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Julio-Diciembre 2010 - Universidad Tecnológica de Panamá

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daría en los quehaceres <strong>de</strong> la casa y al terminar jugaríacon sus primos, pero eso lo hacía todos los días. Alanochecer volverían sus padres y le contarían a su tíalas nuevas <strong>de</strong> la ciudad. Él se quedaría muy calladoescuchando cada <strong>de</strong>talle y armando en su cabeza suspropias imágenes a partir <strong>de</strong> aquellos relatos. Si llegaraa sobrar dinero, comprarían algo nuevo para él,pero ya había aprendido a no hacerse ilusiones, puesla mayor parte <strong>de</strong>l tiempo, el dinero estaba contadopara las compras.Juancito estaba ayudando a su primo Anel a recogerleña para la tía Selsa, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> temprano preparabael fogón para los frijoles, cuando se <strong>de</strong>tuvo.Había un sonido fuera <strong>de</strong> lo normal, que lo hizo <strong>de</strong>spertar.La<strong>de</strong>ando la cabeza escuchó con cuidado; erael motor <strong>de</strong> un automóvil. Soltó la leña y con muchaemoción, se dirigió corriendo hacia el frente <strong>de</strong>la casa. Pocas veces llegaban automóviles por aquellugar. Cuando su familia necesitaba transportarse, caminabanunos 25 minutos hasta la estación <strong>de</strong>l tren ousaban el lomo <strong>de</strong> algún caballo.Cuando Juancito llegó al patio <strong>de</strong>lantero, se <strong>de</strong>tuvo<strong>de</strong> golpe, su rostro se iluminó lentamente, sus ojosse abrían como en cámara lenta, <strong>de</strong>jando ver aquellapupila café claro, y en su boca muy abierta se dibujabapoco a poco una sonrisa, agregando una complejaexpresión, un tanto graciosa pero hermosa al mismotiempo.Era el tío Manuel, llegaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy lejos; <strong>de</strong>s<strong>de</strong>la ciudad <strong>de</strong> Panamá a visitarlos. Hacía unos pocosmeses, el tío Manuel se había comprado un automóvil<strong>de</strong> segunda, era un Ford <strong>de</strong> 1947. Con cinco años<strong>de</strong> uso, pero muy bien cuidado. El tío se había ido ala ciudad antes que Juancito naciera, pero Juancito lorecordaba muy bien porque siempre volvía para SemanaSanta.-Mira, Anel, un carro, gritó Juancito cuando pudoreaccionar.Anel, no se <strong>de</strong>tuvo, rebasó a Juancito, quien al veresto, arrancó a correr nuevamente y no paró hastaque llegó al carro, don<strong>de</strong> ya estaba Anel pegado a laventanilla, mientras su tío lo saludaba, tocándole lacabeza, a diferencia <strong>de</strong> Juancito, Anel era un niño pequeñito,pero también alegre y vivaz.La tía Selsa llegó un poco <strong>de</strong>spués y sorprendidapero alegre recibió al inesperado visitante.-Toño y Aminta salieron a David, dijo Selsa.Los mayores siguieron conversando y poniéndoseal día <strong>de</strong> los acontecimientos, <strong>de</strong> uno y otro lado <strong>de</strong>la familia, mientras Juancito muy alegre escuchabalas conversaciones, sin entrometerse por supuesto,como le correspon<strong>de</strong> a un niño <strong>de</strong> su edad.Juancito y Anel se fueron a recoger naranjas parabrindarles un refresco al recién llegado y a<strong>de</strong>más, abuscar una cabeza <strong>de</strong> árbol pan. A tío Manuel, le encantabay en Panamá no se conseguía.Cuando Anel y Juancito estuvieron <strong>de</strong> vuelta, tíoManuel, tenía en sus manos una cámara fotográfica,esta era apenas la tercera vez que Juancito veía una, laprimera vez fue en una boda, y la otra en casa <strong>de</strong> su tíaLucila, la única ocasión que había salido a la ciudad,<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que tenía memoria.Tío Manuel les pidió a todos que se acercaran parahacerles una fotografía, pero Juancito se quedo a lolejos. Mientras, tía Selsa se fue a la casa para arreglarseun poco y ponerse perfume, siempre se ponía perfumeantes <strong>de</strong> tomarse una foto. A Juancito esto no le parecíaextraño, las fotografías eran para siempre, y másque imágenes, su Tía Lucila le había contado, aquellaprimera vez que vio una cámara, que ellas atrapabantodo lo que tenían en frente, y para Juancito todo eratodo, y la tía Lucila no mentía. La fotografía se convirtióen un gran acontecimiento. Anel, corrió a cambiarsey buscar sus zapatos. Aparecieron Leticia, Selsita,Daniel, uno a uno todos sus primos, que hasta hacepoco estaban sumergidos cada uno en un quehacer,todos ataviados con sus mejores galas.-Juancito, ven para acá tienes que salir en la foto,dijo tío Manuel.Juancito negó con la cabeza.-Ven acá muchacho, no seas cimarrón. Dijo, el tíocon autoridad.Juancito se acercó tímidamente y <strong>de</strong>spacito, comosi lo castigarán.-Ponte ahí, que vamos a tomar la foto. Dijo, cariñosoel tío Manuel.Poco a Poco el rostro <strong>de</strong> Juancito empezó a transfigurarse,su boca empezó a temblar, sus ojos parpa<strong>de</strong>abanmás <strong>de</strong> lo necesario. Trataba <strong>de</strong> contenersecomo un hombre <strong>de</strong> cinco años, pero el sentimientoera más fuerte que él, y entre sollozos contenidos salieronun par <strong>de</strong> lágrimas.119

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