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Nov. Dic. Nº 356-357 - Biblioteca Virtual El Dorado

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zó a ejercer en I 747. Para obtener la dispensa por su naturaleza yel hecho de haberse casado también en Panamá, donde tenía bienesraíces, tuvo que pagar la cuantiosa suma que se señaló arnba. Sobresu actuación queda una abundante documentación relacionada conlas pesquisas que se levantaron durante el gobierno de Dionisio deAlcedo y Herrera, y se conservan tanto en Sevilla como en el ArchivoHistórico Nacional de Madrid. Fue uno de los últimos Oidoresque tuvo la Audiencia, siendo retirado cuando ésta se suprimió en1751.Los Oidores gozaron de un gran poder mientras duró la Audiencia.Todas las evidencias señalan que sus vinculaciones con el vecindariofueron mucho más estrechas, en términos generales, que lasde los Presidentes (que, como se dijo, duraban menos tiempo y estabansujetos a los Juicios de Residencia). Y hay buenas razones parapensar que ejercieron un poder que con frecuencia sobrepujó al delos Presidentes. Algunos, como Martín de Recabaren, rehusaronentregar el mando cuando ocupaban la Presidencia interinamente,a los Presidentes titulares recién llegados, pretextando tecnicismoslegales. I,a Presidencia recayá en manos de los Oidores con bastantefrecuencia y hubo más de uno que, como Garavito de León, ejerciódicho cargo por varios años prácticamente solo, debido a la frecuenciacon que entonces quedaban vacantes los cargos de Presidentes yOidores.Fue este creciente poder de los Oidores, relacionado en gran medidaa sus enlaces con las élites locales, lo que motivó que la Coronacambiara su política en materia de sucesiones gubernativas a medidaque avanzó el siglo XVII. Con ese espíritu delegó esta responsabilidaden los virreyes del Perú, que debían dejar un "pliego de mortuoria"sellado, que guardaba secretamente los nombres de tres personasque habrían de ocupar la vacante presidencial cuando por algunarazón cesara el titular. <strong>El</strong> pliego de mortuoria fue usado con bastantefrecuencia entre fines del XVII y principios del XVIII y, debido alrecelo que inspiraban los Oidores, éstos raras veces eran escogidospara llenar en interinidad la vacante. Hasta entonces, automáticamentela vacante presidencial quedaba cubierta por el Oidor decano. Yde hecho esto se siguió practicando hasta por lo menos la muerte deAntonio Fernándcz de Córdoba y Mendoza en 1673, aunque estoprodujo una situación confusa. Había entonces dos Oidores, el yacitado Losada Quiñoncs, y MartÍnez de Amileta. Losada era eldecano, pero los textos dejan la impresión de que el gobierno recayóen ambos paritariamente, aunque de hecho quien mandaba era elprimero. Fue esta ambigüedad uno de los pretextos que usó el Cabildopara deponer al decano.118

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