Muertos de susto - Alfaguara Infantil
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<strong>Muertos</strong> <strong>de</strong> <strong>susto</strong>Leyendas <strong>de</strong> acáy <strong>de</strong>l más allá
<strong>Muertos</strong> <strong>de</strong> <strong>susto</strong>Leyendas <strong>de</strong> acáy <strong>de</strong>l más alláSelección y adaptaciones <strong>de</strong>María Fernanda Paz-CastilloIlustraciones <strong>de</strong> María Osorio
Título original: <strong>Muertos</strong> <strong>de</strong> <strong>susto</strong>© 2006, Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus,<strong>Alfaguara</strong>, S.A.Calle 80 No. 9-69Bogotá – Colombiawww.santillana.com.co© Selección y adaptaciones:María Fernanda Paz-Castillo, 2005.© De las ilustraciones: María Osorio, 2005.Diseño <strong>de</strong> la colección: Camila CesarinoComposición <strong>de</strong> interiores y cubierta: Vicky MoraNidos para la lectura es una colección dirigida porYolanda Reyes para el sello <strong>Alfaguara</strong>.Primera edición en Colombia: abril <strong>de</strong> 2005Tercera reimpresión <strong>de</strong> la segunda edición: abril <strong>de</strong> 2009ISBN: 978-958-704-450-8Impreso en Colombia en los talleres gráficos <strong>de</strong> Gráficas <strong>de</strong> la Sabana Ltda.Todos los <strong>de</strong>rechos reservados. Esta publicación no pue<strong>de</strong> ser reproducida,ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema <strong>de</strong>recuperación <strong>de</strong> información, en ninguna forma ni por ningún medio,sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, porfotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, <strong>de</strong> la editorial.
A los lectores…El mayor placer <strong>de</strong> saber leer espo<strong>de</strong>r aventurarnos, bajo nuestracuenta y riesgo, por el mundo <strong>de</strong> loslibros y tener la libertad <strong>de</strong> elegir cuánto leercada noche, antes <strong>de</strong> apagar la luz. Por eso <strong>Muertos</strong> <strong>de</strong> <strong>susto</strong>está hecho a la medida <strong>de</strong> los que ya se atreven solos… o bueno,con los amigos.Porque es hora <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirlo: estas leyendas no son aptas parahermanitos menores. A veces hacen temblar y a veces producen unamezcla extraña <strong>de</strong> <strong>susto</strong> y risa nerviosa. Pero llega una edad en laque ya no queremos tenerle miedo al miedo. Y nada mejor que unaleyenda para arriesgarnos a ser valientes.Eso lo sabe la escritora venezolana María Fernanda Paz-Castillo,quien recogió las historias más miedosas que la cautivaron <strong>de</strong>s<strong>de</strong>niña. Como ella misma relata, en todos los países se conservanantiguas leyendas que antes se contaban a la luz <strong>de</strong> una hoguera oen noches <strong>de</strong> luna llena. Entonces no había luz eléctrica y la gentese sentaba muy apretada en un círculo para sentirse un poquitomás segura. Ese extraño placer <strong>de</strong> asustarse pero seguir hechizadoescuchando es tan viejo como la humanidad. Quizá por ello lasleyendas fueron transmitiéndose <strong>de</strong> generación en generación hastallegar a los libros <strong>de</strong> hoy.Para tranquilidad <strong>de</strong> los lectores, los <strong>susto</strong>s están organizados en trestiempos, <strong>de</strong> modo que los más tenebrosos se lean por la mañana.Pero si cae la noche y el miedo sigue acechando, existen losviejos trucos <strong>de</strong> siempre: dormir con la lamparita encendida, salircorriendo a otra cama o, en último caso, cerrar el libro. Tambiénpue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r que estas historias <strong>de</strong> miedo hagan recordar muchasmás. Cada cual sabe las suyas. ¡Quién sabe por qué será!Las ilustraciones entre <strong>susto</strong> y <strong>susto</strong> son fuera <strong>de</strong> lo común. Conun estilo muy personal, María Osorio <strong>de</strong>cidió traer esas remotaspresencias hasta los tiempos <strong>de</strong> hoy. Sus toques <strong>de</strong> rojo y negrobrillan en la oscuridad. Pero ya no digo más…Yolanda ReyesDirectora <strong>de</strong> la colección
Para Fernando, mi papá,el mejor cuentacuentos <strong>de</strong>l mundo.Y para Álvaro, porque cuenta como nadielas historias que me asustan…Agra<strong>de</strong>cimientosUn libro nunca es una obra individual y, por eso, quieroagra<strong>de</strong>cer a todas las personas que no sólo compartieronconmigo el momento <strong>de</strong> la investigación y selección,sino que también leyeron y releyeron todas estasleyendas. Mis agra<strong>de</strong>cimientos van, pues, dirigidos aJeffrey Ce<strong>de</strong>ño, Yolanda Reyes, Beatriz Helena Robledoy Álvaro Sánchez.6
Sustosen tres tiempos1Sustos parala mañanaSustos parael atar<strong>de</strong>cerLa Chillona 10El invitado <strong>de</strong>l más allá 15La misa <strong>de</strong> los muertos 212Juan Sin Miedo 28El anillo <strong>de</strong> boda 33La Patasola 37María Mandula 41Sustos parala noche3El cura sin cabeza 48La Pesanta 52La Sayona 56La tumba <strong>de</strong>las tres princesas 60La princesa <strong>de</strong>l pantano 677
1Sustos para lamañanaA la luz <strong>de</strong>l día y en buena compañía, los <strong>susto</strong>sque vienen te ofrecerán aterradores momentos.Pue<strong>de</strong> ser que duren hasta medianoche...Por eso los cuento al comienzo.
La ChillonaLeyenda nórdicaÉste era un pueblo diferente <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más: no teníamás <strong>de</strong> cuarenta casas y dos calles, pero lo curioso eraque una <strong>de</strong> las calles atravesaba perpendicularmente a laotra y eso le daba al pueblo la asombrosa forma <strong>de</strong> unacruz.En ese pueblo vivía una anciana <strong>de</strong> la que se contabanlas peores cosas: que había matado a un hombre que queríacasarse con ella, que un día le había quitado los dulcesa una niña pobre, que trataba mal a todo aquel que seacercara a pedirle un poco <strong>de</strong> pan, y que hasta era capaz<strong>de</strong> lanzar aceite caliente a quien osara golpear la enormepuerta <strong>de</strong> su casa. Pero eso no era todo, pues a<strong>de</strong>más laanciana <strong>de</strong>jaba a sus empleadas sin comida cuando nole obe<strong>de</strong>cían, aunque se murieran <strong>de</strong> hambre.En aquel extraño pueblo en forma <strong>de</strong> cruz, con nomás <strong>de</strong> cuarenta casas y sólo dos calles, cuentan tambiénque una vez la malvada mujer <strong>de</strong>scubrió a una <strong>de</strong> sus10
criadas metiendo el <strong>de</strong>do en una torta recién horneada.Su disgusto fue tan gran<strong>de</strong> que la golpeó y la golpeó conlo primero que tuvo a mano: nada más y nada menosque una pesada lámpara. La criada quedó tumbada enel piso, muerta.La anciana se encontraba en un gran apuro. Teníaque <strong>de</strong>saparecer el cuerpo antes <strong>de</strong> que alguien se dieracuenta y la acusara. Así que <strong>de</strong>cidió escon<strong>de</strong>rlo en unfrondoso bosque cercano a su casa. Pero un vecino <strong>de</strong>scubrióel crimen y la mujer fue llevada a la cárcel. Comola <strong>de</strong>scarada no se sentía culpable y le parecía injustotodo lo que le pasaba, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su celda lanzaba espantososchillidos que se oían en cada una <strong>de</strong> las cuarenta casas<strong>de</strong> aquel pueblo. Hasta que <strong>de</strong> tanto chillar y chillarenfermó gravemente y murió.Pero no crean que la Chillona <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> chillar, puessiguió perturbando la paz <strong>de</strong>l lugar. Des<strong>de</strong> la misma noche<strong>de</strong> su muerte se escucharon los chillidos en la casaque habitaba. Eran chillidos que helaban la sangre hasta<strong>de</strong>l más valiente:–¡Ay, ay! ¿Quién se apiadará? ¡Ay, ay, ay <strong>de</strong> mí! –chillabay chillaba <strong>de</strong> noche y <strong>de</strong> día.Una tar<strong>de</strong>cita llegó al pueblo un viajero que venía <strong>de</strong>tierras lejanas. Eran tan lejanas que su hogar quedaba enotro continente. El viajero se <strong>de</strong>tuvo a <strong>de</strong>scansar en unaposada y, mientras tomaba un vaso <strong>de</strong> agua, escuchó la12
historia <strong>de</strong> la Chillona. Por supuesto, no creyó nada <strong>de</strong>lo que oía y lo atribuyó a la <strong>de</strong>sbordada imaginación <strong>de</strong>la gente <strong>de</strong>l pueblo. Para hacerse el valiente –aunquetenía ciertas dudas– propuso:–Acabaré con esa anciana chillona si me dan una recompensa.Y como todos los presentes le tomaron la palabra y se<strong>de</strong>svivieron en ofrecimientos, el hombre se mudó a lacasa <strong>de</strong> la Chillona, llevando consigo, por si acaso, unaenorme bolsa. La primera noche que intentó dormir allácomenzó a escuchar los chillidos y las lamentaciones <strong>de</strong>la <strong>de</strong>sgraciada:–¡Ay, ay! ¿Quién se apiadará? ¡Ay, ay, ay <strong>de</strong> mí!Cuando el hombre se acercó al lugar <strong>de</strong> don<strong>de</strong> salíanaquellos horrendos chillidos, se topó con la espantosacara <strong>de</strong> la vieja, y le dijo:–Anciana, nadie aguanta tus chillidos, ¿serías tan amable<strong>de</strong> callarte?Pero la Chillona, terca como una mula, siguió:–¡Ay, ay! ¿Quién se apiadará? ¡Ay, ay, ay <strong>de</strong> mí!El hombre estuvo a punto <strong>de</strong> enloquecer con aquelloschillidos, y se dijo: “Por las buenas no hay cómo callarla,así que lo intentaré <strong>de</strong> otra manera”. Sin pensarlo y sin<strong>de</strong>mora, tomó la bolsa y metió allí a la Chillona, que yaatrapada parecía una bestia recién enjaulada. La sacudiótantas veces como pudo, hasta que la anciana se mareó13