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Julio-Diciembre 2010 - Universidad Tecnológica de Panamá

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CuentoLas tortugasp o r So n i a Eh l e r s S. Pr e s t á nEran las tres <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, el pequeño Jaimepaseaba <strong>de</strong>spreocupadamente porla rocosa orilla <strong>de</strong>l río Mayor. Acostumbrabapasar el verano por esa región <strong>de</strong>l sur. Susabuelos y tíos vivían aún en las riberas <strong>de</strong>lrío.“Te hará bien para los pulmones”.“Vas a crecer por lo menos dos pulgadaseste año”, le prometía su madre.Jaime para sus a<strong>de</strong>ntros estaba dispuestoa creer en lo <strong>de</strong> los pulmones, pero lo <strong>de</strong> crecer,ese era otro cuento. Llevaba varios veranospor el río y su estatura no había variado nada.A la que sí le hacía mucho bien era a la madrey a sus pulmones, ya que gritaba cada vez másfuerte y como se casó tan joven, todavía estabacreciendo en vacaciones.En fin, estaba Jaime sumido en esos pensamientoscuando <strong>de</strong> pronto vio moverse unanimal entre las hojas caídas. Al principio guardódistancia; observaba cautelosamente hastapo<strong>de</strong>r i<strong>de</strong>ntificar <strong>de</strong> qué se trataba. Finalmente,la divisó. Era una hermosa tortuga gigante;tendría por lo menos unos veinte años por lasseñas <strong>de</strong> su caparazón. Percibió su proximidadsiguiendo disimuladamente su rumbo. Jaimese disponía a seguirla cuando escuchó a lo lejosla voz <strong>de</strong> la madre. El llamado era insistente.Cuando su progenitora lo perdía <strong>de</strong> vista pormás <strong>de</strong> media hora hacía sonar una sirena quehabía comprado en uno <strong>de</strong> sus viajes a Norteamérica.Decidió regresar a casa, pero no sinantes seguir a la tortuga hasta que la mismase sumergió en el río cerca <strong>de</strong> una poza. Él noconocía esta poza, ¿cómo le había pasado <strong>de</strong>sapercibidadurante sus excursiones por el río?En su mente <strong>de</strong>jó grabado que al día siguienteregresaría muy temprano a investigar.Planeaba <strong>de</strong>spistar a su madre para incursionartranquilamente. Llevaría una pelota, camisa,pantalón, escoba y un sombrero.Tenía un plan para po<strong>de</strong>r regresar a la pozasin ser interrumpido.Esa noche, el chico estaba muy calladoante los ojos curiosos <strong>de</strong> los abuelos.“Jaime, estás muy callado”, comentó el abuelo.“¿Te preocupa algo?”Cariñosamente contestó que no. Estabaun poco cansado por el calor <strong>de</strong>l verano; seacostaría temprano. Así lo hizo. El abuelo, queadoraba a su nieto, recordó aquella mañana <strong>de</strong>verano...sumido en sus pensamientos le vinie-18

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