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priego de cordoba - Periódico Adarve

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no habrían <strong>de</strong> ser indiferentes a unarte que aspiró a ser eminentemente<strong>de</strong>scriptivo y didáctico.El artista gótico no se acomodó aconsentir que la <strong>de</strong>sconfianza <strong>de</strong>Tomás eclipsara la fe <strong>de</strong> María, que atodos aventajó en esperanza. Al representarla aparición <strong>de</strong> Cristo a suMadre no hizo sino materializar unai<strong>de</strong>a unánimemente aceptada.En otros temas, como el Varón <strong>de</strong>Dolores, el <strong>de</strong>tonante no será el peso<strong>de</strong> la tradición, sino las visiones <strong>de</strong> losmísticos en convivencia con el objetivoejemplarizante <strong>de</strong> un arte quepreten<strong>de</strong> enseñar (4) . No cabe mayor<strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> humildad que la <strong>de</strong>lsoldado victorioso que, en lugar <strong>de</strong>exhibir los atributos <strong>de</strong> su triunfo,llama nuestra atención sobre lasheridas que le ocasionó la batalla. Unbuen ejemplo <strong>de</strong> esta peculiar versión<strong>de</strong> Jesucristo resucitado, inspiradaen primera instancia por Jeremías1 5 ), lo tenemos en el barro mo<strong>de</strong>ladopor Pedro Millán para la capilla<strong>de</strong> San Leandro <strong>de</strong> la catedral hispalense.El <strong>de</strong>scriptivismo <strong>de</strong>l arte bajomedievaly su ten<strong>de</strong>ncia a representarlos temas con total naturalidad, dieroncabida en su plástica a un Resucitadoque sale andando <strong>de</strong>l sepulcrocon el familiar a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> quien salvalos peldaños <strong>de</strong> una escalera. Cristoviste ya el manto púrpura <strong>de</strong> la realeza,sujeto por un broche a la altura <strong>de</strong>lcuello, y generalmente el paño <strong>de</strong>pureza; en su mano izquierda lleva elestandarte <strong>de</strong> la victoria y alza la<strong>de</strong>recha en actitud bendicente. Porfin, el arte fresco e ingenuo <strong>de</strong>l períodogótico, quiso <strong>de</strong>svelarnos el misterio<strong>de</strong>l modo en que abandonó elRe<strong>de</strong>ntor su tumba.Aunque dicha iconografía alcanzaal siglo XVI, el Renacimiento tien<strong>de</strong>a imponer una nueva versión másacor<strong>de</strong> con la ten<strong>de</strong>ncia i<strong>de</strong>alizante<strong>de</strong> la época, en la que Jesús, misteriosamenteimpulsado, ha traspasadola losa sellada <strong>de</strong>l sepulcro y permaneceen pie sobre la misma.La pintura manierista, con baseen algunas obras <strong>de</strong> la etapa anterior,lleva al límite la referida ten<strong>de</strong>ncia ynos ofrece un Cristo levitante y resplan<strong>de</strong>ciente,inequívocamente espiritualy divino, en cuya iconografíallegan a fundirse aspectos propios <strong>de</strong>la Transfiguración y la Ascención. LaResurrección <strong>de</strong>l Prado, pintada porel Greco y la tabla sobre el mismoasunto, atribuida a Jerónimo Vázquez,que guarda el museo <strong>de</strong> escultura<strong>de</strong> Valladolid, constituyen dosbuenos ejemplos <strong>de</strong> las cotas <strong>de</strong>íficasalcanzadas por el tema en lasegunda mitad <strong>de</strong>l siglo XVI.El Greco. "La Resurrección". Museo <strong>de</strong>l Prado.Llegamos así a los años finales<strong>de</strong>l quinientos, tiempo al que pertenecela imagen <strong>de</strong>l Resucitado prieguense.En ella, Cristo se nos muestraapenas cubierto por el manto y enla consabida actitud <strong>de</strong> ben<strong>de</strong>cir conla diestra y sostener el lábaro con laotra mano. Su parentesco formal conla conocida talla que hizo JerónimoHernán<strong>de</strong>z en 1582, para la cofradíasevillana <strong>de</strong>l Dulcísimo Nombre <strong>de</strong>Jesús es evi<strong>de</strong>nte. Ambas obras participan<strong>de</strong>l ritmo compositivo helicoidal,la barba corta, el pelo dirigidohacia la espalda y el melancólicosemblante, que caracterizan a laescultura realizada por Miguel Angel,entre 1520 y 1521, para la iglesiaromana <strong>de</strong> Santa María sopra Minerva.Esta obra, difundida seguramentepor el grabado (6) hubo <strong>de</strong> tenerexcepcional importancia en las primerasimágenes exentas <strong>de</strong>l Resucitadoen Andalucía.No obstante, pese a las semejanzasapuntadas entre la pieza que nosocupa y su homónima <strong>de</strong> JerónimoHernán<strong>de</strong>z, sus diferencias son notabies.Mientras ésta lleva manto terciado,a la manera <strong>de</strong> las divinida<strong>de</strong>sy emperadores divinizados <strong>de</strong> la estatuariagrecorromana, aquélla secubre con un paño <strong>de</strong> pureza mínimo;<strong>de</strong> otra parte, la pierna sustentantees, asimismo, diferente en ambasobras. Mucho más importante quelas referidas divergencias es, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>luego, el dispar tratamiento anatómicoque advertimos en estas dos imágenes.Contrariamente a JerónimoHernán<strong>de</strong>z, que sigue aferrado alheróico y monumental <strong>de</strong>snudo miguelangelesco,el anónimo autor <strong>de</strong>la talla <strong>de</strong> Priego ha renunciado a laampulosidad <strong>de</strong> la estética romanistay nos ofrece un tratamiento anatómicomás próximo a la realidad.Nos hallamos en un momento enel que no pue<strong>de</strong> precisarse la fronteraestilística entre las dos gran<strong>de</strong>s escuelasandaluzas, en el que las interferenciasy la movilidad <strong>de</strong> los artistas<strong>de</strong> Sevilla a Granada y a la inversason frecuentes. Sin embargo, diríaseque, en las dos obras que venimoscomentando, se apunta ya una <strong>de</strong> lanotas discrepantes <strong>de</strong> dichos centros:frente a la granadina seducciónpor las formas atemperadas, la grandilocuenciasevillana. Quizás el influjoque en esta última escuela ejercióel alcalaíno Pablo <strong>de</strong> Rojas, a través<strong>de</strong> su paisano y discípulo Juan MartfnezMontañés, tenga menos importancia<strong>de</strong> la que supone Orozco (7); noporque éste sea discutible, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong>mi punto <strong>de</strong> vista no lo es, sino porsu incapacidad para eclipsar ellegadoromanista <strong>de</strong> los maestros castellanosque cierran el capítulo cincuecentista<strong>de</strong> la escultura hispalense.Volviendo al Resucitado <strong>de</strong> Priego,<strong>de</strong>be haber quedado claro que setrata <strong>de</strong> una obra <strong>de</strong> vocación granadina,dispar <strong>de</strong> la comentada <strong>de</strong>Hernán<strong>de</strong>z y <strong>de</strong> la soberbia esculturasobre el mismo asunto que talló JuanBautista Vázquez para el retablomayor <strong>de</strong> San Mateo, en la vecinaLucena, y prólogo manierista <strong>de</strong>lResucitado pontanés que, recientemente,he atribuído a Alonso <strong>de</strong> Mena(8) . De lo que no estoy tan seguro y porello hablo <strong>de</strong> vocación granadina, es<strong>de</strong> que la obra viniera <strong>de</strong> Granada.Posiblemente, sobre esta pieza pesela incertidumbre que todavía tenemosen cuanto a la dimensión <strong>de</strong> lalabor realizada por los Sardo Raxisen la comarca.En los libros <strong>de</strong> bautismo <strong>de</strong> Alcalála Real y entre 1529 y 1556, aparececon relativa frecuencia el nombre<strong>de</strong> Pedro Sardo, pintor y entallador,natural <strong>de</strong> Cagliari (Cer<strong>de</strong>ña) que vivióen dicha ciudad y en ella bautizó docehijos, en- ¡PASA A LA PAGINA 23

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