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Julio-Diciembre 2010 - Universidad Tecnológica de Panamá

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jadizo es, algunas veces extrañamente simétricoporque una hermosa mañana, <strong>de</strong>spués<strong>de</strong> <strong>de</strong>sayunar juntos en una <strong>de</strong> las terrazas,doña Florence <strong>de</strong>spedía al nieto, quien iba ahacer, a lomos <strong>de</strong> caballo, un recorrido por lapropiedad.—Toma —le dijo ella con dulzura y le alargóun panecillo envuelto en su pañuelo <strong>de</strong>encaje—, no has comido suficiente.—Si me sigues alimentando <strong>de</strong> esa forma,un día <strong>de</strong> estos reventaré —se quejó sonrientey aceptó el obsequio.Ambos rieron y el perro ladró <strong>de</strong> contento,y se fue tras el caballo. Doña Florence llamó unpar <strong>de</strong> veces a la mascota pero ésta no regresó.¡Qué rápido le ha tomado cariño!, pensó y lo<strong>de</strong>jó alejarse. Pasados unos momentos se reacomodóen la mecedora blanca <strong>de</strong> mimbre yse quedó plácidamente dormida.En el campo abierto cercano a la casa,mientras cabalgaba, el caballo se encabritóespantado por el siseo <strong>de</strong> una serpiente a laque éste casi pisó. Tiró a Ernest al suelo, contan mala suerte, que cayó boca abajo y se golpeóla frente con una piedra. Hombre, caballoy perro estaban asustados, pero Ernest logrósentarse, alcanzó el pañuelo <strong>de</strong> encaje que ledio la abuela y se limpió la herida. Pensó queésta no sería muy gran<strong>de</strong>, a juzgar por la pocacantidad <strong>de</strong> sangre que tenía el pañuelo. Sinembargo, tuvo dificulta<strong>de</strong>s al tratar <strong>de</strong> incorporarsey pensó que se había roto el tobillo.Se quedó sentado, esperando reponerse,aunque lo inquietaban unas imágenes dispersasque le transmitían sus neuronas, quele llegaban como lamparazos, pero difusas, yél no lograba hilvanarlas.Mientras tanto, el avispado perrito <strong>de</strong> doñaFlorence robó el pañuelo ensangrentado ycorrió hacia don<strong>de</strong> su ama; al llegar lo <strong>de</strong>positóen el piso y ladró con alboroto buscandosu atención.Ha pasado una hora y media. Están en elhospital y han sucedido cosas extraordinarias:Las imágenes que le envía el cerebro <strong>de</strong>Ernest son cada vez más nítidas, pero no hahablado con su abuela todavía sobre ese algoque se recolocó en su memoria y que lo llevaa concluir la triste verdad: él no es Ernest.Doña Florence, por su parte, sintió una premoniciónal ver esa constelación <strong>de</strong> gotas <strong>de</strong>sangre en el pañuelo y mandó a que tomaranuna muestra <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong> la herida parahacer una averiguación —ella sabe el tipo<strong>de</strong> sangre <strong>de</strong>l nieto porque se menciona enun documento <strong>de</strong>l gobierno americano queconserva— y está aguardando, anhelante.Sentada en una butaca <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> espera,Florence se siente entumecida por <strong>de</strong>ntro, laexpectativa la ha hundido en un pozo <strong>de</strong> incertidumbre;pasa los <strong>de</strong>dos finos por sus cabellosblancos como queriendo asirse a la luci<strong>de</strong>zque le han <strong>de</strong>jado los años. Entonces seen<strong>de</strong>reza en la silla y permite a su mente calmarsecon las reminiscencias <strong>de</strong>l sentimientoque experimentó cuando se supo abuela. Lasimágenes se sucedieron unas a otras, suturandoel pasado y dándole valor para afrontarel presente; acto seguido, quemó las naves <strong>de</strong>su cobardía y fue por el resultado.Poco <strong>de</strong>spués ambos regresaron por separadoa la mansión <strong>de</strong> los Fogarty. Afortunadamente,lo <strong>de</strong> Ernest no fue grave, aunque hanvendado su pie y el doctor le aconsejó queusara muletas por un tiempo. En realidad, lacontusión la sufrió en el alma; en pocos minutosse verá cara a cara con doña Florence y élya sabe lo que dirá a la gentil dama.Doña Florence está en su habitación doblandouna carta que introducirá en el sobredon<strong>de</strong> ha colocado el dinero que le a<strong>de</strong>udabaal <strong>de</strong>tective Stevens. En ella ha escrito unanota <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento con palabras almibaradas,a pesar <strong>de</strong> tener la garganta repleta <strong>de</strong>palabras con hiel. Se lo dará al chofer paraque lo entregue cuanto antes.93

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