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Julio-Diciembre 2010 - Universidad Tecnológica de Panamá

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la ylo hicey ella memiraba raropero con una ternuracomprensivaque me animó a echarunas lagrimitas, ya <strong>de</strong> purarabia, por no po<strong>de</strong>r sacudirme<strong>de</strong> la retina las imágenes <strong>de</strong> aquellacabeza ni <strong>de</strong> los oídos el susurro<strong>de</strong> su voz <strong>de</strong> ultratumba. No dije nada<strong>de</strong> Carlitos para que mi abuela no lo regañarahaciéndome sentir <strong>de</strong> nuevo humillantementepequeño.Las camas estaban listas y mamá anuncióque se iba a lavar los dientes y teníamos quedormir ya, “que mañana tenemos que levantarnostemprano”, no sabía para qué, seríadomingo y supuse que tendría que ver con lanueva vida. “Apago la luz”, dijo mamá y yo lamiré aterrado y ocurrió lo que le dije cuandoestábamos juntos en el baño ante el espejo ycon los cepillos en las manos: cuando cierrolos ojos veo la cabeza flotando que me mira.“Bien hecho por <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cer”, fue toda la respuesta<strong>de</strong> mi mamá ante mi terror y parecíaestar disgustándose por <strong>de</strong>ntro a fuego lento.Apagó la luz e intenté mantener los ojos abiertos,pensar en “El huracán” y en los carros locospero nada, la cabeza flotante me miraba y suvoz volvía. El corazón comenzó <strong>de</strong> nuevo suaceleración <strong>de</strong> pánico y se propuso amenizarmi <strong>de</strong>svelo <strong>de</strong> miedo. Intenté acercarme a mimamá que me apartó diciéndome que hacíacalor y que si tenía miedo tenía que haberlopensa d oa n t e s .Todo eso ensusurros: “te dijeque daba miedo”,sentenció y me sentíabandonado en la oscuridadcon la cabeza <strong>de</strong> mujermutante y su voz mortecina.“Déjalo que se venga para acá”.Mi abuela Carmen había escuchadoel diálogo en susurros y en medio <strong>de</strong>la oscuridad me hizo pasarme a su cama. Elsilencio era ya completo y a lo lejos aun seescuchaban los últimos rumores <strong>de</strong> la Feria.Mamá no le protestó a mi abuela y me fui conmi terror hasta su cama con el corazón latiendocon fuerza, creyendo que por el camino,apenas dos pasos, aquella cabeza apareceríapara mirarme a la cara y <strong>de</strong>cirme “¡qué haces!”89

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