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con un broche, cubriendo su cabeza con unpañuelo anudado bajo el mentón; el personajemasculino de la izquierda luce humoristicamentedos sombreros superpuestos, pues sobreel viejo se ha colocado el nuevo que acaba decomprar. Como cosa excepcional, pues no soliahacerlo con frecuencia, Lozano Sidro sitúa estaescena en un lugar conocido de Priego: losaledaños del Pósito en el Palenque, cuyos arcosse ven claramente al fondo y los carros paradosante su fachada.En general, el torso se cubre con pañoletas,toquillas o mantones; en esta última prenda, lavariedad es grande y suele denotar, por lasencillez o el lujo, la clase social de quienes lallevan; las prendas suelen ser de gran colorido,excepto en las mujeres de edad avanzada, en lasque domina el negro; en cuanto a los adornos,el pintor es parco en colocar pendientes, collaresy otras joyas a sus tipos populares, reservandouna moderada presencia cuando de fiestasse trata y una abundancia descarada cuandoretrata a las señoras de edad de la alta sociedad.La asociación de los valores juventud-bellezacon la escasez de adornos, por innecesaria, y laasociación vejez-fealdad-exceso de adornos, sonuna constante en su obra.Se da por supuesto en Priego que LozanoSidro pinta en estos cuadros preferentemente alos cortUeros, habitantes de aldeas y cortijos quevenían a Priego a comprar y vender o a participaren las fiestas y usando por lo tanto susmejores vestidos. Varios detalles reafirman estaidea, que por otra parte, no necesita demostraciónpara las personas que vivieron aquellaépoca. Los cortijeros se distinguen perfectamentede los parados; cuando pinta hombres sin trabajo,como en "Parados", estos aparecen preferentementede espaldas, vestidos con pardosabrigos y humildes gorras, encorvada la espalday desencajado el semblante por el peso de latristeza y la miseria. A veces entretienen el ociocon la bebida, como en "En la taberna". En cambioen los rostros de los cortijeros hay siempreun matiz de alegría cuando no una abierta sonrisa,cuerpos esbeltos y rostros tostados, "poses"verdaderamente elegantes; los canastosestán repletos de frutos del campo que seránvendidos en el pueblo; el canasto de huevos serepite en tantas escenas que hemos de adoptarlocomo símbolo de la abundancia rural frentea la urbana dependencia del mercado.Ese aspecto jovial de los grupos de cortijeros,se convierte en festivo y se adueña del cuadrode manera fastuosa cuando se trata de la feria.Al menos cuatro obras de Lozano Sidro reflejandirectamente, incluso en su título, la feria dePriego. "Las primerasferias" y "Gitana vendiendoflores", presentan aspectos muy parciales, casidetalles o "primeros planos". En este último,laferia aparece en la caña con flores preparadaspara la venta y sobre todo en el caballo decartón y el muñeco que llevan los niños, dosObra de Adolfo Lozal/o Sidro.juguetes que en aquellos años se adquirían másen la feria que en la época de Navidad.En diciembre de 1922 aparece en "Blanco yNegro" una ilustración en color titulada directamente"En lafería de Priego". El vestuario esabsolutamente típico y como símbolos de laferia está de nuevo el cabal/ico -así se dicetodavia en Priego- de cartón, además de unapelota de vivos colores; ya en aquel entoncesestos juguetes llegaban al sur de Córdoba desdela región valenciana. El cuadro titulado "Feria enPriego", afronta una visión global del bullicioferial; unos sobre otros, aparecen el moro vendiendoabanicos, los niños inflando globos apulmón libre,los hombres alardeando de fuerzao de maña en un juego de bolos, el marinerode permiso, los puestos donde se pregonanexóticas atracciones, el gentío deambulando,una piña de piruletas, las barcas en su constantevaivén ...Uno de los cuadros más conocidos de nuestropintor es precisamente el titulado "En laFeria de Priego". Aquí el artista se aleja delbullicio y nos describe, de nuevo, el sosegadopaseo de la gente por el ferial. La amplia calle- üal vez junto a la antigua ermita de SanMarcos7- ha sido cubierta parcialmente contoldos que protegen del sol veraniego; sobre lascabezas sobresalen soportes para la venta ambulantede flores o piruletas; a los lados de lacalle se suceden puestecillo s en los que sevenden baratijas, quincallería, peladillas, turrónen bloques que se corta en porciones en elmismo puesto; en primer término, un hombrevende largas tiras de yesca para mecheros yotro, que lleva dos sombreros sobre la cabeza,comprueba la calidad del producto; una pareja,se diría que posa luciendo sus trajes de fiesta,con detalles especialmente llamativos en ella:pasador y flores en el pelo, collar y broche sobreel pecho; el gentío se pierde en la profundidadcasi impresionista de este cuadro.De todas estas escenas de feria hay unaespecialmente llena de gracia; es tambiéncronológicamente la última realizada. Se tratade "Cortijeros en la feria", de 1932, cuando elpintor sintetizaba en sus obras toda su experienciacomo observador de la sociedad que lotocó vivir. Cuatro hombres rodean a una bellajoven que sin duda va de estreno: un preciosovestido con adornos en azul y rojo, flores ypequeñas peinetas en el pelo, pendientes, cadenay medalla dorada; diriase incluso que acabede escuchar un piropo ante el que se sonroja ...Los canastos, repletos de huevos y de tomates,definan la procedencia del grupo al que acompañauna niña que parece haber sorprendido alobservador de la escena. El aspecto festivo de laescena queda realzado por el contraste de lospersonajes con las ancianas que aparecen sobreel fondo a ambos lados.Pero no hay feria que se precie sin corrida detoros, o al menos sin becerrada. Y en ese tema,de tan larga tradición artística, Lozano Sidro,fiel a sus constantes temáticas, fija su atenciónen el palco de la presidencia. Hizo el pintor dosversiones muy similares de este tema, pero enninguna de ellas suaviza el carácter abiertamenteburlesco de la situación, colocando en lazona central, entre el esplendor colorista de losmantones, a las más feas del grupo.• Director del Patronato MunicipalAdolfo Lozano SidroADARVE I N2 588 • 1 de Diciembre 200019