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Nov. Dic. Nº 356-357 - Biblioteca Virtual El Dorado

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Jpara la pesquería de perlas en el archipiélago perlífero del Golfo,eran dueños de minas, poseían aserraderos y astileros, criabangrandes hatos de ganado, tenían estancias agícolas y tenían casasde alquiler. Muchas de estas actividades eran urbanas y se manteníandentro de los límites físicos de la capital, o en todo caso se relacionabanal comercio transístmico y los mercados exteriores, Pero habíaotras cuya órbita de acción se extendía al Interior y que eran enteramenteajenas a lo terciaro; en todo caso se ejercían muy lejos de lacapital. La historiografía panameña ha tendido a visualizar el pasadocolonial como un mundo separado en dos realidades opuestas yhasta irreconcilables: por un lado, la zona de tránsito, cuyo pesoespecífico en lo social, económico y político opaca todo lo demás,y ese oscuro y mal conocido Interior, del que apenas recientementehemos empezado a saber alguna cosa. Se trata obviamente de unavisión errónea. Cae en el mismo esquema inteipretativo el papelde la Avdiencia -es decir de todo el cuerpo que integraba la supremamagstratura del país-, como si su actuación (e intereses) estuvieserestnngida al ámbito urbano y de la zona de tránsito, quedando elInterior reservado solo a las Visitas, y alguna que otra intervenciónjudicial motivada por asuntos realmente graves.La verdad es que la Audiencia (es decir sus miembros) no desaprovechóoportunidad para extender su brazo rapaz hacia el Interior,bien sea para chupar la savia del terrtorio o sencilamente para hacersentir el peso de su autoridad. Tal vez el mayor atractivo que ofrecíael Interior para el gobierno superior eran sus minas. Esto se hizo yaevidente durante las administraciones de Juan Ruiz de Monjaráz (en1558-59) y de su sucesor Rafael de Figuerola (sobre todo en la deéste último), pero continuó con diferentes bríos en los tiempos de laAudiencia. También es evidente que el alto gobierno no perdió ocasiónpara nombrar en puestos administrativos claves del Interior a susincondicionales. De hecho tenía también la facultad para hacerlo,Por ejemplo, la Audiencia tenía la prerrogativa de nombrar AlcaldesMayores en Natá y cubrir con sus propios candidatos las interinidadesde la gobernación veragense; incluso los cargos de Tenientes deGobernación en cada cabecera importante eran nombrados por elPresidente, como sabemos que ocurría en el siglo XVIII en Veraguas,donde a la sazón se encontraban los yacimientos auríferos más importantes.De esa manera, todas las zonas metalíferas situadas aloccidente quedaban expuestas a la rapacidad audiencial, ya quevirtalmente todos los cargos administrativos claves dependían directaentede su voluntad. (Solo las Gobemaciones de Veraguas y, aparir de cierto momento, las Alcaldías Mayores de Natá dependíande la confirmación real; aunque a veces estas confirmacionesdemoraban años).125

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