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Texto completo PDF - José Luis González Recio

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La paradoja Harvey-Descartes y el proyectode una biología geométrica<strong>José</strong> <strong>Luis</strong> <strong>González</strong> <strong>Recio</strong>Universidad Complutense de MadridResumenTan pronto como el De Motu Cordis fuepublicado, Descartes aceptó el descubrimiento de Harvey sobre lacirculación de la sangre. La teoría de Harvey tenía unsignificado mecánico inequívoco, aunque la fuente primaria delmovimiento del corazón - las cualidades esenciales de la sangre-no podía ser considerada causa real en una nueva física parala que tales cualidades debían ser expulsadas del lenguaje de laciencia. El filósofo francés entendió que la física erareducible a la mecánica y que el cuerpo humano era análogo a unamáquina. Sin embargo, de acuerdo con una antigua tradiciónfisológica , pensó que la máquina humana se mantenía enfuncionamiento por el calor generado en el corazón. El resultadofue lo que propongo denominar la paradoja Harvey-Descartes: unaristotélico creó el primer modelo mecánico para un procesofisiológico; modelo que adquirió rasgos galénicos cuando fueasumido por el fundador del mecanicismo moderno.AbstractDescartes accepted Harvey's discovery of thecirculation of the blood as soon as the De Motu Cordis waspublished. Harvey's theory had an unequivocal mechanical sense,although the primary source of heart's motion - blood'sessential qualities -could not be considered a real cause by anew physics for which occult qualities were sterile and had tobe expelled from the language of science. The french philosopherregarded physics as reducible to mechanics, and imagined thehuman body as being analogous to a machine. Nevertheless, hethought, according with an ancient physiological tradition, thatthe human machine was kept at work by the heat generated in theheart. The result was what I propose to name the Harvey-Descartes paradox: an Aristotelian created the first mechanicalmodel for a physiological process; model that acquired Galenicfeatures when was held by the founder of modern mechanicalism.


IntroducciónLa biología aristotélica vio en lacapacidad de automoción el rasgo esencialmente definidor de losseres vivos. Habían existido anticipaciones que presagiaban esaidentificación de la vida con la aptitud de ciertos seres paramoverse a sí mismos -la medicina hipocrática constituyó unejemplo destacado al respecto 1 -, pero fue sin duda la teoríabiológica de Aristóteles el lugar donde por primera vez seconsiguió un conjunto sistemático de principios llamados ainterpretar aquel modo de ser propio de las sustancias dotadasde vida, automutables.El alma quedó consagrada como la formasustancial del ser viviente. No fue propuesta tan sólo como unprincipio de carácter estático; servía como principio de unorden conquistado dinámicamente. Por medio de la capacidadautomotriz de las sustancias animadas, se justificaba no ya elcambio, sino el cambio dirigido a un fin, la direccionalidad delmovimiento fisiológico y la integración orgánica que manifiestantodos los seres que poseen vida 2 . Organicismo y dinamismo seconvirtieron, de este modo, en los ingredientes conceptualesbásicos del pensamiento biológico aristotélico. La unidad propiade los organismos se hacía diferente de la yuxtaposicióncoordinada de elementos o partes que encontramos en la máquina.En esta última, siempre reconocemos una estructura recibidadesde fuera, construida de manera exógena y que se aplica a unfin también impuesto. Aún más: las fuentes o causas delmovimiento de la máquina no pertenecen a la máquina misma;actúan sobre ella, pero no nacen de ella. La máquina essimplemente heteromóvil; en cuanto producto del arte, es algoartificial, ajeno a la naturaleza, opuesto a todo lo que goza devida. Lejos de la organización inerte de la máquina, el orden defunciones y la arquitectura anatómica de lo vivo se juzgaronexpresión de una unidad sustancial basada en el alma como forma.Era el reconocimiento de que los principios de la actividadvital poseían un carácter inmanente. Cualquier acción biológicahallaba su raíz en la conformación esencial del cuerpo vivo yestaba dirigida a la actualización de un fin. Los movimentosvitales, en cuanto movimientos naturales, eran productos decausas naturales o, si se prefiere, de la naturaleza como causa.Hay en ello perfecta continuidad con el resto de la filosofíanatural aristotélica. Los principios del movimiento estánubicados en el seno de cada cuerpo natural, y cada cambio,incluso cada mutación local, es una modificación que afecta alrepertorio de formas accidentales de la sustancia. El términodel movimiento no es una modificación referida a cierto sistemade relaciones abstractas o ideales, es la llegada a un nuevoestado de organización leído desde la propia sustancia. Loscambios del mundo sublunar cuentan con la reserva dinamizadorainagotable que guardan las formas sustanciales. En un mundo así,la disposición de las causas o su modo de acción no necesitanafrontar el problema de la conservación de sus efectos; en un2


mundo así, afirmar que la naturaleza está en permanente transformaciónes enunciar una tautología, porque la naturaleza esantes que cualquier otra cosa un principio de movimiento 3 .La biología de Aristóteles quedaincorporada durante el siglo II d.C. a la medicina de Galeno enuna síntesis que mantendrá su vigor nada menos que hasta elsiglo XVII. La fisiología de Galeno, como el resto de su obra,cierra la visión científica que la antigüedad clásica ha sidocapaz de elaborar sobre cuestiones biomédicas. Hay en las ideasfisiológicas galénicas cuatro nociones que merecen sersubrayadas: las nociones de operación vital, naturaleza, causa yfin 4 . El concepto de operación o función vital es completamentearistotélico. Reposa, por ello, en el encadenamiento potenciaactoy de él recibe su inteligibilidad. Es aristotélica,asimismo, la clasificación de los movimientos posibles.Encontramos movimientos sustanciales (como la transformación delalimento en sangre); cambios cualitativos (como los relativos ala temperatura del cuerpo); y también cambios de lugar.Distanciado de la fisiología de Erasístrato 5 , Galeno recupera laidea hipocrático-aristotélica de naturaleza. Su filosofíanatural es de nuevo la de la physis como principio motor yorganizador, como causa formal y final de los procesosobservables en el mundo animado. Physis y psykhé adquieren elvalor de causas con toda la carga ontológica que han acumuladoen los siglos anteriores. Son causas que operan desde el planomás esencial de la sustancia. Otra vez, su tipología coincidecon la fijada por Aristóteles 6 . Por último, Galeno vuelve a seraristotélico en el momento de trazar el eje alrededor del cualva a componer su teoría sobre la vida. Será la noción de fin elpolo que orientará la anatomía, la fisiología y la terapéuticadel médico de Pérgamo.Tales son los supuestos e ingredientesconstitutivos de la fisiología galénica 7 . El límite del análisisde los procesos fisiológicos es la sustancia y sus principiosentitativos. Los fundamentos de la explicación no pueden ir másallá, puesto que en la sustancia y sus principios entitativos seagotan los soportes de la actividad fisiológica. Se trata, porlo demás, de una fisiología descriptivo-comprehensiva queatiende al cómo y al porqué de las actividades del organismo. Envirtud de las potencias operativas que la causa formal posee,cualquier distinción entre función y estructura aparece comoalgo artificioso. Debe hablarse también en Galeno, por lo tanto,de un punto de partida organicista-finalista que ilumina todo suempeño teórico y sistematizador. A partir de él, es posibledesarrollar una fisiología que, sin dejar de estar atenta a laobservación, se conforma como un saber deductivo; porque todaparte, toda función encuentra su sentido en el fin que cumpledentro de la organización general del ser vivo.Por lo que atañe a la fisiología especial, essuficiente para nuestros propósitos un esbozo abreviado. El3


estómago recibe el alimento, iniciándose allí una depuración queconcluirá en el hígado. En efecto, el alimento se transforma enquilo a través de una primera cocción en el tubo digestivo, y elquilo es convertido en sangre dentro del hígado. Desde elhígado empieza a ramificarse la red venosa, uno de cuyos vasos,la vena cava, conduce la sangre a la aurícula derecha delcorazón. A continuación, la sangre pasa al ventrículo derecho yluego sigue un doble recorrido: la mayor parte continúa hastalos pulmones por la arteria pulmonar, pero cierta cantidadatraviesa el tabique interventricular, ingresando en elventrículo izquierdo, donde se convierte en sangre arterial.Para que dicha conversión pueda cumplirse, ha sido preciso quepor la vena pulmonar también llegue aire al ventrículoizquierdo. Esta sangre neumatizada irrumpe en la aorta alproducirse la diástole cardíaca, se reparte por la red arterialy actúa como nutriente en todo el organismo. Aquella porción desangre que alcanza la rete mirabile del cerebro vuelve a serdepurada, hasta que se torna espíritu animal: sustancia quediscurre por la médula y los nervios, y que es responsable de laactividad neurofisiológica 8 .En este cuadro genérico de la economía vital,cabría repetir de nuevo, se manifiestan las potencias del alma.Cuando una facultad o potencia se actualiza, tiene lugar tal ocual operación fisiológica. En virtud de ello, las principalespotencias se corresponden con las partes del alma y se concretandespués en facultades secundarias. Galeno es fiel ahora a lainspiración dinamista del aristotelismo: todo acontecimientonatural es un cambio en el que una u otra potencia quedaactualizada de acuerdo con el plan inmanente al ser de cadacosa. Ese plan está impreso en el alma de los vivientes y seconcibe desde el horizonte sustancialista de la ciencia naturaldel Liceo. Lo que vive es la sustancia. Ahora bien, el alma esla forma de cierto tipo de cuerpo natural, "pues en cada caso laentelequia se produce en el sujeto que está en potencia y, porconsiguiente, en la materia adecuada" 9 . Los humores sonprecisamente, las sustancias naturales adecuadas a la vida.Resultan de la mezcla -según ciertas proporciones- de los cuatroelementos: agua, aire, fuego y tierra. Entre ellos, la sangretiene, por sus cualidades esenciales, un papel singular en latrama de funciones que se da en los animales. Viven lassustancias automutables, habíamos dicho; el alma es el principiode tales sustancias, pero el alma mueve y actúa como causafinal, en los animales sanguíneos como el hombre, mediante losmovimientos del corazón y de la sangre. Galeno comparte ciertosaspectos de la perspectiva cardiocéntrica que se dibuja en lasobras biológicas de Aristóteles 10 . El corazón es el primerórgano que aparece en el embrión. Late y contiene sangre tanpronto como se forma 11 . No puede decirse, como defiendeAristóteles, que "el principio del alma sensitiva está situadoen este órgano" 12 , si bien la vida del animal depende en unsentido mediato, pero necesario y radical, de la acción delcorazón y de las propiedades naturales de la sangre. Las4


diferentes partes del animal participan de un calor natural queirradia del corazón desde que se inicia el desarrollomorfogenético 13 . Es así que los animales se muestran calientesmientras están vivos y pierden el calor cuando quedan privadosde vida. Parece forzoso, en consecuencia, que "la vida y laconservación del calor se den a la vez y que lo que llamamos'muerte' sea la destrucción de ese calor" 14 . Todo ser vivo tienealma, aunque "esta no existe sin calor natural" 15 , porque lavida y la posesión del alma implican aquél" 16 . El calor innatoqueda elevado, en suma, a la categoría de principio biológicocasi absoluto. Con una larga historia en la medicina griega,dentro de la fisiología galénica su carga teórica se precisa demanera notable. Nutrición, reproducción, sensación, locomoción yhasta pensamiento tienen su origen en él. Habría que subrayar,simplemente, que es la manifestación más profunda y primaria delalma, en la medida en que el alma sí es el principiodefinitivamente absoluto de los seres vivos. Sobre esta tripleapoyatura quedó formulada la visión que la biología antiguaalcanzó de los fenómenos vitales: el alma, como principio demovimiento, que actúa a través de un calor congénito, cuya sedees el corazón en los animales sanguíneos.La constelación de compromisos ontológicosasumidos por la ciencia del movimiento que se fundó en el sigloXVII tuvo consecuencias muy importantes para la biología. Aunquetales compromisos no se impusieron como un repertorio desupuestos aceptado con unanimidad 17 , fuera cual fuese sudistinta concreción, afectaban de un modo capital a loscimientos más hondos de la teoría sobre la vida. La reducción dela naturaleza a materia en movimiento sugería un asaltoinmediato a la fortaleza dinamista, organicista y finalista dela fisiología tradicional. El asalto se ensayó con prontitud.Descartes y algunos seguidores de Galileo inauguran laiatromatemática, con el propósito de desvelar los fundamentosgeométricos de la organización biológica. Si la geometríaceleste iba a tener su continuidad en una geometría universal dela naturaleza, era consecuente pensar en la necesidad de unageometría biológica. Para ello, hacía falta ampliar hasta lasciencias de la vida la completa preponderancia del movimientolocal, llevar la matematización del espacio al espaciofisiológicoy prolongar las hipótesis materialistas -corpusculares o no-, haciéndolas entrar en el dominio de loscuerpos vivos.Para la nueva ciencia del movimientoserán convocados leyes y modelos causales que apartan de lamateria cualquier propiedad dinamizadora. El precio que elfísico ha pagado al conseguir la matematización de su saber esla reducción de la materia a una realidad pasiva e inactiva. Lascausas que producen o las leyes que sostienen el movimientolocal no están en el móvil sino en otro movimiento o en elcampo. Cada movimiento se explica -si nos ceñimos ya a la físicacartesiana- mediante el choque, por su concatenación mecánica5


con otros movimientos anteriores. El universo máquina es uninmenso sistema de engranajes cósmicos, mantenidos en acción porlas leyes de inercia y de conservación de la cantidad demovimiento. Dentro de ese enorme sistema de piezas cuya esenciaes la extensión, el movimiento sólo se transmite. No se crea,porque Dios es la única garantía metafísica en la mecánica delos cielos. El autómata mundial tiene su relojero; simula sercapaz de moverse por sí mismo, pero ha quedado vacío de virtudesautomotrices. La naturaleza, el nuevo orden geométrico, noadmite el automovimiento. Ya no son necesarias las cualidadesocultas, gracias a que el desplazamiento local obedece aprincipios inexorables, que nada tienen que ver con los viejosprincipios entitativos de la sustancia. Sin embargo, la causaelemental y primaria del movimiento del mundo no está en elmundo, ha vuelto a quedar oculta. Aun así, quienes abanderan lafísica geométrica no dudan de la eficacia del enfoque por el queabogan. La máquina o el autómata no son, sin duda, automóvilesen sentido aristotélico, pero imitan los fenómenos que hicieroncreer a los aristotélicos que la automovilidad existía.La explicación mecánica del movimientofisiológico empezó a practicarse con esta serie de supuestos yprincipios. Abandonados los conceptos dinamistas, había quedefender, por ejemplo, el carácter involuntario de la locomociónanimal. Los animales carecían de alma, eran considerados comomera estructura geométrica por la iatromecánica y, por lo tanto,sólo resultaban capaces de movimientos reflejos. Un agenteexterno al cuerpo del animal debía provocar la puesta en marchade aquellas partes -nervios, músculos y huesos- responsables dela locomoción. Pero no sólo ésto, pues todas las funcionesfisiológicas tenían que hallar su correspondiente fundamentogeométrico. Situar fuera del animal las causas de su locomociónplanteba dificultades, pero éstas se multiplicaban al intentartraducir mecánicamente las causas de fenómenos como ladigestión, la circulación sanguínea o la respiración. Ello diolugar a que, en algunas ocasiones, la justificación mecánicarecayera tan sólo sobre cierto proceso concreto, integradodespués en un entramado teórico abiertamente organicista. Era laclase de aportación que harían a la mecánica biológica losúltimos aristotélicos. En otras ocasiones, antiguas hipótesisajenas a la iatromatemática fueron introducidas dentro de lo quese entendió como una fisiología reduccionista. Harvey yDescartes vinieron a encarnar uno y otro estado de cosas.De Motu Cordis et Sanguinis in AnimalibusAntes de ser aceptada, la teoría de Harveysobre la circulación de la sangre tuvo que vencer la resistenciadel venerable cuerpo doctrinal galénico, dotado aún deconsiderable influencia. Médicos y naturalistas veían en él unsistema bien articulado de conocimientos y una colección de6


principios poco menos que incontestables. Las últimas ideas deHarvey relativas a los seres vivos tienen en el fondo unacentuado sello tradicional, lleno de resonanciasaristotélicas 18 . Con todo, en el diseño de su teoría sobre lacirculación de la sangre puso en juego resortes teóricosenteramente nuevos. La Exercitatio Anatomica De Motu Cordis etSanguinis in Animablibus, de 1628, conjugó el espírituexperimentalista de la universidad de Padua con la capacidadpersonal de su autor para reordenar los datos de lainvestigación empírica dentro de una perspectiva profundamenteinnovadora 19 .Los estudios de anatomía comparada dotaron aHarvey de un valioso elenco de observaciones que no podía serinterpretado en términos de la fisiología cardiovasculargalénica. Por sus manos pasaron corazones de numerososvertebrados e invertebrados, hasta que estuvo suficientementefamiliarizado con la estructura que el músculo cardíaco tenía endiversas especies. Comprobó, de esta manera, que el problema dela comunicación interventricular en el corazón humano era sóloun aspecto accesorio del problema global a resolver, puesto queen muchos animales el corazón sólo poseía un ventrículo. Lasincógnitas suscitadas por la circulación menor - de la que ya sehabían ocupado Miguel Servet y Realdo Colombo- cobraron tambiénuna importancia secundaria, pues se trataba de ensayar unateoría sobre el movimiento de la sangre en especies con o sinpulmones. Harvey fue muy consciente de las ventajas que obtuvodel método comparativo y admitió que, de haberlo usado, losnaturalistas del siglo anterior habrían encontrado respuesta anumerosas dificultades 20 .El análisis de la función que podían cumplirlas válvulas venosas fue otro momento clave en la configuracióndel nuevo modelo teórico. Fabricio de Aquapendente -su maestroen Padua- había sido incapaz de interpretar la finalidad quepudieran tener. Así lo prueba el que su tratado de 1603 21 noacierta a asignarles una misión específica. Según la fisiologíade Galeno, la sangre circula por las venas con un movimiento deflujo y de reflujo, es decir, alejándose y acercándose alcorazón sucesivamente. Hígado, venas y lado derecho del corazónforman un sistema básicamente independiente. El intercambio desangre con la red arterial, según hemos señalado ya, se producea través del tabique que separa los dos ventrículos - delderecho al izquierdo- y en cantidad mínima 22 . Dar un objetivofuncional a las válvulas del corazón y de las venas equivalía,por consiguiente,a trastocar muy en profundidad las principaleshipótesis del esquema fisiológico clásico. Si se lograbaconfirmar mediante el experimento que aquéllas impedían elretorno de la sangre venosa - hacia las zonas del organismo másalejadas del corazón-, era patente entonces que el torrentecirculatorio tenía dirección única. Pero ¿qué camino seguía, enese caso, la sangre que la arteria pulmonar había hecho llegar alos pulmones? La contestación a esta pregunta tenía que ser una7


espuesta llamada a desentrañar el misterioso curso de lacirculación pulmonar.Harvey llevó a cabo gran cantidad de pruebasencaminadas a contrastar en la experiencia la aceptabilidad desus revolucionarias conjeturas. Tomaremos como muestra dosejemplos: las punciones en los vasos sanguíneos y en cálculo delvolumen de sangre bombeada por el corazón en unidades de tiempo.Al punzar en la aorta y en la arteria pulmonar, observó que lapérdida de sangre, por el lugar donde había perforado, seproducía después de cada contracción de los ventrículos. Estosugería que la sangre era bombeada por el corazón hacia lasarterias. Como al ligar distintas venas pudo determinar que lasangre se acumulaba en el extremo más alejado del corazón, elcometido de una y otra clase de vasos, así como la dirección delflujo sanguíneo, aparecían cada vez más claros. Sin embargo,faltaba por solucionar un punto crucial: si la sangre eraexpelida continuamente desde el corazón, y la circulación teníaun solo sentido, las venas terminarían vaciándose y las arteriasrompiéndose ante la presión acumulada. Además, la cantidad desangre bombeada en una hora -susceptible de ser calculada apartir de la capacidad del corazón y de la frecuencia de sulatido- resultaba tan grande, que hacía difícil entender cómoingresaba en el sistema circulatorio y cómo desaparecía de él.La evidencia empírica necesitaba, en suma, acogerse a unapropuesta teórica que el galenismo ya no podía brindar; laevidencia empírica confirmaba en realidad lo que Harvey adivinócomo una explicación inevitable: el movimiento de la sangretenía, sí, un solo sentido, pero tenía también un caráctercontinuo y circular 23 .El análisis comparativo, el diálogo con lanaturaleza por medio del experimento, la traducción a magnitudesmensurables de ciertas vertientes del problema que examinaba,dieron un sesgo original a la indagación de Harvey. No hemosagotado la serie de comprobaciones empíricas que efectuó, nitampoco la línea argumental exacta que siguió en susdeducciones 24 . Es suficiente constatar que un capítulo centraldela fisiología quedó abordado con recursos metodológicosolvidados por los tratadistas medievales. No obstante, lacontribución más genuina del genial inglés a la biología seefectúa en otro plano: consiste en mostrar que bajo un patrónmecánico puede alcanzarse la plena interpretación de un procesovital concreto. El corazón impele la sangre hacia las arterias yaspira aquella otra contenida en las venas. Su contracción yrelajación provoca efectos mecánicos asimilables a los que sedan en una bomba hidráulica. El movimiento de la sangre seproduce, así, conforme a principios que rigen en un ordenfenoménico puramente físico-mecánico. Desde el ventrículoizquierdo, la sangre es enviada a las arterias por la aorta,consiguiéndose la irrigación de todo el cuerpo. La vena cavarecoge la circulación de retorno para dirigirla a la aurículaderecha. Pasa la sangre luego al ventrículo derecho que, al8


contraerse, la impulsa a través de la arteria pulmonar hacia lospulmones. Conducida por la vena pulmonar, regresa después a laaurícula izquierda y, finalmente, desde allí entra en elventrículo izquierdo, iniciándose de nuevo el ciclo. Laactuación del sistema se contempla, en síntesis, con la ayuda deunas nociones que rompen definitivamente con la descripcióngalénica.Como cabía esperar, las objeciones másdiversas fueron esgrimidas contra el nuevo marco teórico. Entreellas, la que pedía una verificación del trasvase de sangre delas arterias a las venas era del todo razonable. Quienespermanecieron fieles a la teoría de Galeno explotaron conreiteración este tipo de crítica. Harvey sólo podía contestarque el lugar de ese trasvase permanecía por el momento taninverificable como la existencia de los poros galénicos en eltabique interno del corazón 25 . Sin embargo, si la capacidadpredictiva de una teoría mide de algún modo su fecundidad, esobligado reconocer que el programa para la fisiologíacardiovascular concebido por Harvey pronto manifestó ante susoponentes poderosas razones para ser respetado: en 1661,Malpighi observa con el microscopio los desconocidos vasos queunían arterias y venas. Como el descubrimiento de Neptuno parala astronomía postnewtoniana dos siglos más tarde, laobservación de los capilares en los pulmones de una rana supusola confirmación de la apuesta especulativa más audaz de cuantasHarvey promovió.Tomado de forma aislada, el movimiento delcorazón permitía componer una explicación mecánica de lacirculación de la sangre. Es verdad que se trataba de unaexpliacación limitada en su alcance, pero incluso dentro de esoslímites tenía un significado revolucionario. Reabría un espacioconceptual del que el pensamiento biológico había estado ausentemuchos siglos. Confundidos por nuestra actual perspectivacientífica, podríamos considerar que Harvey había resuelto unsencillo problema de hidrodinámica. No nos daríamos cuenta, enese caso, de que la principal novedad que encerraban sus ideasconsistía, precisamente, en tratar el movimiento de la sangrecomo una cuestión reducible a dinámica de fluidos 26 .El autor del De Motu fue, pues, un pionero dela fisiología moderna, un avanzado del argumento basado en lamedida y el experimento, el artífice de la conceptualizaciónmecánica escrupulosa de un proceso biológico; pero susconcepciones últimas sobre los seres vivos albergaban uninequívoco y confesado finalismo: en ellas se dibujanpermanentes las sombras de Aristóteles y Galeno. Aunque noaceptó incondicionalmente la biología aristotélico-galénica,nunca creyó que ésta debiera alterar la orientación general enque se fundaba. La formación aristotélica que había recibido enPadua aflorará en cada página que escriba. A lo largo delcapítulo octavo de su obra sobre el movimiento del corazón,9


Harvey se refiere a éste como el sol del microcosmos; y a unasobria exposición basada en datos contrastados e hipótesis bienrespaldadas por la experiencia, siguen un canto a la excelenciadel movimiento circular y una serie de imágenes atestadas decorrelaciones místicas. No es extraño, por todo ello, querecibiera el reconocimiento de un alquimista como Robert Fludd -quien entendió que confirmaba la huella del sistema planetarioen los cuerpos vivientes 27 -, y que sufriera los ataques de MarinMersenne o Pierre Gassendi. De hecho, Harvey obtuvo la oposiciónde quienes entendieron que rectificaba a las grandes figuras dela antigüedad y la de quienes estimaban que era demasiado afectoa la biología peripatética. Pocos como él ejemplifican lascontradicciones reunidas en la cultura de su tiempo, porque, ala postre, el mecanicismo había entrado en la fisiología de lamano de un aristotélico.Es preciso revisar ahora la concepción generalque Harvey tiene del movimiento fisiológico. Galeno habíaacudido a la noción de vis pulsifica para explicar el pulsoarterial: la dilatación de los vasos era producida por unacualidad connatural de éstos; obedecía a cierta propiedad motrizinherente a las arterias 28 . Harvey, por el contrario, concebirálos vasos arteriales como estructuras pasivas que el flujo de lasangre dilata. El corazón bombea sangre hacia la aorta en sufase sistólica, y a resultas de ello la red arterial se expanderítmicamente. Las contracciones del corazón son la causamecánica del movimiento de la sangre. Así contemplada, lacirculación se produce conforme a leyes que rigen el movimientode cualquier fluido inorgánico impulsado por una bomba. Lasangre en circulación resultaba ser, al final, materia enmovimiento. El mecanicismo lograba con ello su primera victoriaen la biología moderna. Victoria de gran significación, sipensamos que se producía en uno de los capítulos centrales de lafisiología, esto es, dentro de la fisiología cardiovascular.Pero victoria parcial y provisional, porque el sistemacardiocirculatorio, en un sentido más profundo, obedecía aprincipios metamecánicos, según Harvey; y porque las funcionesde dicho sistema quedaban integradas en un todo orgánico sujetoa la teleología y al dinamismo 29 .Con objeto de establecer el papel desempeñadopor el corazón, había sido necesario no llevar la investigaciónhemodinámica más allá de las causas del movimiento de la sangre.De no haberse efectuado esta simplificación, hubiera sido muydifícil alcanzar con éxito un análisis del problema en términosmecánicos. Sin embargo, la aptitud motora del corazón conducía auna nueva pregunta: ¿cuál era la causa de que el corazón semoviera?, ¿qué activaba, no ya el desplazamiento local de lasangre, sino las continuas contracciones del corazón? Harveybrindó dos respuestas a esta cuestión en diferentes etapas de suvida. En el De Motu, hace responsable del movimiento del corazónal calor vital 30 : aquella manifestación originaria de lavitalidad imaginada por la biología griega. El músculo cardíaco10


se mueve por sí mismo, porque, al cabo, es una estructuraanimada. Fiel a Aristóteles, acude a la antigua orientaciónsustancialista de la fisiología. Los animales sanguíneos sonsustancias cuya forma -el alma- los capacita para elautomovimiento, a través del calor innato que concentra en sucorazón; a su vez, el corazón se mueve sin necesitar un impulsomecánico externo, porque es la sede de aquel principio activo.En su Segunda carta a Riolano 31 , la sangre ha pasado aconvertirse en el medio humoral donde habita el calorvitalizante de los antiguos. Ella es el ámbito sustancial queacoge la forma de la especie concedida por Dios a los distintosanimales superiores; ella genera la actividad contráctil delcorazón; y en ella, en sus potencias, culmina la teoríafisiológica a que se entrega Harvey: el corazón es la causamecánica del movimiento de la sangre, al tiempo que la sangre esla sustancia animadora del movimiento del corazón. En todo caso,elijamos el De Motu o la Segunda carta a Riolano, nosencontramos ya en un universo teórico ajeno al mecanicismo.Harvey ha explicitado los dos polos de su formación paduana:respeto al experimento y lealtad a Aristóteles. Gracias alprimero, abrió el camino a la futura renovación de lafisiología; en virtud del segundo, entendió que la ciencianatural debía edificarse al amparo de una concepción teleológicay dinamista del movimiento.La iatromatemática y el Tratado del HombreA Descartes correspondió la presentaciónhistórica solemne del proyecto de mecanización de la fisiología.Descartes se propuso la reducción de toda la ciencia natural ala mecánica y, en tal medida, la edificación de una biologíageométrica. Este vastísimo plan tendrá enormes consecuencias enla evolución posterior de las distintas disciplinas biológicas,si bien su promotor fue incapaz, en general, de aplicarlo conéxito a la resolución de problemas concretos. La ausencia delogros inmediatos en la extensión de aquel programa a labiología se debió a la precariedad teórica de la físicageométrica cartesiana y a la inexistencia de una químicaexperimental madura, capaz de desentrañar la naturaleza íntimade los procesos fisiológicos. Cuando Descartes pensaba enmáquinas animales, no podía concebir algo demasiado alejado delos autómatas de un carillón o de los que existían en lasfuentes de algunos palacios reales. De cualquier forma, estaclase de limitaciones no restaron en absoluto originalidad alnúcleo de su estrategia, que podría enunciarse así: unificar laexplicación de los fenómenos de la naturaleza, tanto animadacomo inanimada, mediante la utilización de una sola clase deprincipios y leyes.En el curso del siglo XVII, un grupo deestudiosos de la fisiología animal -entre quienes se encontraban11


Giovanni Borelli, Niels Stensen, Giorgo Baglivi y LorenzoBellini- se comprometió, asimismo, con el ideal de unabiomedicina mecánica. Borelli -admirador de la nueva cienciagalileana- está convencido de que todo fenómeno vital seresuelve en movimiento:"Y para proceder con orden y claridadexplicaré primero algunos fenómenos fundamentales, el primero delos cuales será que las operaciones naturales, como son laconcepción, maduración, nutrición [...], se suelen efectuar enel animal por medio del movimiento de los espíritus y de loshumores y de las partes sólidas reducidas a partículasminutísimas; y como estas operaciones naturales se efectúanincesantemente, debe ser cierto que el ser y la vida animal noson más que un continuo movimiento; y la exactitud de esto se veen que las partes del animal disminuyen sin cesar, pues de ellastranspira un flujo continuo de partes sólidas por los poros delcuerpo [...], y en que el animal tiene necesidad de un continuoalimento para reponer y colocar en los lugares que han quedadovacíos otras partes, en sustitución de las que se han eliminado:pues, para comprender este alimentarse es preciso suponer uncontinuo desplazamiento de partículas sólidas, agitadas notemerariamente, sino con mucho orden, situando cada parte en ellugar conveniente.""En segundo lugar, diré que el principio y elorigen de todos los movimientos naturales es, directa oindirectamente, el corazón, que, con su infatigable agitación,empuja con rápido recorrido la sangre hasta los extremos de lasarterias y de aquí, recogida por los extremos de las venas,vuelve al corazón con giro veloz y no interrumpido (como hademostrado sensatamente Herveo); en esta circulación es precisoque, mediante el impulso conferido por las pulsaciones de lasarterias, salgan por los poros y por los extremos de aquellasinnumerables partículas, que estaban en la sangre y que, con elímpetu recibido, insinuándose en los espacios que han quedadovacíos tras la transpiración de otras partículas, conserven conun artificio maravilloso el flujo y reflujo de partes, elmovimiento en que consiste la conservación y la vida delanimal". 32Es patente, pues, que Borelli entiende lasfunciones orgánicas como simples movimientos locales. El ser yla vida de los animales no son otra cosa que un movimientoincesante de corpúsculos que ciegamente obedecen los principiosde la mecánica. La materia, para este galileano, tiene unaestructura corpuscular que la física podrá esclarecer; y lamateria viva no es sino un cierto orden matemático peculiar enel desplazamiento de aquellas partículas, porque la conservaciónde las estructuras anatómicas está supeditada al movimiento. Laperspectiva aristotélica -según la cual el acto es anterior alcambio y la morfología es anterior a la fisiología 33 - ha quedadoinvertida. En la iatrofísica de Borelli, el movimiento se12


sustancializa como en la física de Galileo 34 , y son lasfunciones las que sustentan el ser de los órganos. Sólo lamatemática es apta para expresar el secreto código ontológicocon el que los animales fueron creados. Dios quiso ser geómetraaquí también.Pese a haber nacido en Copenhage, NielsStensen desarrolló su trabajo fundamentalmente en Italia. Dedicóatención especial a la estructura de los músculos y a lo queentendió como su descripción geométrica -tarea en la que empleólos rudimentarios microscopios que se habían empezado aconstruir. Realizó un estudio detallado de la fibra muscular,estableció el principio de que el volumen del músculo no varíadurante su contracción y defendió con firmeza la naturalezamuscular del corazón. La primera de estas tres contribucionesera la que más valor parecía tener para una biología geométrica.No es extraño que la fibra muscular terminara convirtiéndose enla unidad del análisis iatromecánico de la organizaciónbiológica. Si todo proceso vital descansaba en un movimiento, siel movimiento iba a ser justificado a través de leyesgeométricas, si esta justificación se hacía posible gracias a laestructura geométrica de los músculos, nada cuesta imaginar queen los elementos más sencillos de la estructura muscular sevieran las unidades morfológicas de cualquier órgano y loscentros movilizadores de cualquier función. La mayor dificultadcon que tropezaba esta física biológica era la salvaguarda de laautonomía mecánica del movimiento fisiológico. El modelo causalde que se servía no autorizaba sino la causación por contacto.Pero, una vez fijada ésta, cada movimiento, en cuanto efecto,dependía de un movimiento anterior. Puesto que no cabían lasinvocaciones vitalistas, se necesitaba conjeturar un sistemamecánico de carácter en alguna medida circular y automático.Giorgo Baglivi aportó la hipótesis quecerraba circularmente la causalidad fisiológica; sugirió que loshematíes, intercalados como llegaban a estar en las fibrasmusculares, constituían su estímulo mecánico. En estado dereposo, los glóbulos rojos mantienen una forma esférica, mascuando tiene lugar la llegada de espíritus a través de losnervios, esa forma cambia y desencadena la crispación muscular,causa inmediata del movimiento. Para agotar al límite lanaturaleza mecánica de su teoría, Baglivi compara los espíritusnérveos con el éter de Newton 35 . El corazón impulsa la sangrehacia las arterias y conduce los hematíes hasta las fibrasmusculares; la sangre, combinada con el aire ambiental, quedatransformada -en el cerebro- en espíritus animales, que llegarána los músculos por vía nerviosa; una vez allí, modificarán laforma de los glóbulos rojos, y esta alteración inducirá laexcitación muscular productora de la locomoción animal, de losmovimientos vegetativos o de los movimientos sensitivos. Como elcorazón no es sino un músculo, su activación reproduce el mismoproceso: las fibras musculares que lo componen son estimuladascuando los espíritus inundan sus paredes fibrosas y los hematíes13


ven trastocada su forma geométrica. Decíamos que, en algunamedida, el automatismo del movimiento fisiológico se habíaconseguido. Los iatromecánicos podían trocar la autonomíadinamista de la fisiología aristotélico-galénica por susimulación mecánica. Pero, aun así, existían dos dificultadesque ensombrecían el pleno tratamiento mecánico de las funcionesvitales. De un lado, las máquinas animales no estabanconstituidas como sistemas cerrados: intercambiaban materia consu entorno, recibían aire y materias nutrientes. Todo lo más,las máquinas animales eran sistemas de transmisión de impulsosmecánicos. Aparecían como micromundos cartesianos necesitados deuna fuente motora externa. De otro lado, las transformaciones desangre venosa en sangre arterial, de sangre arterial enespíritus animales o del alimento en sangre querían comprendersedesde razones geométricas, y ello deparaba grandes problemas. Sise aceptaba una teoría corpuscular de la materia -como la deBorelli, por ejemplo- las leyes del movimiento y combinación delos átomos tenían que explicar la constitución de los órganos,su preservación y la transmutación de los fluidos orgánicos. Sise aceptaba en su literalidad la idea cartesiana de materia, lasolución de esas mismas cuestiones se enturbiaba todavía más.Las síntesis e interacciones de los fluidos fisiológicosterminaban refiriéndose al concepto de elemento, es decir, a lafigura, el tamaño y el movimiento de sus partes. Con semejanteaparato conceptual, cada generación de un ser vivo reclamabacasi tanta eficacia creadora a las leyes de la mecánica como laque se les atribuía para la constitución del mundo. Es fácilentender que Descartes terminara renunciando a la fundamentaciónmecánica de la ontogénesis 36 y que durante la Ilustración elmecanicismo se retirara hacia posiciones preformacionistas.El autor del Tratado del hombre concibió unamaquinaria cardiovascular que hacía cumplir a la sangre el mismorecorrido que Harvey había propuesto 37 . Sin embargo, dado queéste no completa la reducción mecánica del movimiento de lasangre, se siente obligado a denunciar la debilidad teórica dela fisiología harveyana. El asunto a dirimir era, por supuesto,cómo se debía integrar la actividad del corazón en el ordengeneral de las funciones vitales. Vincular dicha actividad a lapresencia en los animales de fluidos que esconden cualidadesocultas suponía, para Descartes, permanecer en las tinieblas.Toda la teleología dinamista que cruza el De Motu Cordis o elDe Generatione Animalium 38 es el lastre ontológico que hay queabandonar. La nueva ciencia natural no podía levantarse sobretibias invitaciones al mecanicismo entretejidas con dogmasincuestionados de la biología aristotélica. El corazón no podíaser movido por dimensión cualitativa alguna de la sangre. Enotras palabras: Harvey acertaba respecto al camino seguido porla sangre en su movimiento, pero se equivocaba al fijar lascausas de éste.Descartes se ocupó del problema de lacirculación sanguínea en distintos lugares de su obra 39 , aunque14


las ideas que sobre esta cuestión expuso en el Tratado delhombre no sufrieron ninguna modificación con el paso del tiempo.Así pues, nos atendremos en lo que sigue a esta parte delTratado de la luz, para presentar las tesis básicas de lafisiología cartesiana. Sostiene, Descartes, que el alimentoingerido es transformado en quilo a través de la digestión. Estase inicia en el estómago y continúa en el intestino. El quiloresulta depositado en el hígado por la vena porta, y dentro deeste órgano sufre un proceso de refinamiento a partir del cualse forma la sangre 40 . Después de haber sido sintetizada, lasvenas cavas superior e inferior conducen la sangre a la aurículaderecha del corazón, desde donde pasa al ventrículo derecho porla válvula tricúspide. De allí, siguiendo la arteria pulmonar,parte hacia los pulmones que actuarán como estructurasrefrigeradoras. La vena pulmonar transporta luego a la aurículaizquierda esta sangre refrigerada, que finalmente alcanzará elventrículo de ese mismo lado del corazón al abrirse la válvulamitral. A continuación, la sangre es introducida en la redarterial, se distribuye por todo el cuerpo y algunas de suspartes se unen a los distintos miembros sólidos de esta máquinaviviente, para preservar la materia de los huesos, la carne olos nervios. No obstante, casi toda la sangre reingresa en lared venosa, gracias a que las extremidades de las arterias estánunidas a las extremidades de las venas. El movimiento de lasangre es en definitiva un movimiento circular 41 .Las arterias carótidas llevan la sangrearterial menos densa al cerebro. En el momento de alcanzar elencéfalo, las carótidas se dividen y ramifican en vasos máspequeños que reparten la sangre en todas direcciones. Lasdiminutas arterias que rodean la epífisis permiten el paso delas partes más finas de la sangre a la glándula pineal. Dentrode la epífisis se generan los espíritus animales, capaces deingresar en los nervios craneales cuando esta glándula losdeposita en el tercer ventrículo cerebral. Descartes piensa queel movimiento de las articulaciones está regido por la acciónantagónica de músculos flexores y extensores; que el movimientode cualquier músculo está supeditado a la actividad de unnervio; y que el cerebro es responsable de la coordinaciónmecánica del sistema neuromuscular. Ahora bien, los espíritusanimales tienen asignada, precisamente, una función primordialen la integración motora, porque son el medio mecánico quepermite al cerebro -a la glándula pineal- estimular las fibrasmusculares. La condición requerida para que los espíritusanimales pudieran desplazarse desde el tercer ventrículo hastalos músculos era que los nervios se considerasen cordones otubos huecos, y así se sostiene, en efecto 42 .Son analizados después los fenómenosperceptuales, en una ordenación deliberadamente paralela a ladivisión tripartita del alma que hacía Aristóteles. Tras elexamen de los procesos vegetativos como la nutrición o lacirculación de la sangre, el Tratado inicia la descripción de15


los fenómenos correspondientes al alma sensitiva. La meta deDescartes es convertir cada función orgánica perteneciente a unay otra esfera de la vida animal en un sistema de relacionesmecánicas. Los nervios son también vehículos mecánicos de lassensaciones. Su aptitud motora descansaba en que, como conductoshuecos, servían de vías de paso a los espíritus animales. Pero,además, un supuesto filamento interno es el enlace sensitivomecánicoentre el órgano sensorial y el cerebro. Ante cualquierestímulo, esa médula se tensa en todo su recorrido, obligando aque se abra una válvula a la que está conectada en la pared delventrículo cerebral. Los espíritus contenidos en el cerebrocomienzan a salir entonces hacia el nervio, recorren éste,inflan el músculo correspondiente y producen un movimientoreflejo. Pues bien, la salida de espíritus del cerebroconstituye el soporte mecánico de la sensación, porque es laapertura del poro o válvula, con el consiguiente descenso de lapresión de los espíritus sobre la epífisis, lo que la provoca 43 .Regresemos, ahora, al centro de la fisiologíacartesiana. La sangre -ha admitido Descartes- sigue el trayectoque Harvey señala, pero la teoría de Harvey es insuficiente,porque en ella no se encuentran las razones geométricas delmovimiento del corazón. Como cualquier movimiento, el movimientodel corazón ha de producirse en virtud de la acción de agentesmecánicos, y no hay ninguna duda de que Harvey ha entregado sudescubrimiento a la vieja ontología. Es preciso culminar laarticulación mecánica de la fisiología cardiovascular con unaexplicación del movimiento del corazón que repose de formacompleta en los esquemas causales del nuevo conocimientocientífico. Inesperadamente, Descartes acude entonces a la ideade aquel calor natural que la tradición fisiológica griegalocalizaba en el corazón y aporta una descripción de laactividad cardíaca llena de ecos galénicos. En el ventrículoderecho, la sangre ha pasado a estado gaseoso, haciendo queaumente en él la presión y que las válvulas semilunarespulmonares se abran. Es el fuego que habita en los ventrículosel responsable del calentamiento, ebullición y expansión de lasangre. Esta se dirige por la arteria pulmonar hacia lospulmones, donde, refrigerada, vuelve a adquirir un estadolíquido. La vena pulmonar lleva la sangre después al ladoizquierdo del corazón, y allí, de nuevo en el ventrículo, pasaráa estado de vapor, produciéndose un aumento de la presión queterminará por abrir las válvulas aórticas y que permitirá elingreso de esta sangre vaporizada en la arteria magna. Loimportante es que el corazón queda asimilado a una estructurapasiva; no impulsa la sangre sino que es dilatado por ella. Enla fisiología de Descartes, como en la de Galeno, la sangrepenetra en la red arterial durante la fase diastólica. Dicho deotro modo: el corazón no bombea sangre sino que, al poseer unaelasticidad limitada, obliga a que las válvulas situadas en losventrículos se abran bajo el aumento de la presión 44 . Descartespiensa que la observación y las pruebas experimentales están desu parte 45 . La causa del movimiento de la sangre es el calor que16


anida en el interior del corazón y no la contracción de éste. Noexiste en realidad tal contracción. Conviene recordar, a su vez,que la actividad cardiorespiratoria es en la iatrofísica laesfera funcional de la que dependen todos los movimientos. Comoconsecuencia de ello, el conjunto de la mecánica vital terminasiendo transferido al principio activador de la distribución dela sangre. En Las pasiones del alma y en La descripción delcuerpo humano se nos ratifica que el calor del corazón es elprincipio de todos los movimientos de nuestros miembros 46 .Descartes, que ha querido desenmascarar la inconsistenciamecánica de la fisiología de Harvey, se pierde en los viejoserrores apuntalados por el animismo galénico. Es lo quepodríamos llamar la paradoja Harvey-Descartes: la biologíageométrica se aparta de la correcta exposición mecánica delmovimiento del corazón y de la sangre, para sustituirla por unhaz de procesos inexistentes vinculados al organicismo antiguo.Se trata , sin embargo, de una paradoja que es preciso situar ensus justas coordenadas. La fisiología cartesiana no se acerca enningún caso a la interpretación dinamista del movimiento vital.El calor congénito no es ya una manifestación elemental yespontánea de la forma de los animales, del alma. Los cuerposmuertos, carentes de calor y movimiento, no han perdido una yotra cosa al estar desprovistos de alma 47 . Calor y movimientoson fenómenos que directa o indirectamente tienen un fundamentomecánico. Descartes concluye el Tratado del hombre con unaadvertencia precisa: el fuego que arde en el interior denuestros corazones tiene la misma naturaleza que aquellos otrosque existen en los cuerpos inanimados 48 . En consecuencia, lasfunciones de la máquina animal dependen con exclusividad de ladisposición de sus órganos. No hace falta concebir ningún otroprincipio de movimiento en ella que no sea el referido calor,perfectamente semejante al que acompaña a los fuegos del mundoinorgánico. De Galeno no se toma ninguna sugerenciasustancialista, por consiguiente; se recogen sólo ciertas ideasrelativas al modo como el corazón modifica su tamaño y alsignificado mecánico de esa modificación. Harvey no esmecanicista, a pesar de que completa mejor que Descartes elanálisis mecánico del movimiento de la sangre, y Descartes noemplea nociones vitalistas, aun cuando acuda al concepto decalor innato.La principal dificultad que tuvo que afrontarla iatromecánica cartesiana fue de carácter propiamente físico.El modelo causal del choque explicaba la diástole cardíaca mejorque la sístole. ¿Cuál podía ser la causa de la contracciónventricular en términos mecánicos? El calor no es una cualidadirreductible o primaria. Como el resto de las cualidades, agotasu realidad en un movimiento de partes de materia 49 . Lacompresión del corazón y su consiguiente funcionamiento comobomba hubiera exigido que el calor -es decir, esa clase demovimiento que suscita en nosotros la idea de calor- actuasedesde fuera, obligándolo a contraerse. Pero Descartes aceptacomo un hecho que el movimiento de partes que llamamos calor17


vital actúa desde el interior del órgano. Es forzoso, además,que el movimiento cardíaco no sea un automovimiento. Por lotanto, el movimiento de partes en que consiste el calor produceel movimiento expansivo de la sangre y éste la dilatación delcorazón. Se ha dicho en ocasiones que Descartes entiende elcorazón como una máquina térmica. Nosotros diríamos, por elcontrario , que la gran dificultad con que tropieza su biologíamatemática es la imposibilidad de ofrecer una adecuada teoríamecánica del calor. Era un hecho que el corazón no poseía mayortemperatura que el resto de los órganos corporales. No obstante,admitida esa diferencia de temperatura, había que darle un valormecánico. Ya que ninguna parte de materia mueve a otra sin estarella misma en movimiento; dado que las partes más agitadaschocan y mueven a las menos agitadas, era adecuado ver en elcalor un tipo de movimiento que correspondía a partes muypequeñas dotadas de una enorme velocidad. Dotadas de altavelocidad, porque al ser tan pequeñas, su gran cantidad demovimiento dependía primordialmente de aquella. Mas latransferencia de cantidad de movimiento debería dar lugar alenfriamiento progresivo del corazón. ¿Cómo se mantenía constanteel calor, pues? Descartes repite que es un fuego alimentado porla sangre 50 . Pasa de la mecánica a la metáfora, pero sin sercapaz de resolver el problema: la sangre llega fría a lasaurículas y no puede aumentar la cantidad de movimiento queexiste en las fibras del corazón. Es la fibra cardíaca la quecalienta y transfiere movimiento a la sangre. No hay que olvidarque en su vaporización y aumento de volumen el líquido hemáticopodría tal vez restaurar la cantidad de movimiento que elcorazón ha perdido, pero entonces ¿de dónde obtiene la sangre lapotencia motriz necesaria para abrir las válvulas semilunares yaórticas?, ¿por qué mantiene su estado de vapor, si vuelve atener la misma cantidad de movimiento que cuando penetró en lasaurículas? Las nociones de cambio de estado, presión otemperatura hallaron una vaga traducción imaginativa en lamecánica de Descartes, que resultaría poco fértil. El postuladode la inexistencia del vacío y la ausencia de una teoría atómicade la materia ensombrecían conceptos simples como los citados ocomo el de aumento de volumen. Los microcosmos mecánicos que losanimales eran imitaban cierta autonomía mecánico-fisiológica.Aun así, el principio de conservación de la cantidad demovimiento dictaba en última instancia una absoluta heteronomíacausal. El animal-máquina quedaba reducido a una excrecencia másen el abigarrado sistema de resortes cósmicos.En los trabajos de Harvey y Descartes empiezaa constituirse un nuevo programa de investigación para labiología. Harvey piensa aún en una dinámica fisiológica basadaen las potencias de la sustancia y la ordenación teleológica dela actividad vital. A pesar de ello, es quien por vez primeraconsigue la reducción mecánica de un proceso fisiológico. Ensuma, contribuye de manera decisiva al nacimiento de unafisiología que romperá con el aristotelismo, aunque no sospechaque la biología pueda acogerse a una cobertura teórica o18


enraizarse en un fondo ontológico distintos a los quepropusieron Aristóteles y Galeno. Descartes, por su parte,inaugura de forma consciente la nueva era de la fisiologíamatemática, pero tiene que enfrentarse a problemas que no puederesolver con los conceptos y principios de que dispone. Sumecanicismo biológico, su termomecánica, estaban obligados aestructurarse en un esquema causal demasiado elemental. Labiología geométrica no fue, sin embargo, una orientacióncompletamente unificada. Aunque Descartes y el resto de losiatromecánicos compartieron la idea de una naturaleza gobernadapor leyes matemáticas, pronto se escindieron entre quienessostenían una teoría de la materia como mera extensión y quienesadivinaban imprescindible el recurso al corpuscularismo.Defender una u otra perspectiva era muy relevante, debido a queposeían diferente valor heurístico y no armonizaban igual con laiatroquímica, llamada a jugar un gran papel en la futurafisiología. El principal obstáculo para Descartes no fue laexplicación de los movimientos voluntarios del hombre, que podíaatribuir al alma -como refiere a Dios el origen último delmovimiento que el mundo conserva; en ambos casos, y al margen dela cuestión del interaccionismo, es consecuente con su dualismometafísico. El auténtico problema se suscitó, según hemos visto,en el núcleo mismo de la mecánica del movimiento fisiológico.Harvey topó con dificultades no menores, si bien pudo darlessolución manteniendo la consistencia de su concepciónaristotélica de la vida.* * * * *Notas1. La labor del médico hipocrático consistía en apoyar elproceso de curación puesto en marcha autónoma y teleológicamentepor la physis humana. Al romperse el equilibrio orgánicosustentado por la proporción y el movimiento de los humores,sobrevenía la enfermedad. Pero el restablecimiento de la saludpartía del propio cuerpo enfermo, capaz de reimplantar por símismo la adecuada dinámica fisiológica. Cfr. Epid., VI, 5, 1.2. Cfr. De Anima, II, 4, 415b-415b253. Cfr. Phys., II, 1, 192b-193a.4. Sigo en este momento los comentarios que <strong>Luis</strong> GarcíaBallester dedica a estas nociones en su obra Galeno (Madrid,Guadarrama, 1972). Véase también: <strong>Luis</strong> García Ballester,"Galeno", en Pedro Laín Entralgo (ed.), Historia universal de lamedicina. Vol.II., Barcelona, Salvat, 1972, pp.209-267.5. Erasístrato representa el esplendor de la medicina19


alejandrina del siglo II a.C. Su concepción de la naturaleza esconscientemente antiaristotélica. Cfr. Pedro Laín Entralgo,Historia de la medicina, Barcelona, Salvat, 1978, p.62.6. Cfr. Phys., II, 7, 198a.7. Cfr. <strong>Luis</strong> García Ballester, Galeno, pp.118-124.8.Sobre la fisiología especial de Galeno, véase ChristopherSmith, El problema de la vida. Ensayo sobre los orígenes delpensamiento biológico, Trad. de Natividad Sánchez, Madrid,Alianza, 1977, pp.159-166, y <strong>Luis</strong> García Ballester, "Galeno", enPedro Laín Entralgo (ed.), Historia universal de la medicina.Vol. II., pp. 241-245.9. Cfr. De Anima, II, 2, 414a25.10. La fisiología galénica retoma la dirección cerebrocéntricaque iluminó las investigaciones de Alcemeón de Crotona. Elcerebro no es, para Galeno, el órgano meramente refrigerador dela sangre que concibe Aristóteles.11. De Part. Animal., III, 4, 666a10.12. De Iuventute et Senectute, IV, 469a25.13. Cfr. De gen. Animal., II, 4, 740a-740b.14. De Iuventute et Senectute, 469b5-20.15. Ibid.16. De Iuventute et Senectute, XIX, 474a25.17. La ontología matematizante de la nueva ciencia diversificó ymatizó sus propuestas. Bajo su influencia trabajan tantoDescartes como Newton y, no obstante, está justificado hablar dedos tradiciones dentro de la mecánica.18. Cfr. Allen G. Debus, Man and Nature in the Renaissance,Cambridge, Cambridge University Press, 1978, p.72.19. Harvey estudió en Padua entre 1597 y 1608.20. Sobre el curso de la fisiología cardiovascular previo a lostrabajos de Harvey, véase Herbert Butterfield, "El estudio delcorazón hasta William Harvey", en Los orígenes de la cienciamoderna, Trad. de <strong>Luis</strong> Castro, Madrid, Taurus, 1958, pp.45-60.21. De Ostiolis.22. Cfr. K. III, pp.495-498.23. Cfr. William Harvey, Exercitatio Anatomica De Motu Cordis etSanguinis in Animalibus, Trad. al inglés y notas de Chauncey D.Lake, Springfield, Charles Thomas, 3ª edición, 1941, pp.89 y ss.24. Para un seguimiento en detalle de la estructura deductivadel De Motu, cfr. John H. Woodger, "Un análisis de la obra deHarvey De Motu Cordis et Sanguinis", en Biología y conocimiento,Trad. de Manuel Garrido, Madrid, Tecnos, 1978, pp.55-67.25. Cfr. William Harvey, o.c., cap. 9.26. En relación con los aspectos metodológicos y epistemológicosdel trabajo de Harvey, pueden consultarse: Walter Pagel, WilliamHarvey's Biological Ideas: Selected Aspects and HistoricalBackground, Basilea-Nueva York, Karger, 1978 y GwenethWhitteridge, William Harvey and the Circulation of the Blood,Londres, Macdonald, 1971.27. La reacción de Robert Fludd ante la obra de Harvey ha sidoanalizada en Allan G. Debus, "Harvey and Fludd: The IrrationalFactor in the Rational Science of the Seventeenth Century",Journal of the History of Biology, 3 (1970), pp.81-105.20


28. Cfr. K. III, p.321.29. Cfr. Pedro Laín Entralgo, "La obra de William Harvey y susconsecuencias", en Historia universal de la medicina. Vol.IV.,pp.235-249.30. Cfr. William Harvey, o.c., p.71.31. Cfr. Second Letter to Riolan, en William Harvey, TheCirculation of the Blood: Two Anatomical Essays Together WithNine Letters, Trad. al inglés de Kenneth J. Franklin, Oxford,Blackwell, 1958.32. Las palabras de Borelli pertenecen a un discurso sobre lasfiebres malignas (tal vez tifoideas) que se declararon en Mesinaentre 1647 y 1648. Están recogidas en Vincenzo Busachi, "Laiatromecánica", Historia Universal de la medicina.Vol.IV.,p.256.33. Cfr. Met., XI, 8, 1050a5-10 y Phys., III, 3, 202a10-20.34. Cfr. Alexandre Koyré, Estudios de historia del pensamientocientífico, Trad. de Encarnación Pérez Sedeño y Eduardo Bustos,Madrid, Siglo XXI, 10ª edición, 1990, p.184.35. Cfr. Vincenzo Busachi, l.c., p.259.36. Carta a Mersenne de junio de 1632. Cfr. A-T, I, p.254.37. Descartes dice haberse ocupado de la circulación de lasangre y haber llegado a conclusiones similares a las de Harveyantes de leer el De Motu Cordis (carta a Mersenne de noviembre odiciembre de 1632, A-T, I, p.263). Pese a ello, cuando lee eltrabajo del médico inglés reconoce en él al auténticodescubridor de la circulación sanguínea: cfr. A-T, VI, p.50.38. Tratado publicado por Harvey en 1651.39. Lo hizo en el Tratado del hombre (A-T, XI, pp.123-129), elDiscurso del método (A-T, VI, pp.46-55), Las pasiones del alma(A-T, XI, pp.331-334) y La descripción del cuerpo humano (A-T,XI, pp.228-245).40. Cfr. A-T, XI, pp.121-123.41. Cfr. A-T, XI, pp.123-127.42. Cfr. A-T, XI, pp.128-136.43. Cfr. A-T, XI, pp.141 y ss.44. "Puis ces gouttes de sang se rarefiant, et s'étendant toutd'un coup dans un espace plus grand sans comparaison que celuyqu'elles occupoient auparavant, poussent et ferment ces petitesportes qui sont aux entrées des deux venes, empeschant par cemoyen qu'il ne descende davantage de sang dans le coeur, etpoussent et ouvrent celles des deux arteres, par où ellesentrent promptement et avec effort, faisant ainsi enfler lecoeur et toutes les arteres du corps en mesme temps." (A-T, XI,p.125).45. Cfr. La descrición del cuerpo humano, A-T, XI, pp.242-244.46. "... je ne lairray pas de dire icy succintement que, pendantque nous vivons, il y a une chaleur continuelle en nostre coeur,qui est une espece de feu que le sang des venes y entretient, etque ce feu est le principe corporel de tous les mouvemens de nosmembres." (Las pasiones del alma, A-T, XI, p.333). "Je diray icique c'est la chaleur qu'elle [la máquina corporal humana] a dansle coeur , qui est comme le grand ressort, et le principe detous les mouvemens qui sont en elle." (La descripción del cuerpo21


humano, A-T, XI, p.226).47. "Au moyen de quoy nous eviterons une erreur tresconsiderable, en laquelle plusieurs sont tombez, en sorte quej'estime qu'elle est la premiere cause qui a empesché qu'onn'ait pû bien expliquer jusques icy les Passions, et autreschoses qui appartienent à l'ame. Elle consiste en ce que, voyantque tous les corps morts sont privez de chaleur, et ensuite demouvement, on s'est imaginé que c'estoit l'absence de l'ame quifasoit cesser ces mouvemens et cette chaleur. Et ainsi on acreu, sans raison, que nostre chaleur naturelle et tous lesmouvemens de nos corps dépendent de láme." (Las pasiones delalma, A-T, XI, p.330).48. "Je desire, dis-je, que vous consideriez que ces fonctionsfuiuent toutes naturellement, en cette Machine, de la seuledisposition de ses organes, ne plus ne moins que sont lesmouvemens d'une horloge, ou autre automate, de celle de sescontrepoids et de ses roües; en sorte qu'il ne faut point à leuroccasion concevoir en elle aucune autre Ame vegetative, nysensitive, ny aucun autre principe de mouvement et de vie, queson sang et ses esprits, agitez par la chaleur du feu qui brûlecontinuellement dans son coeur, et qui n'est point d'autrenature que tous les feux qui sont dans les corpsinanimez."(Tratado del hombre, A-T-, XI, p.202).49. Cfr. El mundo, A-T, XI, pp.7-10.50.Cfr. A-T, XI, p.333.BibliografíaAristóteles, The Complete Works of Aristotle. The Revised OxfordTranslation Edited by Jonathan Barnes, Princeton,Princeton University Press, 1984.Herbert Butterfield, "El estudio del corazón hasta WilliamHarvey", en Los orígenes de la ciencia moderna,Trad. de <strong>Luis</strong> Castro, Madrid, Taurus, 1958, pp.45-60.Allen G. Debus, "Harvey and Fludd: The Irrational Factor in theRational Science of the Seventeenth Century",Journal of History of Biology, 3 (1970), pp.81-105.Allen G. Debus, Man and Nature in the Renaissance, Cambridge,Cambridge University Press, 1978.Descartes,Oeuvres de Descartes. Publiées par Charles Adan &Paul Tannery, Paris, Librairie Philosophique J.22


Vrin, 1964-1974.Claudii Galeni, Opera Omina Vols. III, IV y IX. EditionemCuravit C.G.Kühn, Hildesheim, Georg OlmsVerlagsbuchhandlung, 1964-1965.<strong>Luis</strong> García Ballester, Galeno, Madrid, Guadarrama, 1972.Carlos García Gual (ed.), Tratados hipocráticos, Madrid, Gredos,1983-1989.William Harvey, Exercitatio Anatomica De Motu Cordis etSanguinisin Animalibus, Trad. al inglés y notas deChauncey D. Lake, Springfield, Charles Thomas, 3ªedición, 1941.William Harvey, The Circulation of the Blood: Two AnatomicalEssays Together with Nine Letters, Trad. al inglésde Kenneth J. Franklin, Oxford, Blackwell, 1958.Alexandre Koyré, Estudios de historia del pensamientocientífico, Trad. de Encarnación Pérez Sedeño yEduardo Bustos, Madrid, Siglo XXI, 10ª edición,1990.Pedro Laín Entralgo (ed.), Historia universal de la medicina,Barcelona, Salvat, 1972-1975.Pedro Laín Entralgo, Historia de la medicina, Barcelona, Salvat,1978.Walter Pagel, William Harvey's Biological Ideas: SelectedAspects and Historical Background, Basilea-NuevaYork, 1978.Christopher Smith, El problema de la vida. Ensayo sobre losorígenes del pensamiento biológico, Trad. deNatividad Sánchez, Madrid, Alianza, 1977.Gweneth Whitteridge, William Harvey and the Circulation of theBlood, Londres, Macdonald, 1971.John Woodger, "Un análisis de la obra de Harvey De Motu Cordiset Sanguinis", en Biología y conocimiento, Trad.de Manuel Garrido, Madrid, Tecnos, 1978, pp.55-67.23

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