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manual para el alumno

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200gente de su pueblo intentó matarlo (véase Lucas4:16--30). Sus compatriotas, los judíos, rechazaron sullamamiento mesiánico (véase Juan 1:11). Un amigo lotraicionó; otro negó conocerlo (véase Lucas 22:48,54-62). Al final "los discípulos, dejándole, huyeron"(Mateo 26:56), y sus enemigos exigieron su crucifixión(véase Mateo 27:22-23).El presidente Joseph Fi<strong>el</strong>ding Smith preguntó: "Nofue Cristo un varón de dolores? ¿No fue rechazadopor los hombres? ¿No fue experimentado en quebranto?¿Acaso la gente no escondió (figuradamente) de Elsu rostro? Ciertamente que El conoció nuestras enfermedadesy llevó nuestros pesares, pero se le consideróherido de Dios y abandonado por El. ¿No fue esolo que dijo la gente? ¡Cuán verdaderas son todas estascosas!" (Doctrina de salvación, 1:22.)(17-23) Isaías 53:4-9. "Herido fue por nuestrasreb<strong>el</strong>iones"Jesús sufrió y fue crucificado por las transgresionesde los hombres. "Son bien pocos los detalles que tenemosde la crucifixión. Sin embargo, sabemos quenuestro Señor fue clavado sobre la cruz, y que los clavostraspasaron sus manos y sus pies de acuerdo con<strong>el</strong> método romano, y no atado solamente con cuerdascomo se acostumbraba infligir esta forma de castigoentre otras naciones. La crucifixión era a la vez la másprolongada y dolorosa de todas las formas de ejecución.La víctima vivía en un tormento cada vez mayorque generalmente duraba muchas horas, a veces días.Los clavos tan cru<strong>el</strong>mente hincados en las manos y enlos pies penetraban y desgarraban nervios sensibles yd<strong>el</strong>icados tendones, y sin embargo, no producían unaherida mortal. El anh<strong>el</strong>ado alivio de la muerte resultabad<strong>el</strong> agotamiento causado por <strong>el</strong> intenso e incesantedolor y la consiguiente inflamación y congestión localde los órganos, debido a la postura tirante e innaturald<strong>el</strong> cuerpo." Games E. Talmage, Jesús <strong>el</strong> Cristo, pág.689.)Pero Cristo no sufrió solamente en la cruz. En <strong>el</strong>Jardín de Getsemaní comenzó <strong>el</strong> sufrimiento que lepermitiría tomar sobre sí los pecados d<strong>el</strong> mundo, ocomo dice Isaías, llevar nuestras enfermedads y sufrirnuestros dolores (véase Isaías 53:4). Hablando deeste sufrimiento y dolor, <strong>el</strong> élder Talmage escribió:"Para la mente finita, la agonía de Cristo en <strong>el</strong> jardínes insondable, tanto en lo que respecta intensidadcomo a causa. Carece de fundamento <strong>el</strong> concepto deque su padecimiento fue provocado por <strong>el</strong> temor de lamuerte. Para El la muerte era <strong>el</strong> paso pr<strong>el</strong>iminar de suresurrección y su triunfante regreso, no sólo al Padrede quien había venido, sino a un estado de gloria superioraún a la que había poseído antes; además, enEl se hallaba <strong>el</strong> poder <strong>para</strong> entregar su vida voluntariamente.Luchó y gimió bajo <strong>el</strong> peso de una cargaque ningún otro ser que ha vivido sobre la tierra puedesiquiera concebir de ser posible. No fue <strong>el</strong> dolor físico,ni la angustia mental solamente, lo que lo hizopadecer tan intenso tormento que produjo una emanaciónde sangre de cada poro, sino una agonía espirituald<strong>el</strong> alma que sólo Dios era capaz de conocer.Ningún otro hombre, no importa cuán poderosa hubierasido su fuerza de resistencia física o mental, podríahaber padecido en tal forma, porque su organismohumano hubiera sucumbido, y un síncope lehabría causado la pérdida d<strong>el</strong> conocimiento y ocasionadola muerte anh<strong>el</strong>ada. En esa hora de angustiaCristo resistió y venció todos los horrores que Satanás,'<strong>el</strong> príncipe de este mundo', pudo infligirle."En alguna forma efectiva y terriblemente real, auncuando incomprensible <strong>para</strong> <strong>el</strong> hombre, <strong>el</strong> Salvadortomó sobre sí la carga de los pecados de todo <strong>el</strong> génerohumano, desde Adán hasta <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> mundo. Larev<strong>el</strong>ación moderna nos ayuda a entender en parteeste espantoso trance. En marzo de 1830, Jesucristo,<strong>el</strong> Señor glorificado, habló en esta forma: 'Porque heaquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, <strong>para</strong>que no padezcan, si se arrepienten. Mas si no searrepienten, tendrán que padecer como yo he padecido;padecimiento que hizo que yo, Dios, <strong>el</strong> más grandede todos, temblara a causa d<strong>el</strong> dolor, y echara sangrepor cada poro, y padeciera, tanto en <strong>el</strong> cuerpocomo en <strong>el</strong> espíritu, y deseara no tener que beber laamarga copa y desmayar. Sin embargo, gloria sea alPadre, yo bebí, y acabé mis pre<strong>para</strong>tivos <strong>para</strong> con loshijos de los hombres.' " (Jesús <strong>el</strong> Cristo, págs. 643--45.)El sufrimiento d<strong>el</strong> Salvador fue un acto vicario llevadoa cabo por alguien totalmente inocente que sehizo responsable por innumerables culpables. Por estoes que Isaías dijo: "Llevó nuestras enfermedades, ysufrió nuestros dolores", y "herido fue por nuestrasreb<strong>el</strong>iones, molido por nuestros pecados" (Isaías53:4-5).Cuando Jesús estuvo d<strong>el</strong>ante de Pilato, gobernadorde Judea, fue "acusado por los principales sacerdotesy por los ancianos" de muchas cosas malas, pero"nada respondió" (Mateo 27:12). "Pilato entonces ledijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?" PeroJesús se mantuvo callado y "no le respondió ni unapalabra; de tal manera que <strong>el</strong> gobernador se maravillabamucho". (Mateo 27:13--14.) Esto fue en cumplimientode la profecía de Isaías: "como oveja d<strong>el</strong>antede sus trasquiladores, enmudeció" de manera que"no abrió su boca" (Isaías 53:7).Siendo todavía muy temprano en la mañana, lossoldados encargados de Jesús lo llevaron "de Caifás <strong>el</strong>sumo sacerdote al pretorio" la residencia de PilatoGuan 18:28). Más ad<strong>el</strong>ante, en <strong>el</strong> momento de la crucifixión,pusieron la cruz de Jesús entre dos malhechoresladrones (véase Juan 19:18; Lucas 23:32-33).Después de la muerte de Jesús sobre la cruz, José deArimatea, un hombre rico, fue a Pilato y le pidió permiso<strong>para</strong> sepultar a Jesús. José puso <strong>el</strong> cuerpo "en susepulcro nuevo, que había labrado en la peña" (Mateo27:60). Un examen d<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato de Mateo muestra <strong>el</strong> sorprendentedetalle con que Isaías predijo <strong>el</strong> arresto, tribunal,muerte y sepultura d<strong>el</strong> Salvador tal como ocurrió.(17-24) Isaías 53:10. ¿Quiso <strong>el</strong> Padre C<strong>el</strong>estialquebrantar a su Hijo?Es evidente que Dios no estaba complacido con laforma en que los hombres trataron a Jesús, pero sí enque hubiera "puesto su vida en expiación por <strong>el</strong>pecado" (Isaías 53:10). La expiación satisfizo las demandasmás exigentes de la justicia de Dios e hizoposible que <strong>el</strong> perdón y la misericordia fueran alcanzablesbajo ciertos términos.El élder M<strong>el</strong>vin J. Ballard explicó por qué Dios estuvodispuesto a no interceder: "En aqu<strong>el</strong>la hora creoque puedo ver a nuestro amado Padre detrás d<strong>el</strong> v<strong>el</strong>oobervando los últimos sufrimientos de su Hijo hasta

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