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Julio-Diciembre 2010 - Universidad Tecnológica de Panamá

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-Hombre, dijo el tío Manuel, -¿qué te pasa?Juancito, con mucho esfuerzo, porque no queríallorar pero no podía evitarlo, dijo -no traje mis zapatos.-El tío Manuel rio y dijo -anda muchacho anda,anda, busca tus zapatos.Juancito tragó y sus ojos brillaron, y corrió lo másrápido posible hacía su casa, solamente miraba el caminopolvoriento por el que había venido más tempranocon sus padres, el tiempo parecía eterno, Juancitoquería salir en esa fotografía -una foto, pensaba,mientras miraba el suelo y corría en busca <strong>de</strong> su únicopar <strong>de</strong> zapatos.Llegó a la casa y abrió la puerta, no había llaves ocerraduras, no había ladrones o nada que robar. Empezóa buscar por todas partes, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> las viejascamas, en la pequeña cocina, en los baúles, pero noencontraba los zapatos. Se subió en una silla y revisóarriba <strong>de</strong> los estantes, pero los zapatos no aparecían.Juancito conocía a su madre, seguro había escondidolos zapatos para que no se los pusiera sólo para ensuciarlos.Derrotado, se sentó en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l piso que ro<strong>de</strong>abala casa <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, sus pequeños piecitos <strong>de</strong>scalzos,<strong>de</strong> hombre <strong>de</strong> ocho años, aunque tuviera cinco,colgaban, mientras lloraba amargamente. Lloró ylloró, mientras cuidaba que no viniera nadie. Cuandosintió que no podía llorar más, se lavó la cara con unpoco <strong>de</strong> agua que tomó <strong>de</strong>l cántaro <strong>de</strong> la cocina y volvió<strong>de</strong>spacio por el viejo camino a casa <strong>de</strong> tía Selsa.Llegó con la cabeza agachada.-No encontré los zapatos tío, dijo, sin levantar lamirada.-Ponte allí para que salgas en la foto, qué importanlos zapatos, dijo tío Manuel muy sonriente, mientraszaran<strong>de</strong>aba a Juancito, tratando <strong>de</strong> animarlo.Allí estaban todos, frente a aquella casa <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>raconstruida al estilo Chiriquí Land Company. Selsa,Daniel, Anel, Selsita, Leticia y Juancito, quien sólo unsegundo antes que su tío presionara el obturador,sonrió. En la fotografía su cara salió resplan<strong>de</strong>ciente;con la luz <strong>de</strong> la inocencia.Ana Lorena Sánchez Otero. Chiriquí, 1976. Egresada<strong>de</strong>l Diplomado en Creación Literaria <strong>2010</strong> <strong>de</strong> la UTP. En2004, Mención <strong>de</strong> Honor, en el III Certamen Internacional <strong>de</strong>Editorial Nuevo Ser, categoría cuento breve.Resolucionesp o r Ca r l o s Gó m e zes<strong>de</strong> aquí la ciudad tiene un aspecto dife-los sombríos atar<strong>de</strong>ceres parecen...Drente,adornados con nubes <strong>de</strong> oro mordidas por el sol,algo que nunca había visto antes. Las gotas <strong>de</strong> lluviacaen <strong>de</strong> los techos congeladas en el tiempo ylos charcos <strong>de</strong> la carretera que reflejan las luces <strong>de</strong>la calle tiemblan al ver el cielo ser conquistado porla noche. Aún los rincones más oscuros, don<strong>de</strong> latar<strong>de</strong> se ha ido más rápido, <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> ser los nidos<strong>de</strong> ratas <strong>de</strong> siempre, para volverse solo <strong>de</strong>pósitosabsurdos e irreconocibles <strong>de</strong> hojas muertas por elinvierno, todas las <strong>de</strong>más hojas vuelan siguiendosu rumbo por las calles hasta terminar ahí, en elolvido, sin pulso, pálidas. El único ruido que se escuchason los autos al pasar sin ir a ningún lugar,el camino que se extien<strong>de</strong> entre los grises edificiosy el vapor <strong>de</strong> las alcantarillas se prolonga hastael horizonte y los lleva al infinito, el vértigo es elúnico sentido......Y lo puedo ver, caminando por las callesinexistentes <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>lirios, perdido, acogido asus pensamientos, resguardado <strong>de</strong>l frío <strong>de</strong> la nochepor medio <strong>de</strong> laberintos tejidos en base a elucubracionessobre su futuro o la falta <strong>de</strong>l mismo.Lo puedo ver y aunque parece él, no es sino lasombra <strong>de</strong> un pasado vencido, <strong>de</strong> un sueño rendido,por eso es que parezco saber sólo lo que mehan contado. Aunque lo conozco bien, su voz aúnresuena en mis oídos y su silencio contrae mi corazón.Tal vez no recuerda quién soy, pero ni yorecuerdo quién soy, porque la espiral en la que estamosgirando nos ha robado la i<strong>de</strong>ntidad.Esta tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> invierno es igual a aquella en lacual lo conocí, cuando lo vi empapado <strong>de</strong> alcoholen la esquina <strong>de</strong>l bar. Juro que las calles se ven120

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