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Nov. Dic. Nº 356-357 - Biblioteca Virtual El Dorado

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lidad del Ejército, la constatan numerosas pruebas estadísticas. Estees sin duda el caso de Panamá, quc por supuesto no tenía por quéser una excepción.Los historiadores que han querido descubrir el nacimiento delcriollismo americano en su antagonismo contra el peninsular, parecierandar por sentado que este sentimiento es tan viejo como la apariciónde los primeros criollos. Esto no encuentra respaldo en los documentosy no es más que ideologizar con la historia. Tal sentimientosurgió tardíamente, cuando el criollismo empezó a sentir losefectos excluyentes de la política de los últimos Borbones, Hastaentonces la impresión que dejan los textos es que el criollo no sölono antagoniza al peninsular, sino que trata de comportarse como sifuera más peninsular que éste, Busca al español como a un aliado y deeso quedan las abundantes pruebas de los enlaces matrimoniales, unode los recursos fundamentales para la supervivencia de las élites criollas(pero también la vía triunfal de entrada del peninsular recién llegadoa Indias para ingresar al seno de las élites criollas y asegurar sucarrera futura).La política estatal para mantener la pureza de las magistraturasaudienciales en América sufrió un grave proceso de deterioro desdelas últimas décadas del siglo XVII hasta mediados del XVIII, alverse obligada la Corona a tolerar prácticas muy difíciles de evitaro controlar, como había demostrado la experiencia, lo que resolvió,como era su costumbre, otorgando "dispensas" mediante un "donativogracioso" por parte del interesado, con lo que la Corona tranquilizabasu conciencia a cambio de allegar ingresos para el Fisco, De estamanera concedió, por un lado, que los de un mismo lugar pudieranejercer allí los cargos de Oidor o de Fiscal; por otro, que pudierancasarse en la plaza donde ejercían, y finalmente, que pudieran ocuparel cargo sin haber alcanzado la mayoría de edad. Todo esto contraveníalas prácticas tradicionales en la materia. Los resultados fueronnefastos.Hasta entonces la mayoría de los cargos públicos se vendían almejor postor, según la práctica establecida desde fines del XVI.Entre los pocos cargos que se habían librado estaban las gobernacionesde provincia, las' tenencias generales, los cargos superiores deHacienda y por supuesto los de Presidentes, Oidores y Fiscales, Lasnecesidades financieras de la Corona, cada vez más apremiantes a medidaque la potencia del imperio decaía, aconsejaron ceder tambiénen este terreno, y desde la década de 1680 se abrió el compás hastano dejar a salvo de las ventas prácticamente ningún cargo. Inclusola Presidencia de Panamá estuvo a punto de otorgarse de esa manera.<strong>El</strong> interesado abonó u ofreció una elevada cantidad, pero finalmente116

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