanson hoy en día un gran monumento a una cultura muerta.De este modo, puede decirse que la cultura es el conjunto defactores que permite a un grupo humano relativamente independienteautoperpetuarse a través de la organización colectiva.La organización colectiva se vuelve entonces un factorcultur<strong>al</strong> que los hombres pueden transmitir a sus descendientesa través de procesos cultur<strong>al</strong>es como la educación, lo cu<strong>al</strong> hacedel hombre, en efecto, un ser distintivamente cultur<strong>al</strong>.Pero más importante aún, sobre todo desde el punto de vistadel estudio contemporáneo de las relaciones internacion<strong>al</strong>es esel hecho de que, 'también a través del análisis sociocultur<strong>al</strong> setipifican las diferencias que distinguen a los grupos humanosentre sí y que posibilitan la percepción y la comprensión delos otros como actores participantes de un escenario internacion<strong>al</strong>compartido; más aún, como entidades sustantivas que permitenel desarrollo mismo del concepto de relaciones internacion<strong>al</strong>es,tanto en el plano del objeto materi<strong>al</strong> como en el del form<strong>al</strong>dentro de esta disciplina. 322J22 Para una distinción más det<strong>al</strong>lada entre objeto materi<strong>al</strong> y objeto form<strong>al</strong> de ladisciplina, cfr. Rafael C<strong>al</strong>duch, Relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1991, especi<strong>al</strong>mente el capítulo1, pp. 19-27.


David J. SarquísHay aquí entonces un filón enorme que el pensamientointernacion<strong>al</strong> contemporáneo tiene que rescatar. La tarea no esfácil, habrá que empezar por repensar muchos de los conceptosy categorías del análisis tradicion<strong>al</strong> de la cultura para dotarlos delrigor necesario de la perspectiva científica y así evitar la incómodasensación de orfandad paradigmática que de repente nospresenta a "la cultura" como un asidero conveniente en un momentode crisis teórica, característica de los tiempos de transiciónabrupta en la organización soci<strong>al</strong>.No obstante, también es claro que el camino para convertir<strong>al</strong> tema de la cultura en el centro de un desarrollo teórico de pretensionesparadigmáticas en el estudio contemporáneo de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es es aún largo y no está del todo exentode las tentaciones simplificadoras que en <strong>al</strong>gún momento hicieron,por ejemplo de los procesos productivos o de la lucha por elpoder} líneas de explicación caus<strong>al</strong> que, empleadas de maneraaislada o descontextu<strong>al</strong>izada terminaron por generar visionesdistorsionadas de la compleja re<strong>al</strong>idad que supuestamente estabanintentando dilucidar.En este sentido, el análisis soci<strong>al</strong> contemporáneo, inspiradoen las formas de proceder de la ciencia moderna ha llegado auna firme convicción sobre la virtu<strong>al</strong> imposibilidad de explicarcu<strong>al</strong>quier objeto de estudio de manera line<strong>al</strong> y con base en unasola causa, a pesar de lo tentador que siempre resultan losmodelos de la simplificación.Es conveniente, por lo tanto empezar por señ<strong>al</strong>ar que elestudio de la variable cultura puede darse entonces en dos planosseparables pero siempre convergentes; por una parte, el de laacción intragrup<strong>al</strong>, es decir entre los miembros de una mismacomunidad y por la otra el del contacto con los otros; o sea,los que son cultur<strong>al</strong>mente distintos y pertenecen a otros gruposhacia el exterior. Mientras que el estudio de la sociología y el restode las llamadas ciencias soci<strong>al</strong>es se aboca <strong>al</strong> primer aspecto, elestudio específico de las relaciones internacion<strong>al</strong>es está orientado


justamente en la segunda dirección, hacia la nueva dimensiónde la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> que surge precisamente del contacto entrecolectividades humanas diferenciadas.Siguiendo esta línea de pensamiento puede decirse que, hoyen día, la existencia misma de un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, como entidadintegr<strong>al</strong>, diferenciada y diferenciable en el contexto de lacompleja re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, capaz de fungir como objeto de estudioespecífico para el grupo disciplinario de los especi<strong>al</strong>istas enrelaciones internacion<strong>al</strong>es,323 el cu<strong>al</strong> permite distinguir su trabajoan<strong>al</strong>ítico del de los politólogos, sociólogos o economistas,se define en términos de la convivencia que establecen entre sídiversos grupos humanos, los cu<strong>al</strong>es en un momento dado compartenun determinado espacio histórico y geográfico, que a suvez define las características propias de lo que llamamos unescenario internacion<strong>al</strong>.En otras p<strong>al</strong>abras, <strong>al</strong> hablar de la sociedad internacion<strong>al</strong>, ysi se quiere, con mayor precisión, de <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, nosreferimos a, ese ámbito de acción sobre el cu<strong>al</strong>, bajo la influenciade una serie defactores de diversa índole (económica, política,soci<strong>al</strong>, cultur<strong>al</strong>, etcétera) se desempeñan toda esa gama degrupos humanos que hemos mencionado, en c<strong>al</strong>idad de actoresinternacion<strong>al</strong>es, los cu<strong>al</strong>es, <strong>al</strong> mismo tiempo pueden ser an<strong>al</strong>izados,desde la perspectiva más gener<strong>al</strong> como entidades cultur<strong>al</strong>es.Uno de los rasgos más importantes en la génesis de este escenarioes que cada una de las agrupaciones que lo integra tienesus propias autoridades, por lo que cada una de ellas conform<strong>al</strong>o que Aran llamó una entidad políticamente autónoma, la cu<strong>al</strong>constituyó en un momento dado del desarrollo disciplinario la12J El tema del objeto de estudio propio para los internacion<strong>al</strong>istas ha sido causa deun intenso debate desde hace mucho tiempo, pues de él depende directamente la posibilidadde considerar a las relaciones internacion<strong>al</strong>es como una disciplina autónoma. Lanoción de sociedad internacion<strong>al</strong> en este sentido, como ya vimos, no goza de consensounivers<strong>al</strong>, pero constituye una primera aproximación importante. Posteriormentesurgió la idea de un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, a la cu<strong>al</strong> y para darle mayor precisión se hatrabajado recientemente el concepto del orden internacion<strong>al</strong> que se expuso en capítulosanteriores.


426David J. Sarquísunidad esenci<strong>al</strong> de análisis en el estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es;no obstante, precisamente en función de su carácterindependiente, cada una de estas entidades se considera rectorade su propio destino y, por lo tanto, se niega a reconocercu<strong>al</strong>quier autoridad impositiva sobre sí misma, lo que a su vezgenera el ambiente de lucha por el poder que le es característicoa la sociedad internacion<strong>al</strong>, carente de un árbitro supremo.Esta situación, en su oportunidad propicia lo que Aranllamó, el rasgo distintivo de las relaciones internacion<strong>al</strong>es: "Hebuscado aquello que constituye el rasgo específico de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es y he creído encontrar ese rasgo específicoen la legitimidad y la leg<strong>al</strong>idad del recurso a la fuerza armadapor parte de los actores."324Lo anterior significa que, cada uno de estos grupos humanostiene la responsabilidad de organizar suvida encolectividad;desde sus modos de producción, sus usos y costumbres hastasus formas de gobierno y de interacción con sus vecinos, par<strong>al</strong>o cu<strong>al</strong> crea sus propias instancias de poder independientes delas que controlan a los grupos vecinos. De la eficiencia con laque cada uno de ellos cumple con este cometido depende en granmedida la supervivencia misma del grupo, lo cu<strong>al</strong> nos da unaidea clara de cuán delicada es la tarea que todos ellos tienen antesí, ya que aquellos que no lo han logrado de manera eficiente, oquedan colocados en posición de subordinación o incluso puedenllegar a desaparecer del escenario histórico.El papel de los usos y la costumbreen la definición cultur<strong>al</strong> de los actoresdel escenario internacion<strong>al</strong>Para confrontar este enorme reto <strong>al</strong> que hemos hecho referencia,los grupos cuentan, entre otras cosas, aparte de sus insti-324 Raymond Aron, "¿Qué es una teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es", Revista deHumanidades, núm. 4, Monterrey, ITE5M, 1998, p. 138.


427tuciones con su propia tradición. Tradición, es en este contexto,sinónimo de costumbre, es decir, hábito de hacer las cosas de unadeterminada manera soci<strong>al</strong>mente aprendida y sancionada. Eneste sentido, la tradición se convierte en una importante guíapara definir, <strong>al</strong> mismo tiempo, las certidumbres colectivas y lavisión del mundo en las que se sustenta la identidad del grupo,de lo cu<strong>al</strong> depende, en gran medida, el curso de acción soci<strong>al</strong> (lapraxis) que cada miembro integrante del grupo emprende comomodo de desempeño cotidiano y, desde la perspectiva de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es, grup<strong>al</strong>mente en relación con las colectividades"de fuera", es decir, los otros. Esto, por supuesto implicaque la evolución histórica de cada grupo es distinta y que, porlo tanto, sus respectivos niveles de desarrollo también difierenen el tiempo.Adicion<strong>al</strong>mente hay que destacar que, de conformidad conlos estudiosos del fenómeno cultur<strong>al</strong>, en <strong>al</strong>guna etapa de suevolución, todos los grupos humanos confrontan la imperiosanecesidad de consolidar su identidad grup<strong>al</strong>, precisamente sobrela base de un seguimiento estricto (incluso leg<strong>al</strong>mente sancionado)de sus usos y costumbres, porque, como hemos señ<strong>al</strong>ado,ahí radica la base sobre la cu<strong>al</strong> se apoya el sentido de pertenenciay, consecuentemente, las le<strong>al</strong>tades individu<strong>al</strong>es quegarantizan la cohesión interna del grupo; cohesión de la cu<strong>al</strong>a su vez depende su subsistencia como entidad políticamenteautónoma en los términos que ya hemos referido y que, paraAran constituyen el rasgo distintivo de la sociedad internacion<strong>al</strong>;una sociedad de grupos políticamente independientes entresí, los cu<strong>al</strong>es, en ausencia de una autoridad superior suprema querija sus destinos, se encuentran permanentemente enfrascadosen una interminable lucha de poder, exactamente en los términosen los que el filósofo Thomas Hobbes describió el "estadode natur<strong>al</strong>eza" previo <strong>al</strong> establecimiento de un contrato soci<strong>al</strong>entre los hombres para garantizar un mínimo de armoníasoci<strong>al</strong>.


428David J. SarquísLa práctica de estos usos y costumbres soci<strong>al</strong>es a los quenos hemos referido cumplen pues con el importantísimo papelde fomentar la unidad soci<strong>al</strong> hacia adentro, es decir, la culturasobre la que se sustenta cada grupo, por eso es que los infractoressiempre son m<strong>al</strong> vistos y, en el peor de los casos, severamentesancionados; pero además, colater<strong>al</strong>mente dicha prácticapermite diferenciar a los grupos entre sí; es decir, de laidentificación de prácticas y costumbres ajenas vienejustamente,como ya hemos apuntado, la noción del "otro" que tan útil hasido para el desarrollo de la teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.El otro, o más propiamente, los otros, definen entonces el entornohacia afuera, donde se ubican, en primera instancia, losque tienen hábitos y prácticas soci<strong>al</strong>es diferentes a las nuestras,y, por lo tanto, formas de organización y niveles de desarrollodistintos, de donde se desprende, no sólo la idea de lo extranjerocomo extraño, sino el sentimiento mismo de rechazo o de fascinaciónque gener<strong>al</strong>mente acompaña a la sensación de amenazao de intriga que suele significar lo que nos es cultur<strong>al</strong>menteajeno.En este sentido, cuando Huntington postuló, a principios delos noventa, la idea del famoso choque entre civilizaciones comorasgo característico del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> para el futurocercano, no hizo sino retomar una vieja tesis ampliamentetrabajada desde fin<strong>al</strong>es del siglo XVIII por historiadores re<strong>al</strong>istasde aquella época,325 aunque esa tesis se fundamentaba en antiquísimasprácticas motivadas por la curiosidad hacia "los otros".Heródoto, por ejemplo, describe para los griegos las maravillas,tanto natur<strong>al</strong>es como soci<strong>al</strong>es que vio durante sus viajespor Mesopotamia y Egipto; siglos después harían lo mismootros prestigiados viajeros como Ibn Kh<strong>al</strong>dún y Marco Polo.l25 Destacan en este sentido los trabajos de Buckhard, Lord Acton, Momsen, Ranke,Osw<strong>al</strong>d, Spencer y Toynbee, a quien ya hemos mencionado.


429El encuentro de civilizaciones a través de afanes expansionistas,por otro lado ha generado el mismo tipo de asombro,como evidencian las obras de Julio César durante la conquistade las G<strong>al</strong>ias o de Hernán Cortés en sus célebres cartas de relaciónsobre la conquista de la Nueva España; sólo que en este caso,el propio proceso de dominación lleva, no a la búsqueda del entendimientodel otro; de sus prácticas soci<strong>al</strong>es y de sus costumbres,sino a la supresión progresiva de su identidad, es decir, <strong>al</strong>a eliminación de su cultura, para incorporarlo a la lógica delimperio, es decir, la lógica de la homogeneización bajo una perspectivacoloni<strong>al</strong> según la cu<strong>al</strong>, la otredad es señ<strong>al</strong> inequívocade inferioridad.En este sentido, parte fundament<strong>al</strong> del proceso de conquistaes precisamente la crítica y la sustitución de los usos y las costumbresen los que se sustentaba la identidad del dominado ysu progresivo reemplazo por otros inspirados en la nueva culturadominante. De este modo puede observarse que, dado que lahistoria de la humanidad puede ser vista a través del proceso deformación y desintegración de imperios, efectivamente, el mismoproceso puede ser a la vez interpretado como un choque entreculturas, el cu<strong>al</strong> lleva a perpetuar el ciclo de formación y desintegraciónde civilizaciones <strong>al</strong> que hace referencia Paul Kennedy.326Por supuesto que, en este punto, para poder v<strong>al</strong>orarjustamentela hipótesis de trabajo que origin<strong>al</strong>mente nos presentóHuntington se vuelve imperativo preguntar por qué es que lasculturas "chocan" entre sí y cuáles son los factores que determinanla magnitud del impacto entre ellas, para así tratar deentender mejor el proceso evolutivo de las civilizaciones, desde sugénesis hasta su ocaso, el cu<strong>al</strong>, por cierto, como atinadamenteseñ<strong>al</strong>a Kennedy, no sólo se debe a factores exógenos. Intentarresponder a estas interrogantes equiv<strong>al</strong>e, sin lugar a dudas a escribiruna historia de las relaciones internacion<strong>al</strong>es como epopeyade la experiencia humana sobre nuestro planeta.126 Paul Kennedy, Auge y caída de las grandes potencias, 1989.


430David J. SarquísMi propia hipótesis sobre este particular es que históricamentelas causas estrictamente cultur<strong>al</strong>es han sido más bien margin<strong>al</strong>esen la definición de los conflictos intergrup<strong>al</strong>es y que, en sentidoestricto, lo siguen siendo en el contexto de un escenario internacion<strong>al</strong>glob<strong>al</strong>izado; lo cu<strong>al</strong>, ciertamente no significa, ni que t<strong>al</strong>es diferenciassean inexistentes o menos aún, que carezcan por completode importancia. En virtud de lo anterior es claro que unaaseveración de esta natur<strong>al</strong>eza, como previamente he señ<strong>al</strong>ado,requiere de mayor precisión.Si consideramos el concepto de cultura en su acepción máslaxa, siguiendo las líneas gener<strong>al</strong>es de las ideas esbozadas conanterioridad como "estilo de vida" definido por prácticas soci<strong>al</strong>escomunes y v<strong>al</strong>ores compartidos no vamos a encontrar en élrazón inmediata para que los seres humanos se peleen entre sí.Por supuesto que siempre habrá diferencias entre grupos humanosy que éstas pueden ser motivo de conflicto, sin embargo,las diferencias existen incluso <strong>al</strong> interior de una misma culturay no por ello hacen más o menos graves los problemas de laconvivencia soci<strong>al</strong>. Las diferencias representan parte natur<strong>al</strong> detodos los escenarios soci<strong>al</strong>es, incluido el internacion<strong>al</strong> y, en estesentido el conocer empieza precisamente por la capacidad paradistinguirlas, no obstante, las diferencias no son en sí motivode conflicto más que de manera secundaria. En este sentido,históricamente podremos encontrarlas como excusas perfectaspara explicar momentos críticos de la historia, más no comocausas sustantivas de los mismos.Desde esta perspectiva, la experiencia parece sugerir que lagente ha sido natur<strong>al</strong>mente curiosa respecto de los otros, másno natur<strong>al</strong>mente agresiva, <strong>al</strong> menos no sin sentirse directamenteamenazados por ellos, lo cu<strong>al</strong> suele ocurrir cuando los gruposhumanos entran en competencia por recursos limitados que se estimancomo necesarios para el desarrollo de las comunidades ocuando la presencia del otro es percibida como señ<strong>al</strong> de amenazaen términos de la clásica lucha por el poder hobbesiana.


431En otras p<strong>al</strong>abras, la experiencia histórica de la humanidaden su conjunto parece sugerir que, cuando los espacios geográficosson suficientemente amplios y/o los recursos natur<strong>al</strong>esson suficientemente abundantes, los grupos humanos tiendena ser razonablemente tolerantes respecto de la existencia de losotros y sus usos y costumbres diversos. No obstante, cuandolos espacios se reducen, pero sobre todo, cuando los recursos escasean,la intolerancia tiende a crecer hasta est<strong>al</strong>lar en conflictosintergrup<strong>al</strong>es violentos, que norm<strong>al</strong>mente se expresan a partirde diferencias cultur<strong>al</strong>es y eventu<strong>al</strong>mente conducen a procesos desubordinación o de integración forzada en los que esas diferenciascultur<strong>al</strong>es tienden a exacerbar los odios entre la gente.Así pues, la experiencia de imperios multicultur<strong>al</strong>es comoel persa o el romano, el chino, el mongol, el otomano o el austrohúngaro,por sólo citar <strong>al</strong>gunos de los casos más representativos,pone claramente de manifiesto la posibilidad de la convivenciae incluso, en la medida de lo posible de esa armoníaintercultur<strong>al</strong> que tan angustiosamente busca el mundo glob<strong>al</strong>izadode nuestros días.Espacios cultur<strong>al</strong>es autónomosen el mundo glob<strong>al</strong>¿De dónde procede entonces la idea de que en el mundo contemporáneolas diferencias cultur<strong>al</strong>es serán la princip<strong>al</strong> fuentede conflicto? Ciertamente, la lectura de <strong>al</strong>gunos indicadores delmundo contemporáneo pueden orientar en esta dirección. Comoel propio Huntington señ<strong>al</strong>a, los espacios geográficos se hanreducido liter<strong>al</strong>mente debido tanto a la explosión demográficacomo a la creciente conciencia sobre la escasez de los recursosplanetarios. También la revolución en los medios de transportey, sobre todo, en los medios de comunicación ha estrechado loslazos entre los grupos humanos contribuyendo a la consolida-


432David J. Sarquísción de la <strong>al</strong>dea glob<strong>al</strong> pronosticada por McLuhan desde mediadosde la década de los sesenta del siglo pasado.Adicion<strong>al</strong>mente debe señ<strong>al</strong>arse que, desde mediados delsiglo XIX, el modelo de la economía industri<strong>al</strong>, con sus respectivasproyecciones cultur<strong>al</strong>es genéricamente conocidas como "modernización"empezó a volverse crecientemente atractivo paramás y más sociedades <strong>al</strong>rededor del mundo. En este punto deberecordarse que la tecnología moderna como instrumento de laindustri<strong>al</strong>ización trae aparejada consigo muchas característicascultur<strong>al</strong>es que inevitablemente influyen generando cambiosentre las sociedades que la adoptan. Si ese conjunto de naciones"en desarrollo", cuyos antecedentes son tan distintos entre sí,como lo son con respecto a los de la Europa occident<strong>al</strong>, pretendenseguir ahora una ruta similar hacia la modernización, quizáentonces podría hablarse de "grandes líneas" de un patrón evolutivounivers<strong>al</strong> que está definiendo los rasgos de una culturaglob<strong>al</strong>.En este sentido es muy importante hacer notar que, aún enel mejor de los casos, la convivencia cercana implica necesariamenteinfluencia de los otros, misma que se percibe como amenazacreciente <strong>al</strong> interior de un grupo, sobre todo cuando éstaorienta la conducta de las generaciones más jóvenes haciaestilos de vida marcadamente distintos de los que han vivido susantecesores. Por supuesto que históricamente ningún grupo h<strong>al</strong>ogrado mantener una pureza de costumbres intacta con respecto<strong>al</strong> exterior y que, en este sentido, la historia de la humanidades <strong>al</strong> mismo tiempo la historia de las influencias recíprocasy las fusiones cultur<strong>al</strong>es entre los seres humanos.En estas condiciones, el riesgo del est<strong>al</strong>lido soci<strong>al</strong> tanto enel nivel interno como en el internacion<strong>al</strong>, se vuelve más significativoparticularmente en tiempos de crisis, sobre todo económicas,cuando las sociedades necesitan "chivos expiatorios"sobre los cu<strong>al</strong>es descargar las culpas del m<strong>al</strong>estar. Entonces losotros, los que son cultur<strong>al</strong>mente distintos se vuelven el blanco


433ide<strong>al</strong> del resentimiento y mientras más aguda es la crisis, mayores el nivel de violencia que caracteriza a la interacción entregrupos cultur<strong>al</strong>mente distintos; la historia del pueblo judío esparticularmente ilustrativa a este respecto.A raíz de este tipo de experiencias es que norm<strong>al</strong>mente todoslos procesos de consolidación "nacion<strong>al</strong>" se convierten enintentos de reafirmación de la identidad grup<strong>al</strong>, a través del rechazoexplícito de cu<strong>al</strong>quier influencia extranjerizante mientrasque, por su parte, los procesos de cosmopolización, característicosde los periodos de expansión imperi<strong>al</strong> tienden a propiciarel establecimientode usos y costumbres uniformizados, gener<strong>al</strong>mente,desde la perspectiva del grupo dominante en el contextointernacion<strong>al</strong>, el cu<strong>al</strong> tiende a ver y ajuzgar, desde un plano desuperioridad cultur<strong>al</strong> las prácticas "aberrantes" de los dominados.Esta dinámica ha propiciado tradicion<strong>al</strong>mente una discusióninterminable entre quienes defienden el derecho de los pueblosa preservar sus propios usos y costumbres como forma de s<strong>al</strong>vaguardary defender su propia identidad ante la amenaza dedisolución grup<strong>al</strong> que representan los otros y quienes concibenel progreso de la humanidad como un proceso de fusión selectivaentre las mejores prácticas soci<strong>al</strong>es de los diversos grupos;proceso por medio del cu<strong>al</strong> se busca el rescate de aquellos hábitosy costumbres tendientes <strong>al</strong> establecimiento de un estilode vida comun<strong>al</strong> y compartido más conveniente para todos. 327Desde esta perspectiva, el debate ha estado en el centro de l<strong>al</strong>ucha por la preservación de las sociedades cerradas, de tendenciamás trib<strong>al</strong>, las cu<strong>al</strong>es sistemáticamente se niegan a mezclarsecon los demás por miedo a la pérdida o disolución progresiva desu identidad y el fomento de las sociedades abiertas, de aspiracionesmás cosmopolitas, según la caracterización que hizo Karlll7 En este contexto, ciertamente la definición del criterio para establecer "lo mejor"o "lo más conveniente" se convierte en un serio problema que no es fácil disociar de losaspectos más conflictivos del enfoque tradicion<strong>al</strong> de la lucha por el poder.


434David J. SarquísPopper sobre este particular a mediados de la década de los cuarentadel siglo pasado en una de sus más célebres obras. 328Las implicaciones de este debate son de muy largo <strong>al</strong>cancehistórico e internacion<strong>al</strong>. De él se desprenden cuestiones ancestr<strong>al</strong>esrelacionadas con la posibilidad de la convivencia pacíficaentre las naciones, la tolerancia hacia los otros, el derecho degentes, los derechos humanos, el respeto a la diferencia, etcétera,todo lo cu<strong>al</strong> invita a detenidas reflexiones sobre la propia condiciónhumana. ¿Qué tan diferentes o qué tan parecidos somoslos seres humanos entre nosotros mismos?, ¿son re<strong>al</strong>mente infranqueableslas barreras de la cultura para permitir la convivenciapacífica?, ¿son las diferencias cultur<strong>al</strong>es fuente inevitable deconflicto, como parece sugerir Huntington?En el contexto de estas interrogantes resulta oportuno recordarque ni siquiera las sociedades trib<strong>al</strong>es más cerradas constituyenbloques homogéneos enteramente monolíticos, ni los procesosde homogeneización más fuertes son tan contundentes niunidireccion<strong>al</strong>es. Eljuego entre semejanzas y diferencias es propiode toda la natur<strong>al</strong>eza que nos rodea, incluida la humana, de t<strong>al</strong>suerte que el análisis de pretensiones científicas tiene siempre quebuscar el equilibrio entre estos dos aspectos de la re<strong>al</strong>idad sinvolverlos mutuamente excluyentes. En otras p<strong>al</strong>abras, esjustamentea través del reconocimiento simultáneo de las diferenciasque separan a las sociedades así como de las semejanzas quelas vinculan, como se construye el proceso del conocimientosoci<strong>al</strong>.Desde este punto de vista, para un observador extraterrestre,seguramente todos los seres humanos pareceríamos absolutamenteigu<strong>al</strong>es de acuerdo con el principio de las apariencias quehe postulado anteriormente, según el cu<strong>al</strong>, la impresión que noshacemos de los grupos humanos es directamente proporcion<strong>al</strong>a la distancia desde la que los observamos e inversamente proporcion<strong>al</strong><strong>al</strong> tiempo de observación que le dedicamos.'le Cfr. Karl Popper, The oren society and it's enemies, 1980.


435En otras p<strong>al</strong>abras, vistos desde lejos y por lapsos de tiempocortos, "todos los chinos nos parecen igu<strong>al</strong>es". Sólo en la medidaque nos acercamos y observamos con mayor atención empiezana res<strong>al</strong>tar las diferencias en lo que antes nos parecía un bloqueenteramente homogéneo. Así pues, aunque, en definitiva, podemoshablar de una cultura china, debemos ser extremadamentecuidadosos de no extrapolar de manera simplista para así evitarla creación de estereotipos categóricos. Después de todo, el gigantescoconglomerado humano que conforman los chinos estáintegrado por 56 grupos étnicos, muchos de los cu<strong>al</strong>es tienensus propios di<strong>al</strong>ectos, e incluso, <strong>al</strong>gunos de ellos, sus propios <strong>sistema</strong>sde escritura.ConclusionesLa configuración de grupos humanos, que arranca como unproceso biológico, depende luego de su propio desarrollo cultur<strong>al</strong>.En este sentido, sus usos y costumbres, susv<strong>al</strong>ores sonfundament<strong>al</strong>escomo determinantes de su evolución y su progresoy, desde este punto de vista, el contraste intergrup<strong>al</strong> en términoscultur<strong>al</strong>es se vuelve inevitable, ¿cómo difiere nuestro modode hacer las cosas con respecto a los otros?, ¿qué implicacionestiene eso para determinar nuestros niveles de desarrollo?, ¿porqué <strong>al</strong>gunos grupos humanos prosperan mientras que otros seestancan? Este tipo de comparaciones conduce inevitablementea la formulación de juicios de v<strong>al</strong>or sobre el desarrollo cultur<strong>al</strong>de los pueblos, <strong>al</strong> cuestionamiento, la reprobación y fin<strong>al</strong>menteel ataque tendiente a la supresión de diversas prácticas soci<strong>al</strong>es,que desde la perspectiva de los otros resultan siempre inferioreso simplemente indeseables.Desde esta perspectiva, pocos defienden hoy en día, la preservaciónde una identidad grup<strong>al</strong> sobre la base de la defensairrestricta de costumbres contrarias a la idea gener<strong>al</strong>izada decivilización en el mundo, exigiendo, por ejemplo un respeto a la


436David J. Sarquíspráctica del sacrificio humano o la del canib<strong>al</strong>ismo (ni siquieraen su mod<strong>al</strong>idad política, tan extendida como es aún hoy endía) en la defensa de la identidad de cu<strong>al</strong>quier grupo humano.Dicho de otro modo, hay prácticas y costumbres que hansido virtu<strong>al</strong>mente reprobadas y rechazadas de manera univers<strong>al</strong>a favor de una visión casi unánime de lo que significa sercivilizado hoy en día. El proceso no ha sido fácil, basta recordarcomo ejemplo que la esclavitud era una práctica soci<strong>al</strong>menteaceptada e incluso sancionada por gran parte de la sociedad norteamericanatodavía bien entrada la segunda mitad del siglo XIXy aun cuando esta práctica está lejos de haber sido completamenteerradicada a nivel mundi<strong>al</strong>, por lo menos puede decirseque no hay país en el mundo hoy en día que la av<strong>al</strong>e ofici<strong>al</strong>mente.Por supuesto que el debate entre lo que v<strong>al</strong>e la pena fomentary lo que es conveniente suprimir en el plano de la culturaes siempre muy polémico. El punto de vista más tradicion<strong>al</strong>encuentra, por ejemplo en el folclore nativo la esencia misma quele da sentido a un grupo; <strong>al</strong> privarlo de sus costumbres prácticamentelo estamos aniquilando cultur<strong>al</strong>mente; nos dicen,por otro lado se pregunta, ¿con qué derecho se abroga <strong>al</strong>guienla facultad para decidir cuáles prácticas soci<strong>al</strong>es hay que fomentary cuáles suprimir? Ese proceso, dicen los tradicion<strong>al</strong>istas,está viciado de origen.En el contexto de un escenario internacion<strong>al</strong> glob<strong>al</strong>izado comoel que estamos viviendo en la actu<strong>al</strong>idad, esta discusión cobraaún mayor relevancia. La natur<strong>al</strong>eza del acercamiento que se hapropiciado bajo este esquema prácticamente impide la posibilidadde un aislacionismo excluyénte de la re<strong>al</strong>idad glob<strong>al</strong>: auncuando los impactos de la misma se lean de manera distintadesde diversos puntos del planeta, el hecho es que difícilmentepueden ignorarse, incluso siendo un t<strong>al</strong>ibán... hoy en día,menos aún siendo un t<strong>al</strong>ibán.Según Rocker, "no hay cultura <strong>al</strong>guna, sea del carácter quefuere, de la que se pueda afirmar que se ha forjado con entera


437independencia y sin la acción de influencias externas".329 Si bienes cierto que difícilmente podremos encontrar tradiciones ycostumbres químicamente puras a lo largo de la historia de lahumanidad debido a que el contacto con otros siempre lleva aformas de sincretismo cultur<strong>al</strong>, bien sea por la vía de la imitacióno de la imposición, el hecho es que en el mundo actu<strong>al</strong>, elgigantesco mercado univers<strong>al</strong>, entretejido con las redes de lasrelaciones económicas internacion<strong>al</strong>es exige del acomodo delas fuerzas soci<strong>al</strong>es que favorezcan mayormente su desarrollo,incluso en el ámbito de las prácticas jurídicas otrora nacion<strong>al</strong>istasa ultranza en la defensa de las fuerzas de trabajo de cadapaís, lo mismo debe decirse respecto de los hábitos de consumoy hasta de los más elevados principios éticos de cada pueblo,que hoy por hoy demandan un replanteamiento encaminadohacia la búsqueda de una ética mundi<strong>al</strong> propia para la glob<strong>al</strong>ización.Desde este punto de vista, juzgar <strong>al</strong> otro ha dejado de ser unejercicio del morbo m<strong>al</strong>intencionado para convertirse en unaregla de supervivencia de la humanidad en su conjunto.Por exagerado que pudiera parecer este planteamiento, tiene,no sólo su razón de ser sino su fundamento empírico. La preservacióndel ambiente, el agotamiento de recursos natur<strong>al</strong>es, laprotección de especies en riesgo de extinción, la discriminacióncontra migrantes o contra mujeres, la explotación del trabajoinfantil, los derechos humanos son, entre muchos otros, temasque han llegado <strong>al</strong> centro mismo de una preocupación de <strong>al</strong>canceauténticamente planetaria, a partir de la cu<strong>al</strong> se está configurandola nueva ética para el mundo glob<strong>al</strong>izado y el foro parael análisis está abierto.En estas condiciones, aunque muchos proclamanjustificadamenteque "el respeto <strong>al</strong> derecho ajeno es la paz" y que el derechoa la propia identidad es el más importante de los derechosJ29Rudolf Rocker, Nacion<strong>al</strong>ismo y cultura, op. cit., p. 402.


438David J. Sarquíssoci<strong>al</strong>es, me parece evidente que en el mundo contemporáneoexisten áreas en las que, por escand<strong>al</strong>oso que pueda sonar, sepuede argumentar razonablemente a favor de la intromisióny la intolerancia contra <strong>al</strong>gunos usos y costumbres y a favorde una concepción univers<strong>al</strong> mor<strong>al</strong> para la humanidad contempladaen su conjunto, sin que ello represente una negación <strong>al</strong>derecho que todos tenemos a la diversidad.Quiero referirme, desde esta perspectiva <strong>al</strong> caso concreto delos derechos humanos y, muy especi<strong>al</strong>mente a los de las mujeresentre aquellas colectividades en las que, por lo menos desdeel punto de vista occident<strong>al</strong>, ellas siguen siendo objeto de prácticasdiscriminatorias, soci<strong>al</strong>mente sancionadas y v<strong>al</strong>oradascomo sello cultur<strong>al</strong> distintivo.Mi planteamiento esenci<strong>al</strong> es el siguiente, ¿puede pensarse demanera legítima en una concepción univers<strong>al</strong> de los derechoshumanos, sin tener en cuenta a un extenso sector de la poblaciónmundi<strong>al</strong>, en aras de mantener una identidad cultur<strong>al</strong> propia?Por intervencionista o intolerante que pueda sonar, consideroque, aun sin pensar en restricciones respecto <strong>al</strong> tipo de vestimentasoci<strong>al</strong>mente aceptable o formas de organización familiar,difícilmente podrá establecerse un criterio univers<strong>al</strong> de derechos humanosmientras continúen vigentes prácticas como la exclusión delas mujeres de los ámbitos académicos o labor<strong>al</strong>es o la extirpaciónde los órganos sexu<strong>al</strong>es.Sé bien que el planteamiento aviva la polémica. Sin afán impositivo,me gustaría solamente invitar a la reflexión. Tan conocidocomo deplorable es el caso de la mujer que reprende <strong>al</strong> buensamaritano por su interferencia no solicitada en el sacrosantoderecho de su marido a golpearla.Ciertamente habrá muchos miembros de comunidadesajenas a la tradición occident<strong>al</strong> que se opondrán decididamentea cu<strong>al</strong>quierjuicio externo sobre sus usos y costumbres, <strong>al</strong>egandoque la idea de "una sola humanidad" es violatoria del derecho aser distintos; habrá muchos, incluso entre los propios "afectados"


~I2E()25i.IIl.élS:~()E:~~s. <strong>al</strong> análisis prácticoque verán con suspicacia cu<strong>al</strong>quier observación orientada <strong>al</strong>cambio, después de todo, bien pueden argumentar que así escomo han funcionado las cosas durante siglos.No obstante, como ya he señ<strong>al</strong>ado, las actu<strong>al</strong>es tendenciasglob<strong>al</strong>izantes de la sociedad internacion<strong>al</strong>, la creciente cercaníaque propician los medios masivos de comunicación entre laopinión pública internacion<strong>al</strong> y, sobre todo, el cúmulo de retosa los que, por necesidad tendremos que responder de maneracolectiva, exigen el desarrollo de una mor<strong>al</strong> capaz de formularprincipios gener<strong>al</strong>es que, a la manera de un mínimo común denominadorsirvan para establecer las bases de una convivencia armoniosay duradera entre todos los habitantes de este planeta. Estorequerirá necesariamente del desarrollo de prácticas soci<strong>al</strong>es aceptablespara todos independientemente del espacio geográficoque ocupemos en el mundo y, sobre todo, de crecientes nivelesde tolerancia para las prácticas de otros, que aún siendo aceptables,nos resulten ajenas.Por supuesto que aquí el mayor riesgo es el que históricamentese ha padecido en términos de la presencia de una culturadominante. De hecho existen ya numerosas denuncias <strong>al</strong> respecto.El caso de las leyes para promover el desarrollo de nuestras propiascomunidades indígenas no está del todo exento de críticasformuladas precisamente en esta dirección.El reto, pues, consiste evidentemente en encontrar el punto deequilibrio entre el derecho a la diversidad y el desarrollo de v<strong>al</strong>oresde pretensiones univers<strong>al</strong>es. En este punto, como en muchos otrosel ejercicio auténtico de la democracia debe iniciarse sometiendoa una discusión abierta, a nivel de opinión pública internacion<strong>al</strong>,el tipo de v<strong>al</strong>ores y principios que se deben promover comosustento de los usos y costumbres del nuevo orden internacion<strong>al</strong>y los que deben irse suprimiendo progresivamente comoobstáculos arcaicos para una vida digna de quien aspira a considerarsehumano.Desde esta perspectiva, por muy importantes que resultenpara el mantenimiento de una sociedad trib<strong>al</strong>, hay prácticas


440David J. Sarquísque, sin lugar a dudas, deben ser puestas en tela de juicio, dando <strong>al</strong>os propios afectados la oportunidad <strong>al</strong> menos, de conocerotros esquemas para fin<strong>al</strong>mente poder elegir en un ámbito delibertad.Estoy plenamente consciente de que la idea de "una solahumanidad" puede tener sus matices peligrosos; es por eso queel debate tiene que ser abierto e informado. Habrá quien sostengaque las mujeres afganas son re<strong>al</strong>mente felices bajo el <strong>sistema</strong> (quea nosotros nos parece impositivo) de los t<strong>al</strong>ibanes, o que la extirpaciónde sus genit<strong>al</strong>es redunda en beneficios re<strong>al</strong>es para las mujeresa las que se les practica en el norte de África, no obstanteyo creo (quizá de manera ingenua) que conociendo opciones, porlo menos <strong>al</strong>gunas de ellas se sentirían mejor bajo los esquemascultur<strong>al</strong>es dominantes de Occidente, sin que ello llegara a significaruna pérdida tot<strong>al</strong> de su propia identidad. Después de todo,como la experiencia histórica sugiere, ninguna identidad cultur<strong>al</strong>es enteramente estática y, como bien nos recuerda Savater, delmuy homogeneizador imperio de los romanos surgió la diversidadcultur<strong>al</strong> característica de la Europa contemporánea. 33oQuizá entre los críticos de la glob<strong>al</strong>ización (particularmenteen la esfera de la cultura) persiste el temor de una homogeneizaciónforzada porque existe evidencia histórica para resp<strong>al</strong>darsus temores, no obstante, una de las ventajas más importantesde la revolución informática contemporánea, la cu<strong>al</strong> ha transformadoradic<strong>al</strong>mente a los medios masivos de comunicación,es precisamente la opción que ofrece para proyectar las vocesincluso de los más desprotegidos. En este sentido es muy importantetener en cuenta que la construcción de la nueva mor<strong>al</strong>internacion<strong>al</strong> es un proceso abierto a todo público y si re<strong>al</strong>mentepretende <strong>al</strong>canzar a la tot<strong>al</strong>idad de los grupos que habitan el planeta,así deberá mantenerse.J JO Cfr. Fernando Savater, "¿Mundo homogéneo7", El País Seman<strong>al</strong>, núm. 107, Madrid.mayo de 1997, p. 10.


.. ~ ' .~E]rgJC:i.Ill¡¡lci9~!1e~;:a;l1 análisis práctico44Regresamos para concluir el tema de la identificación deun objeto de estudio propio para las relaciones internacion<strong>al</strong>es.¿Puede éste ser representado de manera significativa como unmosaico de culturas? Ciertamente sí, como hemos tratado de mostrara lo largo de este ensayo, aunque ello no excluye ni sustituyeen forma <strong>al</strong>guna la posibilidad de continuar con la representacióndel mundo como un conjunto de estados o una redde grupos nacion<strong>al</strong>es o como un conjunto de fuerzas económicasenfrentadas en interminables ciclos productivos que van dandosu peculiar fisonomía a diversas clases soci<strong>al</strong>es. En fin que, apesar de lo difícil que resulta asimilarla desde la perspectiva dela lógica aristotélica, la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> es un todo complejoy multifacético, con una dinámica propia, asible desde distintasópticas pero insostenible en una sola. Ante un <strong>sistema</strong>complejo de esta natur<strong>al</strong>eza, la búsqueda simplificadora de esenciasdefinitivas tiende a crear más problemas de los que ayudaa resolver.EL TERRORISMO EN EL ESCENARIOINTERNACIONAL CONTEMPORÁNEO:UNA REEVALUACIÓN CRÍTICA DE LAPOLÍTICA DEL MIEDO EN UN MUNDO GLOBALEntre los estudiosos de la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>eshoy en día se conoce con el nombre de escenario internacion<strong>al</strong>a un ámbito geográfico e histórico específico en el cu<strong>al</strong> se desempeñanlas diversas entidades soci<strong>al</strong>es (actores) que tienen la capacidadreconocida y aceptada por otros miembros de la sociedadinternacion<strong>al</strong>, de generar hechos y procesos internacion<strong>al</strong>es loscu<strong>al</strong>es, en t<strong>al</strong> virtud, se convierten en materia de estudio par<strong>al</strong>os an<strong>al</strong>istas.Si el escenario internacion<strong>al</strong> fuese un espacio estático quepudiera definirse de una vez por todas y para siempre, los observadoresno tendrían ya mayor problema. Desde hace mucho


442David J. Sarquísque los actores habrían quedado claramente identificados y nohabría más que seguir su desempeño en el transcurso del tiempo.Lamentablemente las cosas no son así de sencillas.El escenario internacion<strong>al</strong>, como cu<strong>al</strong>quier otro objeto de estudioen la re<strong>al</strong>idad es <strong>al</strong>go cambiante, en constante transformación,dinámico, sobre el cu<strong>al</strong> continuamente se presentan actoresy factores de influencia nuevos o renovados que cambian la fisonomíade lo previamente aprehendido y establecido por los especi<strong>al</strong>istas,o por lo menos obligan a su reconsideración, lo cu<strong>al</strong>lo convierte en una especie de "blanco móvil" de muy difícil aprehensión.Esto constituye un serio reto para el desarrollo de la disciplina;si tanto los actores como los factores que los influyencambian continuamente y se transforman en <strong>al</strong>go novedoso oincluso en <strong>al</strong>go distinto, ¿cómo pueden llegar a establecerse losprincipios gener<strong>al</strong>es que definen el funcionamiento del <strong>sistema</strong>según dictan los cánones de la ciencia?, en otras p<strong>al</strong>abras, ¿cómopuede llegar a establecerse y, en última instancia, a constatarsey v<strong>al</strong>idarse el conocimiento de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>?Hablar de cambios y transformaciones en el escenario internacion<strong>al</strong>es <strong>al</strong>go que debemos hacer con sumo cuidado. Ciertamentese ha vuelto una especie de lugar común señ<strong>al</strong>ar que"vivimos en una época de grandes cambios y profundas transformaciones"33]con lo cu<strong>al</strong>, si bien es cierto que se nos <strong>al</strong>ertasobre la natur<strong>al</strong>eza cambiante de la re<strong>al</strong>idad y la necesidad denuevos enfoques o nuevos ángulos de observación para abordarla,fácilmente puede generarse la impresión de que, dada lacontinuidad y la permanencia del cambio, no hay mucho queJJl La idea no es de! todo origin<strong>al</strong> y ha sido de las más explotadas en e! curso de porlo menos los últimos 30 años en e! ámbito de la ciencia en gener<strong>al</strong>. Capra. por ejemplo.en una de sus obras clásicas parte precisamente de este punto de vista: "Hoy. <strong>al</strong> comienzode la penúltima década de nuestro siglo ---


443en efecto pueda establecerse como regla fija o permanente enmateria de estudios internacion<strong>al</strong>es.Desde este punto de vista, los internacion<strong>al</strong>istas deslumbradospor la idea del cambio nos <strong>al</strong>ertan en el sentido de que constantementenos vamos a sorprender con eventos y sucesos "inéditos"en la historia del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>; transformacionesque no sólo modifican nuestra percepción de las cosas sino el funcionamientomismo del <strong>sistema</strong>, inv<strong>al</strong>idando de <strong>al</strong>guna maner<strong>al</strong>o que previamente sabíamos, lo cu<strong>al</strong>, en última instancia, orillaa los an<strong>al</strong>istas a privilegiar los enfoques de carácter predominantementecoyuntur<strong>al</strong> en el análisis de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.En <strong>al</strong>gún sentido esto es cierto, el <strong>sistema</strong> está modificándoseconstantemente y de manera periódica surgen nuevos elementosa considerar en el análisis; lo cu<strong>al</strong> frecuentemente foment<strong>al</strong>a impresión de estar ante <strong>al</strong>go nunca antes visto, pero desdeotro punto de vista, no necesariamente excluyente del anterior,también puede decirse que todo cuanto ocurre en el escenariointernacion<strong>al</strong> tiene <strong>al</strong>gún tipo de antecedente y, desde esta otraperspectiva, a pesar de las continuas transformaciones, tambiénse puede buscar una línea de continuidad a la hora de tratarde explicar lo que ocurre en la escena internacion<strong>al</strong>, procurandono caer en el exceso de una interpretación demasiado rigoristade las p<strong>al</strong>abras del Eclesiastés nihil sub s<strong>al</strong>e novum. 332Esto significa que los estudiosos deben esforzarse por encontrarel delicado equilibrio entre lo que cambia y lo que permanecea la hora de intentar representarse a la sociedad internacion<strong>al</strong> o cu<strong>al</strong>quierotro de sus aspectos como objeto de estudio. A esto serefieren los pensadores cuando hablan de "lo mismo pero diferente",que no es un juego perverso de p<strong>al</strong>abras sino una concepciónde la re<strong>al</strong>idad y una propuesta cognoscitiva para aprehenderla.333331 Nada nuevo bajo el sol.".1 Esta propuesta tiene como antecedente la di<strong>al</strong>éctica hegeliana, la cu<strong>al</strong> no siempreresulta atractiva para las ment<strong>al</strong>idades pragmáticas. En una interesante versión desdela química moderna puede verse en Ro<strong>al</strong>d Hoffman, Lo mismo y no lo mismo, 1997.


444David J. SarquísEl caso del terrorismo es ilustrativo de este complejo fenómenoepistemológico. A raíz de los trágicos acontecimientosdel 11 de septiembre de 2001, la comunidad epistémica de losinternacion<strong>al</strong>istas pareció aceptar con inusitado consenso que"el mundo había cambiado" y que las cosas jamás serían igu<strong>al</strong>esdespués de los ataques perpetrados en contra de las Torres Gemelasde Nueva York y el Pentágono de Washington, símbolos delpoderío estadounidense en el mundo contemporáneo. Muchosautores llegaron incluso a proponer explícitamente esa fechacomo el hito que marcaba el nacimiento re<strong>al</strong> del nuevo siglo <strong>al</strong>a vez que una nueva era en las relaciones internacion<strong>al</strong>es, y porende, la configuración de un nuevo <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>. Elimperio había sido golpeado; en virtud del terrorismo, su vulnerabilidadhabía sido puesta <strong>al</strong> descubierto y después de la pérdidade la inocencia ya nada volvería a ser como antes. 334Aunque mayoritario, el consenso respecto de la magnitudre<strong>al</strong> del cambio propiciado por los ataques terroristas contraEstados Unidos no llegó re<strong>al</strong>mente a ser univers<strong>al</strong>. Alfred vanStaden, director del Instituto Holandés de Relaciones Internacion<strong>al</strong>es,Clingendael, señ<strong>al</strong>ó en el número de otoño de su cartainformativa lo siguiente:¿Significan re<strong>al</strong>mente los ataques terroristas un momento decambio para las relaciones internacion<strong>al</strong>es en gener<strong>al</strong>? Quizá.Pero debemos ser cautos a la hora de hacer declaraciones grandilocuentessugiriendo que el ciudadano común ha redescubiertoel significado del Estado y de hecho, el de la asociación políticaen gener<strong>al</strong>. Sería igu<strong>al</strong>mente peligroso señ<strong>al</strong>ar que el re<strong>al</strong>ismopolítico está de vuelta de t<strong>al</strong> manera que podemos .olvidarnos dela economía y de los enfoques suaves para el análisis de la política'''la prensa nacion<strong>al</strong> dio amplio testimonio de esta visión. Cfr. loel Ortega, "Imaginaciónvs Imágenes", Milenio, 18 de septiembre de 2001, p. 20; Carlos Fuentes, "Nuevare<strong>al</strong>idad, nueva leg<strong>al</strong>idad", Reforma, 18 de septiembre de 2001; Luis Felipe Bravo Mena,"Los dias que vienen", El Univers<strong>al</strong>, 18 de septiembre de 2001; p. 28; Carlos Ramírez, "laguerra y los dos fundament<strong>al</strong>ismos", en Indicador Político de El Financiero, 18 de septiembrede 2001, p. 54.


445exterior. (...) Ciertamente hemos despertado a la conciencia de lavulnerabilidad de las sociedades modernas, teniendo que reconocerque el mundo civilizado no es inmune <strong>al</strong> terrorismo (...)y tendremos que repensar la reorganización de nuestras políticasde seguridad (...) No obstante, es prematuro creer que el mundoha cambiado completamente a partir del 11 de septiembre. T<strong>al</strong>visión significaría otorgar demasiado crédito a los que perpetraronesas atrocidades. mEn la introducción a su interesante Historia del terrorismo,Laqueur observa que:La historia del terrorismo se extiende ampliamente hacia el pasado,pero el hecho mismo de la existencia de esta historia ha sidofrecuentemente ignorado o incluso completamente suprimido.Esto tiene que ver con el hecho de que el terrorismo no se presentasiempre con igu<strong>al</strong> intensidad, de hecho hay varios periodos relativamenteexentos de sus manifestaciones. Como resultado, cuandoresurge después de un periodo de relativa c<strong>al</strong>ma, hay una tendenciaa considerarlo como un fenómeno nuevo y sin precedente. 336El problema no es, desde luego, v<strong>al</strong>orar aquí la magnitudre<strong>al</strong> del impacto que tuvieron los lamentables actos terroristasdel 11 de septiembre para el <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>, impactoque, sin lugar a dudas existe y debe ser an<strong>al</strong>izado, ni determinarlo novedoso del terrorismo como fenómeno soci<strong>al</strong>, puesto queya Laqueur demostró fehacientemente la antigüedad de estapráctica. El objetivo concreto que persigue este breve ensayoes explorar la condición de los grupos terroristas como nuevosactores del escenario internacion<strong>al</strong> contemporáneo y, desde esepunto de vista, como objeto de estudio significativo para losinternacion<strong>al</strong>istas..115 Alfred van Staden, "The terrorist attacks and beyond", The Clingendael Newsletter,issue 8, autumn, 2001, cursivas del autor.n6 W<strong>al</strong>ter Laqueur, A history of terrorism, 2001, p. VII, cursivas del autor.


446David J. SarquísLos actores del escenario internacion<strong>al</strong>En la perspectiva más tradicion<strong>al</strong>, cuando apenas empezaba avislumbrarse el objeto materi<strong>al</strong> de las relaciones internacion<strong>al</strong>escomo nueva disciplina soci<strong>al</strong>, a principios de la década de losveinte del siglo pasado se llegó a pensar que sólo los estados nacion<strong>al</strong>espodían ser significativamente considerados como actoresdel escenario internacion<strong>al</strong>. En consecuencia, de una u otra manera,sólo ellos debían ser objeto de estudio propiamente dichopara los internacion<strong>al</strong>istas.Su conformación, su estructura, pero sobre todo su desempeñofrente a los demás estados nacion<strong>al</strong>es se vislumbraba como elcampo natur<strong>al</strong> de observación para el desarrollo de una nuevadisciplina. Como por esas fechas, el modelo de organización colectivafincado en la idea de los estados nacion<strong>al</strong>es parecía representarel ide<strong>al</strong> más <strong>al</strong>to <strong>al</strong> que se podía aspirar, todos los gruposhumanos parecían encaminarse en esa dirección: el Estado nacion<strong>al</strong>constituía entonces la meta política más acabada de lahumanidad.A pesar de lo aparentemente sólido de esa perspectiva en laque el comportamiento del Estado nacion<strong>al</strong> frente a sus similaresera el fenómeno básico de las relaciones internacion<strong>al</strong>es(enfoque que nunca estuvo enteramente exento de dudas y cuestionamientossobre la necesidad re<strong>al</strong> de la creación de una disciplinanueva para el análisis de cuestiones que ya estaban siendocontempladas desde la óptica de otros esfuerzos disciplinarios)el transcurso del siglo xx, puso claramente de manifiesto que nila re<strong>al</strong>idad del Estado nacion<strong>al</strong> era tan sólida y estable, ni el enfoquean<strong>al</strong>ítico origin<strong>al</strong>mente propuesto era tan consistente, aunasumiendo, bajo el beneficio de la duda, que la necesidad de lanueva disciplina era rea],3371"Una de las princip<strong>al</strong>es dudas sobre este enfoque tenía que ver con la natur<strong>al</strong>ezamisma del Estado nacion<strong>al</strong> como modelo de organización univers<strong>al</strong>mente aceptado anivel planetario. Consolidado en el ámbito de la Europa occident<strong>al</strong>, el modelo del Estadonacion<strong>al</strong> había empezado a ser exportado como tipo ide<strong>al</strong> hacia el resto del mundo desdeprincipios del siglo XIX, no obstante que, hasta fin<strong>al</strong>es de la Segunda Guerra Mundi<strong>al</strong> el


447La creciente complejidad de la sociedad internacion<strong>al</strong> parecíaindicar que, en efecto, ni el Estado nacion<strong>al</strong> era el bloque homogéneoy monolítico, integrador e inclusivo de todos los procesossoci<strong>al</strong>es, ni la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong> se podía reducir a la merasuma mecánica de las políticas exteriores de los actores estat<strong>al</strong>es;en este sentido, progresivamente se hizo más y más evidente que,el todo era <strong>al</strong>go más que la mera suma de las partes y además,que "esas partes" integrantes del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> estabanlejos de ser entidades autocontenidas y armoniosamente distribuidassobre el escenario internacion<strong>al</strong>; en consecuencia, los estudiosinternacion<strong>al</strong>es tenían que ampliar su <strong>al</strong>cance y redefinirsu contenido, incluso si se estaban re<strong>al</strong>izando desde una matrizdisciplinaria distinta, como la sociología, la ciencia política, lahistoria o el derecho.A partir de lo anterior, es que en el ámbito disciplinario seempiezan a tomar en cuenta otro tipo de actores no estat<strong>al</strong>esen la búsqueda de un mejor entendimiento de la dinámica internacionaL338 Entre la gama de los nuevos actores que empezarona ser considerados destacan: los organismos internacion<strong>al</strong>es, tantode carácter gubernament<strong>al</strong> como los no gubernament<strong>al</strong>es, lasempresas transnacion<strong>al</strong>es y diversos grupos que, aunque operan<strong>al</strong> margen de la ley tienen claramente un efecto p<strong>al</strong>pable en elescenario internacion<strong>al</strong>. Destacan entre estos últimos, las mafias,los grupos de narcotraficantes, los lavadores de dinero, los tratantesde blancas y los terroristas.Según los an<strong>al</strong>istas más conservadores, la sola idea de la complejidaddel <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> no ha sido argumento sufiordenmundi<strong>al</strong> había sido predominantemente coloni<strong>al</strong>. ¿Qué tan viable sería volver <strong>al</strong>mundo un escenario en el que el modelo del Estado nacion<strong>al</strong> se convirtiese en unare<strong>al</strong>idad operativa? La drámatica historia del siglo xx tiene mucho con ver con losintentos por responder a esta interrogante."'Cfr. Rafael C<strong>al</strong>duch Cervera, Relaciones internacion<strong>al</strong>es, 1991, especi<strong>al</strong>mente elcapítulo S, pp. 105-111. También hay abundante información en Dan C<strong>al</strong>dwell, Worldpolitics andyou, 2000, especi<strong>al</strong>mente el capítulo 4, pp. 52-71; o en Robert Kaplan, Thecoming anarchy, 2001.


ciente para v<strong>al</strong>idar la necesidad de ampliar la gama de actoresque desde el punto de vista epistemológico se vislumbran sobreel escenario internacion<strong>al</strong>. Los más ortodoxos continúan sosteniendoque, a pesar de todos los cambios aparentes, la dinámicade las relaciones internacion<strong>al</strong>es contemporáneas sigue siendouna dinámica predominantemente estat<strong>al</strong>, porque a pesar de lasdificultades para organizar a las diversas sociedades del planetacomo estados nacion<strong>al</strong>es, el esfuerzo form<strong>al</strong> se sigue haciendoy ese tipo ide<strong>al</strong> sigue siendo el objetivo por <strong>al</strong>canzar y conservara nivel planetario. En función de lo anterior, incluso las accionesde estos supuestos nuevos actores internacion<strong>al</strong>es siguensiendo perfectamente explicables desde una perspectiva preferentementeestat<strong>al</strong> ya que, en última instancia, todos los procesosinternacion<strong>al</strong>es pueden ser reducidos a una lógica estatocéntrica.En otras p<strong>al</strong>abras, desde el punto de vista de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,en esta visión ortodoxa, el Estado sigue siendo el eje entorno del cu<strong>al</strong> se configura nuestro objeto de estudio propiamentedicho.Así lo indica Hughes cuando afirma que:Los estados siguen siendo los actores dominantes en la políticamundi<strong>al</strong>. Los ide<strong>al</strong>istas que quieren cambiar <strong>al</strong> mundo deben trabajaren el marco del <strong>sistema</strong> interestat<strong>al</strong> en una de dos formas.Algunos, especi<strong>al</strong>mente los de tipo religioso y nacion<strong>al</strong>ista tratande apoderarse del aparato gubernament<strong>al</strong>. Otros de tendenciasunivers<strong>al</strong>istas o glob<strong>al</strong>istas, en última instancia buscan suplantara estados existentes con uno o más "superestados" e impulsarun sentido de comunidad glob<strong>al</strong>. 339Otros, en cambio, sobre todo los que privilegian el análisis delos aspectos cambiantes del entorno internacion<strong>al</strong>, sostienen queel Estado nacion<strong>al</strong> es una figura claramente en declive, por locu<strong>al</strong>, de ninguna manera debe seguir siendo considerado, porJJ9Berry Hughes, Continuity and change in world politics, 1991, p. 212.


....................................~ ~:E~()~~~.él.


obra de Jouve lo explica det<strong>al</strong>ladamente: "Hoy en día, el Estadoya no es el único actor de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, auncuando siga siendo considerado como actor privilegiado" ;342 elresto del trabajo de este autor está directamente encaminado aprecisar esta afirmación y constituye uno de los manu<strong>al</strong>es demayor prestigio entre los estudiosos de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>contemporánea.Nuevos actores del escenariointernacion<strong>al</strong>: los terroristasRetomemos ahora el caso del terrorismo, sin olvidar que nuestrointerés centr<strong>al</strong> gira en torno de su análisis como elementode influencia en la configuración actu<strong>al</strong> de la sociedad internacion<strong>al</strong>,es decir, en la posibilidad de considerar a los grupos terroristasy sus actividades como actores separables y distinguibles(aunque obviamente, no del todo independientes) de la dinámicaestat<strong>al</strong> para explicar el escenario vigente en un mundo glob<strong>al</strong>izado.Ya sabemos por Laqueur que el terrorismo no es un fenómenosoci<strong>al</strong> nuevo, de hecho, como él mismo logra demostrarconvincentemente en su obra citada, este fenómeno bien puedeser considerado tan antiguo como la misma civilización, dependiendode la forma en que lo definimos para estudiarlo y ubicarlohistóricamente.Un aspecto que incuestionablemente llama la atención <strong>al</strong>observar el fenómeno del terrorismo es el sentido univers<strong>al</strong>mentepeyorativo que ha <strong>al</strong>canzado hoy en día el término yque se reafirma aún más después de los atentados del 11 deseptiembre.Desde este punto de vista, no hay duda de que, independientementede la definición form<strong>al</strong> que se adopte para abordarlo,de entrada estamos hablando de un fenómeno soci<strong>al</strong>mente re-H1 Edmond Jouve, Relations internation<strong>al</strong>es, 1992, p. 43.


451probado y repudiado por la opinión pública internacion<strong>al</strong>. Nadie,pues, entre los actores de la escena soci<strong>al</strong> contemporánea quiereser vinculado con este concepto, tan evidentemente estigmatizadoy todos van a tratar de adjudicárselo a sus adversarioscomo forma rápida de desc<strong>al</strong>ificarlos. No obstante, es claro quepara poder entender un fenómeno tan complejo es preciso empezarpor tratar de caracterizarlo, para así aspirar a un mínimode garantía en el sentido de que, <strong>al</strong> referirlo estamos todos hablandode lo mismo y con los mismos matices, antes de trasladarlo<strong>al</strong> plano del análisis internacion<strong>al</strong>.Si bien es cierto que no existe a la fecha un acuerdo gener<strong>al</strong>entre especi<strong>al</strong>istas para definir este complejo fenómeno,343 tambiénlo es que se requiere de <strong>al</strong>gún punto de partida paraempezar a considerar conceptu<strong>al</strong>mente este problema. En estesentido, sin pretender <strong>al</strong>canzar una definición rigorista (que gener<strong>al</strong>mentesuele funcionar más como camisa de fuerza que comoplataforma de análisis) me parece que, en efecto la idea del terrorismocomo una estrategia política de dominación a través delmiedo es bastante sólida y representa un buen principio. En estanoción hay dos conceptos princip<strong>al</strong>es sobre los que es necesariobordar brevemente antes de entrar de lleno <strong>al</strong> análisis delfenómeno del terrorismo internacion<strong>al</strong> contemporáneo: dominacióny miedo.Desde el punto de vista teórico, la escuela de los re<strong>al</strong>istas hasostenido siempre que la vida humana en su conjunto puede serentendida como una constante lucha por el poder, es decir, comoel intento continuo por imponer una relación de subordinacióny control de un sujeto soci<strong>al</strong> a otro. Esto es tan inevitable comoválido, según ellos, desde el más element<strong>al</strong> de los aspectos en lasH3Un estudio re<strong>al</strong>izado entre 1936 y 1981 encontró 109 maneras distintas dedefinir el término. Por otra parte, la conferencia de países musulmanes sobre el terrorismocelebrada la primera semana de abril de 2002 en M<strong>al</strong>asia, encaminada a buscaruna definición islámica del terrorismo fracasó en su intento por llegar a un consensoen este sentido. Cfr. "Death Wish", The Washington Post, 4 de abril de 2002, secc. A,p. 16.


452David J. Sarquísrelaciones interperson<strong>al</strong>es (incluidas las familiares) hasta elmás complejo de los matices en los agregados soci<strong>al</strong>es: en otrasp<strong>al</strong>abras, toda forma de relación soci<strong>al</strong> representa, desde este puntode vista, una lucha implacable de poder a través de la cu<strong>al</strong>, pormedio de los mecanismos más variados un sujeto soci<strong>al</strong> va aimponer su voluntad sobre otro.Los re<strong>al</strong>istas más lúcidos están desde luego conscientes deque esto no implica una negación reduccionista acerca de laexistencia de otras motivaciones de la conducta humana; sencillamentepostulan que ésta, en su conjunto, resultaría virtu<strong>al</strong>menteincomprensible si no se aprecia desde esta perspectiva deun afán perdurable de lucha de poder. Aun cuando la conductahumana pudiera de hecho tener otras motivaciones, su explicaciónde fondo radica en el inevitable posicionamiento que lossujetos adoptan en las relaciones soci<strong>al</strong>es, ya sea en términos deseres dominantes o de dominados y en sus esfuerzos por sostenero por superar t<strong>al</strong> condición, lo cu<strong>al</strong>, invariablemente perpetuael ciclo.Es decir, que desde el punto de vista re<strong>al</strong>ista, no importare<strong>al</strong>mente quién domina y quién se subordina <strong>al</strong> mando en unmomento histórico determinado, aun cuando los dominadosllegaran a superar esa condición rebelándose exitosamente contraella, sólo lo harían para convertirse a su vez en dominadores,porque lo inevitable en términos de relaciones humanas es que<strong>al</strong>guien manda y <strong>al</strong>guien más obedece, <strong>al</strong>guien dirige, mientrasotros siguen la ruta establecida, <strong>al</strong>guien ordena y los otros cumplen.En ello radica la esencia misma de las relaciones de poderque definen todo lo humano soci<strong>al</strong>. Ciertamente, los mecanismospara establecer el control de un ser humano sobre otro, tanto enlo colectivo como en lo individu<strong>al</strong> pueden ser de lo más diverso,desde lo más sugerentemente sutil hasta lo más desagradablementeviolento, lo cu<strong>al</strong> no hace desaparecer, bajo ninguna circunstanciael trasfondo de la natur<strong>al</strong>eza del poder en las relacionessoci<strong>al</strong>es.


El miedo, por otro lado es una de las emociones básicas delser humano y como t<strong>al</strong> es parte fundament<strong>al</strong> de nuestra herenciabiológica. Aristóteles nos lo refiere ya en el libro II de la Retóricaen los siguientes términos: "el miedo es un dolor o una agitaciónproducida por la perspectiva de un m<strong>al</strong> futuro que puedaproducir muerte o dolor". 344 Aunque redundante, la definicióndel estagirita nos permite entender la importancia del miedo par<strong>al</strong>a existencia misma del hombre. Se trata de un mecanismo cruci<strong>al</strong>de defensa, en virtud del cu<strong>al</strong> adquirimos conciencia del peligroy buscamos tomar las medidas precautorias correspondientes,que pueden ser, desde la no tan graciosa huida hasta l<strong>al</strong>ucha temeraria contra la muerte. En este sentido, el miedo se haconvertido, <strong>al</strong> mismo tiempo en una importante herramientade las relaciones soci<strong>al</strong>es en la medida que facilita los procesos dedominación.y no es necesariamente porque todo aquello que producemiedo <strong>al</strong> ser humano permita dominarlo, de hecho, el miedo esuna reacción que se presenta en diversos grados entre distintaspersonas frente a las mismas circunstancias, lo cu<strong>al</strong> sugiereincluso cierta capacidad biológica de control del miedo entre losseres humanos. No obstante es debido a que el miedo forma partede la respuesta biológica natur<strong>al</strong> del hombre y que se puedenhacer cosas para fomentarlo, que <strong>al</strong>gunos hombres encuentranen él un mecanismo ide<strong>al</strong> para tratar de controlar, presionar omanipular a otros. De esta manera, el binomio miedo-dominaciónse ha convertido en una constante de la historia de la humanidady en factor indispensable para an<strong>al</strong>izar la cuestión delterrorismo como forma de acción política.El manejo del miedo, tanto en lo individu<strong>al</strong> como en lo colectivose encuentra, por ejemplo, en la base de todo el pensamientoteológico y el desarrollo de las religiones como instrumento decohesión soci<strong>al</strong>; como atinadamente señ<strong>al</strong>a Huber:"'Cfr. NicolaAbbagnano, Diccionariodefilosofia, 1998, p. 379.


454David J. Sarquísmuchas tradiciones histórico cultur<strong>al</strong>es, sagas y mitos de pueblosy religiones primitivas atestiguan que el miedo ha acompañadoy guiado siempre nuestra vida. Sin esa emoción del miedoque estimula la acción, nuestros antepasados no habrían sido capacesde sobrevivir. 345De aquí a ser considerado en estos mismos términos porla ciencia política sólo había un paso, mismo que se le atribuye,desde el punto de vista del pensamiento político moderno esenci<strong>al</strong>mente<strong>al</strong> trabajo de Thomas Hobbes. Para él, quien se considerabaa sí mismo como hijo del miedo debido a que, según noscuenta, su nacimiento se había precipitado a causa del temorque sobrecogió a su madre cuando la Armada Invencible de losespañoles atacó las costas de Inglaterra, éste constituye la razónfundament<strong>al</strong> que lleva a los hombres a agruparse y formarcolectividades ya que, en condiciones natur<strong>al</strong>es, los hombresviven en un estado permanente de guerra de todos contra todos,lo cu<strong>al</strong> propicia una sensación de incertidumbre y de temor interminableque vuelve la vida sumamente difícil, incluso para losaparentemente más poderosos, siempre preocupados de la accióncolectiva que los débiles pudiesen tomar, de donde Hobbes concluyeque toda acción política es acción, en última instanciainspirada por el miedo.Al referir las causas del surgimiento y la consolidación deun organismo soci<strong>al</strong> (Commonwe<strong>al</strong>th) Hobbes puntu<strong>al</strong>iza lo siguiente:La causa fin<strong>al</strong> o el designio de los hombres (quienes natur<strong>al</strong>menteaman la libertad y el dominio sobre otros) <strong>al</strong> imponerse a símismos esa restricción (a través de la cu<strong>al</strong> los vemos convivir enasociaciones que buscan el bien común) es el logro de su propiasupervivencia y de una vida más llevadera a partir del compromiso;es decir, librarse a sí mismos de esa condición miserable quesignifica la guerra, la cu<strong>al</strong> es necesariamente consecuente (como145Andreas Huber, El miedo, 2000, p. 7.


<strong>al</strong> análisis prácticoya se ha demostrado) con las pasiones natur<strong>al</strong>es de los hombrescuando no hay un poder visible para mantenerlos en orden yobligar, por temor <strong>al</strong> castigo <strong>al</strong> cumplimiento de sus convenios.Pues las leyes de la natur<strong>al</strong>eza (como lajusticia, la equidad, la modestia,la misericordia), por sí mismas, sin el terror hacia <strong>al</strong>gunaautoridad que obligue a su observación son contrarias a nuestraspasiones natur<strong>al</strong>es que nos orientan a la parci<strong>al</strong>idad, el orgullo,la venganza y cosas por el estilo. 346El miedo no es, por supuesto, una concepción monolítica.Hay todo un espectro de sensaciones asociadas con él, desde lamera aprensión o la incertidumbre que pone <strong>al</strong> individuo enestado de <strong>al</strong>erta hasta el terror o el pánico inmovilizador, queson manifestaciones exacerbadas de miedo. No obstante, paraefectos de esta reflexión nos importa destacar que por ser unmecanismo biológico inherente a la condición humana,347 es decir,por ser un mecanismo inserto en la natur<strong>al</strong>eza del hombre, elmiedo en toda su gama de manifestaciones es un instrumentoque puede ser empleado en el manejo de las relaciones soci<strong>al</strong>esa favor de quien logra inspirarlo y mantenerlo como amenaz<strong>al</strong>atente en contra de los demás.Delumeau ha presentado ya el primer volumen de una interesantetrilogía que aspira a reconsiderar la historia de Occidentejustamente a partir del análisis de esta variable y, aunque él mismoseñ<strong>al</strong>a que sería un craso error pretender vislumbrar el desarrollode la civilización occident<strong>al</strong> desde una postura reduccionista quela presentara sólo como una reacción ante el miedo, sería igu<strong>al</strong>menteequivocado ignorar el peso específico tan grande que estefactor ha tenido para el desarrollo de nuestra civilización. Desdeesta perspectiva, no puede dejar de verse a la política, por lo menosen <strong>al</strong>guno de sus ángulos, como una especie de juego con elmanejo de tácticas de intimidación. Siguiendo esta línea de pen-346Thomas Hobbes, Leviathan, 1977, p. 223.347 Cfr. Sandra Sassaroli y Roberto Lorenzini, Miedos'y fobias: causas, características.Y terapias, 2000.


David J. Sarquíssamiento se puede construir una base an<strong>al</strong>ítica sólida paraexplorar el fenómeno del terrorismo.El terrorismo como forma de acción políticaTodo acto terrorista es, por principio de cuentas, un acto intimidatorioy como t<strong>al</strong>, está encaminado a la consecución de un finpolítico av<strong>al</strong>ado por el temor. Por supuesto que no todo acto intimidatorioes un acto terrorista. T<strong>al</strong> concepción conduciría fácilmentea un exceso en el uso el lenguaje que permitiría hablar,por ejemplo, de terrorismo docente, labor<strong>al</strong>, familiar e inclusoamoroso. Vairelles intenta poner un poco de orden en este aspecto<strong>al</strong> tratar de clasificar las que él considera como variantes másimportantes de este complejo fenómeno, sin que ello signifiqueque hay acuerdo univers<strong>al</strong> sobre las distintas formas de terrorismoque este autor nos propone. 348Si bien es cierto que las tácticas de intimidación puedenemplearse en todos estos terrenos mencionados, desde el puntode vista del análisis político resulta poco conveniente desbordar demanera ilimitada el <strong>al</strong>cance del concepto, ya que eso sólo contribuyea dispersarlo; antes <strong>al</strong> contrario, siguiendo el espíritu delpensamiento científico, mientras más precisos sean nuestros conceptosoperativos, mejores y más útiles resultan. Sobre esta basepuede decirse que, para caracterizar integr<strong>al</strong>mente el conceptodebemos añadir, que además de ser intimidatorio, el acto terroristadebe ser violento, sorpresivo, ilegítimo, espectacular y de consecuenciasque afectan directamente a la población civil. Sobre labase de estas consideraciones, puede decirse que, entre las ideascentr<strong>al</strong>es detrás de una de las definiciones más empleadas delterrorismo contemporáneo es la que lo considera como el empleode la violencia destinada a provocar el miedo como forma de ejercerpresión en pro de una causa política. 349J4BCfr. Thierry Vairelles, Encyclopédie du terrorisme intemation<strong>al</strong>, 2001, pp. 27-33.,.9 En esta dirección parece encaminarse el esfuerzo de síntesis que hace para definirel concepto Holmes y Burke, Terrorism: today's biggest threat to freedom. 1994, pp. 20-21.


A pesar de la claridad en los términos, el uso de esta nociónt<strong>al</strong> como ha quedado esbozada plantea un problema de fondosobre el cu<strong>al</strong>, los especi<strong>al</strong>istas no logran llegar a un acuerdo y quegenera toda una serie de interrogantes: ¿cuándo es que estamosante un acto terrorista propiamente hablando?, ¿a quién debeconsiderarse, efectivamente como un terrorista?, ¿qué criteriosdeben seguirse para distinguir entre actos terroristas y accionesque, aun siendo intimidatorias puedas considerarse dentro dela norm<strong>al</strong>idadjurídica y política? El problema más grave surge,desde luego en razón del lugar que ocupan los perpetradores deeste tipo de actos en la sociedad y del tipo de reacción que provocan,tanto en lo jurídico y lo político como a nivel de opiniónpública, pues el combate <strong>al</strong> terrorismo se define precisamenteen función de estos términos.Ciertamente, hoy en día existe una tendencia gener<strong>al</strong>izadaa caracterizar a los terroristas como sector minoritario y noperteneciente <strong>al</strong> poder estat<strong>al</strong> de un conglomerado humano,dentro del cu<strong>al</strong> supuestamente no han encontrado o sencillamenteno han aceptado otros medios, más <strong>al</strong>lá de la violenciaespectacular para apoyar sus causas. No obstante, revisandola historia del fenómeno puede verse claramente que los actosintimidatorios, violentos, sorpresivos y espectaculares contr<strong>al</strong>a población civil a favor de <strong>al</strong>guna causa política no han sido,en forma <strong>al</strong>guna, privilegio de los grupos minoritarios y oprimidosque están <strong>al</strong> margen de la autoridad estat<strong>al</strong> y desde ahírecurren a la fuerza como última instancia.Antes <strong>al</strong> contrario, cuando el término empezó a ponerse demoda en el discurso político, hacia fin<strong>al</strong>es del siglo XVIII ya consu sentido actu<strong>al</strong>, es decir, el de la utilización del miedo par<strong>al</strong>a consecución de fines políticos, se refería precisamente a lapráctica del grupo en el poder, durante el régimen republicanoemanado de la Revolución francesa, tristemente conocido tambiéncomo el "régimen del terror". 350"OCfr. Bruce Hoffman, lnside terrorism, 1998, pp. 15-18.


David J. Sarquís¿Puede entonces hablarse legítimamente de terrorismo deestado? La pregunta no es ociosa. Las autoridades estat<strong>al</strong>esde todos los lugares y épocas, por supuesto niegan sistemáticamenteque el asunto pueda abordarse desde esta perspectiva yque sus actividades de control puedan colocarse en el mismoplano que la de los delincuentes; las autoridades estat<strong>al</strong>es señ<strong>al</strong>ande manera reiterada que el empleo que ellas hacen de la fuerzaestá siempre amparado en el margen que para ello le otorgaderecho.Para Vareilles, en cambio, no hay duda de que la respuestadebe ser afirmativa y esto tiene que tomarse en cuenta si se quierecomprender el fenómeno de manera integr<strong>al</strong>. 351 Es claro que enlos regímenes de tipo dictatori<strong>al</strong>, las tácticas policiacas diseñadaspara el mantenimiento del <strong>sistema</strong> establecido a través de laintimidación, aun cuando pudieran estar amparadas en <strong>al</strong>gúntipo de ley, convierten <strong>al</strong> terror en una re<strong>al</strong>idad operativa, cuyafuerza política sirve para inhibir las desle<strong>al</strong>tades y ganar adeptos.Pero es igu<strong>al</strong>mente claro que no se requiere de vivir en un régimendictatori<strong>al</strong> para estar expuesto a la violencia intimidatoriaestat<strong>al</strong> sustentada en "razones de estado". El "macartismo" deprincipios de la década de los cincuenta en Estados Unidos constituyeun buen ejemplo.La historia nos proporciona una enorme cantidad de instanciaspara ilustrar lo anterior: desde la Antigüedad, los asirios,por ejemplo, en la construcción y mantenimiento de su imperiofueron maestros insuperables en la utilización del miedo comoinstrumento de control, sus atrocidades son verdaderamentelegendarias, pero definitivamente no fueron los únicos; los romanoscrucificaban a los disidentes políticos y hasta los democráticosy civilizados atenienses tienen su lastimosa contribucióna esta trágica práctica <strong>al</strong> aniquilar a los melios para impedir eldebilitamiento de la Liga de Oelos que ellos dirigían. 352'" Vareilles, ap. cit., p. 29.352 Cfr. Tucídides, Historia de la guerra del Pe/apanesa, 1986, pp. 62-69.


459El muy diplomático emperador de Bizancio, Basilio II mandócegar a un ejército completo de 15,000 búlgaros después de latristemente célebre bat<strong>al</strong>la de Cimb<strong>al</strong>onga en el 1014 d.C. comoescarmiento para mantener control de la región. 353 En fin, queno se necesita de un esfuerzo de indagación demasiado grandepara encontrar en la historia una multitud de ejemplos para ponerclaramente de manifiesto la vigencia permanente de la políticadel miedo manejada desde los más <strong>al</strong>tos niveles de la autoridad.Antes <strong>al</strong> contrario, resulta más bien difícil encontrar ejemplosde casos en los que ésta no haya desempeñado un papel centr<strong>al</strong>en la configuración y desempeño de la entidad de control soci<strong>al</strong>;en otras p<strong>al</strong>abras, históricamente hablando el miedo ha sidoun instrumento tradicion<strong>al</strong> de gobierno.El manejo del miedo, a través de la violencia o la amenazade su uso, como hemos señ<strong>al</strong>ado es pues, en efecto una de lasconstantes más visibles en las relaciones humanas de todoslos tiempos. Sin embargo, el empleo de la violencia desde la cimadel poder plantea una terrible paradoja desde el punto de vistapolítico: si el aparato estat<strong>al</strong> está legítimamente facultado parahacer uso de la fuerza y mantener control del grupo soci<strong>al</strong>,¿dónde están los límites?, ¿cómo es que el uso indiscriminadoy sorpresivo de la fuerza en contra de la sociedad civil inermepuede ser justificado cuando lo ejerce el poder del Estado?, ¿cómose distingue el uso de la fuerza que inspira temor, aplicada porla autoridad estat<strong>al</strong> de la que emplean aquellos que se rebelanen su contra y por qué para ellos no es válido el recurrir a unapráctica que la autoridad puede ejercer sin el menor recato?,¿cómo puede liberarse <strong>al</strong> Estado del c<strong>al</strong>ificativo de terrorista a finde que sus políticas (incluida la intimidación) queden inscritasen el marco del derecho?354mCfr. J.J. Norwhich, A short historyofByzantium, 1997, p. 215..154 Noam Chomsky, el célebre lingüista norteamericano ha escrito convincentementedenunciando <strong>al</strong> gobierno norteamericano por el empleo de una política exterior haciaCentroamérica fincada en la exacerbación del miedo. Cfr. The culture of terrorism, 1988.


460David J. SarquísEstrictamente hablando, la única diferencia re<strong>al</strong> la determinaprecisamente la existencia de un marco normativo soci<strong>al</strong>mentesancionado, que otorga <strong>al</strong> uso de la violencia intimidatoriapor parte del Estado, tanto su vigencia jurídica como lasolvencia mor<strong>al</strong> necesaria para aplicarla. Toda forma de violenciaintimidatoria fuera de este marco se considera ilegítima yreprobable, motivo por el cu<strong>al</strong> debe combatirse. Esto, desde luego,no significa en forma <strong>al</strong>guna que el poder estat<strong>al</strong> quede jurídicao mor<strong>al</strong>mente autorizado para emplear tácticas terroristasde manera indiscriminada. La ley debe aplicarse, es cierto, perotambién debe limitarse siguiendo el espíritu de la justicia quesugiere la filosofía del derecho.Es en este contexto que, progresivamente, la idea del terrorismosobre todo hacia la segunda mitad del siglo XIX empezó aasociarse con la actividad política de grupos antigubernament<strong>al</strong>es(gener<strong>al</strong>mente representantes de minorías oprimidas) que operabanen pro de una <strong>al</strong>guna causa, gener<strong>al</strong>mente de reivindicaciónnacion<strong>al</strong>ista: reconocimiento de sus derechos, su autonomía territori<strong>al</strong>,o un cambio de <strong>sistema</strong> gubernament<strong>al</strong> y, en casos extremos,separación del régimen estat<strong>al</strong> recurriendo a medidasviolatorias del orden jurídico establecido.Por su natur<strong>al</strong>eza violenta, anárquica, sangrienta, antiestat<strong>al</strong>e imprevisible, fue justamente la actividad de este tipo degrupos la que eventu<strong>al</strong>mente llegamos a asociar con la idea contemporáneadel terrorismo. La razón de t<strong>al</strong> asociación es relativamentesencilla de comprender, con el propósito de desc<strong>al</strong>ificarlosy combatirlos, el Estado declara a estos grupos <strong>al</strong> margende la ley y los estigmatiza ante la opinión pública, de esta manera,los actos terroristas se vuelven a la vez ileg<strong>al</strong>es y despreciables,en función de lo cu<strong>al</strong> quedajustificado el empleo de tod<strong>al</strong>a fuerza estat<strong>al</strong> en su contra. Fin<strong>al</strong>mente es así como el términoadquiere toda la connotación peyorativa que actu<strong>al</strong>mente lecaracteriza.Es claro que, en el discurso político contemporáneo (por lomenos en el plano del terrorismo nacion<strong>al</strong>) el vocablo trae a


461la mente la idea de ataques arteros en contra de una poblacióncivil desprevenida e inerme (virtu<strong>al</strong>mente impotente) por partede actores soci<strong>al</strong>es radic<strong>al</strong>izados, fanáticos e intolerantes. Es porello que, como ya hemos observado, ningún grupo de combatientes(del signo político que sea) acepta ser c<strong>al</strong>ificado comoterrorista ya que, en este sentido, todo el peso de los aparatosestat<strong>al</strong>es nacion<strong>al</strong>es está encaminado a deslegitimizar sus esfuerzos,señ<strong>al</strong>ando una f<strong>al</strong>ta de verdadera voluntad políticapara negociar, su insensibilidad y, en última instancia, su f<strong>al</strong>tade apoyo popular re<strong>al</strong> para movilizar sus causas a través de lasurnas, en concordancia con el espíritu de la auténtica democracia.Desde esta perspectiva, el terrorista como actor del escenariosoci<strong>al</strong> ya estaba plenamente desacreditado desde antes delos ataques del 11 de septiembre, <strong>al</strong> punto en que los aparatosestat<strong>al</strong>es nacion<strong>al</strong>es se esforzaban por encasillar bajo esa etiquetaa cu<strong>al</strong>esquiera otros grupos enfrascados en luchas violentas encontra del Estado (guerrilleros, insurgentes, combatientes por l<strong>al</strong>ibertad, extremistas o separatistas) que, en otras condiciones,podrían aspirar incluso a obtener su reconocimiento como beligerantescontemplados por el derecho internacion<strong>al</strong>. El terroristaera ya un paria internacion<strong>al</strong> antes de que se derrumbaran lasTorres Gemelas y se resintiera el orgullo norteamericano.No obstante, y precisamente porque la política del miedocontinúa tan vigente como siempre es que, sin afanes de reivindicaciónpara uno u otro bando, <strong>al</strong>gunos an<strong>al</strong>istas se han esforzadopor entender y explicar cómo es que un individuo puedellegar a comprometerse con una causa, <strong>al</strong> punto de matar omorir por ella, para amedrentar a otros a favor de la promociónde un ide<strong>al</strong> político, y cómo es que, independientemente del adjetivoque c<strong>al</strong>ifica, las acciones emanadas de los grupos en el poderencaminadas a dominar a través del miedo pueden ser igu<strong>al</strong>mentereprobables desde un punto de vista mor<strong>al</strong>.Este tipo de indagación pretende llegar a comprender sustanci<strong>al</strong>menteel fenómeno del terrorismo para así poder com-


atirlo eficazmente desde las causas mismas que lo originan yno simplemente desc<strong>al</strong>ificarlo en el discurso político: es claroque la violencia ciega debe ser mor<strong>al</strong>mente condenada, pero paraav<strong>al</strong>ar esa condena también es necesario que los terroristaspotenci<strong>al</strong>es sepan que disponen de <strong>al</strong>ternativas re<strong>al</strong>es para suacción política en el contexto del ordenjurídico vigente en el quese desempeñan, de lo contrario, la acción violenta como únicaopción política para el logro de sus reivindicaciones continúasiendo la justificación ide<strong>al</strong> para todos los terroristas del mundo.Es a través de este tipo de búsqueda que re<strong>al</strong>mente se puedeaspirar a una comprensión integr<strong>al</strong> y objetiva de un fenómenocomplejo, que en la era de las revoluciones tecnológica e informativasencillamente no puede ser ignorado, ya que independientementede la magnitud re<strong>al</strong> del riesgo que acarrea un actoterrorista en sí (el cu<strong>al</strong> puede llegar a ser muy considerable enla actu<strong>al</strong>idad), gener<strong>al</strong>mente tiene una dimensión adicion<strong>al</strong>, lacu<strong>al</strong> resulta tanto o más impactante que el mero daño físico, estoes, sus repercusiones a nivel de opinión pública, ocasionados porlos implacables bombardeos informativos a los que estamossujetos cotidianamente con la cobertura de este tipo de acciones,que las colocan como una fuerza operativa re<strong>al</strong> del escenariointernacion<strong>al</strong> contemporáneo. Se desarrolla entonces una perniciosarelación simbiótica entre los medios masivos de comunicacióny los grupos terroristas que se ha vuelto característicade nuestros días. El poder estat<strong>al</strong>, por cierto, no es del todo ajeno<strong>al</strong> manejo de la información como mecanismo de control de laopinión pública, lo cu<strong>al</strong> añade obviamente a la complejidad delasunto.En gran medida puede decirse que, hoy en día, precisamenteen razón de sus debilidades comparativas respecto de la correlaciónde fuerzas con los regímenes estat<strong>al</strong>es, los grupos minoritariosclasificados como terroristas buscan un mayor impactopsicológico a través de sus acciones que los cambios efectivosque las mismas pudieran <strong>al</strong>canzar en lo inmediato. Pero esclaro que, dado el poder del Estado en el manejo de los medios


463de comunicación, los terroristas tienen que aprender a v<strong>al</strong>orarel <strong>al</strong>cance re<strong>al</strong> de sus potenci<strong>al</strong>idades en la guerra informativa,para la cu<strong>al</strong> el Estado posee muchos más recursos.En este sentido, hoy en día el terrorismo se ha convertidomás en una estrategia para involucrar a la opinión públicainternacion<strong>al</strong> en la problemática de los que se sienten oprimidosque en un mecanismo de lucha per se para <strong>al</strong>canzar la victoriapolítica que buscan. Así pues, el terrorismo internacion<strong>al</strong> contemporáneoha llegado a ser una función directa de su resonanciaen los medios masivos de comunicación, a los cu<strong>al</strong>es ha quedadoindisolublemente vinculado.El terrorismo internacion<strong>al</strong>Por tratarse de un concepto compuesto, el intento por precisarla idea del terrorismo internacion<strong>al</strong> resulta doblemente complicada.Hoy en día, por ejemplo, la Centr<strong>al</strong> de Inteligencia de EstadosUnidos (CIA) lo define como el tipo de terrorismo que es llevadoa cabo con el apoyo de gobiernos ti organizaciones extranjerasy que está dirigido contra naciones, instituciones o gobiernosextranjeros. 355 Aunque evidentemente redundante, la definiciónde la CIA proporciona <strong>al</strong>gunos elementos útiles para el análisis,ya que traslada la idea de la violencia intimidatoria de fines políticoshacia el escenario exterior, es decir, más <strong>al</strong>lá de las fronterasform<strong>al</strong>es defendidas por un Estado nacion<strong>al</strong>.Para Hoffman, lo que hoy se considera como terrorismointernacion<strong>al</strong> moderno surgió el 22 de julio de 1968, cuandotres miembros del Frente Popular para la Liberación de P<strong>al</strong>estinasecuestraron un avión comerci<strong>al</strong> israelí de la línea El Al en rutade Roma a Tel Aviv, con el propósito de obligar <strong>al</strong> gobiernojudío a negociar con ellos la liberación de prisioneros p<strong>al</strong>estinosdetenidos en Israel. 356l55Holmes y Burke, op. cit., p. 20.35bCfr. Bruce Hoffman, op. cit., p. 67.


464David J. SarquísSegún Moniquet, el terrorismo internacion<strong>al</strong> nació el 6 deseptiembre de 1970 Y hay que vincularlo necesariamente conlas actividades de la Organización para la Liberación de P<strong>al</strong>estina(OLP) de Yasser Arafat. En esa fecha, miembros de esta organizaciónsecuestraron cuatro aviones comerci<strong>al</strong>es que cubríandiversas rutas por los espacios aéreos internacion<strong>al</strong>es, en unaoperación prácticamente simultánea que culminó con el éxitoen tres casos y la liberación de varios miembros de la organizaciónque estaban presos en Israel a cambio de los rehenesretenidos por los secuestradores <strong>al</strong>gunos días después.A pesar de la diferencia en las fechas, es claro que hay unaidea asociada con el terrorismo internacion<strong>al</strong> que es sustanci<strong>al</strong>mentela misma y que origin<strong>al</strong>mente está asociada en su evolucióncon las actividades ilícitas y violentas de los p<strong>al</strong>estinosen su lucha contra los israelitas. Ciertamente que este tipo deviolencia intimidatoria no carece de antecedentes; los argelinos,por ejemplo, se habían v<strong>al</strong>ido de ella para presionar a los francesesen su lucha independentista desde fin<strong>al</strong>es de la década delos cincuenta, no obstante, una diferencia fundament<strong>al</strong> conrespecto a los p<strong>al</strong>estinos es el teatro ampliado de las operacionesy la respuesta de los medios de comunicación ante estos hechos,ya que el caso de los argelinos fue considerado hasta el fin<strong>al</strong>como un problema de política interna de Francia.A raíz de esas acciones referidas por Hoffman y Maniquety su respectiva cobertura noticiosa, el mundo cobró concienciade que la OLP era <strong>al</strong>go más que una banda de facinerosos y delincuentesy que constituía más bien una organización bienestructurada, con miembros procedentes de varias nacion<strong>al</strong>idades,<strong>al</strong>gunas incluso de fuera del mundo árabe, con fines políticosclaramente establecidos y recursos suficientes para operara esc<strong>al</strong>a mundi<strong>al</strong>. 357 Pero, ¿qué fue lo que dio el carácter específicamenteinternacion<strong>al</strong> a esta forma de terrorismo?l5?Cfr. Claude Moniquet, La guerre sans visage, 2002, p. 33.


465Del análisis de las referencias inici<strong>al</strong>es en este apartado, sedesprende que el carácter internacion<strong>al</strong> del terrorismo p<strong>al</strong>estinose finca fundament<strong>al</strong>mente en dos factores, en primer término,la participación de individuos de diversas nacion<strong>al</strong>idades en laorganización, así como sus vínculos con otras organizacionesque estaban operando fuera de esa región, en otros países. Ensegundo lugar su actuación, es decir, la ejecución de los actosc<strong>al</strong>ificados como terroristas en diversos países o espacios internacion<strong>al</strong>esafectando a bienes y personas de otros estados.En este sentido fue pues el origen multinacion<strong>al</strong> de los terroristasy la ampliación del espacio en que se desempeñan, más <strong>al</strong>lá delos límites de un Estado nacion<strong>al</strong> especifico y la afectación de bieneso personas pertenecientes a terceros estados para la consecución desus propios fines, lo que convierte a los terroristas de la OLP en nuevosactores del escenario internacion<strong>al</strong>. Incluso puede añadirseque, de <strong>al</strong>guna manera estos actos, aparte del fin concreto quebuscaban (liberar prisioneros detenidos en Israel) lograrontambién publicitar la causa p<strong>al</strong>estina tendiente a la creación deun estado propio, a niveles insospechados entre la opinión públicainternacion<strong>al</strong>, efecto que de ninguna manera podía pasardesapercibido para otros grupos oprimidos por el resto delmundo.El asunto de los p<strong>al</strong>estinos, que no pretendemos juzgar eneste espacio, había permanecido virtu<strong>al</strong>mente en la sombrapor cerca de 20 años. El conflicto árabe israelí giraba, desde laépoc


Esa situación fue cambiando progresivamente a partir demediados de la década de los sesenta, en la medida que los ataquesterroristas de los p<strong>al</strong>estinos fueron atrayendo la atenciónde la opinión pública mundi<strong>al</strong>. Tan deplorable como puede serconsiderada la matanza de los atletas israelíes durante las olimpiadasde 1972 en Munich, la verdad es que abrió el caminopara la diplomacia p<strong>al</strong>estina, que pronto llegó a tener inclusomás representaciones diplomáticas en el resto del mundo quelos propios judíos. A raíz de su creciente notoriedad, en 1974Arafat fue invitado a dirigirse <strong>al</strong> foro de la Asamblea Gener<strong>al</strong>de Naciones Unidas, donde virtu<strong>al</strong>mente recibió trato de jefe deEstado. LDs p<strong>al</strong>estinos habían ganado el reconocimiento mundi<strong>al</strong>para su causa a través de su lucha política violenta desplegadaen el ámbito internacion<strong>al</strong>.El ejemplo de los p<strong>al</strong>estinos cundió entonces rápidamenteentre otros grupos minoritarios que se sentían igu<strong>al</strong>mente agraviadose ignorados, los cu<strong>al</strong>es, de la misma manera, pretendieronhacerse escuchar por la comunidad internacion<strong>al</strong> mediantela promoción de la política del miedo; destacan entre ellos losarmenios en Turquía, los kurdos, una comunidad étnica repartidaentre cinco diferentes estados nacion<strong>al</strong>es; los tamiles de Sri Lanka,los emigrados de las Islas M<strong>al</strong>ucas del Sur hacia Holanda a raízde su incorporación a Timar y aunque, ciertamente menos espectacularesque los ataques de los p<strong>al</strong>estinos, estos movimientos,de los que sólo hemos mencionado <strong>al</strong>gunos, también tuvieronuna repercusión importante en el escenario internacion<strong>al</strong> con lapromoción de la política del miedo, <strong>al</strong> grado que, de sólo 11 organizacionesde este tipo que existían en 1968 se pasó a 55 tan sólouna década más tarde. 358Es sobre esta base que hoy en día puede hacerse la siguientedistinción; desde un punto de vista jurídico se dice quehay terrorismo nacion<strong>al</strong> cuando el acto terrorista se perpetra dentrode un Estado por uno o más actores de la nacion<strong>al</strong>idad de eseJ5BCfr. Brucc Hoffman, op. cit., pp. 75-79.


467mismo país y cuando la víctima o víctimas son nacion<strong>al</strong>es deese Estado y las consecuencias del acto se encuentran limitadasa ese país sin afectar a otros. 359Esta visión es lógica y perfectamente congruente con el enfoquedel predominio estat<strong>al</strong> en el escenario de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.Evidentemente, en un mundo glob<strong>al</strong>izado t<strong>al</strong> situacióntiende a volverse cada vez menos frecuente, ya que las propiasfronteras que distinguen entre lo que es de carácter estrictamentenacion<strong>al</strong> y lo que repercute en el ámbito internacion<strong>al</strong>están dejando de ser tan tajantemente contundentes. Desde estepunto de vista, lo que antes parecía ser de competencia estrictamenteinterna de un Estado, hoy en día bien puede ser reclamadoy juzgado por la opinión pública internacion<strong>al</strong>: el caso de laguerra en Bosnia, el atentado de la secta de la "verdad suprema"con gas tóxico en el metro de Tokio, o los atentados con bombasperpetrados por la ETA constituyen buenos ejemplos.En el plano internacion<strong>al</strong>, por otra parte, el terrorismo asíclasificado prevé la existencia de factores que dificultan su concepciónmisma como acto delictivo, ya que en este caso, "el autoro autores pueden ser de nacion<strong>al</strong>idades diferentes a las del Estadodonde se comete el acto o a la de las personas o bienes afectadospor dicho acto. También las consecuencias del mismo puedenextenderse a dos o más países" ,360 lo cu<strong>al</strong> no sólo dificulta la cuestiónde la legislación aplicable para la sanción del delito, sinosu propia tipificación como t<strong>al</strong>. En este sentido, los ataques del11 de septiembre contribuyeron claramente a acelerar la reacciónjurídica internacion<strong>al</strong> en contra del terrorismo, fomentando launificación de criterios tanto para la definición de los actos delictivoscomo para su combate.J" Javier Illanes Fernández, "Terrorismo y el derecho internacion<strong>al</strong>", Diplomacia,núm. 89, Santiago de Chile, octubre-diciembre de 2001, p. 9.36°Idem.


468David J. SarquísA pesar de estar actuando en un escenario ampliado y afectandobienes e intereses de terceros estados, lo cu<strong>al</strong> los coloca enuna clara perspectiva internacion<strong>al</strong>, la esencia de las reivindicacionesque todos los grupos mencionados hasta el momentobuscaban bien puede ubicarse todavía en la lógica de visión estato-céntricade las relaciones internacion<strong>al</strong>es pues, de <strong>al</strong>gunamanera, todos ellos siguen pretendiendo insertarse en ella, esdecir, todos ellos buscan crear su propio espacio estat<strong>al</strong>, sinembargo, no puede dejar de observarse que dicha lógica es insuficientepara agotar la multiplicidad de aspectos que la acciónde estos grupos generan en un ámbito que escapa <strong>al</strong> control directode estados particulares. Se trata pues del reconocimientode un ámbito distinto: el internacion<strong>al</strong>, en el que tiene lugar laacción concertada de la comunidad de estados. El desarrollo delderecho internacion<strong>al</strong> constituye la mEjor evidencia de esta afirmación.Por la misma época en la que el terrorismo adquirió unaproyección internacion<strong>al</strong> empezó a cobrar fuerza una versiónpar<strong>al</strong>ela de terrorismo que manifiesta su carácter supraestat<strong>al</strong>en una dimensión más clara. Si bien es cierto que su forma deoperar es muy semejante (secuestros, bombazos, atentados, etcétera)estos otros grupos están más distanciados de la perspectivadel Estado en el sentido de que no pretenden una reivindicaciónestat<strong>al</strong>. No buscan separarse de una entidad existente paracrear otra por cuenta propia; su lucha parece más bien encaminadaa cambiar la estructura misma del orden internacion<strong>al</strong>establecido que a buscar una reácomodo de las fuerzas estat<strong>al</strong>esimperantes. Pueden considerarse como antecedente de esteenfoque el caso de los atentados anarquistas de la segunda mitaddel siglo XIX que cobraron la vida de importantes estadistas comoel zar Alejandro II en Rusia, los presidentes Carnot de Franciay McKinley de los Estados Unidos o el rey Humberto de It<strong>al</strong>ia.En su versión moderna, se trata de grupos que tienen suorigen en los conflictos soci<strong>al</strong>es de la década de los cincuentadel siglo pasado,..es decir, los movimientos dejóvenes que empe-


469zaron a manifestarse contra el establishment de las más diversasmaneras, desde el famoso drop out hasta la acción violenta.La mayoría de ellos proceden de las sociedades desarrolladas ysonjóvenes rebeldes y desencantados con "el <strong>sistema</strong>". En <strong>al</strong>gunoscasos optan por un tipo de violencia ciega, dirigida contracu<strong>al</strong>quier símbolo de la autoridad, en otros, por la violencia detipo revolucionario que aspira a la destrucción del capit<strong>al</strong>ismo;caen dentro de esta categoría <strong>al</strong>gunos de los grupos terroristasmás conocidos, como las brigadas rojas que operaban en It<strong>al</strong>ia,el ejército rojo en Alemania o la secta de la "verdad suprema" enJapón. No obstante, a pesar de <strong>al</strong>gunos eventos muy publicitados,para fin<strong>al</strong>es de la década de los ochenta su influencia habíadescendido notablemente, aunque su huella había quedadoplasmada con suficiente claridad en la sociedad internacion<strong>al</strong>como para contribuir a tipificar esta forma de terrorismo internacion<strong>al</strong>.El tipo de terrorismo que se le adjudica a Osama Bin Ladeny sus seguidores constituye un caso sui generis que combinaelementos de las dos situaciones que hemos planteado hastaahora. Hay un problema de reivindicación, aunque tiene mássemblanza cultur<strong>al</strong> que nacion<strong>al</strong> propiamente dicha, por lomenos <strong>al</strong> nivel del discurso. La causa que motiva a Bin Ladeny su organización parece ser la del Islam en su conjunto y nola de una de sus ramificaciones particulares, ni en lo doctrinarioni en lo nacion<strong>al</strong> (aunque ninguno de estos elementos esté enteramenteausente en su lucha). Estrictamente hablando, este casoes el más parecido <strong>al</strong> de una auténtica confrontación de v<strong>al</strong>oresen la definición de un modelo de organización soci<strong>al</strong> para elescenario internacion<strong>al</strong> y muestra con toda claridad las dificultadesque está confrontando la comunidad internacion<strong>al</strong> par<strong>al</strong>a elaboración de una ética glob<strong>al</strong> univers<strong>al</strong>mente aceptada.Está adicion<strong>al</strong>mente el caso del llamado terrorismo internacion<strong>al</strong>patrocinado por entidades estat<strong>al</strong>es, tan difícil de probarcomo fácil de convertir en un conflicto de matices político-cultu-


<strong>al</strong>es dentro de la comunidad internacion<strong>al</strong>, t<strong>al</strong> como está haciendoel gobierno de los Estados Unidos <strong>al</strong> pretender crear una<strong>al</strong>ianza internacion<strong>al</strong> en contra de los "estados rufianes" constituyentesdel "eje del m<strong>al</strong>": Siria, Iraq y Corea del Norte, a quienesse pretende convertir en parias del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> contemporáneo,justamente por atentar presuntamente contra elorden internacion<strong>al</strong> fincado en el <strong>sistema</strong> de los estados nacion<strong>al</strong>esa través del financiamiento de los grupos que pretendendestruirlo.Como puede apreciarse, no es fácil cat<strong>al</strong>ogar bajo un solorubro todas las distintas mod<strong>al</strong>idades de terrorismo internacion<strong>al</strong>que pueden contemplarse hoy en día <strong>al</strong> observar el escenariointernacion<strong>al</strong>, lo cu<strong>al</strong> dificulta enormemente la conceptu<strong>al</strong>izaciónde esta idea. No obstante, es claro que hay una preocupaciónmuy re<strong>al</strong> por parte de las instancias de poder institucion<strong>al</strong>izadoen la comunidad internacion<strong>al</strong> por <strong>al</strong>canzar unconsenso en torno a la definición de la violencia política ilegítimaen el ámbito internacion<strong>al</strong> y ésta sigue siendo, como antaño,la violencia perpetrada por agentes no av<strong>al</strong>ados por una instanciaestat<strong>al</strong>, lo cu<strong>al</strong> no exime, como hemos señ<strong>al</strong>ado, a las autoridadesestat<strong>al</strong>es del uso de la política del miedo como factor de dominación.De este modo, el concepto de terrorismo internacion<strong>al</strong>adquiere una dimensión práctica en el discurso político contemporáneoque permite su carácter operativo como violencia ilegítimaen contra del orden establecido a partir del cu<strong>al</strong>, en efecto,podemos reconocer a una fuerza actuante sobre el escenariointernacion<strong>al</strong> de principios de siglo, la cu<strong>al</strong> se h<strong>al</strong>la más <strong>al</strong>ládel ámbito tradicion<strong>al</strong> y estricto del Estado y está contribuyendoa mover la dinámica de las relaciones internacion<strong>al</strong>es del mundoglob<strong>al</strong>; se vuelve entonces imperativo el análisis integr<strong>al</strong> de lascausas que lo están motivando para así poder combatirlas conmás imaginación que fuerza bruta.


" ..ApEcrximaciones <strong>al</strong> análisis práctico471ConclusionesComo en el caso del terrorismo a secas, el terrorismo internacion<strong>al</strong>también es un concepto con una fuerte carga peyorativa. La ideasubyacente en ambos casos es la de la violencia intimidatoria,ilegítima, antiinstitucion<strong>al</strong>, dirigida indistintamente contra laautoridad del Estado o contra la sociedad civil en favor de unacausa política, en otras p<strong>al</strong>abras, el terrorismo, en cu<strong>al</strong>quiera desus vertientes implica el manejo de la política del miedo comofactor de dominación. De este modo puede decirse que en el lenguqjemoderno el terrorismo es, <strong>al</strong> mismo tiempo, una doctrina delmiedo como instrumento de dominio y el conjunto de acciones ejecutadascon el fin de exacerbar el miedo como forma de presión en l<strong>al</strong>ucha por el poder.En este sentido, el terrorismo es tan antiguo como la historiamisma de la civilización y en su mod<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>también tiene antecedentes lejanos. Los zelotes que matabanautoridades romanas para librar a Judea del yugo imperi<strong>al</strong> enel siglo 1 de la era cristiana o los hachishin que aterrorizabanmatando a sus enemigos políticos en el imperio persa duranteel siglo XII constituyen buenos ejemplos.La existencia misma de una historia del terrorismo comoforma de lucha política muestra las dificultades implícitas enlos procesos de institucion<strong>al</strong>ización del orden soci<strong>al</strong>. Todoconglomerado humano se caracteriza por las luchas de poderque sus distintos integrantes entablan entre sí, con el propósitode establecer las condiciones que permiten la supervivencia yel desarrollo de la colectividad. Históricamente, tanto los gruposdominantes como los dominados han recurrido a la política delmiedo en el intento por promover sus propias causas.El Estado, como instancia política moderna es el resultadode las más acendradas luchas por el poder en la historia y laimposición resultante de un orden institucion<strong>al</strong> habitu<strong>al</strong>mentedeja a <strong>al</strong>guna de las partes en la contienda insatisfecha con


472David J. Sarquíslos resultados, de donde nuevamente surge el recurso a la políticadel miedo como estrategia, tanto para imponer el orden institucion<strong>al</strong>como para combatirlo.No obstante, quienes luchan por la primera causa tienen ensu favor el elemento de v<strong>al</strong>idación políticamente más importante:la ley, mientras que los otros, siempre corren el riesgo deser declarados <strong>al</strong> margen de ésta como mecanismo para la desc<strong>al</strong>ificaciónexpedita de su lucha. Es así como toda forma de luchapolítica que recurre a la violencia intimidatoria en contra de laautoridad estat<strong>al</strong> ha llegado a ser considerada hoy en día comouna manifestación de terrorismo, a la vez que se ha añadidoel epíteto de internacion<strong>al</strong> a la lucha política en contra del ordenestat<strong>al</strong> que se lleva a cabo por parte de grupos integrados pornacion<strong>al</strong>es de diversos países que operan indistintamente encu<strong>al</strong>quier punto geográfico del planeta en contra de los bienes,intereses o nacion<strong>al</strong>es de otros estados.Entre las causas que originan los movimientos terroristasdel mundo contemporáneo pueden encontrarse los agravios tradicion<strong>al</strong>esde los sectores más desprotegidos en el orden internacion<strong>al</strong>imperante: lucha anticoloni<strong>al</strong>ista, intento de formaciónde nuevos estados nacion<strong>al</strong>es, lucha de minorías nacion<strong>al</strong>esdentro de estados establecidos, avas<strong>al</strong>lamiento cultur<strong>al</strong>. enfrentamientosideológicos y pobreza crónica, entre muchos otros.Uno de los rasgos más característicos de los actos terroristases la convicción de que, por medio de la violencia, se puedenacelerar los procesos soci<strong>al</strong>es y lograr fines que en el contextodel orden establecido resultan virtu<strong>al</strong>mente imposibles de <strong>al</strong>canzar.En este sentido, el objetivo de los grupos terroristas no esel de convencer y, de hecho, ni siquiera vencer, sino demostrarque su causa no puede ser vencida: que es capaz de mantenerindefinidamente la sensación de inquietud entre la sociedadcivil para así socavar el crédito de las autoridades y obligarlasa endurecer sus propios mecanismos de control.Otro aspecto significativo a tomar en cuenta es que, graciasa la revolución en los medios de comunicación, los blancos inme-


diatos de los actos terroristas sólo tienen una relación indirectacon las metas glob<strong>al</strong>es que los impulsan, pero representan ungolpe propagandístico muy significativo.La importancia de los terroristas en el escenario internacion<strong>al</strong>contemporáneo puede apreciarse con toda claridad en elhecho de que, según la contabilidad del Departamento de Estadode Estados Unidos, entre 1976 y 1995 se perpetraron pocomás de 10,000 actos terroristas por todo el mundo. 361En este sentido, sin excluir la componente estat<strong>al</strong> del análisis,hoy en día se ha hecho evidentemente necesario considerara los grupos terroristas como actores metaestat<strong>al</strong>es del escenariointernacion<strong>al</strong>, porque en un mundo glob<strong>al</strong>izado, la lógicade su lucha ha rebasado los límites rigurosos de las fronterasque defienden los estados nacion<strong>al</strong>es, aun cuando <strong>al</strong>gunos deellos estén intentando, a través de su lucha crear una entidadestat<strong>al</strong>. En esta perspectiva observamos desde la primera mitaddel siglo pasado una clara tendencia evolutiva en el derecho internacion<strong>al</strong>,como voz autorizada del espíritu del derecho entre lacomunidad de estados nacion<strong>al</strong>es, a condenar de manera unánimelos actos terroristas.Hoy en día, los países más avanzados han fomentado elprincipio de que los terroristas son crimin<strong>al</strong>es y que toca a lasociedad internacion<strong>al</strong> en su conjunto combatirlos. La respuestade la comunidad de estados nacion<strong>al</strong>es a favor de las propuestasestadounidenses después de los ataques del 11 de septiembreno deja lugar a dudas sobre el curso que los acontecimientoshan tomado en este sentido. El camino que, de <strong>al</strong>guna manerase había iniciado en la década de los veinte del siglo pasadocuando en el seno de la Sociedad de Naciones se discutía la convenienciade establecer una Corte contra las violaciones <strong>al</strong> ordenpúblico internacion<strong>al</strong> continúa consolidándose. A lo largo delsiglo se gestionó una docena de convenciones encaminadas <strong>al</strong>361 Cfr. u.s. State Department. Pattems ofGlob<strong>al</strong> Terrorism, Washington, D.C., Officeof Counterterrorism. 1996. p. 71.


474David J. Sarquíscombate del terrorismo, desde el Convenio para la Represión delApoderamiento Ilícito de Aeronaves (La Haya, 1970) hasta el ConvenioInternacion<strong>al</strong> para la Represión de los Atentados TerroristasCometidos con Bombas de ] 997.El desarrollo de este instrument<strong>al</strong> jurídico era ya una claraevidencia de la conciencia colectiva, en el ámbito de la sociedadinternacion<strong>al</strong>, respecto de la gravedad del problema que habí<strong>al</strong>legado a representar el terrorismo hacia fin<strong>al</strong>es del siglo xx.Ya desde entonces, la comunidad de estados nacion<strong>al</strong>es veníatratando de tomar acción concertada para imponer un ordeninstitucion<strong>al</strong> glob<strong>al</strong> pero, justamente, por su condición de espaciopara la acción soci<strong>al</strong> carente de una autoridad supremaque lo regule, el escenario internacion<strong>al</strong> tenía demasiadas fisurascomo para impedir eficientemente la acción del terrorismointernacion<strong>al</strong>. Esa situación cambió a raíz del 11 de septiembre,ya que por la magnitud de los ataques contra los princip<strong>al</strong>essímbolos del poderío estadounidense y la publicidad que recibieronen su oportunidad, los terroristas han sido plenamentereconocidos como fuerza operativa del <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> más<strong>al</strong>lá de cu<strong>al</strong>quier entidad estat<strong>al</strong> que los patrocine o los <strong>al</strong>bergue.El enemigo sin rostro ha quedado plenamente identificadocomo un actor más del escenario internacion<strong>al</strong>.La amenaza que representa el terrorismo en cu<strong>al</strong>quiera desus manifestaciones no debe ser subestimada, ya que comoestrategia política del miedo, el terrorismo hace insostenible laconvivencia soci<strong>al</strong> pacífica y armoniosa. Ya en el siglo xvadvertía Acciaiuoli:Violar la paz no es otra cosa que quitar la confianza; cuando éstadesaparece se destruye la sociedad, se destruye la amistad, se destruyela vida en común de los hombres. Sin confianza mutua nadiepuede seguir manteniendo su norma de vida. Hasta los piratasy los s<strong>al</strong>vajes suelen respetar la tregua, conservar la confianza,respetar el juramento. Los traidores que prefieren obedecer a su


· ~ ~Erg~maciones <strong>al</strong> análisis práctico475furibunda pasión en vez de seguir la razón, olvidan el derechode gentes y la humanidad por todos compartida. 362Toda vez que el terrorismo pretende efectivamente quitar laconfianza, tenemos que estudiarlo y comprenderlo para poderdenunciarlo y combatirlo, ya sea que venga de grupos minoritariosque se sienten agraviados o de autoridades estat<strong>al</strong>es quese sienten amenazadas. Un mejor conocimiento de sus causaspuede entonces contribuir a ampliar los espacios para el diálogoy la tolerancia, que es el único camino viable para el advenimientode una paz estable y duradera en un mundo glob<strong>al</strong>izado."2 Citado por Eugenio Garín, op. cit., p. 193.


Conclusiones gener<strong>al</strong>esCreo que entre el uno y el plur<strong>al</strong> siempre hay confusionesporque no hemos aprendido del romanticismo, porqueseguimos siendo mecanicistas en lugar de organicistas.La diversidad hay que preservarla para la comunicacióny la armonía, no para la atomización.ToMÁS SEGOVIAlA REFLEXIÓN sobre temas relativos a la interacción de comunidadespolíticamenteautónomas entre sí es prácticamentetan antigua como la reflexión sobre cu<strong>al</strong>quier otro ámbitode la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>. En este sentido, se puede pensar demanera justificada que las relaciones internacion<strong>al</strong>escomo objeto de estudio tienen ya una larga trayectoriahistórica, aun cuando su desarrollo disciplinario como t<strong>al</strong>sea relativamente reciente y para <strong>al</strong>gunos, sobre todoentre sus críticos, escaso. No' obstante, para precisar elsignificado de ambas ideas (la juventud disciplinaria y lasupuesta escasez de resultados) es necesario re<strong>al</strong>izar lasprecisiones conceptu<strong>al</strong>es correspondientes y desarrollarlos argumentos respectivos, es decir, incursionar en elterreno de la epistemología de las relaciones internacion<strong>al</strong>es.Esta es una de las labores más importantes quedeben re<strong>al</strong>izar los interesados en el desarrollo teórico deesta disciplina.477


478David J. SarquísArmonizar los resultados de la reflexión teórica con los delanálisis práctico no es habitu<strong>al</strong>mente labor sencilla. Aunque launidad de la teoría y la práctica es un ide<strong>al</strong> claramente postuladoen el ámbito del quehacer intelectu<strong>al</strong> que busca explicar elacontecer soci<strong>al</strong>, la verdad es que, en la mayoría de los casos,cuando se trabajo en la parte de la construcción teórica es muyfácil generar la impresión de que transita uno por espacios sustanci<strong>al</strong>mente<strong>al</strong>ejados de la re<strong>al</strong>idad, t<strong>al</strong> como si, en efecto, elmundo re<strong>al</strong> y el de la construcción teórica fuesen dos universosaparte.El modesto esfuerzo que he re<strong>al</strong>izado en las páginas precedentes,<strong>al</strong> reflexionar sobre la importancia de identificar conprecisión el objeto de estudio propio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,para así contribuir <strong>al</strong> desarrollo de una identidadprofesion<strong>al</strong> del estudioso de este campo, ha estado encaminado,<strong>al</strong> mismo tiempo, a poner de manifiesto la forma en que tododiscurso sobre la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, en cu<strong>al</strong>quiera de sus aspectos,incluido, por supuesto, el internacion<strong>al</strong>, sólo adquiere sentidoen función de los supuestos epistemológicos que lo nutren ylo sustentan.Es por ello que he buscado complementar la parte de lareflexión teórica, en busca de un objeto de estudio propio par<strong>al</strong>as relaciones internacion<strong>al</strong>es, con la exposición de casos prácticosvisto a la luz de la propuesta teórica que he desarrolladoy que consiste, básicamente, en adoptar la noción de orden internacion<strong>al</strong>con todas sus implicaciones como objeto de estudiode nuestra disciplina.Entre los miembros de la comunidad epistémica de los internacion<strong>al</strong>istas,hoy en día resulta absolutamente obvio que existe,desde hace mucho tiempo, <strong>al</strong>gún tipo de objeto de estudio propiosobre el cu<strong>al</strong> enfocar nuestros esfuerzos an<strong>al</strong>íticos. Quizá no todoslos especi<strong>al</strong>istas en cuestiones internacion<strong>al</strong>es estén específicamentede acuerdo en cuanto a qué o cómo deba ser representadodicho objeto, pero de que existe <strong>al</strong>go en el contexto de la re<strong>al</strong>idad


Conclusiones gener<strong>al</strong>es479soci<strong>al</strong>, que requiere de reflexión y análisis desde una perspectivadistintivamente internacion<strong>al</strong>, no cabe la menor duda.No siempre ha sido el caso. Aunque ofici<strong>al</strong>mente nuestra disciplinaestá ya en su octava década de vida académica institucion<strong>al</strong>,buena parte de ese lapso se ha invertido precisamente entratar de resolver el debate en torno a la pertinencia de nuestraautonomía disciplinaria. El debate bien puede parecer ociosodesde cu<strong>al</strong>quier otro punto de vista; para muchos incluso innecesario.No obstante, si consideramos que la identidad del aspirantea internacion<strong>al</strong>ista depende mucho de la forma como se resuelveéste, comprenderemos por qué, desde nuestro punto de vista, sencillamenteno se puede pasar por <strong>al</strong>to.Si bien es cierto que la reflexión sobre temas "internacion<strong>al</strong>es"es histórica y casi tan antigua como la propia civilización, si ledamos <strong>al</strong> término una acepción flexible, para incluir de maneragenérica <strong>al</strong> trato de colectividades humanas políticamente independientesentre sí; también es claro que la necesidad de unadisciplina concretamente abocada <strong>al</strong> análisis de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>(cu<strong>al</strong>quier cosa que ésta resulte ser) no se hizo evidentecomo t<strong>al</strong> sino hasta ya bien entrado el siglo xx de la era cristiana,por razones histórico-concretas que hemos tratado deexplicar.y no es, de hecho, sino hasta el cierre de ese mismo siglo queel llamado deshielo polar y la glob<strong>al</strong>ización (o mundi<strong>al</strong>ización comotambién se conoce) se convierten en factores predominantes dela dinámica internacion<strong>al</strong> y contribuyen <strong>al</strong> auge de la profesiónde internacion<strong>al</strong>ista por todo el mundo, desde donde, obviamentese asume, aunque en muchos casos sólo sea de manera implícita,la existencia re<strong>al</strong> de un objeto de estudio propio para quienesdesean incursionar por este camino.El análisis histórico del esfuerzo teórico re<strong>al</strong>izado a lo largodel siglo xx pone claramente de manifiesto las múltiples dificultadespara considerar <strong>al</strong> internacion<strong>al</strong>ista como un profesion<strong>al</strong>por mérito propio. Como señ<strong>al</strong>amos a lo largo del trabajo, en


480David J. Sarquísmuchos países, la profesión sólo se consideraba y se enseñabacomo apéndice de <strong>al</strong>guna otra matriz disciplinaria.Según he tratado de mostrar, esto se debió, en gran medida,a la incapacidad metodológica para vislumbrar un objeto deestudio propio para los internacion<strong>al</strong>istas; un objeto de estudioseparable y distinguible como unidad de análisis con respectoa cu<strong>al</strong>quier otro objeto de estudio empleado como referente porotras ciencias soci<strong>al</strong>es, de donde procede la enorme confusiónepistemológica que dio lugar a incesantes "debates" que, desdemi punto de vista sólo han contribuido a incrementar la confusiónentre los aspirantes a estudiosos de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.Debo enfatizarque, hablarde unaausenciade reconocimiento<strong>al</strong> carácter autónomo de la disciplina de las relaciones internacion<strong>al</strong>escomo t<strong>al</strong>, no significa, en forma <strong>al</strong>guna, ignorar lagran abundancia de materi<strong>al</strong>es de reflexión y estudios profundosque se han re<strong>al</strong>izado desde otras matrices disciplinarias encargadasdel análisis soci<strong>al</strong> en torno a temas internacion<strong>al</strong>es. Alcontrario; mi propio punto de vista es que todo ese materi<strong>al</strong> esnecesario para el aspirante a especi<strong>al</strong>ista en esta área, mas nosuficiente para definir el carácter de un internacion<strong>al</strong>ista comoprofesion<strong>al</strong> en el área de los estudios soci<strong>al</strong>es.Por supuesto que no debe perderse de vista que los hechosinternacion<strong>al</strong>es son, ante todo, también hechos soci<strong>al</strong>es, sóloque están inscritos en un ámbito de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> quesólo surge cuando las colectividades humanas políticamenteautónomas entran en contacto unas con otras yeso le da aeste tipo de hechos un perfil cu<strong>al</strong>itativamente distinto <strong>al</strong> de loshechos soci<strong>al</strong>es primarios generados cuando individuos pertenecientesa un mismo grupo soci<strong>al</strong> mantienen contacto entre sí.Ciertamente ha habido notables aportaciones para nuestrodesarrollo disciplinario desde la economía, la política, el derecho,la filosofía, la historia, etcétera. Pero lo internacion<strong>al</strong> es <strong>al</strong>go másque la mera suma mecánica de estos saberes parci<strong>al</strong>es; lo inter-


Conclusiones gener<strong>al</strong>es481nacion<strong>al</strong> es, como he tratado de mostrar, un ámbito de acciónsoci<strong>al</strong> cu<strong>al</strong>itativamente distinto <strong>al</strong> de los ámbitos loc<strong>al</strong>es, es másque un agregado, una propiedad emergente de la interacciónentre colectividades humanas, la cu<strong>al</strong> forma un todo perfectamentediferenciable de las partes consideradas por separado;es un espacio de construcción soci<strong>al</strong> determinado por la acciónsoci<strong>al</strong> de comunidades políticamente independientes unas deotras, pero sistémicamente vinculadas entre sí, es decir, interdependientes.Desde este punto de vista, no basta con explorar la políticainternacion<strong>al</strong> de manera aislada (por muy importante que éstapueda ser), ni entender el funcionamiento del mercado internacion<strong>al</strong>,ni conocer la normatividad internacion<strong>al</strong> vigente en unmomento histórico determinado, como esfuerzos separados. Laperspectiva internacion<strong>al</strong> requiere de una visión de conjunto; unavisión integr<strong>al</strong>, holística, capaz de asumirlo como una dimensiónsoci<strong>al</strong> con existencia propia; como un espacio de análisispara internacion<strong>al</strong>istas.En este sentido, México desplegó un esfuerzo pionero <strong>al</strong>reconocer la necesidad de una licenciatura aparte, abocada a laformación de internacion<strong>al</strong>istas como profesion<strong>al</strong>es del análisissoci<strong>al</strong> separados y distinguibles de politólogos, sociólogos, abogados,etcétera, desde fin<strong>al</strong>es de la década de los sesenta del siglopasado, mientras que, como hemos señ<strong>al</strong>ado, en la mayoría delos países relaciones internacion<strong>al</strong>es sólo se cursaba como nivelde especi<strong>al</strong>ización, después de haber re<strong>al</strong>izado estudios básicosen ciencia política o en sociología. El curso evolutivo de la propiadinámica internacion<strong>al</strong> que hace cada vez más visible laconformación de un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> av<strong>al</strong>a, en la práctica,las ventajas del enfoque mexicano.No obstante, desde la práctica docente, en el esfuerzo porintegrar el currículum de la carrera, los académicos se han encontradocon la p<strong>al</strong>pable dificultad de articular un programa queno parezca una mera barnizada superfici<strong>al</strong> de cultura gener<strong>al</strong>,


482David J. Sarquísaderezada con pinceladas de historia, derecho, sociología, filosofía,cienciapolítica, y, másrecientemente, hastaadministraciónde empresas, tratando de hacer el programa lo más atractivoposible para los futuros internacion<strong>al</strong>istas; en fin, un mosaicoabigarrado y artifici<strong>al</strong>mente puesto en marcha, con la intenciónde sostener la imagen de una especie de "todólogo", parasatisfacer una demanda más fomentada por la moda que porla necesidad re<strong>al</strong> de entender lo que está ocurriendo con el<strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>.y es que, desde la perspectiva de muchos otros especi<strong>al</strong>istasen ciencias soci<strong>al</strong>es, lo internacion<strong>al</strong> sólo puede tener sentido comouna re<strong>al</strong>idad secundaria, margin<strong>al</strong>, producto de un acto volitivoque pone en contacto a los actores internacion<strong>al</strong>es (preferentementelos estados nacion<strong>al</strong>es) entre sí y que, por lo tanto, debe ser abordadode manera sistemática desde la perspectiva de <strong>al</strong>guna otramatriz disciplinaria ya establecida, cu<strong>al</strong>quiera de las que ya tiene<strong>al</strong> análisis de lo soci<strong>al</strong> como objeto de estudio directo y primario.Esta conclusión sólo resulta "norm<strong>al</strong>" desde un enfoqueatomizador o fragmentario de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, una perspectivaque sólo <strong>al</strong>canza a ver la idea de un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>como un agregado no formativo, <strong>al</strong>go accident<strong>al</strong> que carece desentido, e incluso de existencia por sí mismo, ya que se articulay desarticula en función de actos de voluntad de sus componentes,de donde se deduce que son sólo éstos los que importancomo objeto de estudio. La opinión ha sido externada inclusopor figuras consideradas como eruditos en sus propios camposde acción, como Ernest Nagel, filósofo de la ciencia, para quien,como para Occam, fuera de las partes sencillamente no haynada.Nagel lo expresa en términos de no poder aceptar la ideade una "tot<strong>al</strong>idad" en la que las partes no pueden ser consideradaspor separado.Nagel ha negado la posibilidad de an<strong>al</strong>izar los fenómenos desdela teoría sistémica, por estimar que la ciencia sólo puede avanzar


Conclusiones gener<strong>al</strong>es483si se acepta que el comportamiento de la parte puede estudiarseseparadamente del todo. En este sentido, para este autor, la conceptu<strong>al</strong>izaciónde los fenómenos en términos de un indivisibletodo constituye un obstáculo para el avance científico. 363Es evidente que este prestigiado autor no reconoce, no comparteo no comprende la idea expresada por Anderson en relacióncon las propiedades emergentes, es decir, aquellas quesólo surgen cuando las partes interactúan y que no puedenapreciarse de otro modo que a través de la interacción. Esto nosignifica, por supuesto, que el todo no pueda ser desagregadopara su estudio, sólo significa que, después de la desarticulacióntiene que ser reconstruido para su cab<strong>al</strong> comprensión.Para los detractores implícitos o explícitos de la autonomíadisciplinaria de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, a fin<strong>al</strong> de cuentas,los fenómenos de este tipo bien pueden ser reducidos a la problemáticasoci<strong>al</strong> básica, es decir, a procesos productivos, fenómenosde poder, interacción soci<strong>al</strong>, creación de marcos normativos, desintegraciónsoci<strong>al</strong>, etcétera, y, por lo tanto, resulta tan innecesariacomo superflua la pretensión de una nueva disciplina autónomade las relaciones internacion<strong>al</strong>es; fin<strong>al</strong>mente, ¿de qué seva a nutrir?, ¿qué más puede hacer que no se esté haciendo yadesde las otras disciplinas soci<strong>al</strong>es?, ¿qué podría aportar, si ya laproblemática soci<strong>al</strong> está siendo extensamente tratada por todoel conjunto de las ciencias soci<strong>al</strong>es que se abocan a ella?El esfuerzo de este trabajo de investigación ha tenido comoobjetivo princip<strong>al</strong> reflexionar sobre estas cuestiones. Resultaclaro que, desde el puntode vista epistemológico, la consolidaciónde una nueva disciplina depende directamente de la claridad conla que puede distinguir su propio objeto de estudio y reconocerlopara definirlo en términos ontológicos; es obvio que en ausenciade este reconocimiento y esa definición, el crecimiento discipli-J63Cfr. Celestino del Aren<strong>al</strong>, op. cit., 1987, p. 220.


484David J. Sarquísnario se vuelve virtu<strong>al</strong>mente imposible y la actividad profesion<strong>al</strong>,más bien superflua. Creo, además, que, históricamente, buenaparte de la problemática teórica de la disciplina, proyectada endebates estériles y desacuerdos metodológicos deriva de ese granprimer problema no resuelto de manera satisfactoria.Ya Aran había sugerido, <strong>al</strong> estudiar esta problemática que,desde su punto de vista, la especificidad de las relaciones internacion<strong>al</strong>esse encontraba en el hecho de que éstas se daban enun ámbito carente de estructurasjurídicas equiparables a las delEstado nacion<strong>al</strong> en su ámbito interno, lo cu<strong>al</strong> obligaba a los actoresinternacion<strong>al</strong>es a velar por sus propios intereses y medianteel empleo discrecion<strong>al</strong> de sus propios recursos, lo que, a su vezpropiciaba una especie de ley de la jungla característica del mediointernacion<strong>al</strong>; es decir, una versión corregida y aumentada delfamoso estado de natur<strong>al</strong>eza hobbesiano. Intuición geni<strong>al</strong> quemerecidamente coloca a ambos autores entre los antecedentesnecesarios para el estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es,mas no suficientes.Ni Hobbes ni Aran (con toda la importancia que representanpara nuestro desarrollo disciplinario) arriban a la conclusiónde una autonomíadisciplinaria par<strong>al</strong>as relaciones internacion<strong>al</strong>es,porque ninguno de ellos considera que haya un proceso deconstrucción soci<strong>al</strong> sistémico válido fuera del límite que establecenlas fronteras estat<strong>al</strong>es. Es curioso que Hobbes, por ejemplo,sugiera con toda claridad que la construcción del Estado es elresultado de un agregado de voluntades que forma <strong>al</strong>go distintode la suma mecánica de las partes, un intangible que se manifiestaa través de la voluntad del soberano y que cubre <strong>al</strong> gruposoci<strong>al</strong> considerado como una tot<strong>al</strong>idad, pero que no pueda proyectarla misma idea más <strong>al</strong>lá del ámbito endógeno de v<strong>al</strong>idez delEstado, hacia el foro de lo internacion<strong>al</strong>, donde la acción de losactores colectivos también se proyecta en la construcción deuna estructura superior a cada uno de ellos por separado. Quizátenga <strong>al</strong>go que ver el hecho de que, en ese momento histórico


Conclusiones gener<strong>al</strong>es485los actores colectivos estaban tratando justamente de liberarsede una tutela supranacion<strong>al</strong> representada por el papado.Mi propio punto de vista es que ninguno de ellos se ocupade explorar ese ámbito de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, esa dimensiónde lo soci<strong>al</strong> creada por la interacción de actores colectivosdonde ocurren las relaciones internacion<strong>al</strong>es como fenómenopráctico, como un espacio cu<strong>al</strong>itativamente distinto <strong>al</strong> espaciointerno de las sociedades nacion<strong>al</strong>es regidas por su propia autoridadloc<strong>al</strong>. Ambos abordan el estudio de la problemática soci<strong>al</strong>desde una perspectiva predominantemente endógena, es decir, desus propios ámbitos cultur<strong>al</strong>es que les obstruye la visión delámbito de lo internacion<strong>al</strong> como una unidad en sí misma; aunqueno por ello dejan de observar y tratar de explicar lo que estáocurriendo <strong>al</strong>lende sus fronteras.Aun con toda la profundidad de su reflexión, Hobbes es claramentemás filósofo, incluso quizá politólogo que internacion<strong>al</strong>istaen su perspectiva de análisis (lo cu<strong>al</strong>, ni inv<strong>al</strong>ida ni demerit<strong>al</strong>o que tiene que decir sobre las relaciones internacion<strong>al</strong>es). Aran,merecidamente considerado como un auténtico pionero entre losinternacion<strong>al</strong>istas es a su vez, más sociólogo, incluso historiadorque internacion<strong>al</strong>ista, a pesar del det<strong>al</strong>le y la precisión conla que trata los asuntos internacion<strong>al</strong>es, de los que obviamentetiene una clara conciencia y percepción, siempre orientada dedentro hacia afuera.Ciertamente ellos entienden que el ámbito internacion<strong>al</strong> esun espacio diferente de acción soci<strong>al</strong>, por el solo hecho de carecerde una autoridad centr<strong>al</strong>, pero más bien parecen considerarlacomo una dimensión esenci<strong>al</strong>mente vacía que sólo existe demanera circunstanci<strong>al</strong> y fortuita y hacia la cu<strong>al</strong> se proyectanlas acciones de los actores internacion<strong>al</strong>es sustantivos, es decir,los estados nacion<strong>al</strong>es, que por ende representan lo que v<strong>al</strong>e lapena y tiene sentido estudiar.En otras p<strong>al</strong>abras, ninguno de ellos, ni otros especi<strong>al</strong>istasabocados <strong>al</strong> análisis de las relaciones internacion<strong>al</strong>es desde la


486David J. Sarquísperspectiva de otras disciplinas soci<strong>al</strong>es parecen poder manejarla idea de que el todo representa <strong>al</strong>go más que la mera suma mecánicade las partes, es decir, que hay procesos, cu<strong>al</strong>idades, propiedadesy circunstancias que sólo cobran forma y se proyectansobre la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> como resultado de la interacciónentre las partes, lo cu<strong>al</strong> obliga, después de la fragmentación parael análisis a la recomposición o síntesis del todo como entidaddiferenciada que adquiere una vida propia, la cu<strong>al</strong> es cu<strong>al</strong>itativamentedistinta a la de cu<strong>al</strong>quiera de los sub<strong>sistema</strong>s que laintegran y que debe an<strong>al</strong>izarse como t<strong>al</strong>: como una tot<strong>al</strong>idadcompleja que tiene una dinámica propia que no puede ser explicadacomo un simple agregado de voluntades parci<strong>al</strong>es de losmiembros que la hacen posible, t<strong>al</strong> como ha hecho el análisistradicion<strong>al</strong>. Cuando se an<strong>al</strong>iza, por ejemplo, a los organismosinternacion<strong>al</strong>eshoy endía, nos enfrentamos a unaproblemáticamuy similar.Para quienes han estudiado el fenómeno internacion<strong>al</strong> desdela perspectiva de cu<strong>al</strong>quier otra matriz disciplinaria, la re<strong>al</strong>idadúltima en términos de organización política y agrupación soci<strong>al</strong>ha sido predominantemente la figura del Estado nacion<strong>al</strong>. Es porello que, históricamente, las relaciones internacion<strong>al</strong>es se hanentendido preferentemente como relaciones interestat<strong>al</strong>es, aunqueciertamente la dinámica del mundo contemporáneo exige unarevisión exhaustiva de ese criterio estrecho.No es por ello casu<strong>al</strong> que durante mucho tiempo se hayapensadoque el objeto de estudiopropiopar<strong>al</strong>os internacion<strong>al</strong>istastendría que ser, de manera casi natur<strong>al</strong>, la política exterior delos estados y, siendo aún más re<strong>al</strong>istas, la de las grandes potencias,porque en última instancia, de ellas depende el devenir delas dinámicas internacion<strong>al</strong>es. LDs internacion<strong>al</strong>istas tienen queaprender a ver más <strong>al</strong>lá de ese horizonte impositivo y restringidoque, aunque re<strong>al</strong> y necesario, limita la visión integr<strong>al</strong> de la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong>.La política exterior de los estados, incluso la política internacion<strong>al</strong>en sí, es parte sustantiva de esa re<strong>al</strong>idad, pero no lo es


Conclusiones gener<strong>al</strong>estodo. La glob<strong>al</strong>ización del mundo contemporáneo ha hechomucho más visible la enorme complejidad del ámbito internacion<strong>al</strong>considerado como un todo y ITa como un mosaico separablede actores unitarios y racion<strong>al</strong>es que existen más en la mentede los an<strong>al</strong>istas que como expresión concreta de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.No sólo van las relaciones internacion<strong>al</strong>es mucho más <strong>al</strong>láde la mera acción gubernament<strong>al</strong> estratégica proyectada haciael exterior como un acto consciente y supuestamente racion<strong>al</strong>en defensa del interés nacion<strong>al</strong>. El internacion<strong>al</strong>ista tiene queaprender a reconocer que, a través del flujo y reflujo de accionesentre actores del escenario internacion<strong>al</strong>, el cu<strong>al</strong> avanza entodas direcciones del espectro de la fenomenología soci<strong>al</strong>, hayde hecho unproceso nuevo de construccióny de transformaciónsoci<strong>al</strong> que está permanentemente influido por toda una gamade factores, de peso específico cambiante a lo largo del tiempo.Liter<strong>al</strong>mente puede decirse pues que, como proceso práctico,las relaciones internacion<strong>al</strong>es están creando un mundo nuevo(a partir, por supuesto de mundos existentes); una dimensiónsoci<strong>al</strong> diferente denominada medio internacion<strong>al</strong>, en el que todaslas manifestaciones de las culturas loc<strong>al</strong>es quedan expuestas aun sinnúmero de influencias "externas", con las cu<strong>al</strong>es irremediablementese entremezclan (desde luego, en proporcionesvariables) para producir <strong>al</strong>go que, aun bajo la apariencia deseguir siendo lo mismo, representa de hecho mod<strong>al</strong>idades novedosas,que no <strong>al</strong>canzan a ser explicadas cab<strong>al</strong>mente a través delos enfoques fragmentarios tradicion<strong>al</strong>es.El fenómeno no es sólo contemporáneo, la historia misma dela humanidad como conjunto se ve distinta cuando se apreciadesde esta perspectiva: la perspectiva internacion<strong>al</strong>, desde la cu<strong>al</strong>,la experiencia humana, desde sus inicios puede ser vista comouna tot<strong>al</strong>idad compleja no fragmentada.Por supuesto que el fenómeno no es, en forma <strong>al</strong>guna homogéneo,la humanidad se ha estructurado y reestructurado a lo


488David J. Sarquíslargo del tiempo en <strong>sistema</strong>s internacion<strong>al</strong>es que, como cu<strong>al</strong>quierotro ser vivo, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Poreso es que, periódicamente, <strong>al</strong>gunos observadores de la escenahumana tienen la maravillosa oportunidad de apreciar el procesode integración de diversas comunidades en una sola y referirloen sus trabajos, mientras que a otros toca la tragedia deobservar los procesos de desintegración y muerte de <strong>al</strong>gún<strong>sistema</strong> o sub<strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>. Polibio, con sus Historias,<strong>al</strong> término de las guerras púnicas entre Roma y Cartago o SanPablo en su Epístola a los gálatas serían un buen ejemplo delprimer caso, mientras que Gorvachov sería uno de los ejemplosmás cercanos a nuestra experiencia histórica del segundo.Así pues, a través de esta investigación he llegado a la conclusiónde que esta dimensión de la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> en la queocurren los fenómenos internacion<strong>al</strong>es, que de hecho surge araíz del contacto que establecen entre sí los grupos humanospolíticamente independientes, no puede ser abordada provechosamentedesde una perspectiva fragmentadora o divisionistasemejante a la que ha empleado el pensamiento científico tradicion<strong>al</strong>.Ese enfoque fragmentario o fisic<strong>al</strong>ista, como tambiénse le conoce, dificulta enormemente el estudio de lo internacion<strong>al</strong>porque, desde hace mucho tiempo se ha considerado comoel camino "norm<strong>al</strong>" del proceder científico y orilla a la segmentaciónpara el análisis del objeto de estudio, en busca de sus componentesbásicos, para tratar de explicar el todo a partir deellos. Es decir, que tradicion<strong>al</strong>mente se entiende <strong>al</strong> todo comouna función de sus partes integrantes, de t<strong>al</strong> suerte que, unavez que se entiende la dinámica que mueve a éstas, no quedanada más por hacer.Así, la sociedad humana ha sido concebida como un conglomeradode individuos y por lo tanto se estudia a partir del análisisde la conducta de éstos ya que, en sentido estricto, ella misma,como t<strong>al</strong> carece de vida propia. A suvez, la sociedad internacion<strong>al</strong>se entiende en esa perspectiva tradicion<strong>al</strong> como un conglome-


Conclusiones gener<strong>al</strong>esrada de estados, a los que curiosamente se les asigna una especiede vida propia para efectos didácticos, pero gener<strong>al</strong>mente seniega que puedan llegar a constituir <strong>al</strong>go superior a ellos mismosdotado de vida propia. El pensamiento científico tradicion<strong>al</strong> seconformaba con la disección del todo y la supuesta comprensiónde las componentes element<strong>al</strong>es daba la pauta para lacomprensión del resto de la re<strong>al</strong>idad. De este modo, el enfoquefisic<strong>al</strong>ista de la ciencia nos lleva a atomizar <strong>al</strong> todo y a pensarque a través del análisis de las partes se resuelve el problemadel conocimiento.Fukuyama expresa con toda claridad las insuficiencias deeste enfoque cuando escribe:los estadounidenses no tienden a ver ninguna fuente de legitimidaddemocrática más <strong>al</strong>lá del Estado-nación. Las organizacionesinternacion<strong>al</strong>es tienen legitimidad sólo gracias <strong>al</strong> hecho deque otras mayorías democráticas debidamente conformadas sela han otorgado a través de un proceso contractu<strong>al</strong> negociado, yque le pueden retirar en cu<strong>al</strong>quier momento. Los europeos, por elcontrario, tienden a considerar que la legitimidad democráticafluye a partir de la voluntad de una comunidad internacion<strong>al</strong>que es mucho más grande que cu<strong>al</strong>quier estado nacion<strong>al</strong>. Estacomunidad internacion<strong>al</strong> no está person<strong>al</strong>izada de manera concretaen un solo orden democrático, constitucion<strong>al</strong> y glob<strong>al</strong>. Ysin embargo, otorga legitimidada las instituciones internacion<strong>al</strong>esexistentes, las cu<strong>al</strong>es, de <strong>al</strong>guna manera la representan, con unaautoridad mor<strong>al</strong> mayor que la de cu<strong>al</strong>quier Estado nacion<strong>al</strong> (...)Los estadounidenses tienen razón en insistir que no existe t<strong>al</strong>cosa como "una comunidad internacion<strong>al</strong>" en lo abstracto y quelos estados nacion<strong>al</strong>es deben velar por sus propios intereses en loque se refiere a cuestiones críticas de seguridad. 364La cita es decididamente interesante desde varios puntos devista. No sólo porque hace evidente la miopía del autor (y de la.164 Francis Fukuyama, "U.5. vs. Them". The Washington Post, A-17, 11 de septiembrede 2002.


490David J. Sarquísmayoría de sus compatriotas) para foc<strong>al</strong>izar la existencia de untodo más <strong>al</strong>lá de la suma mecánica de las partes; además, porquepone de manifiesto con abrumadora claridad el origen de muchosde los preceptos que se han manejado desde las escuelas de pensamiento·americanasde las relaciones internacion<strong>al</strong>es, incapacesde vislumbrar la construcción de un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> comotarea inherente a todos los actores internacion<strong>al</strong>es (de todas lasépocas); un enfoque que, sin lugar a dudas privilegia la funciónde la parte como entidad separada e independiente del todo.Este enfoque, que ciertamente ha dado resultados muypositivos para el avance científico-tecnológico de la humanidades, de <strong>al</strong>guna manera necesario, mas no suficiente para nuestrodesarrollo disciplinario; desde mi punto de vista, para la cab<strong>al</strong>comprensión del fenómeno internacion<strong>al</strong> es indispensable unaperspectiva integradora y una visión de la tot<strong>al</strong>idad como expresióncu<strong>al</strong>itativamente distinta de lo que sería la suma mecánicade las partes.El internacion<strong>al</strong>ista necesita poder comprender que el todo seforma a partir de la interacción de las partes entre sí (en ese sentido,efectivamente, depende de ellas) pero el todo cobra vida propiay se vuelve condicionante de las partes, las cu<strong>al</strong>es, de hecho, a suvez, existen como t<strong>al</strong>es porque son partes de un todo. La relaciónes di<strong>al</strong>éctica y compleja y no hay lugar en ella para la unicaus<strong>al</strong>idadline<strong>al</strong>.De este modo, la política internacion<strong>al</strong> de cu<strong>al</strong>quier épocadeterminada no podrá entenderse cab<strong>al</strong>mente si la consideramosuna mera yuxtaposición de las políticas exteriores participantes,sino como un modo de acción definido por ciertas condicionescoyuntur<strong>al</strong>es generadas colectivamente por todos losactores involucrados del periodo en el escenario histórico concretoque se está an<strong>al</strong>izando. Es decir, como la expresión de untodo que tiene vida propia y que se manifiesta como t<strong>al</strong> (comotot<strong>al</strong>idad) más <strong>al</strong>lá del ámbito limitado de los actores individu<strong>al</strong>esque lo integran. Quizá, de <strong>al</strong>guna manera no se trate más


491que de un cambio de perspectiva, pero ciertamente creo que nosofrece un panorama distinto para pensar en la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>.T<strong>al</strong> y como quedó establecido en el primer capítulo de laobra, tanto el observador como el objeto observado durante elproceso del conocimiento constituyen entidades activas, entidadesque están ellas mismas inmersas en un proceso de cambiocontinuo y que se influyen recíprocamente <strong>al</strong> momento mismode entrar encontacto, construyendo y reconstruyendo constantementede esta manera la re<strong>al</strong>idad en la que ambas se desenvuelven.En razón de ello, para poder definir el producto del procesodel conocimiento y determinar el modo de interacción del sujetocognoscente con el objeto de conocimiento resulta de capit<strong>al</strong>importancia considerar desde qué perspectiva se está abordandoa este último y cómo se le está representando.El mundo puede ser ciertamente visto desde muy variadasperspectivas y puntos de vista: puede ser considerado como uncampo de bat<strong>al</strong>la incesante o como un v<strong>al</strong>le de lágrimas; puedeser visto como una oportunidad para crear marcos normativosjustos y equilibrados que permitan el desarrollo armonioso dela vida humana o como un terreno plagado de trampas que conducena la perdición irremediable de quienes no <strong>al</strong>canzan a vislumbrarla "vida eterna"; en fin, puede ser visto como unajunglapara la supervivencia del más apto o como un paraíso obsequiadopor Dios.Cada uno de estos modos de concebir a la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong> ysu entorno natur<strong>al</strong> es a la vez generado por diferentes cosmovisionesy culturas y da por resultado imágenes distintas de loque es y/o debe ser la vida del hombre y su "misión" sobre elplaneta en los múltiples ámbitos en los que ésta se desarrolla.En este sentido, cada una de estas imágenes influye decisivamenteen el modo de ser de los diversos grupos humanos y ensu modo de interactuar entre sí, con su entorno y con otrosgrupos de seres humanos. Comoobservador, resultaimprescin-


492" "",D,avid J. Sarquísdible tener todo esto en cuenta para así poder entender mejor elporqué de las características específicas de las diversas cosmovisiones.Esto es importante porque constituye la base de lo que, através del estudio se convierte en visiones paradigmáticas de lare<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>, es decir, las plataformas intelectu<strong>al</strong>es desdelas cu<strong>al</strong>es se hace la lectura y la interpretación de la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong> para dotarla de significado específico.Mi propio punto de vista sobre el particular es que el estudiode las relaciones internacion<strong>al</strong>es sólo se puede hacer de maneraintegr<strong>al</strong>, tot<strong>al</strong>izadora desde una perspectiva sistémica como laque ofrece la teoría gener<strong>al</strong> de los <strong>sistema</strong>s, inici<strong>al</strong>mente propuestadesde la biología por Ludwig van Bert<strong>al</strong>anffy y luego exportada<strong>al</strong> resto del ámbito de la ciencia por un sinnúmero de simpatizantesde un enfoque capaz de ir más <strong>al</strong>lá del reduccionismosimplista que sólo entiende a los <strong>sistema</strong>s como un conjunto formadopor partes interconectadas, para proceder a representarsea su objeto de estudio y entenderlo como un <strong>sistema</strong> complejoque debe ser abordado como una tot<strong>al</strong>idad integr<strong>al</strong> no fragmentaday con vida propia.La idea no es del todo nueva, ya la había vislumbrado Tomassini<strong>al</strong> hablar de las diferencias características del enfoque sistémicocon respecto a los enfoques tradicion<strong>al</strong>es en los siguientestérminos:Mientras que los an<strong>al</strong>istas clásicos tendían a explicar cu<strong>al</strong>quierproceso glob<strong>al</strong> como el resultado de la acción entre los distintosestados, los cultivadores de las nuevas corrientes sistémicas tendíana interpretar el comportamiento de las unidades nacion<strong>al</strong>es comouna consecuencia del funcionamiento de un <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong>dotado de una estructura y de una dinámica propias y a buscarla explicación de todo fenómeno particular en un nivel de gener<strong>al</strong>izaciónmás <strong>al</strong>to. 30sl6SLuciano Tomassini, op. cit., p. 84.


Conclusiones gener<strong>al</strong>es493Incluso, fuera del ámbito del paradigma sistémico, la sociologíainternacion<strong>al</strong> de Georg Schwarzemberger o de Panayis Pap<strong>al</strong>igourassugiere claramente una idea sistémica aunque no ladeclara de manera explícita. En el ámbito de la praxis internacion<strong>al</strong>,estadistas como Aristide Briand o Gustav Stressemann,pioneros de la integración europea también permiten constatarla idea de que la construcción del todo a partir del esfuerzo conscientede las partes es una re<strong>al</strong>idad. 366Por este motivo es que he dedicado una parte importante dela obra a la caracterización de la idea de <strong>sistema</strong> que me pareceaplicable <strong>al</strong> estudio de la re<strong>al</strong>idad internacion<strong>al</strong>. Del mismo modoy siguiendo este enfoque, he tratado de res<strong>al</strong>tar y aplicar la ideadel orden internacion<strong>al</strong> como una de las más importantes contribucionesdel pensamiento sistémico <strong>al</strong> análisis de la re<strong>al</strong>idadinternacion<strong>al</strong>.Esta idea, desde mi punto de vista, ofrece una especie deasidero "tangible", (por lo menos conceptu<strong>al</strong>mente) o "hilo conductor"para abocarnos a explorar los <strong>sistema</strong>s internacion<strong>al</strong>es,su conformación y su transformación. La noción de orden, enesta perspectiva es concordante con la visión que, desde sus orígenesav<strong>al</strong>a la ciencia, es decir, que todo objeto de estudio presentaun comportamiento de <strong>al</strong>guna manera cíclicamente regular, lo quepermite articular un discurso coherente sobre el mismo.Por supuesto que no debe confundirse la idea del orden en unambiente sistémico con la de un arreglo perfectamente armoniosoy estable, mucho menos permanente que define <strong>al</strong> <strong>sistema</strong>en su conjunto; raramente lo es. Como he pretendido mostrar,el orden como elemento guía para el análisis sugiere más bien losfactores o elementos que hacen que el objeto de estudio adquier<strong>al</strong>as formas perceptibles que tiene e influye en la manera comoéste se comporta y el rumbo o trayectoria que toma, sin que elloimplique un determinismo irremediable.J6ÓCfr. Celestino del Aren<strong>al</strong>, op. cit., especi<strong>al</strong>mente pp. 134-142.


494David J. SarquísEn este sentido, el orden es una de las propiedades sistémicasmás importantes. De hecho, conociendo los rasgos básicos decada orden, el observador puede comenzar a reconocer los límitesdel movimiento sistémico y en ese sentido a medirlo y a diferenciarlocon respecto <strong>al</strong> resto de la re<strong>al</strong>idad. Es a partir de esteejercicio de reflexión sobre el orden y su caracterización que losestudiosos han empezado a reconocer estructuras concretasemergentes en la re<strong>al</strong>idad. La parte práctica de la obra ha tenidocomo propósito ilustrar este proceso.Por lo demás, sólo puedo añadir que, en lugar de pretender<strong>al</strong>canzar conclusiones grandilocuentes y determinantes, sólo heprocurado explorar posibilidades que ahora quedan abiertas.


BibliografíaABBAGNANO, N. YA. Vis<strong>al</strong>berghi, Historia de la pedagogía, México,FCE, 1982.____, Diccionario de Filosofía, México, FCE, 1998.ALBERRO, Solange, El águila y la cruz: orígenes religiosos de laconciencia criolla, México siglos XVI y XVII, México, FCE/Colmex,1999.AwSON, Graham. Essence ofdecision: explaining the Cuban missilecrisis. Little, Boston Brown and Co., 1971.ANDERSON, P.W., "More is clifferent", Science, vol. 177, núm. 4047,agosto de 1972, pp. 393-396.ARBATOV, G., "Strengh: policy-st<strong>al</strong>emates", World Marxist Review,17, núm. 2, febrero de 1974.ARON, Raymond, Peace and war among nations, Nueva York,Krieger, 1967.___, "¿Qué es una teoría de relaciones internacion<strong>al</strong>es?",Revista de Humanidades, núm. 4, México, Instituto Tecnológicoy de Estudios Superiores de Monterrey, 1998,pp. 131-160.AsIMOV, Isaac, Constantinopla, México, Alianza, 1983.ATTINA, Fulvio, El <strong>sistema</strong> político glob<strong>al</strong>: introducción a lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es, Barcelona, Paidós, 2001.BACON, Francis, Instauratio Magna, México, Porrúa, Sepancuántos núm. 293, 1980.BAYLIS, John y Steve Smith, The Glob<strong>al</strong>ization ofworld politics,Nueva York, Oxford University Press, 1997.495


496David J. SarquísBi::DARD, Pierre, ¿Qué es el Tantra?, México, Yug, 2003.BELTRÁN, Miguel, La re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, Madrid, Teenos, 1991.BERNAL, John, La ciencia en la historia, México, uNAM-Nueva Imagen,1979.BERRY, Hughes, Continuity and change in world politics, Nueva Jersey,Prentice-H<strong>al</strong>l, 1991.BERTALANFFY, Ludwig van, Teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>s, México, FCE, 1976.___, Perspectivas en la teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>s, Madrid, Alianza,1979.BIORKLUND, Elis, Política atómica internacion<strong>al</strong>: b<strong>al</strong>ance del decenio 1945­1955, Madrid, Aguilar, 1956.BOGUSLAV5KY et <strong>al</strong>., El materi<strong>al</strong>ismo históricoy di<strong>al</strong>éctico: ensayo de divulgación,Moscú, Progreso, 1976.BOHM, David, La tot<strong>al</strong>idad y el orden implicado, Barcelona, Kairós, 1998.BORDES, Monserrat, El terrorismo: una lectura an<strong>al</strong>ítica, Barcelona, EdicionesBellaterra, 2000.BOSETII, Gian Carla, Karl Popper: la lección de este siglo, México, Océano,1992.BOWIE, Robert, "Arms control and the U.S. foreign policy", en Louis,Henkin (ed.), Arms control: issues for the public, Englewoods Cliffs,Prentice H<strong>al</strong>l, 1955.BRlGGs, John y David Peat, Espejo y reflejo: del caos <strong>al</strong> orden, México, Conacyt-Gedisa,1991.BRooKS, Elizabeth, "Bolas de billar, telarañas y remolinos: el estado actu<strong>al</strong>de la teoría de las relaciones internacion<strong>al</strong>es en Estados Unidos",Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Soci<strong>al</strong>es, año XXVII, nuevaépoca, abril-septiembre de 1981, pp. 57-77.BRUCAN, Silviu, La disolución del poder, México, Siglo XXI, 1974.BRUUN, Geoffrey, La Europa del siglo XIX, México, FCE, 1974.BULL, Hedley, The anarchic<strong>al</strong> society, Nueva York, Columbia UniversityPress, 1977.BUNGE, Mario, La ciencia: su método, sufilosofía, Buenos Aires, Siglo XX,1975.CALDUCH CERVERA, Rafael, Relaciones internacion<strong>al</strong>es, Madrid, EdicionesCiencias Soci<strong>al</strong>es, 1991.CAIDWELL, Dan, World politics andyou, Nueva Jersey, Prentice-H<strong>al</strong>l, 2000.


Bibliografía497----¡--CAMPILLO, Antonio, Adiós <strong>al</strong> progreso: una meditación sobre la historia,Barcelona, Anagrama, 1985.CAPEC, Milic, "Change", en Paul Edwards (ed.), Encyclopedia ofPhilosophy,Nueva York, MacMillan, 1972, pp. 75-79.CAPRA, Frigof, El punto cruci<strong>al</strong>, Barcelona, Integr<strong>al</strong>, 1985.CÁRDENAS ELORDUY, Emilio, "El camino hacia la teoría de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es: biografía de una disciplina", Revista Mexicana deCiencia Política, núm. 63, México, FCPYS/UNAM, 1971. pp. 5-23.CARR, E.H., The twentyyears crisis 1919-1939: an introduction to the studyof internation<strong>al</strong> relations, Nnueva York, Harper Touch Books,1964.CHOMSKY, Noam, The Culture of terrorism, Boston, South and Press,1988.CHUCO, S.c., Tot<strong>al</strong>idad, pseudotot<strong>al</strong>idad y parte, México, Joaquín Mortiz,1990.CID, Ileana (comp.), Lecturas básicas para introducción <strong>al</strong> estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es, FCPYS/UNAM, 1998.CLUTIERBACK, Richard, Internation<strong>al</strong> crisis and conf1.ict, Nueva York, StoMartin's Press, 1993.COLARD, Daniel, Les relations internation<strong>al</strong>es, París, Masson, 1981.COLLIARD, C. Albert, Instituciones de relaciones internacion<strong>al</strong>es, México,FCE, 1978.COULUMBIS, T. y J. Wolfe, Introduction to intemation<strong>al</strong> relations: powerand justice, Nueva Jersey, Prentice-H<strong>al</strong>l, 1978.CROSSMAN, R.H.S., Biografía del Estado moderno, México, FCE, 1974.CRISTAL, David, Linguistics, Londres, Pelican, 1977.DALTON, Hugh, Towards the peace of nations: a study in internation<strong>al</strong>politics, Londres, Routledge, 1928.DE LA REZA, Germán, Teoría de <strong>sistema</strong>s: reconstrucción de un paradigma,México, UAM/Miguel Ángel Porrúa, 2001.DEL ARENAL, Celestino, Introducción a las relaciones internacion<strong>al</strong>es, Madrid,Teenos, 1987.DEUTSCH, Karl, El análisis de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, Buenos Aires,Paidós, 1974.Diccionario Anaya de la Lengua Española, Madrid, Anaya, 1991.Enciclopedia Británica, Annu<strong>al</strong>, World Data Book, 1991.


498David J. SarquísFERRATER MORA, José, De la materia a la razón, Madrid, Alianza Universidad,1979.FINGERMANN, Gregorio, Lógica y teoría del conocimiento, México, El Ateneo,1983.FITCHE, Johannes, El destino del hombre: introducción a la teoría de la ciencia,México, Porrúa, 1994.FOUCAULT, Michel, Las p<strong>al</strong>abras y las cosas, México, Siglo XXI, 1974.___, Saber y verdad, Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1991.FOUGEROLLAS, Pierre, Ciencias soci<strong>al</strong>es y marxismo, México, FCE, 1981.FRANK, Phillip, Filosofía de la ciencia: eslabón entre la ciencia y la filosofía,México, Herrero, 1995.FRANKEL, Joseph, Internation<strong>al</strong> polítics, Londres, Penguin, 1973.FRAZER, James, La rama dorada, México, FCE, 1996.GALLI, Jordi (ed.), Crónica del siglo xx. Barcelona, Plaza y Janés, 1999.GARCÍA, Rolando, El conocimiento en construcción: de las formulacionesde lean Piaget a la teoría de los <strong>sistema</strong>s complejos, Buenos Aires,Gedisa, 2000.GARCÍA-COLÍN, Leopoldo, Introducción a la termodinámica de <strong>sistema</strong>sabiertos, México, El Colegio Nacion<strong>al</strong>, 1981.GARCÍA RUBIO, Leandro, "La aprehensión de la escena internacion<strong>al</strong>:desde los asuntos mundi<strong>al</strong>es hasta las relaciones internacion<strong>al</strong>es",en lleana Cid (comp.), Lecturas básicas para introducción <strong>al</strong>estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, México, FCPYS/UNAM,1998, pp. 117-131.GARIN, Eugenio, Medioevo y Renacimiento, Madrid, Taurus, 1981.GIERE, Ron<strong>al</strong>d, Science without laws, Chicago, The University of ChicagoPress,1999.GLASER, Emmanuel, Le nouvel ordre internation<strong>al</strong>, París, Hachette, 1998.GOLOSTEIN, Joshua, Internation<strong>al</strong> Relations, Nueva York, Harper-Collins,1996.GONZÁLEZ DE LEóN, Antonio, "La sociedad internacion<strong>al</strong>", Las cienciassoci<strong>al</strong>es hoy, núm. 3, UNAM, 1976, pp. 167-186.GONZÁLEZ DE SOUZA, Luis F., "Una concepción tot<strong>al</strong>izadora de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es: clave para comprender la especificidad eimportancia de la disciplina", Relaciones Internacion<strong>al</strong>es, núm. 23,FCPYS/UNAM, 1978, pp. 7-25.


BiblilL~"fíaI____y David Sarquis, "La licenciatura en relaciones internacion<strong>al</strong>esde la Facultad de Ciencias Políticas y Soci<strong>al</strong>es: el área de la teoría",Revista de la Coordinación de Relaciones Internacion<strong>al</strong>es, núm. 60,FCPYS, UNAM, octubre-diciembre de 1993, pp. 81-85.GONZÁLEZ URESTI, Aracelí, "Las aportaciones de la teoría gener<strong>al</strong> de <strong>sistema</strong>spara el estudio de las relaciones internacion<strong>al</strong>es", en UeanaCid (comp.), Compilación de lecturas para la discusión de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es contemporáneas, México, FCPYS/UNAM, 1998,pp. 29-47.GREEN, Brian, The elegant universe, Nueva York, Vintage Books, 2000.GREENVIUE, J.A.S., A History ofthe world in the 20th Century, Cambridge,Harvard University Pre"ss, 1991.GUTlÉRREZ DEL CID, Ana Teresa, De la nueva ment<strong>al</strong>idad soviética a la políticaexterior de Rusia: decadencia y derrumbe de una gran potencia yuna nueva dlifinición de intereses, tesis doctor<strong>al</strong>, México, FCPYS/UNAM,1994.HANIS, Zar-adhust, El poder de la respiración, México, Posada, 1985.HEMPEL, K.G., La explicación cientifica: estudios sobre la filosofía de la ciencia,Colección Básica núm. 13, México, Paidós, 1998.HERNÁNDEz-VELA, Edmundo, Diccionario de Política Internacion<strong>al</strong>, México,Porrúa, 1996.HESSE, Hermann, Sttepenwolf, Nueva York, Bantam Books, 1977.HESSEN, J., Teoría del conocimiento, México, Editores Unidos, 1999.HOBBES, Thomas, Leviathán, Middlesex, Penguin Books, 1977.HOFFMAN, Bruce, Inside Terrorism, Nueva York, Columbia UniversityPress, 1998.HOFFMAN, Ro<strong>al</strong>d, Lo mismo y no lo mismo, México, FCE, 1997.HOFFMAN, Stanley, Teorías contemporáneas sobre las relaciones internacion<strong>al</strong>es,Madrid, Temas, 1963.HOLLIS, Martín y Steve Smith, Explaining and understanding internation<strong>al</strong>relations, Nueva York, Clarendon, 1991.HOlMES, J. y T. Burke, Terrorism: today's biggest threat to freedom, NuevaYork, Kensington, 200l.HUBER, Andreas, El miedo, Madrid, Acento Editori<strong>al</strong>, 2000.HUNTINGTON, Samuel, "Clash of civilizations", Foreign Affairs, vol. 72,núm. 3, 1993, pp. 22-49.499


500HUNTZINGER, Jacques, Intruduction aux relations internation<strong>al</strong>es, París,Editions du Seuil, 1987.HYlAND, William, The cold war: 50 years of conflict, Nueva York, RandomHouse, 1991.lCHHEISER, Gustav, Appearences and re<strong>al</strong>ities, San Francisco, Jossey-Basslnc., 1970.lLlANES FERNÁNDEZ, Javier, "Terrorismo y el derecho internacion<strong>al</strong>", enDiplomacia, núm. 89, Santiago de Chile, octubre-diciembre de 2001.JACKSON, Robert, "The evolution of internation<strong>al</strong> society", en Baylisy Smith, The glob<strong>al</strong>ization of world politics, Nueva York, OxfordUniversity Press, 1998.JAMES, William, Pragmatismo, Madrid, Alianza, 2000.JONES, Roy, Nuclear deterrence, wndres, Routledge and Paul Keagan, 1968.JOUVE, Edmond, Relations Internation<strong>al</strong>es, París, Presses Universitairesde France, 1992.1


KR¡PPENOOR, Ekkehart, El <strong>sistema</strong> internacion<strong>al</strong> como historia: introduccióna las relaciones internacion<strong>al</strong>es, México, FCE, 1985.KUNG y Koschell, Hacia una ética mundi<strong>al</strong>, Madrid, Trotta, 1994.LAQUEUR, W<strong>al</strong>ter, A history ofterrorism, New Brunswick, TransactionPublishers, 2001.LEVEDEV, N., La URSS en la política mundi<strong>al</strong>, Moscú, Progreso, 1980.LÉVY, Marion J. Jr., "Does it matter if he is naked?", en Contendingapproaches to internation<strong>al</strong> politics, editado por Knorr y Rosenau,Princeton, Princeton University Press, 1972, pp. 87-109.LÉVy-STRAUSS, Claude, El pensamiento s<strong>al</strong>vaje, México, FCE, 2001.LINo, Michel, "¿Occidente y civilización?", Este País, núm. 130, enero de2002, pp. 2-7.LÓPEZ, George y Michael Stohl, Internacion<strong>al</strong> Relations, Washington,CQPress, 1989.LORENZ, Edward, The essence ofchaos, Seattle, University of WashingtonPress, 1993.LoRlMER, David, El espíritu de la ciencia, Barcelona, Kairós, 1999.1'V1AJER, Henri, 3 teorías sobre el desarrollo del niño: Erickson, Piaget y Sears,Buenos Aires, Amorrortu, 1976.1'V1AJMÓNIDES, La guía de los perplejos, México, Conaculta, 1993.MAL¡>ICA DE lA MADRID, Luis, La historia comienza en Egipto con un actode derecho internacion<strong>al</strong>, México, Grij<strong>al</strong>bo, 1980.MANoEL, Thomas, Is there a gener<strong>al</strong> system? http//www.newciv.org/isss_Primer/Mandela.htlmMAQUIAVELO, Nicolás, Discursos sobre la primera década de Tito Livio,Madrid, Alianza, 1996.MARGOus, Howard; It started with Copemicus, Nueva York, McGraw-Hill,2000.MARTÍNEZ CARRERAS, José, Introducción a la historia contemporánea:siglo xx, Madrid, Istmo, 1991.MARx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844, México, Edicionesde Cultura Popular, 1976.MFAo, George H., Espíritu, persona y sociedad, Barcelona, Paidós, 1993.MEDINA ORTEGA, Manuel, Teoría y formación de la sociedad internacion<strong>al</strong>,Madrid, Tecnos, 1983.MEE, Charles, The end oforder: Versailles 1919, Nueva York, Dutton,1980.


David J. SarquísMENDElSOHN, E., "The soci<strong>al</strong> construction of scientific knowledge", enThe soci<strong>al</strong> production ofscientific knowledge, editado por Mendelsohnet <strong>al</strong>, Bastan, Reidel, 1977.MERLE, Marcel, Sociología de las relaciones internacion<strong>al</strong>es, Madrid,Alianza.(Al 215), 1978.MESA, Roberto, La nueva sociedad internacion<strong>al</strong>, Madrid, Centro de EstudiosConstitucion<strong>al</strong>es, 1992.M1NGST, Karen, Essenti<strong>al</strong>s ofinternation<strong>al</strong> relations, Nueva York, Norton,1999.MONIQUET, Claude, La guerre sans visage, Neuilly-sur-Seine, EditionsMichel Lafon, 2002.MORGENTHAU, Hans, Política entre las naciones, Buenos Aires, GEL, 1986.MORIN, Edgar, El método: el conocimiento del conocimiento, Madrid,Cátedra, 1994.___, Science avec conscience, París, Fayard, 1990.___, Sociología, Madrid, Teenos, 2000.MOSELEY, Philip, "The new ch<strong>al</strong>lenge of the Kremlin", en Kertz y Fitzsimons,Diplomacy in a changing world, Indiana, University of NotreDame Press, 1959.NAVARRO, Luis (ed.), El siglo de la física: interacciones ciencia-sociedad <strong>al</strong>a vista de las grandes revoluciones de lafísica moderna, Bascelona,Tusquets, 1992.NICOlSON, Harold, La diplomacia, México, FCE, 1948.NIETZSCHE, Federico, Más <strong>al</strong>lá del bien y del m<strong>al</strong>, México, Editores MexicanosUnidos, 1993.NOEL, L., "Politique exterieure", en Louis Trotabbas, Les Affaires Extrangers,París, Press Universitaires de France, 1959.NORWHICH, J.J., A short history of Byzantium, Nueva York, Alfred A.Knopf, 1977.OuvÉ, León, La explicación soci<strong>al</strong> del conocimiento, México, UNAM,1994.OMAHE, Kenichi, The end of the Nation State, Nueva York, Free PressPaperbacks, 1995.OPTNER, L. Stanford, Análisis de <strong>sistema</strong>s, México, FCE, Lecturas núm. 24,1973.ORTEGA y GASSET, La historia como <strong>sistema</strong>, Madrid, Sarpe, 1984.___, Europa y la idea de nación, Madrid, Alianza, 1985.


503___, La rebelión de las masas, México, Espasa-C<strong>al</strong>pe Mexicana,1994.OSMACZYK, Edmund, Enciclopedia mundi<strong>al</strong> de las relaciones internacion<strong>al</strong>esy Naciones Unidas, México, FCE, 1976.OUSPENSKY, P.D., Tertium Organon: a key to the enigmas of the world,Nueva York, Vintage Books, 1970.PAWELS, L. y J. Bergier, El retorno de los brujos, Biblioteca Fundament<strong>al</strong>,Madrid, Año Cero, 1994.PAYNE, Keyth, Nuclear deterrence in US-Soviet relations, Westview replicaedition Bouler, 1982.PAZ, Octavio, El laberinto de la soledad, México, FCE, 2002.PEÑA GUERRERO, Roberto, Teoría y praxis de la disuasión nuclear, México,tesis de licenciatura FCPYS, UNAM, 1986.___, "Interdisciplinariedady cientificidaden relaciones internacion<strong>al</strong>es",en lleana Cid (comp.), Lecturas básicas para el estudio de lasrelaciones internacion<strong>al</strong>es, México, FCPYS/UNAM, 1998, pp. 179-192.PIAGET, Jean, Psicología y epistemología, Barcelona, Ariel, 1975.PbLIBIO, Selección de historias, Madrid, Ak<strong>al</strong>-Clásica, 1986.POPPER, Karl, Búsqueda sin término una autobiografía intelectu<strong>al</strong>, Madrid,Temas, 1976.___, The open society and its enemies, Londres, Routledge, 1980.___, La miseria del historicismo, Madrid, Alianza, 1984.PORTELL, Hughes, Gramsci y el bloque histórico, México, Siglo XXI, 1995.PRIGOGINE, Illya e Isabelle Stengers, Order out ofchaos: man's new di<strong>al</strong>oguewith nature, Nueva York, Bantam Books, 1994.Q!..uNE, W.Y., Theories and Things, Cambridge, Belknap-Harvard, 1981.READ, Stephen, Thinking about logic, Nueva York, Oxford UniversityPress, 1995.REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua Española, Madrid,1992.REVEL, Jean-Francois, El conocimiento inútil, México, Planeta, 1990.RrCüEUR, Paul, Historia y verdad, Madrid, Ediciones Encuentro, 1990.RIFKIN, Jeremy y Ted Howard, Entropy: a new world view, Nueva York,Bantam Books, 1981.ROITMAN, Marcos, El pensamiento sistémico: los orígenes del soci<strong>al</strong>conformismo, México, Siglo XXI, 2003.ROCKER, Rudolf, Nacion<strong>al</strong>ismo y cultura, Alebrije, sin registro.


RusELL, Berthand, The problems of philosophy, Nueva York, OxfordUniversity Press, 1997.SAlAZAR CARRIÓN, Luis, El síndrome de Platón. ¿Hobbes o Espinoza?,México, UAM, Ensayos núm. 4,1997.SARQUÍS, David, "El neorre<strong>al</strong>ismo en la reflexión teórica contemporánea:una reseña crítica", Revista Mexicana de Ciencias Políticas ySoci<strong>al</strong>es, núm. 153, FCPYS/UNAM, julio-septiembre de 1993, pp. 9-47.____, "El orden internacion<strong>al</strong> como objeto de estudio de las relacionesinternacion<strong>al</strong>es", en Zidanne Zeraoui (comp.), Política Internacion<strong>al</strong>Contemporánea, México, Trillas, 2000, pp. 11-39.SAUSSURE, Fernando, Curso de lingüística gener<strong>al</strong>, publicado por BaByy Sechenhaye, Buenos Aires, Losada, 1978.SASSAROLI, Sandra y Roberto Lorenzini, Miedos y fobias: causas, característicasy terapias, Barcelona, Paidós, 2000.SAVATER, Fernanado, "Mundo homogéneo", El País Seman<strong>al</strong>, núm. 107,Madrid, mayo de 1997.SCHAFF, Adam, Historia y verdad, México, Grij<strong>al</strong>va, 1974.SCHELLING, Thomas, The strategy of conflict, Cambridge, CambridgeUniversity Press, 1960.SCHULTZ, Alfred, El problema de la re<strong>al</strong>idad, Buenos Aires, Amorrortu,1974.SCHUMANN, Frederick, Intemation<strong>al</strong> Politics, Nueva York, McGraw-Hill,1969.SCHWARZEMBERGER, Georg, La política del poder, México, FCE, 1960.SENARCLENS DE, Pierre, Y<strong>al</strong>ta, México, FCE, 1988.SILVER, Brian, The ascent ofscience, Nueva York, Oxford University Press,1998.SINGER, J. David, The behavior<strong>al</strong> science approach to intemation<strong>al</strong> relations:payoff and prospects, en School of Advance Internation<strong>al</strong>Studies (SAIs), Review X, Johns Hopkins University, verano de1966, pp. 12-20.SMITH, Houston, World Religions, San Francisco, Harper, 1995.SMITH, Steven, Hegel y el liber<strong>al</strong>ismo político, México, Ediciones Coyoacán,2002.SNYDER H. Glenn y Paul Diesing, Conflict among nations: barganing,decision making and system structure in intemation<strong>al</strong> crisis, Princeton,Princeton University Press, 1977.


SOWElL, Thomas, Race and culture, Nueva York, Basic Books, 1994.STRATHERN, Paul, Einstein y la relatividad, México, Siglo XXI, 1999.TOCQUEVlILE, Alexis, La democracia en América, Madrid, Orbis, 1985.TOMASSINI, Luciano, Relaciones internacion<strong>al</strong>es: teoría y práctica, Santiagode Chile, PNUD/CEPAL, 1988.TRUYOL SERRA, Antonio, La sociedad internacion<strong>al</strong>, Madrid, Alianza, 1974.TucíDlDES, Historia de la guerra del Peloponeso, Barcelona, Orbis, 1986.TUDGE, Colin, The time before history, Nueva York, Scribner, 1996.TURNER, Ted, La Guerra Fría, 12 videos, Los Angeles, Warner Bros,1998.US. State Department, Pattems ofGlob<strong>al</strong> Terrorism, Washington, D.C.,Office of Counterterrorism, 1996.VAIRELLES, Thiery, Encyclopédie du terrorisme internation<strong>al</strong>, París,L'Hartmann, 2001.VAN EVERA, Stephen, Guía para estudiantes de ciencia política, Barcelona,Gedisa, 2002.VAN STADEN, Alfred, "The terrorist attacks and beyond", The Clingend<strong>al</strong>enewsletter, núm. 8, otoño de 2001.VIDAL, Gore, "El último imperio", El País seman<strong>al</strong>, núm. 1, 107, Madrid,diciembre de 1997, pp. 56-88.VILWRO, Luis, Creer, saber, conocer, México, Siglo XXI, 1989.WALDROP, Mitchel, Complexity, Nueva York, Touchstone Books, 1993.WALLERSTEIN, Emmanuel, "La estructura interestat<strong>al</strong> del <strong>sistema</strong>-mundomoderno", Secuencia, núm. 32, mayo-agosto de 1995.W ALSH, W.H., Introducción a la filosofía de/a historia, México, Siglo XXI,1974.WATERMAN, T<strong>al</strong>bot, "Systems theory and biology: view of a biologist",en Systems theory and Biology, Proceedings of the III systemssimposium at Case Institute of Technology, 1968.WATZLAWICK, Paul, ¿Es re<strong>al</strong> la re<strong>al</strong>idad?, Barcelona, Herder, 1994.WEBER, Max, Sobre la teoría de las ciencias soci<strong>al</strong>es, Barcelona, EdicionesPenínsula, 1977.WHITE, Brian, "Diplomacy", en Baylis y Smith, The Glob<strong>al</strong>ization ofWorldPolitics, Nueva York, Oxford University Press, 1998, pp.WHORF, Benjamín, Language, thought and re<strong>al</strong>ity, Cambridge, MIT Press,1998.WILBER, Ken, A theory of everything, Boston, Shamb<strong>al</strong>a, 2000.


506David J. SarquísWILHELMY, Manfred, Política internacion<strong>al</strong>: enfoques y re<strong>al</strong>idades, BuenosAires, GEL, 1988.WILSON, Edmond, Consilience: the unity ofknowledge, Nueva York, VintageBooks, 1999.WINCH, Peter, The idea ofa soci<strong>al</strong> science and its relation to philosophy,Londres, Routledge, 1994.WITTGENSTEIN, L., Tractatus Logicus Philosophicus, Madrid, Alianza Universidad,1973.___, On certainty. Oxford, Blackwell, 1984.YOUNG, Oran, Sistemas de ciencia política, México, FCE, 1982.


ÍndicePRESENTACIÓNRoberto Domínguez Cáceres...................................................... 5INTRODUCCIÓN.EL ESTUDIO TEÓRICO DE LAS<strong>RELACIONES</strong> <strong>INTERNACIONALES</strong> 7CAPÍTULO 1AsPECTOS ESENCIALES DEL ANÁLISISEPISTEMOLÓGICO PARA EL ESTUDIODE LAS <strong>RELACIONES</strong> <strong>INTERNACIONALES</strong>........ 25CAPÍTULO 2EL MUNDO VlSTO COMO UN SISTEMA 101CAPÍTULO 3SOBRE EL SISTEMA INTERNACIONAL........................................ 167CAPÍTULO 4EL OBJETO DE ESTUDIO DE LAS <strong>RELACIONES</strong><strong>INTERNACIONALES</strong>: PRINCIPIOS BÁSICOSPARA UNA BÚSQUEDA ONTOLÓGICA. 225


CAPÍTULO 5UN OBJETO DE ESTUDIO CAMBIANTE:EL ORDEN INTERNACIONAL POSTERIORA LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 297CAPÍTULO 6OTROS ASPECTOS EPISTEMOLÓGICOS EN ELESTUDIO DE LAS <strong>RELACIONES</strong> <strong>INTERNACIONALES</strong>............ 361CAPÍTULO 7APROXIMACIONES AL ANÁLISIS PRÁCTICOEN <strong>RELACIONES</strong> <strong>INTERNACIONALES</strong>...................................................... 413CONCLUSIONES GENERALES............................................................... 477BIBLIOGRAFÍA 495


Colección Humanidades TecKANDE MUTSAKU KAMlLAMBACoordinadorLa glob<strong>al</strong>ización vista desde la PeriferiaDEJAN MIHAILOVICLa democracia como utopíaROBERTO DOMINGUEZ CÁCERESSanta Evita:Los entremanos del lector y sus obrasKANDE MUTSAKU KAMlLAMBADesarrollo y liberación:utopías posibles para África y América LatinaRENATO JIJENA LEIVA, PABLO ANDRÉS PALAZZI,JULIO TÉLLEZ VALDÉSEl derecho y la sociedad de la información:la importancia de Internet en el mundo actu<strong>al</strong>MARTA OCHMANEl Occidente dividido:Las relaciones bilater<strong>al</strong>es entre Estados Unidos y EuropaMARIA ILEANA GARCIA GOSSIOCoordinadoraMujeres y sociedad en el México contemporáneo:nombrar lo innombrableGENOVEVA FLORESLa seducción de Marcos a la prensa,Versiones sobre el levantamiento zapatista


JORGE MENDOZA GARcíA, MARCO A. GONZÁLEZ PÉREZCoordinadoresEnfoques contemporáneos de la psicología soci<strong>al</strong> en México:de su génesis a la ciberpsicologíaMARICRUZ CASTRO RICALDECoordinadoraPuerta <strong>al</strong> tiempo:literatura latinoamericana del siglo xxOCTAVIO ISLAS, CLAUDIA BENASSINICoordinadoresInternet, columna vertebr<strong>al</strong> de la sociedad de la informaciónEDGAR ESQUIVEL, ISRAEL COVARRUBIASCoordinadoresLa sociedad civil en la encrucijada.Los retos de la ciudadanía en un contexto glob<strong>al</strong>


Relaciones internacion<strong>al</strong>es: una perspectivasistémica, se terminó de imprimir en laciudad de México durante el mes de noviembredel año 2005. La edición, en papel de 75gramos, consta de 2,000 ejemplaresmás sobrantes para reposicióny estuvo <strong>al</strong> cuidado de laoficina litotipográficade la casa editora.


ISBN 970-701-629-9MAP: 014215-01


EN APOYO ALAINVESTIGACiÓNACAD'ÉMIC"INSTTI1JCIONES CüEDITüRASAsociación Nacion<strong>al</strong> Fundación Konrad Secretaria de la Universidad Nacion<strong>al</strong>de Universidades e Adenauer, A.e. Reforma Agraria Autónoma de MéxicoInstituciones deEducación Superior Fundlción Mexicana de Sociedad Mexicana de Centro de EmuiiosEstudios Políticos y Medicina Conductu<strong>al</strong> dm la Univmidad<strong>Cámara</strong> de Diputados, Adminis[rativo..~l A.C.LIX LegislaturaUniversidadCmtro de Investigadm/¿sGflJPO Editori<strong>al</strong> Anáhuac del Sur InterdiscifJlinarias mMesa Directiva Miguel Angel POfTÚaUniversidad Autónoma CíenriasyHumanidadesSecreta"a Gmer<strong>al</strong> Ibero-Amerikanisches de Aguasc<strong>al</strong>ientes Centro Region<strong>al</strong>Secretarí" de SerrlJ;wsInstitutUniversidad Autónoma de InvestigatWnesParlamentarios Instituto de Baja C<strong>al</strong>ifornia MultidirciplinariasCentto de Feder<strong>al</strong> Elector<strong>al</strong>Universidad Autónoma Direuión GmmúInvestigaciones y Instituto Tecnológico del Estado de de Publi=ionerEsmdios Superiores en Autónomo de México QuerétaroAntropología Soci<strong>al</strong>IiIcuItIld de EamomíaInstituto Tecnológico y Universidad AutónomaCentro de Investi\\ación IiIcuItIld de Emuiiosde Esrudios Superiores de YucatánYDocencia EconomicasSuperiores AcatIánde MonterreyUniversidad AutónomaCentnJ del Tercer IiIcuItIld deCampusErtudiosEmulo de de ZacatecasMundo Fara elSuperWres AragónMéximManejo de AguaDtIt:tortuio m EmuiioslAm{JUS MontcmyInstitum de Grograjiadel lJesarroUoConsejo Mexicano deEscuela de GradunJosInstitumdeAsuntos Internadon<strong>al</strong>esUniversidad Autónomam Adminimluiónbwestigadm/¿sConsejo Nacion<strong>al</strong> paraMetropolitanaPúbli&ay RJlitim PUbIi&aEam

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!