13.07.2015 Views

Julio-Diciembre 2010 - Universidad Tecnológica de Panamá

Julio-Diciembre 2010 - Universidad Tecnológica de Panamá

Julio-Diciembre 2010 - Universidad Tecnológica de Panamá

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

–¡Ay, eras tú!–Pero, si los letreros hasta tenían mi nombre ymi número <strong>de</strong> teléfono…–No, es que no fui yo quien los vio. Unas compañeras<strong>de</strong> la escuela me hicieron el comentario ypensé que estaban jugándome una broma, porquecuando revisé las pare<strong>de</strong>s, no vi nada.–Bueno. Eso ya no importa. El asunto es quehay un festival en mayo y quería saber si estaríasdispuesta a cantar una canción mía.–S… sí, está bien.Algo mareado por el sencillo mecer <strong>de</strong> su respuestaincreíblemente afirmativa, propuse ensayosy acordamos días, horas y lugares.Al principio, creí que era mi imaginación, puesensayábamos en un salón cerrado <strong>de</strong> pequeñasventanas dispuestas a dos metros <strong>de</strong>l piso. Pasadasseis semanas, iniciamos los ensayos al airelibre, con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> inmunizarla contra el pánicoescénico. Fuese plaza, parque o jardín, siempreocurría lo mismo. Cuando cantaba, la velocidad <strong>de</strong>todo aminoraba y sus cabellos largos, recogidos enuna cola, oscilaban irregularmente con la textura yforma <strong>de</strong> las algas pardas <strong>de</strong>l mar <strong>de</strong>l Sur.La obtención <strong>de</strong>l segundo lugar fue motivo <strong>de</strong>celebración, sobre todo porque estábamos convencidos<strong>de</strong> la culpabilidad <strong>de</strong>l baterista, quien,al parecer, <strong>de</strong>sconocía por completo el ritmo <strong>de</strong>lmar.La madre <strong>de</strong> Oriana dispuso que nos reuniéramosel domingo, para almorzar en el Club <strong>de</strong> Montaña.Pero, como nadie supo lo <strong>de</strong> la piscina, únicamenteOriana fue preparada para el nado.Sus movimientos eran tan precisos que el <strong>de</strong>splazamiento<strong>de</strong>l agua pasaba inadvertido. Lo másimpresionante era el tiempo que permanecía bajoel agua y la salida <strong>de</strong> su cuerpo hasta la cintura,con los brazos extendidos hacia el cielo y sin tocarel fondo con los pies. Nunca hacía clavados. Enlugar <strong>de</strong> eso, prefería entrar <strong>de</strong>slizándose por losbor<strong>de</strong>s.Entre amarres <strong>de</strong> notas y versos, se fueron acercandolas naves <strong>de</strong> nuestras vidas sin darnos porenterados, hasta que, durante un ensayo, ella meregaló una tarjeta <strong>de</strong> San Valentín.Por un momento, me sentí sumergido entre insegurida<strong>de</strong>sque me impedían el movimiento fácil.–Pensé que, si alguien merecía una tarjeta en eldía <strong>de</strong> la amistad, ése eras tú –me rescató con suvoz ante la inminente asfixia.–Gracias – es todo lo que fui capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir,mientras recuperaba el aliento. Ella no levantabala vista <strong>de</strong>l suelo.Un minuto <strong>de</strong>spués, la invité a cantar. Afiné laguitarra, introduje el tema con un arpegio y su vozse esparció, aminorando la velocidad <strong>de</strong> todo en<strong>de</strong>rredor. Empero, una variante en su timbre habitualpropició el <strong>de</strong>salojo <strong>de</strong> los corredores y, en eledificio entero, sólo quedamos ella y yo.Lo mismo empezó a ocurrir don<strong>de</strong> quiera queestuviéramos ensayando, siempre y cuando yo lehiciera alguna observación con respecto a entonación,dicción o interpretación. Aún así, ella procurabaestar conmigo más a menudo, haciendo suspasos mucho más sutiles al acercarse.Por mi parte, yo buscaba entre libros, folletos,revistas, sueños y recuerdos alguna fórmula parahacerle frente a este <strong>de</strong>sconocimiento <strong>de</strong> palabrasque me ahogaba con cada muestra <strong>de</strong> cariño queella me daba. Claro que, a<strong>de</strong>más, era urgente corregirlo <strong>de</strong>l timbre <strong>de</strong> voz. Si no, ¿quién nos iba aescuchar?Una noche <strong>de</strong> vacaciones en Gardí Súgdup, <strong>de</strong>cidimosensayar para participar en una actividadcultural <strong>de</strong> la comunidad. Bastó la observación sobrela letra <strong>de</strong> una canción, para que la voz <strong>de</strong> Orianacausara el <strong>de</strong>salojo paulatino <strong>de</strong> las veredas yhasta <strong>de</strong>l firmamento, haciéndole per<strong>de</strong>r sus adornosadamantinos. Esta vez, una lágrima se resbaló<strong>de</strong> su conjuntiva a la arena, <strong>de</strong>jando paralizado almar por un minuto.Me retiré <strong>de</strong>sconcertado hacia el embarca<strong>de</strong>ro.Allí me fue a buscar ella.–Perdóname, Radamés. Prometo que esto novolverá a suce<strong>de</strong>r.–Perdóname tú a mí. Sé que te estoy haciendodaño.–No te preocupes por eso y regresemos a ensayar.No quiero per<strong>de</strong>r tu amistad.–Nunca per<strong>de</strong>rás mi amistad. De eso pue<strong>de</strong>sestar segura. Pero, ahora, necesito estar a solas.113

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!