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Revista - ipnusac

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Año 2 - Edición 34 - Agosto/ 2013<strong>Revista</strong>Análisis de laRealidad Nacional60parte de las maras que a veces sorprende, por lo que lacombinación de ambos elementos da un resultado fatal. Deesa forma la mara pasó a estar profundamente satanizada: lamara pasó a ser la causa del malestar de estas eternamente(al menos para las grandes mayorías) problemáticassociedades. La mara –¡y no la pobreza ni la impunidadcrónicas!– aparece como el “gran problema nacional”a resolver. No caben dudas que se juegan ahí agendascalculadas, distractores sociales, cortinas de humo: ¿puedenser las pandillas juveniles violentas –que, a no dudarlo, sonviolentas, eso está fuera de discusión– el gran problema deestos países, en vez de enormes poblaciones por debajode la línea de pobreza? ¿Pueden ser estos grupos juvenilesviolentos la causa de la impunidad reinante (“los derechoshumanos defienden a los delincuentes”, suele escucharse),o son ellos, en todo caso, su consecuencia? Si fue posibledesarticular movimientos revolucionarios armados apelandoa guerras contrainsurgentes que no temieron arrasarpoblados enteros, torturar, violar y masacrar para obteneruna victoria en el plano militar, ¿es posible que realmente nose puedan desarticular estas maras desde el punto de vistaestrictamente policíaco-militar? ¿O acaso conviene que hayamaras? Pero, ¿a quién podría convenirle?Los jóvenes: entre promesa y peligroAlgunos años atrás la juventud –“divino tesoro” por cierto…,al menos, así se decía, según la recordada poesía delnicaragüense Rubén Darío– era la semilla de esperanza.Algo sucedió con aquella promesa de la juventud como“futuro de la patria” para que haya pasado a ser ahora un“problema social”. ¿Cómo se dio ese movimiento? ¿Quépasó con aquella visión, expresada en 1972 por SalvadorAllende diciendo que “ser joven y no ser revolucionario esuna contradicción hasta biológica”, que se transformó enuna juventud despolitizada, desinformada, light? Y peor aún:si huele a pobre, proveniente de barrios pobres, ni hablemossi está tatuada: ¡peligrosa! En los países centroamericanos,de composición indígena en muy buena medida –cruelparadoja de la historia– la exclusión social está ligadaen relación inversamente proporcional a la blancura dela piel. Si se viene de barrios pobres –donde en generalasienta la población menos “blanca”– la posibilidad de serun “potencial delincuente” se dispara: “blanco manejandoun Mercedes Benz: empresario exitoso; negro o indiomanejando un Mercedes Benz: chofer… o vehículo robado”.Las pandillas son algo muy típico de la adolescencia:son los grupos de semejantes que le brindan identidad yÍndice

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